Los Teres*: un asentamiento
ordenador del territorio
Preguane-Guane. Una
aproximación al tema urbano**
Leonardo Moreno González
Candidato a Doctor en Arqueología Prehistórica
Profesor asociado Escuela de Historia
Universidad Industrial de Santander
Bucaramnaga. Colombia
Este artículo, es el resultado de una reflexión teórica y de los datos obtenidos en el proyecto arqueológico estudio del patrimonio arqueológico, paisajístico y geo-ambiental de la mesa de los santos. bases para proyectos de eco-desarrollo (código 5254). El proyecto se implementó en el 2012, en la vereda Los Teres, municipio de Los Santos, Santander, Colombia, el cual se desarrolló bajo el marco teórico de la arqueología del paisaje. De los resultados obtenidos, sólo tomamos la parte concerniente a los sitios de vivienda (asentamientos) y el arreglo de éstos en el paisaje, con el propósito de comprender la distribución espacial de los asentamientos, en el contexto territorial y, con ello, comprender su estructura física edificada del asentamiento, como fuente primigenia para lograr un acercamiento al tema urbano desde la fuente documental prehispánica.
Palabras claves: Culturas Preguane-Guane, Sociedad prehispánica guane, Pautas de asentamiento guane, Territorio guane.
THE TERES: A PREGUANE-GUANE
ORDERLY LAND SETTLEMENT. AN
APPROACH TO URBAN THEME
This article is the result of a theoretical and data from the archaeological project STUDY archaeological heritage, landscape and GEO-ENVIRONMENTAL BOARD OF SAINTS. BASES FOR ECO-DEVELOPMENT PROJECTS. (Code 5254), developed in 2012, in the village of the Teres, town of Los Santos, Santander, Colombia, which was developed under the theoretical framework of landscape archeology. From the results, we take only the part concerning housing sites (settlements) and arranging them in the landscape, in order to understand the spatial distribution of settlements, in the territorial context and thereby understand their built physical structure of the settlement, as primary source for further towards the urban theme from the prehispanic documentary source.
Keywords: Cultures Preguane-Guane , society, pre-hispanic Guane Guane settlement patterns. Guane Territory
Bajo la teoría de la arqueología del paisaje y de la arqueología del asentamiento, es claro, el pasado no se puede explicar sin tener como marco de referencia el presente y viceversa. Esta situación de doble implicación inscrita en la racionalidad científica moderna se apoya en categorías, conceptos y métodos, que permiten ponderar el objeto de estudio arqueológico, esto es, la ruina, el vestigio material y desde luego el recuerdo que en conjunto hacen parte de un documento patrimonial de orden histórico-social, en tanto que, estos vestigios arqueológicos (objetos, artefactos y elementos materiales etc.) son el testimonio de la actividad social a lo largo de la historia humana y, desde nuestra intención investigadora lo damos a conocer mediante palabras adscritas al lenguaje de la ciencia.
Esta relación vestigio-ruina (fuente material de orden social) y los discursos del pasado (representaciones intencionadas), están mediados por la actividad social (prácticas sociales) bajo la coordenada tiempo-espacio, cuyos contenidos le dan un sentido patrimonial y de identidad y cuya particularidad física y socio-cultural configuran los lugares arqueológicos, que su interconexión en el paisaje, determina el ámbito territorial. Esta relación presente y pasado se puede comprender mejor, si analizamos como ejemplo, las estrategias de supervivencia humana a lo largo de su historia y valoramos la comprensión de las formas de gestión del paisaje antiguo a partir de la fisonomía del paisaje actual, por supuesto, sometido el análisis a una rigurosidad científica y evitando el determinismo geográfico y un actualismo forzado.
A partir de esta reflexión de la representación material (vestigios) y de los discursos del pasado y, al analizar los problemas y las situaciones prácticas que se dan en las grandes ciudades, pueblos, veredas, asentamientos pequeños, barrios1 o comunas, insertadas en la vida moderna, que se han recogido de manera sintética en el artículo de Miguel Laborde, basado en el análisis la ciudad de Santiago de Chile, nos surgió la idea de ponderar el concepto de asentamiento en el marco de los primeros desarrollo urbanos2 en la región de Los Santos, al nororiente de Colombia. Este investigador, al analizar los problemas del urbanismo moderno plantea: ".. Por todo esto es que, para el siglo XXI, y de modo que la especie humana pueda sobrevivir en las urbes inmensas, la esperanza está puesta en el retorno a la vida de barrio. En fortalecer su identidad, proteger sus hitos y monumentos, generar espacios de encuentro y paseo, divulgar su historia y tradiciones. Es decir, humanizar las ciudades. Para que sigan siendo madres cálidas, tibias y seguras, para humanizar al hombre"3.
Este planteamiento, nos animó a considerar el potencial que tiene el concepto de asentamiento en arqueología y arreglo de los asentamientos prehispánicos como ejes de distribución territorial y la posibilidad que desde la experiencia y la lógica humana del pasado, nos puedan brindar una nueva esperanza para el desarrollo humano más comprometido con una ética solidaria y armoniosa con la naturaleza y menos regida por la racionalidad comercial de la tierra y el espacio, lo que se observa como una reflexión válida para las Ciencias Sociales, la arquitectura y el urbanismo4.
Asimismo, estos planteamientos de Laborde, fortalecieron mi idea de abordar la vida urbana, desde el campo teórico-práctico de la arqueología espacial y específicamente de la arqueología del asentamiento5. Esta osadía académica, para lograr un primer acercamiento del asentamiento de sociedades complejas prehispánicas, al tema urbano desde la perspectiva arqueológica, está bastante limitada por tres aspectos pivotantes que se entrecruzan: 1. El análisis de lo urbano6 es complejo desde el punto de vista histórico-social por sus nexos con los conceptos de ciudad y barrio, que implica una estructura física contigua y ordenada y por el origen y cambio de ambos términos en el tiempo; 2. Este nivel de complejidad en la estructura física por la red de elementos de ingeniería y arquitectónicos, se ahonda aún más, en el marco de la vida social humana actual, pues estos dos aspectos, son de enorme importancia por sus múltiples problemas que encarnan y la complejidad de interacciones e intereses sociales que comportan y, 3. Porque, aparentemente este tema, está alejado del mundo prehispánico, lo cual en conjunto, nos exige un ejercicio teórico y paralelamente correr inmensos riesgos teóricos como generador de polémicas, al desprender el tema urbano7 de las entrañas exclusivas de los conceptos de Estado, ciudad y barrio y, proponer como eje articulador el asentamiento, porque además de sus estructura física, también existen en él, relaciones y funciones de orden social, cultural, productivo, ritual, etc.
Así, el tema urbano, en un sentido moderno, como práctica-técnica representada bajo una estructura física que contiene complejas relaciones socio-culturales, económicas y políticas, por supuesto engloba al arte urbano8 que paradójicamente recoge el sentir cotidiano y los problemas de la ciudad y que afortunadamente, para épocas prehispánicas, el arte también representó aspectos de la vida cotidiana y los sentires de los pobladores que habitaron los espacios físicos edificados, es decir, los asentamientos prehispánicos para el caso que estamos tratando. Estos tres aspectos nos hace pensar en una paradoja, pues lo urbano necesariamente incluye entre otros aspectos: la vivienda, los espacios de la muerte, los lugares del ritual, la infraestructura física y tecnológica de carácter productivo, los medios de comunicación (vías o caminos, ríos etc.), el medio natural y la matriz de recursos, la protección del entorno ambiental y la gestión de recursos bióticos y abióticos, todo ello, común a los asentamientos prehispánicos.
Esta paradoja, se hace menos comprensible si se considera que el término urbanismo de origen Latino, se deriva de "urbs", que en el Mundo Antiguo, se refería a Roma como el centro-ciudad más importante del Mundo, y, luego en el Mundo moderno, derivó al sentido de la ordenación del fenómeno urbano (incluyendo la edificación y el conflicto urbano) a zonas no urbanas -referido a espacios rurales dispersos- que entablan una relación funcional con la ciudad9. Este sentido ampliado del concepto de lo urbano -en la sociedad contemporánea- ha sido desplazado por el concepto de ordenamiento territorial, con un sentido de planificación y desarrollo que constituye el centro de la planificación urbana plasmada en los Planes de Ordenamiento Territorial, que exige hoy día la Ley para el desarrollo físico y social de los municipios colombianos.
Bajo esta situación de cambio al que ha sido sometido el término "lo urbano", éste no puede seguir siendo un concepto rígido y exclusivamente atado a la idea de ciudad. Ahora bien, para enfrentar el reto de decir algo útil a nivel teórico-práctico desde la lógica y el trabajo científico de la arqueología, es necesario por un lado, plantear una reflexión teórica sobre la vida social humana y la expresión material de ésta y, por otro lado, nos exige incorporar una mayor flexibilidad conceptual sobre el urbanismo y sus nexos directos con conceptos como: asentamiento, paisaje, territorio, arquitectura, patrones y pautas de asentamiento. Así, entendemos que lo constructivo asociado a los términos urbanización y barrio, tiene una clara determinación a la ordenación urbana de ciudad, pero también, estos dos términos están amarrados al concepto de asentamiento, que no depende de una estructura urbana, pero sí los tres términos tienen en común que son unidades físicas cuantitativas con características tanto heterogéneas (arreglo espacial) como homogéneas (con límites y agrupados como un conjunto), es decir, son más del ámbito de una ordenación territorial, en donde un asentamiento ya configura unas relaciones espaciales físicas y sociales, más cercanas al ámbito urbano y, es precisamente esta consideración flexible de dicho ámbito, lo que nos abre la ventana para el análisis arqueológico y específicamente, encontrar su sentido hacia espacios -físicos-relacionales- en la órbita social y cultural, lo que nos acerca al tema urbano en la lógica de las comunidades originarias del Oriente colombiano.
El asentamiento humano en el contexto arqueológico de orden histórico-social, lo tomamos como un elemento de ordenación del territorio, incluyendo su sentido de planificación, pues de manera equivalente, este sentido de planificador opera en un contexto amplio del espacio físico y social que abarca por ejemplo el espacio físico rural moderno. Por eso, lo urbano, el asentamiento y el territorio se interrelacionan y, por ello, es de enorme interés para el análisis arqueológico, conectar los vestigios materiales del pasado, como respuestas de la actividad social y de los modos de vida bucólicos, bajo los diálogos de la teoría social y para ello, utilizamos como instrumento teórico el paradigma de la arqueología espacial, la arqueología del asentamiento y los modelos de patrones y pautas de asentamiento, pues el asentamiento prehispánico, es un espacio en donde se desarrolló también la vida social humana y en donde se expresa toda su representación material y social, incluyendo el ámbito de la cultura.
Así, el asentamiento en términos arqueológicos, es un espacio físico y social insertado en un territorio, pero además tiene una particularidad cultural (identidad) que se expresa físicamente como un lugar, es decir, el espacio que ocupa un asentamiento arqueológico esta contenido de lugares y, estos son los que configuran el territorio10. Bajo esta perspectiva, el asentamiento es un soporte físico, pero a la vez, es una unidad social que inserta numerosas actividades configurando la vida social humana en comunidad, conectando los sujetos sociales y su representación material en este espacio físico aprehendido socialmente, como escenario compartido por los pobladores de manera dialéctica en función de necesidades e intereses, conformando un tejido social y un universo mágico, ritual y simbólico -también materializado en la arquitectura- que conforma ese sentido de vecindad, reconocimiento cultural y de identidad a partir del asentamiento.
Es indudable que para hacer estas equivalencias del asentamiento tanto en el pasado como en el presente, se necesita de una ponderable flexibilidad conceptual respecto a la pregunta qué es lo que define el ámbito urbano y, al considerar en este contexto el término asentamiento, el sentido territorial de lo urbano, se convierte en un eslabón importante para la comprensión del tema urbano en toda su dimensión espacial física y espacial social. Así, para el análisis arqueológico, lo tomamos bajo los conceptos espacio-paisaje y patrones de asentamiento, lo que nos lleva a incorporar nuevas aristas conceptuales para abordar la vida social humana y sus procesos de desarrollo y los logros arquitectónicos de las comunidades en el pasado y bajo un contexto histórico-cultural.
Así, para abordar el urbanismo como un tema de interés arqueológico insertado en la teoría social y al valorar el espacio edificado en el contexto de la complejidad de las relaciones históricas y socioculturales, debemos, por un lado, delimitar el tipo de sociedad, desde nuestra perspectiva para Colombia; consideramos que es válida esta reflexión, sólo para el desarrollo social conocido como "etapa de los cacicazgos". Y, por el otro, se debe flexibilizar el concepto de urbanismo e incluir como contexto, conceptos como: espacio, paisaje, arquitectura en el entendido que el asentamiento humano en el marco del territorio, adquiere el sentido de comunidad, en donde se generan redes sociales simples y complejas, conformando la conciencia colectiva grupal y una red social adscrita a las pautas de convivencia.
Esta delimitación y flexibilidad conceptual, necesariamente debe estar insertada en los modelos teóricos de la arqueología espacial y de los asentamientos y en los patrones de asentamiento, lo que en conjunto, nos permite abordar la pregunta central del problema, que paradójicamente poco se ha trabajado en el campo de la arqueología; esta pregunta es: ¿el urbanismo sólo está asociado a los términos ciudad, barrio y complejidad social?, pregunta que encarna un trasfondo que estatiza el concepto de urbanismo, esto es su amarre y sostén al concepto de civilización, o centros civilizadores, que son una consecuencia del europeísmo en la historia social humana y, desde luego, ideas todas ellas polémicas en el marco del surgimiento del desarrollo social estatal, en donde precisamente se centra el tema de lo urbano11.
Si se parte de esta pregunta mediante un análisis simplista y mecánico, por una parte, se descartaría una posible reflexión y consideración para épocas prehispánicas en la actual Colombia, pues en esta época se desarrollaron sociedades que no alcanzaron el nivel social estatal y, por el otro, dichos conceptos, seguirían insertados en la lógica europea, que considera el urbanismo, bajo la idea de los grandes centros civilizadores y, cuyo grado de evolución social, se mide entre otras cosas, por el alto grado de desarrollo tecnológico, la consolidación de la estructura física que conforma la ciudad, el surgimiento de la escritura, la desigualdad social, el advenimiento de la agricultura, la domesticación de plantas y animales etc., algunos logros de ellos, apenas iniciados en la etapa de los cacicazgos, antes de la llegada de los conquistadores españoles, en el Siglo XVI.
El ámbito de lo urbano puede ser abierto conceptualmente, al incorporar un acercamiento al concepto de asentamiento como un ordenador territorial, partiendo para ello, del modelo de la arqueología espacial y de ésta, el concepto pautas de asentamiento, cuyo arreglo arquitectónico en el paisaje, incluye desde luego el ámbito doméstico y funerario y el nivel de las relaciones entre y fuera de los asentamientos. Este riesgo conceptual y reflexivo, nos exige introducir matices conceptuales en el enfoque de los asentamientos humanos y su entorno ambiental, para valorar el espacio arquitectónico de una manera poli-funcional con interés arqueológico y, que reivindique el manejo espacial de las comunidades aborígenes originarias y su expresión en las edificaciones y sitios de asentamiento.
Desde la perspectiva teórica de la arqueología espacial, la arqueología del asentamiento y del modelo de pautas de asentamiento, se descarta el estudio de los objetos materiales de un yacimiento específico para definir cronologías o secuencias culturales y, más bien, se potencia el estudio en conjunto de las respuestas de supervivencia en una región, en tanto que, los objetos y su contexto, se convierten en los testimonio de la actividad social y materialización de modos de vida del pasado, en un sentido histórico que enmarcan las interacciones de las comunidades entre sí y, respecto a su matriz de recursos, lo que se ha estudiado bajo el modelo de patrón de asentamiento12.
El primer riesgo en el matiz conceptual, se ancla sobre una idea muy difundida entre arquitectos, urbanistas del paisaje y geógrafos sociales, a través de la cual se considera que una sucesión de edificaciones armónicamente distribuidas en una malla o plano (arreglo espacial) es lo que configura un espacio material de características urbanas. Sí bien, este arreglo espacial tipo malla configura en apariencia un espacio material de características urbanas, no es menos cierto que este espacio arquitectónico, está circunscrito a un asentamiento y un plano complejo de relaciones interiores y exteriores, por lo que no es independiente del ámbito social y cultural lo que implica entonces que la arquitectura es una expresión social y cultural del espacio humanizado que puede expresarse en forma de asentamientos concentrados y dispersos, con un sentido urbano.
En muchos casos en el Mundo Moderno, una urbanización o varias de éstas distribuidas en el espacio en forma contigua, conforman una unidad territorial del tipo barrio. En éste, la población comparte relaciones de inclusión y exclusión, experiencias de vida, necesidades materiales y sociales, con lo cual se forma "un tejido social y un universo simbólico que les permite irse reconociendo como ¨vecinos¨ y relacionarse distintivamente con otros citadinos. Construyendo su barrio, sus habitantes construyen su propia identidad"13. En el contexto de la interpretación arqueológica, esta perspectiva de análisis también se puede extender para el pasado, pues un asentamiento cacical, en el marco del análisis de la arqueología espacial y dentro de ésta, en el modelo de las pautas de asentamiento, nos permite entender el comportamiento socio-cultural (que reúne lo cotidiano y lo ritual de la muerte) bajo cánones arquitectónicos muy específicos, que al estar insertado en el plano de relaciones, nos lleva a un acercamiento al ámbito de las formas urbanas primigenias, en tanto que, los hechos sociales-culturales se configuran como espacios humanizados que modifican el espacio natural, según las necesidades materiales y socio-culturales de las comunidades, lo que se expresa en la arquitectura, que por excelencia modifica el hábitat natural de los seres vivos y expresa voluntades y racionalidades humanas.
Así, la contraparte a la idea de la sucesión de edificaciones como requisito para lo urbano, reivindica el hecho arquitectónico no sólo como el arreglo espacial secuencial de edificios y casas cuyo agrupamiento configura el sentido urbano, sino que el urbanismo, al estar precedido por el acto arquitectónico y, al ser éste, el resultado de un espacio social y cultural, hace que el ámbito urbano también esté determinado por el nivel de relaciones, sociales, culturales (incluyendo la arquitectura ritual), conformando el marco de los paisajes culturales, que son históricos y que están adscritos a diferentes tipos de asentamiento, en donde caben precisamente los asentamientos del pasado.
El segundo matiz conceptual, tiene que ver con una idea de las contradicciones de los seres humanos con su entorno ambiental, cuyo resultado ante los retos de supervivencia, son las respuestas histórico-sociales que generan las comunidades y que se expresan materialmente en la arquitectura y en objetos y elementos arqueológicos con sus respectivos contextos, pues éstas respuestas de supervivencia, no sólo son de orden material sino también social y simbólico que configuran un sentido cultural de identidad. Así, para enfrentar los retos de supervivencia material y social, las sociedades han tenido que generar respuestas de orden tecnológico, habitacional, ritual, productivo, político, entre otras, cuya expresión edificadora no perecedera (respuesta de supervivencia material y socio-cultural) expresan su concepción sobre su entorno y su experiencia como grupo, cuyas formas arquitectónicas contribuyen junto a otras, a sellar su identidad cultural en una región, y cuya expresión también implica el orden urbano.
De este conjunto de respuestas -que se dan a lo largo de la vida humana- nos interesa desde la perspectiva arqueológica, resaltar la arquitectura doméstica (las casas y las habitacionales) y la arquitectura ritual (asociada a la muerte), en tanto que, están expresadas en actos arquitectónicos asociados fundamentalmente a la vida y a la muerte y cuya materialización nos ilustra sobre los asentamientos y sus niveles de relaciones internas y externas, y otorgan un sello de identidad cultural en tiempo y espacio, lo que también está contenido en los asentamientos como núcleos con el sentido de agrupación física, como ámbito primigenio al hecho urbano: " El concepto de identidad supone el punto de vista subjetivo de los actores sociales acerca de su unidad y de sus fronteras, una elaboración simbólica y práctica de lo que consideran propio y lo que asumen como ajeno. Por ello, la relación entre identidad y cultura es directa; en el centro de todo proceso de producción de sentido se encuentra la construcción de una identidad colectiva; ésta siempre se forma por referencia a un universo simbólico; la cultura interiorizada en los individuos como un conjunto de representaciones socialmente compartidas, entendidas estas como una forma de conocimiento socialmente elaborado y compartido orientado hacia la práctica, que contribuye a la construcción de una realidad común por parte de un conjunto social"14.
Para el caso del Oriente colombiano, desde la perspectiva de la arqueología, abordar el tema de la arquitectura como una expresión cultural del manejo del espacio y su conexión con el urbanismo, nos lleva a considerar el desarrollo socio-cultural y espacial de las llamadas sociedades cacicales, como sociedades originarias no estatales. Cacicazgo o Señorío, es una categoría para sociedades indígenas que se caracterizan por una combinación de rasgos socio-políticos, económicos y culturales y que, como unidad socio-política autónoma integra aldeas o comunidades bajo el control permanente de un jefe-cacique, lo que configura espacialmente un territorio bajo un control social (político, económico y cultural).
Esta etapa de desarrollo socio-cultural, representa la transición entre las sociedades tribal y estatal y, muchos de los cacicazgos estaban en un cenit de su desarrollo social y político, a la llegada de los conquistadores españoles, en el Siglo XVI. Para el tema que nos ocupa, es decir el urbanismo, debemos resaltar entre sus características, el dominio de una geografía variada y extensa (control del territorio), su base económica de orden redistributivo, el comercio interregional, el almacenamiento de bienes de consumo, las obras públicas arquitectónicas y de ingeniería asociado al orden cotidiano y ritual y el rasgo dominante de la autoridad política que integra varias aldeas autónomas y genera unas prácticas sociales y una red de relaciones complejas.
Estas características de los cacicazgos, implican que estas sociedades se movieron territorialmente entre comunidades pequeñas y dispersas gobernadas por un jefe-cacique, que fungía como jefe principal. El sistema social cacical, es definido por Sanoja y Vargas como "una forma de organización… [que]… implica la integración socio-política de diversas comunidades aldeanas"15. Esta integración del territorio, es de tipo confederación, lo que se expresa materialmente en poblados como expresión urbana y cuya red de relaciones establece una centralización de tipo urbano, pues había aldeas que conformaban centros principales y centros menores, configurando una jerarquización de asentamientos en los territorios cacicales, con distintos niveles de urbanismo.
En el contexto de los cacicazgos, se parte de un hecho cierto, estas sociedades dominaron un territorio (como espacio físico, económico y socio-cultural), lo cual para abordar el tema del urbanismo prehispánico en esta parte del país, nos plantea una reflexión; lo urbano solamente se puede ver a través de los elementos arquitectónicos que conforman un gran asentamiento con infraestructura y tecnología constructiva compleja y con edificaciones contiguas que nos acerquen a la idea de ciudad.
Esta idea cerrada se debe tomar con reserva, sí consideramos que para las sociedades cacicales, la expresión material de actividades sociales cotidianas (prácticas sociales) en las obras de ingeniería y asentamientos nucleados compartiendo con asentamientos dispersos o satélites y, el trato social dado a los muertos (tumbas y prácticas rituales funerarias), también nos brinda la oportunidad de ver en la arquitectura doméstica y ritual, el comportamiento humano dentro de un contexto social y cultural, que nos acerca a ese sentido urbano adscrito a diferentes tipos de asentamiento y de integración económica, política y cultural entre distintos asentamientos o aldeas, del cacicazgo, ya que: "Un ambiente urbano se define justamente por la intensidad de las interacciones que tienen lugar en él. Entre ellas, las más frecuentes y significativas son las interacciones en las que las personas se comunican entre sí y, en el marco de este cuadro comunicativo, hacen algo el uno por el otro"16.
Así, el urbanismo está precedido por el acto arquitectónico, al ser la arquitectura, la materialización de las necesidades objetivas y sociales, por lo cual engloba el espectro variado de actos socio-culturales (incluye los ámbitos económicos, políticos y rituales), que se concreta espacialmente como edificaciones y cuya secuencia y arreglo espacial configura el territorio. Y, precisamente los actos arquitectónicos, implican al urbanismo pues: "Lo urbano responde a una sensibilidad, una actitud, unos modos o modelos de expresión y comportamiento, desprendidos de la historia"17
El urbanismo entonces, implica considerar un conjunto de actos arquitectónicos, presentes en los asentamientos humanos, los cuales están respondiendo a las necesidades de supervivencia material, pero también, a necesidades culturales y míticas, es decir, en el urbanismo hay una gran variedad de arquitecturas, de las cuales queremos sólo resaltar la arquitectura física-cotidiana y la mítica para abordar el tema del urbanismo en sociedades originarias de la región santandereana.
En este marco flexible del urbanismo precedido como acto cultural expresado en la arquitectura como hecho cultural, que para el caso del estudio de las comunidades cacicales del pasado, necesariamente incluye el concepto de asentamiento y en éste, se consideran las estructuras y recintos edificados, que por un lado, están relacionadas con la vida cotidiana y por el otro, tienen nexos con aspectos rituales y simbólicos relacionados con la muerte y cuya concreción material representa hechos arquitectónicos creados culturalmente, que al estar presentes en un asentamiento, también cubren ese ámbito urbano, definido por el plano de relaciones e interés sociales, que fueron definitivos en el desarrollo de los cacicazgos.
Para abordar el ámbito primigenio del desarrollo urbano en la zona de Los Santos (incluyendo la Mesa de los Santos), partimos del estudio de los asentamientos preguane-guane, que se establecieron en la región en la época prehispánica, los cuales se valoraron bajo la óptica teórica de la Arqueología espacial, la cual tiene como propósito estudiar las transformaciones históricas generadas por la intervención de los seres humanos sobre el paisaje y medir el impacto de éstos sobre su entorno, lo que arqueológicamente se manifiesta en los asentamientos y la cultura material como testimonio de los modos de vida en el pasado.
La intervención humana sobre el paisaje, implica que exista una relación dialéctica entre los grupos humanos y su entorno ambiental, que arqueológicamente acogemos en el modelo de arqueología de los asentamientos, como "el estudio de las relaciones sociales usando datos arqueológicos. Este estudio incluye una investigación de los aspectos de estas relaciones, tanto en lo sincrónico o estructural como en lo diacrónico o de desarrollo. Se diferencia de la actual arqueología cultural, en que no se trata de comprender los varios aspectos de las relaciones sociales como la simple enumeración de otras características que forman parte de los complejos rasgos de las culturas arqueológicas18, antes bien, los trata como sistemas funcionales de las relaciones económicas, políticas y afectivas"19.
En el contexto arqueológico, el asentamiento como espacio edificado y controlado, determina la existencia de lugares (espacios socio-culturales particulares o específicos), conformando una estructura espacial y social (edificaciones con distinto uso social) que hace parte de una urdimbre territorial, con lo cual, este espacio edificado, se convierte en un "hábitat social", que tomando el planteamiento de Ezio Manzini y E. Jegou20, aparece como una dimensión espacial y física de las relaciones sociales, que no sólo se ocupa o se produce en él, sino también, en donde se desarrollan las relaciones sociales y en donde queda la impronta de dichas relaciones, adquiriendo ese sentido urbano.
Así, el conjunto edificado (arquitectura) conforma una estructura espacial de orden común en donde se ejercen distintas prácticas sociales y que le dan un sentido de pertenencia (identidad de grupo-cultural) a ese núcleo poblado, que se expresa en la materia (artefactos y huellas del pasado) y su contexto arqueológico. En este marco, los asentamientos -como espacios construidos públicos- incluyen distintas formas de edificaciones de vivienda, tanto de orden disperso como concentrada o nucleada (poblados), lo que implica diferentes formas de interacción y relaciones socio-productivas, reconocidas como prácticas sociales y prácticas culturales (imágenes, pensamientos, formas materiales) y que en la arqueología espacial, la tomamos lugares de asentamiento, adscritos a los imaginarios colectivos (sagrados, cotidianos, rituales etc., ), que se construyen históricamente (cambios y continuidades), en función de las respuesta requeridas, ante las necesidades objetivas y sociales, que moviliza a los seres humanos que ocupan los lugares de asentamiento.
Para este propósito tomamos como instrumento teórico y metodológico la arqueología espacial y dentro de ésta, acogemos el concepto de pautas de asentamiento como respuestas humanas de carácter histórico, referidas al ámbito económico, social, político y cultural; así, las "… Pautas de asentamiento como hechos reales corresponden a estructuras mentales tanto conceptuales como míticas. Estas respuestas culturales son de gran complejidad y variedad e incluyen todos los niveles de su actividad social, política, económica y ritual"21.
En este contexto, entendemos las pautas de asentamiento como las respuestas humanas de carácter histórico, que un grupo ejecuta ante sus necesidades de supervivencia material y social y su relación con su entorno ambiental, para lo cual debe involucrar patrones mentales, cosmovisión, experiencia sensible y racionalidad y que a su vez, en la praxis social, se encuentra con distintos ámbitos como: actividad social, económica, religiosa y política-ideológica, que se expresa en el asentamiento, en los patrones de asentamiento (arreglo espacial) y en la arquitectura desarrollada por las comunidades en función de sus estrategias de supervivencia.
En el marco arqueológico, las pautas de asentamiento como respuestas humanas ante los retos de supervivencia, generan transformaciones en el paisaje, que se expresan como respuestas culturales, ante la relación dialéctica con su entorno ambiental, ya que hacen parte de un modelo conceptual que actúa sobre éste, ante sus necesidades materiales y sociales, abarcando el ámbito de la complejos de la vida social, económica, política, ideológica y religiosa y, que está representado en la arquitectura doméstica o religiosa-mítica, inscritas en un modelo de urbanismo de tipo nucleado o disperso-poblados o núcleos individuales22.
Con el estudio de las pautas de asentamiento podemos identificar el grado de desarrollo de una sociedad y su particularismo cultural y en un contexto amplio, conocer sus respuestas históricas, esto es, su nivel de transformación y cambio, que por supuesto se expresa en el arreglo espacial de los asentamientos y en el plano de la vivienda como hecho arquitectónico, ya que son el resultado de sus modelos de pensamiento y representación en el espacio doméstico, cotidiano urbanístico -poblados, viviendas, campos de cultivo, caminos infraestructura agrícola- y su representación del espacio de la muerte, lo que en conjunto conforma el ámbito de los lugares como particularidades culturales de orden de la "identidad" como rasgo cultural.
Todos estos aspectos adscritos a la vida social humana pasan por los modelos mentales y la experiencia sensible de las comunidades aborígenes que convergen en un espacio arquitectónico asociado a dichos niveles de actividad socio-cultural y político-ideológica, lo cual, nos aproxima al concepto de urbanismo. Así, las pautas de asentamiento nos permiten en arqueología, plantear los lugares culturales como rasgos específicos para abordar la red de relaciones que nos acerque al urbanismo en un contexto flexible en el entendido que corresponde a la expresión arquitectónica que recoge el ámbito de la cultura23.
Los espacios arquitectónicos destinados a la vida (asentamientos, viviendas) y a la muerte (tumbas), engloban el ámbito cotidiano y el mágico-ritual, como resultado de la actividad social, ya que están mediados por la práctica ritual, con lo cual la muerte, converge y a la vez, se niega con la vida, en determinados espacios simbólicos que se representan en la arquitectura funeraria y se afianzan con la distribución del ajuar funerario (presencia de objetos y artefactos), pues éste, al estar asociado a los restos humanos exhumados (según la conciencia colectiva apoyada en el ritual) crea también arquitectónicamente un recinto simbólico, con lo cual, la vida y la muerte en el plano simbólico coexisten como una misma realidad, solo que en espacios distintos de las tumbas. En este marco, todas las evidencias materiales del ámbito doméstico (sitios de vivienda), del territorio (pautas de asentamiento) y de lo mágico-ritual (cementerios y tumbas), determinan un sentido urbano en términos del territorio.
En la perspectiva de análisis del ámbito urbano, de acuerdo a las evidencias arqueológicas, podemos considerar dos fuentes; el espacio arquitectónico doméstico, considerado como una respuesta socio-cultural a las necesidades humanas y el espacio mágico-ritual o arquitectura ritual (cementerios, tumbas), que a la vez de ser una edificación real (material), también es una edificación simbólica, cuyos recintos propician una arquitectura imaginaria-simbólica con voz, pues el ser humano exhumado está en la memoria y el recuerdo colectivo y ambas arquitecturas, al estar dispuestas armónicamente y mimetizarse como un arreglo del paisaje, en un territorio, alimentado por un lenguaje social, cultural e ideológico, configuran ese ámbito de lo urbano, lo que desde la perspectiva arqueológica, acogemos en el modelo de arqueología espacial y dentro de ésta el modelo de los patrones de asentamiento y el concepto de pautas de asentamiento.
El fenómeno urbano no sólo está representado en la estructura material de un pueblo o ciudad, pues éste, es también un espacio socio-cultural que necesariamente está precedido de una arquitectura como espacio concebido y creado culturalmente respondiendo a necesidades humanas y al entorno natural. Tomando la arquitectura como un espacio social y cultural que responde a necesidades de supervivencia física y social, con lo cual, podemos incorporar desde el punto de vista de la "arqueología del asentamiento" como espacios humanizados que configuran para sociedades aborígenes los espacios urbanos (núcleos concentrados en forma de aldeas y pueblos) y no urbanos (viviendas aisladas), lo que nos lleva a abordar el ámbito social del manejo cultural del espacio, ya que "todo humano produce unas pautas de asentamiento, o sea, unas respuestas culturales al entorno natural donde se establece, a lo largo de un proceso histórico"24.
Los asentamientos humanos implican necesariamente un manejo social del espacio, el cual es el componente principal de la arquitectura, en tanto que es la materialización de las edificaciones, que para el ámbito arqueológico consolida el espacio doméstico (edificaciones como casas u hogares), como espacio integrador de la vida socio-productiva, política y cultural en medio de un ambiente bucólico. Pero este espacio del ámbito cotidiano, también se asocia a espacios separadores como los cementerios y tumbas, como moradas (casas) para los muertos, que a su vez, fungen como lugares de memoria en un sentido de pertenencia cultural diferenciado e integrándose a otros espacios, como por ejemplo en las tumbas preguane-guane.
Esta conjunción entre la arquitectura doméstica y la mágico-ritual en la región de Los Santos, se materializa, por un lado, en las tumbas individuales en tierra, que se hallan en los llamados "calichos" y por el otro, corresponde a las tumbas colectivas en cavernas o cuevas, cuyo conjunto arquitectónico, al contener restos humanos que fueron depositados a través de un ritual, extiende el acto arquitectónico hacia las fronteras de un lenguaje simbólico con expresión material (arreglo en el paisaje) plasmado de manera realista en el arte rupestre (representaciones de deidades solares, plantas y animales del entorno natural), cuya ubicación a la entrada de las cuevas, impone la dinámica de la vida a través de actos rituales y elementos simbólicos asociados a la muerte; además, su cercanía a los asentamientos, configura el conjunto de elementos naturales y cotidianos, que al unirse -a través de las practicas rituales-, de una parte, a la complejidad simbólica en el ritual y al arte rupestre y de otra, debido a la cobertura y globalidad en el espacio de elementos naturales y sociales, convierte el asentamiento preguane-guane, en un espacio ordenador del territorio, con connotaciones y características hacia primeras formas de agrupamiento de elementos naturales y culturales y una red compleja de relaciones sociales, que son elementos propios de los asentamientos nucleados y preámbulo de la vida urbana.
Hemos planteado que, las pautas de asentamiento -como hechos reales de orden sociocultural dependen de las estructuras mentales de un grupo-, expresan las respuestas históricas, frente a sus requerimientos materiales y sociales y a su relación dialéctica con el entorno ambiental y por lo tanto, éstas, expresan parte de la materia y del orden socio-cultural, político y económico, que se manifiestan arqueológicamente en sitios de vivienda, tumbas, arte rupestre y objetos materiales y elementos naturales sometidos a un contexto estratigráfico de orden social, con lo cual desde la arqueología espacial e histórico-social, estas evidencias, nos permiten comprender fenómenos culturales en un proceso histórico regional particular y considerar los asentamientos (componente físico-social y cultural) , como un eje articulador del territorio (matriz ambiental, rituales y gestión de recursos), lo que inscribe una forma incipiente de la vida con un sentido urbano en la región de Los Santos o si se quiere mejor, de niveles primigenios de urbanismo en las comunidades preguane-guane.
Así, los objetos y demás elementos arqueológicos con su contexto y articulación al mundo natural, pertenecen al mundo social y cultural, que configuran espacios arquitectónicos del mundo cotidiano, mítico y práctico de las necesidades humanas. Esto se plasma en un modelo arquitectónico-arreglo de viviendas en el paisaje-adscritas a unas pautas de asentamiento, que a su vez, son expresión de una arquitectura de sentido urbano o semi-urbano que depende del nivel social, político, económico y religioso alcanzado por los grupos preguane-guanes, de ahí las diferencias en las regiones ocupadas, lo que no significa que las arquitecturas guane correspondan a modelos conceptuales diferentes sino que su vínculo está asociado a su estructura cultural que se expresa en las pautas de asentamiento25.
Las sociedades aborígenes que habitaron la región del Gran Santander y, que alcanzaron el nivel de desarrollo social de los cacicazgos, desarrollaron una arquitectura anclada sobre dos pilares fundamentales: los ámbitos doméstico y mítico-ritual las cuales incorporan un mundo conceptual que responde a un paisaje natural, respondiendo a la vida cotidiana (doméstico-casa residencial) y a la vida mágica-ritual, cuya cosmovisión facilita la conexión entre la vida y la muerte, que se puede observar a lo largo de la sociología religiosa26.
Las primeras manifestaciones de asentamientos de los pueblos preguane-guane, con un sentido de pequeños asentamientos con tendencia hacia las formas nucleadas de carácter urbano, corresponden a pequeñas comunidades y centros de población asociados al trabajo agrícola y de crecimiento lento. Hacia el siglo XI d.C., se fueron agrupando y formando más pueblos con mayor infraestructura física de sitios de vivienda, rodeados de piedras en aterrazamientos artificiales (guachana)27, cuya lógica de los asentamientos no está definida por una racionalidad planificadora que tenía como base para su distribución, la presencia de ciertos recursos y un dominio visual del territorio.
La arquitectura doméstica implicó trabajo humano para la remoción de tierra o para nivelar superficies y con ello, generar los aterrazamientos y hacer las adecuaciones que permitieron levantar las viviendas-residencias unifamiliares o multifamiliares.
Asimismo, la arquitectura funeraria, también dispuso de trabajo y energía humana, al excavar la tumba al interior de la tierra-como espacio edificado o al adaptar lugares de su entorno natural (cavernas), lo que configura un mundo real cotidiano y un mundo simbólico, pues, las tumbas subterráneas y las cavernas naturales utilizadas como refugios para los muertos, acompañados de sus seres míticos, son revividos simbólicamente a través de la memoria colectiva, con lo cual lo doméstico y lo ritual -expresado en la cultura material- adquieren una red significativa -como símbolos-signos de orden material y socio-cultural28.
El desarrollo de los asentamiento guanes en el paisaje, está conformado por pequeños poblados agrícolas dispersos (no hay un pablado grande principal que englobe a los demás), cuya presencia de terrazas de vivienda dan pie para pensar que se trata de un conjunto de viviendas (entre 2 y 10 núcleos) cuyas plantas son de forma ovoide y, en donde en cada casa vivieron unidades familiares pequeñas y a un lado tenían sus campos de cultivo. Hay sólidas evidencias, que cerca a estos conjuntos, existieron aterrazamientos de mayor tamaño, que corresponden a casas grandes de planta ovoidea y con doble función, esto es, para uso doméstico-vivienda y actos rituales, y, probablemente como expresión de un espacio de mayor jerarquía social y de poder, lo que también se evidencia en la disposición final de los cadáveres, en las cuevas de los precipicios de los cañones profundos que rodean al Mesa de Los Santos29.
Las viviendas se hicieron sobre pequeños cortes artificiales ubicados en las partes más altas del paleo-valle de Los Teres, cuyo arreglo espacial denotan planos artificiales muy leves sobre el valle. En cada aterrazamiento probablemente hubo viviendas (bohíos) de planta ovoide, cuya vigas, estructura de las paredes (bahareque posiblemente) y muros internos (piedra) estuvieron amarradas a columnas o postes de madera enterrados y a otros postes dispuestos sobre piedras (calichos) que soportaron un techo probablemente cónico recubierto con hojas de palma, tal como los documentamos con nuestras excavaciones.
En Los Teres, la pauta funeraria está representada por dos espacios arquitectónicos, el primero de tipo individual, de tumbas de poso de planta ovoide muy superficiales y localizadas en los intersticios que dejan las formaciones calizas de la región y sin mayor despliegue de contenidos simbólicos asociados a la muerte y, por lo general, sin ajuar funerario o con simplemente una o dos vasijas de orden cotidiano. Y, el segundo, tumbas colectivas, en riscos y cuevas ubicadas sobre los taludes de los cañones de los ríos y en donde sobresale la presencia de momias, entierros colectivos (la muerte adquiere un sentido colectivo) y la gran variedad de ajuar funerario, que comprende alfarería, armas, tejidos, orfebrería, etc.
De acuerdo a nuestras evidencias y comparándolas con los resultados obtenidos por otros investigadores30 podemos afirmar que hay dos tipos de asentamiento cuyo carácter bucólico del pasado, puede darnos un sentido de lo urbano: Uno conformado por pueblos centralizados en el poder político y autónomo, y otros con pequeños núcleos y patrones dispersos de ocupación, en función de las necesidades objetivas, los paisajes naturales y la disponibilidad de recursos. Así, las sociedades aborígenes que habitaron el actual territorio del Nororiente colombiano, han dejado unas huellas arquitectónicas, de ingeniería y unas prácticas sociales y culturales, que nos acercan a la comprensión de su desarrollo social, político, económico y religioso, que nos permite considerarlos en el nivel de desarrollo complejo adscrito al desarrollo de los cacicazgos.
En estos dos modelos de asentamiento hay en común el manejo del espacio social expresado materialmente en el plano de la vivienda, en tanto que, determina un espacio doméstico cuyas prácticas sociales asociadas a las actividades cotidianas y colectivas, conforman un conjunto representado en el plano urbano o arreglo espacial, pues el arreglo de las viviendas, la aparición de objetos, aspectos de infraestructura agrícola y comercio -canales de cultivo y caminos- configuran ese ámbito de lo urbano, en tanto que han actuado intencionalmente los grupos humanos, provocando obras arquitectónicas, cuyas huellas perduran en el caso de los guanes, como testimonio de su existencia.
El análisis de los pisos de ocupación, el reconocimiento de los espacios domésticos al interior de dos sitios de vivienda (cortes I y II) en el asentamiento prehispánico y la arquitectura generada en el paleo-valle cuaternario de Los Teres, durante el Período Preguane-guane, nos permitió definir el patrón arquitectónico local y plantear nuevas explicaciones sobre la función y el alcance de los asentamientos, considerado en un contexto de ordenamiento de un territorio, que nos acerca al sentido primigenio del urbanismo en la zona de la Mesa de los Santos.
Estos núcleos de vivienda, están acompañados de áreas de cultivo muy cercanos a los mismos y cementerios en donde existe evidencia de tratamiento diferencial experimentado en la arquitectura funeraria, que incluso aprovecha las cavernas naturales como moradas para enterrar los muertos, como por ejemplo, los riscos de los profundos cañones excavados por los ríos de la zona, -lo cual se puede documentar en el arte rupestre-31 que se combinan con pequeños cementerios como el hallado cerca al corte I, descrito en el informe final de nuestro trabajo y que marca el sentido de diferenciación social, por ser las sociedades preguane-guane, altamente jerarquizadas32.
En conjunto, en este espacio arquitectónico real (lugares de residencia, cultivos cementerios colectivos y tumbas individuales) y ritual-simbólico (seres o animales representados en el espacio simbólico del arte rupestre), se deriva una especie de voz, que sumada a lo doméstico-vivienda y vida aldeana, configura ese sentido de lo urbano en la medida que engloba lo natural y lo social, a través del paisaje y las respuestas cotidianas (interrelaciones) y el lenguaje ritual, cuyas evidencias materiales están desperdigadas en un territorio ancestral de enorme potencial arqueológico, pero infortunadamente muy guaqueado y descuidado por el Estado colombiano, como es el caso del territorio y el mundo guane33.
Entre los siglos IX y XII A.P (antes del presente) para una parte del nororiente de Colombia, se ha documentado un arreglo espacial de viviendas dispersas organizadas sobre pequeñas áreas planas del cañón del río Chicamocha. Inicialmente construyeron las viviendas sin hacer previamente adecuación del terreno y, posteriormente en el transcurso de la dinámica de la ocupación, la acumulación de tierra y de detritus de cerámica y lítico, elevó el piso de la vivienda, conformando una plataforma34.
Este arreglo espacial-arquitectónico ha llevado a pensar que corresponde a un patrón de ocupación extensivo asociado a un modo de vida aldeano, en el cual además de una pauta dispersa de vivienda, se registra la presencia de tumbas localizadas en el piso habitacional, lo que significa un desplazamiento de las áreas de actividad doméstica hacia sectores no ocupados para enterramientos, sin que esta pauta funeraria hubiera provocado el abandono temporal o permanente de la vivienda35.
Este patrón de poblamiento disperso, en parte está presente hacia el Siglo XI d.C, pero a la vez, incorpora cambios significativos en el concepto espacial-arquitectónico, de acuerdo a nuestras investigaciones en Los Teres-Garbanzal, en el municipio de Los Santos, Santander: 1. Encontramos que las áreas de vivienda inicialmente se prepararon de manera especial, al tener una preferencia visual del valle, delimitándolas con piedras y tierra pisada que con una especie de círculo definía el contorno de la vivienda y le daba protección a la misma y cuyo plano habitacional se representa arqueológicamente como anillos de piedra; 2. En nuestra investigación, censamos tres tipos de zonas relacionadas con ocupaciones humanas prehispánicas: uno con leves inclinaciones, otro, corresponde a áreas planas del paleo-valle y un tercer tipo de áreas localizadas en la parte plana, pero levantadas sobre mantos rocosos. En las primeras, hay sólo evidencias de cementerios o de tumbas aisladas; en las segundas, encontramos piedras y manos de moler junto a gran cantidad de detritus cerámicos y líticos, lo que parece corresponder a zonas de cultivo; en las terceras áreas, se instauraron las viviendas, sobresaliendo un arreglo de un conjunto de casas contiguas y la presencia de una casa muy grande y de carácter multifuncional, ubicada cerca a zonas de cementerio36, tal como lo representamos en el modelo (FIGURA 1).
En estos sitios de vivienda de planta ovoide, se fueron acumulando las basuras, por lo cual el piso creció verticalmente, dando una fisonomía arquitectónica de pequeña plataforma elevada sobre la parte plana del paleo-valle. Allí, el perímetro de la vivienda se cubrió con piedras. En el espacio interior de las casas, se construyeron muros de piedra no mayores a 25 centímetros de alto y máximo 2 metros de longitud; en algunas casas se levantaron muros de unos pocos centímetros para separar del piso de tierra, las áreas de actividad socio-productiva, práctica que es muy común en esta zona campesina actualmente.
Espacialmente, encontramos áreas planas en donde se formó un conjunto de hasta 10 áreas de vivienda, demarcadas por círculos de piedras, configurando pequeños grupos de vivienda, con casas ubicadas de forma equidistantes a un máximo de un kilómetro (determinadas por cartografía digital), constituyendo así, pequeños núcleos-aldeas con un patrón de vivienda semi-disperso.
En las casas, también se observan muros de piedra internos, la delimitación de áreas especiales con círculos de piedras, la presencia de uno a dos fogones y varias áreas de fogatas y zonas con una gran concentración de cerámica, caracoles y líticos. Estas áreas y elementos materiales son indicadores de actividades de producción y de actividad social especial, por lo tanto, son el testimonio de la existencia de áreas que revisten una actividad específica y que el interior de la vivienda tenía una organización familiar que tenía varios hogares y que su función era polifuncional, en términos de vivienda y de actividad ritual.
Los grupos que poblaron estos núcleos-aldeas enterraron a sus muertos en cementerios cerca a los sitios habitados, para lo cual cavaron fosas ovoides o excavaron pozos irregulares en los cordones de rocas calizas o zonas kársticas, sin mayor atención especial, como lo indica el entierro de una persona dispuesta de oriente a occidente, en decúbito dorsal, sin ajuar funerario y sólo con una piedra que servía como de señal de la tumba.
Este modelo territorial está conformado por distintos espacios-lugares, con distintas funciones: 1. residencial organizado por núcleo de casas-residencia (NR), 2. Residencial-ritual vivienda aislada con círculos de piedras (VR); 3. El cementerio (C) y 4. El agrícola, conformado por áreas de cultivo (AC). Este modelo corresponde a un espacio social que configura una identidad poblada, representada físicamente y socialmente por estos espacios-lugares, lo que sugiere unas primeras formas de urbanismo, al planificar la concentración de los núcleos de vivienda, cementerios y campos agrícolas en la región preguane-guane.
A partir de nuestros resultados en Los Teres, en la Figura 1, se modela la unidad básica territorial preguane, que de acuerdo a nuestros datos de campo, corresponde a la conformación de núcleos residenciales-rituales que en su arreglo espacial conforman pequeñas aldeas, en donde hay un grupo de casas de áreas definidas socialmente, cumpliendo una función específica e interrelacionadas a juzgar por la presencia de materiales arqueológicos similares y una fisonomía homogénea en el plano de las huellas de poste. Cada aldea conforma un área-territorio con un tamaño y una forma abierta más o menos regular pero sin determinar un perímetro de influencia que las separe de otras áreas territorio, es decir, no hay evidencias de límites.
Esta área aldeana tiene distintas casas de diferente tamaño y una casa más grande tipo multifuncional, correspondiente a un espacio habitable-ritual, que aglutina un contenido social en términos productivos, de interacción y de rituales, que se asocian a formas muy simples de fosas de enterramiento muy superficiales, con muy escasa dedicación de tiempo y esmero para construir las tumbas, lo cual hemos corroborado por los cementerios localizados en los pequeños cordones montañosos calizos y por la distribución de los detritos de cerámica, líticos, restos de animales y los círculos internos en las casas que contienen elementos materiales con evidencias de fuego.
Esta unidad territorial modelada a partir de los hallazgos de Los Teres, parece ser anterior a las evidencias de las formas estudiadas en Palogordo37. Si bien, en este trabajo no proponen específicamente un modelo, sus hallazgos, resultados y explicaciones, se asocian a formas aldeanas más complejas y densas que las estudiadas por nosotros. De acuerdo a estas dos fuentes informativas (palogordo y Los Teres), esta unidad territorial al parecer fue evolucionando hacia una mayor concentración de viviendas, conformando aldeas más grandes, lo que parece corresponder a un nuevo concepto de gestión social del territorio y formas pre-urbanas en el período guane.
En este contexto, en los patrones de asentamiento de Los Teres hay dos niveles de vivienda definidos plenamente: El primero, está referido a aterrazamientos contiguos conformando pequeños lugares de vivienda que se distribuyen entre 3 hasta 10 núcleos seguidos, conformando un núcleo-aldea y el segundo, corresponde a vivienda dispersa, determinada por 1 o 2 aterrazamientos, no muy distantes de núcleos más grandes; pero cuya disposición tiene un sentido más alejado de un centro nucleado.
En ambos casos hay una vivienda grande de carácter habitacional-ritual. El núcleo residencial-aldea, es un espacio abierto pero con barreras naturales y sociales lo que configura el territorio preguane-guane y es a la vez, un núcleo social de interrelaciones cuyo comportamiento espacial está ajustado a los parámetros de planificación del núcleo aldeano, en tanto que los núcleos no rebasaron las 10 casas.
En este patrón residencial no mayor a 10 residencias, aparece una de ellas como el centro habitacional-ritual, lo determina una escala semi-urbana, cuya estructura física y de distribución de la población, representa la unidad pre-urbana, que comporta el manejo de la espacialidad física y social en el contexto del territorio preguane-guane, el cual contempla dimensiones y población más o menos uniforme, pues lo que junto a los espacios-lugares contenedores de otras actividades configuran un conjunto pre-urbano de orden físico y social, cuya estructura articula las actividades del espacio habitacional-ritual (VR) con los demás espacios lugares, lo que adquiere un soporte territorial-geográfico.
Todo esto contrasta con la descripción de los cronistas que hablan de poblados entre los guanes, descripciones que si consideramos como ciertas sugieren que efectivamente el modelo territorial guane sí es distinto al modelo territorial preguane, como lo hemos expuesto a través de nuestras investigaciones arqueológicas en los Santos, en el año 2012.
Para escribir este artículo, conceptualmente nos apoyamos en la Arqueología Espacial, cuyo propósito es abordar el ámbito arquitectónico-edificado representado en los conceptos de arqueología del asentamiento, en el modelo de patrones de asentamiento y las pautas de asentamiento (contenidos en la Arqueología Espacial), entendidas como las respuestas históricas de carácter social, económico y político y, buscando una primera aproximación explicativa al desarrollo urbano primigenio en la zona de Los Santos (incluyendo la Mesa de los Santos).
Así, a lo largo del artículo, trazamos un planteamiento teórico y documentamos las ideas bajo nuestros resultados de campo y de análisis, cuya conexión teoría-praxis arqueológica, nos permite abogar por una mayor flexibilidad teórica para utilizar el concepto de asentamiento en el marco del paisaje y del territorio, con el propósito de iniciar la comprensión de los primeros aspectos relacionados con las culturas prehispánicas del Oriente Colombiano y su conexión teórica con el ámbito urbano, buscando que las consideraciones de la arqueología espacial, permitan posicionar el asentamiento como un hecho social primigenio, para considerar el tema urbano, sin que pase por el filtro exclusivo del desarrollo estatal, la ciudad y el barrio, pues consideramos que los asentamientos prehispánicos que se sentaron en la región preguane-guane, en la época prehispánica, nos permiten desde otra lógica arquitectónica, un acercamiento a dicho tema.
Ahora bien, discutir la posibilidad de utilizar la fuente arqueológica para poder abordar los primeros elementos urbanos en la región santandereana a partir de los vestigios materiales dejados por la sociedad guane, es una tarea difícil, por ser un tema muy amplio y porque hay parámetros fuertemente establecidos en el urbanismo, no sólo en el sentido de la planeación sino también en el plano físico y en la delimitación de lo que se define precisamente como lo urbano.
Además es una empresa arriesgada por el cúmulo de críticas que pueden llegar y ante todo la mayor dificultad estriba en la posibilidad de convencer a los especialistas para que cedan hacia una mayor flexibilidad teórica para estudiar el inicio de desarrollos previos al auge del urbanismo en la región, en donde un límite físico-espacial es casi imperceptible con datos materiales, más no con evidencias de orden social a través de la presencia de los detritus de cerámica, lítico, los planos de la vivienda y los contextos arqueológicos que dan cuenta de los objetos y espacios materiales como evidencia de la actividad social de las comunidades, lo cual también es una variable importante para lograr un acercamiento al tema urbano.
Estamos pues sembrando la primera semilla para correr el riesgo y proponer mirar lo urbano con otra lógica humana que reivindica lo social y no sólo lo físico espacial trazado por la trama edificada que le da una forma y un contenido a la escala urbana, ya que lo social organiza también esos espacios materiales físicos, pues lo urbano tiene un ámbito sociológico y antropológico por poseer los espacios físico y social que están en permanente movimiento y transformación, cuyo tejido histórico-cultural está influenciado por un espacio habitable-ritual, como es el caso de la región guane, como el foco del área-territorio y como foco de planeamiento desde épocas prehispánicas
* Sitio que corresponde al desarrollo de las sociedades Preguane-Guane, con cronología del Siglo XI d. C.
** Este proyecto fue financiado por la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad Industrial de Santander. Bucaramanga, Colombia.
1 CAMPOS FILHO, Candido Malta, Reinventar su barrio: caminos para usted participar del planeamiento de su ciudad, Sao Paulo, Editora 34, 2003.
2 Ibíd.
3 LABORDE, Miguel, Barrios de Santiago: Ruptura o continuidad, 1991. Esta misma reflexión la recoge a lo largo de su texto, POSADA, Cecilia, "Reflexión sobre los espacios de los niños en la ciudad", Defensoría del espacio público, Alcaldía Mayor de Bogotá D.C., "La Bogotá de los peatones: Una ciudad para gente", 2010.
4 Se puede documentar este planteamiento en CASTILLO DE HERRERA, Mercedes (ed.), Procesos urbanos informales y territorio. Ensayos en torno a la construcción de sociedad, territorio y ciudad, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2009. JIMÉNEZ MANTILLA, Luis Carlos, Espacialidad urbana de propietarios e inquilinos en sectores populares. El caso de Bogotá, 1938-2000.
5 También contribuyó la lectura de CARRILLO, Alfonso Torres, "Barrios populares e identidades colectivas"; GLICK, Curtis Robert, Desarrollo Urbano, ESAP, Bogotá, 1992; SERRA, Joseph Maria, Elementos Urbanos mobiliario y microarquitectura, Gustavo Gili, S.A, Barcelona, 1996.
6 MORRIS, Anthony, E. J., Historia de la forma urbana: desde sus orígenes hasta la Revolución Industrial, Barcelona, Gustavo Gilli, 1979.
7 RAPOPORT, Amos, Aspectos humanos de la forma urbana: hacia una confrontación de las Ciencias Sociales con el diseño de la forma urbana, Barcelona, Gustavo Gili, 1978, p. 163.
8 Se puede ampliar con los textos de SILVA, Armando, Imaginarios Urbanos, Santa fe de Bogotá, Tercer Mundo Editores, Segunda edición, 1994; ZARONE, Giuseppe, Metafísica de la ciudad. Encanto utópico y desencanto metropolitano, Murcia, Universidad de Murcia, Colección Pre-textos (S.G.E.), 1993.
9 LEFEBVRE, Henri, De lo rural a lo urbano, Barcelona: Ediciones Península, 1971, p. 195-203.
10 ALESSANDRI CARLOS, Ana Fani, El lugar en/del mundo, Sao Paulo, Hucitec, 1996.
11 Se puede ampliar en el libro de REDMAN, Charles L., Los orígenes de la civilización. Desde los primeros agricultores hasta la sociedad urbana en el Próximo Oriente, Barcelona, Crítica, 1990.
12 Este tema se puede estudiar en WILLEY, Gordon R., Patrones de asentamiento prehistórico en el Valle de Virú, Perú, Washington, D.C., Smithsonian Institution, Oficina de Etnología Americana, Boletín 155, 1953. WILLEY, Gordon R., Solución de arqueología: una evaluación. En Patrones de Asentamiento, Palo Alto, National Press Books, Kwang-chih Chang, ed., 1968, pp. 208-226. KOWALEWSKI, Stephen A., "Estudios Regionales patrón de asentamiento", en Journal of Archaeological Research, 2008, 225-285.
13 JIMÉNEZ, MANTILLA, Luis Carlos, "El barrio, lugar entre la ciudad y la vivienda". Cita a Imbert, Maurice. En Documento Nº5: El barrio fragmento de ciudad. http://www.barriotaller.org.com/publicaciones.htm. 1997.
14 Ibid.
15 SANOJA, Mario e VARGAS, Iraida. "La sociedad cacical del Valle de Quibor (Estado Lara, Venezuela)", en Chiefdoms in the Americas. Carlos Uribe y Robert Drennan (eds.). University Press of America, 1987; SANOJA, Mario e Iraida Vargas. Orígenes de Venezuela: regiones neohistóricas aborígenes hasta 1500 d.c. Caracas: Comisión Presidencial V Centenario de Venezuela. 1999; VARGAS-ARENAS Iraida, SANOJA, Mario, Proceso civilizatorio y cambio histórico en Venezuela. 2004. También ha sido explicado en la misma línea por TOLEDO, María y Luis MOLINA, "Elementos para la definición arqueológica de los cacicazgos prehispánicos del noroeste de Venezuela", en URIBE, Chiefdoms in the Americas. Carlos y DRENNAN, Robert (eds.). University Press of America.
16 MANZINI, Ezio y E. Jegou, F., Sustainable everyday. Scenarios of Urban Life, Edizioni Ambiente, Milano, 2003. También se puede consultar MANZINI, E. Design research for sustainable social innovation in: MICHEL R. (edited by), Design Research Now: Essays and Selected Projects, Birkhäuser Basel. 2007; MANZINI, E., Meroni,. A. Emerging User Demands for Sustainable Solutions, 2007.
17 GIRALDO, Luz Mary, Ciudades Escritas, Santa fe de Bogotá, Tercer Mundo Editores, 2001.
18 CHILDE, V. Gordon writes in his latest book, the story of the Pharaohs. "II Egypt Revisited,'' IE 59 March 1956: 150-52, 185-87, began at this point. 2. "The Beginning of Civilization in the Middle East,'' PEFQ 85 1953: 129, 131. 9.
19 LLANOS Vargas, Héctor, recoge Planteamientos de Trigger, 1967. Citado en Arqueología de San Agustín: Pautas de asentamiento en el cañón del río Granates-Saladobalnco, FIAN, Banco de la República, 1998.
20 MANZINI, Ezio y JEGOU E., F, Sustainable everyday. Scenarios of Urban Life, Edizioni Ambiente, Milano, 2003.
21 LLANOS VARGAS, Héctor, Proceso histórico prehispánico de San Agustín en el Valle de Laboyos. Pitalito, Huila, 1990.
22 MORENO González, L. Arqueología de San Agustín pautas de asentamiento agustiniano en el noroccidente de saladoblanco, Neiva. 1991.
23 Tienen que ver con los asentamientos y su representación material en el arreglo del paisaje-como huellas en el paisaje-, esto implica incorporar el espacio en el objetivo de estudio de la arqueología, pues, a partir de los objetos-artefactos y sus contextos de asociación, se debe estudiar el ámbito social del manejo cultural del espacio, esto es, el manejo diferencial del espacio arquitectónico: cotidiano, sagrado, ritual etc., entendido también como objetos materiales que evidencian la actividad social en el pasado.
24 LLANOS VARGAS, Héctor, Proceso histórico.
25 Se puede consultar en LLANOS VARGAS, Héctor. Proceso histórico y MORENO, González, Leonardo. Arqueología de San Agustín pautas de asentamiento agustiniano en el noroccidente de saladoblanco, Huila. 1991.
26 MORENO GONZÁLEZ, Leonardo, "Una aproximación a la sociología religiosa de la cultura prehispánica guane: muerte y prácticas funerarias", en Anuario de Historia regional y de las fronteras, Vol. 17-1, Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, 2012.
27 Este sitio lo conocemos mediante información de los campesinos y también ha sido referenciado por NAVAS, Alejandro y ANGULO MORENO, Erika Marcela, Los guanes y el arte rupestre xerisense, Plataforma digital "libro total", 2010.
28 Hay pocas referencias al respecto, se puede resaltar a GIRALDO JARAMILLO, Gabriel, "El Cementerio Indígena de los Santos", en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. XXVIII, 1941, pp. 308-322. Bogotá.
29 Se puede ampliar la información en NAVAS, Alejandro, Acercamiento investigativo en el área propiamente guane; El cacique guanenta; El descubrimiento de la tumba del cacique Guanentá. NAVAS, Alejandro y ACEVEDO, Martín David, Entre rostros y tumbas; NAVAS, Alejandro y ANGULO MORENO, Erika marcela, Los guanes y el arte rupestre xerisense, Plataforma digital "libro total", 2010.
30 Se pueden consultar los siguientes trabajos: MORALES GOMEZ, Jorge y CADAVID CAMARGO, Gilberto, Investigaciones Etnohistóricas y Arqueológicas en el Area Guane, Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales, Banco de la República, Bogotá. 1984, pp. 68-103; LLERAS PÉREZ, Roberto y VARGAS ESCOBAR Arturo, "Palogordo. La Prehistoria de Santander en los Andes Orientales", en Boletín Museo del Oro, Banco de la República; LLERAS PÉREZ, Roberto, "Diferentes Oleadas de Poblamiento en la Prehistoria Tardía de los Andes Orientales", en Boletín del Museo del Oro, No. 38-39, Banco de la República, 1995.; NAVAS, Alejandro y ANGULO MORENO, Erika Marcela, Los guanes y el arte rupestre xerisense. Plataforma digital "libro total", 2010.
31 Ibid.
32 Próximamente se publicarán los resultados finales del trabajo arqueológico en Los Teres, Los Santos, Santander, Colombia.
33 Esperamos que con la investigación en Los Teres y esta serie de artículos se consensue mejor esta área arqueológica y se destinen recursos a los especialistas para su estudio y, con ello, detener la intensa guaquería que condena la zona a una pérdida irreparable de la historia social y cultural de la región santandereana.
34 LLERAS PÉREZ, Roberto y VARGAS ESCOBAR Arturo, Palogordo, "La Prehistoria de Santander en los Andes Orientales", en Boletín Museo del Oro, Banco de la República.1996, p. 10.
35 Ibíd., p 12.
36 MORENO GONZÁLEZ. Leonardo, "Una aproximación".
37 LLERAS PÉREZ, Roberto y VARGAS ESCOBAR Arturo, "Palogordo. La Prehistoria de Santander en los Andes Orientales", en Boletín Museo del Oro, Banco de la República, 1996.
Fuentes secundarias
Libros
ALESSANDRI CARLOS, Ana Fani, El lugar en/del mundo, Sao Paulo, Hucitec, 1996.
GLICK CURTIS, Robert, Desarrollo Urbano, Bogotá, ESAP, 1992.
LEFEBVRE, Henri, De lo rural a lo urbano, Barcelona, Ediciones Península, 1971
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MORALES GOMEZ, Jorge y CADAVID CAMARGO, Gilberto, Investigaciones Etnohistóricas y Arqueológicas en el Area Guane, Bogotá, Banco de la República, Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales, 1984.
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Capítulos en libros
CASTILLO DE HERRERA, MERCEDES. Editora Académica. Procesos urbanos informales y territorio : ensayos en torno a la construcción de sociedad, territorio y ciudad / Grupo de investigación Procesos urbanos en hábitat, vivienda e informalidad ; [director] Carlos Alberto Torres Tovar ; Bogotá : Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Artes. Maestría en Hábitat, 2009.
JIMÉNEZ MANTILLA, Carlos, Espacialidad urbana de propietarios e inquilinos en sectores populares. El caso de Bogotá 1938-2000. En CASTILLO DE HERRERA, MERCEDES. Editora Académica. Procesos urbanos informales y territorio : ensayos en torno a la construcción de sociedad, territorio y ciudad / Grupo de investigación Procesos urbanos en hábitat, vivienda e informalidad ; [director] Carlos Alberto Torres Tovar ; Bogotá : Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Artes. Maestría en Hábitat, 2009.
TOLEDO, María y Luis MOLINA, "Elementos para la definición arqueológica de los cacicazgos prehispánicos del noroeste de Venezuela", En Chiefdoms in the Americas. URIBE, Carlos; DRENNAN, Robert (eds.). University Press of America, Lanham, 1987.
FECHA DE RECEPCIÓN: 2/07/2013
FECHA DE APROBACIÓN: 21/10/2013