Presentación

Los relatos que a continuación tendrá la oportunidad de leer abordan múltiples problemas históricos en los cuales se evidencia el interés de dar a conocer cómo se han establecido desde tiempos coloniales las relaciones sociales y políticas entre diferentes actores sociales que luchan por el poder o simplemente defienden sus derechos. En las instituciones laicas y confesionales, en lo local, lo regional o lo nacional, durante la Colonia y la República -en Colombia, como en un estudio de caso sobre México-, las luchas por el territorio, derivadas de la explotación de las riquezas agrícolas y mineras, son una constante; aún más, es evidente el interés de los poderes establecidos por dominar políticamente a los sectores populares o a unas clases medias en formación, que para las elites requieren estar bajo el poder eclesial (representante de la Corona Española, durante la Colonia) o de un Estado republicano centralizado y que niega la diversidad. Las estrategias para mantener el poder secular o confesional son múltiples. A mayor poderío territorial y como consecuencia de la secularización cultural y de la laicización parcial de los estados, el dominio sobre los nuevos ciudadanos se vuelve más sofisticado. Los dispositivos de control se "civilizan". La radio como una expresión modernizadora es una de estas nuevos medios utilizados para diversos propósitos, pero siempre con la intención soterrada de poder controlar a unas masas en apariencia pasivas.

La educación, en este escenario político y cultural, también juega un papel protagónico, dado que desde su masificación a mediados del siglo XX, se convirtió en un dispositivo privilegiado para poner en práctica reformas en apariencia democráticas que buscan, con justificaciones modernizadoras, impedir desarrollos propios y autónomos; es decir, más acordes con un fin liberador e igualitario de la educación y respetuoso, a su vez, de la soberanía nacional. En el mismo sentido, el lector encontrará cómo la creación de los mitos fundacionales, recreadores de un pasado glorioso y en apariencia democrático, termina por ser un dispositivo que niega o manipula la memoria. No obstante, el triunfo aparente de la razón y la civilización, la violencia y la manipulación o negación de la memoria, estudiados en este volumen, recuerda que infortunadamente la barbarie todavía ocupa un lugar central en nuestra historia reciente.

La creación de mitos fundacionales en torno a la figura de Bolívar y la Independencia; las percepciones negativas basadas en la raza, la región y el determinismo geográfico; la manipulación y explotación de los sectores populares; las luchas intestinas por acceder al poder político y a su clientela; y la violencia endémica, que particularmente en Colombia se recrea como una hidra que al cortarle la cabeza resurge con más ahínco, ponen en evidencia las dificultades para crear una idea de nación incluyente, democrática, justa y racional, que realmente supere las formas tradicionales de dominación.

Inicia este volumen con un artículo sobre el periplo de la comunidad franciscana por el actual territorio colombiano en su deseo de evangelizar a los indígenas y a su vez posesionarse política y religiosamente frente a la Corona Española por medio de la creación de conventos en las principales ciudades del interior del Nuevo Reino de Granada: Santa Fe, Tunja y el Socorro. Para ello, Antonio José Echeverry aclara cómo los franciscanos durante la Conquista -en medio de las precariedades económicas, logísticas y de miembros de los primeros años- se enfrentaron a oidores y encomenderos por el trato inhumano dado a los indígenas, a quienes poco a poco fueron aglutinando alrededor de sus conventos con el propósito de mantenerlos en "policía" y alejarlos de sus prácticas y costumbres religiosas y culturales.

Continuando con la presencia de la Iglesia Católica en Colombia, Luis Rubén Pérez explica cómo durante el siglo XVIII las decisiones para la creación de parroquias en zonas apartadas de las ciudades principales o de los pequeños pueblos comenzó a modificarse en detrimento del poder que tenían los obispos para autorizar la creación de nuevas parroquias (con capacidad de recoger los impuestos eclesiales para el mantenimiento del párroco y demás obligaciones parroquiales) y su posterior transformación en villas. Una clara capacidad político-administrativa por parte de la Iglesia Católica que basada en justificaciones eclesiales lograba fundar villas. Las dificultades de este proceso son descritas a propósito de los orígenes de Piedecuesta, Santander, que pasó de ser una aldea poco poblada en 1760 a convertirse en parroquia en 1774, y en 1810 en una villa, con el nombre de San Carlos.

El siguiente artículo, de William Alfredo Chapman, expone el surgimiento y consolidación de las asociaciones seculares creadas en Popayán durante las décadas de 1830 y 1840 y que tenían como propósito organizar a los ciudadanos para la defensa de las ideas republicanas o tradicionalistas, esto como consecuencia de la inexistencia de los futuros partidos políticos y la necesidad de delimitar las funciones sociales y políticas que tradicionalmente habían estado bajo el predominio de la administración pública y de la decaída, por estos años, clerecía. Para ello, el autor basa su análisis en los estudios sobre las sociabilidades que en América Latina deben su presencia a Maurice Agulhon y François-Xavier Guerra, quienes veían en el mundo urbano otras formas de organización de lo político, en lo que hoy podría llamarse la sociedad civil y su interés de incidir o actuar como mediador frente al mundo de lo público con el objeto de defender intereses corporativos o particulares.

Desde México, Rogelio Jiménez Marce aborda el problema de la tierra. En esta ocasión originado en la división arbitraria de tierras comunitarias que bajo la figura de sociedades campesinas habían logrado sobrevivir desde mediados del siglo XIX hasta la década de 1880, cuando se creó estatalmente una comisión encargada de dividir los terrenos para titularles las tierras a sus verdaderos dueños: los campesinos. Una situación que, como era de esperarse, permitió que los terratenientes de la región estudiada terminaran apropiándose de la mayoría de los terrenos por medio del engaño, el robo y la violencia. En la década de 1920 la apropiación indebida de las tierras comunales por parte de gamonales fue denunciada por asociaciones de campesinos que declaraban cómo los terratenientes se negaban a arrendarles tierras para trabajarlas o, aún más, creaban sociedades paralelas de campesinos para apropiarse de los ejidos. Un estudio de caso que se ubica espacialmente en la región tabacalera de Comoapan, ubicada en la zona central de la planicie costera del Golfo de México, pero, como lo afirma Jiménez, puede ser un reflejo de lo que ocurrió por aquellos años en todo el México revolucionario.

El petróleo es de Colombia y para los colombianos […], de Edgar Andrés Caro, demuestra cómo, antes de los acontecimientos del 9 de abril de 1948, Barrancabermeja tenía un movimiento obrero que luchaba por mejoras salariales y la nacionalización del petróleo, cuya mayor muestra de organización se evidenció en la huelga llevada a cabo a comienzos de enero de 1948, liderada por la Unión Sindical Obrera (USO) en contra de la Tropical Oil Company. Esta lucha demostraría que dicha acción va más allá de las reivindicaciones gremiales, ya que la USO asume una postura política en defensa de las riquezas nacionales y pone en evidencia las políticas gubernamentales que por unas cuantas prebendas o intereses clientelistas hicieron concesiones desmedidas a las multinacionales petroleras. Para conceptualizar esta posición, el autor recurre a la literatura internacional encargada de estudiar los movimientos sociales por medio de la teoría de la acción colectiva, la cual permite explicar el accionar de un grupo y su lucha por alcanzar un objetivo común. Un accionar políticamente oportuno y solidario frente a las arbitrariedades del contradictor o enemigo de clase.

Nuevamente el tema de la presencia de la Iglesia Católica y su capacidad político-religiosa para controlar a los sectores populares es evidenciado por Ivonne Vanessa Calderón, quien al estudiar la puesta en práctica en 1955 de la Acción Cultural Popular por medio de la creación de escuelas radiofónicas en la Diócesis de Pamplona, Norte de Santander, logra demostrar cómo la Acción Social Católica tuvo en esta experiencia sus mejores logros. Dicha iniciativa también fue apoyada por el gobierno nacional interesado en disminuir el analfabetismo. Los antecedentes de estas escuelas provenían del exitoso proceso de creación y consolidación de la emisora Radio Sutatenza, creada en 1947 por el padre José Joaquín Salcedo en Boyacá, con el apoyo irrestricto de monseñor Crisanto Luque. El uso de la radio por parte de la Iglesia Católica tenía el propósito de alfabetizar a los campesinos, al mismo tiempo que los evangelizaba para evitar que fueran a caer en manos de los protestantes y los comunistas; o que terminaran atrapados por los aires secularizadores que por aquellos años también viajaban por el espacio electromagnético; o peor aún, que fueran atrapados por las ciudades "pecaminosas".

Las dificultades de las universidades colombianas, sus reformas e influencias ideológicas adquirieron relevancia nacional en los años sesenta como consecuencia de la masificación de la educación y las influencias de los movimientos estudiantiles en este contexto Milder Susana García estudia cómo en el período de 1960-1966 en Colombia se dio un proceso de reforma educativa acompañado y hasta cierto punto financiado por entes internacionales de carácter privado, provenientes de los Estados Unidos, en el marco de la Alianza para el Progreso. Una intervención que fue leída por el movimiento estudiantil de los años sesenta como una afrenta a la soberanía nacional y que los directivos universitarios rápidamente intentaron justificar. Para explicar dicho proceso el estudio se centró en las universidades Nacional de Colombia y del Valle.

El artículo Analizar a Colombia, percibir a los costeños […], de Ángela Lucía Agudelo, tiene por objeto explicar que el origen de la identificación de los habitantes de la costa Atlántica como personas perezosas y poco productivas obedece a criterios etnocéntricos justificados en una supuesta superioridad de la raza blanca y a las lecturas de comienzos del siglo XX, las cuales estaban basadas en el determinismo geográfico que consideran a las regiones tropicales como ambientes poco actos para el posible desarrollo cultural y económico de las sociedades que allí habitaban. El etnocentrismo y el determinismo geográfico cobraron fuerza en Colombia a comienzos del siglo XX como resultado del interés que tenían las elites -ilustradas en el positivismo comteano- de conocer las potencialidades nacionales para alcanzar el progreso. Ideas que se plasmaron en diferentes espacios académicos y políticos de la sociedad y que a la postre terminaron llegando a los manuales escolares, en los cuales se describía al caribe colombiano con juicios de valor negativo, donde lo negro, lo mulato y las "tierras calientes" eran la combinación perfecta para impedir el progreso de la raza humana.

Con el artículo Voces contra el silencio […], Ivonne Suárez Pinzón denuncia la indiferencia y la falta de conciencia solidaria de la sociedad en su conjunto para construir memoria histórica en medio del conflicto armado y cómo esta indolencia contribuye a re-victimizar a las personas víctimas del desplazamiento forzado, quienes a través del relato razonado de sus experiencias traumáticas pueden empezar un proceso de duelo. La población con la cual se llevó a cabo esta experiencia son 25 desplazados (dieciocho mujeres y siete hombres), provenientes en su mayoría del Magdalena Medio, que llegaron a Bucaramanga desde finales de los años setenta hasta el 2007, y que actualmente viven en el barrio Café Madrid (bodegas de la antigua estación del tren), quienes fueron entrevistados por un equipo interdisciplinario liderado por la historiadora Suárez Pinzón. Lo presentado en el texto son algunas de las conclusiones del análisis de las historias de vida de los desplazados, que como lo afirma la autora serán publicados en su totalidad. Finalmente, el artículo nos recuerda a los historiadores que también en la escucha de los testimonios podemos asumir una actitud hasta cierto punto terapéutica y no sólo narrativa, además que le podemos dar voz a quienes por momentos no logran explicar la situación de desconcierto en que viven.

El siguiente texto, de Elisa Cobo y Milton Reyes, resalta a través del análisis iconográfico del monumento de La gloria de Bolívar, ubicado en el puente de Boyacá, cómo se construyen los mitos fundacionales y la idea de nación en espacios públicos que cumplen la función de re-crear una memoria colectiva por medio de la conmemoración de héroes, fechas o acontecimientos significativos que al recordarlos generan identidad, en este caso de carácter nacionalista. Para lograr dimensionar el significado del monumento, los autores por medio del análisis iconográfico y de una juiciosa revisión documental narran el proceso mediante el cual se escogió el sitio de su ubicación, los diferentes pasos para su elaboración y el significado de cada uno elementos que lo componen.

Cierra este volumen, el texto del arqueólogo Leonardo Moreno, quien por medio del análisis arqueológico del paisaje describe el hábitat de los indígenas guanes que vivieron en la Mesa de los Santos, la ubicación y significado de los asentamientos y las relaciones entre vecinos que allí posiblemente se dieron. El autor insiste, basado en la arqueología del asentamiento, en que el paisaje actual y los vestigios encontrados pueden ayudar a comprender las posibles relaciones sociales de los guanes, durante los siglos IX y X. Unas huellas que van mucho más allá de las construcciones o de la elaboración de cerámicas, pues nos hablan de su organización social, de su cosmovisión y cultura. Vale la pena con el autor recordarle a la sociedad en general que es necesario proteger dichos vestigios de la guaquería y de la indolencia oficial.

Después de esta larga presentación, no queda más que invitar a nuestros lectores a discutir lo aquí presentado con el ánimo de contribuir a los debates introducidos por los autores, quienes, resulta evidente, se esforzaron por dar a conocer diversos problemas de carácter histórico, en ocasiones olvidados por la historiografía u ocultos bajo la etiqueta de las modas o el vértigo del ahora. Además de invitarlos a enviar sus producciones académicas y reseñas que contribuyan a fortalecer los debates históricos.


Helwar Hernando Figueroa Salamanca, Ph.D
Escuela de Historia
Profesor, Universidad Industrial de Santander