Comerciantes y casas comerciales
relacionados con las actividades
financieras en una ciudad caribeña
de Colombia durante la segunda
mitad del siglo XIX*
Tomás Caballero Truyol: Doctor en Historia. Profesor de la Universidad del Atlántico. Correo electrónico: tomascabatru@hotmail.com.
Fecha de recepción: 21/04/2014 Fecha de aceptación: 8/09/2014
Este trabajo tiene como objetivo analizar, a través de los protocolos notariales, el prototipo de comerciantes prestamistas en la economía barranquillera, durante la segunda mitad del siglo XIX, mediante el caso particular de Don Esteban Márquez. También, describir cómo las casas comerciales, que se abrieron alrededor de las actividades mercantiles y portuarias, se involucraron en el mercado financiero.
Palabras claves: Barranquilla, prestamistas, comerciantes, crédito, bienes raíces.
Traders and trading houses related to financial
activities in a Caribbean city of Colombia during
the second half of the 19th century
This work aims to analyze through notarial prototype lenders traders in the regional economy during the second half of the nineteenth century by the case of Mr. Esteban Marquez. Also described as business houses that opened around the business activities engaged in the financial market.
Keywords: Barranquilla, lenders, merchants, credit, real estate.
Comerciantes e casas comerciais relacionadas
com actividades financeiras em uma cidade
do Caribe da Colômbia durante a
segunda metade do século XIX
Este estudo tem como objetivo analisar, por meio de protocolos notariais, o protótipo dos comerciantes para os credores da economia barranquillera, durante a segunda metade do século XIX, pelo caso particular de Don Esteban Márquez. Descrever também, casas como comerciais, que abriu em torno do Porto, e atividades comerciais estavam envolvidas no mercado financeiro.
Palavras-chave: Barranquilla, credores, comerciantes, crédito, imóveis.
Referencia para citar este artículo: CABALLERO TRUYOL, Tomás (2015) "Comerciantes y casas comerciales relacionados con las actividades financieras en una ciudad caribeña de Colombia durante la segunda mitad del siglo XIX". En Anuario de Historia Regional de las Fronteras. 20 (1). pp. 141-160.
El prototipo de comerciante, durante el periodo analizado, fue el del típico prestamista que acumuló fortuna mediante el comercio internacional, que diversificó en diferentes negocios, incluyendo los especulativos, asociados principalmente con las actividades financieras. Estos comerciantes, se valieron de sus fortunas, relaciones políticas, sociales y económicas, para triunfar en esta actividad y lograr multiplicar rápidamente sus capitales. La incursión en este tipo de empresa llevó a muchos de ellos a especializarse gradualmente en el oficio, sin dejar a un lado las actividades mercantiles. No todos lograron traspasar la barrera de la especialización, e hicieron sentir su presencia en el mundo financiero. Quienes lo lograron, se transformaron, siguiendo la definición de Stephen Haber para el caso de México, en merchant financiers, acumulando un gran capital mediante las actividades comerciales y financieras, fundando posteriormente sus propios bancos1.
En el Caribe colombiano y específicamente en Barranquilla, los prestamistas operaron de dos formas: individual, y como socios de algunas casas comerciales nacionales y extranjeras, que funcionaron como una red financiera interna, regional e incluso nacional. La gran mayoría de las personas vinculadas a esta actividad eran hombres, ya que las mujeres, si eran solteras, necesitaban la licencia de su padre; o si eran casadas, la de su esposo, para poder realizar cualquier tipo de transacción comercial o financiera, lo que dificultaba sus labores como prestamistas y las "ataba" prácticamente a un hombre para poderlas desarrollar.
Algunos comerciantes se caracterizaron por ser prestamistas que se vincularon al oficio, para crear una red financiera que puso a su disposición créditos blandos, entre ellos y sus familiares2. Fueron muy pocos los que posteriormente se arriesgaron a salir de esa red, para buscar nuevos horizontes y ampliar su radio de acción hacia nuevos clientes. Ellos comenzaron realizando operaciones crediticias sencillas y poco cuantiosas, que oscilaban entre $ 100 a $ 1.000 pesos. Se caracterizaron por ser en su mayoría a corto plazo; posteriormente, y cuando las circunstancia lo permitieron, realizaron prestamos más cuantiosos. Algunos de esos prestamistas fueron: Esteban Márquez, Nicolás Salcedo, José del Carmen Salcedo Surí, entre otros, quienes lograron incrementar parte de su fortuna especulando con sus capitales3.
Nació en Barranquilla en 1799 y murió en 1889. Su padre era español y su madre barranquillera. Acumuló su fortuna mediante el comercio internacional especialmente con los vínculos mercantiles que estableció con la isla de Jamaica desde 1829. Posteriormente invirtió su capital en diferentes ramas de la economía local y regional principalmente: la banca, el crédito, la agricultura, la ganadería y la compraventa de tierras4. Su fortuna lo convirtió en uno de los hombres más ricos de la región y del país, con la cual financió obras importantes para el progreso de Barranquilla y el Caribe colombiano; por ejemplo, la construcción de la aduana de Sabanilla y el mercado público (1882). Por sus cualidades y habilidades para las operaciones comerciales y financieras, fue apodado desde su juventud con el alias de "campanita", porque, cuando inició su carrera como buhonero, manejaba una campanilla para llamar la atención del público5. Todas esas habilidades financieras lo llevaron a alcanzar un status socioeconómico que le permitió ascender paulatinamente en el campo político6; fue concejal, alcalde y jefe político del Cantón de Barranquilla en varias ocasiones7.
Así mismo, fortaleció su status socioeconómico mediante las redes de poder o alianzas familiares. Éstas, según Clara Linda, fueron importantes porque era una forma rápida de ascenso social, con la cual un individuo o comerciante foráneo podía ser parte de la élite, mediante lazos matrimoniales, que le permitía obtener beneficios económicos y políticos dentro y fuera del grupo8. Por ello, Márquez contrajo matrimonio con doña Josefa María de Rada, quien hacia parte de una estirpe cartagenera muy prestigiosa en la región, quienes ostentaban el control político y económico que habían ejercido desde finales del siglo XVIII a nivel local y nacional9. De esta unión nacieron varios hijos, los más sobresalientes de ellos fueron: el médico Antonio J. y Manuel María Márquez. Este último, por su profesión como abogado, representó a su padre en diferentes negocios. El resto de la familia, al parecer, se interesó poco por las actividades comerciales y financieras, ya que, al consultar los archivos notariales, hemos encontrado que las actividades especulativas comenzaron a disminuir notoriamente desde la muerte de su padre en 1889. La única actividad que realizaron los Márquez fue la recuperación de las obligaciones que estaban en mora, o las que su padre no alcanzó a cobrar por su deceso. También se dedicaron a la compra y venta de bienes raíces, los cuales habían adquirido mediante obligaciones vencidas, gravadas anteriormente con hipotecas a nombre de don Esteban Márquez.
Todas esas características mencionadas anteriormente, hicieron de los Márquez una familia muy prestigiosa, en el circuito de la élite barranquillera. No obstante, Esteban Márquez, fue uno de los pocos personajes de la época que logró convertirse en merchant financiers , y también, uno de los pocos barranquilleros en ingresar a la élite económica de la sociedad integrada principalmente por extranjeros10. No tenemos datos exactos de su fortuna, porque al momento de consultar su testamento hemos encontrado la siguiente leyenda: "testamento cerrado"11, es decir, fue un documento privado, al cual solo tuvieron acceso sus parientes. Sin embargo, al calcular los movimientos financieros que realizó desde 1849 hasta 1889 podemos aseverar que acumuló una gran fortuna, pues el capital invertido solamente en el mercado financiero formal, sin tener en cuenta las utilidades generadas por los intereses, da como resultado la suma de $ 160.278,58 pesos (ver cuadro No. 1) más $125.000 que su familia invirtió en la fundación del Banco Márquez (1883)12, para un gran total de $ 285.278,58 pesos. Por lo tanto, podemos estimar, que su fortuna estaba por encima de los $ 300.000, sí se incluyen algunas propiedades rurales y urbanas de las cuales era dueño. La anterior es una cifra muy cuantiosa para la época, ya que según Salvador Camacho Roldan, en la Colombia del siglo XIX, una fortuna de sesenta o setenta mil pesos se consideraba muy respetable; mientras que, una de doscientos o trecientos mil pesos, hacía de su dueño un potentado13. En efecto, Márquez fue uno de esos potentados, pues, en el imaginario local, se pensaba que él era el motor financiero de la ciudad, y que gracias a su dinero se construyeron obras para el progreso de la urbe. Por ello, circuló en boca de los barranquilleros de la época el refrán vulgar que afirmaba "campanita paga todo"14.
No en vano fue el principal prestamista de la ciudad. Las cifras del cuadro No. 2 y gráfico No. 1 nos permiten afirmar que fue él quien más capital invirtió en este mercado donde tenía una participación aproximadamente del 18%, con una clientela muy variada, compuesta por todos los segmentos de la sociedad barranquillera. Incluso logró ampliar su radio de acción hacia poblaciones vecinas como Santa Marta y Cartagena, es decir, tuvo presencia a nivel regional, concentrando su activad especulativa en los principales puertos del Caribe colombiano.
Esteban Márquez inició sus operaciones financieras durante los años de 1840, pero realmente se involucró en el mercado durante los primeros años de 1850, cuando una epidemia de cólera azotó la región del Caribe. Durante ese periodo de incertidumbre socioeconómica, una parte de la población barranquillera contrajo deudas para salir transitoriamente de la crisis, Coyuntura que aprovecharon los prestamistas como Márquez para especular con los créditos. De esta forma, obtuvo una participación del 20% del mercado. Un porcentaje alto si se tiene en cuenta que era el inicio de su carrera como prestamista y no conocía muy bien el oficio. Pero en la medida que se fue consolidando en este negocio, pasó de realizar préstamos poco cuantiosos, que oscilaban entre 10 y 100 pesos, a sumas más elevadas que le permitieron financiar proyectos de obras públicas ejecutadas por el gobierno local.
Una de las obras más sobresaliente que financió, fue la construcción de la aduana de Sabanilla. Importante porque permitió abrir esta rada al comercio internacional y funcionar como puerto satélite al de Barranquilla. La aduana fue una de las exigencias del presidente Tomás Cipriano de Mosquera para la apertura de esta ruta en 1845. El proyecto fue dado en concesión por su influencia política a la firma Santiago Wilson en 1849, la cual se comprometió, bajo contrato público celebrado en Barranquilla, a financiarla y construirla totalmente15. Sin embargo, por problemas financieros, los contratistas no pudieron ejecutarla y se vieron forzados a subrogar y ceder el contrato en 1850 a Esteban Márquez, quien era el fiador de dicha firma. De esta manera, Márquez logró quedarse con el contrato, financiar y construir totalmente la aduana en el tiempo pactado, para que entrara a funcionar el 19 de abril de 185316. Pese a la cuantiosa inversión realizada de $ 184.000 reales, la obra fue subutilizada y no cumplió con su función de ser un puesto de inspección de aduana, ya que, según el viajero Isaac Holton, "(…) nunca había llegado una sola pieza al edificio"17. Pero la obra sí logró su misión principal: consiguió en 1849 la autorización del presidente Mosquera para que el puerto de Sabanilla entrara en operaciones, pese a las rivalidades políticas que existían con Cartagena. Lo anterior demuestra que, dada la influencia política de Márquez a nivel nacional, logró ejecutar proyectos importantes para el desarrollo de la ciudad, que de una u otra forma sirvieron también para sus beneficios particulares. Por ello, el padre Revollo afirmó: "Al señor Márquez se debió la construcción generosa en el edificio en la Nueva Sabanilla y loma de San Antonio, o sea el castillo de Salgar; era sin duda un hombre importante y progresista"18.
Este hombre progresista se convirtió paulatinamente en uno de los principales acreedores del Estado a nivel local, ya que capitalizó proyectos como el señalado anteriormente. También otorgó créditos para otros fines, como el pago de nómina, gastos administrativos, conflictos bélicos y gastos burocráticos, entre otros. Gracias a estos favores clientelistas recibió como beneficio del gobierno el derecho de explotar los recaudos o renta pública proveniente de la sal, el tabaco, el aguardiente y la aduana por varios años. Durante la administración de Julio Ponce, gobernador de la provincia de Barranquilla en 1852, Esteban Márquez le concedió un empréstito al gobierno provincial en nombre del Tesoro Municipal por la suma de $ 1.500 pesos gravado con un interés del 2% mensual. El crédito era para cancelar algunos gastos administrativos y los salarios que se les adeudaba a algunos trabajadores desde hacía varios meses19. El acreedor exigió como aval de pago, la mitad de las rentas que se recaudaron en el año de 1853 y otorgó el empréstito bajo las siguientes condiciones:
Primero, la mitad del producto de las rentas que se recaude de los contribuyente desde el primero de enero del año próximo, queda destinada para pagar el principal y los intereses; segundo, el día 11 de cada mes, de la suma procedente de dicha mitad se abonaría primero los interés vencidos y el resto se entregara en cuenta del principal; tercero, el señor Estaban Márquez o su hijo el Doctor Manuel María Márquez tienen derecho a asistir al acto de la visita que mensualmente debe practicar el gobernador en la tesorería municipal; cuarto, mientras no se le pagué al señor Márquez el principal y premios, no podrán disponer de manera alguna de la mitad de los productos de las rentas que se destinara para ese objeto; quinto, el gobierno dará órdenes de pago para que sea entregado la parte correspondiente; sexto, los gasto de esta escritura corresponde por cuenta del gobierno; y séptimo, el señor gobernador manifestó que hacia dicho empréstito por no haber fondo para cubrir los gasto por falta de puntualidad de los pagos20.
La acreencia fue cancelada en el año de 1853. Ello deja entrever, que el gobierno local cumplió cabalmente con su obligación. Sin embargo, el Estado no siempre pagaba puntualmente sus deudas como en el caso anterior, donde se comprometió la renta pública, pues hubo momentos, en que por falta de fondos o déficit fiscal incumplió con los pagos de sus acreencias en diversas ocasiones21. Pero, para Márquez, eso no representaba ningún problema, pues, era un comerciante-prestamista muy solvente económicamente, que se lucraba de los intereses que recibía por el concepto de mora. Además, para él, el Estado era un buen cliente, que tarde o temprano pagaba sus deudas, utilizando cualquier medio, ya fuera, renegociando las deudas con nuevas prerrogativas, o recurriendo a la vía judicial.
Una de esas experiencias, en la cual tuvo que utilizar los juzgados para que el gobierno reconociera y pagara una acreencia a su favor, fue en 1866, Periodo en el cual, otorgó poder especial, amplio y suficiente al abogado samario Rafael Hurtado para que demandara, ante las autoridades competentes en el Estado Soberano del Magdalena, al gobierno de la Unión, por la suma de 500 pesos, valor de unos suministros que concedió en forma de crédito en 1860 al gobierno Central; y que estaba en mora desde hacía varios años22. Al parecer, se canceló, pues no hemos encontrado otro documento donde Márquez haga mención de dicho proceso. Este caso deja entrever, que el riesgo de incumplimiento, o mejor, de selección adversa, era mayor cuando se operaba traspasando la frontera local en busca de nuevos mercados. Quizás, por ello, Márquez, conocedor de esos riesgos, procedió a los estrados judiciales para recuperar su capital de manera oportuna.
Don Esteban no solamente especuló con su capital, prestándoles capital-dinero al gobierno y a personas durante la epidemia del cólera, en la década de los años de 1850, sino que, paulatinamente, fue ampliando su red de clientes hasta consolidarse en el negocio e invertir más capital en el sector financiero. Los datos obtenidos en el cuadro No. 3 demuestran que mantuvo una inversión más o menos constante entre los periodos de 1849-1853, 1854-1858 y 1859-1866 que oscilaba entre $ 13.000 y $ 22.000 pesos. Durante esos años logró un equilibrio entre la balanza de préstamos y recaudos. Era muy peculiar que un prestamista pudiera mantener el ritmo constante de inversión en el sector financiero durante ese periodo, ya que, el flujo de capitales fue inestable en este mercado, por las continuas alzas y bajas originadas por diversos factores sociales, políticos y económicos23. Suponemos que Márquez pudo seguir con esa dinámica financiera, dada su solvencia económica, ya que, había invertido sus capitales en diferentes ramas de la economía, y por sus métodos de cobranzas, los cuales eran "amigables" con el cliente. Él esperaba "pacientemente" que sus deudores cancelaran diariamente, en horas de la tarde, los intereses o el capital prestado, en su casa, situada en el callejón del Mercado24. Lo anterior nos permite colegir que fue una persona ducha en el oficio, porque no tenía que recurrir o presionar personalmente a sus clientes para que cancelaran sus acreencias, salvo en algunas excepciones, en las cuales recurrió a las instancias judiciales y, en casos extremos, al remate de bienes raíces.
La experiencia adquirida con los años y el aumento de la demanda de créditos en el mercado, entre 1859-1866 y 1884-1888, llevaron a Márquez a aumentar paulatinamente su capital en este sector, de $13.400 a $54.985 pesos. Así mismo obtuvo un mayor ingreso por el concepto de cancelaciones, pasando de $6.244 a $40.310 pesos en ese mismo periodo (ver cuadro No. 4). Pero su mayor participación en el sector financiero formal, fue entre 1879-1883, periodo en el cual las economías local y nacional tuvieron un buen crecimiento por la bonanza tabacalera y ganadera vivida en el sector exportador. Esto permitió, a los comerciantes de la época como Márquez, obtener mayores utilidades que posteriormente reinvirtieron en otras ramas del comercio. En el caso local, varios comerciantes-prestamistas invirtieron parte de esas ganancias en el sector financiero, aprovechando la crisis socioeconómica que sufrieron diversas familias, a consecuencia de una plaga de langostas, que devastó centenares de sementeras, disparando de esta forma las transacciones crediticias. Coyuntura que también aprovechó Márquez, aumentando su participación en el mercado, pasando de un promedio de 23 operaciones crediticias por cuatrienio, a 36, invirtiendo de esta manera la suma de $54.985 pesos en formas de créditos (ver cuadro No. 3).
Después de este periodo de auge, tanto en el sector exportador, como en el financiero, sus inversiones comenzaron a desplomarse en este último sector a partir de 1883 como se observa en el gráfico No. 2. Lo anterior fue consecuencia, en primer lugar, de la dinámica del comercio internacional, que sufrió una depresión severa, afectando el mercado crediticio y provocando una acelerada tendencia a la baja. Tendencia que también perturbó la dinámica financiera de Esteban Márquez, quien disminuyó sus inversiones de capital crediticio en más de un 50%. En segundo lugar, suponemos, que la poca actividad financiera como prestamista particular, durante ese periodo, fue producto de la fuerte inversión que realizó con la fundación del Banco Márquez en 1882 por un valor de 125.000 pesos, entre él y sus hijos. Inversión que "forzó" a sus clientes, especialmente al gobierno, a recurrir a este banco para gestionar créditos que anteriormente realizaba de manera personal el señor Márquez. En tercer lugar, su avanzada edad para la época quizás lo llevó a ceder paulatinamente sus funciones como comerciante y prestamista a sus hijos; y finalmente, su muerte en 1889, terminó con el emporio financiero que había creado, pues sus hijos, suponemos, se repartieron la herencia y se dedicaron a otras labores diferentes a la de su padre, ejerciendo sus profesiones como abogados, médicos, entre otras.
Pero Márquez, no solamente se movió en el mercado formal del crédito, también lo hizo en el informal, el cual fue muy atractivo para los prestamistas, por los altos intereses que generaban los préstamos concedidos de manera verbal y sin ningún aval de pago. Al consultar varios testamentos hemos encontrado que algunos créditos los realizó de esta forma, es decir, mediante la usura. Por ejemplo, en 1871, el señor Manuel Ballestas declaró en su testamento tener varias deudas, entre ellas, una con el señor Márquez por la suma de $ 4.000 pesos, sin documento25. Así mismo, en 1877, la señora Juana Rodríguez de Cera manifestó tener una obligación pendiente con don Esteban por $ 40 pesos26. Los ejemplos señalados anteriormente, nos llevaban a colegir que Márquez también fue usurero, pues, en los dos casos, los deudores dejan entrever que las transacciones fueron realizadas verbalmente y no manifestaron estar gravadas con algún tipo de interés, pero suponemos que sí los hubo y que fueron onerosos. Por lo tanto, fue un negociante que observó el comportamiento habitual de los prestamistas de la época, quienes buscaron mayores utilidades invirtiendo capitales en forma de créditos, tanto en el mercado formal, como el informal, pero donde más se lucraron fue en este último, por los altos intereses que cobraban.
En términos generales, Márquez fue un negociante que logró traspasar con los años la frontera de comerciante-prestamista, para convertirse en un merchant financiers, ya que finalmente logró fundar su propio banco en sociedad con sus hijos en 1882. Así mismo, la experiencia adquirida en el mercado financiero lo llevaron a configurar un red de clientes, a los cuales les transfirió capitales mediante diversas modalidades crediticias, que pagaron a corto y largo plazo. Su participación fue más activa en la medida en que fortaleció las relaciones sociales, políticas y económicas con dicha red, ampliando su radio de acción, desde Barranquilla, hacia otras poblaciones vecinas, situadas en los Estados Soberanos del Magdalena y de Bolívar. Ese conocimiento que adquirió sobre el mercado, lo llevó también a involucrase o moverse en el margen de la ilegalidad, concediendo prestamos usureros a personas que no eran propietarias de algún inmueble que sirviera como aval de pago. Finalmente, podemos señalar, que fue una persona muy influyente en la vida material de Barranquilla, pues, gracias a su solvencia económica, financió varias obras como el mercado público, entre otras, importantes para el desarrollo urbanístico de la ciudad. Todas las características mencionadas anteriormente fueron muy comunes en los prestamistas de la época: personas arriesgadas y sociables en el "mundo" de las finanzas, quienes pudieron ampliar sus tentáculos hacia nuevos clientes, gracias a las habilidades empresariales y contables que adquirieron mediante el comercio internacional. Experiencia que les permitió arriesgar sus fortunas en mercados más especulativos y rentables, pero inestables como el financiero.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, los países de América Latina, entraron al mercado mundial mediante la exportación de productos mineros y agropecuarios principalmente hacia los mercados europeos. Por ejemplo, Perú exportó guano, Chile cobre y otros metales, Argentina y Uruguay carne y lana, Colombia tabaco, quina y café, Cuba azúcar, etcétera. Lo anterior originó un intercambio de bienes y servicios entre América y Europa, intercambio que implicó que se crearan y se establecieran a lo largo y ancho de Latinoamérica, sociedades mercantiles locales y extranjeras que se vincularon al comercio internacional. Sociedades que exportaban materias primas hacia Europa e importaban manufacturas y otros bienes de consumo hacia América27. En otras palabras, la integración de América Latina con el comercio mundial influyó en el establecimiento de casas comerciales que se lucraron de las actividades especulativas derivadas del comercio.
En Colombia se establecieron varias de ellas, usufructuando los productos exportables que surgían y se desarrollaban en las diversas regiones del país28. Una de ellas fue el Carmen de Bolívar, región donde se cultivaba tabaco, cultivo que implicó el establecimiento de casas comerciales para desarrollar las actividades de recolección, empaque y exportación del producto, hacia los mercados europeos, como Bremen, Alemania29. Otra fue Antioquia, donde se abrieron sociedades mercantiles que exportaban barras de oro y plata, a sus comisionistas en Londres y Paris. Todas las casas comerciales que se fundaron en el país por la dinámica del comercio internacional, se dedicaron especialmente a las actividades mercantiles mencionadas, pero también, a las financieras: giraban y compraban pagarés, vendían mercancías al contando y a crédito.
En el caso específico de Barranquilla, las sociedades mercantiles empezaron a establecerse principalmente durante la bonanza tabacalera que vivió el país en la década de 1850, periodo en el cual llegaron una ola de inmigrantes procedentes de Alemania, quienes fundaron sus propias firmas comerciales como las de J. Helm, O. Berne, Hoenisberg & Wessels, Muller & Siefken, Hollman & Markel y Gieseken & Held30. No hay duda de que el tabaco y la dinámica portuaria que vivió la ciudad durante la segunda mitad del siglo XIX, influyeron para que los comerciantes locales y extranjeros establecieran sus casas comerciales en este puerto, para importar y exportar sus mercancías hacia otras plazas nacionales, e internacionales, aprovechando la dinámica del comercio mundial31.
La gran mayoría de las casas comerciales que dominaron las actividades mercantiles a nivel local como la de A. Wolff y Cía., A. J. Senior & Cía., entre otras (ver cuadro No. 5), estuvieron también vinculadas directa e indirectamente al mercado financiero. Realizaban operaciones crediticias, de giro y cambio de letras, venta a crédito de sus mercancías, entre otras transacciones. Las casas vinculadas a este sector crearon una red de autofinanciamiento, ya que, al no existir instituciones netamente financieras como los bancos que respaldaran sus actividades comerciales a mediano y largo plazo, crearon sus propias estrategias para otorgar créditos a los comerciantes o casas mercantiles que necesitaran financiar sus labores. Una forma fue captar capitales entre diversas firmas para capitalizar así a un comerciante o sociedad, especialmente cuando las sumas eran cuantiosas.
Un ejemplo fue la transacción realizada en 1853 por las siguientes firmas comerciales: Helm, Vengochea & Gonzáles, Alejandro Donanille, Ferguron Noguera & Cía., Pardo & Dovale, Pedro Salcedo, Agustín Senior, Manuel Conde, Obregón & Ujueta, y Salomón A. de Lina por la suma de $14.205,17 pesos a favor del comerciante José David Salas, para financiar la compra de mercancías en el exterior32. Como se trataba de una suma muy cuantiosa para la época, el prestatario recurrió a una red de prestamistas y casas comerciales para reunir el capital requerido, ya que un solo negociante no se arriesgaba a desembolsar semejante cantidad. Por lo tanto, podemos afirmar que cuando el valor del crédito era cuantioso los comerciantes recurrían a una red financiera para obtener la suma requerida.
Las casas comerciales se convirtieron, en primer lugar, en una especie de entidades financieras para sus propios intereses. Posteriormente, se abrieron al mercado otorgando créditos a una red de clientes configurada por todos los estamentos e instituciones de la sociedad incluyendo a particulares y el Estado. Este último fue uno de los prestatarios más activos de las sociedades mercantiles tanto a nivel local como nacional, ya que frecuentemente necesitaba créditos para costear la burocracia y ejecutar obras públicas como la construcción de ferrocarriles, escuelas, puertos, entre otras. En Barranquilla, las casas comerciales transfirieron cuantiosas sumas de dinero en moneda nacional y extranjeras para financiar obras públicas de gran envergadura para el desarrollo local y regional.
Un ejemplo fueron los créditos que recibió, entre 1888 y 1893, el señor Francisco Cisneros como representante y operador de la empresa de transportes titulada "The Barranquilla Railway & Pier Co. Ltd.", para la ampliación de la línea férrea del ferrocarril Bolívar, desde Salgar, hasta Puerto Cupino, que posteriormente fue denominado Puerto Colombia. La ejecución de las obras y la construcción de un nuevo muelle de mayor calado, sin duda aumentaron el volumen de las exportaciones y la dinámica comercial por este puerto, al permitir el ingreso y salida de barcos de 2.000 toneladas, los más grandes y de mayor capacidad durante esa época33. Barranquilla se consolidó como el primer epicentro del comercio nacional para finales del siglo XIX. Lo anterior fue posible gracias a las gestiones financieras desarrolladas por el señor Cisneros, quien consiguió el 8 de mayo de 1888 un préstamo por la suma de $ 35.000 libras esterlinas con el sindicato de varios prestamistas en Londres, Inglaterra, para realizar las obras de ampliación. El crédito fue gravado con la hipoteca del ferrocarril y el telégrafo de Bolívar, a una tasa de interés del 6% anual. Luego de vencerse el plazo para cancelar la totalidad de la deuda y ante la falta de su pago, la transacción fue negociada y traspasada a favor de la casa financiera londinense The River Plate Trust Lion and Agency Company, representada por los señores John Henrry Hill Duncan y John Morris en Barranquilla, en los mismos términos y condiciones que el anterior, pero con un plazo más amplio, ya que fue cancelada en Julio de 189034.
La cancelación del anterior préstamo fue posible, gracias a un nuevo crédito que recibió el señor Cisneros, el 29 de julio de 1890, por valor de $ 100.000 pesos oro americano, mediante una red de casas comerciales nacionales y extranjeras establecidas en la ciudad, las cuales desembolsaron el capital de la siguiente forma: Fergusson Noguera & Cía. $50.000 pesos americanos, S. P. de Senior & Cía., $24.000, Evaristo Obregón, $16.000 y Santiago Nuñez $10.000. El crédito fue gravado con la hipoteca de todos sus bienes y un interés del 10% anual, para ser cancelado en un plazo de 24 meses y en cuotas trimestrales de $ 10.000 pesos oro americano, pagado en letras de cambio a 90 días o su equivalente en moneda corriente35.
Los créditos obtenidos por el señor Cisneros, en diversas ocasiones, a través de casas comerciales locales y extranjeras, permitieron financiar, ampliar y terminar, las obras del ferrocarril de Bolívar, hasta el muelle de Puerto Colombia, obras inauguradas finalmente en 1883. Lo anterior nos permite confirmar lo planteado, es decir, cuando la suma de un préstamo era cuantiosa, los empresarios, comerciantes, entre otros negociantes, recurrían a una red de firmas comerciales para reunir de esta manera la suma requerida. En segundo lugar, las casas comerciales también eran una fuente financiera para desarrollar obras públicas, como la señalada, que por su alto costo, no pudieron ser ejecutadas por el Estado. Mediante beneficios mutuos, se les otorgaba a particulares para que las explotaran económicamente durante algunos años.
De esta forma, las casas comerciales se convirtieron en una fuente financiera que respaldaron económicamente varios proyectos públicos y privados. Bajo esta estrategia, armaron una extensa red de clientes que les permitió obtener el 39% del mercado, en el cual manejaron la suma de $358.815 pesos (ver cuadro No. 2 y gráfico 1), cifras que los llevaron a ser la principal fuente de crédito de la época, para financiar al comercio y al Estado. Si se tiene como referencia el número de transacciones crediticias y de capitales, el mercado era dominado realmente por prestamistas particulares como don Esteban Márquez, quien llegó a operar en todos los estamentos de la sociedad. Mientras que las casas comerciales se dedicaron casi que exclusivamente a atender un sector más selecto, en el cual invirtieron un alto porcentaje de sus capitales. Buscaron respaldar económicamente negocios o empresas seguras, que les garantizaran a corto, mediano y largo plazo, el reintegro de sus capitales, junto con beneficios adicionales como la explotación económica por varios años de obras públicas como ferrocarriles, carreteras, puertos marítimos y fluviales que generaban ingresos para sus intereses particulares. Por ello, no es extraño que estas dominaran el mercado del crédito, en cuanto a suma de capitales se refiere. Buscaron, mediante influencias políticas, financiar al gobierno o a particulares para ganar con el gravamen de las obras que respaldaban económicamente, o mediante los ingresos que generaban las aduanas, los estancos de sal o de aguardiente.
En la medida que Barranquilla fue perfilándose en la segunda mitad del siglo XIX como una ciudad comercial y portuaria de Colombia, llegaron un gran número de comerciantes, nacionales y extranjeros, que se lucraron de las actividades relacionadas con el comercio de exportación e importación. Algunos de ellos, como don Esteban Márquez, diversificó su fortuna hacia el mercado financiero, donde construyó una red de clientes que se extendió hasta otras poblaciones vecinas del Caribe colombiano, red a la cual le facilitó créditos a corto y largo plazo, en diferentes ocasiones y circunstancias. Mediante esta actividad logró incrementar su fortuna y convertirse en un merchant financier.
Así mismo, muchas casas comerciales que se abrieron en la ciudad en los años de 1850 a raíz del boom tabacalero, terminaron involucradas en las actividades crediticias, realizando giros de capitales, cambios de letras y otorgándose créditos entre ellas mimas, es decir, autofinanciándose sus actividades mercantiles. También se convirtieron en una de las principales fuentes financieras del Estado, al momento de conseguir capitales para desarrollar obras públicas y pagar sus gastos burocráticos. En otras palabras, sus actividades no se limitaron al comercio y terminaron funcionando como verdaderas casas mercantiles y financieras.
* Artículo de investigación producto de la tesis doctoral titulada "Formación del mercado financiero en la ciudad de Barranquilla (Colombia) durante la segunda mitad del siglo XIX", presentado en la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla-España, en octubre de 2013.
1 HABER, Stephen, Industry and Underdevelopment, The Industrialization of Mexico, 1890-1940, Stanford, Stanford University Press, 1989.
2 Las creaciones de redes económicas y financieras eran estrategias empleadas por los comerciantes locales y regionales para autofinanciar sus actividades mercantiles y también enfrentar los avatares sociales, políticos y económicos. Estas redes estaban regidas principalmente por labores de intermediación y especulación. MARCHENA FERNÁNDEZ, Juan, "¿Comerciantes o especuladores de metal? Las elites mercantiles de Cartagena de Indias a principios y finales del periodo colonial", en Memorias, revista digital de historia y arqueología desde El Caribe, No. 10, 2009, pp. 33-90.
3 Para el caso de los Salcedo: CABALLERO TRUYOL, Tomás; NAVARRO, Luis y SANDOVAL, Ricardo, "Los judíos prestamistas en Barranquilla durante la segunda mitad del siglo XIX, el caso de Don Nicolás Salcedo, José del Carmen Salcedo y Jacob Senior", en Memorias, revista digital de historia y arqueología desde El Caribe, No. 22, pp. 163-184.
4 Una aproximación sobre el estudio de este personaje se publicó en 1995. SOLANO DE LAS AGUAS, Sergio, "Esteban Márquez", en Historia General de Barranquilla, Barranquilla, Ediciones De La Academia De La Historia De Barranquilla, 1995, pp. 99-104.
5 REVOLLO, Pedro, Mis memorias, Barranquilla, Editorial Mejoras, 1998, pp. 88-89.
6 La participación política permitió a los comerciantes como Márquez obtener una serie de recursos que solo el Estado ofrecía para sus intereses particulares y clientelistas que facilitaban sus operaciones mercantiles y financieras. Por ello muchos comerciantes se vincularon a las actividades políticas porque podían acceder a recursos como tierras públicas, remates, prerrogativas, contratos, etc. FERNÁNDEZ VILLA, Alfonso, "Clientelismo y guerra civil en Cartagena, Sobre las estrategias políticas de la élite cartagenera, (1885- 1895)", en Memorias, revista digital de historia y arqueología desde El Caribe, No. 10, 2009.
7 MEISEL ROCA, Adolfo, y POSADA CARBÓ, Eduardo, "Bancos y banqueros en Barranquilla 1873- 1925", en Boletín Cultural y Bibliográfico, No. 17, 1988. CABALLERO TRUYOL, Tomás, "Créditos monedas, comerciantes y prestamistas, El mercado financiero en Barranquilla entre 1849 y 1903", en Historia Caribe, No. 18, 2011, pp. 145-164; SOLANO DE LAS AGUAS, Sergio y CONDE CALDERÓN, Jorge, Elite empresarial y desarrollo industrial en Barranquilla 1875-1930", Barranquilla, Universidad del Atlántico, 1993.
8 LIDA E., Clara (comp.), Una emigración privilegiada, comerciantes, empresarios y profesionales españoles en México en el siglo XIX y XX, Madrid, Alianza América, 1994, pp. 4-11. BURKE, Peter, Venecia y Ámsterdam, Estudios sobre las élites, Barcelona, Gedisa, 1996. BARRAGÁN-DÍAZ, Diego; LEÓN-PAIME, Edison y TORRES, Franklin, "Relaciones entre contabilidad y redes familiares en Colombia durante la segunda mitad del siglo XIX", en Cuadernos de Contabilidad, No. 12, 2001, pp. 585- 599, RIPOLL DE LEMAITRE, María, "Redes familiares y el comercio en Cartagena, El caso de Rafael de Castillo & Co, 1861-1860", en Cuaderno de Historia económica y empresarial, No. 5, 2000, pp. 1-62. BOLÍVAR BOLÍVAR, Jesús, "Barranquilla, Ciudad, elite y conciencia obrera", en Historia Caribe, No. 9, 2004, pp. 82-9.
9 SOLANO, Sergio, y FLÓREZ BOLÍVAR, Francisco, "Indígenas, mestizaje, tierras y poder en el Bolívar Grande, Colombia siglo XIX", en INDIANA, No. 26, 2009, pp. 121-152.
10 Según el estudio realizado por Hernando Castro, la elite barranquillera estaba conformada por emigrantes nacionales y extranjeros que llegaron a la ciudad para servir de vínculo mercantil entre sus parientes o socios con este nuevo puerto, Barranquilla. CASTRO VARGAS, Hernando, "La sociedad barranquillera entre los elementos tradicionales y modernos (1850-1885)", en Memorias, Revistas digital de historia y arqueología desde el Caribe, No. 10, 2010.
11 Archivo de la Notaría Primera de Barranquilla (ANPB). Libro de 1877, t. V., E. P. No. 62, testamento cerrado.
12 CABALLERO, Tomás, El mercado financiero en Barranquilla, pp. 145-164.
13 CAMACHO ROLDÁN, Salvador, "Bogotá en 1849", en Las maravillas de Colombia, Bogotá Editorial Forja, 1980, p. 129.
14 REVOLLO, Pedro, Mis memorias, pp. 88-89.
15 ANPB, Libro de 1850, t. único.
16 ANPB, Libro de 1853, t. único, E. P. No. 63, "escritura de cancelación". La obra tuvo un costo de $ 184.000 reales.
17 HOLTON, Isaac, "La Nueva Granada: veinte meses en los Andes", en: Barranquilla y Sabanilla durante el siglo XIX (1852-1898), Barranquilla, Ediciones Clío Caribe, 1995, pp. 1-35.
18 REVOLLO, Pedro, Mis memorias, p. 88.
19 ANPB, Libro de 1852, t. único, folios No. 379-381, escritura de contrato de una obligación.
20 Ibíd.
21 Estudios como el Roberto Junguito demuestran que el Estado incumplió con el pago en varias ocasiones de los empréstitos recibidos por prestamistas nacionales y extranjeros, principalmente por su precaria condición económica. Lo anterior obligó al gobierno nacional a renegociar sus deudas con nuevas tasas de interés, concesiones más lucrativas, mejores beneficios económicos y políticos para los acreedores. JUNGUITO BONNET, Roberto, La deuda externa en el siglo XIX, Cien años de incumplimiento, Bogotá, Banco de la República y TM Editores, 1995. PRESTON HYLAND, Richard, "El crédito y la economía (1851-1880)", en Sociedad y Economía en el Valle del Cauca, t. IV, Bogotá, Banco Popular, 1983. CRUZ SANTOS, Abel, "Economía y hacienda pública", en Historia extensa de Colombia, t. II, Bogotá, Lerner, 1966. COLMENARES, Germán, et al., Historia económica de Colombia, Bogotá, Planeta, 2007.
22 ANPB, Libro de 1866, t. único, E. P. No. 105, Inserción de un poder especial.
23 CABALLERO TRUYOL, Tomás, Formación del mercado financiero en la ciudad de Barranquilla durante la segunda mitad del siglo XIX (Tesis doctoral), Sevilla, Universidad Pablo de Olavide, 2013.
24 PINEDA SALAZAR, Moisés, "El heredero", http://correvedile.com/heredero#, (10/06/2012).
25 ANPB, libro de 1871, t. II, E. P. No., 19, testamento.
26 ANPB, libro de 1877, t. único., E. P. No. S.N., folio No. 12-16, testamento.
27 GLADE, William, "América Latina y la economía internacional, 1870-1914", en BETHEL, Leslie, Historia de América Latina, Vol. 7, 1991, Crítica, Barcelona 1991, pp. 1-49. CARDOSO, Ciro y PÉREZ BRIGNOLI, Héctor, Historia Económica de América Latina, Vol. 2, Barcelona, Crítica, 1999. HALPERIN DONGHI, Tulio, Historia contemporánea de América Latina, Madrid, Alianza Editorial, 1969.
28 BOTERO RESTREPO, María, "Casas comerciales y circuitos mercantiles en Antioquia, 1842-1880", en Sociedad y Economía, No. 12, 2007, pp. 93-114.
29 ROCA MEISEL, Adolfo y VILORIA DE LA HOZ, Joaquín. "Los alemanes en el Caribe colombiano: el caso de Adolfo Held, 1880-1927", en Banco de la República-economía regional, 1999.
30 Ibíd. p.3.
31 NICHOLS, Theodoro, Tres puertos de Colombia, estudio sobre el desarrollo de Cartagena, Santa Marta y Barranquilla, Bogotá, Banco Popular, 1973. POSADA CARBÓ, Eduardo, Una invitación a la historia de Barranquilla, Bogotá, Fondo Editorial CEREC, 1987. ZAMBRANO, Milton, El desarrollo del empresariado en Barranquilla 1880-194, Barranquilla, Universidad del Atlántico, 1998. POSADA CARBÓ, Eduardo, "El puerto de Barranquilla entre el auge exportador y el aislamiento", en Caravelle, No. 69,1997, pp. 119-132. CABALLERO TRUYOL, Tomás, "Sociedad y comercio en Barranquilla durante la segunda mitad del siglo XIX", en Revista de Ciencia Básicas Bolivariana, No. 8, 2007.
32 ANPB, Libro de 1853, t. único. E. P. No. 98, obligación crediticia.
33 RODRIGUEZ BECERRA, Manuel, RESTREPO RESTREPO, Jorge, Los empresarios extranjeros de Barranquilla 1820-1900, en: Desarrollo y Sociedad, No. 8, CEDE-Uniandes, Mayo de 1982. pp 79-114
34 ANPB, libro de 1886, t. III, E. P .No. 316, escritura de obligación.
35 ANPB, libro de 1886, t. II, E. P .No. 320, escritura de obligación.
Fuentes primarias
Archivos
Notaria Primera de Barranquilla Gaceta de Bolívar 1868
Libros
BURKE, PETER, Venecia y Ámsterdam, Estudios sobre las élites, Barcelona, Gedisa, 1996.
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HOLTON, Isaac, La Nueva Granada veinte meses en los Andes, Barranquilla y Sabanilla durante el siglo XIX, 1852-1898, Barranquilla, Ediciones Clío Caribe, 1995.
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NICHOLS, THEODORO, Tres puertos de Colombia, estudio sobre el desarrollo de Cartagena, Santa Marta y Barranquilla, Bogotá, Banco Popular, 1973.
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SOLANO DE LAS AGUAS, Sergio, y CONDE CALDERÓN, Jorge, Elite empresarial y desarrollo industrial en Barranquilla 1875-1930, Barranquilla, Universidad del Atlántico, 1993.
ZAMBRANO, Milton, El desarrollo del empresariado en Barranquilla 1880-1945, Barranquilla, Universidad del Atlántico, 1998.
Capítulos de libro
CRUZ SANTOS, Abel, "Economía y hacienda pública", en Historia extensa de Colombia, t. II, Bogotá, Ediciones Lerner, 1966.
GLADE, William, "América Latina y la economía internacional, 1870-1914", en BETHEL, Leslie, Historia de América Latina, Vol. 7, Barcelona, Crítica, 1991.
PRESTON HYLAND, Richard, "El crédito y la economía (1851-1880)", en Sociedad y Economía en el Valle del Cauca, t. IV, Bogotá, Banco Popular, 1983.
SOLANO DE LAS AGUAS, Sergio, "Esteban Márquez", en Historia General De Barranquilla, Barranquilla, Ediciones De La Academia De La Historia De Barranquilla, 1995.
Artículos
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BOLÍVAR BOLÍVAR, Jesús, "Barranquilla, Ciudad, elite y conciencia obrera", en Historia Caribe, No. 9, 2004.
BOTERO RESTREPO, María, "Casas comerciales y circuitos mercantiles en Antioquia, 1842-1880", en Sociedad y Economía, No. 12, 2007, pp. 93-114.
CASTRO VARGAS, Hernando, "La sociedad barranquillera entre los elementos tradicionales y modernos (1850-1885)", en Memorias, Revista digital de historia y arqueología desde el Caribe, No. 10, 2010.
FERNÁNDEZ VILLA, Alfonso, "Clientelismo y guerra civil en Cartagena, Sobre las estrategias políticas de la élite cartagenera", (1885-1895), en Memorias, revista digital de historia y arqueología desde El Caribe, No. 10, 2009.
MARCHENA FERNÁNDEZ, Juan, "¿Comerciantes o especuladores de metal? Las elites mercantiles de Cartagena de Indias a principios y finales del periodo colonial", en Memorias, revista digital de historia y arqueología desde El Caribe, No. 10, 2009.
NAVARRO, Luis y SANDOVAL, Ricardo, "Los judíos prestamistas en Barranquilla durante la segunda mitad del siglo XIX, el caso de Don Nicolás Salcedo, José del Carmen Salcedo y Jacob Senior", en Memorias, Revista digital de historia y arqueología desde El Caribe, No. 22, 2014.
NAVARRO, Luis y SANDOVAL, Ricardo, "Créditos monedas, comerciantes y prestamistas, El mercado financiero en Barranquilla entre 1849 y 1903", en Historia Caribe, No. 18, 2011.
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Publicaciones en internet
PINEDA SALAZAR, Moisés, "El heredero", http://correvedile.com/heredero#. (10/06/2012).
Tesis
CABALLERO TRUYOL, Tomás, Formación del mercado financiero en la ciudad de Barranquilla, Colombia, durante la segunda mitad del siglo XIX (Tesis doctoral), Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, 2013.