La Acción Católica en
la organización y puesta en marcha del Segundo Congreso Nacional Mariano de
Colombia (1939-1946)*
Resumen
Este artículo describe y explica las actividades de la
Acción Católica para organizar e implementar el segundo congreso mariano. La
presente investigación se enmarca en el estudio de la iglesia católica
colombiana, enfocada desde la sociología de la religión, la historia del hecho
religioso y la historia político religiosa. La metodología que se escogió es de
carácter hermenéutico y descriptivo. Este trabajo permite concluir que el
Integrismo católico en Colombia intentó cubrir todos los espacios de la vida
cotidiana de los católicos, irrumpiendo en ellos a través de María; esto por
medio de la celebración de congresos
marianos, con los que irrumpió en el inconsciente colectivo de la sociedad para
mantener el orden social establecido (ante el liberalismo, protestantismo y
comunismo) y enfrentar una nueva etapa
en la confrontación política mundial (La Guerra Fría).
palabras
claves: Colombia, catolicismo, Virgen María, control social,
congresos marianos, historia.
Referencia
para citar este artículo: CÁCERES MATEUS, Sergio Armando (2017).
“La Acción Católica en la organización y puesta en marcha del Segundo Congreso
Nacional Mariano de Colombia (19391946)”. En Anuario de Historia Regional y de las Fronteras. 22 (2). pp.
217-245.
Fecha
de recepción: 09/07/2016
Fecha
de aceptación: 03/03/2017
Sergio Armando Cáceres Mateus: Historiador de la Universidad Industrial de
Santander, Colombia. Investigador de Sagrado y Profano, Grupo de Estudios del
Hecho Religioso (Colciencias-Universidad Industrial de Santander-Instituto
Colombiano para el Estudio de las Religiones en Colombia), Colombia. Miembro
del Instituto Colombiano para el Estudio de las Religiones en Colombia (ICER),
Colombia. Miembro Adherente de la Asociación Historia Abierta (AHISAB),
Colombia. Correo
electrónico: scaceres8616@yahoo.com. Código
ORCID: 0000-0003-1943-6675.
Catholic
Action in the Organization and Implementation of the Second National Marian
Congress of Colombia (1939-1946)
Abstract
This article
describes and explains the activities of the Catholic Action to organize and
implement the second Marian congress in Colombia. This research is part of the
study of the colombian catholic church, approached from the sociology of
religion, history of religion and religious political history. The methodology
chosen is hermeneutic and descriptive. This work allows us to conclude that the
catholic fundamentalism in Colombia attempt to cover all areas of daily life of
catholics, breaking into them through the virgin Mary, and holding Marian congresses, with whom broke
into the unconscious collective society to maintain social order (against
liberalism, communism and Protestantism) and deal a new stage in the global
political confrontation (The Cold War).
Keywords: Colombia, Catholicism, Virgin Mary, Social Control,
Marian Congress, History.
Ação
Católica na organização e implementação do Segundo Congresso Nacional Mariano
da Colômbia (1939-1946)
Resumo
Este artigo descreve
e explica as atividades da Ação Católica para organizar e implementar o segundo
Congresso Mariano. Esta pesquisa faz parte do estudo da Igreja Católica
colombiana e se enfoca a partir da sociologia da religião, história da religião
e história política religiosa. A metodologia escolhida é de caráter
hermenêutico e descritivo. Este trabalho permite concluir que o fundamentalismo
católico na Colômbia tentou abranger todas as áreas da vida diária dos
católicos através da Virgem Maria e da celebração de congressos marianos, com
os quais entrou no inconsciente coletivo da sociedade para manter a ordem
social estabelecida (ante o liberalismo, o protestantismo e o comunismo) e
enfrentar uma nova etapa no confronto político global (A Guerra Fria).
Palavras-chave: Colômbia, catolicismo, virgem Maria, controle social,
congressos marianos, história.
Esta investigación se encuentra dividida en dos partes de
la siguiente manera: 1. Antecedentes, en donde se realiza un breve recuento
sobre la historia de Europa de la doctrina y posterior dogma de la Inmaculada
Concepción desde el Siglo XIII hasta el siglo XIX. Igualmente, se explica la
creencia y difusión de la virgen María durante el siglo XIX y principios del
siglo XX por parte de la iglesia católica, enfocándonos en Colombia. Para
finalizar, se describe el contexto político social (Hegemonía conservadora) y
la puesta en marcha del primer congreso mariano en Colombia (1919). 2. La
Acción Católica Colombiana (A. C.C.) y la organización del segundo congreso
mariano de Colombia. En este apartado se explica la creación de la A. C. C.
(1933) y la inserción del laico en diversas actividades de la iglesia, sobre
todo en lo referente al culto mariano. Asimismo, se describe el proceso que
llevó a cabo las directrices nacionales de la A. C. a través de las diócesis
para lograr la organización y puesta en marcha del congreso en diferentes
parroquias del país (1939-1942). Además se resalta el rechazo del Vaticano a
celebrar este en 1942, posponiéndolo hasta 1946, cuestión que generó al
interior del catolicismo confusión.
La presente investigación se
enmarca en el estudio de la iglesia católica colombiana desde la sociología de
la religión, la historia del hecho religioso y la historia político religiosa.
La metodología que se escogió es de carácter hermenéutico y descriptivo.
En este apartado se realizará el recuento de algunos
antecedentes sobre la creencia y lanzamiento positivo de la virgen maría en
Europa durante los siglos XIII al XIX. Asimismo, se observa como a través de la
Romanización, se implementó a través de las órdenes religiosas un proyecto para
una mayor difusión de este icono religioso en Colombia. Por último, se lleva a cabo la descripción de la puesta
en marcha del primer congreso nacional mariano, 1919.
Durante los siglos XIII y XIV el tema central en las
facultades de Teología de las mejores universidades del mundo (Oxford y La
Sorbona, entre otras), era el de la Inmaculada Concepción de María. Existía una
rivalidad entre opositores y partidarios de este dogma que dio sus primeros
pasos con Tomas de Aquino y La Suma de Teología(1). Asimismo, el
Beato Juan Duns Escoto (1266-1308), quien
estudio en Oxford fue uno de los máximos exponentes de la posición
inmaculista liderada por los escolásticos, quienes brindaron las bases
teológicas para la posterior creación del dogma. Esta tensión aumentaría con la
proclamación del concilio de Basilea (14311445)
en donde Jean de Rouvroy, procurador de la catedral de Bourges, en la
sesión del 18 de diciembre de 1439 declaró como “[...] piadosa doctrina en
conformidad con el culto de la iglesia, la fe católica, la recta razón y las
Sagradas Escrituras”(2). Así, la doctrina de la Inmaculada
Concepción quedaba aprobada, debía ser mantenida y profesada por todos los
católicos, prohibiéndose la enseñanza o prédica contraria a ella y se instituía
su fiesta el 8 de diciembre. Sin embargo, al no ser considerado ese concilio
como ecuménico esa disposición no quedaba establecida como canónicamente
obligatoria. El Papa Sixto IV en su constitución Cum prae excelsa (1477), aprobó la misa y el oficio de la
Concepción de María, afirmando al mismo tiempo la libertad en ese tema
doctrinal(3). Posteriormente, en el Concilio de Trento (1545-1563)
señaló la excepción de la Virgen María al castigo universal del pecado
original. Asimismo, dio las bases para
los postulados de Contrarreforma y de persecución a la herejía. Casi un siglo
después, el Papa Alejandro VII, en su Sollicitudo
omnium Ecclesiarum (8 de diciembre de 1661), aprobaba el culto de la
Inmaculada Concepción(4). Para 1664 la declara como patrona y
protectora de España decretando su fiesta el 8 de diciembre y proclamándose
esta para todos los reinos del imperio español. Más tarde Clemente XI decretó
que en 1708 que la festividad de la Inmaculada Concepción era de precepto para
toda la iglesia(5).
Posteriormente, con la aparición de la virgen María a sor
Catalina Labouré, hermana de la Caridad, el día 27 de noviembre de 1830 en el
convento situado en la rue du Bac de
París influyó en la futura definición dogmática. En esa visión a Santa Catalina
se apareció la virgen bajo la advocación de la Inmaculada Concepción: la figura
de maría estaba rodeada por una leyenda: “Oh María sin pecado concebida, rogad
por nosotros que recurrimos a vos”(6). En esta aparición recibió,
entre otros, el mensaje de hacer acuñar la “Medalla Milagrosa”, que entre 1832
y 1836 ya había logrado la distribución
de 36 millones de medallas, creando un ambiente de devoción y piedad hacia La
Inmaculada Concepción(7).
El papa Pío IX, en el año de 1848-1854 constituyó una
comisión de 20 teólogos para estudiar este dogma y realizó varias consultas(8).
De ahí que, Pío IX mediante la bula Innefabilis
Deus(9) el 8 de diciembre de 1854 definió como dogma La
Inmaculada Concepción de María(10), una creencia obligatoria para
todos aquellos que reconocieran la autoridad espiritual de Roma. A partir de la
definición dogmática, surge un momento de esplendor mariano en el pueblo
cristiano. De hecho, a la declaración dogmática se une la aparición de Lourdes
en 1858, en la que, según la vidente Sta. Bernardette Sourbirous, la virgen se
presentó como la Inmaculada Concepción(11).
Ahora bien, la creación por
parte de Pío IX (1854) del dogma de la Inmaculada Concepción de María, generó
el incremento a la devoción mariana por parte de los feligreses católicos.
Asimismo, las diferentes órdenes religiosas con tendencia mariana, apoyaron e
implementaron toda una serie de actividades para su difusión. Es necesario
aclarar, que este dogma proclama que María desde el momento de su concepción
estuvo libre todo pecado original por la gracia de dios, el cual debía
transmitirse por ser descendiente de Adán y Eva. No debe confundirse con su
maternidad virginal que sostiene que Jesús fue concebido por obra del espíritu
santo y sin intervención de varón, es decir que estuvo virgen antes, durante la
gestación y después.
Con la creación por parte de Pío IX (1854) del dogma de
la Inmaculada Concepción, se generó el incremento a la devoción y culto de
María por parte de los feligreses católicos. Según el historiador William Elvis
Plata Quesada, con el dogma y la encíclica papal Quanta Cura y su decálogo El
Syllabus (1864), se inició el proceso de romanización de la iglesia
católica(12) que tuvo su punto álgido en el Concilio Vaticano I,
celebrado entre 1869 y 1870, en el cual se aprobó el dogma de infalibilidad pontificia; además, se realizaron cambios en las expresiones y
representaciones religiosas. Por un lado, se llevó a cabo un redescubrimiento de Jesús (encarnación de
Dios o Verbo encarnado). Asimismo, las
figuras y las concepciones de maría adquirieron unos rasgos europeos uniformes
que fueron implantados en el resto del mundo católico, por encima de las
tradiciones populares(13). Igualmente, se impulsó la celebración
periódica de sínodos provinciales, arquidiocesanos y diocesanos(14),
enfocados en la unidad de la iglesia, mantener la disciplina del clero y
fomentar la piedad en los fieles. De hecho, estos concilios fueron clave para
la reorganización de los seminarios y a la reforma y arribo de nuevas
comunidades religiosas de marcada concepción mariana (Jesuitas, Hermanas de la
Presentación, Carmelitas, Vicentinos, Redentoristas, Salesianos(as),
Claretianos, Vicentinas, San Juan de Dios, entre otras).
Entre las décadas de 1870 a 1880 el sector del
catolicismo tradicionalista e intransigente, pretendió utilizar la encíclica y
el decálogo para contrarrestar al Olimpo
Radical (18631877) y su reciente Reforma
Educativa (1876-1877), a favor de una alianza entre la institución
eclesiástica y el partido conservador, que se materializará en el periodo
denominado de Hegemonía Conservadora
(1886-1930), con el que se afianza lo que denomina el historiador José David
Cortes Guerrero El Régimen de Cristiandad(15)
y donde se estrechan los vínculos entre Iglesia y Estado. Toda esta maquinaria
se verá plasmada en la Constitución de
1886, la firma del Tratado el 31 de
diciembre de 1887 entre Colombia y el
Vaticano, la asistencia de varios obispos colombianos al Concilio Plenario
Latinoamericano en 1899(16) en Roma, la Consagración del Sagrado
Corazón de Jesús el 20 de julio de 1902
y la celebración del primer congreso mariano de carácter nacional, que
tuvo como fin la coronación de la virgen de Chiquinquirá como patrona y reina
de Colombia en 1919(17).
Estas circunstancias, posibilitaron la implementación del
catolicismo tradicionalista de corte intransigente, ultramontanista e
integrista al interior de la institución eclesiástica colombiana a finales del
siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX(18). Es necesario
aclarar, que la corriente integrista o en otras palabras contrario a la
posibilidad de dejarse reducir únicamente a actividades de culto y a
convicciones religiosas, se muestra dispuesta a edificar una sociedad cristiana
bajo la enseñanza y la conducta de la iglesia, afectando todos los componentes
del sistema religioso(19).
De
esta manera, la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción en 1854
brindó las herramientas para implementar
la romanización en América Latina durante la segunda mitad del siglo XIX, hasta la celebración del Concilio Vaticano
II. Es decir, la relación entre la proclamación de este y el soporte que le dio
al proceso de romanización es indiscutible,
se constituyó en un hito, en donde
el contexto confluyó para el aprovechamiento a nivel político y
religioso del esplendor del culto a la virgen María. Por esta razón la proclamación de Pío X en 1920 de la
virgen de Guadalupe como patrona de América Latina y coronada por Pio X en 1933 como patrona del
continente americano; sin contar con la
celebración de congresos marianos, que en el caso de Colombia se celebraron en
1919 y 1946, y tuvieron como resultado la coronación de la Virgen de
Chiquinquirá y la Virgen del Carmen.
Entrado el siglo XX La Orden
de Predicadores durante aproximadamente 12 años de trabajo logra que el
santuario de Chiquinquirá fuera un símbolo de peregrinación y culto mariano a
nivel nacional. La campaña comienza en 1908 por iniciativa de Fr. Vicente María
Cornejo y el Prior Fray José Ángel Lombana, este último, nombrado provincial de
los dominicos en Colombia, quien gracias a sus influencias en el Vaticano y con
la fundación de varios periódicos, logró aumentar la devoción mariana (Veritas
y El Cruzado, entre otros)(20). Asimismo, llevaron a cabo la
renovación del santuario(21), además de enviar una copia del cuadro
en misión por diferentes departamentos(22). Finalmente, el 9 de
enero de 1910 obtiene el Decreto de Pío X, gracias al trabajo diplomático del
embajador de Colombia, José María Rivas Groot(23). Para el 20 de
julio de 1914 los dominicos entregan el plan para la coronación de la Virgen
del Rosario de Chiquinquirá. En efecto, esto repercutiría al interior de la
Orden de Predicadores, pues el 11 de marzo de 1918 visitó el Santuario el
maestro general fray Luis Theissling(24). Ya para el 7 de junio de
1918 el obispo de Tunja, Eduardo Maldonado Calvo, ordenó el traslado hacia
Bogotá del cuadro. Esto produjo una asonada, pues quedó la sensación entre los
feligreses que habían vendido la imagen a Bogotá(25). Sin embargo,
la calma se restableció después de decretarse la coronación del Primer Congreso
Nacional Mariano.
Entre el 28 de junio y el 8
de julio de 1919 como actividad principal se realiza la Sexta peregrinación de
la virgen del Rosario de Chiquinquirá hasta Bogotá, siendo escoltada por el
Batallón Soublette. El cuadro con la numerosa peregrinación pasó por las
poblaciones de Simijaca, Susa, Fúquene, Ubaté, Sutatausa, Nemocón, Cogua,
Zipaquirá, Cajicá, Chía, Usaquén y Bogotá (Iglesia Nuestra Señora de Lourdes en
Chapinero y Catedral Primada de Bogotá)(26). Finalmente el 9 de Julio de 1919 fue coronada
como reina y patrona de Colombia. La ceremonia tuvo lugar en la Plaza de
Bolívar de Bogotá siendo presidida por el presidente de la República de
Colombia, Marco Fidel Suárez(27). Además, contó con la presencia del
Nuncio Apostólico Enrique Gasparri, los presbíteros Jenaro Jiménez y Eduardo
Díaz y el obispo de Tunja Eduardo Maldonado, este último encargó de coronar a
la virgen y al niño(28).
Luego de haberse realizado el evento, Ismael Perdomo,
Arzobispo de Bogotá a través de la Pastoral Colectiva de 1919, enuncia el apoyo
de la Conferencia Episcopal para la construcción de un monumento a la Virgen en
el cerro de Guadalupe como recuerdo del primer congreso mariano de Colombia(29).
Asimismo, el episcopado realiza un pronunciamiento frente a la trascendencia
del evento y la importancia para Colombia de haber pactado el voto nacional a
la virgen como madre y patrona de Colombia:
[…] Ahora bien, debiéndose
dejar oír nuestra voz a raíz de ese acontecimiento grandioso [...] hemos
juzgado lo más conveniente el que nuestra instrucción verse sobre el amor y
devoción a la que poco a aclamado nuestra nación como su Reina y a la que todos
invocamos como nuestra dulce y celestial Madre. […] El amor a nuestras madres
es el primero que nace en el corazón humano;
y aunque aparezca otro durante la vida, aquel se diferencia de todos y
los vence en intensidad y duración [….].
Las anteriores
consideraciones, tan conocidas de todos nuestros hijos en el señor, fueron las
que nos determinaron, en la última conferencia episcopal, a decretar el
Congreso Mariano, a fin de promover por este medio el aumento del culto de María,
[...] que el amor a nuestra bendita madre creciera en nuestra patria,
para lograr como fin principalísimo la conservación de la fe cristiana
amenazadas por multitud de errores difundidos por la mala prensa, la conversión
de muchas almas extraviadas, y la perseverancia en el bien de las que están
firmes en la piedad y en las buenas costumbres(30).
Casi una década después, el 18 de agosto de 1927, el Papa
Pío XI le dio al santuario de Chiquinquirá el título de Basílica Menor,
ceremonia que se celebró el 9 de julio de 1928, a la cual asistió Pablo Giobe,
Nuncio Apostólico, el Arzobispo Ismael Perdomo y el presidente de la república
de ese periodo, Miguel Abadía Méndez(31).
A continuación, se analiza el aumento de la devoción
mariana en la República Liberal (1930
-1946), situación que se observa por la
participación de sacerdotes y laicos en
una serie de actividades a través de la Acción Católica Colombiana (A.C. C.)
En esta segunda parte se
explica la creación de la A. C. C. (32) (1933), la dirección de las
organizaciones católicas a través del Asistente Eclesiástico y la inserción del
laico en diversas actividades de la Iglesia, sobre todo nos enfocaremos en
describir el apoyo que brinda en lo referente al culto mariano. Igualmente, se narra el proceso que llevó a
cabo las directrices nacionales de la A. C. a través de las diócesis para
lograr la organización del congreso en diferentes parroquias del país
(1939-1942). Sin embargo, es necesario señalar que el congreso no fue aprobado
por parte de Pío XII para el año de 1942, aplazándolo hasta julio de 1946.
El nacimiento de la A. C. en Europa se observa
tempranamente durante el siglo XIX(33). Muchas de ellas fueron
implementadas como herramientas de diferentes corrientes político-religiosas al
interior de la iglesia católica, que fueron puestas en marcha por las órdenes
religiosas. Es más, solo hasta el siglo XX, se observa el nacimiento, difusión y ejecución en masa, de la A. C. en la
mayoría de países de América Latina(34). En cada uno de estos países
se realizaron congresos eucarísticos y congresos marianos a lo ancho y largo
del territorio, de manera que se proclamará el Reinado de Cristo y de la virgen
María.
En este sentido, La Conferencia Episcopal de Colombia en
la reunión de julio de 1933 decretó la instauración de la A.C(35),
según lo propuesto por Pio XI en la encíclica Quadragesimo Anno (1931)(36). De hecho, la ceremonia
estuvo a cargo del Arzobispo de Bogotá Ismael Perdomo, que junto al chileno
Jorge Fernández Pradel(37), especialista en el tema, del 2 al 4 de enero de 1934 se reunieron con
130 sacerdotes de varias diócesis para explicarles el funcionamiento de la
organización y en especial el papel que cumplía el sacerdote en la dirección de
las organizaciones católicas (Asistente Eclesiástico)(38).
Para el mes de junio de 1934 la A. C. C. creó “La Liga de Avemaría”, una “Cruzada
Nacional de Oraciones”(39) que tenía una serie de objetivos que
buscaban incrementar la fe en los
creyentes por medio del milenarismo y la salvación del pueblo colombiano;
además, de una actitud vigilante y de censura ante publicaciones, folletos o la
prensa de corte liberal, comunista o protestante, la cual era considerada
“mala, impía e inmoral”(40). Conforme a esa idea, el “apóstol”, “asociado”
o “laico”, que repetía esta oración se comprometía a “no comprar ni leer jamás, sin graves
razones, ninguna publicación, diario, revista, libro o folleto que atacará
a la religión o la moral”(41).
Posteriormente, en la medida
que la A. C. iba creciendo, en diferentes diócesis y parroquias del país, se
fueron llevando a cabo congresos, asambleas y semanas sociales(42).
De hecho, del 2 al 6 de febrero de 1937 se realiza en Medellín la primera
Asamblea Nacional de Asistentes Eclesiásticos diocesanos y que según palabras
del Pbro. Antonio Jaramillo de la arquidiócesis de Medellín, tenía como objeto
“formar la Unidad de pensamiento de este movimiento”(43). No
obstante, según nuestro objeto de
estudio lo más importante de esta reunión, es la función
que va a asumir el Asistente Eclesiástico para emprender una campaña con los
integrantes de la A. C. y de la sociedad en general, para forjar una mayor devoción a la
Inmaculada Concepción y a la Virgen del Rosario de Chiquinquirá(44).
Es decir, desde este año la jerarquía eclesiástica estaba creando las bases y
actividades necesarias para llevar a cabo el segundo congreso mariano.
Es necesario aclarar, que la
A. C. fue un intento de la jerarquía eclesiástica de introducir al laico al
interior de la iglesia, sobre todo en lo referente al culto mariano y a la
expansión de las organizaciones católicas. Sin embargo, este hecho generó según
la experiencia de varios investigadores un paternalismo excesivo y un mecanismo
de control por parte de los sacerdotes, lo cual produjo que en algunas de estas
asociaciones los laicos no tuvieran libertad para tomar decisiones, situación
que en ocasiones sellaría la muerte de estas(45).
El icono de la virgen del
Rosario y la Inmaculada Concepción fue retomado por la A. C. C. entre 1939
-1942, como un mecanismo de integración e intermediación, y como un instrumento
en contra del protestantismo, el laicismo, el liberalismo, el comunismo y
cualquier ideología que contrarrestará el “Reinado de Cristo en Colombia”. Para lograr este
objetivo, se realizaron toda una serie de actividades encaminadas a la
celebración del segundo congreso nacional mariano en el año de 1942, como se
explica a continuación.
En la Revista Acción en el mes de mayo de 1939(46)
aparece un artículo en el que se retoma algunos postulados de finales del siglo
XVII y principios del siglo XVIII del sacerdote Francés Luis. M. Grignion de
Montfort(47), en el que se
afirma la necesidad que tienen todos los apóstoles y católicos de servir y
reconocer la soberanía de la virgen María como madre de Dios. De manera que, al
reconocer la grandeza de la virgen, por un alado era utilizada como mediadora
con dios y por otro los apóstoles y
seguidores tendrían un arma a favor para vencer a los enemigos de la Iglesia
como a la mejor abogada y
mediadora para con Jesucristo; sabrán que
María es el medio más seguro, más fácil, más corto y perfecto camino
para ir a Jesucristo, y se entregarán a Ella en cuerpo y alma, sin partición, para
ser suyos del mismo modo que Jesucristo”. […] estos servidores [….] serán
flechas agudas en la mano de la poderosa María para herir a los enemigos de
Dios […] todos aquellos quienes sean enviados de parte del Altísimo serán
verdaderos apóstoles de los últimos tiempos, a quienes el Señor de las virtudes
dará la palabra y la fuerza para obrar maravillas y para ganar maravillosos
despojos a sus enemigos.(48) […].
De manera que, todo católico debía profesar y reconocer
la grandeza de la virgen; además, se transfiguraba en un estandarte en contra
de sus diversos enemigos (liberalismo, comunismo y protestantismo), este último
que era catalogado públicamente por la
jerarquía eclesiástica de secta o herejía al mejor estilo del Concilio de
Trento y la contrarreforma católica del siglo XVI(49).
Por
otro lado, entre el 21 y 27 de mayo de 1939, se realizó una Semana de estudios
en los Seminarios Mayor y Menor de la ciudad de Bogotá, en donde se llevaron a
cabo distintas actividades(50). En ambos seminarios se ejecutaron
conferencias por parte de algunos miembros de la jerarquía eclesiástica,
seglares y seminaristas, enfocadas en temáticas relacionadas con los objetivos,
medios y fines de la A. C. Por otro lado, la junta de estudios del seminario
menor, tomó como decisión nombrar como “patrona de la Junta a la Santísima
Virgen María Reina de los Apóstoles”(51) Además, se realizó en la
iglesia parroquial de Las Nieves de Bogotá, la consagración de la A. C. a la
virgen(52). Esta actividad
fue precedida por el Arzobispo de
Bogotá, Ismael Perdomo y por el Asistente Eclesiástico Nacional de la A. C. C., Juan Manuel González Arbeláez
y demás asistentes y miembros de la A. C. Terminada la ceremonia se llevó a
cabo una procesión dentro de la Iglesia con una copia del cuadro de la virgen
del Rosario de Chiquinquirá(53).
Es decir, rápidamente la A. C y la jerarquía eclesiástica generaron toda
una serie de dinámicas que tenían como objeto la consagración de la
virgen en las variadas asociaciones católicas.
La primera actividad que se realizó para la preparación del segundo congreso mariano en
Colombia, fue a partir del 10 de abril
de 1940(54), fecha donde la
Conferencia Episcopal decreta la creación de un Comité Pro Peregrinaciones a
cargo del Asistente Eclesiástico Pbro. Víctor Barros Morales. Igualmente, se
consolida la celebración en la ciudad de Bogotá de un congreso nacional mariano
en 1942, y la celebración de
peregrinaciones a santuarios, procesiones, semanas de estudio y cultos en honor
a la virgen María, todo ello con el objeto de la renovación y consagración de
la sociedad Colombiana a la virgen como símbolo del “Reinado de Cristo”(55).
A causa de este decreto, el 15 de agosto de 1940 se
realizó una peregrinación al Santuario del municipio de Chiquinquirá, gracias a la gestión del Comité(56). El 15 de agosto salieron 700 peregrinos de la estación de Bogotá en tres trenes que tenían como destino Chiquinquirá. La logística estuvo a cargo de
Hernán Vergara, Manuel José Forero, Gabriel Betancourt, Pablo Forero, Alfonso
Casas Morales y Wenceslao Cabrera(57). Al llegar al destino fueron
recibidos por hermandades religiosas, escuelas, colegios y numerosos vecinos de
la población “quienes a la llegada entonaron el himno mariano acompañados por
la banda municipal, dando en esta forma la bienvenida a los visitantes”(58).
Mientras tanto, en la Basílica esperaban a la peregrinación Ismael Perdomo
Arzobispo Primado y Francisco Cristóbal
Toro Obispo de Antioquia y Jericó. Dando inicio a la actividad, el arzobispo
realizó una alocución, en la que ofrecía a la virgen del Rosario de
Chiquinquirá, el imponente acto(59). En seguida, un fraile dominico
dio la bienvenida a los peregrinos, y les hizo una breve reseña del santuario(60).
Todos los concurrentes se reunieron en las naves de la basílica, para acompañar
la procesión del Sacramento. De hecho, a las dos de la tarde las campanas de la
basílica comunicaron que se daba inició a la procesión de la virgen por las
principales calles. A las 5 de la tarde los peregrinos se estaban acomodando en
los trenes para regresar a Bogotá(61).
Posteriormente, el 24 de mayo de 1941, el Arzobispo de
Bogotá, decretó la creación de un Comité para los preparativos del segundo
congreso nacional mariano(62). En la presidencia de este Comité se
encontraba Juan Manuel González Arbeláez quien contaba con el apoyo de la
jerarquía eclesiástica y de la A. C.C. Días después, en la ciudad de Bogotá, se
llevaron a cabo dos peregrinaciones a santuarios marianos: por un lado, al
santuario de La Peña, y por el otro, el del Campo(63).
Para noviembre de 1941, se publicó un artículo en la
Revista Acción que se titula “1942”(64), y con el que se impartían
normas para la preparación individual y colectiva del congreso(65).
En febrero de 1942 el Arzobispo implementó un proyecto
para organizar la clasificación de los precios y la categorización de los congresistas
que asistirían: 1. Protectores: Los
que contribuyan a los gastos del congreso con una cuota no menor de $ 100.00 2. Insignes: Los que contribuyan a los
gastos con una cuota no menor de $ 50.00 3.
Titulares: Los que contribuyan a los gastos del congreso con una cuota no
menor de $ 10.00. 4. Congresistas:
Los que contribuyan con una cuota no menor de $ 1.00, o con el donativo del
peso mensual del congreso(66). Es decir, en cada una de estas
categorías el socio recibía una serie de beneficios espirituales y materiales,
como insignias, diplomas, publicaciones, libros de cantos, entre otros.
Del
mismo modo, fue aprovechada la ocasión para realizar un cuestionario de “temas
especiales” para las sesiones o asambleas de estudio. Estos temas encerraban
los tópicos que se tratarían en el
congreso(67). Adicionalmente, miembros de la A. C. y la jerarquía
eclesiástica discutían la posibilidad de realizar conferencias sobre historia,
escultura, pintura, literatura y teología. Estas conferencias y algunas
exhibiciones estarían enfocadas en la virgen(68). Sin embargo, en
ocasiones se utilizaban para llevar a cabo un proselitismo político religioso,
por un lado, que intentaba imponer la presencia de la virgen en todos los
espacios de la cotidianidad de las personas,
y por otro lado, estas
conferencias eran utilizadas como un mecanismo para generar un rechazo por
parte de los católicos a los protestantes, liberales y los pocos comunistas
colombianos que vivían en la época. Esto con el fin de mantener por parte de la
institución eclesiástica el control social
de una sociedad basada en la tradición y marcada en el catolicismo
intransigente e integrista.
Para
los conservadores y para un grueso importante del clero, la República Liberal
(1930-1946) dio apertura para la
expansión protestante y pentecostal en Colombia. Situación que era interpretado
como un convenio político con los Estados Unidos para apoderarse del país a
través del Panamericanismo(69). Esto generó que posterior a la
creación de la Acción Católica en 1933 se implementara una serie de proyectos
que dieron inicio a una especie de persecución contra los protestantes y el
comunismo. Proceso que se daría solo hasta la década de 1940, sobre todo por el
lento funcionamiento y expansión de la Acción Católica en sus inicios.
Para la década de 1940 la A. C. señala como meta y
consigna, luchar contra “la propaganda hereje y atea del protestantismo”(70).
De manera que, la jerarquía eclesiástica retomaba las afirmaciones del Concilio
de Trento (1545-1563), en las que se consideraba al protestantismo como “[...]
una secta perniciosa, que utilizaba las sagradas escrituras de forma insolente,
además de negar la existencia de María y de los Santos y estar en constante rebelión
contra Roma”(71).
Está cruzada al estilo medieval se observa impregnada
ideológicamente en la Pastoral de Cuaresma de 1940, en la cual Ismael Perdomo,
Arzobispo de Bogotá considera que la obra del protestantismo es guiada por el demonio para entorpecer la obra de
Jesucristo en Colombia y evitar la salvación de las almas(72).
Posteriormente, en una publicación de la Revista Acción de mayo de 1942, aparece un
artículo en el que se refiere nuevamente al protestantismo. En esta ocasión lo
catalogan de ser una herejía, en la que
sus dirigentes lo que pretendían era
atacar los símbolos sagrados de la iglesia y negar la santidad de la virgen
María: “[...] los propagandistas protestantes no logran sinceros afiliados a
sus religiones recién inventadas; lo único que consiguen es hacer malos
católicos, enseñarles a odiar al sacerdote. Todas estas herejías coinciden sólo
en negar a la Virgen sus privilegios divinos y su santidad. Van contra ella”(73).
Por su parte, Monseñor José Eusebio Ricaurte, consideraba que para defensa del
dogma católico debía prepararse la iglesia junto a los fieles para escudar a la
virgen María ante la blasfemia protestante, y aumentar el culto a María,
objetivos centrales del segundo congreso mariano(74).
Ahora bien, durante 1944, La Conferencia Episcopal de
Colombia (CEC) a través de organizaciones católicas y de la A. C. C. se propone
crear Comités Antiprotestantes(75) con toda una serie de mecanismos
y un modelo organizacional centralizado en Bogotá, pero que se encontraba
esparcido en el territorio a través de las diócesis, vicarias y parroquias, la
cual tenía el objeto de luchar contra la
propaganda protestante. Para este fin debían seguir e implementar una serie de
estrategias que se pueden resumir en: Publicación de un boletín donde se
informe de las actividades a realizar, la enseñanza del catecismo a niños y
niñas, implementar “[...] la predicación al pueblo acerca de las verdades
fundamentales de la fe católica, particularmente de las impugnadas por el
protestantismo”(76), propagar el culto de la virgen María, utilizar
medios escritos y de radiodifusión para
contrarrestarlos, organizar jornadas de oración para rezar en familia el
rosario y generar la consagración de las familias al sagrado corazón de Jesús y
la virgen María. Asimismo, se exigía
llevar a cabo un censo de protestantes a través de un modelo de planilla
implantado con fines estadísticos(77). Para finalizar, se hace una
campaña contra los misioneros protestantes, denominándolos falsos profetas “que
vienen a vosotros con vestidos de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces”(78).
De hecho, para 1951 la CEC, crea la Defensa de la Fe y los Comités Antiprotestantes¸ propuesta muy
parecida a la de 1944. Sin embargo, tenía algunos cambios, ya que en esta
ocasión se propone “una campaña durante una semana contra la herejía
protestante en radio y prensa(79) y la excomunión a católicos por
tener acercamiento y editar sus libros”(80).
Para concluir este apartado,
la jerarquía eclesiástica influyo directamente para que la A.C.C. y demás
organizaciones católicas entre 1940 y 1950 implementaran una serie de acciones
para contrarrestar la penetración protestante en Colombia. Para realizar este
fin, consideraban que para combatir y detener la expansión del protestantismo,
era necesario organizar actividades que acrecentaran la devoción y culto a la
virgen María.
Al interior de la iglesia católica colombiana,
especialmente los sacerdotes de zonas rurales se manifestaron rápidamente
durante las primeras décadas del siglo XX en contra del socialismo y del
comunismo, como lo demuestra el historiador Helwar Figueroa(81). Sin
embargo, solo hasta 1944 la Conferencia Episcopal de Colombia realizó una
intervención a través de un documento denominado “Comunismo. Manifiesto de
Lucha Anticomunista”(82), el cual trata sobre el problema social que
enfrentan los trabajadores y “los pobres”
y de cómo la iglesia católica a través de la encíclicas Rerum Novarum de León XII (1891) y Quadragesimo Anno de Pío XI (1931)
impulsó la creación en América Latina de
la Acción Católica, “única doctrina salvadora, en la que tiene que inspirarse
cualquier programa de reconstrucción social”. Asimismo, advierte que el
comunismo ha sido condenado “[...] en repetidas veces por la suprema autoridad
de la iglesia, a causa de su carácter materialista y ateo, y por ser opresor de
los derechos de la persona, de la familia y de la sociedad”(83). Finalmente, el comunicado advierte del
peligro comunista que debe enfrentarse el país: “[...] deben tener en cuenta
los sacerdotes que el problema actual más grave de Colombia no está
precisamente en el pequeño número de adherentes al partido comunista, sino en
la inmensa masa que todavía se llama liberal, pero que está influenciada por
idea y jefes comunistas, muy especialmente la CTC, profundamente hostil a la
Iglesia(84). Es decir, la
preocupación que tenía el clero era el manejo que tenían los comunistas de las
masas que pertenecían a los sindicatos (CTC).
Luego de los sucesos del 9
de abril de 1948 en la que se perpetró la muerte de Gaitán y ocurrieron los
diferente brotes de violencia, según los historiadores Ricardo Arias y Helwar
Figueroa se reproduce la versión del grueso del clero, los conservadores y de
los Estados Unidos, en la cual la responsabilidad de los hechos era de los
comunistas(85).
El 20 de enero de 1942 Juan Manuel González Arbeláez,
asistente nacional de la A. C. C. envió una carta a cada una de las parroquias,
vicarias del territorio, capellanías, colegios, hermandades religiosas(86),
en la que recomendaba realizar congresos que sirvieran para renovar y
acrecentar la creencia de los fieles como un acto de preparación para el
segundo congreso mariano “[...] estos sendos Congresillos tendrán como objeto
renovar y acrecentar el fervor de los fieles para con nuestra Madre Santísima,
y para que se instruyan, al mismo tiempo, en los diversos puntos de doctrina y
cultos marianos”(87). De hecho, Juan Manuel González Arbeláez
estableció que el tema central de estos era María y el Hogar(88),
realizando un programa específico sobre la celebración de estos congresos en
las parroquias de todo el país.
Posteriormente, el mismo Juan Manuel crea un reglamento
de normas para la ejecución de los congresos, el cual era un texto para que el
sacerdote tuviera una guía metodológica que mostraba el proceso de cómo
celebrar este. En este sentido, aclaraba que las solemnidades debían durar
entre uno y tres días, en el que además de la misa, comuniones generales y
otras funciones eucarísticas, se tuvieran sermones, conferencias, sesiones de
estudio y asambleas, acerca de la Virgen(89). Asimismo, contemplaba
la necesidad de explicar a los fieles y
estudiar con ellos el catecismo de la virgen María(90) y de erigir
un monumento o estatua de la virgen, ya sea en la entrada de la parroquia o del
pueblo, “[...] colocada en un lugar hermoso y visible, sobre la carretera o el
camino por donde se llegaba a la población, o sobre un montículo que dominará
al caserío”(91). Igualmente, monseñor Juan Manuel González solicitaba revivir el
interés de los fieles de recitar individualmente o en familia en las tardes
el rosario en cada parroquia(92) y la celebración de una
serie de actividades: conciertos, veladas literarias, procesiones, consagración
de las parroquias a María, etc. También se propone que para finalizar estos
congresos se llevará a cabo una peregrinación a algún santuario o imagen de la virgen o de alguna
parroquia vecina(93) y establecer una cofradía en nombre de la
virgen del Rosario(94). Para
finalizar el texto señalaban que cada apóstol y verdadero católico debía trabajar
en su parroquia, comité y asociación en la celebración de estos congresos.
Estos actos se debían realizar por ser
“la voluntad de Dios”(95), según lo expuesto en distintas ocasiones
en publicaciones de la revista Acción. Es decir, este texto fue utilizado para
avivar en todos la devoción al icono religioso y tenerla como guardiana y
protectora de los hogares ante los enemigos de la iglesia.
En diferentes municipios del país se llevaron a cabo a lo
largo del año de 1942 los congresos pro marianos y otras actividades, es decir
que la celebración no fue limitada a la
capital de Colombia, por el contrario, se reprodujo en las principales ciudades
del país, con ceremonias, procesiones, triduos, misas campales, conciertos,
coronaciones, peregrinaciones, retiros espirituales, semanas de estudio,
matrimonios, comuniones de niños y niñas, primeras comuniones,
confirmaciones, entre otros(96).
Estos congresos tenían como objeto la formación de un
bloque humano guiados por la fe, que defendía a la iglesia y a sus símbolos de
cualquier ataque, que se transmutaba en La Unidad de los católicos. Es decir,
existe una relación marcada de los miembros de la A. C en adherirse a un
proyecto y proselitismo político-religioso con el partido conservador,
enmarcado en el populismo. De esta manera, se buscaba la apelación de los
fieles a este proyecto cuando el partido conservador intentaba retornar al
poder en medio del dominio político de la República Liberal. Esto se sugiere
por investigaciones anteriores sobre la Acción Católica Colombiana, que maneja
la hipótesis que fue implementada para contrarrestar y resistir al proyecto de
laicización generado por los liberales(97), el avance del
protestantismo y del comunismo.
De
hecho, se llevaron a cabo actividades por parte de los asociados de la A. C., y
utilizaron la prensa y la radio, para influir en la entronización de la Virgen
en los hogares colombianos. Esto a través de los Congresos Células realizados
por la Hora Católica en la radiodifusora
La Voz de Colombia los últimos jueves de cada mes(98).
Sin embargo, el proyecto
religioso a nivel nacional de realizar el congreso se ve truncado para 1942, ya
que Pío XII no dio su consentimiento para la celebración de este congreso para
este año. Lo cual dejará en vilo y confundido a más de un católico que estuvo y
participo con devoción en las celebraciones a lo largo y ancho del territorio. Solo hasta julio de 1946 se podrá llevar a
cabo en Colombia, por decreto de Pío XII,
como se muestra a continuación en el siguiente apartado.
La no aceptación por parte de Pío XII para que se
celebrase el segundo congreso en La catedral Primada de Colombia en 1942, dejo
a más de un católico confundido y a la espera, y a la jerarquía eclesiástica
mal parada frente a sus fieles, pues habían difundido este, como un
acontecimiento de transcendencia para la fe y la nación. En efecto, llevaban
cuatro años organizando la celebración y puesta en marcha de este congreso
(1939-1942), como se observa en los apartados anteriores, con gran entusiasmo y
empuje con unos objetivos claros. Para la corriente tradicionalista colombiana
de corte intransigente e integrista era una oportunidad única en donde la
virgen unificaba las fuerzas católicas para contrarrestar a los enemigos del
Reinado de Cristo. Es necesario aclarar, que al interior de la iglesia católica
colombiana había dos vertientes, una a
favor de la renovación de la coronación de La Virgen del Rosario y/o los que proponían a la Inmaculada Concepción.
No obstante, la decisión fue del Papa Pío XII, quien establecería que la
coronación debía ser de La Virgen del Carmen, esto teniendo en cuenta la
expansión como patrona en varios países y por la devoción popular al
escapulario y a su simbología protectora(99).
En este sentido, solo hasta el año de 1946 reciben la
noticia de la celebración de esta fiesta mariana en la Capital de la República.
Las fechas acordadas fueron entre el sábado 13 y el martes 16 de julio de 1946(100)
y tenía como fin la coronación de La virgen del Carmen, como madre y reina de
Colombia.
Días atrás de la apertura de este, fueron llegando a la
ciudad la jerarquía eclesiástica y los peregrinos de las delegaciones marianas
de distintos lugares del país. Contó con la visita del delegado Pontificio
Monseñor José Beltrami, fue organizado por el jesuita José Andrade Valderrama y
se nombró como presidenta honoraria por las damas católicas de Colombia a la
Sra. Bertha Puga de Lleras(101), esposa del presidente Alberto
Lleras Camargo.
La apertura fue declarada abierta el día 12 de julio a
las 6:00 pm, por el obispo auxiliar de Bogotá, Luis Pérez Hernández. Entre las
actividades que se realizaron al día siguiente, cabe señalar que la más
importante fue el desfile de Obreros y Trabajadores al monumento del Cerro de
de Guadalupe, el cual se inició a las dos de la tarde y fue precedido por Julio
Caicedo Téllez, obispo de Barranquilla. Para el 14 de julio se programaron ceremonias religiosas en distintos templos de
la ciudad. Para el 15 de julio en las horas de la noche en un templete frente
al Capitolio se llevó a cabo la celebración multitudinaria de primeras
comuniones y matrimonios(102).
El 16 de julio de 1946 se
llevó a cabo la coronación de La virgen del Carmen en La Catedral Primada de
Bogotá. En medio de la celebración
recibieron un radio mensaje del Papa Pío XII con motivo de la clausura del
congreso. Para terminar la celebración las palabras del papa fueron rotundas e
imperativas y convocaba a todos los católicos a hacerle frente al mal,
argumentando que poseían la victoria por ser Colombia baluarte de la fe en
América, contar con la ayuda de la virgen del Carmen y por ser un pueblo
inquebrantablemente católico:
[…] animados por la más
fervorosa y filial devoción a la Madre de Dios, habéis conseguido finalmente
reunir, tras cuatro años de espera, vuestro Congreso Mariano Nacional.
No os sufría el corazón más
aplazamiento, porque Colombia, entre sus muchos títulos de gloria y de
nobleza, –que no en balde fue un día
puerta para la fe y la civilización– cuenta como uno de los primeros el ser un
pueblo ardientemente mariano. […]
“¡Colombia, tierra de la Virgen; Colombia, jardín mariano! ¿No será ésta una de
las causas que hacen de vuestra patria como un firme baluarte de nuestra santa
fe en el continente americano, hasta el punto de que, especialmente en alguna
de vuestras regiones, se respira todavía aquel aura cristiana, sana, ingenua y
profunda, que por desgracia va siendo ya tan rara en el ambiente viciado de
nuestro siglo?
[…]. Y ahora vosotros,
reunidos en Congreso Mariano nacional para honrar y coronar a la Virgen del
Carmen, estáis proclamando que la Colombia es siempre Colombia, es decir,
mariana, y por consiguiente, inquebrantablemente católica. […] Y aunque el
infierno no cese en sus asaltos y la violencia, la audacia y el furor de las
fuerzas del mal aumenten siempre, mientras contemos con su poderoso patrocinio
jamás dudaremos de la victoria.
¡La Virgen del Carmen, Reina
de Colombia! Prometedle solemnemente absoluta fidelidad a la fe de vuestros
padres, a la doctrina que ellos declararon fundamento de vuestra patria., a la
Religión Católica, Apostólica y Romana, «fuente profusa de las bendiciones del
cielo», como la llamó vuestro Libertador, el gran Simón Bolívar, en un momento
solemne de vuestra vida nacional; suplicad a la Reina celestial que os conserve
lo que siempre ha sido la base de la felicidad, del bienestar y de la sana
alegría de vuestro pueblo: viva fe, pureza de costumbres, santidad de vida;
pedidle que siga mostrándose Madre de la humanidad porque nuestro pobre siglo
tiene necesidad, hoy más que nunca, de su humildad, de su sencillez y de su
pureza, si no quiere acabar de despeñarse en los abismos de la soberbia, de la
doblez y de la corrupción, hacia donde a pasos agigantados se precipita […](103).
De esta manera, este congreso termina con la coronación
de la Virgen del Carmen y con las palabras del sumo pontífice Pío XII.
Aunque no se pudo llevar a
cabo la celebración del congreso para las fechas propuestas en 1942,
constantemente la iglesia y la jerarquía eclesiástica influyó directamente para que la A.C.C. y
demás organizaciones católicas entre 1940 y 1950 implementaran una serie de
acciones para contrarrestar la
penetración protestante y del comunismo(104). Para realizar este
fin, consideraban que para combatir y detener la expansión de estos errores,
era necesario organizar actividades que acrecentará en el laicado la devoción a
la virgen María.
La intransigencia y el integrismo católico que abanderaba
la institución eclesiástica de Colombia durante finales del siglo XIX y
principios del siglo XX, generó la transformación de las representaciones y
expresiones religiosas de los creyentes. Este catolicismo tradicionalista se
verá plasmado especialmente en Colombia en la Hegemonía Conservadora
(1886-1930) y en el mandato de la República Liberal (1930-1946). Dentro de los
ejemplos más representativos de este tipo de iniciativas se encuentran: la
celebración del primer y segundo congreso nacional mariano (1919 y 1946), en
donde la virgen maría ocupó el puesto de madre, reina y protectora de las
familias y de la nación. Estás festividades eran concurridas por cientos de
miles de personas, que se abarrotaban para poder escuchar con una fe absoluta y
rebosante las eucaristías, entronizaciones, peregrinaciones y las coronaciones
de Las Vírgenes (De Chiquinquirá y del Carmen).
Siguiendo al historiador español, Francisco Javier Ramón
Solans la organización y celebración de estas fiestas religiosas nacionales
permitió que se reprodujera un modelo religioso específico(105), en
donde los trabajos del clero y del laico eran de suma importancia para lograr
el objetivo. De esta manera, organizaciones como la A. C. C., en una primera
instancia sacralizan y santifican a la virgen María, luego aducen que la
identidad nacional se encuentra en peligro (por el liberalismo, la masonería,
el protestantismo y el comunismo), y por
último, promulgan un destino nacional único (el Reinado de Cristo y de la
virgen). Es decir, esta simbología posibilita penetrar en el inconsciente colectivo de los creyentes
católicos del país, lo cual permitió controlar el orden social. Para lograr
esta finalidad, se realizaron toda una serie de actividades encaminadas a la
celebración del segundo congreso nacional mariano entre 1939 y 1942, el cual solo pudo celebrarse por
decreto de Pio XII hasta julio de 1946. No obstante, y pese a los problemas
presentados entre El Vaticano y la jerarquía eclesiástica del país, se reafirmó
la virgen María como un símbolo de la Nación y como baluarte de la A. C.
Este integrismo católico en Colombia intento cubrir todos
los espacios de la vida cotidiana de los católicos, irrumpiendo en ellos a
través de la virgen María. La mayoría de conferencias y actividades realizadas
antes del congreso (1939 y 1942)
recalcaban el papel de María en el hogar, en el trabajo, en los sindicatos, en
los colegios católicos, en el cine, en la prensa, en los teatros, en los
balnearios, etc. Asimismo se llevó a cabo la creación y entronización de la
virgen a la salida y entrada de los
pueblos y municipios y al interior de los hogares Colombianos, siendo un
accionar de la iglesia católica para implementar el modelo de familia
cristiana, es decir de la Sagrada Familia, ubicándose María como madre y
protectora. De esta manera, se observa que en la mayoría de ocasiones se
intentaba realizar un modelo de sociedad, que tenía como punto central un tipo
de mujer, basado en la figura de la virgen María.
En ese sentido, la celebración de todas estas actividades
tuvo como objeto avivar la devoción de los católicos a la figura maternal de la virgen María. Es
decir, por medio de la manipulación de este arquetipo(106) y del
inconsciente colectivo pudo penetrar en la sociedad el catolicismo,
implantándose la figura maternal y protectora de la virgen María. Por ejemplo,
en las distintas parroquias de diferentes regiones se llevaron a cabo la
celebración de congresos pro marianos (1942), que tenían como objeto la
formación de un bloque humano guiados por la fe, que defendía a la Iglesia y a
sus símbolos de cualquier ataque, que se transmutaba en La Unidad de los
católicos y que se materializó en las concurridas procesiones y peregrinaciones
en honor a la virgen María y la creación de movimientos antiliberales,
antiprotestantes y anticomunistas.
De hecho, este icono
maternal fue utilizado por la A. C. C
para contrarrestar el trabajo realizado por el protestantismo en algunas
ciudades del país. El dispositivo para lograr este objetivo fue el señalamiento
y la categorización herética impuesta desde el Concilio Tridentino, la
Contrarreforma y por distintas encíclicas papales del siglo XIX y XX. Esto
generó una posición intransigente e integrista que será la amalgama y alimento
de un clero y laicado combativo, identificado plenamente con la causa de la Fe
y dispuesto a realizar lo necesario para enmendar el error. Asimismo, existe
una relación marcada de los miembros de
la A. C en adherirse a un proyecto políticoreligioso con el partido conservador, enmarcado en el populismo. De esta manera, se
buscaba la apelación de los fieles a este proyecto cuando el partido
conservador intentaba retornar al poder en medio del dominio político de la
República Liberal. Esto se sugiere por investigaciones anteriores sobre la
Acción Católica Colombiana, que manejan la hipótesis que fue implementada para
contrarrestar y resistir el laicismo implementado por los liberales. Del mismo
modo, estas actividades que convocaban a miles de católicos fueron utilizadas
como un elemento de movilización de masas, con el cual la iglesia manejaba a
los movimientos obreros católicos (UTC) y hacia frente a los que eran dirigidos
por el liberalismo, la izquierdista o el comunismo (CTC).
Para finalizar, entre las décadas de 1910 y 1950 estos
congresos se utilizaron para realizar un lanzamiento positivo, maternal y en
algunos casos combativo del icono religioso
de la virgen María en sus diferentes advocaciones: La virgen del Rosario
de Chiquinquirá, la virgen de Lourdes, La virgen de los Remedios, La virgen del
Pilar (Guerra Civil Española y anticomunista), La virgen de Fátima
(Anticomunista), La Virgen del Perpetuo Socorro, La virgen del Carmen, la
Inmaculada Concepción, entre otras. Es decir, a través de estos congresos por
un lado, se reafirmaron las representaciones, expresiones y prácticas
religiosas de cada una de las diócesis del país; y por otro, se llevó a cabo un
cambio en la percepción e imaginario de los colombianos de la virgen María, lo
cual preparó el espacio para la aceptación de la mayoría de católicos en 1950 del dogma Munificentissimus Deus de Pío XII de la Asunción de María al cielo(107).
La materialización perfecta en Colombia fue la celebración de los cien años del
dogma de la Concepción Inmaculada de María promulgada por Pío IX en la bula Innefabilis Deus(108) (1854),
llevándose a cabo entre el 5 y 7 de diciembre de 1954 el Tercer Congreso
Nacional Mariano, que tendría como objetivo la coronación de la virgen de
Fátima(109) en un contexto mundial inmerso en el inicio de La Guerra
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Notas
1 De Aquino, Tomas.
Suma de Teología V. Parte III e Índices. Cuestiones 27-30 (Madrid: Biblioteca
de Autores Cristianos, 1994), pp. 265-281.
2 Flórez, Gloria
Cristina. Advocaciones Mariana de Gloria (Lima: Universidad
Nacional Mayor San Marcos, Editorial San Lorenzo del Escorial, 2012), p. 1123.
3 Flórez, Gloria Cristina, Op Cit., p. 1124.
4 Sánchez, Valentín Soria. “Historia de las fiestas de la
Inmaculada Concepción en Extremadura”, La Inmaculada concepción en España:
Religiosidad, arte y cultura (España: Ediciones Escuerialenses, 2005), pp.
577-579.
5 Flórez, Gloria Cristina, Op Cit., pp. 1123-1127.
6 Basteros de Eleizalde, Juan Luis. “La Inmaculada
Concepción en los siglos XIX y XX”, en Anuario de Historia de la Iglesia, vol.
XIII, núm. 1, 2004, p. 80.
7 Ibíd.
8 Pío IX solicitó el voto sobre el mismo tema a una
Comisión de 8 cardenales y cinco consultores. Finalmente, el 2 de febrero de
1849 promulgó la encíclica Ubiprimum pidiendo la opinión sobre la conveniencia
de la definición dogmática de la Inmaculada Concepción a todo el episcopado católica.
Basteros De Eleizalde, Luis. “La Inmaculada Concepción en los siglos XIX y XX”,
Op Cit., p. 81
9 Pío IX. Encíclica papal Ineffabilis Deus, 8 de diciembre
de 1854, http://www.papalencyclicals.net/Pius09/p9ineff.htm (27 de marzo de
2015).
10 A través de esta bula el catolicismo sostiene que
María Madre de Jesús, a diferencia de todos los seres humanos no fue alcanzada
por el pecado original sino que, desde su concepción, estuvo libre de pecado.
Warner, Marina. Tú sola entre las mujeres. El mito y el culto de la Virgen
María (España: Taurus Humanidades, 1991), p. 308.
11 Basteros de Eleizalde, Juan Luis. “La Inmaculada
Concepción en los siglos XIX y XX”, Op Cit., p. 82.
12 Plata Quezada, William Elvis. El catolicismo y sus
corrientes en Colombia decimonónica. 1850-1880, (tesis de maestría),
Universidad Nacional de Colombia Bogotá, 2001, p. 235.
13 Ibíd.
14 El I Concilio Provincial de Nueva Granada, liderado
por monseñor Vicente Arbeláez, arzobispo de Bogotá, entre el 29 de junio al 8
de septiembre de 1868 de la Nueva Granada. En 1870 se celebra el sínodo de la
Arquidiócesis de Bogotá; mientras que en la diócesis de Pamplona se realizó el
sínodo de 1872, posteriormente en el siglo XX se realizaron varios en
diferentes diócesis. Vega Rincón, Jhon Janer. “El Sínodo diocesano de Nueva
Pamplona de 1872 y la disciplina sacerdotal”, en Anuario de Historia Regional y
de las Fronteras, vol. XVII, núm. 1, Bucaramanga, Universidad Industrial de
Santander, enero-junio de 2012, pp. 139-141.
15 Cortés Guerrero, José David. “Regeneración,
Intransigencia y Régimen de Cristiandad”, en Revista Historia Crítica, núm. 15,
Bogotá, 1997, pp. 3-12.
16 Pazos M., Antón. “El iter Concilio Plenario Latino
Americano de 1899 o la articulación de la Iglesia latinoamericana”, en AHIg.,
núm 7, Pamplona, Universidad de Navarra, 1998, pp. 185-206. También, Arboleda,
Carlos. “El pluralismo religioso en Colombia”, en Ortiz, Javier (Dir), Ganarse
el cielo defendiendo la religión. Guerras Civiles en Colombia, 1840-1902.
Bogotá: Unibiblos, 2005, pp. 491-492.
17 Plata Quezada, William Elvis, et al. Conventos
Dominicanos que Construyeron un país. Arquitectura Dominicana, fe y sociedad en
la Nueva Granada Siglos XVI-XIX (Bucaramanga: Universidad Santo Tomás, 2010),
p. 325.
18 Gracias a los trabajos de los historiadores se ha
podido avanzar en el estudio de la corriente tradicionalista, y en especial de
la intransigencia y el integrismo por parte del clero colombiano. Entre los más
importantes: Rodolfo Ramón de Roux, José David Cortes, Christopher Abel,
Ricardo Arias, María Teresa Cifuentes,
Gloria Mercedes Arango, Carlos Arboleda Mora, Luis Javier
Ortiz Mesa, Helwar Figueroa, Tomas Williford, Ivonne Rodríguez Calderón y
Sergio Armando Cáceres Mateus, entre otros.
19 Cifuentes Traslaviña, María Teresa y Florián Navas,
Alicia. “El Catolicismo social: entre el Integralismo y la Teología de la
Liberación”, en Bidegain Ana María (ed.), Historia del Cristianismo en
Colombia, Corrientes y Diversidad. Bogotá: Taurus, 2005, p. 321.
20 Figueroa Salamanca, Helwar. “Intransigencia Católica
en Colombia durante los años treinta”, en Revista de Ciencias Sociales y
Religión Asociación de Cientistas Sociales de la Religión de Mercosur, Año 7,
Porto Alegre, 2005, p. 112.
21 En julio de 1914 los padres dominicos iniciaron los
trabajos para reformar el templo de Nuestra señora del Rosario de Chiquinquirá.
22 Boyacá, Santander, Cundinamarca, Caldas, Huila, Tolima
y Antioquia.
23 Cornejo & Mesanza. El minucioso relato sobre La
coronación de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá (Chiquinquirá: 1919),
pp. 219-233; Londoño Botero, Rocío. “La Virgen de Chiquinquirá símbolo de
identidad Nacional”, en Revista de Sociología, núm. 32. Bogotá, UNAL, 2009, pp.
83-94.
24 Castaño Rueda, Julio Ricardo. Nuestra Señora del
Rosario de Chiquinquirá, historia de una tradición (Bogotá: Fundación Editorial
Epígrafe, 2005), pp. 98-99.
25 Ibíd., p. 99.
26 Londoño Botero, Rocío. “La Virgen de Chiquinquirá
símbolo de identidad Nacional”, Op Cit., pp. 83 -94.
27 Castaño Rueda, Julio Ricardo, Op Cit., pp. 91-92.
28 Coronación Canónica de la Imagen y su ocurrir
histórico en el siglo XX y XXI, http://www.virgendechiquinquira.com/index.php?option=com_content&view=article&id=44&Itemid=1
(7 de abril del 2015).
29 Coronación Canónica de la Imagen y su ocurrir
histórico en el siglo XX Y XXI...
30 “Monumento en Guadalupe (1919)”, en Conferencias
Episcopal de Colombia, Tomo I, 1908-1953 (Bogotá: Editorial el Catolicismo,
1956), p. 270.
31 “Pastoral Colectiva de 1919”, Op Cit., p. 636.
32 Coronación Canónica de la Imagen y su ocurrir
histórico en el siglo XX y XXI...
33 Es necesario aclarar que existen dos tipos de
organizaciones dentro de la A. C. En primera instancia la A. C. General
(Hombres Católicos, Mujeres católicas, Juventud Católica Femenina), que era
manejada por círculos integristas e intransigentes de la jerarquía eclesiástica
colombiana. En segunda instancia esta La A. C. Especializada, conformada
fundamentalmente por asociaciones juveniles de diferentes edades y fines (la
JOC- Juventud Obrera Católica o Yocismo, JUC -Juventud Universitaria Católica y
JEC- Juventud Estudiantil Católico). Muchas de estas organizaciones
Especializadas entre 1938-1939 se distanciaron poco a poco de las corrientes
más integristas del catolicismo presentes en el proyecto de A. C. General y se
constituyeron en vehículos de formación laical sindical. Dicha decisión de los
dirigentes en la década del 40 les va a costar la expulsión de estos.
34 Irlanda (1823), Alemania (1846), Bélgica (1863),
Italia (1865), Francia (1871), y Holanda (1903). Escartín Celaya, Pedro.
Apuntes para la Historia de la Acción Católica en España, http://www.accioncatolicageneral.es/index.php?option=com_docman&task=doc_view&gid=481,
(30 de agosto del 2011).
35 Cuba (1929), Argentina y Chile (1931), Paraguay
(1932), Colombia (1933), Uruguay (1934), Ecuador y Perú (1935), Bolivia (1938).
Dussel, D. Enrique. Historia de la Iglesia en América Latina (Bogotá: USTA, 1984).
E. Dussel, et al. Historia General de La Iglesia en América Latina T. IX Cono
Sur (Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay) (España: CEHILA, Ediciones Sígueme
S. A, 1994). E. Dussel, et al. Historia General de la Iglesia en América Latina
Tomo VIII (Perú, Bolivia y Ecuador) (Salamanca: CEHILA, Ediciones Sígueme,
1987).
36 “Acuerdos Sobre Acción Católica”, Op Cit. pp, 1-30.
37 A través de esta encíclica se infunde la restauración
del orden social y la creación de la Acción Católica, como un medio para llegar
al Reinado de Cristo. Se inicia, así una inserción del laico en los proyectos
de la Iglesia, a través del culto y actividades, y al mismo tiempo la
conformación de una militancia católica que debía hacerle contrapeso a los ideales
revolucionarios del momento. Cáceres Mateus, Sergio Armando. “La Acción
Católica Colombiana y la resistencia al proyecto de laicización del partido
liberal, 1934-1942”, en: Plaza, William Elvis (ed). El Hecho Religioso en
Perspectiva Regional (Bucaramanga: UIS, 2013), p. 288.
38 Nació en Chile el 26 de septiembre de 1879, estudio en
Santiago de Chile, en España, Holanda en Bélgica, etc. Se ordenó sacerdote en
1912. Autor de varios artículos y publicaciones. Durante la dictadura de
Alessandri 1932-1938 fue exiliado en Colombia. Bidegain de Uran, Ana María.
Iglesia, pueblo y política. Un estudio de conflictos de intereses. Colombia,
1930-1955 (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Teología,
1985), p. 201.
39 En una primera instancia las funciones del Asistente
Eclesiástico eran las siguientes: “a) Le corresponde formar la conciencia
cristianas, la conservación de la moral cristiana y la administración de los
sacramentos. b) Determinar el espíritu con que se debía proceder, indicaba los
escollos que se debían evitar; además de dar la voz de alerta cuando se
encontraba de frente con el error. c) Ser el representante de la autoridad eclesiástica.
Posteriormente estás se ampliarían en 1937 con la Primera asamblea de
Asistentes Eclesiásticos realizada en Medellín. “El Asistente Eclesiástico en
la A. C”, en Revista Oficial de la A.C.C, Año I, núms. 3 y 4, Bogotá,
marzo-abril, 1934, pp. 61-68.
40 “Recitar cada día un Padre Nuestro y un Ave María, con
la invocación de Nuestra Señora de Colombia, rogad por nosotros”.
41 “Liga de Ave María”, en Revista Oficial de la A.C.C,
Año I. núm. 7, Bogotá, julio 1934, p. 175.
42 Ibíd. pp. 175-176.
43 Desde 1935 a 1938 se crearon toda una serie de
actividades al interior de la Iglesia Católica. Congresos Eucarísticos: Primer
y Segundo Congreso Eucarístico (Bogotá y Medellín 1935). Asimismo las Semanas Sociales
y Sacerdotales de Garzón (Huila) (1936), Ibagué (1936) Bogotá y Medellín
(1938). Cáceres Mateus, Sergio Armando. “La Acción Católica Colombiana y la
resistencia al proyecto de laicización del partido liberal, 1934-1942”,Op Cit.
pp. 310-316.
44 Ibíd.
45 Entre las conclusiones más relevantes: a) Direccionar
una campaña con la A. C. y la sociedad en general a favor de la devoción de la
Virgen María y Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. b) Debían difundir y
promover la celebración de Semanas Sindicales, Nacionales y Diocesanas. Esto
tenía como fin la creación de sindicatos católicos y la conformación de
federaciones sindicales. c) Trabajar por la fundación de escuelas
propagandistas sindicales de la A. C. C. d) Instruir al pueblo sobre las
doctrinas opuestas a la enseñanza cristiana. e) Implementación de publicaciones
católicas. f) Establecer en cada diócesis una campaña en pro de la decencia de
los espectáculos cinematográficos. Además de apoyar a la Sociedad Industrial
Cinematográfica (S.I.C) empresa al servicio de la A. C. C. “Conclusiones de la
Primera asamblea de Asistentes Eclesiásticos”, en Revista Acción, Año VI, núm.
56, Bogotá, abril 1937, pp. 24-25.
46 El Caso más representativo es la Juventud Obrera
Católica (J.O.C.) Cáceres Mateus, Sergio Armando. “La Acción Católica
Colombiana y la resistencia al proyecto de laicización del partido liberal, 1934-1942”,
Op Cit., pp. 285-328.
47 Grignion de Montfort, Luis M. “Los Apóstoles de los
últimos tiempos”, en Revista Acción, Año: VI, núm.57, Bogotá, mayo 1939, p.
129.
48 Luis María nació en Monfort, Francia el 31 de enero de
1673, en el seno de una familia numerosa. […] desde joven tenía una gran
devoción a la Eucaristía y a la Virgen María. […] en 1693, a los 20 años,
siente el llamado a consagrar su vida a Dios a través del sacerdocio. […] el 5
de junio de 1700, con 27 años de edad fue ordenado sacerdote. Escogió como lema
de su vida sacerdotal “Ser Esclavo de María”. […] un año antes de su muerte el
padre Monfort fundo dos congregaciones: Las Hermanas de la Sabiduría, dedicadas
al trabajo del Hospital y la instrucción de niñas pobres, y la Compañía de
María, dedicada a las Misiones. [..] Murió en Saint Laurent sur Sevre el 28 de
abril de 1716, a la edad de 43 años. Biografía de Luis M Grignion de Monfort,
http://www.corazones.org/santos/luis_montfort.htm (8 de enero de 2011).
49 Grignion De Montfort, Luis M. “Los Apóstoles de los
últimos tiempos”, Op Cit., pp. 129-130.
50 Echavarría Uribe, Otoniel. “La Herejía.
Estigmatización del Protestantismo en la Diócesis de Nueva Pamplona,
1868-1943”, (tesis pregrado), Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander,
2010.
51 “Semana de A.C. en el Seminario Mayor y Menor de
Bogotá”, en Revista Acción, Año VI, núm. 58, Bogotá, junio 1939, pp. 193-195.
52 Ibíd.
53 Ibíd.
54 Ibíd.
55 “El porqué de las peregrinaciones Marianas Nacionales
e Interparroquiales”, en Revista Acción, Año VII: núm. 72, Bogotá, agosto 1940,
pp. 74-75.
56 Ibíd.
57 Rico De Herrera, Alicia. “Asociación de Señoras
Católicas. Peregrinación Nacional al santuario de Nuestra Señora de
Chiquinquirá”, en Revista Acción, Año VII, núm. 72, Bogotá, agosto 1940, pp.
72-73.
58 Ibíd.
59 Ibíd.
60 Ibíd.
61 Ibíd.
62 Ibíd.
63 “Segundo Congreso Mariano nacional. Decreto Orgánico”,
en Revista Acción, Año VIII, núm. 83, Bogotá, julio 1941), pp. 213-214.
64 “Congreso Mariano”, en Revista Acción, Año VIII, núms.
81-82, Bogotá, mayo-junio 1941, p. 171.
65 “1942”, en Revista Acción, (BLAA), Año: VIII, núm. 86.
Bogotá, noviembre, 1941, p. 488.
66 Ibíd.
67 “La Reglamentación del Segundo Congreso Mariano
Nacional”, en Revista Acción, núm. 89, Bogotá, febrero 1942, pp. 39-40.
68 1. María y el hogar. 2. María y los padres de familia.
3. María y el matrimonio católico. 4. María y la educación de los hijos. 5.
María y el Rosario en el hogar. 6. María y la familia moderna. 7. María y el apostolado
del hogar. 8. María y las lecturas. 9. María y la santidad del hogar. 10.
María, reina del hogar.11. Consagración del hogar al Sagrado Corazón y a la
Santísima Virgen. 12. María en los colegios católicos. 13. María y las
diversiones (cine, teatros, turismo, balnearios, etc.). 14. María y la Vocación
del niño al estado sacerdotal o religioso. 15. La Sagrada Familia modelo de la
familia cristiana Ut dveniatregnum Christi, adveniatregnum Mariae. Consagración
del Mundo a la Santísima Virgen María. 16. La propaganda protestante en
Hispanoamérica (en Colombia particularmente), y necesidad de contrarrestarla
por medio de una campaña integral de Acción Católica, con la bendición de María
vencedora de todas las herejías. 17. Doctrinas heréticas del Teosofismo y
Rosacrucismo, sobre la persona de Cristo y de la Virgen. Propagación de estos
funestos errores y medios de contrarrestarlos. 18. Necesidad de instruir
convenientemente a pueblo en los dogmas marianos. Ibíd., pp. 40-43
69 Ibíd., p.43.
70 […] El régimen liberal después de 1930 demostró un
amplio grado de tolerancia hacia el protestantismo, […] En consecuencia, el
número de misioneros protestantes se triplicó entre 1929 y 1938; había tres periódicos
protestantes en 1938; 810 niños asistían a estos colegios. En Abel,
Christopher. “Misiones protestantes en un Estado Católico: Colombia en los años
cuarenta y cincuenta”, en Revista Análisis Político, vol. L, enero-abril, 2004,
p. 10. También en López Amaya, Jeiman David. “Misiones protestantes en Colombia
1930 - 1946. Geografía política de la expansión evangélico pentecostal”, en
Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, vol. XLI, núm. 2,
Bogotá, UNAL, jul-dic 2017, pp. 65-103.
71 Bucana, Juana B. La Iglesia Evangélica en Colombia.
Una Historia (Bogotá: Buena Semilla, 1995) También en: Sierra Jiménez, Esther
Sofía. “El Misionero Protestante y la práctica de evangelizaciónconversión. La
Misión Alianza Evangélica en el Norte de Santander 1944-1956”, (tesis de
pregrado), Universidad Industrial de Santander, 2008.
72 “Nuestra Consigna de 1940”, en Revista Acción, Año
VII, núm. 72. Bogotá, agosto, 1940, p. 50.
73 Pastoral Colectiva en 1940. Ismael Perdomo, en:
Conferencias Episcopales de Colombia 1908-1956. (Bogotá: Editorial el
Catolicismo, 1956), p. 431.
74 Ricaurte, José Eusebio. “La Virgen Poderosa es la
defensora de la Iglesia”, en Revista Acción, Año IX. núm. 92, Bogotá, mayo de
1942, p. 119.
75 Ibíd., p, 119.
76 “Comités Antiprotestantes (1941)”, en Conferencias
Episcopales de Colombia (1908-1956), Tomo I, (Bogotá: Editorial El Catolicismo,
1956), pp. 161-162.
77 Ibíd.
78 “Comités Antiprotestantes (1944)”, Op Cit., pp.
161-162.
79 “Pastoral Colectiva (1944)”, Op Cit., p. 443
80 “Defensa de la Fe. Comités Antiprotestantes
(1951).Conferencias Episcopales de Colombia (1908-1956), Tomo I (Bogotá:
Editorial El Catolicismo, 1956), p. 164.
81 Ibíd.
82 En la pastoral del 2 de febrero de 1926, Builes sienta
cátedra sobre el socialismo y define cuál será su posición frente a este;
además, recordando que Colombia está consagrada al Sagrado Corazón de Jesús, insiste
en que el país está protegido ante las sectas y el bolchevismo de Lenin.
Asimismo se expresa sobre el comunismo en México y España. Figueroa Salamanca,
Helwar Fernando. “Monseñor Miguel Ángel Builes, un político intransigente y
escatológico (1925-1950)”, en Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, vol.
XXI, núm. 1, Bucaramanga, UIS, enero-junio 2016, pp. 244-245 y 237-259.
83 “Comunismo. Manifiesto de lucha anticomunista”, Op
Cit., pp. 165-168.
84 Ibíd.
85 Ibíd
86 Figueroa Salamanca, Helwar Hernando, Op Cit., p. 193. También
en: Arias, Ricardo. El episcopado Colombiano, intransigencia y laicidad
(1850-2000) (Bogotá: UNIANDES/ICANH, 2003).
87 “Normas para el Congreso Mariano”, en Revista Acción,
Año IX, núm. 89, Bogotá, febrero 1942, p. 2.
88 Ibíd., pp. 2-3.
89 “Normas para el Congreso Mariano”, Op Cit., p. 3.
90 Ibíd.
91 La A. C.C. utilizo la cuarta edición del Catecismo de
la Virgen Santísima publicado en 1918 en Barcelona en los talleres de la
Librería Católica Pontificia.
92 “Comentario en honor de la Santísima Virgen”, en
Revista Acción, Año IX, núm. 89, Bogotá, febrero 1942, p. 11.
93 “Normas para el Congreso Mariano”, Op Cit., p. 3.
94 Ibíd, pp. 2-3.
95 Ibíd.
96 “El Monumento Mariano”, en Revista Acción, Año IX,
núm. 92, Bogotá, mayo 1942, p. 121.
97 Durante los días 25, 26 y 27 de marzo de 1942 en el
colegio de la Presentación de Bogotá en la casa Provincial se realizó un Triduo
para honrar a la Inmaculada Concepción. “El Monumento Mariano”, Op Cit., p.
143. Entre el 19 y 26 de abril de 1942 se celebró en la diócesis de Cali el
congreso mariano. “Realizaciones. Las Peregrinaciones”, en Revista Acción, Año
IX, núm. 93, Bogotá, junio 1942, pp. 168-169. “Realizaciones. La comunión de
los 15.000 hombres”, en Revista Acción, Año IX, núm. 93, Bogotá, junio, 1942,
pp. 172-173. Mientras tanto, en el Nororiente de Colombia entre el 28 y 31 de
mayo de 1942 se celebró el congreso en la diócesis de Cúcuta, festividades que
tuvo lugar en las parroquias de San José y San Antonio de Cúcuta y en los
barrios El Contento, Cundinamarca, San Rafael y la Magdalena. El Pbro. Daniel
Jordán fue quien organizó este congreso junto a seis misioneros redentoristas
durante dos semanas. “El Congreso Mariano de Cúcuta”, en Revista Acción, Año
IX, núm. 94, Bogotá, julio 1942, pp. 216-219. También: Cáceres Mateus, Sergio
Armando. El Pbro Daniel Jordán Contreras, 1899-1979. El Catolicismo Intransigente
y el Integrismo Católico en Santander y Norte de Santander, Colombia (Alemania:
Editorial Académica Española, 2015). En julio de 1942 el obispo Miguel Ángel Builes
celebró el congreso en la diócesis, siendo consagrada “Nuestra Señora de las
Misericordias”: “Con gran esplendor celebró su Congreso Mariano la ciudad de
Santa Rosa de Osos, sede episcopal”, en Revista Acción, Año IX, núm. 94, Bogotá,
julio 1942, p. 223. Asimismo, se celebró del 7 al 9 de julio de 1942 el
congreso en la Diócesis de Pamplona (Pamplona, San Andrés, Bochalema,
Bucaramanga, entre otros). También “Decreto de Rafael Afanador y Cadena Obispo
de Nueva Pamplona. Grandioso Homenaje a la Virgen María”, en Periódico La
Unidad Católica, Pamplona, 22 abril de 1942, pp. 273-274. “Otros Festejos”, en
Periódico La Unidad Católica. Pamplona, 25 de septiembre, 1942, pp. 656-657.
Además de toda una serie de actividades en las parroquias de la Arquidiócesis
de Bogotá: “Los Párrocos de Bogotá y El Congreso Mariano”, Op Cit., pp.
129-130. “Realizaciones”, en Revista Acción, Año IX, núm. 92, Bogotá, mayo
1942, p. 142. También “Habla el R. P Guardián del Santuario de La Peña”, en
Revista Acción, Año IX, núm. 92, Bogotá, mayo 1942, p. 132.
98 Cáceres Mateus, Sergio Armando. “La Acción Católica
Colombiana y la resistencia al proyecto de laicización del partido liberal,
1934-1942”...
99 Ibíd.
100 “La virgen del Carmen ha tenido especial
significación devocional en Colombia para el gremio de los conductores, que
suelen llevar su imagen en los vehículos y participar muy activamente en su
fiesta (16 de julio). Sus devotos generalmente llevan el escapulario del Carmen
como símbolo protector y con motivos piadosos. Una de las motivaciones que
inspira esta devoción popular se relaciona con una especie de promesa de quien
lleve devotamente el escapulario de la virgen estará protegido contra los
peligros físicos y espirituales”. Es una creencia popular en la cual quien
muera con el escapulario se verá libres de las penas de purgatorio. Díaz
Camacho, Pedro José. “María en la religiosidad popular colombiana.
Fenomenología religiosa y hermenéutica teológica”, en Albertus Magnus, vol. IV,
núm. 2, Bogotá, Facultad de Teología, USTA, julio-diciembre de 2013, pp. 97 y
93-129. La Virgen del Carmen en Colombia es la patrona de las conductoras, la
Policía Nacional, Fuerzas Armadas de Colombia, la Fuerza Aérea y la Marina,
además del cuerpo de bomberos.
101 “El Segundo Congreso Nacional Mariano se inaugura
esta tarde. Monseñor Beltrami Presidirá las Ceremonias que iniciaran hoy”, en
Periódico El Tiempo, Bogotá, viernes 12 de julio de 1946, pp. 1 y 15.
102 Ibíd., p. 15.
103 Ibíd.
104 Pío XII. Radiomensaje de Pío XII con motivo de la clausura
del Congreso Mariano Nacional de Colombia, AAS 38, Roma, 16 de julio de 1946,
pp. 324-326, https://w2.vatican.va/content/pius-xii/es/speeches/1946/documents/hf_p-xii_spe_19460716_mariano-colombia.html
(30 de enero de 2016).
105 Figueroa Salamanca, Helwar. “Cambio de enemigo: de
liberales a comunistas. Religión y política en Colombia, años cuarenta”, en
Bidegain, Ana María (coord.), Globalización y Diversidad Religiosa (Bogotá:
UNAL, 2005), pp. 373-420.
106 Solans Ramón, Francisco Javier (coord.). “Un Templo
para la Nación Española: La Basílica del Pilar (1854-1940)”, en Hispania Sacra,
vol. LXVI, Extra I, España, ene-jun 2014, pp. 453-484.
107 Carl Gustav, Jung. Respuesta a Job (México: Fondo de
Cultura Económica) 1964, pp. 125-126; William Elvis Plata Quezada, et al.,
Conventos Dominicanos que Construyeron ... Op Cit., p. 318.
108 Pío XII. Constitución Apostólica. Munificentissimus
Deus (1950),
http://www.vatican.va/holy_father/pius_xii/apost_constitutions/documents/hf_p-xii_apc_19501101-
_munificentissimus-deus_- it.html#fn1 (11 de febrero de 2011).
109 Pío IX. Encíclica papal Ineffabilis Deus, 8 de
diciembre de 1854, http://www.papalencyclicals.net/ Pius09/p9ineff.htm (27 de
marzo de 2015).