Irene D. Molinari. Vencer
el miedo. Historia social de la lepra en Argentina. Rosario: prohistoria
ediciones, 2016. 281 páginas.
Luciana
Mercedes Linares*
* Becaria post
doctoral Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Pertenece al Grupo de investigación de Historia Social Argentina (HI.S.A) y al
Centro de Estudios Históricos (C.E.His), Universidad Nacional de Mar del Plata
(UNMdP). Correo electrónico: lume_linares@hotmail.com.
Vencer el miedo. Historia social de la lepra
en Argentina,
nos propone un desafío como lectores e investigadores en el campo de la
historia sociocultural de la salud y la enfermedad.
En este libro encontraremos una mirada trasversal sobre
distintas dimensiones –política, social, científica, económica– y actores diversos como los enfermos de
lepra, las damas de las sociedades de beneficencia, los profesionales de la
salud, los científicos, las organizaciones internacionales como la OMS y la
Oficina Sanitaria Panamericana, las esferas políticas nacionales, provinciales
y municipales referidas al campo de la salud; todos ellos en interacción bajo
el marco de un contexto geopolítico interesante y dinámico. Desde la Primera
Conferencia Nacional de la Lepra en 1906 hasta el cierre y la transformación de
los sanatorios –colonias en la década de 1960–, la historia social de la
enfermedad involucra las tensiones existentes entre discursos, prácticas y
experiencias de los enfermos en el marco de una época signada por avances
científicos.
El trabajo que presenta aquí la Dra. Irene Molinari,
constituye un recorte de su tesis doctoral titulada: El proceso histórico de la lepra en Argentina. Estado y Sociedad.
Médicos y enfermos. 1900/1970, dirigida por la Dra. Dora Barrancos. Dicha
tesis fue distinguida y obtuvo el premio anual a tesis doctorales que otorga la
Red de Viejas y Nuevas enfermedades en el
marco del VI Congreso de la
Asociación Latinoamericana de Población en 2014. El libro que se edita en
el año 2016 recibió una favorable evaluación académica y fue recomendado por
especialistas en la materia.
Puede pensarse en Vencer
el miedo. Historia social de la lepra en Argentina como un trabajo que
inaugura una línea de investigación en el campo de los estudios sobre la
historia de la salud y la enfermedad, que
propone redes de relaciones y de influencia entre los distintos actores
involucrados y una relación intrínseca entre distintas esferas de poder.
Fue producto de una rigurosa investigación, de una nueva
mirada hacia una enfermedad que parecía a
priori erradicada a partir de políticas públicas efectivas. Sin embargo, la
autora nos toma de la solapa para sumergirnos en una dinámica compleja de
interrelaciones y resistencias. Este trabajo se presenta como principal insumo
para aquellos que realizamos investigación en el marco de la Historia Social de
la salud y la enfermedad, dada su complejidad y profundidad de análisis.
Podemos pensar entonces a esta historia –desde un
concepto de Foucault1, referido a la hora de pensar esquemas de
conocimiento– como una arqueología de la lepra en Argentina. Es decir, esta
historia constituye en sí misma un complejo entramado de saberes, en distintas
dimensiones. Invierte la dirección de la marcha, desde allí presenta no solo a
los actores y sus circunstancias sino también a las tensiones, las rupturas y
las continuidades –abordadas en su análisis en estos 70 años–, en cuatro
realidades geopolíticas diferentes de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe,
Chaco y Corrientes. En este marco, establece una clara diferencia temporal en
el desarrollo de políticas públicas, prácticas médicas, avances científicos que
reconfiguran la enfermedad y al enfermo: desde principios de siglo y hasta la
llegada de las sulfonas en los años 40´ se persiguió más al leproso que a la
lepra. Aquí, las instituciones y las acciones de los actores sociales y
políticos adscriben al aislamiento y el peligro social que encarnaba la
enfermedad. En el contexto de las transformaciones en el paradigma de salud y
la introducción de la OPS y la OMS y la
era postsulfónica, se inician modificaciones en los modos de percepción de las
enfermedades, entre estas a la lepra como uno de los casos emblemáticos.
La autora va articulando las tensiones entre
las esferas jurisdiccionales, los intereses contrapuestos de las Damas de
Beneficencia (no solo mujeres de la elite, sino como brazo ejecutor en muchas
ocasiones de las políticas estatales), los políticos, los intereses económicos,
los médicos y sus prácticas así como los médicos y su búsqueda de generar
alternativas a los tratamientos, y de qué manera el enfermo queda entre medio
de esta trama. Lejos de ser un sujeto pasivo, los contextos de encierro y
exclusión y la dinámica de miedo construida socialmente, en torno a la
patología, se transforman en factores de organización de los enfermos,
protagonizando estrategias colectivas e individuales de resistencia a ciertas
dinámicas.
En tanto a las fuentes históricas que se
articulan a lo largo de todo el trabajo y son de diversos orígenes, ofrecen un
amplio panorama de la dinámica desplegada en función de la lepra en argentina.
El corpus de fuentes está compuesto por discursos políticos, leyes, debates,
diarios, correspondencia oficial y privada, conferencias, tesis, propagandas y
campañas, publicaciones especializadas, discursos médicos y experiencias de
todos los actores que intervienen en este recorrido.
En cuanto a su estructura del libro, se
plantea una clara estrategia en la construcción de su objeto. En la introducción aborda los orígenes de la
lepra y los primeros estudios realizados en nuestro país. Allí plantea un
interesante estado de la cuestión sobre la producción generada por
profesionales de la salud. En este sentido, la autora da cuenta del traspaso
del tratamiento de la lepra como un mal individual que pasa a ser parte de la
agenda médica y política y empieza a buscar legitimidad como política de
profilaxis social.
En relación con esto último, emerge el segundo capítulo
que aborda las tensiones y los debates referidos a la puesta en marcha de la
ley de profilaxis contra la lepra. Así entran en escena diferentes actores
sociales y políticos, dando inicio a un juego de intereses que deriva en la
sanción de la Ley 11.359. Esta Ley será
el objeto principal del capítulo II. Una vez presentada la cuestión en la que
se evidencian rupturas y continuidades en el proceso desde que se sanciona la
Ley hasta que se lleva adelante su materialización, los siguientes capítulos
toman como eje la aplicación de la misma en los diferentes espacios enunciados
por la autora. Es interesante cómo se vincula la periodización política
(referenciada en el plano nacional e internacional) con el desarrollo de las
prácticas médicas, acciones estatales, campañas, innovaciones tecnológicas
vinculadas a la enfermedad y la emergencia de distintas instituciones. El
capítulo III pone en escena a nuevos actores y sus conflictos a partir del
estudio sobre el caso emblemático del Sanatorio colonia Maximiliano Aberastury.
El próximo capítulo es interesante en varios aspectos, ya que plantea el
quiebre en el sistema de conocimiento sobre la enfermedad en cuanto a la
investigación científica sobre la lepra, realizada desde la ciudad de Rosario.
Así como la expansión de los patronatos de leprosos y las colonias infantiles.
En el V capítulo se analizan las políticas públicas y las acciones de estatales
y particulares respecto a las campañas de lucha contra la lepra durante el
peronismo. En el capítulo VI se abordan los resultados de las campañas contra
la lepra en el contexto de nuevos avances de la leprología durante el
desarrollismo en Argentina. El último apartado refiere a las transformaciones
de los sanatorios coloniales, nuevos convenios y nuevas líneas de investigación
científica bajo una nueva realidad geopolítica mundial.
Este libro presenta las redes de influencia como un
prisma desde donde observar la consolidación de la corporación médica y las
distintas etapas de su desarrollo; el
rol de las Sociedades de beneficencia y los Patronatos de leprosos; los debates
al calor de la Ley 11359; las políticas públicas en los diferentes modelos de
Estado; la formación de los sectores intermedios; el desarrollo científico en torno a las
investigaciones y los tratamientos y las redes que de ello surgen y por último, cómo los enfermos transitan los
cambios y las continuidades que van desde la concepción del tratamiento
individual a la profilaxis social, para finalmente, enfrentarse a una
concepción vigente en el imaginario social y prejuicios funcionales2:
la lepra como un signo distintivo, de otredad, que al igual que en la Edad
Media, debía despertar la exclusión y así también compasión del buen cristiano.
El enfermo de lepra se enfrentó a un Estado con políticas
discontinuas, a un marco socio histórico dinámico desde el cual parece obtener
elementos para vincularse a la sociedad y vencer el miedo.
Notas
1 Haremos mención al
concepto de arqueología del saber, ampliamente abordado en su complejidad discursiva
en función de la relación entre ciencia, saber y poder. Para ello podemos
referir: Foucault, Michel. La
arqueología del saber (Buenos
Aires: Siglo Veintiuno, 2da edición, 2008).
2 No podemos dejar de
mencionar aquí la influencia del trabajo de Georges Duby acerca de la lepra en la
Edad Media en relación con los miedos: “[…] se llamaba lepra a muchas
enfermedades […] había respecto a la lepra un terror sagrado […] junto a cada
leprosario vivía un grupo de cristianos inflamados de compasión. En fin, esta
enfermedad se propagaba de modo más equitativo que la peste. No afectaba solo a
los pobres”. Duby, Georges. Año
1000, año 2000. La huella de nuestros miedos (Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 1995), p. 91.
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