DOI: http://dx.doi.org/10.18273/revanua.v21n2-2016006


La Conquista en la obra de Ernesto
Restrepo Tirado. Un pionero de los
estudios prehispánicos en la Academia
Colombiana de Historia (1902-1934)1

Sol Alejandra Calderón Patiño: Magíster en Historia, Universidad Industrial de Santander. Integrante del Grupo de Investigaciones Históricas sobre el Estado Nacional Colombiano, de la misma institución. Correo electrónico: solalejandracalderon@gmail.com.

Alfonso Fernández Villa: Integrante del grupo de Investigaciones Históricas sobre el Estado Nacional Colombiano. Director de la Escuela de Historia y profesor, Universidad Industrial de Santander. Correo electrónico: aafervil@gmail.com.

Fecha de recepción: 15/12/2015 Fecha de aceptación: 24/02/2016



Resumen

Este artículo se ocupa del relato sobre la Conquista construido por el historiador colombiano Ernesto Restrepo Tirado durante el periodo 1902 y 1934, siguiendo las pautas metodológicas propuestas por la Academia Colombiana de Historia. Un estudio del personaje historiado que se logró a través de la revisión de algunas de sus obras y de escritos publicados en el Boletín de Historia y Antigüedades, donde se muestra la percepción de sus compañeros respecto a este historiador. Se aborda el relato revisando el método que siguió el autor y los sujetos que destacó en el mismo. Sobresale de la presente investigación la relación que estableció Restrepo entre la Conquista con la fundación de la nación colombiana y con algunos grupos indígenas que definió como civilizados, una conclusión que hace de este autor un pionero de los estudios prehispánicos en Colombia.

Palabras clave: Colombia, historiografía, nación, hispanismo, conquista.


The Conquest in the work of Ernesto Restrepo
Tirado. A pioneer of prehispanic studies at the
Academia Colombiana de Historia (1902-1934)


Abstract

This article deals with the account of the conquest built by the Colombian historian Ernesto Restrepo Tirado between 1902 and 1934, following the methodological guidelines proposed by the Colombian Academy of History. This is a study of the depicted character that was achieved through the review of papers published in the Journal of History and Antiquities where the peer perception on this historian is shown. The account is approached from the revision of the method followed by the author and the characters highlighted in it. The relationship established by Restrepo between the Conquest, the founding of the Colombian nation and some indigenous groups he defined as civilized, excels in this research, a conclusion that makes this author a pioneer of pre-hispanic studies in Colombia.

Keywords: Colombia, historiography, Nation, Hispanismo, Conquest,


A conquista na obra de Ernesto Restrepo
Tirado. Pioneiro dos estudos pré-hispânicos na
Academia Colombiana de Historia (1902-1934)


Resumo

Este artigo refere-se ao relato sobre a Conquista construído pelo historiador colombiano Ernesto Restrepo Tirado entre 1902 e 1934, seguindo as pautas metodológicas propostas pela Academia Colombiana de História. Um estudo do personagem historiado conseguido através da revisão de escritos publicados no Boletim de História e Antiguidades, onde é reproduzida a percepção dos seus companheiros a respeito deste historiador. O relato é abordado a partir da revisão da metodologia que seguiu o autor e dos sujeitos que destacou no mesmo. Na presente pesquisa sobressai a relação estabelecida por Restrepo entre a Conquista com a fundação da nação colombiana e com alguns grupos indígenas que definiu como civilizados, uma conclusão que faz deste autor um pioneiro dos estudos pré-hispânicos na Colômbia.

Palavras chave: Colombia, historiografia, nação, hispanismo, conquista.


Referencia para citar este artículo: CALDERÓN PATIÑO, Sol Alejandra y FERNÁNDEZ VILLA, Alfonso (2016). "La Conquista en la obra de Ernesto Restrepo Tirado. Un pionero de los estudios prehispánicos en la Academia Colombiana de Historia (1902-1934)". En Anuario de Historia Regional y de las Fronteras. 21 (2). pp. 149-171.



Introducción

A principios del siglo XX, finalizada la Guerra de los Mil Días, los miembros de la Academia Colombiana de Historia afirmaban que se debía continuar la obra de la civilización, interrumpida por el conflicto. Esto no solo a través de la instrucción pública, sino también mediante la creación e impulso a las academias y otras corporaciones científicas. Se creía que ello contribuiría a estrechar los vínculos de la nacionalidad puesto que "[…] si la reunión frecuente de los hombres de ciencia que, militan en opuestos campos, vienen a este recinto animados de un mismo espíritu patriótico para servir noblemente a Colombia, es parte a que se establezca la concordia entre los que, por su ilustración, están llamados a influir de modo decisivo en el porvenir de la República"2.

En ese contexto, bajo los supuestos de la civilización y la unidad nacional, se crea en el país la Academia Colombiana de Historia como prueba de la posibilidad de unión en un ambiente todavía marcado por fuertes divisiones políticas entre partidos y facciones de los mismos. Surgía esta institución -inicialmente bajo el nombre de Comisión de Historia y Antigüedades- con el objeto de aclarar, según Héctor García Botero, dos pasados: "[…] el primero de ellos comprende los períodos de la Conquista y de la Colonia [y] el segundo de ellos, por su parte, se extiende en un tiempo pretérito inconmensurable que antecede el 'descubrimiento' de América y del territorio colombiano […]"3.

Desde el discurso inaugural, como primer presidente de la academia, Eduardo Posada se planteaba como tarea de esta organización "poner los cimientos de una nueva historia de nuestra patria"4, y como primer objetivo escribir la historia patria con base en la documentación de archivo y en función de la nacionalidad. Según algunos estudios sobre la historiografía colombiana, bajo esta premisa se "mira piadosamente la Conquista Española como el proceso por el cual nos fue entregada la civilización del mundo cristiano"5, en un esfuerzo por oponerse a las visiones partidistas del siglo XIX, propiciando con ello el surgimiento de una historiografía de reconciliación nacional con el pasado.

Según Jorge Orlando Melo, a partir de este proceso sobresalió en Colombia una tradición historiográfica conocida generalmente como historia académica6. Esta se caracterizaría en lo sucesivo por una notable preferencia por la historia militar y política, enfatizando, según una periodización tradicional, en los periodos del Descubrimiento, la Conquista y especialmente en la Independencia. Bajo una concepción moralista y cívica, su perspectiva metodológica entendía la realidad histórica como algo independiente del historiador. Este solo debía narrarla con base en los documentos7. Para Melo, los cultores de esta corriente son en esencia historiadores aficionados, vinculados a las elites políticas o sociales con cierta relevancia en los contextos regionales o nacional. De hecho, en torno a ellos se conformaron tanto las academias de historia regionales como la mencionada Academia Colombiana de Historia, y a través de ellas se publicaron sus trabajos en revistas, boletines, periódicos y manuales escolares, algunos de amplia trascendencia como sucedería con el Compendio de Historia de Colombia, de Henao y Arrubla8.

En términos generales, con el desarrollo de la historia como disciplina universitaria -aunque ya antes algunas voces se hubiesen levantado- las imágenes sobre el pasado construidas por las academias de historia han sido juzgadas peyorativamente como historia de bronce, entendiéndola como una historia inamovible de tipo político-militar escrita por las élites, donde se eliminaba al pueblo como protagonista, así como a los hombres y las mujeres comunes. Se le objetaba su predilección por la narración de hechos heroicos de la Conquista, presentada como el momento en el cual había llegado la civilización, la lengua y la religión. La Independencia, según consideraba esta corriente, había consolidado una nación pacífica, progresista y bien gobernada, en la que se daba relevancia a los actos de cada administración. Se llegó a afirmar que tales actos "[…] convertían una secuencia de eventos políticos y de batallas en una materia sagrada que debía asimilarse ritualmente. [Se creía que] Las necesidades de una religión patriótica debía limitar forzosamente el rango de preguntas sobre el pasado y acumular simplemente materiales relativos sobre las mismas cuestiones"9.

Esta interpretación, dominante desde la consolidación de la llamada Nueva Historia, impidió por mucho tiempo reflexionar seriamente sobre esta historiografía. No obstante, la visión de la historia colombiana creada por las academias reviste de cierta importancia, atendiendo a su difusión, especialmente, entre quienes no se han formado profesionalmente en el campo de la historia, ya sea a través de los manuales escolares o de los docentes dentro de la educación básica. En esa perspectiva, resulta interesante conocer la manera como dentro de esa tradición se ha pensado el pasado y específicamente el lugar del período de la Conquista. Así, en el presente artículo se estudian los trabajos de Ernesto Restrepo Tirado, uno de los primeros miembros de la Academia Colombiana de Historia que dedicó parte de su obra a la Conquista.

El artículo se estructura en tres partes: se plantean algunos aspectos del funcionamiento de la academia entendida como una organización; seguidamente, se caracterizan sus miembros, específicamente, Ernesto Restrepo Tirado; y finalmente, se examina la visión que sobre la Conquista produjo este autor a principios del siglo XX. Para este ejercicio se tienen como fuentes principales el Boletín de Historia y Antigüedades, órgano de la Academia Colombiana de Historia, así como los artículos y libros elaborados por Restrepo.


Los fines de la Academia Colombiana de Historia

Se propone inicialmente conocer el ámbito en el que esta generación de hombres de finales del siglo XIX escribió sobre la Conquista10. Así, se parte de la pregunta: ¿Cuáles fueron las condiciones institucionales que permitieron la construcción del relato sobre la Conquista en la Academia Colombiana de Historia en sus primeros años de funcionamiento?

Como se ha dicho, se abordará el estudio de la academia como una organización siguiendo al sociólogo Ronald J. Jepperson, para quien una organización debe ser vista como el agregado de individuos con fines o intereses comunes, con funciones implícitas reconocidas, apoyadas y legitimadas públicamente por otras organizaciones políticas más amplias, el Estado y la sociedad civil11. En ese orden de ideas, las organizaciones son unidades sociales construidas con la intención de alcanzar unos fines determinados previamente, estos fines han de ser entendidos como el estado de cosas deseado que la organización puede realizar12. Generalmente, los fines que las organizaciones persiguen se encuentran consignados en sus estatutos, ya sea como imagen guiadora de las acciones o como estado al que las organizaciones aspiran. En el caso de los primeros años de existencia de la academia, por ejemplo, se puede afirmar que dichos fines se iban construyendo a medida que se presentaban las diferentes coyunturas.

La Academia Colombiana de Historia irrumpe a la luz pública, teniendo como antecedente la Resolución núm. 115 del 9 de mayo de 1902, por la que se establecía la Comisión de Historia y Antigüedades Patrias13. Coincidía el momento con una manifiesta preocupación por la pérdida de documentos, monumentos y otros bienes que hoy se considerarían como patrimonio cultural. Así, desde el Ministerio de Instrucción Pública se organizó dicha comisión como base para la creación de la posterior Academia de Historia y Antigüedades Colombianas. Con ello se cumplía uno de los primeros fines que da sentido a esta organización, como era el velar por la conservación de lo que se entendía entonces como vestigios históricos.

Pero los fines planteados en la mencionada resolución no terminaban ahí. La Comisión debía estar conformada por hombres doctos e inteligentes a quienes se les confiaría el "estudio de las antigüedades americanas y de la Historia Patria en todas sus épocas"14. Este resultaría a la postre el objetivo principal al cual se vincularían otros fines como el acopio y análisis de diferentes fuentes, la fundación de museos, el arreglo, la conservación y la formación de índices de los archivos públicos y privados, la dirección de la Biblioteca de Historia de Colombia, el cuidado y la conservación de monumentos históricos y artísticos, además del estudio de los idiomas, tradiciones, usos y costumbres de los grupos indígenas del territorio colombiano15.

La definición de estos fines presumiblemente influyó en la construcción del relato sobre la Conquista. Independientemente de que la mayoría de ellos fuesen de tipo práctico y estuviesen encaminados a acopiar, arreglar, conservar y fundar archivos, bibliotecas y museos; los fines que tenían que ver con el estudio, como tal, apuntaron como tema a los grupos indígenas del territorio colombiano. Sin embargo, como se verá más adelante, ese contexto parece tener incidencia sobre esta primera historiografía, en la que se aprecia cierta preocupación por los grupos indígenas como antecedente determinante de la llamada Conquista.

De hecho, en su discurso inaugural, el mencionado Eduardo Posada hablaba de la necesidad de salvar los documentos y "[…] poner los cimientos de una nueva historia de nuestra patria"16. A renglón seguido resaltaba que la primera tarea, antes que la escritura, era juntar y organizar las fuentes que se necesitaban para tal fin, pues reconocía la precariedad en que se hallaba el país en cuanto a archivos, bibliotecas y museos, y cómo hasta entonces no se reconocía la labor de quienes colaboraban en estas importantes tareas17.

Su discurso enuncia lo que entendía por historia, así como su utilidad, concibiéndola como maestra de la moral para la vida y el futuro de la sociedad. Esta concepción de historia da sentido a los fines a los que apuntaba la organización de la academia. Si bien en estos primeros años se consideraba prematuro escribir una historia nacional como tal, sí quería establecerse sus bases a través de la selección y la organización de diferentes fuentes18.

En este discurso se insistía en algunas de las características que debían adornar a los académicos para llegar al cumplimiento de tales fines. Entre estos, se destacaba por encima de todos, la elaboración de una historia patria: "Para escribir la historia se requieren hábitos de laboriosidad, de método y de orden; pasión por la verdad y la claridad; instrucción sólida, trabajo infatigable e inteligencia para abarcar un conjunto, formar un plan, distribuir los detalles y colocar con sobriedad los comentarios"19.


Ernesto Restrepo Tirado como miembro de la Academia Colombiana de Historia

Desde la fundación de la Comisión de Historia y Antigüedades Patrias sus miembros fueron destacados hombres de la sociedad colombiana en el campo de la medicina, la política, la ciencia y la literatura; relacionados de manera directa o indirecta con la vida política nacional. Tal como lo refiere Ricardo Pozas para el caso mexicano, en la medida en que conforman una elite cultural estos hombres se convierten o fungen a su vez como funcionarios de Estado, puesto que se trata de "[…] intelectuales con capacidad de convocatoria y de interlocución, debido a la posición que ocupan en las redes sociales de los creadores, de las cuales se sirven, tanto en las funciones de gobierno que llegan a desempeñar como en el apoyo y la promoción que prestan a ciertas empresas culturales independientes"20. Una muestra clara de ello es la relación directa que se sostuvo con el Ministerio de Instrucción Pública, cuya cabeza, por lo menos para la primera mitad del siglo XX, siempre fue un miembro de la Academia Colombiana de Historia.

En su gran mayoría, se trataba de hombres que habían llevado buena parte de sus vidas durante el período de la Regeneración. Como se sabe, uno de los propósitos de este proyecto político fue restaurar los valores de la cultura española. Así, como señala Rubén Sierra Mejía, sus principales figuras se propusieron "[…] continuar con la tarea de catequizar al indígena en la religión católica y aculturarlo en los modelos de la civilización hispánica. Religión católica y lengua española, los dos pilares de la Constitución de 1886, no solo tenían, entonces, el pretexto de dar unidad a la Nación, sino además el propósito ideológico de un programa restaurador"21. A esto se sumaba "[…] una memoria histórica en relación con una España gloriosa, conquistadora y forjadora de una civilización en el Nuevo Mundo"22 que marcaría los relatos de esta generación.

En síntesis, los académicos de esta etapa eran hombres influidos por los fundamentos del proyecto político regenerador de finales del siglo XIX. Este periodo marcó el devenir nacional hasta bien entrada la centuria bajo la propuesta de República unitaria, el idioma castellano y la religión católica como fundamentos de la nación23. No menos importante, resultó para esta generación -como fue el caso de connotados académicos como el mismo Ernesto Restrepo Tirado, Enrique Otero D'Costa o Eduardo Posada- el haber crecido en medio de las contiendas civiles de finales del siglo XIX. Los mencionados académicos de hecho participaron, en bandos opuestos, en la Guerra de los Mil Días, el más sangriento de los conflictos civiles del siglo XIX.

Estos académicos eran todavía relativamente jóvenes, con oficios y ocupaciones diferentes, dedicados parcialmente a la escritura de la historia dentro de la academia, dejando claro que no se trataba de una cuestión de oficio si no de una pasión o afición. Como se puede ver en palabras de uno de ellos: "[…] yo no me he propuesto sino hacer apuntaciones para que, si lo merecen, sirvan de algo al verdadero historiador. Y como tengo que vivir luchando con el afán que trae cada día, esto no me ha permitido consagrarme formalmente a una labor que, si no es lucrativa, sí me es muy simpática"24. Estas condiciones marcaron su obra historiográfica bajo la premisa de que la historia exigía a los académicos fundamentalmente la imparcialidad y el acopio de datos.

Entre los fundadores de la academia se destaca Ernesto Restrepo Tirado, hijo de Vicente Restrepo Maya y de Dolores Tirado Muñoz, nacido en Medellín el 27 de agosto de 1862 y fallecido el 24 de octubre de 1948. Además de historiador se le conoció como jefe civil y militar durante la Guerra de los Mil Días25. Su padre, fue uno de los más importantes letrados que se interesaron por la colección de antigüedades en el último cuarto del siglo XIX, además de ser autor de una obra sobre los chibchas26. De esta manera, se puede afirmar que Ernesto Restrepo Tirado continuó con el interés de su padre por los grupos prehispánicos como coleccionista de restos arqueológicos y como escritor dedicado al estudio de estos grupos27.

Los vínculos familiares fueron decisivos en la vida académica de este hombre, pues se casó con Clementina Suárez Santander, nieta del general Santander, hija de Manuel Suárez Fortoul y Sixta Tulia Santander Pontón28, una de las herederas del famoso archivo de Santander; situación que le permitiría más adelante a Restrepo proponer la edición y publicación de esta importante documentación para la historia del proceso de independencia29.

Por fuera de los años como académico y director del Museo Nacional se destacan algunos aspectos de la vida de Restrepo que permiten entender su obra. De su formación, a fines del siglo XIX, sobresale la experiencia en Francia con los Hermanos de las Escuelas Cristianas, lo que sin duda hacía de él un hombre con un barniz cultural notable para la época. Al inicio del siglo se le encuentra en la guerra (en 1901 obtuvo el título de General dentro de las fuerzas del conservatismo). Desde 1920 se le haya como Cónsul de Colombia en Sevilla, cargo que ocuparía por más de 18 años30. Una etapa importante sin duda, fue que además de sus labores de cónsul pudo dedicarse al estudio de los archivos españoles, extrayendo importante documentación que al parecer puso en cuestionamiento muchas de las representaciones construidas hasta el momento31.

Restrepo fue comisionado directamente por el Ministerio de Instrucción Pública, entonces a la cabeza de José Joaquín Casas, para formar parte en primer lugar de la Comisión de Historia y Antigüedades que luego derivó en la academia. Allí participó activamente desde 1902 hasta su muerte en 1948. Quizás por ello afirmarían sus compañeros que Restrepo sirvió a la organización con celo infatigable, con bondad exquisita y con resultados admirables, calificándole como investigador e historiador de limpia conciencia32.

Como se ha mencionado, entre 1911 y 1920, fue nombrado director del Museo Nacional. En el desarrollo de su labor participó y fomentó la clasificación de diferentes objetos, luchando constantemente por la ampliación tanto de espacio como de presupuesto para mejorar el funcionamiento de esta institución. Durante este período ya es clara su preocupación por las dificultades que existían para dedicarse en Colombia al estudio de los grupos indígenas, un tema del que frecuentemente se ha dicho que a nadie parecía importarle y mucho menos a los miembros de la Academia Colombiana de Historia. Al respecto es reveladora su afirmación: "Hoy día se pueden estudiar mejor nuestras antigüedades indígenas en los museos de Berlín, Madrid, Estados Unidos, etc., que en el Museo Nacional"33.

A diferencia de muchos de sus compañeros, aunque no es posible afirmar una especialización, se puede reconocer en su obra una clara tendencia por los temas arqueológicos, tanto para el período precolombino como para la Conquista de manera que es posible considerarlo un pionero de los estudios prehispánicos dentro de la Academia Colombiana de Historia. Ello se refleja claramente en muchos de sus títulos: Estudio sobre los aborígenes de Colombia34, Ensayo Etnológico y Arqueológico de la Provincia de los Quimbayas35, Catálogo del Museo Nacional36, Los Quimbayas37, Descubrimiento y conquista de Colombia38, De Gonzalo Jiménez de Quezada a Don Pablo Morillo39 e Historia y Conquista de la Provincia de Santa Marta40.

Entre estos, el Ensayo Etnológico y Arqueológico de la Provincia de los Quimbayas ha sido reconocido como una de sus más importantes obras historiográficas. Según Clara Botero, esta obra constituye un referente importante en los estudios arqueológicos colombianos por dos razones: de una parte, otorgó entidad propia y visibilidad académica a este grupo ubicado en el Cauca Medio, pues hasta ese momento los estudiosos creían que hacía parte de otras tribus pertenecientes a Antioquia. Por otra, Restrepo Tirado abrió con esta obra una forma de hacer arqueología centrada en el contraste entre la información de los cronistas y el estudio pormenorizado de los vestigios materiales41. Con modestia, Restrepo reconocía que solamente estaba ofreciendo algunos apuntes para el estudio de esta cultura. Restrepo Tirado se identificaba además dentro de la tradición que inició el padre Duquesne, Ezequiel Uricoechea y Liborio Zerda, en la construcción de lo que ellos llamaron el monumento de arqueología nacional42.

Además de conocer el aporte de este académico en el desarrollo de la arqueología en Colombia, es necesario considerar que la postura de Restrepo, tanto en sus producciones historiográficas como en sus discursos, respondía también a las ideas de su época. En este sentido, no resulta sorprendente la posición hispanista sostenida por Restrepo, evidente en algunos de sus discursos:

[…] la Madre España, que nos dio sus primeros arrullos en la vida de la civilización, guiando nuestros inciertos pasos hasta formarnos hombres dignos y capaces de vivir en libertad; que endulzó nuestros labios con el néctar de su rico idioma, y nos enseñó a orar al verdadero Dios, a conocer la más bella y la más ideal de las creaciones, su santa madre, y nos dio ese sublime código de amor y de consuelo: la Religión de Cristo.43

Finalmente es importante destacar, como se mencionó al principio, que su trabajo además de metódico, había logrado cambiar algunas de las representaciones históricas más importantes sobre la Conquista, construidas hasta el momento por autores nacionales y extranjeros. Así lo manifestaban otros académicos con respecto a una de sus obras:

El libro del General Restrepo nos ha traído una amargura al acabar en nuestro juicio con la magia de algunos conquistadores. El Balboa que pinta, por ejemplo, no es, a pesar de su sacrificio, el Balboa de Quijano Otero, ni el de Borda, ni el de ningún texto de escuela. Pizarro, cruel en todas las historias, no es, con todo, el mismo Pizarro. Hasta el rasgo de imponderable belleza -la raya en la isla del Gallo- descrito por Prescott en las páginas que en evocadora peregrinación leyó en la propia isla, recientemente, ante un grupo de amigos, el doctor Antonio José Restrepo, hasta ese rasgo aparece en otro individuo y en otra forma… Y esos cambios entristecen, porque triste es siempre el despedirse uno dé lo que por muchos años ha estimado por cierto44.


El relato de la Conquista

Para estudiar los relatos de Restrepo Tirado45 se propone reconocer el horizonte y las tradiciones desde donde se pensaron46. Al respecto, Alexander Betancourt Mendieta sostiene que a finales del siglo XIX en Colombia el trabajo de los hombres de letras se enmarcó en la definición de los referentes básicos de la nacionalidad; por tanto, se preocuparon por la búsqueda de unas características nacionales que forjaran la integración, intentando "matizar los problemas internos al aplazar cualquier asomo de una situación conflictiva"47.

En este sentido, Betancourt señala la coincidencia de un espíritu nacional que apuntaba a crear una unidad interna, objetando la presencia, influencia y acciones de los proyectos de expansión imperialistas que entonces afectaban al subcontinente. "Por eso, el nacionalismo se constituyó en un elemento de resistencia a los intentos de 'conformar un orden donde las desigualdades entre los individuos y entre las naciones no [condujeran] a escandalosos abusos'"48. Asimismo, Miguel Ángel Urrego sostiene que un elemento predominante a comienzos del siglo XX fue la preocupación por la herencia hispánica49, en un contexto donde se anuncian ciertas prevenciones contra un intervencionismo más acentuado de los Estados Unidos.

En medio de estas ideas nacionalistas, desde el último tercio del siglo XIX y hasta la tercera década del siglo XX, los referentes teóricos para elaborar los diagnósticos sobre la realidad nacional se identificarían con "[…] una herencia fundamental en aquellos años en toda América Latina: la recepción de las ideas que abarca el concepto del positivismo"50. Según Altamirano "[…] los razonamientos y las nociones de la 'ciencia social' positivista se incorporaron al bagaje intelectual de las élites"51. En consecuencia, a principios del siglo XX, los diagnósticos sobre la realidad nacional se ubicaban entre el tratado científico y la propuesta narrativa que buscaba llamar la atención del gran público. De suerte que en medio de esta perspectiva se abordó el problema de los orígenes, las razas y el nacionalismo52.

Tal como lo señala Aimer Granados, el discurso hispanoamericanista a principios del siglo XX manifestaba en la historiografía que a través del descubrimiento se habían desencadenado dos grandes hechos: "[…] la cristianización de un vasto territorio, así como su incorporación a la civilización occidental"53. Con ello los historiadores quisieron vincular la historia española con la americana y plantear así una relación directa entre la Conquista y la civilización de carácter hispánica.

Para el caso colombiano Clara Isabel Botero ha resaltado que desde finales del siglo XIX creció el interés por parte de historiadores, científicos y coleccionistas, tanto nacionales como extranjeros, por los objetos prehispánicos que empezaron a llamarse antigüedades y a los que era necesario preservar e investigar al ser entendidos como objetos del arte universal54. Así, en consonancia con este interés, luego de la guerra de los Mil Días con la aparición de la academia se planteó como tema de investigación a los indígenas como parte de la historia patria; asimismo, como tarea de la academia, se asumió el cuidado de las llamadas antigüedades americanas.

Lo anterior se percibe en la celebración del Centenario de 1910. Durante la Exposición Nacional, además de los objetos en honor de los próceres de la Independencia y los conquistadores, fueron instaladas dos estatuas de la cultura de San Agustín. La presencia de estos elementos "[…] marcó un hito importante que mostraba un cambio de mirada sobre la temporalidad de la historia patria que no se restringía solamente a enaltecer a los ilustres personajes desde la conquista española"55. A través de estos elementos, Botero sostiene que era clara la intención de mostrar que las sociedades de la época prehispánica habían sido civilizaciones.

Sin embargo, esta postura no suele reconocerse a los primeros académicos. Bernardo Tovar, por ejemplo, afirma que la historiografía llamada académica describió el pasado indígena como una fase de la sociedad primitiva y la caracterizó por:

[…] la barbarie, el salvajismo y la antropofagia, con algunos elementos de civilización, concepciones en las cuales -dicho sea de paso- se puede observar, entre otros aspectos, el influjo de los mitos del buen salvaje y del caníbal en función de un discurso no exento de discriminación étnica; el Descubrimiento y la Conquista son apreciados como los hechos que permitieron el advenimiento de la civilización, en medio de hechos heroicos y también de abusos, atropellos y crímenes cometidos por ciertos conquistadores[…]56.

Sin embargo, las posturas de los académicos no siempre responden a la caracterización que hace Tovar Zambrano. De hecho, dentro de la Academia también se observa la preocupación por rescatar (e incluso enaltecer) el pasado prehispánico, resaltando el papel de muiscas y quimbayas. Para ello resultaba importante la preservación y el estudio de los vestigios de estas culturas. Se evidencia entonces la ausencia de un relato homogéneo dentro de la academia. Como se verá más adelante, al estudiar los trabajos de Restrepo se nota concordancia con la mencionada tesis de Botero respecto al estudio de los indígenas como grupos civilizados. Se percibe cierta intención por incorporarlos al relato como parte de la identidad nacional.

En consonancia con estas ideas, Restrepo sigue una tradición científica en el que se unían la recolección de fuentes y el análisis de las mismas. Específicamente, construyó sus relatos, integrando en lo posible objetos arqueológicos, crónicas, documentos oficiales y la historiografía entonces conocida. En ello se aprecia una declaración que hace eco de las modernas corrientes críticas -en especial de autores como Seignobos y Langlois57- que apostaban por dotar a la historia de un carácter verdaderamente científico. Restrepo se revela como un cultor de los documentos, en una pretendida búsqueda de cientificidad de la historia.

Como el mismo afirmó, Restrepo dedicó gran parte de su trabajo al estudio de los grupos indígenas y trató de proponer una nueva clasificación de estos a partir del estudio de sus lenguas y algunas de sus costumbres, como entonces se referían a los elementos etnográficos. Hacia 1914, por ejemplo, expresaba "[…] he tratado de demostrar que el suelo de lo que hoy forma la República de Colombia fue poblado primero, en parte, por una raza esforzada, de gobierno teocrático, que en el trabajo de la piedra había llegado a un alto grado de perfección"58. Según él, se trataba de un grupo maya quiché del que supuestamente se habían encontrado huellas en Guatemala, Chiriquí y a orillas del Magdalena y los montes cercanos a Popayán y San Agustín59. Asimismo, sostenía que estos grupos indígenas no habían seguido las leyes de formación y progreso de las civilizaciones, pues pasaron de la edad de piedra pulida a la de oro sin transitar por la edad de hierro y bronce60. Con esta teoría Restrepo parecía tratar de destacarlos sobre otros grupos indígenas dándoles así un carácter un poco más civilizado en comparación con los demás. Si bien esta teoría hoy carece de asidero científico, denota un interés por buscar los orígenes de la cultura nacional en reconocidos focos de civilización americanos.

Restrepo, para mencionar otros aspectos de su obra, se esforzó por establecer diferencias claras entre los grupos indígenas61 que consideró como civilizados y otros que denominó salvajes62 o bárbaros63. Entre estos últimos incluyó a los chocues o choques, descritos por él como una nación belicosa cuyo grado de salvajismo se manifestaba, además de su desnudez, a través de la antropofagia que parecía escandalizarle tanto como a los cronistas que citaba64.

Por otro lado, estaban culturas como los chibchas o los muiscas. Su grado de civilización se manifestaba, según Restrepo, tanto en las tradiciones como en la mitología. Para Restrepo, "[…] la mitología presentaba entre los chibchas formas complicadas que indican cierta cultura intelectual. No sucedía lo mismo en las demás tribus que cubrían la vasta extensión del territorio de tierra firme; ellas estaban sumidas aún en la barbarie, y su idolatría era tan sencilla como primitiva" 65.

Además de la mitología, Restrepo llamó la atención sobre la estructura política de los muiscas afirmando que era "la más adelantada en la organización de su régimen interior"66. Describió su gobierno como absoluto y detalló gran cantidad de leyes y castigos para los diferentes crímenes. Se refirió a los caciques como gente "de buena índole y verdaderos modelos de gente humana, si lo ponemos en parangón con las tribus sus vecinas"67. Así, terminó por describirlos como un estado poderoso y bien organizado al "que solo una raza más inteligente, enérgica y valiente pudo suplantar"68. Aunque esta misma organización era para Restrepo una explicación de la Conquista y del porqué había sido sencillo para los españoles someter a los indígenas al yugo del gobierno castellano, pues "El pueblo en general estaba acostumbrado a inclinarse ante los mandatos, por caprichosos que estos fueran, de un superior"69.

De la obra de Restrepo merecen destacarse no solamente la interpretación que hacía del período prehispánico. Resulta también interesante su propuesta metodológica, al intentar por primera vez establecer un diálogo entre la arqueología y la historia. Para él, las tumbas parecían ser casi la única fuente que permitía conocer el pasado prehispánico. En su citado ensayo llegó a afirmar que estas "han venido a ser como el archivo donde podemos estudiar el grado de su civilización, sus usos y sus costumbres"70. Incluso parece valorar esta fuente por encima de las crónicas: "Las crónicas, es cierto, nos hablan de la tribu de los Quimbayas: nos dicen que fue aquella una nación poderosa y rica, guerrera e industriosa, nos dan uno que otro detalle de sus costumbres y de sus creencias, pero más datos sacamos de uno de sus cementerios que de la lectura detenida de cuanto sobre ellos se ha escrito"71.

Restrepo cuestionó la representación legada por los cronistas sobre la supuesta candidez de los indígenas. Para él, por ejemplo, los indígenas fueron conscientes de los riegos que entrañaba establecer alianzas con los europeos72. A los cronistas también les criticó su postura lírica que los llevaba a establecer comparaciones descontextualizadas de la realidad que pretendían describir. Además de los cronistas, Restrepo cuestionó igualmente a los historiadores contemporáneos que, según él, falseaban la verdad "embrollando hechos y confundiendo las costumbres de las tribus"73.

De manera que al analizar los sujetos que aparecen en los relatos elaborados por Restrepo, es clara una división entre su perspectiva y la de otros miembros de la Academia Colombiana de Historia. Para él tenían cierta importancia los grupos indígenas. Para otros es evidente su preferencia por los españoles y sus obras, sin detallar lo que sucedía con los indígenas más allá de considerarlos como los enemigos.

Por el contrario, para Restrepo los conquistadores no eran un grupo selecto. Ello no le impide sin embargo ponderar la Conquista castellana por encima de otras como la mejor de las opciones posibles para la época. Así, justificaba la destrucción material y cultural bajo la idea del menor mal posible que tenía que ver con el carácter de los castellanos y su celo religioso:

Si mucho demolieron los soldados de Fernando e Isabel, ¿cuánto más no hubieran arrasado las legiones de Enrique VII, a quien la historia apellida el Codicioso, o los soldados de Carlos VIII, o los italianos de la segunda mitad del siglo XV, en cuyas manos el puñal y el veneno desataban lo que antes se tranzaba con la espada? No culparemos tampoco el espíritu religioso de los conquistadores, el que, según algunos autores los llevaba a destruir ciegamente cuanto encontraban a su paso74.

Restrepo caracterizó de manera similar a los grupos que conformaron las expediciones conquistadoras. Para él, se trató en su mayoría de hombres que ignoraban lo que sucedía en América y a los que impulsaba el ansia de riqueza sin mayor esfuerzo. Entre ellos solía encontrarse excepcionalmente "uno o más caudillos cuya avaricia o espíritu sanguinario se disimulaba bajo la coraza del atrevimiento y de la valentía". Sin embargo, primaron las expediciones plagadas de "felonías, deslealtades, cobardías indignas de corazones castellanos y crímenes vergonzosos, degradantes de la humanidad", como enfatizaba ante las evidencias de antropofagia cometidas por los conquistadores75.

Respecto a los soldados que participaron en la Conquista, Restrepo construyó un prototipo a partir de la figura de Esteban Martín en donde sobresalía la valentía como rasgo imprescindible y, quizá, como el elemento fundamental de todo conquistador. Para este autor, el predominio del honor y el deseo de gloria debían sobreponerse a la ambición de riqueza. Este prototipo idealizado servía a Restrepo para criticar con encono la ambición y la codicia de los castellanos76. En su relato es un lugar común el señalamiento de las crueldades y crímenes cometidas por los castellanos contra sus víctimas tanto indígenas como, incluso, españoles. Así, aunque exaltó a algunos conquistadores, prefirió mostrar que la mayoría de ellos fueron presos de la avaricia77. En algunos de sus más importantes trabajos se puede leer "En todas partes, pero muy especialmente alrededor de las ciudades, la codicia española se había ensañado contra los indios. Los que no fueron arcabuceados en la primera época de la Conquista, fueron pereciendo, debido a los malos tratamientos de que eran víctimas"78.

Sin embargo, no sin cierta contradicción, el relato de Restrepo se esfuerza por aclarar que este no era el objeto de la conquista, ni mucho menos la intención de la Corona. Su objetivo, insiste, era la conversión de los indígenas79. Objetivo que preocupó, sin embargo, a algunos pocos conquistadores. Con todo, desde su percepción, ello no demeritaba la Conquista y su labor fundamental de civilización80.

Restrepo mostraba su admiración por hombres como Quesada a quien llamó "El más generoso de los conquistadores"81. A sus acompañantes los describió como gentes de costumbres sanas "más sufridos en los descubrimientos, y posiblemente más valerosos"82. Para él, la figura de Quesada resulta el prototipo de conquistador y defiende fervientemente su imagen ante las críticas de otros historiadores83. Dibujó así un Quesada valiente y prudente que, a diferencia de los otros conquistadores, no se dejó dominar por las ambiciones y logró establecer relaciones menos duras con los indígenas, quienes -siempre, según Restrepo- también le admiraban. Incluso llega a llamarle hombre de corazón bondadoso, severo pero justo, de cualidades sobresalientes "[…] quizá no superadas por ninguno de sus compañeros", además de previsivo y perseverante, parece que una fe ciega en el éxito le hubiera siempre guiado, incansable, valiente, sufrido, caritativo, enérgico, abnegado, generoso, justiciero, ejemplar y de resolución inquebrantable84.

Por otro lado, y aunque con menos frecuencia, aparecían otros sujetos en este proceso, los religiosos. Según Restrepo, estos hombres que presenciaron crímenes atroces, para los cuales habían pedido castigos y suplicado piedad para con los indígenas, eran sacerdotes abnegados que acompañaron las expediciones, contrarrestando la avaricia de los conquistadores pues, a diferencia de estos, raras veces se les había mezclado en los crímenes contra los indígenas85.

Otro elemento llamativo del relato de Restrepo es el papel que dio a las mujeres castellanas en el proceso de la Conquista. En primer lugar, criticó a sus antecesores por no haber transmitido el nombre de dichas heroínas, pues según Restrepo, ellas habían abandonado la vida civilizada y superado gran cantidad de obstáculos en su viaje para venir a ser la base de la civilización:

Ellas interpusieron su corazón cristiano entre la crueldad de los españoles y el odio de los indígenas; atemperando los excesos de la Conquista, moralizaron la conducta de los castellanos, que muy orgullosos para contraer matrimonio con las indias, las tenían como esclavas de sus placeres; ellas fundaron la verdadera sociedad sobre los cimientos de la sana moral, y crearon una nueva generación que con el tiempo supo reclamar sus derechos a la independencia y levantar una nación libre.

A las mujeres españolas, que cumpliendo con sus deberes de esposas y guiadas por su abnegación cristiana vinieron a América, les debemos las virtudes que posee nuestro pueblo y nuestro carácter nacional altivo y valeroso86.

Así, desde esta perspectiva, Restrepo parece introducir -con cierta contradicción para el lector contemporáneo- un segundo elemento en su discurso sobre la historia nacional. La Conquista complementa a la vez que aporta un elemento civilizatorio. En ese orden de ideas, se asume a la Conquista como otro momento determinante de esa historia que se quiere vincular con la Independencia y donde los actores parecían ser los mismos. Una idea que por cierto no parece exclusiva. Desde la Regeneración autores como Caro, Holguín, o Soledad Acosta manifestaban posturas similares. Esta última, por ejemplo, reclamaba que "Olvidan que esos combates no tenían lugar entre razas diferentes, que era más bien una guerra civil, y que las ideas de libertad e independencia que predicaban en América, las habían heredado de sus antepasados españoles […]"87. Como consecuencia, la idea de la guerra civil fue una manera de convertir la Independencia en una fase más de la historia hispánica, borrando así las diferencias entre unos y otros.


A manera de cierre

Se puede concluir a partir del horizonte de interpretación, que a finales del siglo XIX, para algunos intelectuales, la identificación con España parecía la forma más adecuada para considerar a Colombia dentro de las naciones civilizadas. Así, el hispanoamericanismo se planteaba como una relación de tipo natural al mostrar a la Conquista como origen de la nación colombiana. Los hombres de letras se identificaban a sí mismos como descendientes de españoles y por ello se interesaron en plantear una identidad común a partir de los valores espirituales de la hispanidad. No es fortuito que a finales del siglo XIX con la celebración del IV Centenario del Descubrimiento y luego con el primer Centenario de la Independencia, estuviese en boga el discurso hispanista entre buena parte de la intelligentsia colombiana, incluida en ella la clase política.

En ese sentido, la gestión y obra de un académico como Ernesto Restrepo Tirado sobresale por los matices con que se distancia de esta corriente (sin dejar de ser admirador de la tradición hispánica). Tiene en cuenta otros elementos positivos para la construcción de un relato histórico sobre la Conquista y en general sobre la historia nacional. En especial, se destaca su esfuerzo por valorar e incluir el pasado prehispánico dentro de una historia común.

Asimismo, en medio de este horizonte se crearon instituciones como la academia que expresan, junto a las preocupaciones metodológicas de los académicos, el interés por construir un relato histórico que satisficiera el proyecto nacional. En cierta medida, se intentó aunar el método científico a una propuesta narrativa, como se aprecia también en la obra de Ernesto Restrepo Tirado. En términos metodológicos, este historiador se destacó entre otros académicos por cotejar no solo las crónicas entre sí, sino por contrastarlas con los vestigios arqueológicos, con la historiografía, haciendo además uso de mapas y de su propio conocimiento geográfico. Al proceder de esta manera, Restrepo criticó tanto el contenido de las crónicas como su uso por parte de otros historiadores que las aceptaban sin cuestionarlas o las malinterpretaban.

Restrepo intentó hacer un relato objetivo de la Conquista, tratando de explicar a sus actores en sus circunstancias, prescindiendo en principio de los juicios que pesaban sobre ellos. Y aunque no logra substraerse del todo a la apología de los conquistadores, su relato cuestiona y critica estas huestes por la crueldad y codicia de sus actos. Así, no sin cierta contradicción concluye en la importancia de esta etapa para la formación de la nación, desde la perspectiva del complemento civilizatorio que ella supuestamente aportó a lo que él consideraba también una expresión de civilización como era el mundo muisca. Se percibe a lo largo de su obra una búsqueda por fundar una historia de la nación colombiana desde una herencia española sin que se excluyera de ella la herencia (o pasado) de algunos grupos indígenas, en su concepto, civilizados. De manera que a diferencia de muchos de sus contemporáneos dentro del panorama historiográfico latinoamericano de las primeras décadas del siglo XX en el que se era o acérrimo hispanófilo o indigenista, Restrepo Tirado se presentó como un historiador que vinculaba elementos de ambas partes lo que lo convierte en un historiador muy singular para su época.


1 Una primera versión de este artículo se presentó en el XI Seminario de historiografía de Xalapa: "Repensar la Conquista", México, 2015, con el apoyo de la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Industrial de Santander y del Grupo de Investigaciones Históricas sobre el Estado Nacional Colombiano.

2 Academia Colombiana de Historia. "Academias Colombianas", en Boletín de Historia y Antigüedades, año II, núm. 22, 1904, pp. 578-579.

3 García Botero, Héctor. "¿Qué hay en un nombre? La Academia Colombiana de Historia y el estudio de los objetos arqueológicos", en Memoria y Sociedad, vol. XIII, núm. 27, 2009, p. 46.

4 Academia Colombiana de Historia. "Discurso del Doctor Posada", en Boletín de Historia y Antigüedades, vol. I, Bogotá, 1903, p. 108.

5 Tovar Zambrano, Bernardo. La Colonia en la historiografía colombiana (Bogotá: Presencia, 1990), pp. 110-111.

6 A diferencia de otras historiografías, en Colombia erróneamente no se ha reservado el calificativo de académica para la historiografía proveniente de los círculos universitarios, hecha por historiadores profesionales. Y como se ha señalado arriba, el término se usa en forma un tanto peyorativa para los trabajos realizados en el marco de las academias de historia.

7 Melo, Jorge Orlando. "Medio Siglo de Historia Colombiana: Notas para un relato inicial", en Leal Buitrago, Francisco y Rey, Germán (eds.), Discurso y Razón: Una historia de las Ciencias Sociales en Colombia (Bogotá: UNIANDES/Fundación Social/Tercer Mundo, 2000), p. 3.

8 Según Melo este manual tuvo una herencia duradera a lo largo de medio siglo en el que "[…] sus perspectivas y sus frases y adjetivos se han incorporado al lenguaje patriótico del país, […]". Melo, Jorge Orlando. "La historia de Henao y Arrubla: tolerancia, republicanismo y conservatismo", en Rincón, Carlos; Mojica, Sarah de y Gómez, Liliana. Entre el olvido y el recuerdo: íconos, lugares de memoria y cánones de la historia y la literatura en Colombia (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2010), p. 16.

9 Colmenares, Germán. "La Batalla de los manuales en Colombia", en Revista Historia y Espacio. Revista de estudios regionales, núm. 15, 1994, Cali: Univalle, pp. 90 y 91.

10 Siguiendo en parte la propuesta de De Certeau, al comprender la importancia del lugar en relación con el relato. Certeau, Michel de. La escritura de la historia, 2ª ed., (México: Universidad Iberoamericana, 1993), p. 81.

11 Jepperson, Ronald L. y Meyer, John W. "El orden público y la construcción de organizaciones formales", en Powell, Walter W. y Dimaggio, Paul J. (comps.), El Nuevo Institucionalismo en el Análisis Organizacional (México: Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública, A.C.; Universidad Autónoma del Estado de México; Fondo de Cultura Económica, 2001), 1ª reimp., pp. 263-265.

12 Ibíd., p. 9.

13 Academia Colombiana de Historia. "Resolución Número 115 Por la cual se establece una Comisión de Historia y Antigüedades patrias", en Boletín de Historia y Antigüedades, año I, núm. 1, 1902, p. 1.

14 Ibíd.

15 Ibíd.

16 Academia Colombiana de Historia. "Discurso del Dr. Posada presidente de la Academia", en Boletín de Historia y Antigüedades, año I, núm. 3, 1902, p. 108.

17 Ibíd.

18 Ibíd., p. 112.

19 Ibíd., p. 113.

20 Pozas Horcasitas, Ricardo. "La Revista Mexicana de Literatura: territorio de la nueva élite intelectual (1955-1965)", en Altamirano, Carlos (Dir.), Historia de los intelectuales en América Latina. II Los avatares de la 'ciudad letrada' en el siglo XX (Buenos Aires: Katz Editores, 2010), p. 268.

21 Sierra Mejía, Rubén (ed). Miguel Antonio Caro y la cultura de su época (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2002), p. 31.

22 Granados, Aimer. "Imaginarios culturales sobre España en la celebración del centenario de la independencia de Colombia", en Pérez Vejo, Tomás. Enemigos íntimos. España, lo español y los españoles en la configuración nacional hispanoamericana, 1810-1910. México: El Colegio de México, 2011, p. 246.

23 Arango, Rodolfo. "La construcción de la nacionalidad", en Sierra Mejía, Rubén (ed.), Miguel Antonio Caro…, p. 125.

24 Academia Colombiana de Historia. "Carta de Belisario Palacios dirigida a Pedro María Ibáñez, Secretario perpetuo de la Academia Nacional de Historia", Cali, junio 29 de 1904. Notas Oficiales, en Boletín de Historia y Antigüedades, vol. II, núm. 23, Bogotá, 1904, p. 652.

25 Gallo Martínez, Luis Álvaro. Diccionario biográfico de Antioqueños, https://www.tareanet.edu.co/wikitareanet/doku.php/ernesto_restrepo_tirado (23 de enero del 2014).

26 El libro mencionado se referencia a continuación: Restrepo, Vicente. Los chibchas antes de la conquista española (Bogotá, 1895). Otra obra interesante de Restrepo es Estudio sobre las minas de oro y plata en Colombia (Medellín: Fondo Rotatorio de Publicaciones, Faes, 1979).

27 A la edad de veinticinco años ya había publicado un trabajo sobre una expedición al Darién en la revista El Repertorio Colombiano. Años más tarde, difundió varios trabajos en la Revista Literaria dedicados a la idolatría indígena, el politeísmo en los Chibchas, los primeros pobladores americanos, la niñez, matrimonio, alimentación y fiestas en los indígenas, entre otros temas. Estos trabajos fueron compilados en una obra publicada en 1892. Restrepo Tirado, Ernesto. Estudios sobre los aborígenes de Colombia, primera parte (Bogotá: Imprenta La Luz, 1892).

28 Gallo Martínez, Luis Álvaro. Diccionario biográfico

29 Al respecto el historiador Gabriel Samacá presentó una ponencia en el XVII Congreso Colombiano de Historia, titulada: "Obra de justicia y honra para la Patria: La Academia Colombiana de Historia y los avatares del Archivo Santander (1906-1943)", en donde reconstruye el proceso de publicación de la documentación de Santander a través de los avatares que se presentaron en medio de una larga disputa legal, y así dar cuenta del sentido que le atribuyeron los académicos a la empresa de publicar dichos documentos, junto con su intención de apropiar esta figura como referente legitimador del orden político republicano.

30 Op. cit.

31 Congreso de Historia de Medellín. "Antioquia en la Academia Colombiana de Historia", en Boletín de Historia y Antigüedades, vol. XXXI, núms. 351-352, Bogotá, 1944, p. 109.

32 Cortázar, Roberto. "Fallecimientos. Informe del Secretario de la Academia Colombiana de Historia, Doctor Roberto Cortázar, correspondiente al año de 1949", en Boletín de Historia y Antigüedades, vol. XXXVI, núms. 420-422. Bogotá, 1949, p. 591.

33 Restrepo Tirado, Ernesto. "Informe del director del Museo Nacional", en Boletín de Historia y Antigüedades, vol. VIII, núm. 87, Bogotá, 1912, p. 179.

34 Restrepo Tirado, Ernesto. Estudio sobre los aborígenes de Colombia (Bogotá: Imprenta de la Luz, 1892), p. 181.

35 Restrepo Tirado, Ernesto. Ensayo Etnológico y Arqueológico de la Provincia de los Quimbayas (Bogotá: Imprenta de La Luz, 1892), 62 p.

36 Restrepo Tirado, Ernesto. Catálogo general del Museo de Bogotá (Bogotá: Lino Tipo de la Imprenta Nacional, 1912-1917), 338 p.

37 Restrepo Tirado, Ernesto. Los Quimbayas: al Décimo octavo Congreso Internacional de Americanistas que se reunirá en Londres en mayo de 1912 (Bogotá: Imprenta Nacional, 1912), 66 p.

38 Restrepo Tirado, Ernesto. Descubrimiento y conquista de Colombia, vol. III (Bogotá: Imprenta Nacional, 1917-1919).

39 Restrepo Tirado, Ernesto. De Gonzalo Ximénez de Quesada a don Pablo Morillo: documentos inéditos sobre la historia de la Nueva Granada (Paris: Imprenta Le Moil, 1928), 343 p.

40 Restrepo Tirado, Ernesto. Historia de la provincia de Santa Marta: conquista, t. II (Bogotá: Imprenta Nacional de Colombia, 1975), 561 p.

41 Botero, Clara Isabel. El redescubrimiento del pasado prehispánico en Colombia: viajeros, arqueólogos y coleccionistas 1820-1945 (Bogotá: ICANH, Uniandes, 2006), p. 136.

42 Restrepo Tirado, Ernesto. Ensayo etnográfico y arqueológico…, part. VI.

43 Restrepo Tirado, Ernesto. "Discurso del General Ernesto Restrepo Tirado al entregar la presidencia de la Academia de Historia", en Boletín de Historia y Antigüedades, vol. IX, núm. 101, Bogotá, 1914, pp. 271-272.

44 Nieto Caballero, L. E. "Los conquistadores", en Boletín de Historia y Antigüedades, vol. XI, núm. 131, Bogotá, septiembre de 1917, p. 676.

45 Los relatos sobre la Conquista elaborados durante el periodo de estudio abarcan artículos publicados en el. Boletín de Historia y Antigüedades, órgano de la Academia Colombiana de Historia; libros pertenecientes a la colección Biblioteca de Historia nacional; transcripciones de documentos que permiten conocer los temas de interés o a los que tuvieron acceso, y notas bibliográficas, es decir, comentarios realizados a libros, artículos o documentos que trataban la Conquista. En el caso de Ernesto Restrepo Tirado se cuenta con una producción de 16 artículos, 3 libros y 8 documentos sobre la Conquista que tratan este tema.

46 Arias Sandi, Marcelino. "Pensar frente a la página blanca, monólogo filosófico. Preguntas sobre la Conquista", citado por Rozat, Guy y Gutiérrez, Silvia, "Introducción al Tomo I", en Rozat, Guy (coord.), Repensar la conquista, t. I. Reflexión epistemológica sobre un momento fundador (Universidad Veracruzana: Biblioteca Digital de Humanidades, 2013), p. 14.

47 Betancourt Mendieta, Alexander. "Región y nación: dos escalas sobre un tema de estudio", en Relaciones, núm. 130, 2012, p. 28.

48 Ibíd., pp. 28-29.

49 Urrego, Miguel Ángel. Intelectuales, Estado y Nación en Colombia: de la guerra de los Mil Días a la Constitución de 1991 (Bogotá: Universidad Central-DIUC; Siglo del Hombre Editores, 2002), p. 55.

50 Ibíd., pp. 29-30.

51 Altamirano, Carlos. "De la historia política a la historia intelectual: reactivaciones y renovaciones", en Prismas. Revista de historia intelectual, núm. 9, 2005, p. 2.

52 Betancourt Mendieta, Alexander. "Región y nación: dos escalas sobre un tema de estudio", en Relaciones…, p. 30.

53 Granados, Aimer. Debates sobre España: el hispanoamericanismo en México a fines del siglo XIX (México D.F.: El Colegio de México: Universidad Autónoma Metropolitan, Unidad Cuajimalpa, 2010), p. 144.

54 Botero, Clara Isabel. El redescubrimiento del pasado prehispánico..., p. 16.

55 Ibíd., p. 195.

56 Tovar Zambrano, Bernardo. "La historiografía colonial", en Tovar Zambrano, Bernardo (comp), La historia al final del milenio: ensayos de historiografía colombiana y latinoamericana (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1994), p. 25.

57 Charles-Victor Langlois y Charles Seignobos dieron a conocer en 1898 su obra Introducción a los estudios históricos. Este manual pretendía mostrar los problemas y soluciones metodológicas en el trabajo del historiador a través del método crítico de la historia positivista. Sevillano Calero, Francisco. "Estudio introductorio: El método positivista como paradigma de conocimiento histórico", en Langlois, Charles V. y Seignobos, Charles, Introducción a los estudios históricos (Salamanca: Universidad de Alicante, 2003), pp. 9-42.

58 Restrepo Tirado, Ernesto. "Algunas observaciones etnográficas sobre el último viaje de Alfinger", en Boletín de Historia y Antigüedades, año IX, núm. 104, 1914, p. 471.

59 Ibíd., pp. 471 y 472.

60 Ibíd., p. 472.

61 A diferencia del caso mexicano donde la historiografía muestra que lo que se dio fue un proceso de homogenización donde todos fueron llamados indios "No solo se desaparecen las diferencias que tenían entre ellos previamente a la Conquista, sino que se les inventa un nuevo nombre genérico, indios, con el que tendrán que identificarse y ser llamados". Arias Sandi, Marcelino. "Pensar frente a la página blanca, monólogo filosófico. Preguntas sobre la Conquista", citado por Rozat, Guy y Gutiérrez, Silvia, "Introducción al Tomo I", en Rozat, Guy (coord.), Repensar la conquista…, p. 24.

62 Restrepo Tirado, Ernesto. Descubrimiento y conquista de Colombia, t. II... p. 39.

63 Ibíd., p. 39.

64 Ibíd., p. 46.

65 Restrepo Tirado, Ernesto. Estudios sobre los aborígenes de Colombia… p. 49.

66 Ibíd., p. 69.

67 Ibíd., p. 70.

68 Ibíd., p. 76.

69 Ibíd., p. 77.

70 Restrepo Tirado, Ernesto. Ensayo etnográfico y arqueológico…, part. V.

71 Ibíd.

72 Restrepo Tirado, Ernesto. Descubrimiento y conquista de Colombia, t. II ..., pp. 232-233.

73 Ibíd., p. 368.

74 Restrepo Tirado, Ernesto. Estudios sobre los aborígenes…, p. 4.

75 Restrepo Tirado, Ernesto. Descubrimiento y conquista de Colombia, t. II..., p. 14.

76 Ibíd., pp. 53 y 70.

77 Restrepo Tirado, Ernesto. Descubrimiento y conquista de Colombia, t. I..., p. 321.

78 Ibíd., p. 313.

79 Ibíd., p. 347.

80 Ibíd., pp. 324-325.

81 Ibíd., p. 148.

82 Ibíd., p. 313.

83 Ibíd., p. 318.

84 Restrepo Tirado, Ernesto. Descubrimiento y conquista de Colombia, t. I..., pp. 381-382, 392 y 399.

85 Ibíd., p. 223.

86 Restrepo Tirado, Ernesto. Descubrimiento y conquista de Colombia, t. III (Bogotá: Imprenta nacional, 1919), pp. 65-66.

87 Acosta, Soledad. Viaje a España en 1892, t. I (Bogotá: Imprenta de Antonio María Silvestre, 1893), pp. 226-227. Citado por: Gracia Pérez, Felipe. Hijos de la madre patria: Hispanoamericanismo en la construcción de la identidad nacional colombiana durante la Regeneración (1878-1900) (Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 2011), p. 130.



Bibliografía

Fuentes primarias

Libros

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Artículos en revistas

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Academia Colombiana de Historia. "Discurso del Dr. Posada presidente de la Academia", en Boletín de Historia y Antigüedades, año I, núm. 3, noviembre de 1902.

Academia Colombiana de Historia. "Resolución Número 115 Por la cual se establece una Comisión de Historia y Antigüedades patrias", en Boletín de Historia y Antigüedades, año I, núm. 1, septiembre de 1902.

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Fuentes secundarias

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Capítulos de libros

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Publicaciones en internet

Gallo Martínez, Luis Álvaro. Diccionario biográfico de Antioqueños, https://www.tareanet.edu.co/wikitareanet/doku.php/ernesto_restrepo_tirado.