Editorial

En el año 2015 la comunidad académica presenció la publicación de tres números monográficos en revistas de Brasil, Argentina y Francia sobre temáticas relacionadas con la memoria nacional y la historiografía1. La revista Caravelle tituló su número 104 Amérique latine: mémoires et histoires nationales, que incluyó trabajos sobre Costa Rica, Chile, Venezuela, Argentina y Uruguay2. Por su parte, el Anuario del Instituto de Historia Argentina, adscrito a la Universidad de La Plata, publicó en su decimoquinto número el dosier La Historia y la historiografía en América Latina en el siglo XIX. Perspectivas, configuraciones, itinerarios, en el que se incorporaron trabajos de países como Bolivia, Paraguay y México3. Por último, este boom historiográfico cerró con una contribución brasileña de la revista Anos 90 del programa de posgrados de la Universidade Federal do Rio Grande do Sul, con su dosier Usos públicos e políticos da memória: construções, conflitos e representações4.

Del conjunto de artículos que conforman estas tres publicaciones solamente uno corresponde al caso colombiano, el cual es un balance de los estudios sobre las conmemoraciones en nuestro contexto. Los tres casos referenciados hablan de un interés entre la comunidad de historiadores latinoamericanos por la historia del conocimiento histórico y, más aún, por la manera como las sociedades nacionales han planteado diferentes formas de relación con el pasado. A esta tendencia, el Anuario de Historia Regional y de las Fronteras (AHRF), publicación de la Escuela de Historia de la Universidad Industrial de Santander, se ha querido sumar a través de un nuevo dosier que hemos denominado Escritura de la historia y gestión de la memoria en América Latina. Con ello, esperamos contribuir al debate entre la comunidad de historiadores del país y del continente, acerca de la importancia que tiene para la profesión la reflexión acerca de la historia de nuestra ciencia y más aún, los alcances que esta ola memorialista e historiográfica tiene para nuestro quehacer5.

Antes de proceder a presentar las colaboraciones que tenemos el privilegio de publicar, es preciso formular la siguiente pregunta que se encuentra en la base de este número: ¿Qué factores han incidido en este interés por hacer historia de la historia y de la memoria? Para responder este interrogante, acudimos a la reflexión que desarrolló el historiador francés Pierre Nora, reconocido por la monumental obra que dirigió para conmemorar el bicentenario de la Revolución Francesa en 1989, titulada Les Lieux de Mémoire. La explicación que damos a los diferentes números monográficos y el sinnúmero de investigaciones sobre museos, conmemoraciones, monumentos, obras canónicas de historia, enseñanza de la historia, historias de archivos y colecciones documentales y, claro está, todos los trabajos relacionados con la reivindicación de las memoria en torno a las violaciones masivas de Derechos Humanos, se enmarca en el paso de la historia como creadora de memoria a la memoria como objeto de la historia.

La crisis de la referencia identitaria nacional implicó el fin de una concepción de la historia erudita y crítica que, a través de la escuela, creaba referentes estables de un pasado compartido. En su lugar, la memoria ha emergido como una realidad ineluctable con visos de militancia política, cuya traducción más inmediata ha sido un afán archivista con el fin de atesorar y proteger la memoria como una vivencia. La memoria como deber de los grupos subnacionales ha venido ocupando el lugar que tenía la historia en tanto saber del Estado Nacional como base de la identidad colectiva. A ello se suma la importancia de la dislocación entre pasado, presente y futuro, a diferencia del culto a la continuidad que otorgaba certeza a partir de los antepasados. Una de las características de nuestra contemporaneidad es la imposibilidad de recuperar el pasado extinguido al cual ya no pertenecemos, sin poder dotar de sentido la vida en el presente6.

Como parte de este nuevo momento de las relaciones entre historia y memoria, Nora y otros autores reconocen la existencia de una edad historiográfica en el análisis histórico actual. Ahora bien, como lo señaló François Hartog, con base en las formulaciones de Reinhart Koselleck, las formas de hacer historia corresponden a determinados regímenes de historicidad, que a su turno se hallan atados a la manera como las sociedades configuran históricamente diferentes órdenes del tiempo. Al respecto, cabe recordar que "[…] un régimen de historicidad no es sino una manera de engranar pasado, presente y futuro, o de componer una mezcla de tres categorías, tal como se hablaba, en la teoría política griega, de constitución mixta [donde] uno de esos componentes es de hecho el dominante"7. De esta forma, la edad historiográfica es una expresión en el campo de la ciencia histórica de la transformación de las relaciones entre historia y memoria, la cual trasciende los linderos, prácticas y cánones de la historiografía como se le conoce, para inscribirse en una historia de la historias, de sus métodos, formas narrativas y materialidades en conexión con la historia cultural. Esto es lo que podríamos llamar historias de segundo grado.

En la medida en que la historia torna como objeto de estudio a la memoria misma, es la versión nacional de la memoria colectiva la que llama la atención de los estudiosos, especialmente por la crisis en la que ha entrado en el mundo occidental desde la segunda mitad del siglo pasado. Como bien lo señala Krzysztof Pomian, la historia de la memoria nacional se despliega a través del estudio de "[…] sus portadores, los lugares en los que se inscribe, los mecanismos que garantizan su transmisión, los efectos que provoca en la producción cultural y en la vida social y política"8. Este nuevo campo de investigación se debe al cambio de régimen de historicidad moderno, cuyo eje era la proyección de la existencia hacia el futuro, en las figuras del progreso, el desarrollo o la revolución. En la actualidad, estaríamos viviendo en un régimen presentista, cuyo fundamento se encuentra en un ensanchamiento del tiempo presente que solo vuelve al pasado bajo la forma de la evocación memorialista, despojando de sentido la mirada crítica que ofrece la disciplina histórica9.

Este giro es lo que explica que en diferentes lugares del orbe, historiadores y cientistas sociales, dediquen sus días y horas, al estudio de nuevos objetos tales como los lugares de la memoria -categoría un tanto abusada-, las conmemoraciones o el patrimonio10. Precisamente, con este dossier pretendemos abordar esa otra dimensión de los estudios sobre la memoria que, como bien lo explicó el editor de esta misma revista en su segunda entrega del año 2015, se ha concentrado en la reflexión y la reconstrucción de los procesos de memoria en función de la reivindicación del recuerdo a causa de sucesos luctuosos. Si bien se puede pensar en un deber ser del historiador, aquel que fue planteado por Walter Benjamin que tenía que contar historias a contrapelo, en esta oportunidad también reivindicamos la necesidad de proponer una historización de la memoria en todas sus expresiones. Más allá de los cambios en el régimen de historicidad en que vivimos, una cuyas manifestaciones es el boom de la memoria, partimos de la idea de hacer una historia crítica de ese auge tanto de las llamadas memorias subalternas como de las hegemónicas.

De esta forma, el dosier que el lector tiene en sus manos hunde sus raíces en esta discusión que trasciende las fronteras de la historiografía nacional para poner de presente una serie de trabajos que, directamente e indirectamente, hacen parte de la transformación señalada. Como el titulo lo indica, en la convocatoria quisimos abrir las puertas a resultados de investigación y reflexiones académicas que se han venido ocupando no solo de temáticas relacionadas con la historia de la disciplina histórica sino que incorporaran una visión crítica y distanciada de la memoria. La revisión detallada de un variopinto conjunto de fuentes sobre estas temáticas junto a los enfoques analíticos empleados, nos dieron como resultado un conjunto destacado de aportes a la historia de la escritura de la historia y la gestión de la memoria en el continente. La idea de gestión de la memoria nos permite enfatizar en el carácter transitorio y tentativo que toda acción pública tiene al pretender fijar e instaurar una versión dominante del pasado. Con ello queremos subrayar que si bien la historia y la memoria son dos formas de relacionarse con lo acontecido, cada una mantiene sus respectivas especificidades en torno a la pretensión de los distintos actores por ejercer control sobre cada una de ellas. En el fondo, creemos que esta noción matiza el poder absoluto de categorías como historia oficial y memoria hegemónica al mostrar los avatares, las resistencias y las dificultades por instituir un pasado compartido11.

De esta forma, el dosier inicia con dos artículos sobre la relación entre enseñanza, geografía e historia, a través del estudio de compendios de historia patria y libros de geografía durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX. En el trabajo de Alba Cardona se muestra cómo la relación entre retórica e historia contribuyó a la configuración de la historia patria en estrecha relación con la literatura y lo oralizable. Para el caso del Ecuador, Ana Sevilla nos adentra en los avatares de la circulación del conocimiento geográfico y su importancia en la construcción de la nación a través de la identificación del territorio. Desde el ámbito de las conmemoraciones y los museos, Sebastián Vargas analiza la propuesta museográfica de la renovación del Museo de la Independencia Casa del Florero en Bogotá. Por su parte, Omar González analiza los rituales que buscaron hacer de Miguel Hidalgo uno de los principales padres de la patria mexicana. En el primer caso se vislumbra el paso de la llamada historia patria a una posición más crítica de la historia nacional en la que el papel del ciudadano es fundamental. En el segundo, se contraponen los usos dados a la figura de Hidalgo por dos posiciones disímiles que buscaron legitimar sistemas políticos diferentes, pero que confluyeron en la formación de la identidad nacional mexicana.

La cultura letrada y, como parte de ella, la escritura de la historia se aborda a partir de los trabajos sobre la Revista de las Indias y la Conquista en un académico colombiano de principios del siglo XX. De esta forma, Alexander Betancourt a través de una de las publicaciones más destacadas de la República Liberal en Colombia (1930-1946), estudia la relación entre el contexto y la escritura para comprender el tipo de contenido que produjo la revista como respuesta a la situación de guerra que atravesaba el mundo a mediados del siglo XX. Sol Calderón y Alfonso Fernández abordan los trabajos de Ernesto Restrepo Tirado enmarcados en su pertenencia a la Academia Colombiana de Historia, destacando su trabajo metodológico así como la preocupación por los estudios prehispánicos en Colombia.

La gestión de la memoria como elemento clave en la lucha por la defensa de los derechos humanos es estudiada por Camila Perochena por medio del abordaje de la guerra de las Malvinas y sus usos políticos en los gobiernos kirchneristas. En el artículo que cierra la temática del dosier, Sara Sánchez trata el papel del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Chile en la oficialización de un discurso de legitimación del pasado nacional. En ambos trabajos se analiza la construcción de la memoria en procesos críticos que implicaron la violación de derechos humanos como medio de reivindicación de la identidad nacional a través del relato escolar o de la materialización institucional con la creación de un museo.

Los otros artículos que hacen parte de este número abordan problemas históricos relacionados con las cofradías, la tolerancia religiosa, la geografía histórica y la cólera. Problemas abordados desde una perspectiva interdisciplinar y de un riguroso análisis de las diversas fuentes que evidencian la capacidad analítica de la historiografía contemporánea.

Solo nos resta extender el agradecimiento a todas las personas que contribuyeron de diferentes formas a la realización y éxito de este número monográfico. En primer lugar, a los autores que confiaron en nuestro llamado y atendieron las recomendaciones que hicimos para ultimar detalles de sus trabajos. Igualmente, a los profesores e investigadores que aceptaron colaborar como evaluadores de los más de veinte artículos recibidos. Sin su lectura juiciosa y atenta no hubiese sido posible llegar a la publicación del dosier. Al editor del AHRF, el profesor Helwar Figueroa Salamanca, quien apoyó en todo momento la convocatoria y nos orientó en el proceso. A Paula Carreño y Yuly Rojas, quienes como asistentes editoriales contribuyeron a agilizar todos los trámites y sirvieron de puente entre todos los involucrados. Por último, no hubiéramos llegado a buen puerto sin el constante apoyo de la historiadora Natalia Gutiérrez y Sergio Mendoza. A Dairo Correa, por haber contribuido además, con la fotografía que abre este número de nuestra revista.


1 En nuestro contexto, el Anuario de Historia Regional y de las Fronteras publicó en el segundo número del año 2015, una dossier titulado Historias, memorias y conflictos en que se reunieron artículos relacionados con la memoria colectiva, la movilización social y función social del historiador. Para los interesados, el número se puede consultar en: http://revistas.uis.edu.co/index.php/anuariohistoria/issue/view/485 (2 de abril del 2016).

2 El número monográfico se puede consultar en: http://caravelle.revues.org/1533 (2 de abril del 2016).

3 El número monográfico se puede consultar en: http://www.anuarioiha.fahce.unlp.edu.ar/ (2 de abril del 2016).

4 El número monográfico se puede consultar en: http://www.seer.ufrgs.br/index.php/anos90/issue/view/2506/showToc (2 de abril del 2016).

5 Entre otras manifestaciones el interés por los temas de memoria en Colombia se puede apreciar en las revistas especializadas que dedicaron algunos números a temáticas como las que tratamos en este dosier. Nos referimos a los números 30 y 31 de la revista Memoria y Sociedad denominados Conmemoración fiestas de la Independencia en Colombia (2011), de la Pontificia Universidad Javeriana y la Revista Colombiana de la Educación, número 62 titulado Historia, memoria y formación: violencia socio-política y conflicto armado (2012), de la Universidad Pedagógica Nacional.

6 Nora, Pierre. "Entre memoria e historia: La problemática de los lugares", en Nora, Pierre, Les lieux de mémoire, Santiago. Trilce: LOM, 2009, pp. 19-47.

7 Hartog, François. "El régimen moderno de historicidad puesto a prueba con las dos guerras mundiales", en Mudrovcic, María Inés y Rabotnikof, Nora (coords.), En busca del pasado perdido: Temporalidad, historia y memoria. México: Siglo XXI, UNAM, 2013, p. 52.

8 Pomian, Krzysztof. "De la historia, parte de la memoria, a la memoria, objeto de la historia", en Pomian, Krzysztof, Sobre la historia. Madrid: Cátedra, 2007, p. 219.

9 Hartog, François. Regímenes de historicidad: Presentismo y experiencias del tiempo. México: Universidad Iberoamericana, 2007.

10 Sobre el estudio de los lugares de la memoria, las conmemoraciones y el patrimonio como manifestación del cambio en el régimen de historicidad: Hartog, François. Regímenes de historicidad…, pp. 170-224 y Nora, Pierre. "La era de la conmemoración", en Nora, Pierre, Op. cit., pp. 167-199.

11 La expresión gestión de la memoria fue tomada de la obra: Pérez Garzón, Juan Sisini, et al. La gestión de la memoria: La historia de España al servicio del poder. Barcelona: Crítica, 2002. Los estudios de Carlos Rincón para el caso colombiano dejan ver las dificultades y debilidades del poder para establecer un mito fundacional de nuestra nación. Rincón, Carlos. Avatares de la memoria cultural en Colombia: Formas simbólicas del Estado, museos y canon literario. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2015.


Gabriel Samacá Alonso
Sol Alejandra Calderón Patiño
Editores invitados