ÁLVAREZ OROZCO, René y RAMÍREZ OCAMPO,
Natalia (Comp.) Perspectivas históricas sobre la
criminalidad y los conflictos sociales en Bucaramanga,
Siglo XX. Bucaramanga: Universidad Industrial de
Santander, 2013, 190 p.

Alejandro Bedoya Arias*

* Estudiante de últimos semestres de la Lic. En Etnoeducación y Desarrollo comunitario de la Universidad Tecnológica de Pereira del departamento de Risaralda, adscrito al semillero en: Investigación formativa en Historia, Cultura política y Educación. Miembro del grupo de Investigación Políticas, Sociabilidades y Representaciones Histórico-Educativas (PSORHE), Pereira, Colombia.


¿Qué expresan los fenómenos sociales del conflicto, la violencia y el homicidio dentro de las sociedades modernas occidentales? ¿Se pueden considerar fenómenos marginales, anómicos y disfuncionales de nuestra sociedad, o cabría entender la violencia como un fenómeno consustancial al modo de las relaciones sociales, políticas y culturales que se han establecido en Colombia, según lo señala Daniel Pécaut?1 Y en este mismo orden de ideas, cabe preguntarse si las respuestas institucionales del Estado han sido eficientes -ya sea que hablemos de políticas institucionales y carcelarias- para servir de linde de este tipo de expresiones violentas y transgresoras del orden social mediante un marco de relaciones más humanas y prácticas punitivas resocializadoras?

Variados son los comportamientos y los valores que se han constituido en la sociedad colombiana a lo largo del siglo XX, los cuales han encontrado en el conflicto, en el delito y en el crimen -en un caso más extremo- una expresión que desconoce cualquier tipo de determinismo social. Estos han logrado posicionarse a lo largo del tiempo, lo que revela la exigua legitimidad y abandono de las instituciones del Estado a los diferentes sectores y generaciones sociales que han constituido el país a lo largo del siglo XX. Comprender las facetas de la criminalidad y los conflictos sociales debe ser parte de la agenda investigativa de todo el país en la procura por entender, "des-cotidianizar" y "desprofesionalizar" el acto de matar.

De ahí la trascendencia del texto que aquí se reseña, pues representa un esfuerzo por llenar un vacío en la investigación histórica del país en torno al fenómeno de la violencia, al aportar desde diferentes ángulos investigativos una visión de los procesos de conflictividad social y criminalidad en Santander y Bucaramanga en el siglo XX.

"Perspectivas históricas sobre la criminalidad y los conflictos sociales en Bucaramanga, siglo XX", es una compilación científica constituida por tesis de pregrado y maestría en Historia de la Universidad Industrial de Santander, compilado por el profesor René Álvarez Orozco y por Natalia Ramírez Ocampo con motivo de los 25 años de existencia de dicha escuela, en el que se trata de sistematizar y hacer pública una fracción de la producción que se ha venido desarrollando en torno a la línea de criminalidad y conflictividad social en Santander desde los últimos 7 años.

Comprende 5 investigaciones históricas realizadas por una nueva generación de historiadores que es consciente que sólo a partir de una mayor compresión de las fuentes primarias es posible avanzar en la interpretación del pasado: optando por una mirada interdisciplinaria (histórico-sociológica) en un intento por entender más a fondo al hombre en el tiempo. Así pues, nos encontramos con una minuciosa contrastación de fuentes provenientes del Archivo Judicial de Bucaramanga, que guarda información de más de 25 municipios de Santander, del Archivo de la Cárcel Modelo de Bucaramanga, del Archivo del Centro de Documentación para la Investigación Histórica Regional -CDIHR-, de los censos criminales del DANE regional y del periódico Vanguardia Liberal.

Su contenido proporciona información que facilita la compresión del contexto conflictivo y criminal Bumangués desde diferentes actores y momentos del conflicto, en los que se destacan todos aquellos personajes típicos del contexto de producción cafetera como: agricultores, obreros, comerciantes, albañiles, empleadas domésticas y prostitutas; girando en torno a categorías como el homicidio, el hurto, las lesiones personales, el suicidio y la prostitución. Además ofrece un sucinto contexto sobre los avances y retrocesos de la Rama Judicial desde finales del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX.

Particularmente, "la criminalidad" a la que este libro hace referencia es a los comportamientos más penalizados del momento como lo fueron el hurto, las lesiones personales y el homicidio, cuyas causas más frecuentes oscilaban entre la defensa del honor y la impulsividad o agresividad que salían a flote, muchas veces, cuando se mezclaban con guarapo o aguardiente y con algún tema político, amoroso, o familiar, mal llevado.

René Álvarez Orozco, en el primer capítulo: "homicidio en Bucaramanga 1930-1957" describe los lugares del homicidio como: barrios obreros, barrios de clase media baja, tiendas, guaraperías, clubes y cafés; todo un contexto social que en muy poco se asimilaba al ideal de modernización de las elites y dirigentes del momento. De igual modo, caracteriza y analiza los móviles y herramientas que facilitaron la expresión del crimen, en los que se encontraron como más usuales las armas de fuego (revolver) y cortopunzantes (cuchillo).

Por su parte, Jairo Antonio Melo evidencia en el segundo capítulo el aumento y la distribución geográfica del fenómeno del homicidio durante los primeros años del siglo XX; también es de su interés mostrar la impulsividad y el papel del alcohol como principal móvil, en un contexto de auge de la producción cafetera como lo fue Santander iniciando el siglo XX -particularmente en la Provincia de Soto-.

A causa de lo anterior, se puede decir que ni la pobreza ni la política han sido la principal causa que ha generado crímenes en Bucaramanga. Esto es muy importante porque desmitifica, aún más, el fenómeno de la violencia como una variable de la política colombiana; así también, intenta deslegitimar el vínculo que, por años, se ha hecho entre ciertos patrones culturales que son más propios del campo y la impulsividad. De manera que, más que la presencia de móviles políticos partidistas, la gran mayoría de homicidios en el área urbana de la capital Santandereana tuvieron su origen en disputas interpersonales ligadas al contexto del alcohol, las venganzas interpersonales y el honor familiar, entre otros. Caso diferente a la zona rural donde los hechos violentos que se presentaron fueron, en su mayoría, por causas políticas -violencia racionalizada-2.

Por otro lado, capítulos que llaman mucho la atención, aunque poco profundos, quizás por su misma complejidad en el momento de comprimir la información para el desarrollo y presentación de los artículos son el tercero: La cárcel "La concordia" de Bucaramanga, estudiada durante el periodo 1930-1945 por Manuel Faustino Cardozo bajo la mirada de un presidiario -Luis María Millán Treviño- y de la prensa -Vanguardia Liberal-, en el cual se logró caracterizar la crisis carcelaria que se experimentó durante el periodo histórico conocido como República Liberal, donde se evidenciaron continuas huelgas en las cárceles, en un intento por llamar la atención de los medios de comunicación y del gobierno, ante las bajas condiciones de resocialización de las cárceles; muchas de estas huelgas concluían en motines, fugas, sublevaciones entre otras; y el cuarto: "El suicidio en Bucaramanga, caracterizado durante el periodo 1970-1985" por Melisa Jaimes Manosalva, basado en la revisión de Vanguardia Liberal; un texto en el cual la autora realiza todo un perfil de la víctima, la forma de su muerte y sus posibles objetivos a la hora del suicidio. También logra caracterizar los espacios propicios para el suicidio y la re-significación de muchos de estos lugares por parte de la sociedad como lo fue el caso de "el viaducto Benjamín García Cadena", atribuyéndoles categorías de lugares fatídicos o convirtiéndolos en leyendas urbanas.

Como quinto y último capítulo aparece el "sexo venal y mujeres tarifadas de 1940- 1960 en Bucaramanga" realizado por Piedad Otero Uribe, quien aborda la prostituta como un sujeto histórico y como un objeto sociológico, yendo más allá de las visiones impuestas por salud pública, policías, penalistas y la prensa, en un intento por comprender la figura de la prostituta como un actor naciente con el capitalismo, deseoso al igual que todo ser humano de alcanzar un éxito.

Caracterizar la cotidianidad, la intimidad y la criminalidad de las prostitutas como sujeto histórico es una deuda investigativa del país, que debe ser abordad en el diálogo de diversas disciplinas de las humanidades como se realiza en este caso.
Para finalizar, debe decirse que este tipo de publicaciones son muy importantes seguirlas promoviendo por parte de los departamentos y escuelas de las universidades, puesto que divulgan la producción científica local y regional que muchas veces no tiene lectores en los anaqueles universitarios -o que no alcanzan a ser conocidas en otras partes del país-. La compilación de este cúmulo de realidades, permite entender el intento del Estado por regular los actos violentos y "anormales" de los ciudadanos, así también el intento por neutralizar la justicia por propia mano mediante los aparatos de canalización de venganza. No obstante la amplia brecha de desigualdad social y la corrupción de los aparatos estatales promovieron una crisis institucional o crisis de legitimidad que imposibilitó el proceso civilizatorio durante el siglo XX.

Así también hay que mencionar, sin querer desconocer la importancia de este tipo de trabajos a nivel institucional y regional para la compresión del pasado conflictivo, que la obra es dispar, es decir, algunos capítulos se quedan en una breve descripción de la composición y estructura de la tesis, y no logran ser contundentes esgrimiendo los resultados investigativos y problematizándolos con su contexto.


1 PÉCAUT, Daniel, Orden y violencia: Colombia 1930-1954, Bogotá, SIGLO XXI, 1987, 2 vol., p. 610.

2 SÁNCHEZ, Gonzalo et al., Colombia: Violencia y democracia, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, (1987), p. 317.