Sindicalismo Católico en la
ciudad de Pamplona, Colombia,
un proyecto discontinuo y de
corto alcance: 1956-1961
Ivonne Vanessa Calderón Rodríguez
Historiadora y Candidata a magíster en Historia
Instituto Colombiano para el Estudio de las Religiones
Grupo de Investigación Sagrado y Profano
Bucaramanga, Colombia
El presente artículo presenta un breve análisis de los resultados del sindicalismo confesional implementado por la Iglesia Católica en la Arquidiócesis de Pamplona (Norte de Santander), durante los años trascurridos entre 1956 y 1961. Se explicará por qué la sindicalización de los trabajadores pamploneses que se llevó a cabo por la Coordinación de Acción Social Católica, es concebida como una iniciativa de mínimo impacto que arrojó resultados ínfimos con respecto a los planes de las conferencias episcopales de Colombia y su propósito de implementación de la doctrina social católica en el país. Para este propósito se inicia presentando aspectos generales de la respuesta de la Iglesia frente a la "cuestión social", la llegada de la Acción social Católica a América Latina y su adaptación a la realidad colombiana, en aras de evidenciar que el movimiento sindical católico de Pamplona no fue fructífero por la falta de compromiso clerical, la falta de interés de los trabajadores frente al asociacionismo católico, reflejado en el reducido número de socios activos sindicalizados, la discontinuidad del proyecto debido a la inestabilidad de sus coordinaciones y la omisión del trabajo en las parroquias de la arquidiócesis, que de algún modo fueron marginadas del proceso.
Palabras clave: Iglesia Católica, Acción Social Católica, sindicalismo confesional, recristianización, doctrina social católica, Arquidiócesis de Pamplona.
CATHOLIC TRADE UNIONISM IN PAMPLONA
(COLOMBIA), A DISCONTINUOUS AND SHOR-
TRANGE PROJECT.
This article presents a brief analysis of the results of the confessional trade unionism implemented by the Catholic Church in the Archdiocese of Pamplona (Norte de Santander) from 1956 to 1961. It will explain why the unionization of Pamplona's workers carried out by the Catholic Social Action Coordination, is understood as a low-impact initiative that yielded paltry results regarding the plans of the Episcopal Conferences of Colombia and their intention to implement a catholic social doctrine in the country. For this purpose we start by presenting the general aspects of the Church's response to "social question", the arrival of Catholic Social Action in Latin America and its adaptation to Colombian context, in order to show that Pamplona's Catholic trade union movement was not successful due to the lack of clerical involvement, the poor workers' interest in Catholic associationism reflected in the reduced number of unionized active members, the discontinuity of the project due to the instability of their coordination and the omission of work in adjoining parishes to the Archdiocese, which were somewhat marginalized in the process.
Keywords: Catholic Church, Catholic Social Action, confessional trade unionism, rechristianization, Catholic social doctrine, Archdiocese of Pamplona.
Este artículo estudiará uno de los ámbitos de acción del proyecto de "restauración social" llevado a cabo por la Iglesia Católica en Colombia, y de manera especifica en la arquidiócesis de Nueva Pamplona (Norte de Santander), a través de una de sus propuestas de apostolado social y de participación laical, conocido como la Acción Social Católica (A.S.C), que se abordará aquí desde la perspectiva del sindicalismo católico o confesional. Hablar de este tipo de Acción Social es aludir a la forma cómo la Iglesia Católica consideraba que debía darse solución a los problemas sociales arrojados por el liberalismo al interior de las clases trabajadoras, y reconocer el papel social y político que jugó durante buena parte del siglo XX como creadora de alternativas para la reorganización social en relación con los "incipientes procesos de secularización" de la sociedad colombiana, y como ferviente opositora y contradictora del comunismo emergente.
Como consecuencia inherente a los procesos de industrialización y modernización de la sociedad, al surgimiento de nuevos actores sociales, la lucha de clases y la importancia creciente del socialismo"1, el catolicismo desde fines del siglo XIX "decidió poner el acento en un vasto "movimiento social" impulsado por la grandiosa ambición de un nuevo orden mundial"2. Ofreció respuestas católicas a los problemas arrojados por el liberalismo económico, fundamentalmente frente al movimiento socialista obrero. Surgieron, así, documentos pontificios que presentaron la posición de la Institución eclesiástica en torno al tema de la "cuestión social"; entre ellos la encíclica syllabus de Pio IX (1864) y Rerum Novarum de León XIII (1891) en las que se afianzó la lucha antiliberal y la doctrina sobre las corporaciones obreras, respectivamente. Luego apareció la encíclica Quadragesimo anno de Pio XI (1931) mediante la cual se dio paso a la ejecución del proyecto de Acción Católica (A.C) como una alternativa a las formas de organización socialista, a través de la edificación de un "nuevo orden social" basado en las corporaciones. Se trató, pues, de "una ofensiva en todos los niveles de la sociedad, con todos los medios de acción (prensa, escuelas, propaganda, sindicatos, cooperativas y finalmente partido político) aplicados a los grandes problemas nacionales"3.
Estas encíclicas condensaron "la orientación que debía informar la acción de la Iglesia Universal frente a los proyectos impulsados por los liberales y los socialistas"4. Se inició, pues, la conformación de una "militancia católica"5 que debía hacerle contrapeso a los ideales revolucionarios del momento. A partir de aquellas, se amplió la idea de la Doctrina Social Católica que se fue afianzando como un conjunto de normas y principios referentes a la realidad social, política y económica de la humanidad, basada en el evangelio.
Este proyecto de sindicalismo católico se fundamentó en las ideas del corporativismo6, y como mecanismo de recristianización7 se propuso el establecimiento de una sociedad orgánica en la que ninguna profesión debía quedarse por fuera de la organización social, en aras del logro de la reconstrucción del orden cristiano. De allí surge ese sindicalismo católico que buscaba "defender" los intereses de los trabajadores -sin entrar en conflicto con los industriales o empresarios-patronos, a través de un adoctrinamiento religioso que cultivara el amor al prójimo por encima de los intereses de las "clases sociales". Generalmente se atribuye la iniciativa del sindicalismo confesional a la vieja alianza del conservatismo y la Iglesia, y a sus esfuerzos por penetrar y transformar las relaciones entre obreros y patronos8, para conseguir la derrota del sindicalismo de izquierda. Ese sindicalismo confesional, según Michael Larosa, ha tenido a nivel nacional, un carácter paternalista9, aunque se ha destacado por estar a favor de los intereses industriales, a pesar de su declarada defensa del obrero.
Paulatinamente, la Iglesia dio a conocer a la sociedad su capacidad de responder a las dificultades internas presentadas en espacios obreros, agrarios, estudiantiles, entre otros, y contradecir de una u otra manera "la fácilmente aceptada y acrítica noción de la Iglesia Católica como una institución estática, confesional y obsesionada por el cumplimiento de los sacramentos"10. Fue así como la Iglesia colombiana desarrolló una estrategia de paralelismo católico11 por medio de la cual creó una serie de estructuras de organización católica semejantes a algunas asociaciones seculares de la sociedad colombiana -por ejemplo frente al sindicalismo oficialista-, insertándose de esta manera en una lucha por la "reconquista" del terreno perdido.
De esta manera, la Iglesia Católica inició alrededor del mundo a través de la A.S.C y de la A.C, un proceso de actuación militante y organizada por el laicado para la constitución de un partido católico12 que facilitara la recuperación del espacio social que le estaba siendo arrebatado en Europa y América Latina por los embates del liberalismo y el influjo de ideas revolucionarias que también comenzaron a permear en Colombia en las primeras décadas del siglo XX, aunque gradualmente y con un impacto moderado, pues debe recordarse que en Colombia la Iglesia Católica permaneció amparada por las alianzas elaboradas antaño con un Estado que se propuso el otorgamiento de una serie de privilegios que habían sido alcanzados a través del concordato de 1887.
Sin embargo, con la conformación de la A.C y la A.S.C13 la Iglesia se mantuvo alerta a los "signos de los tiempos" fomentando actividades económicas, sociales y de formación moral y religiosa que permitieran "el alivio, la instrucción y la protección de las clases obreras"14, despertando, además, entre las clases dirigentes "una conciencia social que ayudara a poner en marcha todo un sistema asistencial para las clases desposeídas"15. En gran número de diócesis se crearon asociaciones de trabajadores que se encargaron de ejecutar obras de mejoramiento económico y de instrucción moral con el fin de atraerse a los trabajadores colombianos; fue el caso del círculo de obreros del padre Campoamor16 en la ciudad de Bogotá, que emprendió obras como el Barrio Villa Javier, exclusivo para obreros.
No obstante, poco después del retorno del liberalismo al poder en Colombia en los años 30, y en especial con la llegada del gobierno de la revolución en marcha, se fueron fortaleciendo algunos mecanismos de organización obrera respaldados por el gobierno, que se venían erigiendo previamente y que comenzaron a significar para la jerarquía eclesiástica una amenaza a su poder e influencia, razón por la cual la A.C. y la A.S.C fueron adquiriendo características propias de organizaciones antiliberales y anticomunistas, mucho más cuando, ya hacia 1926, se había creado en Colombia el Partido Socialista Revolucionario, que fue marcando el nacimiento de una organización política ligada a los sectores obreros17.
Estos cambios experimentados en la sociedad colombiana fueron observados con recelo por un catolicismo intransigente18 que no ahorraría esfuerzos por combatirlo, más aún cuando, con el gobierno de López Pumarejo, los sindicatos se constituyeron en un elemento fundamental de los conflictos políticos19 y en mecanismo esencial para la política de desarrollo nacional, tal como ocurrió con la Confederación de Trabajadores de Colombia (C.T.C), hasta el renacer de la Hegemonía Conservadora en 1946. En definitiva, fueron estas realidades sociales las que le ratificaron a la Institución Eclesiástica la necesidad de afianzar su "política de acción social católica" e implementar mediante una organización estructurada las propuestas reformistas de la doctrina social católica, mediante la conformación de instituciones que procuraran el "adelanto moral y económico" de la clase obrera.
La consolidación del comunismo como nuevo enemigo20 de la Iglesia Católica, condicionó la actitud defensiva que en adelante asumiría ésta institución en los espacios sociales y políticos. En verbigracia, la jerarquía eclesiástica se concentró mayormente en la construcción de estructuras de organización de alianza laico-clerical con las que hizo contrapeso a los postulados sociales adelantados por esas nuevas corrientes políticas. Entre esas organizaciones obreras se encuentra la Unión de Trabajadores de Colombia (U.T.C.) que recibió abiertamente el apoyo de los gobiernos conservadores y que se fue cualificando como organización obrera católica hacia 1949.
Por otro lado, aunque en Colombia el sindicalismo no se hizo sobre la base de la conciencia de clase y su campo de acción estuvo poco articulado, la Iglesia lo enfrentó con bastante ahínco. Los movimientos sindicales de los años 40 y 50 oscilaron entre la revuelta y la simple insatisfacción debido a la falta de una fuerte organización21, pero aun así, la jerarquía eclesiástica colombiana se acogió a los principios de las encíclicas papales y a las conclusiones de las Conferencias Episcopales de Colombia (C.E.C) para dar cumplimiento a una acción sindical confesional dirigida a las clases trabajadoras, que ya habían empezado a aparecer en escena en algunas regiones del país con el incipiente desarrollo industrial arrojado por el auge cafetero. Es decir, si bien en Colombia, como lo sostiene Pecaut, el sindicalismo no fue una fuerza autónoma y con capacidad de decisión, sí generó malestar a la Iglesia, que de cualquier modo lo observó como un riesgo para la armonía social y el orden católico.
Ese temor al influjo del sindicalismo y a algunas agremiaciones orientadas ideológicamente por las ideas del liberalismo y el socialismo, impulsó la ejecución del proyecto sindical de la A.S.C en el país, sin importar si dicho proyecto era necesario o no. Su implantación, en algunas regiones se hizo con afán de "obediencia" respecto de las decisiones que provenían del Vaticano en términos de la "cuestión obrera"; dicha normativa y su recepción constituyen el caso de estudio que aquí pretende proponerse para el caso de Pamplona. Por tanto, se intentará mostrar que el sindicalismo católico llevado a cabo por la coordinación arquidiocesana de A.S.C de Pamplona fue de corto alcance, porque no logró permear ampliamente el sector artesanal de la ciudad, a diferencia del impacto que había alcanzado años atrás, cuando aún no se había constituido como Arquidiócesis.
De esta manera, en este estudio del sindicalismo católico en la ciudad de Pamplona se abordarán los años que transcurrieron entre 1956 a 196122, en medio de las transformaciones del gobierno eclesiástico que por supuesto propiciaron cambios en el desarrollo de la propuesta sindical católica. Es preciso mencionar que, además, se abordan aspectos de la incipiente organización obrera confesional durante años anteriores con el propósito de tomarlo como un referente para explicar los antecedentes en materia sindical que se vivieron en la región, y poder establecer cuidadosamente algunos niveles de comparación entre unos momentos históricos y otros.
Del pensamiento social católico emergieron dos instituciones, a saber, la A.C que se fue construyendo desde 1924 en Bélgica (la cual se dividió en A. C general organizada por sexos, y A.C especializada organizada por clases sociales entendidas por la Iglesia Católica como "ambientes"); y la que aquí interesa, la A.S.C "en torno a la cual se articularon las inquietudes de algunos católicos en Europa por el restablecimiento del orden cristiano. Esta iniciativa pasó a coordinar obras como los círculos de obreros; cajas de ahorro, patronatos…grupos de jóvenes"23, y se convirtió en el mecanismo de acción mediante el cual la Iglesia desarrolló sus propuestas de restauración social alrededor del mundo.
En varios países de América Latina se ejecutó la A.S.C. Por ejemplo, en México, en 1919 se activó la militancia comunista con la creación oficial del partido. Este temprano ingreso de ideas revolucionarias a México propició una respuesta contundente de la Iglesia Católica, que sentía amenazada su presencia en el país. Así, pues, a modo de defensa ésta constituyó como método de lucha obrera, la Acción Social Católica, que volvió a ser recordada por el clero mexicano como una tercera alternativa de lucha para el obrero"24. También en países como Argentina se constituyeron círculos de obreros católicos pocos años después de promulgada la encíclica Rerum Novarum; se propagaron rápidamente por el país, y en 1902 ya existían cerca de 36 círculos bajo la tutela de la Iglesia25 que se dedicaron a la construcción de obras sociales. Por el contrario en Brasil sólo hasta 1932 se institucionalizó la creación de los círculos de obreros católicos a manos de los jesuitas, conformando, entre otros, el "Circulo Obrero Pelotense" del jesuita Italiano Leopoldo Brentano, y allí mismo en 1944 se fundó la Acción Social Arquidiocesana de Rio de Janeiro como un órgano de estudio y ejecución de la A.C26.
La A.S.C apareció en Colombia en 1908 como medio para contrarrestar el avance del socialismo, conservar al pueblo en la fe y en las sanas costumbres, y "atraer a los extraviados y viciosos al buen camino, para de ese modo conservar la paz social y procurar la salvación de las almas"27. Pero fue entre 1913 y 1916 cuando el episcopado propuso una serie de mecanismos para "aliviar" la suerte de los trabajadores constituyendo instituciones de carácter económico que tenían el fin de mejorar la condición económica de las clases trabajadoras. Se crearon sociedades de obreros y sindicatos, cooperativas, bibliotecas, escuelas de artes y oficios, asociaciones de mutuo auxilio y cajas de ahorros28, que se fueron desarrollando en algunas diócesis del país.
En un primer momento, su atención se concentró en la conformación de obras asistenciales, fundamentalmente. También, la A.S.C. planteó la educación de los sectores populares, y de igual manera dio paso a la constitución de un movimiento laico que con el control del clero, se constituyó en una especie de "baluarte" para neutralizar la "decadencia moral"29; con él además se pretendía obtener un manejo disciplinado dentro de las fábricas y regular el proceso de socialización de los grupos de obreros y de obreras30; por ello algunos empresarios apoyaron la fundación de patronatos de obreras, como el que se creó en 1912 en la ciudad de Medellín para "alejar a las jóvenes del vicio y cimentar en ellas la moral cristiana"31.
Pero la A.S.C no funcionó como una corporación aislada de otras iniciativas seglares de la Iglesia Católica. Hacia 1933 el episcopado colombiano abrió las puertas a la creación en la nación de la A.C, como apostolado seglar, que tendría la misión de defender a la Iglesia, propendiendo por "preservar a los cristianos de una sociedad que se descristianizaba, preocupándose especialmente por la situación de la clase obrera a la cual la Iglesia no llegaba"32 y con el fin de "restaurar la vida católica en las familias y en la sociedad"33.
Para finales de 1938 la A.S.C "contaba con cien mil miembros activos"34, aumentaron los sindicatos católicos y las cooperativas, y floreció la Juventud Obrera Católica (JOC). En 1944 se creó la Coordinación de A.S.C que centralizó las iniciativas de acción social que existían en el país de manera aislada, a través del decreto 132 emanado de la Arquidiócesis de Bogotá35. De manera que, por medio de esta coordinación se erigió en el país la U.T.C en 1945 y la Federación Agraria Nacional (FANAL) en 1946, "dirigidas espiritual y políticamente por los propios jesuitas"36, para organizar a los trabajadores de la ciudad y del campo, respectivamente, y con las que se enfrentó el catolicismo a la CTC37.
Desde 1945 la diócesis de Pamplona puso en marcha una incipiente estructura coordinadora de A.S.C con la que inició su acción sindical confesional mediante la creación de círculos obreros como el de los trabajadores de Bochalema, orientado por el clero, y conformado por laicos trabajadores que fueron perfilando la organización sindical confesional diocesana. Pamplona ha sido históricamente foco del catolicismo en la región y baluarte de numerosas propuestas eclesiásticas elaboradas para mantener la influencia del catolicismo entre la población. Sin embargo, las manifestaciones de su sindicalismo fueron incipientes e incomparables con el que se vivió en otras diócesis del país38.
Evidentemente, algunas ciudades del país contaron con mayor presencia de clase trabajadora que otras, en esencia por las condiciones de desarrollo económico de cada una de ellas. Una ciudad con niveles de crecimiento económico considerables, seguramente daba paso a la consolidación de amplias organizaciones obreras que podían ser más fácilmente orientadas por el sindicalismo liberal o comunista, y como mecanismo de defensa, por las propuestas organizativas confesionales de la Iglesia Católica. Por ejemplo, hacia 1920, a medida que se extendían los beneficios económicos resultados de las exportaciones de café en el país y en la región, la industria textil concentrada en Medellín se configuró como punto de partida de la industria colombiana (aunque no era aun un sector económico dominante), y también en agente de los cambios sociales y económicos39, a la vez que iba incrementando la población proletaria urbana. En respuesta a ello se reorganizaron solidas asociaciones confesionales a través de la A.C (congregación de obreros de San José), y se difundieron semanarios religiosos, como ocurrió con el órgano oficial de la A.C. conocido como el "obrero católico" con el que la Iglesia pretendía controlar la conducta de los obreros.
Por el contrario las condiciones económicas de Pamplona fueron inestables y su incursión en los procesos de industrialización fue lenta. Durante gran parte de siglo XX, fundamentalmente después de la década del 30, la situación comercial de la ciudad era compleja debido a que las ventas eran mínimas a causa de la pérdida de poder adquisitivo de la población. Entre otras, la producción dentro Pamplona era ínfima, no se manifestaba la existencia de una industria importante dentro de ella; todos los productos provenían de ciudades como Cúcuta, Bucaramanga, Medellín, Cartagena, Barranquilla y Bogotá, pues "el comercio de Pamplona no es exportador para el exterior del país"40. Igualmente, la agricultura manifestaba serios problemas, pues el agricultor carecía de dineros para atender sus cultivos41. De manera pues, la labor artesanal se configuró como su actividad económica más importante, así por ejemplo, durante varios años las actividades con mayor número de establecimientos eran, la carpintería, seguido de los tejares, alpargaterías, panaderías, molinos, peluquerías, sastrerías, zapaterías, entre otras42.
En medio de estas particularidades económicas y respondiendo a las necesidades del contexto social, la diócesis de Pamplona fundó sindicatos de artesanos y campesinos que se propusieron convertirse en asociaciones paralelas a la existencia de sindicatos liberales que, sin embargo, no eran numerosos en la región, a diferencia de la proliferación sindical que se dio en otros departamentos por el incipiente auge industrial experimentado desde los comienzos del siglo XX, que propició la conformación de masas obreras, en medio de la influencia que ya se percibía en el país de las ideas socialistas43. Aun así, Pamplona durante la década de 1930, había incursionado en obras aisladas de acción social como cooperativas de consumo, cajas de mutuo auxilio y algunos círculos de trabajadores católicos que estuvieron orientados por la A. C. Aunque fue después de la fundación de la coordinación de A.S.C en 1944 en la diócesis de Pamplona, cuando la acción sindical confesional empezó a hacerse más evidente en algunas parroquias.
Bajo los parámetros de esta nueva estructura organizativa la Iglesia contempló la posibilidad de elaborar un plan sindical que pudiera agrupar a las masas trabajadoras que hasta entonces no habían estado bajo la tutela de la coordinación. Fue así como, el 30 de abril de 1945 fue nombrado el presbítero Manuel Sorzano "como representante legal de la "A.S.C de Pamplona… en su carácter de coordinador diocesano"44, iniciando de ésta manera, con un respaldo legal, el proyecto de A.S.C que aquí será abordado.
Bajo aquel esquema coordinador de la A.S.C propuesto por la Conferencia Episcopal de Colombia, se presentó en 1945 ante la diócesis, el proyecto de formación de organizaciones sindicales seglares dirigidas por el clero, que hacia parte de los objetivos de la A.S.C. Esta situación condujo a que la Iglesia pamplonesa por mediación de la naciente coordinación diocesana propusiera para la parroquia de Bochalema la creación del "Circulo de Obreros y Trabajadores" dejando claro que la motivación principal para su fundación se basaba en una confrontación directa:
"…al gran peligro del comunismo y de la propaganda que hacen sus afiliados… quienes…engañan al obrero, al campesino o empleado. Con promesas falsas, los incitan a asociarse con el nombre de sindicatos, los azuzan a que cometan la maldad y el crimen. Los comunistas dicen que ellos son los únicos que se preocupan por la clase pobre, y no es así, la Iglesia, sin bochinche, calladamente, es la que se interesa por los pobres45 .
Para algunos autores como Daniel Pecaut46, el partido comunista de la década de los 40, al que tanto temían algunos sectores de la sociedad colombiana, no era más que una tendencia al interior del partido liberal e indirectamente un mecanismo de estabilización de este régimen, que ya daba sus últimos pasos. De modo que, fue principalmente a causa de un temor internacional por la experiencia vivida en otras naciones del mundo, por lo que la Iglesia colombiana fue robusteciendo su posición intransigente ante el comunismo. Aunque realmente éste no tuvo las particularidades de una fuerza independiente que pudiera terminar con una inminente toma del poder; razón por la que permanecieron por un buen tiempo aliados de la C.T.C., lo que inevitablemente los vinculó con el liberalismo, enemigo histórico del catolicismo. No obstante, no puede sostenerse con esto que el accionar político de los comunistas no hubiera ido tomando fuerza en algunas regiones del país que si fueron receptivas a su programa político.
De cualquier manera, el "círculo de obreros y trabajadores de Bochalema" fue una de las organizaciones sindicales más importantes47con que contó la recién iniciada coordinación diocesana, y por tanto, un antecedente valioso de organización seglar sindical al momento de la creación de la arquidiócesis de Pamplona. No sólo se conformó para facilitar la propuesta de "recristiainización", y con ella el fortalecimiento de la moral y fe cristianas, sino de igual manera para generar cambios en el orden material y mejorar la suerte económica de los obreros48, mediante la creación de cooperativas para vender herramientas baratas y la fundación de cajas de mutuo auxilio. Así, inicialmente la diócesis de Pamplona se acogió a la disposición leonina de "establecer como ley general y perpetua que las asociaciones de obreros se han de constituir y gobernar de tal modo que proporcionen los medios más idóneos y convenientes para el fin que se proponen, consistente en que cada miembro de la sociedad consiga, en la medida de lo posible, un aumento de los bienes del cuerpo, del alma y de la familia"49.
Pero la parroquia de Bochalema no fue la única que contó con sindicatos confesionales. En otras parroquias de la diócesis de Pamplona, como Sardinata, Carcasí, San Miguel, Molagavita, San Andrés y Floridablanca50, la coordinación diocesana efectuó a través de los asesores morales (sacerdotes) la fundación de sindicatos de agricultores. Para el año de 1946 en Carcasí, población nortesantanderana, se conformó un círculo de agricultores de 40 miembros51 que implementó obras de mutuo auxilio. Igualmente fue conocida la creación de círculos de agricultores en parroquias como Mutiscua, Chinacota, Villa Rosario, San Luis de Cúcuta, Nazareth, Gramalote, Matanza y Charta, todos afiliados a la FANAL52, y dedicados a la ejecución de obras de mejoramiento económico como las centrales de abastecimiento para los campesinos, que también se realizaron en parroquias como Salazar, Chinacota, Málaga, California, Lebrija y Bochalema53.
Pero si bien entre los años que transcurrieron de 1945 a 1947 predominó la agrupación católica de los trabajadores del campo, también se dieron pequeños pasos en la organización de los trabajadores católicos de algunas ciudades anexas a la diócesis de Pamplona, como ocurrió en Cúcuta y Bucaramanga. El más grande aliciente para ello fue el fortalecimiento del liberalismo en Santander, pues según la información de sindicalistas liberales bumangueses, a partir de 1944 el movimiento sindical en Santander se expandió a varias empresas y fabricas existentes, incluso alcanzó a la población campesina. Se sindicalizaron obreros y empleados de todas las profesiones por lo que "…éste movimiento indica elocuentemente, que desapareció en nuestro departamento el temor que se tenía al sindicalismo, tal vez porque poco a poco va perdiendo el carácter político y de usufructo que le dieron ciertos líderes comunizantes"54. Entre algunos sindicatos liberales que se crearon en los últimos meses de 1944 se encontró sindicatos como el de obreras y obreros en la fábrica de tabaco "La antioqueña" en Piedecuesta55 y el sindicato de trabajadores electromecánicos en la capital santandereana56; por otro lado, se consolidó el comité seccional de acción sindical liberal57.
Como respuesta al avance del sindicalismo liberal, la A.S.C creó en la ciudad el "centro unión obrera de Bucaramanga"58 en octubre de 1946; la sociedad de mutuo auxilio León XIII de la parroquia de la Sagrada Familia59; se organizaron cursos de dirigentes obreros católicos60; se constituyó un centro jocista61 y un circulo de empleadas del servicio domestico de Bucaramanga62. Igualmente en la ciudad de Cúcuta, se reorganizó la Confederación Obrera de Cúcuta para el año de 194663, proliferando la aparición de organizaciones de A.C para la clase trabajadora como la Unión de trabajadores del Norte de Santander (UTRANORTE). Organizaciones como estas se adhirieron a la U.T.C. cuando pasó a ser reconocida legalmente como la única confederación obrera avalada por el Estado al momento del retorno de la Hegemonía Conservadora. Esta a su vez se encargó de fraguar el desprestigio de la C.T.C64 ofreciendo su apoyo irrestricto a la confederación católica que en su momento se declaraba como una organización apolítica y clerical. Esa legitimación de la U.T.C se observó también en Pamplona con el apoyo que el conservatismo manifestó a las obras sociales de los sindicatos católicos, como ocurrió con el aval que recibieron las escuelas nocturnas para obreros65.
Con la transformación del gobierno eclesiástico66 mediante la cual Pamplona dejó de ser diócesis para convertirse en sede metropolitana de la arquidiócesis en el año de 1956, la Coordinación de A.S.C modificó también su radio de acción, hecho que no significó necesariamente la ampliación del trabajo a las parroquias que se le anexaron, sino más bien ocurrió lo contrario. Extrañamente la labor desplegada en materia sindical se redujo esta vez, casi exclusivamente, a la ciudad de Pamplona y tuvo muy cortos alcances con respecto a algunas parroquias. A comparación del trabajo llevado a cabo entre 1945 y 1947 -que se ha querido mostrar brevemente-, la coordinación de A.S.C en el marco del gobierno Arquidiocesano, no tuvo grandes impactos en cuanto a su expansión territorial. Es este, pues, el aspecto que aquí puntualmente interesa.
Por otro lado, aunque la propuesta sindical de la ahora arquidiócesis de Pamplona67 se desligó de la ciudad de Cúcuta (que antaño era parte de la diócesis de Pamplona), mantuvo por varios años un vinculo organizacional a través de la Selección de Trabajadores Católicos (SETRAC) seccional Cúcuta, por cuanto esta como asociación de A.C. prestaba la asesoría doctrinal y moral a los trabajadores del departamento, cumpliendo con su objetivo de constituir células en el campo obrero a través de las cuales pudiera insertar a las "masas obreras" en los círculos de la A.S.C y de la A.C68
Entre 1955 y 1956 se habían afiliado a la SETRAC seccional Cúcuta algunos sindicatos católicos de la ciudad de Pamplona, conformados antes del cambio de gobierno eclesiástico propiciado por la Bula Dum Rerum de Pio XII. Dicha federación adhirió al sindicato de albañiles y al de pequeñas industrias de Pamplona, que por su ínfimo número de socios vio retrasado su reconocimiento legal69. Realmente era compleja la afiliación a este tipo de asociaciones católicas, en las que se presentaba una rigurosa escogencia de los aspirantes, en tanto "los estatutos de la organización señalaban como ideal de la misma "selección, no masa"70. Quizás fue por ello que esta federación fue desarticulando su trabajo obrero de la ciudad de Pamplona concentrándose mayormente en la ciudad de Cúcuta. Además, era casi inevitable que, con el pasar del tiempo, la coordinación arquidiocesana iniciará sus labores de organización sindical de manera autónoma y con unas estructuras organizativas propias, pues Cúcuta ya había dejado de hacer parte del nuevo gobierno eclesiástico pamplonés hacia 1957, para convertirse en una nueva diócesis nortesantandereana.
A partir de 1957 se construyó una estrategia propia, aunque pasiva, para el funcionamiento de la coordinación arquidiocesana de Pamplona. En materia sindical el nuevo coordinador había trazado algunos mecanismos por medio de los cuales debería llegar de nuevo a los miembros de los sindicatos católicos que habían existido en los tiempos de la diócesis. Pero con la nueva forma de organización obrera arquidiocesana, las cosas marcharon de manera particular, porque los avances y alcances obtenidos con respecto al trabajo elaborado por la coordinación durante la diócesis no fueron significativos, es decir, no hubo cambios profundos en cuanto al logro de un mayor impacto sindical, máxime cuando se hablaba de una sede arquidiocesana.
Al parecer el cambio de gobierno eclesiástico que sufrió Pamplona al convertirse en arquidiócesis, desarticuló de cierto modo el proyecto sindical que se había elaborado en la diócesis. Sólo hasta 1957 el nuevo coordinador Oscar Maldonado inició un recorrido por los sindicatos que habían existido antes, exclusivamente en la ciudad de Pamplona, y se enfrentó a una compleja tarea de reconstrucción del sindicalismo en la sede arzobispal, porque para la fecha encontró únicamente seis sindicatos con los que tendría que rehacer el movimiento sindical confesional. Estos eran el sindicato de albañiles, el sindicato de agricultores, el sindicato de la pequeña industria, el sindicato de carpinteros, el sindicato de la zona de carreteras, y prácticamente debilitado, el sindicato de empleados de la Cía. molinera de Herrán71. Mientras tanto, el episcopado colombiano exhortaba al clero y a los fieles a impulsar las organizaciones obreras bajo los principios sociales católicos72, con el objetivo de condenar la C.T.C73 y a las demás organizaciones dirigidas por liberales y comunistas.
Por otro lado, el impacto que había alcanzado la diócesis de Pamplona con respecto a la organización sindical en los centros agrícolas (como Bochalema), se esfumó cuando se dio su paso a arquidiócesis, y la razón no fue la desvinculación de las parroquias dedicadas a la actividad agrícola74, sino el interés de la coordinación que se concentró en la ciudad, precisamente por la importancia que ésta adquirió al ser designada sede arzobispal. Incluso, en este intento de recuperación sindical, las parroquias anexas a la arquidiócesis, en las que existió sindicato campesino, fueron pocas veces visitadas a causa de la falta de tiempo y de la inexistencia de dirigentes que dieran razón de estas asociaciones75, según los mismos informes oficiales de la coordinación en 1957.
De otra parte, el mencionado sindicato católico de la compañía molinera de Herrán no pudo ser restablecido por la resistencia de las nuevas directivas de la compañía a las diferentes formas de asociación obrera, actitud que superó el impacto que debía tener la Iglesia en los trabajadores y que originó en los obreros "…renuencia a afiliarse de nuevo, se prefirió dejarlo para más tarde cuando el movimiento esté lo suficientemente fuerte como para que ellos mismos se convenzan y resuelvan reorganizar su sindicato"76. La reconstrucción de las organizaciones sindicales confesionales tuvo que efectuarse, por estos motivos, únicamente con los sindicatos que habían hecho presencia en la ciudad y que manifestaron algún interés por acogerse de nuevo al movimiento obrero católico de Pamplona. Es decir, sumado a la reducción del radio de acción sindical que se dio paradójicamente con el paso de Pamplona de diócesis a arquidiócesis, se agregó la falta de interés obrero por el movimiento confesional.
No obstantes, se pudo contar con algunas asociaciones sindicales con las que se puso en marcha el proceso de reorganización obrera, entre estas el sindicato de pequeña industria (talleres de mecánica, carpinteros, fábricas de bebidas), el de carreteras, el de electricistas y el de albañiles, este último que hasta hacía unos meses se encontraba vinculado con la Setrac de Cúcuta. Para 1957, se habían sumado a estos los sindicatos de inquilinos del mercado cubierto y el sindicato del Hotel del turismo. Si se observa la composición social de estos sindicatos católicos se evidencia la preeminencia de los trabajadores artesanales y pequeños obreros fabriles, a diferencia de la composición social de los centros obreros de la A.S.C. de ciudades como Medellín, en donde se destacaba un predominio de las ocupaciones de la pequeña burguesía sobre los obreros de las empresas fabriles, artesanos y campesinos77. Estas peculiaridades al interior de la organización de los trabajadores católicos de la arquidiócesis de Pamplona, son de alguna manera el reflejo de la precariedad de procesos industriales; situación que se manifestó con frecuencia en pequeñas ciudades de provincia78, como era el caso de Pamplona.
Podemos considerar bajo tres características que el trabajo ejecutado en materia sindical por la coordinación de A.S.C de Pamplona fue de corto alcance. Primero, por la discordancia que se manifestó entre el número de socios afiliados y socios activos dentro de los sindicatos católicos en algunos años del periodo abordado. Segundo, por los permanentes cambios de coordinador que afectaron la continuidad de los proyectos e hicieron que el movimiento sindical no creciera considerablemente; de manera que no se crearon nuevos sindicatos confesionales, pues se mantuvieron los mismos y algunos desertaron. Finalmente, porque, debido al reducido número de posibles asociados, la coordinación debió crear sindicatos incluso en alianza con el liberalismo.
Para el caso de la primera característica o fundamento, entre 1957 y 1959 la coordinación de A.S.C. ejecutó la propuesta de sindicalismo confesional con algunos de los sindicatos mencionados anteriormente en medio de la falta de compromiso de los trabajadores frente a la participación sindical, fundamentalmente por el desequilibrio que se manifestó entre la cantidad de socios afiliados y socios activos. Por ejemplo, el Sindicato de la Zona de Carreteras nacionales fue al parecer el más influyente de todos los sindicatos, porque, entre otras, consiguió ocupar los municipios de Sardinata y Berlín en el norte de Santander. Sin embargo, en relación con sus asociados, aunque su número de afiliados ascendió a 400, solamente 200 de sus socios estuvieron plenamente activos79, es decir, sólo el 50% de los trabajadores estaba vinculado y comprometido permanentemente con la asociación. Igual situación se vivió con el Sindicato Confesional de Albañiles que había hecho parte de la SETRAC Cúcuta y por tanto de la U.T.C., pero que a pesar de su recorrido histórico no adquirió un impacto rescatable entre sus socios, pues durante tres años, de sus 312 afiliados se contaron como activos únicamente 14380, que se traduce en un 46% de los miembros del sindicato; y eran considerados activos, tomando en cuenta la asistencia a las reuniones y asambleas y al pago oportuno de las cuotas estipuladas. Aun así, es indispensable mencionar que varios de sus socios tuvieron potencial de dirigencia, básicamente por la vinculación que sostuvieron años atrás con la federación católica de Cúcuta.
La misma situación se dio en el Sindicato de Pequeñas Industrias. A su interior se encontraban trabajadores de los sectores de carpintería, panadería, talleres de mecánica y fabricas de bebidas como gaseosas Apolo y Favorita, que funcionaban dentro de la ciudad de Pamplona. Hasta 1959 el sindicato alcanzó 114 socios inscritos, de los cuales solamente 3581 permanecieron activos, es decir casi el 31% de los trabajadores de pequeñas industrias con que contaba hasta la fecha. Como consecuencia la capacidad financiera del sindicato era más bien precaria "…porque el número de los activos es muy pequeño y los dirigentes, de muy buena voluntad por otra parte, carecen de dotes de organizadores"82. En realidad la debilidad que se manifestó habría que articularla con la falta de compromiso de la coordinación arquidiocesana. Según los datos del informe oficial elaborado por ésta, el sindicato de pequeñas industrias era el que menos recibía la atención y dedicación de los asesores morales, en las propias palabras del padre Maldonado, que sin temores consideraba necesario "dedicarle a este sindicato más atención y cuidado"83.
Entre 1957 y 1961 la Coordinación arquidiocesana estuvo manejada por tres sacerdotes diferentes. Aunque los periodos de coordinación de A.S.C en Pamplona eran de tres años en promedio, los últimos dos periodos fueron realmente cortos, situación que afectó la continuidad del proyecto sindical confesional, porque el empalme entre un sacerdote y otro dejó una sensación de vacío y abandono en un movimiento obrero, que, incluso, al igual que en todo país, se había mantenido "bajo el estrecho control del clero"84, pues no significó experiencia de movimientos laicos, aunque la presencia de estos se hizo indispensable. Realmente fueron organizaciones que dejaron la sensación de ser extremadamente clericales, pues para algunos autores los seglares desempeñaron el papel de figurantes85.
Podría decirse que durante la asesoría del padre Oscar Maldonado se sentaron las bases de la organización sindical, pues en los tres años que permaneció al servicio de la Iglesia, consiguió el reconocimiento legal esencialmente de cuatro sindicatos, el de Carreteras, el de albañiles, el de pequeñas industrias y el de electricistas, y la constitución de otros menos influyentes o quizá con menor impacto en la clase trabajadora, como el de inquilinos del mercado cubierto y el del hotel del turismo, que desertaron hacia 1960. En su periodo de coordinación se enfrentó con obstáculos dentro de las masas obreras, substancialmente a causa de las dificultades políticas en la escogencia de los miembros del movimiento confesional, es decir, como reflejo de un escaso seguimiento continuo, los sindicatos tendieron a la politización que tanto, se suponía, cuestionaba la U.T.C.
El sindicato de los trabajadores de carreteras nacionales de Pamplona abrió sin tapujos las puertas al conservatismo de la ciudad, perdiendo espacios que habían sido ganados con los trabajadores; lanzando al despido laboral a muchos de sus socios, en tanto los jefes "…manifestaron claramente, en una y otra forma, su aversión no tanto al sindicato como a la composición política de este" 86. Si bien es importante recordar que la Iglesia mantuvo un nivel elevado de cercanía con el conservatismo colombiano, no se debe omitir tampoco que desde sus inicios la U.T.C había planteado ser una organización guiada sólo por los principios de la doctrina social de la iglesia y "…no comprometerse con ningún partido político"87, pretensión que se salió de control en Pamplona, y seguramente en muchos lugares del país, por la irresponsabilidad -en cuanto a los propios principios establecidos- de los asesores morales que paradójicamente, en correspondencia con la actitud intransigente de la jerarquía eclesiástica, politizaron el movimiento sindical e hicieron más compleja su aceptación dentro de algunos sectores. Igual situación se presentó en el sindicato del hotel del turismo y en el sindicato de inquilinos del mercado cubierto, en los que la escogencia del personal con criterio netamente político88 le restó respaldo obrero y en varias ocasiones patronal, hasta llevarlos a su extinción.
A causa de este tipo de dificultades por las que terminó comprometido el coordinador y por el cuestionado manejo que le dio a la cafetería popular89 -una de las obras de asistencia social más destacadas de la coordinación- el padre se pronunció ante una persecución sistemática en su contra90. Por ello apareció en su reemplazo una nueva figura coordinadora de A.S.C: el padre Julio Ernesto Duarte. En su transitorio periodo de coordinación el trabajo sindical fue más bien mínimo, se mantuvieron activos los sindicatos fundados en la coordinación anterior, sin que se perciba la creación de alguna asociación obrera confesional nueva; aunque se dieron ciertos intentos de creación de asociaciones sindicales en la compañía Molinera de Herrán y en el gremio de los panaderos, que no arrojaron los mejores resultados.
La labor sindical del padre Duarte como coordinador no fue más que un capitulo de continuación de las tareas ejecutadas por el padre Oscar Maldonado, al menos en sus inicios, y no ofreció aportes significativos en el ámbito de la organización obrera católica. Debido a la falta de documentación amplia sobre su trabajo sindical, por el poco tiempo que permaneció en la coordinación, sólo puede aseverarse que el proyecto sindical se mantuvo tal cual los años pasados. Con el retiro del padre Maldonado, el nuevo coordinador tenía la tarea de reagrupar a los sindicatos que, inconformes con la decisión del arzobispo Botero de enviar al padre Maldonado a la parroquia de Salazar de las Palmas, se pronunciaron en contra del cambio de coordinación, y con apatía recibieron al nuevo asesor moral.
Por esta razón, el sindicato de carreteras nacionales de Pamplona, el sindicato de albañiles, el sindicato de pequeñas industrias y el sindicato de electricistas exhortaron al nuevo arzobispo Aníbal Muñoz Duque a que revocara cualquier nombramiento que hubiera conllevado a la destitución del Padre de sus cargos91. Aun en medio de esas singularidades, al padre Duarte no le quedó más remedio que intentar mantener estables a los sindicatos existentes, procurando al tiempo la fundación de nuevas asociaciones obreras que lamentablemente no respondieron satisfactoriamente al llamado de la Iglesia pamplonesa. Bien hubiera sido por la ausencia del padre Maldonado, por el reducido impacto del movimiento sindical confesional en la ciudad o por el descuido frente a la organización de los trabajadores, la sindicalización de estos bajo la orientación de los principios de la doctrina social católica se hizo compleja, y los obreros fueron abandonando el movimiento paulatinamente.
Hacia 1960 el padre Duarte volvió a tocar las puertas de la compañía molinera del municipio de Herrán, en Norte de Santander, y les propuso la formación de su propia estructura sindical; pero nunca obtuvo una respuesta satisfactoria, en tanto que "… el principal obstáculo es que el Sr. Gerente no quiere que sus obreros pertenezcan a ningún sindicato"92. Igualmente, intentó conseguir la fundación del sindicato de panaderos93 dentro de la ciudad, pero no se produjo el impacto esperado.
El manejo de la coordinación de la A.S.C en Pamplona por el padre Duarte se dio sólo aproximadamente hasta el mes de Agosto de 1960, cuando ya enfermo abandonó su cargo y cedió su lugar al Presbítero Leopoldo Gamboa Luna, quien desde ese momento asumió el papel de coordinador de Acción Social Católica94. El presbítero Gamboa comenzó el año de 1961 reorganizando los sindicatos debido a la deserción obrera que se fue presenciando después del retiro del padre Maldonado. Como respuesta elaboró un plan de reactivación para el año de 1961, similar al elaborado en 1959. Así, desde comienzos de 1961 "…empezó sus actividades sindicales por buscar a los directivos de todos los sindicatos y hacer contacto con el personal de obreros en dispersión. Se les informó que nuevamente iban a reorganizar los cuatro sindicatos, que habría un asesor permanente para orientarlos"95; según este informe, de los 4 sindicatos (de carreteras, albañiles, pequeñas industrias y electricistas) que habían existido en la ciudad arzobispal desde 1957, sólo quedaban 3 para 1961, porque el de electricistas abandonó el movimiento obrero católico pamplonés.
Evidentemente, el cambio entre un coordinador y otro en intervalos de tiempo muy cortos produjo la desestabilización de la organización sindical. Desde 1957, cuando tenía a su cargo la coordinación el padre Maldonado no se creaban sindicatos católicos nuevos. Los asesores morales que vinieron en su reemplazo no generaron una sensibilización acorde con los deseos de la Iglesia, y a causa de esa inercia dentro de los sindicatos confesionales, el nuevo coordinador implementó una nueva propuesta hacia 1961, que sin embargo, no tuvo gran acogida. Esta consistió en crear sindicatos mixtos, porque con los trabajadores que se contaba no se podía formar un sindicato numeroso. De manera que, el padre Duarte entabló diálogos con los patronos de las empresas existentes y propuso la creación de dichos sindicatos, en los que tuvieran lugar tanto obreros como patronos. Si bien el coordinador lanzó invitaciones en esta dirección entre unos y otros:
"…la respuesta a todas estas citas…fue muy lenta. Y por varias razones: son muchos los prejuicios que aún existen contra los sindicatos entre patronos y obreros; estos dicen, que se les ha prometido mucho y no se les ha cumplido, se les ha pedido cuotas y no se les ha prestado servicios; aquéllos ven en el sindicato un arma del comunismo y prefieren al obrero no sindicalizado para pagarles salarios inferiores al mínimo legal"96.
En estas condiciones finalizó una coordinación con pocos resultados y aportes significativos, pues sus esfuerzos se concentraron en reactivar la organización sindical católica que tanto sacrificio le había costado a la Iglesia para levantar la organización de las clases trabajadoras de Pamplona. De cualquier manera, su intervención sirvió de punto de equilibrio para mantener vigentes los históricos sindicatos confesionales de la ciudad, y por supuesto, para no permitir su desgaste.
Una evidencia más de la desarticulación del proyecto sindical se encuentra en las acciones sindicales. Según las fuentes eclesiales observadas, sólo durante el periodo de coordinación del padre Oscar Maldonado se hicieron la mayoría de las actividades sindicales, entre ellas mesas redondas para obreros, cursos de sindicalismo, conferencias, escuelas nocturnas y bibliotecas para obreros. En Pamplona sólo se efectuaron retiros espirituales hacia 1956 cuando el movimiento sindical se encontraba afiliado a la SETRAC seccional Cúcuta97. Estos retiros espirituales que fueron utilizados para formar al obrero en los ideales sociales católicos no se realizaron con frecuencia en años posteriores. Así mismo, en el primer periodo de coordinación de A.S.C en manos del padre Maldonado sólo se conoció una escuela nocturna que comenzó a funcionar en la ciudad desde los primeros meses del año de 1959, dedicada a las clases de derecho laboral, de doctrina social católica, de lectura, escritura y de higiene; aunque su número de asistentes no sobrepasó los 25 alumnos a causa de las características de los lugares utilizados para la actividad, que eran bastante reducidos98.
De otra parte, debido al poco impacto causado por éste sindicalismo debieron efectuarse alianzas de las estructuras sindicales confesionales de la arquidiócesis con los sindicatos laicos de corte liberal. Ese caso de "asociación especial" ocurrió durante el periodo de coordinación de Oscar Maldonado, y se manifestó en el Sindicato de Electricistas, que por el reducido número de afiliados que llegaba sólo a 18, tomó la decisión de adherirse a un sindicato filial de la C.T.C.99 Ese sindicato reunió a algunos de los obreros de la Compañía de Energía Eléctrica, pero no tuvo vida propia como asociación confesional debido a que la cantidad de miembros suscritos no llenaba los requisitos legales que facilitara otorgarle su personería jurídica. Por esto, la coordinación de A.S,C, decidió establecer en Pamplona una sub-directiva de un sindicato de electricistas afiliado a la Federación de Trabajadores de Norte de Santander (FENOSTRA) y a la C.T.C, para crear un integración estratégica de los dos sindicatos, el liberal y el confesional, y lograr posicionar las forma de organización sindical católica construida por la coordinación de A.S.C. Para mantener la orientación católica, la coordinación sostuvo que "…especial atención se les ha prestado a los dirigentes y a los socios en general"100, facilitando la asesoría moral necesaria a través de la cual el sindicato logró integrarse en el movimiento obrero católico de Pamplona.
Este fenómeno de asociación permite percibir un nivel de resquebrajamiento de algunas confederaciones de trabajadores católicos, que incluso ya se empezaba a manifestar a escala nacional. Desde 1946, prácticamente, la U.T.C tenía el monopolio sindical, no obstante, hacia 1958 ese monopolio empezó a declinar cuando reconocidos sindicatos como el de los trabajadores petroleros de Cali, abandonaron la confederación, y el sindicato de Coltejer en Antioquia se afilió al bloque independiente101. Si esto ocurría al interior de grandes organizaciones obreras confesionales, no se podía esperar menos de una endeble estructura sindical como la que se observa aquí. Pero ¿qué pudo haber producido la pérdida de control de la U.T.C sobre los diferentes sindicatos? Al parecer, los sindicatos afiliados a esta central católica fueron manifestando cierto rechazo, aunque paulatinamente, al evidente grado de dependencia que mantenían con la Iglesia Católica y el Partido Conservador102, además de que muchos de sus afiliados se manifestaron en contra de la posición favorable que tomó la U.T.C respecto del alza del precio del transporte y la oposición a las huelgas desde 1959.
Finalmente, aunque la Iglesia Católica colombiana presenció la llamada "amenaza comunista y liberal" en algunas regiones del territorio, y emprendió acciones en este sentido, nunca se vio seriamente afectada por las medidas radicales "…por lo que su contraofensiva no corresponde a una reconquista"103. En este orden de ideas, las acciones sindicales confesionales fueron más notorias en algunas diócesis y arquidiócesis que en otras, podría decirse que en esencia por la intransigencia propia de esas diócesis (por ejemplo en la diócesis de Santa Rosa de Osos con monseñor Builes104 durante los años de La Violencia) y por una estricta obediencia a los programas trazados por la C.E.C en materia de organización laical; más no porque ciertamente el territorio tuviera las condiciones objetivas y subjetivas para insertarse en un proyecto de organización obrera católica. Ciertamente, en la geografía colombiana se elaboraron propuestas que tuvieron un elevado nivel de impacto en la sociedad, pero Pamplona no fue definitivamente parte de ese tipo de proyectos durante el periodo abordado.
El proyecto sindical Católico de la coordinación de A.S.C de la arquidiócesis de Nueva Pamplona careció de un impacto significativo en la clase trabajadora, debido a la falta de compromiso clerical y a una ínfima receptividad de los laicos trabajadores. Fue una organización sindical pasiva, limitada y dependiente de las estructuras clericales. Al parecer, el proyecto correspondió más a una necesidad de obedecer las instrucciones emanadas del Vaticano para llevar a cabo las tareas propias de la "cuestión obrera", que a una inminente necesidad de asociación a causa de la amenaza de diversas fuerzas políticas en la región.
De manera que este proyecto particular no es considerado como una batalla anticomunista o antiliberal, sino más como una propuesta preventiva que la arquidiócesis planteó para evitar la infiltración de ideologías políticas adversas a la doctrina social católica. En esa medida, la iniciativa sindicalista confesional de la Iglesia pamplonesa se propuso realizar su trabajo sobre el sector de los trabajadores artesanos y pequeños obreros fabriles, básicamente porque la ciudad no tuvo un impacto económico significativo que diera como resultado la consolidación de masas trabajadoras ligadas al sector industrial en las que pudiera insertarse la Iglesia. Esa condición no la convirtió, tal como ocurrió en otras ciudades, en un foco de agitación política.
El corto alcance de este movimiento deja algunas inquietudes y sin sabores, toda vez que se conoce que el trabajo sindical confesional de Pamplona durante el periodo diocesano fue un poco más extenso y significativo. Haciendo una brevísima comparación, la diócesis de Nueva Pamplona se esforzó por hacer más extensivo el proyecto de asociación obrera a las parroquias anexas, mientras que como arquidiócesis las acciones sindicales se centralizaron en la ciudad de Pamplona -lo que no fue garantía de éxito-casi exclusivamente, arrojando como resultado la precaria afiliación con que contó por varios años. Este hecho se relaciona aquí, por una parte, con la falta de compromiso de la coordinación de A.S.C y por la escasa proyección del movimiento obrero confesional que no buscó impactar las parroquias; hecho por el cual se considera que, aunque había un afán por el cumplimiento de las directrices eclesiales, la arquidiócesis no respondió al proyecto sindical como requirió la jerarquía eclesiástica y la Iglesia en general, pues era de esperarse que al menos por su histórico impacto religioso en la región, su trabajo sindical católico hubiera sido más influyente.
Entre otras cosas, los cambios permanentes al interior de las coordinaciones, esencialmente por la rotación de asesores morales, desestabilizó y desarticuló las propuestas de asociación obrera, lo que terminó por fortalecer la idea que ya planteaba Ana María Bidegain, del alto grado de dependencia que mantenían los laicos con respecto al clero en los proyectos sociales. Esa falta de continuidad afectó seriamente el movimiento obrero confesional de la ciudad, por lo que incluso entre un periodo coordinador y otro, no se crearon nuevas asociaciones o sindicatos y se mantuvieron a lo largo de seis años las mismas estructuras organizativas; sin olvidar que incluso varias desertaron por no creer en el proyecto, por no haber sentido la necesidad de asociación o porque simplemente no se contaba con el número de afiliados requerido para su permanencia.
Quizás si esta propuesta hubiera sido llevada por la Iglesia pamplonesa con más empeño hacia las parroquias anexas a la arquidiócesis, hubiera arrojado resultados trascendentales en el trabajo de "recristianización", e impactado, de igual manera, a la población rural. El más grande problema con que contaron las coordinaciones de A.S.C en materia sindical, fue haber reducido el proyecto sólo a la sede arzobispal, y no haber permitido que como en tiempos pasados, se hubiera extendido a los pueblos para convertirse incluso en una propuesta de sindicalización campesina que fortaleciera la propuesta de la FANAL, como ocurrió hacia 1947 en varias poblaciones aledañas a Pamplona, en las que en correspondencia con las pastorales colectivas de la C.E.C y las disposiciones de la Coordinación de A.S.C colombiana, proliferaron los círculos de trabajadores y de campesinos.
Queda, pues, abierto un camino de indagación por las venideras formas de organización de los trabajadores que emprendió Pamplona luego del deterioro del proyecto de Acción Social Católica, no sólo en la región, sino en la nación, debido a la llegada del concilio Vaticano II y los nuevos mecanismos de asociación laical que se produjeron a su interior. Sería de gran importancia, descubrir cómo Pamplona se insertó en esas nuevas estrategias organizativas, que tienen incluso que ver, con la llegada de la Teología de la Liberación y las comunidades Eclesiales de Base.
1 ARIAS, Ricardo, El Episcopado colombiano. Intransigencia y Laicidad (1850-2000), Bogotá, Ediciones Uniandes, 2003, p. 107.
2 Ibíd., p. 60.
3 AUBERT, Roger, Nueva Historia de la Iglesia, Tomo V, Madrid, Ediciones cristiandad, 1977, p. 201.
4 CIFUENTES, María Teresa y FLORIAN, Alicia. "El catolicismo social: entre el integralismo y la teología de la liberación" en BIDEGAIN DE URAN, Ana María (directora), Historia del Cristianismo en Colombia. Corrientes y diversidad, Bogotá, Taurus, 2004, p. 321.
5 Pio XI habla de la militancia católica conformada por "los soldados auxiliares de Cristo" extraídos desde las mismas clases obreras procurando "…que conozcan bien sus ideas y sus apetencias, los cuales puedan adentrarse en sus corazones mediante cierta suave caridad fraternal. O sea que los primeros e inmediatos apóstoles de los obreros han de ser obreros, y los apóstoles del mundo industrial y comercial deben ser de sus propios gremios". Pio XI. Quadragesimo anno. 15 de mayo de 1931, en RODRIGUEZ, Federico y NUÑEZ, Carlos, Doctrina Pontifica III, p. 766.
6 El corporativismo como forma de organización, contempla la supresión de las diferencias de clases mediante la agrupación de trabajadores y patronos por "profesiones", y puntualmente, el corporativismo presentado por los cristianos sociales y la institución eclesiástica, propone que las personas que dentro de la sociedad ejercen un mismo tipo de trabajo formen "unidades sociales" llamadas corporaciones, que sean autónomas en lo económico y en lo administrativo; como ocurre con el caso de los sindicatos. Es entonces, una organización de la sociedad muy peculiar, en la que los sujetos sociales se asocian y defienden intereses particulares, en SHIELDS, Currin V, Democracia y catolicismo en América, Madrid, Taurus, 1959, p. 118. El corporativismo es, además, una forma de reorganización orgánica de la sociedad retomada de la sociedad medieval. En el siglo XX fue concebido, entonces, como un sistema de "representación de intereses" a través del cual se organizaban los miembros de una sociedad para hacer contrapeso a la lucha de clases. Esta propuesta política fue una respuesta a la modernidad y en ella confluyeron sectores tradicionales como la Iglesia Católica, que defendían el orden tradicional. Finalmente, hay que recalcar que, fue una alternativa al modelo económico liberal y socialista y a la violencia generada por la lucha de clases.
7 Siguiendo las palabras de Pio XI en su encíclica Quadragesimo anno "la Raíz y origen de la descristianización del orden social y económico, así como de la apostasía de gran parte de los trabajadores que de ella se deriva, son las desordenadas pasiones del alma, triste consecuencia del pecado original, el cual ha perturbado de tal manera la admirable armonía de las facultades, que el hombre, fácilmente arrastrado por los perversos instintos, se siente verdaderamente incitado a preferir los bienes de este mundo a los celestiales y permanentes". Pio XI. Quadragesimo anno. 15 de mayo de 1931, en RODRIGUEZ, Federico y NUÑEZ, Carlos (eds) Doctrina Pontifica III. Documentos sociales, Madrid, editorial católica, 1959, p. 757, 758. Ante este panorama la propuesta del catolicismo integral para "recristianizar" a la sociedad, la cual se consideraba "perdida" por la influencia del liberalismo, y más adelante del comunismo, se basó en "…una concepción del mundo que rehúsa absolutamente la autonomía de las actividades humanas, toda secularización, toda privatización de la religión" en MEYER, Jean, Historia del los cristianos en América Latina. Siglo XIX y XX, México, Vuelta, 1989, p. 306.
8 FIGUEROA SALAMANCA, Helwar y TUTA ALARCÓN, Carlos, "El Estado Corporativo Colombiano: Una propuesta de derechas. 1930-1953", en Anuario colombiano de Historia Social y de la Cultura, Nº 32, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2005, p. 110.
9 LAROSA, Michael, De la derecha a la izquierda: Historia de la Iglesia Católica en Colombia: 1930- 1980, Tomo I, Bogotá, Fundación para la promoción de la investigación y la tecnología, 2000, p. 7.
10 Ibíd., p. 7.
11 ROUX, Rodolfo Ramón de, Una Iglesia en estado de alerta. Funciones sociales y funcionamiento del catolicismo colombiano, 1930-1980, Bogotá, editora Guadalupe, 1983, p. 62, 63.
12 PRONKO, Marcela. "Doctrina social de la Iglesia y la formación de los trabajadores. Universidades del trabajo en Argentina y Brasil" en Revista Internacional del trabajo, Organización Internacional del Trabajo, p, 3. [En línea] http://www.ilo.org/public/spanish/region/ampro/cinterfor/publ/pronko/pdf/cap1. Consultado en mayo de 2007.
13 "La Acción Católica es la colaboración de los seglares en el apostolado jerárquico de la Iglesia para el restablecimiento del reinado universal de Jesucristo. Es pues, un apostolado religioso y de orden espiritual. "El programa que se propone la A.C es dilatar el reinado de Cristo, restaurar cristianamente a la sociedad, difundir la fe, defender los principios religiosos y morales, propender por una sana acción social, e intensificar la vida cristiana de los individuos, en la familia y en la sociedad (…) su misión es la misma de Cristo, Salvar a los Hombres. Revista oficial de la Acción Católica Colombiana. Enero-Febrero- Año I. Nº 1 y 2. 1934, p. 5 y 6 en CACERES MATEUS, Sergio Armando, La Acción Católica y la resistencia al proyecto liberal de laicización 1933-1942, Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, 2011, p. 72. "La Acción Social, es aquella que tiende en el plano de lo temporal, a crear instituciones y a cristianizar las costumbres en vistas del bien común. Se trata de contribuir a la realización del orden social cristiano y dar testimonio de la maternal solicitud de la Iglesia para todas las clases de la sociedad, especialmente las desheredadas" en HERNANDEZ MADRID, Miguel, "Curas de pueblo y Acción Social Católica en Michoacán 1940-1960" en Tzintzun. Revista de estudios históricos, Nº 043, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2006, p. 61. [En Línea] http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=89804303. Consultado en junio de 2010.
14 Conferencias Episcopales de Colombia. Tomo I. 1908-1953, Bogotá, El catolicismo, p. 395.
15 BIDEGAIN DE URAN, Ana María. Iglesia, pueblo y política. Un estudio de conflictos de intereses. Colombia, 1930-1955, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 1985, p. 23.
16 CASAS, María, El R.P. Campoamor, S.J y su obra "el circulo de obreros", Bogotá, Editorial Santa Fe, 1953, 202 pp.
17 PECAUT, Daniel, Política y sindicalismo en Colombia, Bogotá, ediciones culturales, 1973, p. 94.
18 En Colombia la gran mayoría de las jerarquías eclesiásticas del siglo XX se mantuvieron influenciadas por los postulados de un catolicismo intransigente que condenaba los vientos modernizantes que habían empezado a manifestarse desde la segunda mitad del siglo XIX. Era una visión intransigente que defendía a toda costa las amenazas que se cernían sobre el orden católico, que se ponía en peligro con la arremetida de las reformas liberales y la aparición de fuerzas políticas adversas. Su intransigencia se convirtió incluso en militancia política.
19 Ibíd., p, 124.
20 El cambio de enemigo ocurrió cuando la institución eclesiástica dejó de centrar su atención en el liberalismo y dirigió toda su contienda hacia comunistas e incluso protestantes. Así: "…en la década de 1940 el catolicismo dejó de agredir discursivamente a los liberales para enfilar armas contra el comunismo y los protestantes, al igual que lo venían haciendo los partidos políticos tradicionales, desde finales de la década de 1920. La Iglesia Católica adquirió nuevas fuentes ideológicas para enfrentar a sus enemigos…" en: FIGUEROA, Helwar, "cambio de enemigo: de liberales a comunistas. Religión y política en Colombia, años cuarenta" en BIDEGAIN DE URAN Ana María y DEMERA VARGAS Juan Diego (compiladores), Globalización y diversidad religiosa en Colombia, Bogotá, Colección Sede, Universidad Nacional de Colombia, 2005, p. 169.
21 PECAUT, Daniel. Política y sindicalismo…, p. 93.
22 Se ha escogido este periodo de tiempo en relación con la designación de la ciudad de Pamplona como capital arzobispal en 1956. 1961 se concibe en esta investigación como un año de ruptura y cese de las labores del sindicalismo confesional en la arquidiócesis, que se puede percibir incluso, en la ausencia de información y fuentes eclesiásticas emitidas por la coordinación de A.S.C., entre otras por el advenimiento del concilio Vaticano II que configuraría la perspectiva de la Iglesia Católica frente a la modernidad, y sus mecanismos de acción frente a ella.
23 CIFUENTES y FLORIAN. El catolicismo social...
24 AGUIRRE CRISTIANI, María Gabriela, "La Injerencia de la Iglesia Católica en la organización obrera mexicana 1920-1924" en Revista Iztapalapa, Nº 44, Julio a diciembre de 1998, p. 205. [En Línea] http://148.206.53.230/revistasuam/iztapalapa/include/getdoc.php?id=40&article=38&mode=pdf. Consultado en junio 2007.
25 PRONKO, Marcela, Doctrina social de la Iglesia, p. 18.
26 Ibíd.
27 Conferencias Episcopales de Colombia. Tomo I. (1908-1953), Acción Social Católica, Bogotá, el catolicismo, 1956, p. 52.
28 Ibíd., p, 54.
29 ARIAS, Ricardo. El episcopado colombiano...
30 CIFUENTES y FLORIAN. El catolicismo social, p. 327.
31 ARANGO DE RESTREPO, Gloria Mercedes. Sociabilidades católicas, de la tradición a la modernidad. Antioquia 1870-1930, Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 2004, p. 90.
32 BIDEGAIN DE URAN, Ana María. Iglesia, pueblo y política, p. 19.
33 La Unidad Católica, Año 51, Número 1752, Mayo 27 de 1933, p 460. Las mayúsculas son originales del texto.
34 ARIAS, Ricardo. El episcopado colombiano, p. 152.
35 "1. Crease como persona moral, y asociación de carácter religioso, con personería jurídica propia, según las normas de los sagrados cánones y en conformidad con los artículos 5 y 10 del concordato celebrado entre el gobierno de Colombia y la Santa Sede "la Acción Social Católica colombiana" 2. El fin de esta corporación es la realización de la Doctrina Social Católica conforme a las enseñanzas de los sumos pontífices, en cuanto se relaciona principalmente con la armonía entre patronos y obreros y el mejoramiento de las clases trabajadoras. 4. El representante judicial y extrajudicial de la persona moral y asociación de carácter religioso que se crea por medio del presente decreto es el coordinador Nacional" En: Archivo Arquidiocesano de Nueva Pamplona (AANP), Sección: Acción Católica y Acción Social Católica, Fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f 222, Decreto 132 de la circular promulgada por el arzobispo de Bogotá Ismael Perdomo, diciembre de 1944.
36 FIGUEROA y TUTA. El Estado corporativo colombiano...
37 Ibíd., p. 190.
38 "En Antioquia bajo el celo de la Iglesia, al menos durante la primera mitad del siglo XX, las agrupaciones obreras tuvieron el carácter de verdaderas organizaciones de masa", en: MAYOR MORA, Alberto, "el control del "tiempo libre" de la clase obrera de Antioquia en la década de 1930", en: Revista colombiana de sociología, V. 1, Colombia, 1979, p, 35. [En Línea] http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/download, consultado en octubre de 2011.
39 SEVILLA SOLER, Rosario. "Cambio social en Colombia: Antioquia 1900-1930", p, 14. [En Línea] http://digital.csic.es/bitstream/10261/7602/1/Cambio%20Social.pdf, consultado en enero de 2012.
40 PERALTA, Alberto. La ciudad de Ursúa: monografía de Pamplona, Pamplona, la Universidad, 1999, p. 25.
41 Ibíd.
42 Ibíd., p. 24.
43 MAYOR MORA, Alberto, El control del tiempo libre…, p 35.
44 Archivo de la Arquidiocesis de Nueva Pamplona (en adelante AANP), Sección: Acción Social Diocesana, Fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f 168r, Erección de la coordinación de Acción Social Católica de Pamplona por el Ministerio de Gobierno, Bogotá, abril 30 de 1945.
45 AANP, Sección: Acción Social Diocesana, Fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f 157, Informe del círculo de obreros y campesinos de Bochalema, 21 de octubre de 1945.
46 PECAUT, Daniel. Política y sindicalismo…, p. 199.
47 El circulo paso de 182 socios en 1945 a 316 socios en 1946. AANP, Mi parroquia de Bochalema, fondo: Impresos Varios, informe del círculo de obreros y campesinos de Bochalema, Nº 246, julio 23 de 1946.
48 AANP, Mi parroquia de Bochalema, fondo: Impresos Varios, Informe de las labores del círculo de obreros y trabajadores de Bochalema, Nº 244, junio 16 de 1946, p. 4.
49 LEÓN XIII. Rerum Novarum en RODRIGUEZ y NUÑEZ (eds). Doctrina Pontifica III, p. 355.
50 AANP, Sección: Acción Social Católica coordinación diocesana, fondo: cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 3, f. 16v, Registro de comunicaciones, Pamplona, Junio 18 de 1947.
51AANP, Sección: Acción Social diocesana, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f, 21r, Carta a Luis Sandalio Anaya, Pamplona, Julio 20 de 1946.
52 AANP, Sección: Acción Social Católica coordinación diocesana, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 3, f 2v, registro de comunicaciones, Pamplona, Mayo de 1946.
53 Ibíd., Octubre 23 de 1946, f 6r. Noviembre 14 de 1946, f 8r y Junio 17 de 1947 f. 17r.
54 "Auge sindical", Vanguardia Liberal, Bucaramanga, Noviembre 28 de 1944.
55 "Sindicato de obreras de tabaco, se formó", Vanguardia Liberal, Bucaramanga, Noviembre 17 de 1944.
56 "Sindicato de electromecánicos y similares", Vanguardia Liberal, Bucaramanga, Noviembre 29 de 1944.
57 "Está trabajando el comité de acción sindical", Vanguardia Liberal, Bucaramanga, Noviembre 23 de 1944.
58 AANP, Sección: Acción Social Católica coordinación diocesana, fondo: cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 3, f6v, registro de comunicaciones, octubre 28 de 1946.
59 Ibíd., f16v, Junio 3 de 1947
60 Ibíd., f17r, junio 16 de 1947.
61 Ibíd., f 8v, Diciembre 3 de 1946.
62 Ibíd., f13v, Abril 1 de 1947.
63 Ibíd., f 6r, Octubre 8 de 1946..
64 ARCHILA NEIRA, Mauricio, ¿Dónde está la clase trabajadora? Huelgas en Colombia 1946-1990.
Bogotá, CINEP, 1995, p. 16. En el órgano oficial de la diócesis de Pamplona el clero se manifestaba de la
siguiente manera ante la Confederación Liberal: "Nadie seria osado a desconocer el hecho de que entidades
como la C.T.C., que pretende ejercer la dirección del movimiento obrero en la República, no puede ser
mostrada como organización que se inspira en nobles propósitos de bienestar y de justicia. Con la solapa
de la Unidad Sindical y de la defensa de los principios democráticos, está cumpliendo una peligrosa tarea
de agitación sistemática y de innegable lucha de clases que se ha peculiarizado por la multiplicación de las
huelgas…ningún esfuerzo que tienda a la armonía ha encontrado eco en las directivas de la C.T.C., que en
manos del comunismo se ha convertido en poderosa herramienta de coacción tanto para las empresas como
para los elementos obreros" en La Unidad Católica, Numero 2310, Comunismo y sindicatos, Febrero de
1945.
65 AANP, Sección: Acción Católica y Acción Social Católica, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f 189r, Resolución Nº 2, El directorio provincial Conservador de Pamplona, diciembre 20 de 1950.
66 Pamplona se constituyó como diócesis el 25 de septiembre de 1835 mediante la promulgación de la Bula Papal "Coelestem Agricolam". La diócesis de Pamplona nació de una iniciativa política y de reorganización diocesana, por cuanto, a causa de la desarticulación de la Gran Colombia en 1831, se presentó la necesidad de ajustar las fronteras políticas a las eclesiásticas y separar los territorios de la provincia de Pamplona supeditados a la diócesis de Mérida, para anexarlos al arzobispado de Santa Fé y constituir la Nueva diócesis de Pamplona, en: VEGA RINCÓN, Jhon Janer. La reforma del clero parroquial de la diócesis de Nueva Pamplona. 1835-1872, Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, 2006, p. 20. El documento papal asignó para la diócesis cuarenta y cuatro poblaciones: "Pamplona, Girón, Salazar, San Faustino, San José de Cúcuta, Rosario de Cúcuta, Piedecuesta, Bucaramanga, Málaga, La Concepción, Capitanejo, San Miguel, Macaravita, Carcasa, Enciso, Tequia, Servitá, Cerrito, Malagavita, Guaca, San Andrés, Cepitá, los Santos, Floridablanca, Tona, Silos, Cácota de Velazco, Betas, Charta, Cucutilla, Cañaveral, Arboledas, Pedral, Santiago, San Cayetano, Limoncito, Cúcuta, Bochalema, Chinácota, Chopo, Toledo, Labateca y Chitagá, las ciudades y parroquias están circunscritas al norte por el río Sardinata, al occidente y sur los ríos de Sogamoso y Capitanejo y al oriente por el río Táchira y por las montañas que habitan los infieles, hacia la corriente del río Apure". En mayo de 1956 por medio de la bula Dum Rerum Pamplona pasa a ser Sede Metropolitana, desmembrándola de la Provincia de Bogotá, con las diócesis sufragáneas de Socorro y San Gil, Bucaramanga y Cúcuta, y la prelatura Nullius de Bretania, y es declarada por Pio XII como Provincia Eclesiástica de Nueva Pamplona" en: Revista Arquidiócesis de Nueva Pamplona. Publicación especial de la Arquidiócesis de Nueva Pamplona con motivo de los 170 años de la fundación de la Diócesis 1835-2005, 2005, p. 2.
67 Es preciso recordar que desde el 29 de mayo de 1956, con la bula "Dun Rerum" de Pio XII, Pamplona fue designada sede metropolitana, desmembrándose de la provincia de Bogotá: " erigimos una nueva Provincia que ha de llamarse NUEVA PAMPLONA, por el nombre de su metrópoli y que se compondrá de la Iglesia capital-acrecentada eso sí, con los territorios que se describen en el decreto "Cum Peculiares…por tanto investimos con la dignidad y grado de arzobispo metropolitano al prelado de la Nueva Pamplona…". El primer arzobispo de la Arquidiócesis de Nueva Pamplona fue monseñor Bernardo Botero Álvarez. Boletín Eclesiástico de Pamplona, Nº 93, Bula al Excmo. Sr. Botero, Pamplona, septiembre-octubre de 1956, p. 8.
68 AANP, sección: Acción Católica Nacional, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 3, f. 35r, Informe de Acción social, 1945.
69 AANP, sección: Acción Católica, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 3, f. 74, Acta Nº 6 de la Asamblea-retiro. Selección de Trabajadores Católicos SETRAC. Centro Local de Cúcuta, 3 de Junio de 1956.
70 CIFUENTES y FLORIAN, El catolicismo social...
71 AANP, sección: Acción Social Diocesana, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f. 126, Informe sobre las labores desarrolladas por la coordinación de Acción Social de la Arquidiócesis, Junio de 1957 a noviembre de 1959.
72 Conferencias Episcopales de Colombia. Tomo II (1953-1964) XVII Conferencia Episcopal. Pastoral colectiva del excelentísimo episcopado de Colombia al Venerable clero secular y religioso y a los fieles hijos de la Iglesia, con ocasión de la cuaresma de 1955. Sobre cuestiones sociales y condenación de la C.N.T. Febrero 11 de 1955, Bogotá, el catolicismo, 1956, P. 75, 76.
73 No sólo consistió en un señalamiento oficial de la C.T.C que también fue compartido por la Iglesia Católica, sino en general, se trataba de una lucha permanente con los sectores liberales y las organizaciones obreras socialistas colombianas. Así lo sostiene Archila cuando presenta los hechos que marcaron el contexto de la primera mitad de la década del 50 en materia sindical: "…señalábamos actos de violencia que iban desde las desapariciones y asesinatos de activistas sindicales y de izquierda…hasta fenómenos más simbólicos como golpizas a quienes usaran colores rojos en su vestimenta. El Estado buscó desmontar los logros del esquema liberal sindical…expresiones de una contraofensiva antilaboral fueron el recorte al derecho de huelga…la ilegalización del partido comunista…la división de la C.T.C orquestada desde arriba…y el creciente apoyo oficial dado a la U.T.C, que en el momento se declaraba apolítica y clerical; contribuyeron también al éxito de la mencionada ofensiva" en ARCHILA, Mauricio. ¿Dónde está la clase trabajadora?...
74 Dentro de las cabeceras municipales que se encontraban adscritas a la arquidiócesis de Pamplona en 1956 se encontraban por ejemplo, Cachira, Salazar de las palmas, Durania, Arboledas, Ragonvalia, Bochalema, Chinacota, Herrán, entre otras, en Revista Arquidiócesis de Nueva Pamplona. Publicación especial de la Arquidiócesis de Nueva Pamplona con motivo de los 170 años de la fundación de la Diócesis 1835-2005, 2005, p. 2, 3 y 4.
75 AANP, sección: Acción Social Diocesana, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f. 126, Informe sobre las labores desarrolladas por la coordinación de Acción Social de la Arquidiócesis, Junio de 1957 a noviembre de 1959.
76 Ibíd.
77 MAYOR MORA, Alberto. El control del tiempo...
78 PECAUT, Daniel. Política y sindicalismo en Colombia...
79 AANP, sección: Acción Social Diocesana, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f, 133, Informe sobre las labores desarrolladas por la coordinación de Acción Social de la Arquidiócesis, Junio de 1957 a noviembre de 1959.
80 Ibíd., f, 132.
81 Ibíd.
82 Ibíd.
83 Ibíd.
84 ARIAS, Ricardo. El episcopado colombiano...
85 BIDEGAIN DE URAN, Ana María. Iglesia, pueblo y política, p. 198,199.
86 AANP, sección: Acción Social Diocesana, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f, 127, Informe sobre las labores desarrolladas por la coordinación de Acción Social de la Arquidiócesis, Junio de 1957 a noviembre de 1959.
87 CIFUENTES y FLORIAN. El catolicismo social...
88 AANP, sección: Acción Social Diocesana, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f, 128. Informe sobre las labores desarrolladas por la coordinación de Acción Social de la Arquidiócesis, Junio de 1957 noviembre de 1959.
89 El padre Maldonado fue enviado a fines de 1959 a la parroquia de Salazar debido al inconformismo por el manejo que le dio a la cafetería popular. Algunas correspondencias hablan de falta de coordinación, escases de apoyo económico y moral, rivalidades entre el coordinador y otros miembros del clero, y préstamos dudosos para la manutención de la misma, por parte del padre Maldonado, en: AANP, sección: Acción Social Diocesana, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f. 74, Correspondencia del padre Oscar Maldonado Pérez al Excmo. Sr. Arzobispo, a los reverendos Sres. Sacerdotes y a los miembros de la Junta Administrativa. Sobre el caso de la cafetería popular, 1959.
90 AANP, Sección: Acción Social Diocesana, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f 76, Resolución de los sindicatos de la ciudad, Enero 27 de 1960.
91 Ibíd.
92 AANP, Sección: Acción Social Diocesana, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f. 81, Acta del coordinador de Acción Social con relación a las obras desarrolladas, 25 de enero de 1960.
93 Ibíd.
94 AANP, Sección: Acción Social Diocesana, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f. 51, Correspondencia de Leopoldo Gamboa Pbro. Director de Acción Social a Juez Promiscuo Municipal, Pamplona Septiembre 5 de 1960.
95 AANP, Sección: Acción Social Diocesana, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, p. 8, Informe de la coordinación social de la Arquidiócesis sobre las actividades desarrolladas durante el año de 1961.
96 AANP, Sección: Acción Social Diocesana, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, p. 9, Informe de la coordinación social de la Arquidiócesis sobre las actividades desarrolladas durante el año de 1961.
97 AANP, Sección: Acción Católica y Acción Social Católica, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f. 192r, VII asamblea de coordinadores de Acción Social, Marzo 6-10 de 1950.
98 Ibíd., f. 129.
99 AANP, sección: Acción Social Diocesana, fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4, f, 133. Informe sobre las labores desarrolladas por la coordinación de Acción Social de la Arquidiócesis, Junio de 1957 noviembre de 1959.
100 Ibíd.
101 PECAUT, Daniel. Política y sindicalismo…, p. 264.
102 Ibíd., p. 265.
103 ARIAS, Ricardo. El episcopado colombiano, p. 156. La Iglesia Católica junto con el Partido Conservador, mantuvieron por mucho tiempo el control de las centrales sindicales del país (U.T.C), es decir, que, la necesidad de recuperación de espacios arrebatados completamente por el liberalismo y el comunismo, aunque no era inexistente, era reducida.
104"Miguel Ángel Builes Gómez, (Donmatias, Antioquia, 9 de septiembre de 1888 - Medellín, Antioquia, 29 de septiembre de 1971) fue un eclesiástico y escritor colombiano, obispo de la Iglesia Católica Romana en Colombia. Durante casi cuarenta y tres años gobernó la Diócesis de Santa Rosa de Osos, en los cuales fue un personaje polémico, debido a su postura acérrima frente a los gobiernos liberales del país y especialmente era intransigente a todo lo referente al comunismo, pues los consideraba posiciones políticas e ideológicas que no iban con la doctrina de la Iglesia y con las buenas costumbres" en CÁCERES, Sergio. La Acción Católica y la resistencia al proyecto liberal, p. 72.
Fuentes primarias
Archivo Arquidiocesano de Nueva Pamplona (AANP)
Sección: Acción Católica y Acción Social Católica, Fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, Caja 4.
Sección: Acción Social Diocesana, Fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 4.
Sección: Acción Social coordinación diocesana, Fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 3.
Sección: Acción Católica, Fondo: Cofradías, grupos apostólicos y delegaciones, caja 3.
Publicaciones Periódicas
La Unidad Católica, Pamplona, 1933, 1945.
Mi parroquia, Bochalema, 1946.
Boletín eclesiástico, Pamplona, 1956.
Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 1944.
Fuentes publicadas
Conferencias Episcopales de Colombia. Tomo I y II. 1908-1953. 1953-1964, Bogotá. El catolicismo,
León XIII, Rerum Novarum, en RODRIGUEZ, Federico. Doctrina Pontificia. Tomo III. Documentos sociales, Madrid, Editorial Católica, 1959.
Pio XI, Quadragesimo Anno, en RODRIGUEZ, Federico. Doctrina Pontificia. Tomo III. Documentos sociales, Madrid, Editorial Católica, 1959.
RODRIGUEZ Federico y NUÑEZ Carlos (eds) Doctrina Pontifica III. Documentos sociales, Madrid, editorial católica, 1959.
Fuentes secundarias
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ARANGO de RESTREPO, Gloria Mercedes, Sociabilidades católicas, de la tradición a la modernidad. Antioquia 1870-1930, Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 2004, 147 p.
ARCHILA NEIRA, Mauricio, ¿Dónde está la clase trabajadora? Huelgas en Colombia 1946-1990, Bogotá, CINEP, 1995,173 p.
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FECHA DE RECEPCIÓN: 02/02/2012
FECHA DE ACEPTACIÓN: 28/02/2012