Modernización universitaria
y protesta estudiantil en
Colombia: el caso de la
Universidad Industrial de
Santander (1953-1977)

Álvaro Acevedo Tarazona
Doctor en Historia
Profesor Titular
Universidad Industrial de Santander
Bucaramanga, Colombia



Resumen

Este trabajo pretende servir de síntesis a una trayectoria académica que se ha interesado en la reflexión historiográfica sobre la relación entre la cultura, estudiada a partir de la historia de la universidad colombiana y santandereana y las experiencias de movilización social y política protagonizadas por los estudiantes universitarios. Como postulado central se defiende la tesis de que la relación entre política y cultura ha contado con el escenario universitario como el espacio social en el que convergieron proyectos educativos modernizadores y utopías revolucionarias tamizadas en tradiciones de una cultura política sectaria. El periodo de trabajo está determinado por el surgimiento, auge e inicio del declive de la asociación de estudiantes de la Universidad Industrial de Santander (UIS), más conocida como AUDESA. La UIS se convirtió en la institución más importante que los santandereanos crearon en el siglo XX, producto del esfuerzo denodado de unas élites regionales que, paradójicamente contribuyeron a formar desde el Colegio de Santander una contraélite que fijó su derrotero en la revolución socialista.

Palabras clave: Modernización Universitaria, Movimiento Estudiantil, Universidad Industrial de Santander, Revolución Cultural.


UNIVERSITY MODERNIZATION AND STUDENT
PROTEST IN COLOMBIA: THE CASE OF
UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER

Abstract

This article is intended as a summary to an academic career that has been interested in historiographical reflection on the relationship between culture, studied from the history of university in Colombia and Santander, and experiences of social and political mobilization carried out by university students. The central thesis that lead this work argues that the relationship between politics and culture has had the university setting as a social space in which converged modernizing educational projects and revolutionary utopias screened in traditions of sectarian political culture. The work period is determined by the emergence, peak and the onset of decline of the Industrial University of Santander (UIS) student union, better known as AUDESA. The UIS became the most important institution that Santander created in the twentieth century, the result of strenuous efforts of regional elites, who paradoxically helped form from the College of Santander a counterelite that set its course in the socialist revolution.

Keywords: university modernization, student movement, Universidad Industrial de Santander, cultural revolution.



Introducción

La Universidad Industrial de Santander (UIS) es considerada una institución fundamental para la cultura y la vida de esta región desde su creación a finales de los años cuarenta. En su devenir convergen apuestas de varias de sus generaciones por acercar, cada vez más, los ideales de progreso, modernidad, autonomía, predominio de la razón, del saber científico y técnico y perfectibilidad humana. Tanto el proyecto original de fundación de la UIS como los modelos educativos que han guiado su labor por más de medio siglo, permiten pensar en la importancia suma de esta institución para la cultura santandereana.

Luego de casi dos décadas de reflexión sobre la historia de la universidad colombiana y el movimiento estudiantil, hemos decidido presentar este artículo de síntesis que recoge las principales tesis construidas a lo largo de estos años. En líneas generales, consideramos que la Universidad Industrial de Santander representa uno de los casos regionales más importantes de modernización universitaria en el país a partir de la hibridación de los modelos educativos europeo, norteamericano y de promoción de educación técnica desde los años cuarenta del siglo pasado. Por su parte, la Asociación Universitaria de Santander (AUDESA), se erigió en el concierto nacional como una organización estudiantil que experimentó a su modo la radicalización hacia la izquierda que vivió toda la generación de los años sesenta y setenta en el mundo. El periodo de estudio está determinado por el tránsito de la organización estudiantil, creada en 1953 con un enfoque asistencialista y la expulsión y sanción de más de un centenar de estudiantes durante la rectoría de Cecilia Reyes de León en 1977, momento culmen de la militancia de izquierdas de los estudiantes de la UIS.

Durante estas dos décadas, el proyecto educativo experimentó cambios sustanciales respecto a la implementación de un modelo universitario europeizante, más científico y abierto a una generación de transterrados que ejercieron una gran influencia en la puesta en marcha de la universidad en sus primeros años y la adaptación limitada de la concepción norteamericana de la universidad gracias a los préstamos de entidades multilaterales. En todo caso, la aplicación de estas propuestas se realizó en un ambiente de carencias materiales y culturales, que incidió en la marcha del proyecto educativo y cultural más importante de Santander durante el siglo XX. Como se dijo líneas arriba, el trabajo recoge elementos que se han expuesto en diferentes lugares y sintetizan una trayectoria investigativa fundada en el estudio sistemático de los archivos institucionales de la UIS, los vestigios de la organización universitaria conservados en el Archivo Histórico de la UIS, la prensa regional y nacional y documentos de relevancia de la política educativa universitaria a nivel nacional. Además de nuestros propios trabajos se ha procurado dialogar y presentar cierta bibliografía relevante para el tema en cuanto al contexto colombiano.

Precisamente, junto con Gabriel Samacá se ha sostenido que en nuestro país los estudios sobre historia del movimiento estudiantil se hallan en ciernes, razón por la cual predomina la dispersión de pequeños trabajos que no permiten tener una visión de conjunto de este fenómeno. Además de presentarlo de forma aislada y desconectada de otros procesos sociales como la modernización social y cultural que experimentó el país a mediados de siglo, el objeto llamado "movimiento estudiantil" colombiano no ha sido estudiado a profundidad en sus casos regionales, muestra de ello es la casi inexistencia de historias rigurosas de universidades como la de Antioquia o el Valle. Incluso, la Universidad Nacional de Colombia, epicentro de los cambios políticos, sociales y culturales protagonizados por los estudiantes no cuenta con una visión sintética de sus hitos estudiantiles, líderes o grandes protestas.1 En tal sentido, insistir en la articulación de un estudio regional como expresión de procesos nacionales y globales en el marco de una mirada histórica más larga, puede ser un aporte a los estudios sobre la movilización universitaria en Colombia.

De este modo, el artículo se organiza en tres apartados. En un primer momento se inscribe la creación de la UIS en una duración más amplia que implica pensar la entrada del departamento de Santander al siglo XX y el proyecto de potenciar la educación técnica como respuesta de las elites locales a la situación de rezago nacional. Acto seguido se exponen los principales rasgos de los modelos educativos que se intentaron implementar en la UIS, los cuales sirvieron de marco para la emergencia de una juventud que criticó esta visión modernizadora de la educación y la sociedad. Finalmente, se presentan los acontecimientos más destacados de la movilización universitaria santandereana en los años sesenta y setenta como respuesta a condiciones locales, pero también como expresión de procesos globales de despertar del estudiantado. El texto cierre con un apartado conclusivo que arriesga una serie de planteamientos interpretativos, producto más del conocimiento de los vestigios de los sujetos estudiados que de marcos teóricos prefabricados.


1. La entrada de Santander al siglo XX y la apuesta por la educación técnica: Los orígenes de la UIS

Luego de la experiencia federal en la segunda mitad del siglo XIX que le granjeó cierto reconocimiento a Santander como territorio liberal, el departamento entró al siglo XX agobiado por la derrota en la última guerra civil. La crisis que se desató en torno a los precios del café y la exclusión de las fuerzas liberales de los cargos públicos propiciaron que el departamento fuese uno de los principales escenarios de la Guerra de los Mil Días, con todos los efectos que esto acarreó para la economía, la política y el ser de los santandereanos de principios del siglo. Las batallas libradas en territorio santandereano desempeñaron un papel muy importante en la configuración de un espíritu que, en las primeras décadas del siglo XX, se hundió en la desesperanza al ver un declive de su economía y en general de su posición en el concierto naciona2. El rezago de Santander como resultado de la guerra se desplegó tanto en el terreno económico, ante el progresivo movimiento de la producción cafetera hacia el centro-occidente del país, como en el político, pues fue impuesto un estigma al pensamiento liberal, según los conservadores y vencedores de la conflagración, fracaso, por demás, desde finales del siglo XIX y enterrado al despuntar el siglo XX.3

Durante las primeras décadas del siglo pasado, las promesas de insertar al departamento en el ideal de progreso a través de las vías de comunicación y conectarse con el país y el mundo también representaron un fracaso. El ferrocarril que conectara Bucaramanga y Puerto Wilches para llegar al río Magdalena fue la opción desde 1882 para que el departamento recuperara la senda de progreso y de protagonismo en la economía nacional. La importancia atribuida a este proyecto en términos culturales y políticos deja ver las limitaciones y traumatismos que sufrió su puesta en marcha, particularmente, las relacionadas con la financiación de las obras, la disponibilidad de fuerza de trabajo y las condiciones en que se desarrolló el proyecto4. La escisión del Gran Santander en 1910 como un mecanismo del gobierno de Rafael Reyes para asegurar la constitución de un poder centralizado, las duras secuelas de la Guerra de los Mil Días que registró Enrique Otero D'Costa en sus Dianas Tristes5 y el sueño inacabado de la redención con el ferrocarril hacia el Magdalena, trazaron para los santandereanos un panorama poco halagüeño en las tres primeras décadas del siglo XX. En los años treinta veremos surgir a una generación de santandereanos que, consciente de los difíciles retos que tenía y del peso de la historia reciente, concibieron en la promoción de la educación técnica una posibilidad para retomar un lugar destacado en la nación.

A partir de esta década, las élites santandereanas fijaron como meta para el departamento la promoción de la educación técnica como uno de las principales estrategias para sacar a Santander del marasmo en que se hallaba. En esta empresa desempeñó un papel relevante la reivindicación de cierto ideario liberal por parte de la generación política que tuvo asiento en la Asamblea Departamental y la Gobernación, en el marco de la denominada "República Liberal". Uno de los hombres más importantes en este cometido de promoción de la educación técnica fue don Mario Galán Gómez, quien además fue partícipe de la fundación del Colegio de Santander en los años treinta. Esta institución representó desde 1936 la oportunidad para promover una educación más laica, centrada en la práctica y a la que pudieran acceder los hijos de los sectores medios con limitadas posibilidades de ingresar al colegio San Pedro Claver6. El proyecto educativo pretendió promocionar una educación práctica, útil, para formar a las nuevas generaciones en principios e ideales vinculados al desarrollo material y el progreso de la sociedad santandereana. Para cumplir estos objetivos, se hizo necesario dotar al nuevo colegio con laboratorios de Química, Biología, Geografía Física, gabinetes de Matemáticas, Cosmografía y Física. El espíritu liberal de esta iniciativa se manifestó en la proclamación explícita de no contemplar en los criterios de ingreso asuntos como los de origen social, credo o filiación política7.

Otra institución educativa que sirvió de base para la UIS y que expresó la empresa de la educación técnica fue el Instituto Industrial Dámaso Zapata. Heredero de la famosa Escuela de Artes y Oficios (1887) fue motivo de atención del poder departamental de manera paralela a la creación del Colegio de Santander. El interés era similar: formar técnicos que sirvieran a las necesidades de mejorar la producción de las fábricas santandereanas, la transformación de sus materias primas y el aprovechamiento de los recursos naturales existentes, especialmente los relacionados con los hidrocarburos8. La relación entre el Dámaso Zapata y la futura UIS sería de vital importancia, no sólo por la dotación para laboratorios sino por el camino recorrido en cuanto a la educación técnica se refiere9. Este proceso se dio en el marco de una ciudad que vivía un momento de tránsito entre la vida apacible del pueblo y las novedades que caracterizan el ritmo de vida de las nacientes ciudades colombianas. La realización de eventos nacionales, los cambios en infraestructura y otras expresiones modernizadoras, permitieron a la elite local pensar en potenciar el desarrollo capitalista10.

La creación de la universidad técnica para Santander fue considerada como una utopía que sólo se pudo echar a andar gracias a que sus interesados y promotores ocupaban importantes cargos públicos en la administración departamental. Tanto Galán Gómez, Director de Educación Pública, como otros políticos de renombre impulsaron desde 1940 la creación de una Facultad de Ingeniería Industrial para entronizar "las perspectivas profesionales de la cultura técnica y científica […] por medio de un estudio experimental y positivo de las ciencias matemáticas, de las físico-químicas y de las naturales". Para Mario Galán Gómez, este tipo de saberes no sólo debían apoyar las actividades industriales sino hacer de la misma producción un atributo de bases científicas11. No obstante la claridad sobre el proyecto educativo técnico, la universidad sólo fue creada por ordenanza en 1947 y entró en funciones el 1 de marzo de 1948. A pesar del interés y empeño, algunos sectores políticos cercanos al conservatismo señalaron las deficiencias regionales en materia de infraestructura industrial y más aún, la carencia de personal capacitado para formar ingenieros con una mentalidad propiamente técnica.

Con la llegada de Julio Álvarez Cerón a la dirección del Instituto Industrial Dámaso Zapata en 1941 se inició un pequeño pero interesante flujo de inmigrantes y exiliados europeos que tuvieron un gran impacto en la estructuración de la UIS, entre los que se destacaron los hermanos Álvarez Cerón y Rodolfo Low Mauss, entre otros. De esta forma, para que el proyecto pudiera iniciar, hubo de contar con el apoyo político paulatino de los poderes departamentales, el aporte financiero del gobierno nacional, las tierras donadas por los hermanos Navas Serrano para las instalaciones, la dirección intelectual de Álvarez Cerón y la disposición de una serie de colegios técnicos como el de Santander, el Dámaso Zapata y los universitarios de San Gil, Socorro y Vélez.12

Antes de su sanción oficial e inicio de labores, entre 1943 y 1947 hubo tres intentos más por crear la universidad técnica para Santander. El primero, se llevó a cabo entre 1943- 1944 y no recogió todos los elementos de la propuesta de Galán Gómez, pues amplió las posibles carreras a áreas como Agronomía, Veterinaria y Bellas Artes. Tal proyecto recibió el apoyo de la gobernación que se tradujo en la preparación del Dámaso Zapata, la compra de los terrenos y la promesa de formar a un cuerpo profesoral. No obstante los conflictos políticos en el departamento, asuntos nacionales y el desinterés del Ministro de Educación del momento desviaron la atención de la empresa educativa. Paralelamente, los dos principales gestores elaboraron y expusieron parte del ideario que serviría de base a este proyecto universitario. Para Álvarez Cerón, formar cuadros técnicos en todos los niveles e ingenieros que se pudieran dedicar a la investigación industrial era la apuesta para rescatar el lugar de Santander en el concierto nacional. El proyecto educativo superior tenía como fin dotar a la región y la nación de un número considerable de profesionales capaces de aportar al desarrollo13.

Por su parte Galán Gómez, santandereano, reconoció las limitaciones que tenía el departamento para cifrar su futuro en la agricultura, pues problemas como la topografía impedían la tecnificación de este sector, sin descontar la escasa fertilidad de los suelo. En su lugar, Santander era un territorio pletórico de fuentes hídricas que permitían pensar en una base importante de electricidad para impulsar un proyecto industrial. A ello se sumaba la existencia desde la administración departamental de un plan vial que permitiría conectar al departamento y sacar sus productos agrícolas y manufacturados al mercado nacional. En este escenario, Mario Galán Gómez propuso a mediados de los años cuarenta que Santander estaba llamado a ser un departamento industrial, que si bien contaba con un potencial energético y vial, además de una larga tradición de laboriosidad de su gente, no tenía en aquel momento un centro en el que se formara a los hombres que adelantarían la titánica labor de industrializar esta región14.

La creación formal de la UIS por decreto 583 del 25 de marzo de 1947 constituyó, tal y como lo expresaron los dignatarios que proclamaron oficialmente el inicio de actividades el 1 de marzo de 1948, un acontecimiento suprapartidista que enalteció la "raza santandereana"15. La creación de la Universidad Industrial de Santander se ha de enmarcar en el proceso de fundación de universidades de medio siglo que configuró el sistema universitario nacional16. En este contexto, el departamento de Santander entró en una dinámica desconocida hasta el momento, un dinamismo de "hambre de industrialización" y de procesos de modernización de la sociedad local, regional y nacional que desatarían las fuerzas y energías de los futuros estudiantes de la UIS para posicionarla ahora no sólo como una de las pocas universidades que sirvieron de modelo nacional por sus logros y enfoques sino por el lugar de la protesta social protagonizada por los estudiantes17.


2. De la experiencia híbrida europea al modelo norteamericano en la UIS

La Universidad inició clases con un reducido grupo de estudiantes que no superó la veintena, entre tres y cinco docentes y un cuerpo administrativo igualmente reducido. Este modesto inicio no desdice del trascendental significado de las primeras jornadas, pues además en su estructura de funcionamiento contempló el vínculo directo con las instituciones educativas de secundaria bajo la etiqueta de "facultades menores"18. Con las tres facultades pioneras, a saber: Mecánica, Eléctrica y Química se pretendió formar ingenieros profesionales altamente especializados que articularan tanto el saber técnico propiamente dicho con el conocimiento de las bases científicas. Los primeros programas de estudio y el profesorado que llegó en los años iniciales imprimieron un sello de formación europeo al proyecto educativo santandereano. Incluso, algunos profesores nacionales que laboraron en la UIS habían sido formados en Bogotá por exiliados europeos, razones por las cuales el lugar otorgado a las ciencias en la educación profesional fue muy importante. Las ingenierías creadas en los años cincuenta, Metalúrgica y Petróleos (1954) e Industrial (1958) alcanzaron a tener algún influjo de este modelo europeo adaptado a las particularidades nacionales.

Hace algunos años, cuando la universidad cumplió cincuenta años, se publicaron varios libros y artículos sobre sus orígenes y trayectoria institucional, incluida una versión modificada de la tesis de maestría del autor de este trabajo. Sin entrar a reiterar varios tópicos conocidos y para no saturar este texto de datos, es posible decir que en sus dos primeras décadas la UIS fue un caso de hibridación del modelo europeo de universidad, las condiciones y limitaciones materiales y culturales propias de la región y ciertas aproximaciones a la visión norteamericana de la educación superior. Los avatares propios de la adaptación de los profesores migrantes (llámense también transterrados) y exiliados o el desconocimiento de la comunidad santandereana respecto a las diferencias del proyecto universitario con la formación técnico-artesanal, determinaron la marcha de la universidad en los primeros años; y sumado a todo esto, las limitaciones financieras. La separación del Dámaso Zapata en 1950 o el cambio de sede a mediados de la década fueron así mismo tránsitos significativos en este decenio19.

En 1958, tras la rectoría de Julio Álvarez Cerón y de una década de funcionamiento, la universidad derivó a un nuevo momento en su vida institucional bajo la administración de Rodolfo Low Maus20. A ello hay que sumar los cambios institucionales en el mundo universitario colombiano, particularmente la creación del Fondo Universitario Nacional (FUN) y de la Asociación Colombiana de Universidades (inicialmente ACU, luego ASCUN) que significaron un incremento de la autonomía para las universidades regionales bajo control de una entidad de carácter privado que sustituyó hasta 1968 la inspección estatal a la educación superior21. Low Maus enfrentó el reto de dirigir una UIS como entidad autónoma. Con la asunción de la rectoría de Low se inició una de las cinco grandes rectorías que tuvo la UIS en el periodo de estudio. Las administraciones de Low Maus, Juan Francisco Villarreal, Neftalí Puentes Centeno, Carlos Guerra y Cecilia Reyes de León fueron decisivas para dar el giro del modelo de formación científica al profesionalizante de raíz norteamericana. Un resultado que necesariamente no fue lo uno ni lo otro, y que para líderes estudiantiles destacados en AUDESA, entre ellos Jaime Arenas, no podía llegar a ser más que caricatura del modelo educativo superior norteamericano.

Entre 1958 y 1962 Low Maus lideró la ampliación y expansión de la universidad como institución y en lo relacionado con el número de estudiantes matriculados y carreras ofrecidas. Creó la División y el Instituto de Investigaciones Científicas, la Facultad de Ingeniería Industrial, contrató nuevos profesores nacionales y llevó a cabo un estudio para sacar adelante algunas reformas al reglamento en los niveles académico y administrativo. Con este rector se inició el camino hacia el modelo norteamericano, ya que la agenda investigativa se organizó a partir de las profesiones, además de realizar dos convenios internacionales con la Fundación Ford para la construcción del edificio de Ingeniería Eléctrica y con la UNESCO para la asistencia técnica en la dotación de los laboratorios, consecución de bibliográfica y formación docente en el exterior. A pesar de su importante gestión, la política local determinó la salida de Low Maus al ser señalado de promotor de ideas comunistas en la universidad, pues eran tiempos en los que los estudiantes se acercaron al mundo de la nueva izquierda. El 30 de noviembre de 1962 asumió la rectoría el ingeniero Juan Francisco Villarreal. Su rectoría abrió un compás de tensión con el estudiantado debido a su decisión inquebrantable de empujar la universidad hacia la concepción estadounidense de la educación22.

Con la rectoría de Villarreal (1962-1968) la UIS conoció la inserción en las políticas educativas propias del proyecto modernizador de inspiración norteamericana, razón por la cual la protesta estudiantil se vio aupada por el progresivo intervencionismo del "imperialismo yanqui" en los destinos de la universidad colombiana23. El modelo norteamericano de educación enfatizaba en una perspectiva profesionalizante y práctica en la que el sistema educativo debía estar regido por los principios de eficacia y eficiencia de los recursos24. La perfectibilidad humana como base de la vida universitaria debía irrigar al resto de la sociedad para que esta saliera de su condición premoderna y subdesarrollada. El progreso social y científico iría de la mano con la libertad política, luego la universidad tenía la obligación de dotar a los gobiernos y a las sociedades de las claves para obtener el desarrollo económico. En los años sesenta, la ASCUN y el FUN se dieron a la tarea de formalizar las tesis de Atcon que habían sido preliminarmente implementadas en la Universidad Nacional bajo la rectoría de José Félix Patiño en 196525. Con el Plan Básico para la Educación Superior publicado entre 1969-1970, se dio un nuevo impulso a la política educativa inspirada en el modelo norteamericano, no sólo por la reiteración de los postulados de Atcon sino por la directa asesoría e intervención de expertos norteamericanos en su elaboración26. Cabe señalar que la propuesta de Atcon tuvo sus críticos y detractores tanto del medio académico profesoral como estudiantil colombiano, pero más allá de sus postulados era tal la fuerza de este exitoso modelo de educación superior que terminó imponiéndose en el medio académico universitario del país, por lo menos en las apuestas e ideales porque la praxis educativa nunca alcanzó a emular y ni siquiera a prefigurar dicho modelo.

En el caso de la UIS, la administración de Villarreal realizó varios cambios sustanciales que tuvieron alcances hasta bien entrados los años ochenta e incluso hasta el día de hoy. El primero fue la integración de la Universidad Femenina de Santander, entidad que dio origen a las carreras de Enfermería, Nutrición y Dietética, Laboratorio Clínico que se convertiría en Bacteriología, Trabajo Social y Dibujo Arquitectónico y Decoración. En 1967 también se afilió académicamente la Universidad de Pamplona, se dio inició a la reforma académica relacionada con la departamentalización y creación de divisiones académicas en lugar de facultades y se creó la División de Ciencias de la Salud. Este mismo año hubo contactos con la UNESCO para implementar el primer programa de posgrado, que comenzó dos años más tarde en la especialidad de Ingeniería Química. Esta administración también realizó convenios con universidades norteamericanas como el Kansas State Teacher College, Kansas State University y Adams College de Colorado, en donde realizaron posgrados algunos profesores. También se creó el Departamento de Planeación de la universidad y la División de Ciencias Humanas y Educación en 1968. A estas transformaciones sustanciales se sumó la elaboración del Plan de Desarrollo en 1969 que marcaría la historia de universidad durante los años setenta.

Durante la rectoría de Villarreal, además de estos cambios sustanciales, se conmemoró el vigésimo aniversario de creación de la universidad en 1968, momento en el que se retomó aquella preocupación por el significado de la institución y del proyecto educativo en la historia y la vida de los santandereanos. A diferencia del desasosiego y desesperanza de principios de siglo, en 1968, por lo menos la prensa santandereana creía que Santander había obtenido un lugar importante a nivel nacional gracias a su proyecto educativo. Con cierto derroche de optimismo, se creía que la UIS era un referente continental para la educación técnica y modernizadora, más allá de las deficiencias estructurales del proyecto, pues tampoco se asumió plenamente la esencia del modelo norteamericano y tampoco se contaba con los medios materiales para garantizar la expansión de la universidad. Si bien el proyecto de ampliación desbordó las capacidades reales de la universidad, entre 1970 y 1973 se fundaron tres licenciaturas: Idiomas (1970), Matemáticas y Biología (1973) y se esperaba crear, como parte del Plan de Desarrollo, facultades nocturnas en el área de las Ciencias Sociales, sedes en las provincias y otorgar grados a nivel tecnológico.

Para llevar adelante estos propósitos, las directivas universitarias tanto en la gestión de Villarreal como de Puentes Centeno (1968-1970) y Carlos Guerra (1971-1974) acudieron a la financiación internacional. Aun desde los estudios preliminares para hacer viable el Plan, la inyección de recursos dependió de los fondos que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) desembolsó. Al respecto, cabe destacar que así como en 1947 Mario Galán elaboró los estudios históricos, geográficos y económicos que sirvieron de base para la creación de la UIS, en 1969 el BID pedía realizar varias investigaciones que demostraran las potencialidades económicas de la región y el papel de la universidad en su desarrollo. La adecuación de la universidad a los designios de la concepción norteamericana de la educación volvió al principio del proceso fundacional de la universidad pero bajo nuevos criterios. La teoría del despegue económico en el marco de la Guerra Fría y su lucha contra la amenaza comunista obligó a pensar la relación entre la universidad, la sociedad y el progreso regional en términos totalmente distintos. Aunque las élites políticas del departamento todavía creían que la universidad era un patrimonio de los santandereanos, ésta ya no tenía el sentido de ser la gran apuesta regional para posicionarse a nivel nacional y continental, pese a los deseos y añoranzas27.

El proyecto educativo santandereano de mediados de siglo no se restringió a las iniciativas de promoción de una educación técnica y científica encarnada en el Dámaso Zapata, el Colegio de Santander y la UIS. Luego de una carrera política al servicio de su departamento y la nación, y en el marco de unas condiciones adversas de persecución política e ideológica, Alfonso Gómez Gómez y otros hombres de ideas liberales fundaron en 1952 un colegio que sería la piedra basal de otra experiencia significativa para la educación santandereana. El Instituto Caldas y la Universidad Autónoma de Bucaramanga representan otra vía hacia la modernización de la región, centrada no en el desarrollo del conocimiento técnico sino como parte de un interés por ofrecer una educación laica a los hijos de liberales discriminados por su credo ideológico y por dar trabajo a un grupo de maestros que habían suscrito su quehacer a la libertad de pensamiento. Nombres como los del mismo Gómez Gómez, Pedro y Carlos Gómez Albarracín y Armando Puyana son parte de la universidad privada más importante de la región, empresa que se hizo realidad inicialmente en 1956 bajo la Corporación Universitaria Autónoma de Bucaramanga y que en 1982 adoptaría el nombre de Universidad Autónoma de Bucaramanga28.

Recuerda Alfonso Gómez que fue el escenario de intolerancia del gobierno conservador de Laureano Gómez el que obligó a la creación de un nuevo proyecto educativo en Santander que sirviera de válvula de escape al clima de restricción ideológica y cultural que se impuso luego del asesinato de Gaitán. Conocedores de la experiencia del Gimnasio Santander de principios de siglo, algunos profesionales prestantes de la región se dieron a la tarea de idear un colegio para el ciclo primario a partir de la reunión de un capital modesto que les permitiera impartir una educación tolerante a inicios de los años cincuenta. Así, inició labores el Instituto Caldas, cuyo nombre fue propuesto por Carlos Albarracín en momentos en que los colegios particulares llevaban nombres de santos debido a su vinculación con órdenes religiosas. Las dificultades y escollos para su funcionamiento no se hicieron esperar, pues en el ámbito legal hubo problemas para acceder a la personería jurídica y la licencia de funcionamiento, a lo que se sumó el señalamiento de ser una institución masona y atea.

La realidad no era otra que la necesidad de promover una educación respetuosa de los individuos, al punto que se incluyó la materia de religión para aquellos que necesitaban de la misma, además de recibir el apoyo y colaboración desinteresada de personajes vinculados a la masonería. En todo caso, la experiencia del Instituto Caldas sirvió de base para la creación de la primera facultad de administración, cuyo objetivo fundamental fue ampliar las posibilidades formativas de la ciudadanía de Bucaramanga en áreas que la UIS no copaba. Esto se tradujo en el fortalecimiento de una educación en y para los negocios, en momentos en que la industria y el espíritu emprendedor santandereano necesitaban de estas luces29. Aunque estamos en mora de conocer una historia institucional de la UNAB, está claro que constituye una de las empresas históricas más importantes de una generación de santandereanos que consideró, fiel al ideario liberal, la educación como el camino más seguro para posicionar a Santander en el concierto nacional. Tal iniciativa se pudo llevar a cabo gracias a un contexto en el que la educación privada ganó un lugar importante para suplir las carencias del sistema público.

Para los años setenta las cosas habían cambiado: el grueso de los profesores ya no era extranjero, pues la planta docente había sido relevada por ingenieros y docentes formados en el país con un nivel en todo caso menor que la primera generación. A ello se suma lo que el mismo Villarreal, más adelante, llamó como crisis de autoridad frente a las actuaciones de los estudiantes, quienes para esos años ya no eran los mismos muchachos dóciles e interesados sólo en ascender socialmente y seguir escalando en la ruta del conocimiento técnico. En todo caso, entre finales de los años cuarenta y el segundo lustro de los años setenta el mundo y el país no eran los mismos, pues se surtieron cambios demográficos, culturales y sociales muy profundos en los que la misma educación superior fue expresión y condición para ellos30.

Como lo señalan Jiménez y Figueroa, para 1973 el sistema universitario fue rebasado por las universidades privadas en cuanto a capacidad de matrícula. Entre finales de los años sesenta y los tres primeros años de los setenta, la relación entre el sector público y privado era medianamente pareja. Entre 1973-1974 la universidad pública incrementó su capacidad de matrícula en un 60% mientras que la privada en un 66%. Los procesos de urbanización, regionalización y masificación presionados por una clase media emergente definieron este comportamiento de la matrícula universitaria en el país. Esto no significa una universidad de masas propiamente dicha, ya que se identificó que los jóvenes que ingresaron a la educación superior durante los años del Frente Nacional pertenecían a los sectores medios31. Como parte de este proceso uno de los cambios más importantes tuvo que ver con la profunda transformación que experimentaron los jóvenes entre los años cincuenta y setenta del siglo pasado. Particularmente, un grupo de idealistas y rebeldes de esta generación se distanció del fin de progreso y ascenso social mediado por la educación para trazarse como fin último de su condición de estudiantes otro proyecto: la revolución socialista. Los jóvenes de la UIS, santandereanos de nacimiento o no, tuvieron gran participación.


3. Juventud y Revolución en los años sesenta y setenta: ¿Una generación perdida?

Los jóvenes que entraron en la primera cohorte de estudiantes adscritos a la UIS no podían ser los mismos que lucharon por el cogobierno en 1975-1976 y que se devanaban los sesos por definir cuál era la vía correcta al socialismo. Los cambios que se dieron en el país entre los años cincuenta y la década de los setenta fueron de tal magnitud que instituciones seculares como la familia fueron trastocadas en sus cimientos. La relación entre los hombres y las mujeres, el acceso de estas y estos a los niveles educativos superiores y a los espacios laborales, la posibilidad de planificación familiar gracias al uso e implementación de los métodos anticonceptivos o la emergencia de la juventud como un grupo poblacional específico, deseoso de cambiar la realidad mediante sus prácticas de consumo cultural o de la participación política, fueron sólo algunos de los cambios de estos años32. La educación también experimentó cambios sustanciales en estas décadas, no sólo por la ampliación de la matrícula universitaria, que en el caso de la UIS pasó de 20 estudiantes en 1948 a 5175 en 1977, sino por la creación de lo que hemos llamado las universidades de medio siglo, dedicadas a la educación técnica33.

Con un país en franca urbanización debido a la migración forzada de los campos a las nacientes ciudades a causa de la violencia bipartidista y bandolera y las promesas y espejismos de la modernización, los jóvenes universitarios comenzaron a tener un gran papel en la sociedad santandereana. Inicialmente, estaban imbuidos de la convicción de poder ascender socialmente gracias al título de profesionales, como en efecto ocurrió con la generalidad de muchachos de los años cincuenta. Como no todos tenían los mejores medios de sostenimiento, las directivas de la universidad y los estudiantes propiciaron la creación el 25 de abril de 1953 de la Asociación de Universitarios de Santander (AUDESA) con un claro propósito asistencialista y gremial. Hasta finales de la década esta asociación tuvo como eje de sus actividades el apoyo material a sus miembros a partir de la solidaridad. De contera permitió ganar prestigio social a sus socios, pues los estudiantes estaban plenamente imbricados en el orden político y social. La relación con la sociedad local estaba mediada por la idea de ser parte de la élite industrial que ayudaría a solucionar los problemas sociales luego de acceder a las posiciones de poder. En materia política, los estudiantes de la UIS de los años cincuenta no fueron tan idealistas y radicales como aquellos del decenio siguiente34. La figuración social vino por la participación como organizadores de carnavales y reinados que alegraban los días de la pequeña ciudad en la semana universitaria, tal y como lo habían hecho los estudiantes de la capital colombiana durante la mayor parte de la primera mitad del siglo XX35.

Aunque como bien lo ha recordado Olmedo Vargas, la Reforma de Córdoba (1918) tuvo cierto impacto en la universidad colombiana, en el caso de la UIS solamente hasta el año de 1958 fue posible advertir ciertos comportamientos disidentes que reivindicaban algunos elementos del proyecto liberal de inicios de siglo36. En este cambio desempeñó un papel destacado la relación que establecieron los universitarios con los egresados del Colegio de Santander. Precisamente, Jaime Arenas Reyes ingresó a la universidad como parte de la generación que se graduó en el Colegio de Santander en 1958. Arenas fue el símbolo de una generación de estudiantes comprometidos que dejó ver el trágico periplo de unos muchachos que soñaron con cambiar el mundo enrolándose a la lucha armada y que terminaron perdiendo la vida por las balas de sus otrora compañeros de armas37.

Este viraje tuvo su origen en la participación de los estudiantes en la caída de Gustavo Rojas Pinilla, las fisuras políticas en el interior del Frente Nacional, el deseo de control de la burocracia luego de firmado el pacto bipartidista, entre lo que se incluían las posiciones directivas de las universidades y el inicio de los planes de inyección de capital extranjero en la UIS. En el caso de esta universidad, la ampliación del número de estudiantes obligó a modificar la estructura de AUDESA, circunstancia que también incidió en la llegada de nuevas corrientes políticas que reformulaban el ideal de movilidad social hasta ese momento medianamente asegurado. Esta generación de estudiantes, santandereanos en su mayoría, reivindicó el principio de autonomía universitaria para blindar la universidad científica de la intromisión de los apetitos burocráticos de los partidos políticos. Paralelamente, emergió un sentimiento antiimperialista por aquellos años en que en una isla del Caribe un grupo de barbudos conquistó el poder en las inmediaciones de los Estados Unidos de América.

Aunque la influencia de la Revolución Cubana en la generación de aquellos años está por estudiarse en detalle, sabemos que en todo el país los estudiantes universitarios fueron uno de los grupos que más cerca se sintió del logro de Fidel y sus amigos. A nivel nacional, la UIS y la Universidad Nacional fueron las dos principales casas de estudios que facilitaron la emergencia de grupos juveniles que se embarcaron en la empresa de seguir el ejemplo del Movimiento 26 de julio. Miembros de la Juventud Comunista y del ala radical de las juventudes del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) fueron entrenados en Cuba con el objetivo de crear un grupo armado que derrocara el régimen frentenacionalista. De las decenas de jóvenes que se fueron, regresaron siete estudiantes para fundar la guerrilla del ELN, varios de ellos egresados del Colegio de Santander y estudiantes de la UIS. Sus nombres eran: Víctor Medina Morón, Fabio Vásquez Castaño, Heriberto Espitia, Ricardo Lara Parada, Luis Rovira, Mario Hernández y José Merchán38. Los estudiosos de esta guerrilla han dado cuenta de condiciones históricas que permitieron la creación de un núcleo guerrillero en Santander, entre los que se resaltó una aparente tradición rebelde desde los tiempos del levantamiento de la Gómez en 1929 y las guerrillas liberales lideradas por Rafael Rangel39.

En la UIS este giro hacia la izquierda es reconocido en la administración de Rodolfo Low Maus, quien compartió en alguna medida la idea de defensa de la autonomía universitaria frente a la injerencia de fuerzas políticas y ajenas a la apuesta cientificista y de calidad académica. Cuando asumió la dirección de la universidad el ingeniero Juan Francisco Villarreal, los estudiantes increparon este nombramiento porque consideraban que iba en contravía del principio de la autonomía; además, defendieron la postura democrática de Low quien era partidario del diálogo con los estudiantes para resolver los conflictos. Al declararse afines al rector saliente, el líder estudiantil más importante de la primera mitad de los años sesenta, el santanderino y estudiante de Ingeniería Industrial, Jaime Arenas Reyes, definió el nuevo principio que guiaría a los estudiantes activistas de izquierda: el compromiso social de la universidad por resolver las injusticias del país, incluso si fuese necesario con la toma del poder político40. La experiencia de Arenas representa cómo una nueva generación de santandereanos se apropió del espacio universitario y, consciente de la importancia de la política, enfiló sus energías en la construcción de opciones más allá de los partidos tradicionales, e incluso, como en el caso de Arenas, al margen de la ley.

Más que un juicio ahistórico y anacrónico sobre las decisiones que tomaron estos jóvenes al ingresar a la guerrilla, es necesario recordar cómo durante estos años el campo de la izquierda en el país y en el mundo se vio trastocado con el surgimiento de nuevos grupos y tendencia políticas con su respectivo proyecto revolucionario. Tal y como lo ha sostenido Geoff Eley, la "nueva izquierda" se erigió como una reedición del ideal revolucionario gracias al triunfo de Fidel en Cuba, la crisis del socialismo soviético y su doctrina de coexistencia pacífica con el Capitalismo y la emergencia de otras opciones y caminos para llegar al socialismo como fueron la experiencia china y albanesa. Esto tuvo un gran impacto en Europa, pues el distanciamiento de la juventud y los intelectuales respecto a la URSS determinó el destino de una generación41. Para el caso colombiano, Mauricio Archila y otros estudiosos de los movimientos sociales y la izquierda en el país han sostenido que los ecos de esta nueva izquierda se expresaron en la eclosión de una miríada de grupos, más o menos duraderos, que se asumieron en ruptura frente al Partido Comunista Colombiano42.

En los años sesenta, Santander contó con una interesante y poco conocida participación de algunos de sus hijos en el surgimiento de las primeras expresiones de la nueva izquierda en Colombia. Además de Jaime Arenas, que se puede identificar plenamente como uno de los principales líderes políticos del Frente Unido del Pueblo (FUP), proyecto político del sacerdote Camilo Torres Restrepo, el departamento también vio nacer otras figuras políticas43. La primera expresión de la nueva izquierda que ganó cierto reconocimiento nacional fue el Movimiento Obrero Estudiantil Campesino 7 de enero (MOEC-7 de enero), creado y liderado durante varios años por el santandereano Antonio Larrota44. La importancia de este movimiento no es otra que haber puesto sobre la mesa, desde 1959, la posibilidad de crear un foco guerrillero a la usanza de la experiencia cubana y aglutinar sectores disidentes del comunismo, remanentes del gaitanismo, estudiantes y bandoleros sociales tales como el conocido "Pedro Brincos". Larrota, nació en Bucaramanga el 18 de diciembre de 1937 en el seno de una familia conservadora de clase media. Este origen social le permitió ciertas comodidades y para mitad de siglo se trasladó a la capital de la República en donde se formó como estudiante de Derecho, perteneció a la Unión Nacional de Estudiantes de Colombia (UNEC) y se vinculó al MOEC45.

Este caso de un santandereano radicado en Bogotá que tuvo una trayectoria política importante en el mundo de la nueva izquierda se acompasa con la dinámica particular que se presentó en la UIS durante los años sesenta. Entre 1963 y 1968 la movilización estudiantil se distanció plenamente de los dictados de los partidos políticos y de la esperanza de ascenso social automático. El proyecto que los estudiantes activistas trazaron a la universidad era el de convertirla en un centro de educación "combativo y popular". En 1964 la universidad conoció una de sus más importantes coyunturas políticas, lideradas por el carismático Jaime Arenas, representante en aquel momento de la crítica del estudiantado hacia la presencia de la Iglesia Católica y de los gremios en las instancias directivas de la universidad. Arenas también expresó el rechazo a la norteamericanización educativa que estaba llevando a cabo Juan Francisco Villarreal. En aquel entonces el estudiantado también defendió a un grupo de líderes que habían sido expulsados, entre los que se encontraban el mismo Arenas, Ricardo Lara Parada, Óscar Acevedo, Enrique Peña y Ramiro Sandoval.

La tensión entre los estudiantes y las directivas derivó en un hecho casi fundacional para el movimiento estudiantil santandereano: La marcha que iniciaron 28 estudiantes hacia Bogotá el 7 de julio de 1964 y que duró hasta el 25 del mismo mes, día en que retornaron los estudiantes a la capital de Santander. Más allá de los hechos puntuales, esta marcha constituye todo un hito en la historia de la movilización estudiantil en Colombia, no sólo por la aceptación que tuvieron los estudiantes al caminar por tres departamentos y ser ovacionados en la mayoría de los municipios, sino por el reconocimiento que obtuvieron por las autoridades políticas, al punto que fueron recibidos en el Congreso y en la Presidencia de la República. Pese a que en el interior de la universidad el rector Villarreal ejerció mano dura contra los activistas, la nación terminó por ver en estos "comuneros del siglo XX" unos líderes que enarbolaban banderas de justicia social46. El año de 1964 constituye un punto de inflexión en la trayectoria del estudiantado santandereano, pues si bien posicionaron el nombre de la UIS en la nación, sus cercanías con la lucha armada en la corriente guevarista del ELN y la progresiva politización hacia la izquierda, y con ella la radicalización ideológica, vería unos años después a un estudiantado señalado y estigmatizado como revolucionario.

En 1965, luego del asalto a Simacota el 7 de enero, el ELN experimentó una importante llegada de estudiantes a sus filas, entre otras cosas, debido al clima de tensión en el campus universitario y la mano firme de Villarreal. La segunda mitad de los años sesenta presenció la radicalización de los estudiantes en todo el territorio nacional, tal y como lo muestran las protestas lideradas por la Federación Universitaria Nacional (FUN) con importante presencia de estudiantes santandereanos, la movilización de corrientes de izquierda cristiana en torno a la figura de Camilo Torres y la emergencia de expresiones de izquierda maoísta como el Partido Comunista Marxista Leninista47.

Hasta la muerte de Camilo en febrero de 1966, la corriente de la izquierda cristiana tuvo un gran auge en la UIS y en el país, una muestra más del impacto que tuvieron las tesis del Concilio Vaticano II (1962) y la Conferencia Episcopal Latinoamericana celebrada en Medellín (1968). En Bucaramanga, algunos párrocos se acercaron a estas tesis tales como Roberto Becerra, Saúl Anaya y Luis Zabala e hicieron parte de Golconda, una organización que se inspiró en la teología de la liberación48.

El 7 de noviembre de 1965 fue detenido Jaime Arenas debido a la interceptación de unas cartas entre Camilo Torres y los comandantes del ELN, justo cuando Arenas era el máximo dirigente del Frente Unido. En febrero de 1966 fue trasladado a Pamplona y fue juzgado en un Consejo de Guerra que determinó su libertad para el 29 de julio del mismo año. Tras salir de la cárcel no le quedó otra vía que ingresar a la clandestinidad y hacerse guerrillero un año más tarde, destino que si bien se había labrado lo tomó por sorpresa y al que nunca se logró adaptar49. Debido a estos consejos, el 27 de abril de 1966 más de una treintena de universidades entraron en paros de solidaridad por los juicios a que fueron sometidos los estudiantes Jaime Arenas, Adolfo Rico, José Manuel Martínez y Alfonso López, entre otros50. Esta vinculación estrecha del movimiento estudiantil o de algunos de sus más destacados líderes con la insurgencia, llevaría a que el estudiantado fuese identificado como subversivo por las autoridades universitarias y políticas. En todo caso, para finales de los años sesenta la politización de izquierdas había tomado la movilización universitaria tanto en Bucaramanga como en el resto del país; de allí que lo gremial o las reivindicaciones propiamente académicas sólo eran posibles siempre y cuando se inscribieran en una corriente revolucionaria tanto teórica como práctica.

Entre 1968 y 1972 la universidad colombiana experimentó el segundo ciclo más importante de protestas estudiantiles tal y como lo ha mostrado Mauricio Archila51. Durante estos años, la UIS fue protagonista de primera línea de la movilización universitaria, especialmente en 1971 cuando las tensiones entre estudiantes, autoridades universitarias y políticas y fuerza pública adquirieron ribetes de crisis universitaria. Con sus propias dinámicas, las universidades regionales y los diferentes grupos políticos de estudiantes definieron una agenda de lucha que se consignó en el llamado Programa Mínimo de los Estudiantes. En Bucaramanga, el conflicto se desató por la definición del rector que reemplazaría a Neftalí Puentes Centeno, que había asumido la dirección de la universidad en 1969 como rector interino para reemplazar a Villarreal. Esta situación desató una serie de enfrentamientos, coaliciones, debates y manifestaciones por el control político de la universidad; también el papel del estudiantado en el gobierno universitario, el lugar de los gremios y curia en el Consejo Superior y el grado de participación del poder departamental en la elección del rector. Luego de un nombramiento frustrado en la persona de Carlos Virviescas fue nombrado el ingeniero Carlos Guerra quien adelantó la firma del empréstito con el BID e inició la implementación del Plan de Desarrollo. Aunque el nivel de conflictividad fue alto durante todo 1971, para el año siguiente a nivel nacional los enfrentamientos retornaron a sus "cauces normales"52.

A diferencia de lo acaecido en la década anterior, la década del setenta estuvo signada por una definitiva orientación del activismo universitario hacia la izquierda. Luego de la ilegalización de la FUN en 1968 por el gobierno Lleras Restrepo, el estudiantado colombiano perdió toda instancia organizativa nacional53. En las regiones, pervivieron expresiones organizativas como la Federación de Estudiantes de la Universidad del Valle (FEUV) y en Santander AUDESA mantuvo cierto nivel de representatividad. Ideológicamente, el influjo de la Revolución Cubana cedió para dar paso a un reverdecer de las diferentes corrientes del maoísmo y en menor medida del trotskismo. La Juventud Patriótica (JUPA) como organización juvenil del naciente Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (MOIR) fue el grupo político más importante a nivel nacional. Esta tendencia se mantuvo en la UIS en donde la mesa directiva de AUDESA estuvo controlada por miembros de este grupo y por los llamados Grupos de Base de tendencia Camilista. Este panorama político juvenil fue complementado por los jóvenes comunistas, quienes mantuvieron alguna presencia en las universidades públicas aunque en franca desventaja frente a las nuevas organizaciones54.

¿Qué significado tuvo que el estudiantado que protestaba se asumiera como parte de una izquierda política? La fluidez entre lo social y lo político en este caso representó que todas las demandas sobre la universidad en temas como el financiamiento, la agenda investigativa, la elección de autoridades y la organización estudiantil fuesen planteadas en términos de la línea ideológica de cada grupo y su caracterización de la sociedad colombiana en función de la revolución socialista que promovían todos los grupos55. El peso de las discusiones ideológicas fue tal que los Encuentros Nacionales Universitarios celebrados en 1971 (seis encuentros en total) fueron los escenarios para que los diferentes grupos expusieran sus puntos de vista sobre el papel de la cultura en la lucha ideológica, el lugar del estudiantado en la revolución y su relación con los obreros y campesinos o la situación de la lucha universitaria como parte y obstáculo del proceso revolucionario56. Junto a estas disquisiciones, los enfrentamientos entre facciones por cuestiones personales o por dogmatismos incomprensibles fueron decisivos en la marcha de la acción colectiva de estos años57.

Santander y la UIS no fueron ajenos a estos procesos que pueden pensarse como parte de una dinámica global, con su referente más importante en el Mayo Francés de 1968, que recorrió toda Europa, los Estados Unidos, América y Asia58. La nueva izquierda colombiana contó con un santandereano poco conocido hasta el momento, no sólo por su militancia de izquierda en varios lugares fuera de Santander sino porque la historiográfica no ha dedicado especial atención a su trayectoria. Francisco Mosquera, piedecuestano de nacimiento, hizo parte de la redacción del rotativo Vanguardia Liberal en su primera juventud, condición que le permitió acercarse a los problemas sociales de su región inicialmente como partidario de las ideas liberales que le infundió con Alejandro Galvis. Años después y radicado en Bogotá, ingresó al MOEC pero terminó distanciándose del enfoque militarista que predominó en este grupo, razón por la cual se marginó de esta agrupación entre 1968-1969. Precisamente, en estos años se destacó como asesor y líder sindical en Antioquia, labor que le permitió convocar a sectores independientes de las centrales obreras y crear en 1969 el MOIR. Una organización que en sus inicios fue más una federación sindical y luego devino en movimiento político59.

Mosquera fue un caso más de cómo el Colegio de Santander que fundó un grupo de personajes prestantes de los años treinta terminó contribuyendo a un proceso de modernización cultural en los años sesenta y setenta sin proponérselo. Cabe recordar que en la fundación del MOIR en septiembre de 1969, el Bloque Sindical Independiente de Santander desempeñó un papel importante junto con sus similares de Antioquia. Además de esta figuración de un santandereano desconocido que marcó a la izquierda colombiana en las tres últimas décadas, la UIS se mantuvo en los años setenta en una dinámica de conflicto latente por cuestiones como la participación de las autoridades administrativas en el gobierno universitario, luchas que lideró la misma JUPA en cabeza de un Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y de los llamados Grupos de Base. La tensión entre estas dos colectividades reprodujo a escala local el conflicto que recorrió a la izquierda universitaria en todo el país hasta bien entrados los años setenta, a propósito de una pregunta fundamental en aquellos años: Participar o no en los espacios democráticos que ofrecía la institucionalidad universitaria. En 1972 hubo elecciones para elegir el Consejo Superior Estudiantil de AUDESA y salieron ganadores los grupos que optaban por no participar de espacios institucionales, efecto de un proceso de radicalización que terminó en 1973 con una serie de protestas en julio y con la expulsión de 35 estudiantes, varios de ellos militantes de la JUPA.

El último tramo de las luchas estudiantiles en los años sesenta en la UIS estuvo determinado por los coletazos de la coyuntura de inicios de la década. La implementación del Plan de Desarrollo siguió su curso a pesar de la inestabilidad que se dio en la sucesión de la rectoría que tuvo como titulares a Jaime Niño Infante, Roberto Jaimes Durán y Santiago Pinto entre 1974 y 1977. Entre 1975 y 1976 se dio un proceso frustrado de cogobierno que no tuvo una duración considerable, a pesar de la elección de los representantes estudiantiles al Consejo Directivo y el debate sobre la elección de decanos y rector. Una tensión que condujo al nombramiento de Pinto como personaje afín a los Grupos de Base. El dominio que tuvieron los abstencionistas en el estudiantado de la universidad significó la pérdida de una oportunidad para que en Santander se experimentara el cogobierno de manera más efectiva, tal y como sucedió por algunos meses en la Universidad Nacional de Bogotá y la Universidad de Antioquia de Medellín. En estas casas de estudio la correlación de fuerzas favoreció a la Juventud Patriótica, partidaria de la cogestión60.

En la segunda mitad de los años setenta, la AUDESA perdió la fuerza que tuvo años atrás, pues el predominio de los grupos políticos sobre la asociación gremial fue evidente. Las acciones de protesta se originaron con menor intensidad por asuntos específicos de las carreras, aunque en el marco de coyunturas como la dictadura de Pinochet en Chile o el proceso nicaragüense. De estos años son recordados los nombres de líderes como Bolívar Ibarra, Rafael Rueda, Hugo Vega, Fernando Robayo, Edgar Lizcano, Ramón Latorre y César Loaiza. Estos líderes no tuvieron una proyección regional, situación en la que incidió el reflujo de la movilización estudiantil desde fines de los años setenta61.


4. A manera de cierre

Luego de una situación académica irregular entre los años 1975 y 1976, periodo en el que se desarrolló un semestre, la mano firme retornó a la universidad con la rectoría de Cecilia Reyes de León en 1977-1978. La coyuntura se desató por la defensa del servicio de comedores y, en general, por el mantenimiento de Bienestar Universitario, viéndose una vez más la universidad envuelta en un conflicto que derivó en cierre del campus y la sanción de más de un centenar de estudiantes, entre los que hubo cancelaciones definitivas de matrícula y expulsiones de casi treinta estudiantes.62 Luego de estos hechos, el movimiento estudiantil quedó prácticamente desarticulado durante los años que restaban para acabar la década del setenta. AUDESA finalmente desapareció como asociación a mediados de los años ochenta.

El despliegue histórico de la relación entre la cultura, la universidad y la revolución en Santander se dio a través de la modernización de la educación y la apuesta por hacer de la universidad el proyecto más importante por alcanzar el desarrollo material y espiritual. Por consiguiente, es posible afirmar que la UIS constituye una de las instituciones más importantes para el departamento en cuanto a lugar en el que confluyen apuestas de conocimiento, enriquecimiento cultural y proyectos de región y de país. En su devenir, dos generaciones cumplieron un papel de gran importancia, cuya relación fue complementaria y contradictoria, pero en todo caso fundamental para iniciar y mantener ese sueño del progreso que permeó desde los años cuarenta a la región.

El proyecto de desarrollar a Santander a través de la industria y de la promoción de una educación técnica, o como lo llamó Frank Safford, de hacer realidad el ideal de lo práctico, se mantuvo con altibajos durante todo el siglo XX. Tal proceso fue encarnado por dos generaciones, una, de pioneros que no repararon en las limitaciones estructurales de la economía santandereana y otra de utopistas revolucionarios que sacrificaron en el altar de la teoría revolucionaria la transformación de la realidad circundante. Ambas representan dos momentos y apuestas por hacer de la universidad un motor del progreso, desarrollo y revolución de un territorio anclado en el tiempo y visionario simultáneamente.

Es preciso recordar los nombres de Mario Galán Gómez, Alejandro Galvis Galvis, Julio Álvarez Cerón, Rodolfo Low Mauss, Juan Francisco Villarreal, Neftalí Puentes Centeno, Carlos Guerra, Luis Carlos Galán, Jaime Arenas Reyes, Ricardo Lara Parada, Antonio Larrota, Francisco Mosquera y tantos otros santandereanos, varios de ellos santanderinos, quienes con sus decisiones subjetivas contribuyeron a construir y devolverle al departamento un lugar de mención a nivel nacional. A su manera y de acuerdo al tiempo que les correspondió vivir, puede pensarse a estos hombres como intermediarios culturales tal y como los ha conceptualizado Michel Vovelle. Si bien es cierto que no se puede sostener hoy día la idea de una cultura de elite en contraposición de una cultura popular, pues lo que predomina es el intercambio y la fluidez cultural, sugerimos la posibilidad de concebir a estos sujetos como mediadores entre un proyecto científico y técnico y las necesidades materiales y espirituales de los santandereanos entre los años cuarenta y setenta del siglo pasado.
Valga destacar que, en pleno, la generación de los años sesenta y setenta, llámense liberales, conservadores, reformadores, rebeldes o revolucionarios, apostó por hacer del conocimiento la base para transformar la realidad, creía firmemente en la idea de progreso y, más aún, en ese principio moderno de la perfectibilidad del ser humano a través de la razón63. En este proceso, la UIS fue una institución en la que convergieron los deseos de progreso, los proyectos revolucionarios y la necesidad de dotar a la región de una educación científica y técnica. Estos personajes, encarnaron una serie de fuerzas y procesos históricos globales, que, en sus especificidades nacionales, locales y personales, dictaminaron esa compleja relación entre la cultura y la política en el mundo universitario.


1 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro y SAMACÁ ALONSO, Gabriel. "Revolución y cultura en América Latina: el movimiento estudiantil como objeto de estudio en la historiografía colombiana y continental" en: Memoria y Sociedad, Vol. 15, No. 31, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 2011, pp. 104-119.

2 ARENAS, Emilio, El juego de Palo Negro: La gesta heroica del pueblo santandereano y su sentimiento de culpa, Bucaramanga, SIC, 2010, pp. 95-183.

3 Ibíd., p. 185-200.

4 CUADROS SÁNCHEZ, Miguel Darío, Bartolomé Rugeles: sociabilidad política, negocios y función pública 1899-1938. Trabajo para optar al título de historiador. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2011, p. 123-164. CUADROS SÁNCHEZ, Miguel Darío, "Santander en declive: El fracaso de Bartolomé Rugeles con sus inversiones en torno al Ferrocarril de Puerto Wilches 1903-1916" en: Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, Vol. 16, No. 1, Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, 2011, pp. 151-173.

5 OTERO D'COSTA, Enrique, Dianas Tristes, Barranquilla, Imprenta de los Andes, 1905

6 RUEDA MÉNDEZ, David, Colegio de Santander: Tradición y Orgullo. CD-Rom.

7 GALÁN SARMIENTO, Gabriel, Mario Galán Gómez: "Un hombre hecho por sí mismo." Bucaramanga, UIS, 2010, p. 42-44.

8 Ibíd., p. 44-45.

9 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro, La UIS: Historia de un proyecto técnico-científico, Bucaramanga, UIS, 1997, p. 34-36.

10 S.A., "Bachilleres 58", en Horizontes: Órgano periodístico del Colegio de Santander, Bucaramanga, 20 de noviembre de 1983, pp. 16, 4, 6.

11 En palabras del mismo Galán: "La explotación de nuestras riquezas naturales, la transformación de nuestros medios de producción, las reformas de los sistemas de trabajo, la muerte de la rutina como escuela de aprendizaje y la creación de una conciencia económica ilustrada, son objetivos nacionales para esta enseñanza, llamada a ponernos a tono con el progreso contemporáneo y con las realidades de la técnica moderna." GALÁN SARMIENTO, Gabriel. Mario Galán Gómez, p.52.

12 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. La UIS, p. 42.

13 ÁLVAREZ CERÓN, Julio, "La ciencia y la técnica en la universidad", en Revista Santander-Segunda Época, No. 3, Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, marzo de 2008, pp. 12-17.

14 Es decir, que en esto como en todo, el factor humano sigue jugando el papel principal, y la capacitación del hombre constituye la base del éxito perdurable. De ahí que, por estas razones, la Universidad Industrial en sus distintos ciclos y grados de enseñanza constituye la piedra angular para la etapa de industrialización que desea el Departamento, y sin ella es imposible pensar con seguridad en la industrialización de Santander." GALÁN GÓMEZ, Mario, "Una obra vital para Santander", en Revista Santander-Segunda Época, No. 3, Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, marzo de 2008, pp. 18-21.

15 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. La UIS, pp. 46-56.
MARTÍNEZ GARNICA, Armando, "La primera generación de 1948", en Revista Santander-Segunda Época, No. 3, Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, marzo de 2008, pp. 22-33.

16 Estas fueron otras de las universidades creadas o reformadas en dicho periodo: Reforma de la Universidad Nacional de Colombia en 1935 y modernización de sus facultades en 1950, Universidad de Caldas (1943), Universidad del Tolima (1945) -aun cuando abriría sus puertas en 1955-, Universidad del Atlántico (1946), Universidad Nacional, sede Manizales y Universidad de los Andes (1948), Universidad Pedagógica de Colombia -hoy UPTC- (1953), Universidad Tecnológica de Pereira (1961) -aunque fue creada por decreto desde 1958-, Universidad del Quindío (1961-1962).

17 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro; GIRALDO MEJÍA, Nelson; RODRÍGUEZ HERRERA, Diana María. Jorge Roa Martínez: Memoria de una visión cosmopolita, Pereira, Universidad Tecnológica de Pereira, 2009, p. 274-278.

18 GALÁN SARMIENTO, Gabriel. Mario Galán Gómez, p. 67

19 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. La UIS, p. 57-85.

20 La idea de transterrado es tomada de los trabajos de Renán Silva, quien se ha dedicado a estudiar el papel de los exiliados españoles luego de la Guerra Civil (1936-1939) y su inserción en el mundo académico y científico hispanoamericano. Para el caso colombiano ver: SILVA OLARTE, Renán, Instituciones culturales, cambio intelectual e inmigración docente en Colombia 1930-1950. Informe del proyecto de investigación: Colombia: La República Liberal y los transterrados españoles: cambio intelectual, instituciones educativas y exilio republicano español, 1936 - 1950, http://socioeconomia.univalle.edu.co/nuevo/public/index.php?seccion=CIDSE&ver=PROYECTOS&tipo=TERMINADOS&proyecto=11, 2 de enero de 2012. Como un caso de estudio ver: SILVA OLARTE, Renán, Política y saber en los años cuarenta. El caso del químico español A. García Banús en la Universidad Nacional, Bogotá, Universidad de los Andes, 2011, p. 45-158.

21 MOLINA RODRÍGUEZ, Carlos Alberto, "FUN-ASCÚN 1958-1968, Un acontecimiento en el sistema universitario colombiano: Gremios, políticas y Estado", en Aula-segunda época, No. 18, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2012, pp. 229-247.

22 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. La UIS, p. 85-119.

23 LE BOT, Yvon, Educación e ideología en Colombia, Bogotá, La Carreta, 1985, p. 98.

24 Las tesis fundamentales al respecto fueron propuestas por Rudolph Atcon en 1961. Ver: ATCON, Rudolph P, "La universidad latinoamericana: Clave para un enfoque conjunto del desarrollo coordinado social, económico y educativo en América Latina", en Revista Eco, Numero 42, Tomo VII, España, Buchholz, Mayo-Julio de 1963.

25 PATIÑO RESTREPO, José Félix, La forma de la Universidad Nacional de Colombia, Volumen II, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1966 y MAGNUSSON LEE, William, La Reforma Patiño Un 1964-1966: Una experiencia de construcción institucional, Bogotá: Universidad Nacional, 2006.

26 ICFES, La educación superior en Colombia: Documentos básicos para su planeamiento, Vol. II, Bogotá, ICFES, 1970 y ASOCIACIÓN COLOMBIANA DE UNIVERSIDADES Y FONDO UNIVERSTARIO NACIONAL, Plan Básico de la Educación Superior en Colombia: Documentos, Vol. I, Bogotá, Imprenta Nacional, 1969.

27 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. La UIS, p. 121-201.

28 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro, Modernización, conflicto y violencia en la universidad en Colombia: AUDESA, 1953-1984, Bucaramanga, UIS, 2004, p. 134-137.

29 GÓMEZ GÓMEZ, Alfonso, Apuntes para una biografía, Bucaramanga, UNAB, 2011, p. 170-181.

30 Para dimensionar las transformaciones estructurales de la sociedad colombiana por aquellos años podemos enunciar los siguientes datos: En 1951, el país contaba con 11.548.172 habitantes; trece años después, había crecido la población total en casi seis millones, pues se registraba un total nacional de 17.484.510 y en 1973 se había casi duplicado respecto a principios de los años cincuenta: 20.666.920. El caso de Bucaramanga arroja cifras similares a la tendencia nacional: En 1951 tenía 112.252 habitantes, en 1964 contaba con 229.748 y en 1973 había 361.799. Este último dato corresponde a lo que se puede entender como área metropolitana. Ver: BUSHNELL, David, Colombia: Una nación a pesar de sí misma, Bogotá: Planeta, 2007, p. 443-444.

31 JIMÉNEZ, Absalón, FIGUEROA, Helwar, "Políticas educativas en la educación superior: 1925-1992", en Revista Colombiana de Educación, No. 38, Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional, 2000, pp. 181-200.

32 Una visión general de estos cambios puede consultarse es: BORJA GÓMEZ, Jaime, RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Pablo (Dirs.), Historia de la vida privada en Colombia, Tomo II: Los signos de la intimidad. El largo siglo XX, Bogotá, Taurus, 2011

33 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. La UIS, p. 204.

34 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. Modernización, p. 184-210

35 QUIROZ OTERO, Ciro, La Universidad Nacional de Colombia en sus pasillos, Bogotá, Universidad Nacional, 2002, p. 142-147

36 VARGAS, Olmedo, "Movimiento universitario, programas curriculares y universidad en Colombia durante 19212, en Revista de Historia de la Educación Latinoamericana, No. 2, Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 2000, pp. 85-109. VARGAS, Olmedo, "Dinámica del movimiento universitario en Colombia: 1920-1930", en VARGAS HERNÁNDEZ, Olmedo (Comp.) Archivos y documentos para la historia de la educación colombiana, Tunja, RUDECOLOMBIA, 2000, p. 125-135.
ACEVEDO TARAZONA, Álvaro, "A cien años de la reforma de Córdoba, 1918-2018: La época, los acontecimientos, el legado", en Memorias IV seminario taller internacional vendimia 2010: Construcción de Nación: la Universidad del futuro en Iberoamérica, Villa de Leyva, RUDECOLOMBIA, 2010.

37 Un relato novelado pero con una profunda base documental e historiográfica sobre la vida de Jaime Arenas: ACEVEDO TARAZONA, Álvaro, Un ideal traicionado: Vida y muerte de los movimientos estudiantiles en el ELN, Bogotá, Intermedio, 2006

38 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. Modernización, p. 211

39 En La Gómez, estación del ferrocarril de Puerto Wilches, hubo levantamientos insurreccionales de los obreros vinculados a la línea del ferrocarril. Estos asumieron el control de la misma y en los hechos murió el ingeniero Luis Umaña Rivas. En el ferrocarril de Puerto Wilches, aunque se dieron buenos salarios, la crisis del 29 golpeó con despidos de obreros. En Vanguardia Liberal, David Martínez Collazos comentó el clima de intranquilidad y zozobra por el levantamiento de los obreros el 28 de julio de 1929. La reacción del gobernador Narciso Torres Meléndez y del señor general José Joaquín Villamizar comandante de entonces libraron de una insurrección con peores consecuencias, según del gobernador en 1930, Alfredo García Cadena. Otras de las víctimas fueron: Por parte de los trabajadores. Gilberto Blanco del Taller de La Gómez y de los insurrectos Martín Castro, Pablo Emilio Jayamal y Mario Avisnaya. Estos hechos se enmarcan en la intentona de núcleos socialistas por llevar a cabo una insurrección en el Líbano (Tolima), San Vicente de Chucurí y La Gómez más conocida como la "Insurrección de los Bolcheviques de 1929. VÁRGAS VELÁSQUEZ, Alejo, Magdalena Medio Santandereano: Colonización y Conflicto Armado, Bogotá, Cinep, 1992, p. 56-59, 25-147. JAIMES PEÑARANDA, Diana Lorenza, Trabajadores ferroviarios y conflicto social en Santander 1926-1930: Levantamiento de La Gómez en 1929, Tesis para optar al título de Historiadora. Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, 1995. MEDINA GALLEGO, Carlos, ELN: Una historia contada a dos voces. Entrevista con "el cura" Manuel Pérez y Nicolás Rodríguez Bautista, "Gabino", Bogotá: Rodríguez Quito editores, 1996

40 El Deber, 27 de octubre de 1962. En 1964, Arenas ofreció un discurso ante la Asociación Colombiana de Universidades (ASCUN) en el que sostuvo las mismas tesis de compromiso social de la universidad en una era de transformaciones mundiales. Ver: ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. Modernización, p. 508-526.

41 ELEY, Geoff, Un mundo que ganar: Historia de la izquierda en Europa, 1850-2000, Barcelona, Crítica, 2002, pp. 339-380.

42 ARCHILA, Mauricio, COTE, Jorge. "Auge, crisis y reconstrucción de las izquierdas colombianas (1958- 2006)", en ARCHILA, Mauricio, et. al (eds.), Una historia inconclusa: Izquierdas políticas y sociales en Colombia, Bogotá, Cinep/Colciencias, 2009, pp. 55-75

43 Aunque no existe una historia dedicada exclusivamente a estudiar el Frente Unido de Camilo Torres a nivel nacional o regional, se pueden conocer algunos de sus principales hechos en: VILLANUEVA, Orlando, Camilo: Acción y Utopía, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1995 GARCÍA, René, "El Frente Unido de Camilo Torres y Golconda", en GALLÓN, Gustavo, BETANCUR, Mónica (eds.), Entre movimientos y caudillos: 50 años de bipartidismo, izquierda y alternativas populares en Colombia, Bogotá, CINEP/CEREC, 1989, pp. 47-67.

44 DÍAZ JARAMILLO, José Abelardo. "Si me asesinan, vengadme". El gaitanismo en el imaginario de la nueva izquierda colombiana: El caso del MOEC 7de enero", en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Vol. 36, No. 2, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2009, pp. 121-145. DÍAZ JARAMILLO, José Abelardo, El Movimiento Obrero Estudiantil Campesino 7 de enero y los orígenes de la nueva izquierda en Colombia 1959 - 1969. Trabajo de grado para optar al título de Magíster en Historia, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia-Sede Bogotá, 2010

45 DÍAZ JARAMILLO, José Abelardo, "Juventud, nueva izquierda y revolución en Colombia: Los avatares políticos de Antonio Larrota González", en Revista Controversia, No. 194, Bogotá, Editorial Códice Ltda., 2010, pp. 265-291.

46 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro, "La marcha de los estudiantes de la UIS, 1964: Símbolo del movimiento estudiantil colombiano", en Revista Historia de la Educación Colombiana, No. 12, Nariño, Universidad de Nariño, 2009, pp. 155-173.

47 Para el tema de la FUN ver: RUÍZ MONTEALEGRE, Manuel, Sueños y Realidades: Procesos de organización estudiantil 1954-1966, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2002, pp. 149-212.
Sobre el periplo de Camilo la obra de Orlando Villanueva citada y sobre el PC-ML ver: MOLANO, Frank, "La izquierda maoísta colombiana: organizaciones y mentalidades en la década de 1970", en ACUÑA RODRÍGUEZ, Olga Yanet, GUERRERO BARÓN, Javier (Comps.) Para reescribir el siglo XX: Memoria, insurgencia, paramilitarismo y narcotráfico, Medellín, La Carreta/UPTC, 2011, pp. 351-373.

48 Para las principales tesis del Concilio Vaticano y la Conferencia Episcopal ver: ARIAS, Ricardo, El episcopado colombiano: Intransigencia y laicidad (1850-2000), Bogotá: Uniandes/ICANH, 2003, p. 191-212.

49 CASTRO CAYCEDO, Germán, En Secreto, Bogotá, Planeta, 1996, pp. 15-57.

50 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. Modernización, p. 268.

51 ARCHILA NEIRA, Mauricio, "Entre la academia y la política: El movimiento estudiantil en Colombia, 1920-1974", en MARSISKE, Renate (Coord.), Movimientos Estudiantiles en la historia de América Latina, México, UNAM, 1999. pp. 158-174.

52 Para conocer la dinámica nacional ver: COTE RODRIGEZ, Jorge, "El movimiento estudiantil de 1971: entre la homogeneidad y la heterogeneidad", en ARCHILA, Mauricio, et. al. (eds.), Una historia inconclusa: izquierdas políticas y sociales en Colombia, Bogotá, Cinep, 2009, pp. 422-423.
El caso antioqueño se puede rastrear en: VILLAMIL GARZÓN, Edwin, "Rompiendo esquemas: discusiones, consignas y tropeles del estudiantado universitario en Colombia en 1971" en Revista Controversia, No. 194, Bogotá, Editorial Códice Ltda., 2010, pp. 234-263.
La descripción detallada del caso santandereano en: ACEVEDO TARAZONA, Álvaro, SAMACÁ ALONSO, Gabriel, "La universidad de "provincia" y la protesta estudiantil en 1971: Crónica de un año convulso en la Universidad Industrial de Santander", ponencia presentada en el Primer Congreso Internacional Izquierdas, Movimientos Sociales y Cultura Política en Colombia, Bogotá, 18-20 de octubre de 2011.

53 LEAL BUITRAGO, Francisco, "La participación política de la juventud universitaria como expresión de clase", en CÁRDENAS, Martha, DÍAZ URIBE, Alberto (eds.), Juventud y Política en Colombia, Bogotá, FESCOL, 1984. pp. 194-197.

54 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. Modernización, pp. 302-350.

55 Una revisión detallada del recorrido de la izquierda en el país y de las principales tesis de cada una de las principales organizaciones se puede leer en: PROLETARIZACIÓN. ¿De dónde venimos, hacia dónde vamos, hacia dónde debemos ir?, Medellín, Editorial 8 de junio, 1975

56 HERNÁNDEZ ARTEAGA, Isabel, "El programa mínimo de los estudiantes colombianos. Movimiento estudiantil universitario de 1971 por la universidad: Todo un país", en Revista Historia de la Educación Colombiana, No. 10, Nariño, Universidad de Nariño, 2007, pp. 29-57.

57 LONDOÑO, Julia, "La diva de la JUCO: Testimonio de Amalia Lú Posso", en: El malpensante, No. 126, Bogotá, editorial el Mal pensante, 2011, p. 39.

58 Una mirada panorámica se puede consultar en: KURLANSKY, Mark, 1968: El año que conmocionó al mundo, Madrid, Destino, 2005

59 DÍAZ JARAMILLO, José Abelardo, "Del liberalismo al maoísmo: Encuentros y desencuentros políticos en Francisco Mosquera Sánchez, 1958-1969", en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Vol. 38, No. 1, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2000, pp. 141-176.

60 ARANGO, Juan, RAMÍREZ, Uriel, RODAS, José, SIMANCAS, Carlos, Declaración de los representantes del estudiantado de la Universidad Nacional. Bogotá, 19 de noviembre de 1971, http://www.scribd.com/full/52353462?access_key=key-9ho6iupvlh89ldy5awa, 5 de octubre de 2011
S.A., Histórico avance del Movimiento Estudiantil: derrota de la reacción y el oportunismo, http://www.scribd.com/full/52353480?access_key=key-1kesdqn3hfctl50d8i22, 1 de octubre de 2011
Una muestra del dominio de los sectores más radicales fue el acto simbólico de nombrar un edificio de la universidad con el nombre de Camilo Torres Restrepo, en el noveno aniversario de su muerte en Patio Cemento (Santander) el 15 de febrero de 1975.

61 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. Modernización, p. 377-401.

62 Ibíd., pp. 398-399.

63 Aunque Vovelle no propone un tipo ideal de intermediario cultural sí nos habla de una serie de apariciones históricas de personajes que cumplen las veces de servir de puente entre universos culturales separados. Desde el clásico mediador vertical, reproductor y difusor de los patrones dominantes o correa de transmisión, pasando por los intermediarios de contrabando que se hallan más cerca de uno de los dos extremos, los intermediarios por función hasta llegar a los portavoces de la cultura popular que a su vez puede ser subversivo y revolucionario. Lo importante es que con la modernización de la sociedad colombiana y el impulso que cobraron las clases medias entre los años cincuenta y setenta, los estudiantes universitarios puede llegar a ser entendidos como agentes que hallaban en el cruce entre el conocimiento científico y "superior" y los niveles básicos de alfabetización de las masas. Ver: VOVELLE, Michel, Ideologías y Mentalidades. Barcelona, Ariel, 1985, pp. 161-174.



Fuentes

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FECHA DE RECEPCIÓN: 31/07/2012
FECHA DE APROBACIÓN: 15/10/2012