Las facciones del Liberalismo
en Cartagena: rivalidades y
conflictos por el poder, 1930-19451
Muriel Vanegas Beltrán
Magíster en estudios del Caribe
Profesora Universidad de Cartagena
Cartagena, Colombia
Este artículo tiene como propósito central analizar, a través de las causas, acciones e intereses de las facciones del liberalismo en Cartagena, las circunstancias nacionales y locales que incidieron en las profundas divisiones que presentó el partido liberal en esta ciudad, entre 1930 y 1945. Se demuestra que los enfrentamientos políticos, las confrontaciones y rivalidades que las facciones presentaron, son el producto de los diversos intereses de los líderes liberales locales, así como de sus disputas internas por el acceso y control del poder. Pese al despertar de tendencias sociales reformadoras y revolucionarias características de la República Liberal, la polarización del liberalismo alrededor de los líderes políticos locales impidió la construcción de un proyecto político común. En consecuencia, el resultado es la muestra del panorama de conflictividad y rivalidad imperante, justamente en el contexto histórico que buscaba erigir a Colombia sobre un Estado moderno.
Palabras clave: facciones, conflictos político, liberalismo, República Liberal.
FACTIONS OF LIBERALISM IN CARTAGENA:
RIVALRIES AND CONFLICTS FOR POWER, 1930-
1945
This paper has as central purpose to analyze through the causes, actions and interests of the factions of liberalism in Cartagena, national and local circumstances that affected the deep divisions within the Liberal Party in this city, between 1930 and 1945. It shows that the political clashes, confrontations and rivalries that factions had, were the product of the diverse interests of local Liberal leaders, and their struggles over access and control of power. Despite the awakening of social reformist and revolutionary tendencies, characteristic of the Liberal Republic, the polarization of liberalism around local political leaders prevented the construction of a common political project. Consequently, the result is the sample picture of conflict and rivalry prevailing right in the historical context that sought to build a modern state in Colombia.
Keywords: factions, political conflicts, liberalism, Liberal Republic.
Por razones que aún no están del todo claras en Cartagena el liberalismo siempre ha presentado facciones fenómeno explicable tanto por las tendencias nacionales al interior del partido, como por ciertos particularismos de la vida social y política de esta ciudad desde mediados del siglo XIX hasta el presente. A un viejo enfoque que concebía ese faccionalismo sólo como la simple expresión de redes clientelares, vistas de arriba hacia abajo, en los últimos años se viene contraponiendo un modelo analítico que al tener presente una visión del poder y el estudio de las redes sociales y políticas, ayuda a sacar a flote detalles más complejos de la vida política partidista.
Ahora bien, cualquier estudio sobre la historia política bipartidista debe concebirla como una expresión de conflictos sociales en los que la raza, la riqueza y las aspiraciones de sectores sociales ocupan un lugar destacado. Desde 1984, año en el que Orlando Fals Borda publicó su libro El Presidente Nieto, se viene insistiendo en que las luchas políticas comprendidas entre 1854 y 1859 (años de auge y caída de ese político), el partido liberal cartagenero siempre ha tenido facciones en su interior2. Un estudio reciente sobre los sectores subalternos de Cartagena que combina el análisis de factores raciales, laborales, estilos de vida y acción política, ha señalado que durante el siglo XIX la división bipartidista tuvo una línea demarcatoria en el factor racial, pues las elites blancas de origen colonial hallaron en el discurso de la autoridad y el orden de los conservadores, los elementos para salvaguardar su dominio, y terminaron adscritas al partido conservador3. De igual forma, para explicar las luchas al interior del liberalismo en esta ciudad sobre qué hacer con los resguardos indígenas que sobrevivieron en el siglo XIX, otro estudio ha señalado la existencia de dos tendencias al interior de ese partido a partir de la mitad de dicha centuria. Por un lado aparece un liberalismo de carácter doctrinario que pretendía reducir la vida social a las leyes del mercado, y por otra parte una tendencia liberal acaudillada por Juan José Nieto que reivindicaba algunos aspectos sociales de protección de sectores humildes4. Así mismo, otro ensayo que relaciona al liberalismo de la Costa Caribe del siglo XIX con la masonería, ha mostrado la importancia de esta última en la configuración de redes sociales y políticas y la formación de facciones políticas5.
Esas características faccionales del siglo XIX se trasladaron a la centuria siguiente como consecuencia de las actitudes de ese partido frente a la hegemonía política de los conservadores, como también después de 1930 que los liberales se hicieron con el poder, y había que definir las tareas a realizar en procura de modernizar al país6. Independientemente de que se compartan o no estos puntos de vista, lo cierto es que actores políticos de comienzos del siglo XX reconocían que el liberalismo bolivarense siempre había sido un partido de tendencias, tal como lo hizo Alfonso Romero Aguirre, político liberal mulato cartagenero de comienzos del siglo XX7.
Ahora bien, la novedad de la historiografía política sobre el faccionalismo partidista radica en que centra el análisis en las redes de poder8 que tejieron el conglomerado de confrontaciones sociales, políticas y económicas, que han caracterizado cada contexto histórico del país y de las regiones. En este contexto de contradicciones suscitadas en torno a los esfuerzos por erigir a Colombia como un Estado moderno, en Cartagena no dejaron de resonar las pretensiones opuestas a las consignas y propuestas de los liberales, las cuales, en la mayoría de los casos iban en contravía a las formas tradicionales de ejercer la política en la ciudad. Lo más interesante de estas contradicciones es que muchos de los sectores que se oponían al proyecto liberal provenían no tanto del partido opositor (conservatismo) como del mismo liberalismo; es decir, muchos de los que se autoproclamaban liberales -bien sea por tradición familiar o por identidad doctrinaria- conformaron subgrupos políticos para contrarrestar los intereses considerados lesionados por su propio partido.
¿Qué razones históricas explican el surgimiento de estas contradicciones y rivalidades al interior de un mismo partido?, ¿quiénes lideraron las facciones del liberalismo cartagenero?, ¿cuáles fueron sus formas de operatividad y sus manifestaciones?, ¿cómo impactaron en la vida sociopolítica de la ciudad? Las respuestas a estos interrogantes nos permitirán poner en evidencia algunos rasgos de la cultura política liberal local y regional, principalmente en lo que tiene que ver con las prácticas que cohesionaron la sociedad alrededor de dinámicas políticas que impidieron que dicha colectividad conformara una agrupación de intereses y aspiraciones comunes9. Práctica que no dista mucho de nuestra realidad actual.
En los tiempos en que la vida republicana se debatía entre el bipartidismo, constituciones y guerras civiles a lo largo del siglo XIX, los distintos estratos y sectores de la población constituían fuerzas, frentes de oposición y luchas por la construcción de espacios de participación y representatividad11. De esta suerte, Colombia y su región Caribe entran al siglo XX con una estela de confrontaciones sociales y pugnas políticas que se convirtieron en el caldo de cultivo de las expresiones, actores y modalidades que en nuevos contextos sociopolíticos, no tardarían en entrar en escena. Ese nuevo contexto se abría paso hacia 1930, el cual se constituyó en una coyuntura política caracterizada por un nuevo intervencionismo por parte del Estado, ya fuera bajo la modalidad de gobiernos populistas y reformistas para algunos países, o de dictaduras para otros en el Caribe y en América Latina12. Los 15 años que van de 1930 a 1945 se conocen en la historia de Colombia como la República Liberal y son los años que representan el despunte y apogeo de un proyecto encaminado hacia innovaciones políticas, sociales y económicas, reformadoras y revolucionarias, que comportaron profundas transformaciones en todas las estructuras y ámbitos del país; era el marco en que un novedoso discurso político se introducía anunciando e instaurando mecanismos y programas que inaugurarían el ejercicio de una política incluyente, participativa y representativa desde lo institucional13.
Entre tales cambios se destaca la introducción de un nuevo vocabulario y lenguaje que invitaba a las masas a una mayor participación en el ejercicio del poder, al tiempo que estas encontraron en los discursos, estrategias e instrumentos reformistas y el lenguaje que mejor expresaba y reivindicaba sus necesidades y expectativas como grupo social. En el caso del Caribe Colombiano, y más específicamente en la ciudad de Cartagena, históricamente se ha construido una tradición de exclusiones políticas, sociales y económicas para los sectores subalternos o populares de la población, representados por artesanos y profesionales negros y mulatos, toda vez que los imaginarios y prácticas colectivas seguían recreándose bajo los estigmas del pasado esclavista. Por tanto, ante la novedad política promovida por la República Liberal, estos sectores pasaron a ser los actores a quienes se dirigían las consignas, programas y experimentos reformistas, que por el mismo hecho de formularse desde un nivel institucional, entrarían no sólo a impactar directamente a los grupos tradicionalmente marginados, sino además, a resignificar las dinámicas de interacción entre la cultura de la elite y la cultura popular.
Marco Palacios afirma que para el año 1930 los colombianos se identificaban más con su región que con la nación14; sin embargo, para esta misma época la población bolivarense se caracterizaba por una desigualdad de ideales, intereses y aspiraciones, síntomas del profundo resquebrajamiento de los elementos que la cohesionaban. La población cartagenera y bolivarense que integró el partido liberal no conformó una agrupación de intereses y aspiraciones comunes y compactas, todo lo contrario "... los liberales de Bolívar siempre han estado divididos..."15. La existencia, en el seno del partido, de muy variados índices de opinión ha sido una constante a lo largo de la misma historia de esta colectividad. Los años que van de 1930 a 1945 asisten al gran apogeo y consolidación de facciones, pese a ser considerada la época que inaugura un nuevo lenguaje político para las masas y sectores populares. La llegada de los liberales al poder fue recibida con estupor por unos y rechazo por otros, más estos últimos no siempre fueron los partidarios del conservatismo pues muchos personajes que abrazaban el liberalismo lideraron frentes de oposición contra gobernantes y líderes de su propio grupo político, tal como sucedió con las facciones que expresaban un abierto antilopismo. Es por ello que en Cartagena las confrontaciones al interior del partido liberal16 y la existencia de una marcada fragmentación política se explica a partir de la conformación de facciones, las cuales tuvieron distintos orígenes y causas, así como particulares formas de sociabilidad, representatividad e incidencias en la colectividad.
En la historia de Colombia, la Guerra de los Mil Días (1899-1902)17 fue un hecho que tuvo un impacto significativo en muchos aspectos, y para los adeptos del liberalismo fue un acontecimiento decisorio, pues marcó una relación directa entre la condición social de humildad y la conformación de facciones lideradas por políticos locales18. Esto quiere decir que buena parte de la población cartagenera, al constituirse en depositarias de las memorias y evocaciones de dicha guerra, se convertirían posteriormente en las impulsoras de subgrupos políticos que se disputarían el poder en la ciudad. A partir de las acciones heroicas, del liderazgo y la oratoria de los liberales se lograron abrir canales de movilidad política ligados a las acciones militares, favoreciendo, a su vez, un ascenso social y político. "El Dr. Bossa es una figura muy clara del liberalismo. Espigó en una época en que en Cartagena escaseaban los liberales de posición social y en que ser liberal casi equivalía a ser negro y plebeyo"19.
Entre los aspectos que se constituyen en causas o motivos del faccionalismo liberal sobresalen: las rivalidades entre políticos locales, los conflictos de intereses, las tendencias derechistas e izquierdistas frente a las candidaturas presidenciales, el apoyo a los proyectos lopistas o su desaprobación, lo que definió un lopismo y un antilopismo, que en conjunto estuvieron encaminadas al mantenimiento del monopolio de la burocracia local, es decir, a la conquista y conservación de un protagonismo político en torno al ejercicio del poder.
Las diferencias políticas en Cartagena se agruparon bajo cinco facciones o corrientes: bossismo, liderada por Simón Bossa y continuada por su hijo Simón Bossa Navarro; blanquismo, por Antonio Regino Blanco; gomezfernandismo, por Miguel Gómez Fernández; varguismo, por Francisco de P. Vargas y romerismo, liderado por Alfonso Romero Aguirre.
Los bossistas fueron una facción muy fuerte que se opuso al gomezfernandismo. Simón Bossa Pereyra fue un general de la Guerra de los Mil Días y fue considerado un veterano que contó con numerosos seguidores. Los blanquistas, a su vez, fueron los opositores del bossismo. Con respecto al gomezfernandismo, su líder fue miembro del Directorio Departamental de Bolívar, al igual que Francisco de P. Vargas (jefe del izquierdismo). Romero Aguirre afirma que,
"...Alrededor de Gómez Fernández se agruparon muchos elementos liberales y mucha parte de la juventud, Pacho Vargas, el poeta Pineda, los Támara, Fortich Villarreal y en calidad de compañeros lo rodearon Miguel A. Lengua, don Eduardo Ferrer. Esta corriente se hizo poderosa..."21.
Alfonso Romero Aguirre también agrupó un gran número de liberales a su alrededor, aunque él constantemente afirmaba lo contrario con irónica modestia: "...cuando llegué a la Asamblea de Bolívar habían escaseado las corrientes...no tuve [oportunidad] de matricularme en ninguno de los grupos liberales..."22. Lo cierto fue que no se vinculó a ninguna corriente, él lideró su propia facción, la cual se convirtió en una fuerte opositora del bossismo y del lopismo. Logró amasar un grupo tal, que sus seguidores con mucha frecuencia recurrían a la prensa local y nacional para difundir sus posturas. Primeramente sus discípulos elogiaban la vida y obra de Romero, luego, mediante entrevistas que publicaban en los diarios, este líder exponía sus puntos de vista y sus críticas. Un ejemplo que ilustra esta forma de proceder del romerismo, fue la entrevista concedida a Leopoldo Angulo de la Guardia, donde expresa públicamente que el gabinete del presidente López está nombrando a sus familiares y amigos en el parlamento23. Este tipo de querellas despertaban la preocupación de la población:
"La animosidad de los grupos liberales bolivarenses tiene su mayor expresión entre los bossistas, blanquistas y romeristas; especialmente en Cartagena ha adquirido ella proporciones considerables, al extremo de temerse que en cualquier instante se pase de una lucha verbal a una de consecuencias más temibles"24.
Quienes conforman un partido político ineludiblemente deben integrar una comunidad de intereses y aspiraciones, las cuales constituyen el factor aglutinante que le otorga unicidad a la agrupación25, pero este no fue el caso de Cartagena y mucho menos durante la República Liberal. A través de los medios masivos de comunicación como la radio, la prensa, etc., se muestra claramente que el común denominador del liberalismo era la marcada división que hacía de sus miembros antagonistas; por tanto, las facciones no solamente existían, también enfrentaban a los mismos copartidarios.
Ante esta situación, los medios de comunicación no fueron exclusivamente vehículos de expresión o simples transmisores de información, fueron instrumentos al servicio de una función social en la adquisición de una educación pública, puntas de lanzas y medios de penetración de la conciencia política, que además de denunciar la situación que vivían para generar reflexiones, mostraban un discurso que permanentemente evaluaba la funcionalidad del partido liberal26.
Sin embargo, a través de los medios de comunicación masiva se conquistaban adeptos y se desprestigiaban opositores, ya que las rivalidades políticas en ocasiones se acompañaban de sentimientos de envidia que no se disimulaban. Cuando el jefe de una facción adquiría cierto rango político, los dirigentes de los otros grupos no escatimaban compostura al manifestar un discurso público que enjuiciaba y criticaba en aras de opacar la imagen de aquel triunfador. De esta manera los roces entre dirigentes políticos locales se extendían y enfrentaban a los mismos copartidarios, revelándose así los conflictos por el poder, que en últimas respondían al control de la burocracia departamental:
"Como buen conservador ha actuado el director del Diario de la Costa, al prestarle el baluarte de su periódico a unos liberales para que desde allí disparen diariamente contra otros liberales, deshonrando así su propio partido. Les roen los talones de manera inmisericorde a los liberales que sobresalen en nuestra política y esto es política antiliberal y rastrera. Esa intolerancia que más bien parece brote de envidia no es canon de nuestro partido y mal hacen quienes a nombre del partido tratan de ajar y aniquilar a nuestros propios seguidores y miembros, sin ninguna autoridad para juzgar. Está muy claro que las distinciones muy especiales con que el alto mando social y político acoge y mima a Bossa Navarro les infla a estos liberales el vaso de la envidia. Y mientras a Bossa Navarro no se lo lleve una angina de pecho o una bala de los liberales que lo odian, tendrán quienes sienten esa pasión que seguir cargando el pesado fardo de su gran envidia al más alto exponente del liberalismo joven de la Costa Atlántica... "27.
Otro factor que propició dicotomías en el partido se relacionaba con posturas de derecha e izquierda. No obstante, la división del liberalismo en izquierdistas y derechistas fue un fenómeno nacional. Tal división se vio representada en la cuestión de candidaturas presidenciales, por ejemplo, los izquierdistas se asociaron con Echandía y los derechistas con Eduardo Santos, ganando estos últimos la conquista de la presidencia hacia 1942:
"En las horas de la mañana se reunieron los convencionistas derechistas y por la noche lo hicieron los izquierdistas muy activos. El día de ayer fue de gran agitación en los círculos liberales de esta ciudad, pues, con motivo de la elección de los diputados, en esta urbe se reunieron dos convenciones, la derecha y la izquierda, cada una de las cuales procedió separadamente. La convención derechista se reunió en el local del concejo y escogió a los siguientes diputados por el círculo electoral de Cartagena: Manuel Carrasquilla, Rafael Matera, Julio Lorduy, Domingo Angulo, Eduardo Bossa, Patricio Villalba, Manuel Carrasquilla, Jerónimo Miranda, Luis Felipe Guardo y Rafael Nieto. Proclamaron la candidatura de Santos para Presidente de la República. En las primeras horas de la noche se reunieron los liberales izquierdistas en el mismo local del Concejo Municipal; convención presidida por Pedro Pastor Consuegra, donde eligieron como diputados a Salustiano Fortich, Armando Villamil, Marcial Vásquez, Luis Carlos Villa y Fernando Fernández; proclamando a Echandía28.
Días después se afirmaba:
"Mientras que unos están con el Dr. Santos, otros están con Echandía, aunque la plana mayor de Cartagena está con el primero para el cuatrienio 1938 - 1942 y forman la tendencia llamada derechista. Los que están con Echandía son izquierdistas"29.
La distinción entre derecha e izquierda se define por la actitud que asumieron los individuos frente al ideal de igualdad, que sumado al de la paz y la libertad, se convierten en uno de los fines últimos que se proponen alcanzar y por los cuales están dispuestos a luchar. Aquellos que se autoproclaman izquierdistas (con tendencias comunistas) privilegian toda forma de igualdad entre los hombres, procurando siempre erradicar los factores que conducen a desigualdades sociales. Por su parte, los que se declaran derechistas (más moderados) consideran que la desigualdad social es un componente inherente a las sociedades que siempre ha existido y siempre existirá, por tanto no se esfuerzan en suprimirla30. López se movió entre una y otra corriente pero mostró mayores simpatías por el izquierdismo. "...toda la cuestión parece girar alrededor del asunto de las derechas e izquierdas liberales..."31. Esta situación además de conocida era también cuestionada y rechazada por cuanto generalizaba un ambiente de tensión y una atmósfera de inestabilidad entre los seguidores del partido:
"…La situación es tirante en extremo para los jefes liberales, empeñados como están en la empresa de halagar a sus masas para evitar la deserción. El hecho es bien claro, las multitudes se han convencido de que ya no pueden permanecer por más tiempo en esa zona intermedia entre la derecha y la izquierda que en Colombia se llama liberalismo. Las masas necesitan un camino cierto para transitar; no pueden seguir viviendo de promesas, de halagos, de fantasías..."32.
Las posturas frente a los candidatos presidenciales contribuyeron a fortalecer el faccionalismo existente33. Otros aspectos que fueron causantes y determinantes de las facciones del liberalismo corresponden a posturas lopistas y antilopistas:
"Anoche se reunieron los dirigentes de la corriente lopista de la ciudad en la oficina judicial del Dr. Francisco Vargas Vélez, con el objeto de ultimar los detalles relacionados con la elaboración de la lista de la llamada unión lopista para concejales. Con asistencia de numeroso público, el Dr. Vargas en unión de los otros jefes lopistas, se dio comienzo a la escogencia, oyéndose las opiniones de los distintos delegados y los argumentos de que disponían para luchar determinada casilla para sus candidatos. La reunión se prolongó entre discursos y gritos hasta las 11 p.m, hora en que se dio a conocer el resultado"34.
"Los antilopistas siguen trabajando activamente en busca de un candidato que se oponga al expresidente y piden que se proponga al frente del movimiento antilopista al Dr. Lucas Caballero o al Dr. Alfonso Romero Aguirre, porque es que necesitamos al más apto a desendiosar a López, que cuando gobernó agitó las masas populares, apoyó los más desalentados movimientos sindicalistas, inquietó el país con una desenfadada acción revolucionaria, desordenó pero no creó nada, absolutamente nada. El señor López parece contar con una gran fuerza en la opinión popular especialmente entre los sindicatos que lo tienen como su jefe. Pero hay otra opinión, que es lenta y despreocupada, pero que en los momentos críticos actúa y decide. Confiados en esa inmensa opinión, que es la más sensata y la más conciente, afirmamos que el señor López no será el sucesor del presidente Santos"35.
En épocas preeleccionarias los grupos políticos se movilizaban fuera de la ciudad buscando engrosar sus filas de adeptos, conquistando los seguidores de sus adversarios; igualmente se valían de cualquier medio de comunicación y de todo tipo de estrategias publicitarias y propagandistas para acceder al poder a través del apoyo popular:
"Todas las corrientes y todos los grupos han estado despachando comisiones de propaganda a diferentes partes del Departamento y las imprentas han estado ocupadas en trabajos de hojas volantes, cartelones y papeles del debate eleccionario. Candidatos de diferentes tendencias están saliendo de gira. Anoche se inauguró de 9 a 9:30 la media hora echandista por medio de la radio cartagenera..."36
La República Liberal, en particular los gobiernos de Alfonso López Pumarejo, abrieron nuevos canales de conquista y politización de masas. Es por ello que este aspecto también constituye un rasgo característico de las formas de operatividad de las facciones del liberalismo cartagenero, las cuales, en su mayoría, actuaban de conformidad a los lineamientos políticos centralistas, estrechando la relación entre el pueblo y el Estado37. De ahí que el liberalismo haya dejado de mostrar esa unión que buscó imprimirle el gobierno de Olaya Herrera38.
Aun así, fue Alfonso López Pumarejo el pionero en la agitación de masas del siglo XX, de multitudes39, pues sus estrategias fueron primero para la población y después para la política, primero socavó las conciencias, educó públicamente y luego materializó sus propuestas, en cuyas obras figuraría un nuevo proyecto de nación, fundamentado en una nueva forma de ejercer la política; y este proyecto, denominado "Revolución en Marcha", encontró una gran acogida en la mayoría de la población, principalmente entre los sectores medios y las clases populares quienes vieron en las propuestas, programas y reformas políticas de aquella, las imágenes de sus identidades y las respuestas a sus necesidades40. No resulta pues difícil encontrarle explicación a los rasgos tan particulares que adquieren las facciones del liberalismo durante las administraciones de López, por ser estas últimas los escenarios de las nuevas formas, expresiones y significados que toma el faccionalismo cartagenero.
"El peligro actual para el liberalismo radica más que en la fuerza de sus adversarios, en la subestimación de sus propias posibilidades; más que en la arremetida de las agrupaciones opuestas, en el desgonzamiento de su estructura interna; más que en la acerbía, sin ejemplo, con que se combate su gestión de gobierno, en la subordinación de sus grandes objetivos nacionales a la sensualidad burocrática o al afán electoral de significación personalista"41.
Con este llamado de atención, el presidente López Pumarejo presenta un vaticinio de lo que podían corroer las pugnas intestinas al partido liberal. Y es que la desorganización, los odios heredados, la fragmentación de los poderes y la conformación de facciones al interior de la doctrina liberal, era un asunto que despertaba gran preocupación entre los jefes del partido y entre sus seguidores. Las divisiones surgidas a diario entre los dirigentes de la colectividad hacían que los principios ideológicos del partido a menudo se confundieran con intereses individuales que lesionaban los intereses colectivos. Las reflexiones sobre la unidad del partido eran, pues, el factor común de comunicados de prensa y correspondencias entre políticos, ya que tales divisiones lejos de compactar el partido, sólo contribuían a debilitar la esencia y solidez del mismo. Campañas electorales, alocuciones públicas, reuniones privadas, periódicos, programas radiales, etc., se convertían en portadores de mensajes que invitaban a abandonar discordias y a acortar diferencias:
"He querido que esta campaña electoral se aproveche totalmente para la unión futura del partido. Desde aquí quiero hacer un nuevo llamamiento a la fraternidad entre todos los liberales para que la constitución de un nuevo gobierno liberal no se pueda tomar como una tregua en el conflicto de grupos, sino como la base de un acuerdo perdurable de las voluntades...el régimen necesita la cohesión de los suyos para merecer y recibir sin recelo la colaboración de los buenos patriotas en los momentos de peligro nacional"42.
Las divisiones del liberalismo no solamente atraían la atención y preocupación de los altos mandatarios, pues tanto políticos locales como miembros naturales del partido se inquietaban y se pronunciaban frente a esta situación tan perjudicial para la integridad y solidez de su doctrina:
"Es indiscutible que en nuestro ambiente la política liberal está atravesando por uno de sus períodos más agudos, dadas las divisiones surgidas a diario entre los dirigentes de la colectividad...43. Ya hemos dicho que no defenderemos ni mucho menos fomentaremos divisiones en el liberalismo. No hay lugar a revivir en el campo de nuestro partido pugnas que deben estar completamente canceladas, pues estas son formas peligrosas e inaceptadas de romper con la unidad liberal y de exponerla a toda clase de riesgos provechosos para el adversario común..."44
"No puede desconocerse la existencia, en el seno del partido, de muy variados matices de opinión, ni la de corrientes influidas con mayor o menor intensidad, solo esperamos que ello no divida permanentemente las masas de nuestra colectividad, pues así empezaríamos a morir como partido..."45
Este tipo de comunicados, que oscilaban entre reflexiones y discursos, inundaban el ambiente y la cotidianidad cartagenera tratando de mostrar o reflejar las esperanzas cifradas en la cohesión política y social, para en realidad mimetizar la desesperación por homogeneizar la colectividad frente al ejercicio de la política, lo cual era ciertamente imperativo pues el momento político por el cual atravesaba el liberalismo era el de mayor apoyo popular, pero también el de la radicalización de las fuerzas opositoras46.
La fragmentación del partido se rechazaba, se condenaba, pero cada vez se acentuaba más y entre más se reafirmaban las facciones, más se multiplicaban las campañas unificadoras, que en su conjunto convergen en aseverar que las divisiones conducen a extender fisuras, discordias y al cultivo de la anarquía en las filas liberales: "Es indiscutible el malestar que reina en las filas liberales y negarlo o ponerlo en duda sería hacer el papel del avestruz"...47
..."Nuestra constante actividad, nuestra continua propaganda, han sido sin duda estímulos para las distintas fuerzas liberales, no solo en Cartagena sino en todo el departamento. Bien es verdad que en esta ciudad y en algunos otros municipios el liberalismo se presentará demasiado fraccionado el día de las elecciones pero tal fraccionamiento no es más que un peligro monstruoso que solo beneficiará la acción disciplinada del conservatismo"48.
Sin embargo, si los dirigentes políticos no estaban unidos, si eran estos los primeros en dispersarse alrededor de subgrupos de poder, cabe preguntarse ¿cómo pretendían estos y procuraban que se unificaran las masas y todos los sectores de la sociedad en general?, ¿cómo querían e intentaban que se compactaran los ideales e intereses colectivos si aquellos no daban un ejemplo de unidad? Por lo menos hay una cuestión que es clara y evidente: el rechazo a la fragmentación tenía que surtir algún efecto en la educación pública, y es así como los llamados a la reconciliación escondieron estrategias políticas para lograr la unión en torno a la derrota de los adversarios y contendores, que era el único que sacaba provecho de la inestabilidad de los liberales:
..."Solamente va a enfrentarse una lista conservadora y una liberal, lo que es extraño hallándose el liberalismo dividido y subdividido en numerosas fracciones en toda la extensión del departamento, desde Cartagena hasta los límites con Antioquia, pero aún así el liberalismo debe unirse y la base de la unión no puede ser otra que el estirpamiento del adversario"49.
"Para terminar con las graves diferencias que existen en el seno del liberalismo bolivarense, la directiva nacional de ese partido nombró un directorio formado por dos elementos de cada corriente y, para guardar el perfecto equilibrio, al Dr. Lucas Caballero que vendría a hacer el papel de algodón entre vidrios. Limar asperezas dentro del liberalismo de Bolívar es una obra de grandes empujes, porque entre todas las corrientes enfrentadas media un abismo por el odio acrecentado que las divide, pero lograremos la unión"50.
Eduardo Santa plantea que "los partidos políticos esencialmente configuran un binomio: hombre-idea, pues no puede concebirse un partido político sin ideas"51; en este sentido se puede afirmar que las facciones del liberalismo en Cartagena son un claro ejemplo de la existencia de dicho binomio ya que la adhesión a determinados líderes locales representa la acogida y el respaldo a aquellas políticas que mejor lograron encarnar los ideales y las expectativas de la población. Los que manifestaban su apoyo a Simón Bossa o a Miguel Gómez Fernández o a Antonio Regino Blanco o a Alfonso Romero Aguirre, militaban dentro del partido liberal, pero de manera personal se identificaban con alguno en particular pues acogían propuestas políticas, se identificaban con un programa, con una idea que respaldaban no solamente con un voto sino con una actitud, con una esperanza, que si bien dinamizaba todo un conglomerado partidista, también diseccionaba la colectividad. No obstante, aún en medio de esta diversidad se puede hallar un rasgo de unicidad en las facciones: "por heterogéneo que sea el partido liberal, sus miembros están de acuerdo al menos en no reconocer otro fundamento del orden político que no sea la voluntad del pueblo"52.
Otro aspecto relevante del ejercicio de la política local es la íntima relación de los líderes locales con los mandatarios centrales. La política local y la nacional se mantenían en permanente interacción a través de las comunicaciones constantes en las cuales se ventilaban todos los detalles del discurrir político. Diferencias, rivalidades, desacuerdos e incluso agresiones se expresaban en correspondencias, así como también en la opinión, apoyo o aprobación del presidente ante un asunto de considerable importancia. A continuación transcribiremos parte de una carta de un político local para Alfonso López, donde se muestra claramente un conflicto que se lleva a conocimiento del mismo jefe del liberalismo para que intervenga en ayuda de quien se ve afectado:
"Señor Dr. Alfonso López
Bogotá.
Mi querido amigo:...Un grupo de liberales capitaneado por Aníbal Badel, Obregón y otros me está urgiendo en sentido que renuncie yo mi puesto en el Concejo Electoral del Departamento, entiendo que con el propósito de desalojar al Dr. F. De P. Vargas como suplente mío. Como usted sabe es nuestro fiel y adicto amigo y su presencia en el Concejo es necesarísima. Por otra parte el grupo a que me refiero tiene antecedentes y se muestra como una tendencia que a mí no me gusta, por lo que yo he estado remiso a satisfacerlos en lo que me piden de modo visiblemente interesado.
Antes de proceder he creído indispensable consultar a Ud., pues si Ud. Estima que yo debo conservar esa posición estoy dispuesto a hacerlo por sobre toda consideración. En igual sentido estoy dispuesto a conservar mi posición como delegado de Bolívar a la Convención Nacional del partido, posición que el mismo grupo tiene empeño en atrapar...Estoy pues en guardia esperando sus claras instrucciones sobre todos estos particulares, y ojalá Ud. me telegrafiara seguidamente en el sentido conveniente...
Se suscribe de Ud. Su amigo Rogelio Támara"53.
Igualmente, los políticos locales mantenían comunicación con los políticos nacionales para informar los acuerdos, decisiones y resultados de las Convenciones Liberales a fin de dar a conocer la marcha de las campañas:
"Señor Dr. Alfonso López
Bogotá
Mi querido jefe: Me corresponde el informe a usted sobre el resultado de la Convención reunida en estos días...Faraón Pertuz tiene toda la fuerza de los pueblos de la antigua provincia del Carmen y de algunos de la de Cartagena.
Arrastra algo así como diez mil votos.
Antonio Franco González es el candidato de toda la región del Sinú y su aporte en votos es de catorce mil.
Horacio Castañeda es actualmente secretario privado del gobernador y representa en la lista toda la región de Sincelejo y Corozal y le calculo un aporte de seis mil votos.
Luis Felipe Pineda representa la parte sur de Sabanas y toda la región del San Jorge. Abarca nueve municipios y puede aportar algo así como catorce mil votos.
Bossa Navarro tiene la representación de Cartagena"54 ...
Este comunicado revela claramente la importancia de tener conocimiento sobre los procesos de conquistas de votantes que apoyen y acojan los candidatos; así también el futuro presidente sabía de antemano la proporción de los favores políticos que debía responder, dependiendo de los mayores índices de votos que los políticos locales hubieran conseguido. Otro asunto que acaparó numerosas correspondencias entre políticos locales y nacionales se relaciona con denuncias y quejas de conductas inapropiadas por parte de los dirigentes políticos que se desenmascaraban entre sí para poner al descubierto irregularidades, malos manejos e ilícitos de alguien en particular y que, en últimas, sólo perjudicaría más el partido:
"Señor Dr. Alfonso López
Bogotá
Acatado jefe y amigo de todo mi respeto... Enemigo de la intriga como se lo he demostrado, no desearía señalar la inconveniencia de que ciertos nombres figuren en la plancha de candidatos, pero si he de serle franco debo manifestarle que por ética política, y por el deseo vehemente de que se inicie la moralización en nuestras filas, le manifiesto que M.I. Martínez Pereira, delegado a la Asamblea Liberal por Mompox, es el hombre más amoral que yo he conocido, y quien con una impudicia y un cinismo sin igual, cometió toda clase de saltos al Tesoro Público como Diputado de la Asamblea Oficial de Bolívar; y en el mismo caso se encuentra Luis F. Pineda, delegado por Chinú a la Convención Liberal. A estos dos individuos se les sigue juicio criminal por sus actuaciones contra el Tesoro Público Departamental, atentamente su amigo y fiel servidor del partido Ramón León y B."55.
Varias fueron las formas de asociación y representatividad reglamentadas por el liberalismo, a través de las cuales sus miembros entablaban relaciones públicas: La Convención Liberal define los estatutos de partido, elige el director o máximo jefe de la colectividad y el candidato presidencial que represente el partido en la aspiración al ejecutivo central. Así mismo, era deber de la Convención, para evitar tropiezos en sus deliberaciones, trazarse de antemano las normas a seguir, especialmente en lo que respecta al orden y a la forma en que debe hacerse la elección de candidatos a diputados, y los escrutinios correspondientes. Finalmente, le competía supervisar las elecciones en los circuitos electorales existentes en el departamento (Chinú, Mompox, Montería, Corozal, etc.) y a sus miembros les correspondía escrutar los votos.
La Dirección Liberal realizaba una permanente divulgación de lo que ha sido el pensamiento y la doctrina del partido; era una manera de revivir las etapas cardinales de sus luchas ideológicas56. El Directorio Liberal, según las disposiciones del liberalismo, tenía las facultades de lanzar candidaturas al Congreso Nacional y diputados a la Asamblea Oficial del Departamento, para la escogencia que debe hacer la Convención Liberal de Cartagena al reunirse de acuerdo con las disposiciones que los rigen.
En el acta Nº1 del 10 de marzo de 1933, la Convención Liberal del Departamento de Bolívar se reunió en el Teatro de Heredia para postular al jefe del liberalismo, Alfonso López Pumarejo, como candidato presidencial para el período 1934-1938:
"La Convención Liberal de Bolívar, en su sesión inaugural del segundo año, interpretando el sentimiento colectivo de la conciencia liberal ratifica la postulación que este mismo cuerpo hiciera del nombre del preclaro jefe Alfonso López para presidente de la República en el próximo período; la lectura de esta proposición fue recibida con prolongados aplausos y vítores de los delegados y de las barras..."57.
Estos órganos de asociación política también sirvieron para congregar las facciones del liberalismo cartagenero y es así como Miguel Gómez Fernández y Simón Bossa Navarro fueron miembros del Directorio Departamental, Alfonso Romero Aguirre fue representante y suplente de la Cámara de Representantes, por tanto no resultaría difícil deducir el número de disputas que se presentaron al interior de dichos espacios de sociabilidad y representatividad política, pues aunque se tratasen de centros de organización que no buscaban otra cosa que el fortalecimiento y el buen funcionamiento de los ideales del partido, lo cierto fue que se convirtieron en el telón de fondo donde se ventilaron odios heredados, oportunidad que nunca perdían los grupos rivales para desahogar los motivos de sus enfrentamientos:
"El Señor Benjamín Herrera en representación de la Dirección Nacional y en ejercicio de los amplios poderes que le fue investido declaró nulos los actos ejecutados por las dos fracciones en que se dividió la Asamblea Liberal del Departamento (los que apoyan a Bossa Navarro y sus contendores los romeristas), y después de intentar la unión franca de las corrientes, designó un directorio compuesto de elementos de ambos grupos, pues al parecer la armonía entre los copartidarios no va a llegar nunca..."58.
Finalmente, la fragmentación del liberalismo fue tal, que sus líderes se vieron avocados a idear e implementar un programa de educación política que aminorara la mayúscula heterogeneidad que a pasos agigantados seccionaba el partido y amenazaba con desmoronarlo, poniendo en entredicho, ante sus miembros y opositores, la legitimidad del mismo. Los llamados a la unión del partido, la exaltación del apoyo popular y las exhortaciones a la integración doctrinaria eran pues los factores comunes en discursos, reflexiones de prensa, propagandas y correspondencias entre políticos que aprovechaban cualquier oportunidad para condenar la desorganización de la colectividad.
La tercera década del siglo XX se constituyó en una coyuntura política caracterizada por un nuevo intervencionismo por parte del Estado para el Caribe y para América Latina59 - consistente en la regulación de lo social por el Estado, que chocó con la firme oposición de las elites económicas - y Colombia no escapó a este contexto60. Esa nueva regulación social por parte del Estado se orientó a engrosar las filas de los seguidores del liberalismo, pero fue durante la administración de López Pumarejo cuando se cristalizó una nueva forma de hacer política basada en estrategias de poder y a través de ello, buena parte de los sectores populares encontraron en el partido liberal (o más bien en el despliegue estratégico de su retórica), la filiación y el respaldo a sus ideales:
"En Colombia no ha sido ensayada la democracia, es extravagante hablar del fracaso de la democracia en donde nunca ha sido practicada realmente61". "... en la historia de Colombia las masas no habían intervenido en las grandes combinaciones políticas y los pactos siempre habían sido entre dirigentes, sin intervención de las masas..."62.
Los hechos o causas que dieron lugar a la conformación de las distintas facciones al interior del liberalismo en Cartagena obedecen, por una parte, al fraccionalismo de las elites locales que se gestaron desde antes la Guerra de los Mil días (1899-1902); sin embargo, la guerra puso de presentes profundas divisiones entre diferentes sectores del liberalismo, en especial entre la jerarquía liberal y los sectores populares negros y mulatos, que ganaron gran popularidad por sus hazañas en dicha conflagración. No obstante, cabe precisar que entre la Guerra de los Mil Días y la llegada del liberalismo al poder (1930), estas divisiones y facciones no fueron evidentes, antes bien, los liberales estuvieron más o menos unidos para derrotar a su oponente natural (el partido conservador), de modo que las tensiones y divisiones del partido liberal que tienen lugar en el siglo XX se materializan de manera más nítida cuando los diferentes sectores del liberalismo, que se sintieron excluidos después de esta guerra, intentan conquistar espacios de poder desde el partido, lo que desembocó en un enfrentamiento entre viejos y nuevos líderes liberales, entre aquellos que representan a los sectores medios y a los sectores populares63.
Por otra parte, las facciones también son el resultado de la superposición de intereses de grupos económicos y de oligarquías por encima de su tradición partidista y de la tendencia tradicional de ejercer la política como una actividad de la elite local al lado de unos líderes locales que se alinearon también a líderes de envergadura nacional. En otras palabras, las facciones del liberalismo en esta ciudad reprodujeron las divisiones partidistas de la estructura jerárquica del liberalismo nacional y adquirieron nuevas formas de acuerdo a los espacios políticos que se brindaron o negaron en cada administración local o departamental.
Los gobiernos de la República Liberal fueron muy distintos entre sí64, pero no cabe duda que el período de máximo esplendor para el liberalismo, para el pueblo y para las facciones fueron los mandatos liderados por Alfonso López Pumarejo, quien tratando de erigir a Colombia sobre un Estado moderno y tratando de facilitar un escenario político para las masas, abrió paso al marco en el cual se consolidaron las facciones del liberalismo cartagenero.
Las adscripciones partidistas revelan en sus comportamientos políticos formas de organización y cohesión social propias y los 15 años que van de 1930 a 1945 se convirtieron en el marco en el cual se consolidaron las facciones políticas del liberalismo en la medida en que se gestaron y configuraron formas de sociabilidad política y cultural, en las que los sectores populares urbanos se integraron con el orden privilegiado de la élite cartagenera. Esto significa que los actores de la cultura política liberal popular no escatimaron esfuerzos al luchar por espacios de representatividad política, donde las facciones que fragmentaron el liberalismo contribuyeron a la aclimatación de estructuras oligárquicas, redes de poder y conflictos de intereses, justamente en el contexto en el que entró en escena el proceso de modernización de los ámbitos socioeconómicos y político- institucionales en el país. Fue así como el juego de imágenes y contraimágenes que construyó dicho faccionalismo, y la naturaleza de los conflictos que protagonizaron, los que inauguraron el proceso de apertura de los espacios políticos en los que tanto la elite como las masas participaron de manera decisiva en la dirección de los asuntos públicos de la ciudad, a través de la profesión del credo liberal.
No resulta desconocido que el liberalismo se amoldó con mayor precisión a los comportamientos sociales y a la cultura de la Costa Caribe colombiana. Esta doctrina se convirtió, tanto para los estratos bajos de la población como para personajes de prestancia social, en el idioma político que mejor expresaba sus expectativas y que, incluso, los dotaría de consignas, ideales y elementos para recurrir a la movilización popular cada vez que fuera necesario. Precisamente con el gobierno de Alfonso López Pumarejo, se halló el terreno más fértil para que germinaran y prosperaran las aspiraciones de los sectores populares, así como también las expresiones más elocuentes de movilizaciones, oposiciones y, consecuentemente, de facciones.
El lopismo empezó a articular las oligarquías -existentes en Colombia desde el momento mismo en que se fraguó la construcción de la nación- en torno al establecimiento de una democracia participativa para legitimar su propuesta de acercamiento entre el pueblo y el Estado. Pero en los puntos en los que hubo desacuerdos entre los mismo copartidarios, ahí donde predominaron los odios heredados, los intereses de grupo o las ambiciones burocráticas, fue donde tuvieron lugar las muestras más ilustrativas de la domesticación de masas y de las facciones65.
Tan trascendentales fueron los gobiernos de López, que fueron los períodos que más gozaron de apoyo popular, pero también de una mayúscula oposición y por esta misma razón, estos gobiernos correspondieron al marco en el cual se reestructuraron, fortalecieron y se enfrentaron las facciones.
Los varguistas, bossistas, romeristas, blanquistas y gomezfernadistas, por tanto, no fueron otra cosa que representación y modalidad específica de las relaciones políticas o mejor aún, de las estrategias políticas de conquista y conservación del poder, más que escenarios de confrontación social o racial. No se trata, pues, de una ciudad caracterizada solamente por una tradición política heredada, sino ante todo de un laboratorio de ideas y de intelectuales en donde se desarrollaron formas de conciencia política moderna; después de todo, mediante el nuevo intervencionismo del Estado que adoptaron los gobiernos liberales, pretendieron instaurar un orden político acogido y respaldado por la mayoría. Poderes locales y poderes centrales se apoyaban entre sí y el gobierno se veía abocado a mancomunar esfuerzos con los sectores que contribuían a su permanencia en el poder. Pero, igualmente, tales poderes también llegaron a enfrentarse y las facciones del liberalismo cartagenero fueron una clara muestra de ello, pues su desarticulada sociedad fue el reflejo y proyección de las inconsistencias del aparato estatal66; de manera que los nuevos intereses que surgieron a raíz del lopismo se sumaron a los ya existentes67.
El estudio del desarrollo de esta problemática, específicamente las divisiones y facciones al interior del mismo partido que pregonaba la integración, nos condujo a comprender y demostrar que en la consolidación y expresión de los conflictos por el poder que han enfrentado a los ciudadanos, se esconde buena parte de sus luchas históricas por ganar espacios de participación y representatividad en el ejercicio de lo público, contribuyendo así al entendimiento de los procesos históricos que han distanciado las unidades locales y regionales, construyendo desigualdades e imponiendo y perpetuando fragmentaciones.
1 Artículo derivado de la investigación de tesis de Maestría titulada: Hegemonía liberal y facciones en Cartagena: diversidad política vs unidad de partido, 1930-1945. Presentada para optar el título de Magister en Estudios del Caribe, Universidad Nacional de Colombia sede Caribe, 2011.
2 FALS BORDA, Orlando, El Presidente Nieto, Bogotá, Carlos Valencia Eds., 1984.
3 SOLANO, Sergio Paolo, "Raza, liberalismo, trabajo y honorabilidad en Colombia durante el siglo XIX", en Infancia de la nación. Colombia durante el primer siglo de la República, Bogotá, Eds. Pluma de Mompox-Colección Voces del Fuego del Bicentenario, 2011, pp. 23-68.
4 SOLANO, Sergio Paolo y FLÓREZ, Roicer, "Resguardos indígenas, ganadería y conflictos sociales en el Bolívar Grande, 1850-1875", en Historia Crítica No. 34, Bogotá, Universidad de los Andes, 2007, pp. 92-117.
5 LOAIZA, Gilberto, "La masonería y las facciones del liberalismo colombiano durante el siglo XIX. El caso de la masonería de la Costa Atlántica", en Historia y Sociedad No. 13, Medellín, Universidad Nacional, 2007, pp. 65-89.
6 GREEN, John, "Vibrations of the collective': The popular ideology of Gaitanismo on the Colombia's Atlantic Cost, 1944-1948", in Hispanic American Historical Review vol. 76, No. 2, Duke, Duke University Press, 1996, pp. 283-311.
7 ROMERO AGUIRRE, Alfonso, Confesiones de un aprendiz de estadista, Cartagena, Editorial El Mercurio, 1938, p. 69.
8 El concepto Redes de Poder hace referencia a un campo más amplio sobre Redes Sociales, las cuales pueden dividirse en dos direcciones: Redes Sociales Ego y Redes Sociales Abiertas; la primera se refiere a la relación que tienen los individuos por vínculos primarios, como por ejemplo los de parentesco; la segunda es más amplia y no solamente cubre a parientes y afines sino a comunidades enteras que comparten en grados diversos proyectos, valores, en fin una puesta en común de esferas bien particulares. Para una mayor ilustración ver: MOUTOQUIAS, Zacarías, Las redes sociales como instrumento para el análisis de la historia social en Latinoamérica, Buenos Aires, Editorial Paidós, 1993.
9 Ver VANEGAS BELTRÁN, Muriel, Partido de Facciones. Cultura Política Liberal cartagenera 1930- 1945. Tesis de Pregrado. Programa de Historia, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad de Cartagena, Cartagena, 2003. Y de esta misma autora, "Hegemonía liberal y facciones en Cartagena: diversidad política vs unidad de partido", en ROMAN ROMERO, Raúl (ed.) Cultura, sociedad, desarrollo e historia en el Caribe colombiano. San Andrés, Colección 10 años de la Maestría en Estudios del Caribe. Instituto de Estudios Caribeños - Universidad Nacional de Colombia sede Caribe, 2011, pp. 163-185.
10 Para un estudio comparativo de facciones al interior de los partidos véase: CANO DE ARENAS, Estrella, Algunas facciones políticas en el Departamento de Risaralda, 1968-1984, Tesis de Magíster en Estudios Políticos. Bogotá, Universidad Javeriana, 1997.
11 SOLANO, Sergio Paolo, "Raza, liberalismo, trabajo y honorabilidad en Colombia durante el siglo XIX", en Infancia de la nación. Colombia durante el primer siglo de la República, Bogotá, Eds. Pluma de Mompox-Colección Voces del Fuego del Bicentenario, 2011, pp. 23-68.
12 TORRES DEL RIO, César, Colombia siglo XX. Desde la Guerra de los Mil Días hasta la elección de Álvaro Uribe, Bogotá, Grupo editorial Norma, 2010.
13 SILVA, Renán, República Liberal, intelectuales y cultura popular, Medellín, La Carreta editores, 2005.
14 PALACIOS, Marco, Estado y clases en Colombia, Bogotá, Procultura, 1986, p.138.
15 ROMERO, Alfonso, Confesiones de un aprendiz de estadística, p. 69.
16 Sobre la confrontación simbólica de los partidos después de la guerra de los Mil Días ver ROMAN ROMERO, Raúl. Celebraciones centenarias. La construcción de una memoria nacional, Cartagena, Instituto Internacional de Estudios del Caribe-Universidad de Cartagena, Alcaldía Mayor de Cartagena. 2011. Especialmente el capítulo "Politización, crisis y confrontación partidista en la primera década del siglo XX", pp. 67-97.
17 Sobre las causas, desarrollo y consecuencias de la Guerra de los Mil Días abundan investigaciones históricas de variadas interpretaciones y enfoques, para una documentación sucinta y a la vez completa, recomendamos ver JARAMILLO, Carlos Eduardo, "Antecedentes generales de la Guerra de los Mil Días" y "La Guerra de los Mil Días", en Nueva historia de Colombia Tomo I. Bogotá, Planeta, 1989. pp. 65-112. Véase también TORRES DEL RIO, César, "Los años sombríos", en Colombia siglo XX, pp. 17-29.
18 SOLANO, Sergio, Cultura política liberal popular en el Caribe colombiano, 1850-1930, Inédito.
19 ROMERO, Alfonso, Confesiones de un aprendiz, p. 72. Muestra de este proceso de ascenso sociopolítico protagonizado por los militantes cartageneros de la Guerra de los Mil Días fueron los casos de los generales Joaquín Mercado Robles, Jesús María Lugo, el "negro" Paredes, entre otros, que aun siendo de humilde extracción tuvieron notables desempeños en la vida política de la ciudad y del departamento. Un texto que ilustra ampliamente uno de estos casos es: ZARANTE, José, Reminiscencias históricas (recuerdos de un soldado liberal), Cartagena, Imprenta Departamental, 1933, pp. 267-277.
20 Para tener un referente del uso y aplicación del concepto "politización de masas" véase: CHARTIER, Roger, "Una nueva cultura política", en Espacio público, crítica y desacralización en el siglo XVIII. Los orígenes de culturales de la Revolución Francesa, Barcelona, Editorial Gedisa, 1995 (primera edición en español), pp. 153-187. Es interesante el análisis que realiza este autor sobre la politización de la cultura popular a partir de la caracterización que realiza Peter Burke del período comprendido entre el siglo XVI y la Revolución Francesa. Se cuestiona si verdaderamente la multiplicación de textos impresos y de obras públicas interesan a los actores sociales que se resistían al poder o a los que se veían afectados por cambios políticos; la conclusión de Chartier, luego de examinar algunos ejemplares de la literatura popular, es que efectivamente la proliferación de este tipo de textos y publicaciones apuntaba a la politización de las masas en un contexto de consolidación del Estado, ante todo en las ciudades donde las sublevaciones y movilizaciones populares se realizaban en nombre del rey contra cualquier grupo que cuestionara la legitimidad de este.
21 Archivo Histórico de Cartagena (AHC), El Fígaro, Cartagena, Septiembre 30 de 1939, p. 2,.
22 Ibíd.
23 Diario de la Costa, Cartagena, Agosto 4 de 1944, p. 4. AHC.
24 El Fígaro, Cartagena, Septiembre 30 de 1939, p. 3. AHC.
25 Ver SANTA, Eduardo, Instituciones políticas de Colombia, Bogotá, Editorial Temis, 1981, p. 17.
26 Para un estudio detallado del papel de la prensa local como fiscalizadora y crítica de los partidos y como controladora e instructora de los comportamientos colectivos, en perspectiva comparativa, ver: SANTOS, Adriana. "La prensa católica en el Estado Soberano del Magdalena: Guerra de palabras y pedagogía política", en: El taller de la Historia Nº2, Cartagena, Programa de Historia, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad de Cartagena, 2002, pp. 85-100. Como su título indica, esta obra analiza la prensa como instrumento de la iglesia católica para generar una "guerra informativa tendiente a consolidar una forma particular de hegemonía cultural y la formación de una opinión pública producto de la educación... de los ciudadanos" (p. 1). La iglesia también se valía de los medios de comunicación para estigmatizar al adversario político valiéndose de una "ofensiva ideológica" encaminada a ejercer un control social y a moldear la opiniones popular frente al antagonista; para ello se valía de imágenes y lenguajes que buscaban sensibilizar los lectores y manipular sus posturas políticas.
27 Biblioteca Nacional de Colombia (BNC), El Campanero Liberal, Cartagena, Julio 7 de 1934, p. 3.
28 AHC, El Fígaro, Cartagena, Marzo 8 de 1937, p 1.
29 AHC, El Fígaro, Cartagena, Marzo 10 de 1937, p 1.
30 AGUDELO VILLA, Hernando, La revolución liberal. Un proyecto político inconcluso Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1966, p 76.
31 BNC, El Mundo, Cartagena, Febrero 27 de 1937, p 3.
32 BNC, El Mundo, Cartagena, Febrero 22 de 1936, p. 3.
33 Ver PECAUT, Daniel, Orden y violencia en Colombia, Bogotá, editorial Norma, 2001. p 397. El faccionalismo que se articuló en torno a los presidentes López y Santos contribuyó, en gran medida, a la crisis institucional que afrontaron los gobiernos liberales, toda vez que la debilidad de las mencionadas administraciones se debió a que estas se convirtieron en campos de enfrentamientos entre bandos y facciones partidistas, tanto en lo local como en lo central (nacional). MEDINA, Medófilo, Juegos de rebeldía. La trayectoria política de Raúl Charris de la Hoz, 1914, Bogotá, CINDEC, Universidad Nacional, 1997. Esta obra, a través de un importante estudio de caso o historia de vida, plantea, entre otras cosas, que el campo político del año de 1942 se escindió entre dos bandos: lopistas y antilopistas. Los liberales que se agrupaban en el segundo sector preferían autodenominarse antireeleccionistas al igual que los conservadores opositores de López que, para dicho año, apoyaban la candidatura de Carlos Arango Vélez (p. 66).
34 AHC, El Fígaro, Cartagena, Septiembre 16 de 1941, p. 1.
35 AHC, El Fígaro, Cartagena, Junio 10 de 1940, p. 3.
36 AHC, El Fígaro, Cartagena, Marzo 15 de 1937, p. 1.
37 PECAUT, Daniel. Orden y violencia, p. 133.
38 Ver: LATORRE RUEDA, Mario, 1930-1934, "Olaya Herrera: un nuevo régimen", en Nueva Historia de Colombia. Planeta, Bogotá, 1989. Vol. I, pp. 269-297. ARCINIEGAS, Germán, "Aspectos de Olaya Herrera y su gobierno", en: Ibíd., pp. 299-304.
39 Una de las ideas claves del pensamiento lopista, reflejada en la fuente consultada, era que consideraba que en la historia nacional las masas no habían intervenido en las grandes fórmulas políticas, las cuales sólo se habían practicado entre dirigentes sin la participación popular.
40 PECAUT, Daniel, Orden y violencia, p. 134-230. Con el concepto de "Ciudadanía popular" el autor designa la invitación sin precedentes que reciben los sectores populares de los mismos detentores del poder, consistente en participar en el sistema político e incluso del mercado, con el ofrecimiento de una identidad propia y con la atracción ejercida por un discurso liberal que por vez primera les ofrece acortar distancias entre el pueblo y el Estado. Así las cosas, la invocación de los sectores medios fue el norte del gobierno de López Pumarejo; su discurso modernizador y su tono reivindicativo de las causas sociales ejercieron una gran seducción entre las clases populares, la cual se tradujo en la euforia que estas manifestaron frente a las propuestas transformadoras de los liberales. Ver también: PALACIOS, Marco, El populismo en Colombia. Bogotá, editorial Suiasinza, 1971, p. 34. Este autor coincide con Pecaut al afirmar que las masas urbanas comenzaron a experimentar la reivindicación de sus aspiraciones bajo los gobiernos de López.
41 Archivo General de la Nación (AGN), LÓPEZ PUMAREJO, Alfonso, Discurso, Sin fecha, Sección República, Fondo Presidentes, Bogotá, p. 163.
42 Ibíd., p. 164.
43 BN, El Campanero Liberal, Cartagena, Mayo 19 de 1934, p. 5.
44 AHC, La Patria, Cartagena, Marzo 9 de 1943, p. 2.
45 AHC, La Patria, Cartagena, Febrero 12 de 1943 p. 3,.
46 Este período de gobierno así como gozó de un apoyo popular sin precedentes, también generó fuertes oposiciones muchas de las cuales se convirtieron en organizaciones, tal como ocurrió con la APEN (Asociación Patriótica Económica Nacional) conformada por terratenientes, industriales y banqueros de ambos partidos, hacia 1935. Recuérdese que estos grupos defendían la propiedad privada, amenazada según su opinión, por la infiltración de ideas socialistas en el gobierno reformista de la Revolución en Marcha. Pero el pensamiento de López era el de implantar en Colombia una reforma que acelerara el desarrollo capitalista mediante la intervención del Estado en la planificación económica. Sin embargo, dicha planificación debía tener un sentido social. Resulta, pues, interesante anotar que mientras el máximo apoyo de los gobiernos liberales provenía de los estratos bajos de la población, la máxima oposición la lideraban los sectores altos.
47 AHC, La Patria, Cartagena, Marzo 31 de 1943, p. 3.
48 AHC, El Fígaro, Cartagena, Septiembre 28 de 1939, p. 6.
49 AHC, El Fígaro, Cartagena, Septiembre 29 de 1939, p 3,.
50 AHC, El Fígaro, Cartagena, Octubre 16 de 1940, p 2,.
51 SANTA, Eduardo, Instituciones políticas de Colombia, p. 14.
52 PECAUT, Daniel, Orden y violencia, p. 316.
53 AGN, Correspondencias, Sección República, Fondo Presidentes, Cartagena, Abril 3 de 1933.
54 AGN, Correspondencias, Sección República, Fondo Presidentes, Cartagena, Cartagena, Abril 6 de 1933, p. 112.
55 AGN, Correspondencias, Sección República, Fondo Presidentes, Cartagena, Abril 9 de 1933, p.113.
56 Ver: MORALES BENÍTEZ, Otto, Origen, programa y tesis del liberalismo, Bogotá, Partido Liberal Colombiano, 1997.
57 AHC, Convención Liberal del departamento de Bolívar. Acta Nº1. Cartagena, Marzo 10 de 1933, p. 2.
58 BN, El Campanero Liberal, Cartagena, Mayo 19 de 1934, p. 3.
59 Ibíd. p 22-34
60 Ver: ARCHILA NEIRA, Mauricio, Cultura e identidad obrera, Colombia 1910-1945. Bogotá, cinep, 1991, p. 295. Este autor al respecto afirma que pese a las especificidades del caso colombiano, la irrupción del reformismo lopista no era algo aislado del contexto latinoamericano, por el contrario, aquel accedió al poder en el momento más oportuno debido a las necesidades de la población colombiana, que, guardando las proporciones, coincidían con el surgimiento de movimientos populistas en Perú, Chile, Brasil y México que también propugnaban por el ideal de la cohesión nacional.
61 LÓPEZ PUMAREJO, Alfonso, "Carta de aceptación de la Suprema Inspección de las elecciones", Octubre de 1934, en Obras selectas, p. 150. Sección Presidentes, Fondo Correspondencias, AGN.
62 AGN, Fondo Presidentes, LÓPEZ PUMAREJO, Alfonso, "Carta a los miembros de la Dirección Nacional Conservadora", Agosto 4 de 1934, en Obras selectas p 109.
63 Ver: ROMAN ROMERO, Raúl. Celebraciones centenarias, pp. 67-97.
64 Enrique Olaya Herrera "La Concentración Nacional", (1930-1934), Alfonso López Pumarejo "La Revolución en Marcha" (1934-1938), Eduardo Santos "La gran pausa" (1938-1942), Alfonso López Pumarejo (1942-1945).
65 Las masas, además de ser invitadas por vez primera a participar de la vida pública y de ver representadas sus aspiraciones en la socialización del liberalismo, protagonizaron las más grandes movilizaciones en la historia de Colombia precisamente durante el régimen liberal. Al respecto puede consultarse ARCHILA NEIRA, Mauricio, Cultura e identidad obrera, pp. 435-445. El autor ofrece un listado de las huelgas registradas entre 1919-1945 y resulta interesante advertir que el mayor número de estas se registraron durante el primero gobierno de López Pumarejo.
66 Daniel Pecaut. Orden y violencia, p. 21.
67 Ibíd.
Fuentes primarias impresas
Archivo historico de Cartagena
Diario La Patria 1930-1935
Diario el Fígaro 1939-1945
Diario de la Costa 1930-1932 1944-1946
Heraldo de Bolívar 1930-1935
Biblioteca Luis Angel Arango, Bogota:
Gaceta Departamenta de Bolívar 1930-1945
Diario de la Costa 1939 - 1943
Biblioteca Nacional De Colombia, Bogota:
Diario El Campanero liberal 1934
Diario El Mundo 1936
Diario Patria Nueva 1938
Diario El Mercurio 1931
Diario El Figaro 1937
Diario El Mitin 1936
Archivo General De La Nación, Bogota:
Sección República, Discursos y Correspondencias, Fondo Presidentes, 1930-1945.
Fuentes secundarias
Libros
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Artículos
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FECHA DE RECEPCIÓN: 31/07/2012
FECHA DE APROBACIÓN: 17/10/2012