Reseña: CALVO ISAZA, Óscar y PARRA
SALAZAR, Mayra. Medellín (rojo) 1968. Protesta
social, secularización y vida urbana en las jornadas
de la II Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano. Bogotá: Planeta, 2012. 172 p.

Álvaro Acevedo Tarazona
Adrián Delgado Díaz


Medellín Rojo (1968) de Óscar Calvo Isaza y Mayra Parra Salazar, publicado en el año 2012 por la Editorial Planeta es un texto bien logrado en su finalidad de reconocer una urbe signada por la protesta social en el contexto de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Además de ser una obra escrita con una pluma ágil y amena, el excelente material fotográfico que acompaña la edición recrea un acontecimiento en un ámbito espacial muy específico, a propósito de una época de transformaciones culturales y políticas en todo el orbe. Si 1968 puede ser leído como un macro-acontecimiento en el que se desatan transformaciones culturales y políticas en el acontecer de grandes grupos humanos, con una incidencia hasta el día de hoy, es posible también considerar que la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en Medellín, definió un antes y un después en el compromiso de la Iglesia Católica con los pobres.

Precisamente, el libro tiene como tema central las circunstancias que vivió la ciudad de Medellín durante el año de 1968, año en que se celebró la citada conferencia. Dicho evento se realizó después de las reuniones del Concilio Vaticano II y días antes del XXXIX Congreso Eucarístico Internacional. El objetivo fundamental del texto tratado es mostrar una historia urbana de la ciudad de Medellín, particularmente de los barrios marginales, en el contexto y efectos de la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano. La edición de lujo en su totalidad tiene 172 páginas y cuenta con una introducción y ocho capítulos.

La introducción refiere la situación de transformaciones de todo orden que estaba viviendo el país en aquel entonces y la forma como el Estado quería mostrar una imagen maquillada por motivo de la visita del Papa Pablo VI, para estar presente en el Congreso y la inauguración de la Conferencia del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam). La reunión del Consejo Episcopal Latinoamericano en Medellín significó un punto de quiebre en el catolicismo latinoamericano. Los debates tuvieron un nivel que llevó a muchos a tildarlo de "subversivo", ante la ola de protestas y transformaciones culturales planetarias (p. 20-24). En este sentido, la intención de los autores es la de hacer una historia urbana matizada con el hecho religioso de Medellín, en el marco de los eventos católicos mencionados. Para tal fin, recurrieron a una amplia fuente documental y una importante bibliografía de soporte.

En el primer capítulo, se ofrece una visión de la situación del accionar de la Iglesia en América Latina y Europa con anterioridad al Concilio y a Medellín, destacándose la labor ejercida por la Acción Católica para contrarrestar la avanzada del Comunismo, cuyos destinatarios fueron obreros y sectores vulnerables (p. 27). En el siguiente capítulo, los autores explican la situación que tuvo que pasar el clero local para adaptarse a los cambios urbanísticos ocurridos a partir de la segunda mitad de la década del cincuenta, destacándose la labor del arzobispo Mons. Tulio Botero Salazar. Este prelado buscó recuperar la legitimidad de la institución eclesial, resquebrajada por la secularización y las migraciones. Tanto para algunos obispos como para algunos sacerdotes, estas ideas de transformación de la Iglesia, les permitieron centrar su labor en los sectores populares (p. 35-40) y en actividades comunitarias y de organización popular, lo que llevó a presbíteros como Vicente Mejía, Gabriel Díaz, Oscar Vélez, Tulio Vélez Maya y Wilfer Ángel Tamayo a convertirse en líderes eclesiales de base e ingresar a Golconda.

La preocupación del gobierno de Carlos Lleras Restrepo por dejar una imagen favorable del país ante el mundo, teniendo en cuenta la venida del sumo pontífice a Colombia, es el tema del cuarto capítulo, cuyos esfuerzos, aseguran los autores, fueron apoyados por las autoridades civiles (p. 79-80). Sin embargo, grupos políticos opositores al régimen y sindicatos, intentaron ridiculizar estos propósitos por medio de publicidad negativa. Otros se dedicaron a enviar súplicas al Papa por reivindicaciones sociales y labores. Ante dichas tensiones, la jerarquía en cabeza del Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Bogotá, Mons. Aníbal Muñoz Duque, pidió mesura y diálogo. Con la presencia del Papa Pablo VI en el país, se inauguró la Conferencia de Medellín. Allí se presentó una temática bastante amplia en la que se tuvo en cuenta el estudio de la realidad socioeconómica de Colombia y América Latina y los nuevos vientos de transformación de la sociedad mundial (p. 93-102). No obstante, se hicieron eventos paralelos en sectores populares, aunque la conexión entre el éxito de las reuniones y la acogida fue escasa, lo que se reflejó en la baja asistencia a la misa de clausura en el estadio Atanasio Girardot. Este fue el tema del quinto capítulo.

En el sexto apartado los autores analizan la existencia de estrategias por parte de autoridades locales para dejar una buena imagen de Medellín durante las reuniones del Celam. Estos planes se basaron en la erradicación de tugurios y posterior reubicación de sus habitantes, lo que llevó a que varios sacerdotes en su labor pastoral lideraran grupos de resistencia a tales políticas. Después de ello, las comunidades, con ayuda de estos clérigos, se organizaron con motivo de la reubicación.

"Cristo en las calles" es el título del séptimo capítulo. En este apartado se enfatizan los eventos paralelos mencionados, tales como misas, ayunos, debates y tertulias con el fin de enviar súplicas, discutir y expresar inquietudes a los obispos durante las reuniones del Celam. Estos sucesos contaron con la presencia de clérigos, religiosos, estudiantes, sindicatos, grupos disidentes, periodistas y otros interesados y no fueron bien vistos por las autoridades civiles, religiosas, políticas y militares, en parte porque fueron punto de encuentro de algunos simpatizantes de Camilo Torres y de la revolución cubana; y además, por las consignas proferidas contra la jerarquía católica y a favor del socialismo. Después de las discusiones y el documento conclusivo se visibilizaron grupos de acción por los pobres como Golconda.

Precisamente, Golconda, constituye el tema del último capítulo, no sin antes mencionar los problemas que existieron para que fuera posible la difusión de los documentos conclusivos, los cuales, según los autores, fueron generados por el episcopado colombiano, la prensa y las autoridades, por miedo a interpretaciones "inapropiadas". Este capítulo presenta un panorama general de la dinámica de esta agrupación en la que se dieron importantes tensiones y pugnas entre los párrocos comprometidos y la jerarquía eclesiástica, a través de la caracterización disímil de sus miembros. Después de la muerte de Monseñor Gerardo Valencia Cano en 1972, el grupo se disolvió y algunos curas fueron amonestados, desertaron después del sacerdocio y se dedicaron a actividades de organización popular (p. 154).

En cuanto a las fuentes empleadas en la investigación es necesario destacar las entrevistas a protagonistas de los procesos descritos, como Gabriel Díaz, Vicente Mejía y Federico Carrasquilla. Este último no hizo parte de Golconda, aunque estuvo cerca de los dos primeros. El resto de documentación disponible, en su mayoría de archivos personales y de acceso público, es muy rica en detalles, especialmente ante la dificultad de acceso a los archivos eclesiales por motivos de derecho canónico. Un asunto muy importante consignado en el libro son las circunstancias que llevaron a que se materializaran las actividades del grupo de Golconda para el caso de Medellín, información importante a la hora de hacer historia del hecho religioso en el siglo XX, ante el poco acceso a documentos oficiales, salvo los decretos y cartas pastorales que son públicos.

Si bien el libro describe y analiza un escenario urbano de múltiples matices y contradicciones sociales, como el de Medellín en el año de 1968 -encuentro con una historia de lo cultural o historia de la cultura-, requiere en nuevas investigaciones explicar y relacionar las manifestaciones del cambio cultural de aquella época con las condiciones materiales que hicieron posible tales transformaciones. De otra parte, el trabajo de la memoria social de las disidencias o contraculturas, recreado oportunamente en esta investigación, exigirá que otras propuestas analíticas recreen también las voces del establecimiento, para contraponer las propias visiones y proyectos de futuro de una sociedad en proceso de urbanización, crecimiento demográfico y tensiones políticas que mostraba signos de conflictos y violencia aún sin resolver.


FECHA DE RECEPCIÓN: 19/11/2012
FECHA DE APROBACIÓN: 31/5/2013