Lilia Paola Martínez Meléndez
El trabajador a jornal en Cartagena en la segunda mitad del siglo XVIII*
Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, vol. 25, núm. 2, 2020
Universidad Industrial de Santander
Lilia Paola Martínez Meléndez lpmartinezmel@gmail.com
Universidad Nacional Autónoma de México, México
Recibido: 30/07/2019
Aceptado: 21/01/2020
Resumen: El artículo analiza el tipo de trabajadores presentes en las obras de construcción y remodelación de las fortificaciones de Cartagena de Indias y el tipo de remuneración recibida a cambio de su labor durante la segunda mitad del siglo XVIII. Para ello se tuvo como principal fuente de análisis las relaciones de mando realizadas por los ingenieros a cargo de las obras, teniendo como resultado la identificación de multiplicidad de actores y variabilidad de ingresos, los cuales eran determinados por el tipo de labor realizada dentro de la obra y el nivel social del trabajador. Por otro lado, la investigación también identificó que la mano de obra criminalizada y obligada a ejercer trabajos forzados fue usada para remediar la escasez de mano de obra esclava y reducir la dependencia en mano de obra libre y asalariada.
Palabras clave: trabajo, trabajo forzado, Cartagena, fortificaciones, jornal, siglo XVIII.
Abstract: This article analyzes the type of workers present in the construction and renovation of Cartagena de Indias fortifications and the type of compensation they received during the second half of the 18th century. It has as principal sources the Re- laciones de Mando, reports made by the engineers that oversaw the construction sites to the Spanish Viceroys. As a result, the article identifies a multiplicity of actors along with a variance of wages that were determined by the type of labor performed and the workers’ social status. This research also identifies that criminalized forced labor was widely used to remedy the shortage of slave labor and prevent the dependency of the constructions works on free and paid workers.
Keywords: Work, Forced Labor, Cartagena, Fortifications, Wages, 18th century.
Resumo: O artigo analisa o tipo de trabalhadores presentes nas obras de construção e reforma das fortificações de Cartagena das Índias e o tipo de remuneração rece- bida em troca de seu trabalho, durante a segunda metade do século XVIII. Para tanto, a principal fonte de análise foram as relações de comando realizadas pelos engenheiros responsáveis pelas obras, resultando na identificação da multiplicidade de atores e da variabilidade de renda, os quais foram determinados pelo tipo de tra- balho realizado no projeto. trabalho e nível social do trabalhador. Por outro lado, a investigação também identificou que a força de trabalho criminalizada e forçada era usada para remediar a escassez de mão-de-obra escrava e reduzir a dependência do trabalho livre e assalariado.
Palavras-chave: trabalho, trabalho forçado, Cartagena, fortificações, salário, século XVIII.
1. Introducción
La labor realizada por peones, desterrados y esclavos del rey, en torno a la construcción y remodelación del cordón de seguridad amurallado del puerto militar de Cartagena de Indias, y el análisis del tipo de remuneración recibida a cambio de la realización de dichos trabajos, será el eje del análisis del presente artículo. Los trabajos que se generaban en torno a la fortificación de la ciudad eran realizados por personal que encontraban en estas actividades una fuente de ingresos útil para su sostenimiento. En este sentido, la mano de obra libre, presidiaria o en condición de esclavitud representaba una parte fundamental para la economía portuaria y la vida laboral de la ciudad a lo largo del siglo XVIII, especialmente durante su segunda mitad. La condición de establecimiento militar, comercial y naval convirtió a Cartagena en un centro significativo para el trabajo, “la ciudad ofrecía empleo a una fuerza laboral sustancial de pequeños comerciantes, artesanos y obreros”.1 El trabajador en este contexto se convierte en un objeto de estudio clave, dado que, era el sujeto que movía buena parte de las actividades cotidianas de la ciudad.
Su puerto era la principal puerta de entrada y salida de mercancías del virreinato de la Nueva Granada y puente que enlazaba a otros lugares del sur del continente como Perú o Quito. Desde los primeros años de la conquista, la Corona reforzó militarmente los puertos más importantes del Nuevo Mundo, esto con el principal objetivo de proteger los cargamentos que desde América salían a Europa y evitar posibles ataques e invasiones enemigas; Cartagena fue uno de estos puertos y con el tiempo se consolidó con un puerto mayor.
Luego del ataque inglés a la Habana en 1762,2 la Corona española desplegó todo un andamiaje administrativo y militar que iba encaminado a reforzar el sistema defensivo de todo el Imperio; se destinaban recursos tanto para las estructuras físicas como murallas, baluartes, fuertes, así como también para mantener a las tropas y toda la institución militar en forma de situado.3 Dichos ataques no eran novedad para los territorios españoles en América; a lo largo de todo el periodo colonial, el mar Caribe fue escenario de continuas batallas entre las potencias europeas por el control de los territorios y las rutas comerciales, los cuales dejaron como consecuencia para la Corona española la pérdida de posesiones y control territorial en la región, tanto en el área insular como en el área continental. Casos importantes fueron la pérdida de Jamaica, la mitad occidental de la isla La Española, el control de las Pequeñas Antillas o la permanente presencia de ingleses, franceses y escoceses en las costas de Mosquitos o en la selva del Darién.4
Cartagena, como eje articulador de las rutas comerciales del Caribe y desde los primeros años de su fundación, fue víctima en varias ocasiones de ataques enemigos. El “despertar de Cartagena provocaría la presencia de empresas piratas iniciadas por Roberto Baal, 24 de julio de 1543, seguido por Jhon Hawquins en 1568, Jean de Beatemps, en 1559 y sir Francis Drake en 1586”5 o el ataque de Edward Vernom en 1741. La alarma que se encendió en el Imperio con el ataque de la Habana impulsó la realización trabajos de ampliación, construcción y reparación de todas sus estructuras defensivas en este puerto militar y de los demás puertos mayores de la cuenca caribeña. La ciudad se mantiene durante los últimos años del siglo XVIII en obras.
La ciudad ha sido un puerto militar por tradición, este carácter fue forjado desde el momento de su fundación y se consolidó en el siglo XVIII, a causa de la progresiva estructuración de la milicia y del ejército español; el reformismo Borbón estipuló dentro de su plan la cohesión de sus colonias impulsando una mayor presencia administrativa y militar. Además, dentro de las otras reformas hechas por los borbones, se implantó el comercio libre, lo cual ayudó a que la actividad comercial legal en el puerto continuara en aumento6 con respecto a los años en los que las flotas con galeones hacían arribo en el lugar y permitiera generar recursos suficientes para sortear los gastos que la ciudad generaba la discusión sobre la forma en la que la plaza se mantenía es planteada de manera interesantes por José Manuel Serrano, argumenta que para la segunda mitad del siglo XVIII, la ciudad logró tener una actividad comercial suficiente para mantener los gastos de construcción de las fortificaciones por medio de los impuestos locales, prestamos individuales de comerciantes y de transferencias de cajas exteriores con el único fin de solventar los gastos de construcción.7 Serrano problematiza lo plantado por Adolfo Meisel, quien sostiene en su ensayo sobre situado y contrabando en Cartagena, que este rubro era destinado, además del pago de la tropa, al mantenimiento de las obras de construcción de fortificaciones, el pago de guardacostas y otros gastos militares.8 Sin embargo, no debemos pasar por alto que a pesar de que el dinero del situado estaba encaminado para el mantenimiento de la milicia, son los integrantes del ejército quienes gastaban parte de ese dinero en el comercio local, haciendo de esta manera que el dinero del situado circulara por toda la economía cartagenera. Del mismo modo en que las inversiones que se realizaban para la construcción de las fortificaciones tuvieron efecto en la vida de los trabajadores y en toda la sociedad.9
Desde 1533 Cartagena se perfiló como centro administrativo, pronto se transformó en un verdadero centro comercial, ruta de penetración hacia el Perú y su posición y funciones establecidas le permitieron adquirir el apelativo de “llave de las Indias Meridionales”.10 Siendo una de las llaves del Reino de la Nueva Granada debía ser protegida, “pues dueños los enemigos de ella, se apoderarían del Chocó, del Atrato y por Panamá se introducirían en el Perú”.11 Ser considerada como la puerta del sur de continente americano acentuaría su visibilidad ante las autoridades y los enemigos de la Corona.
En materia demográfica, al entrar el siglo XVIII, “Cartagena de Indias era de lejos la mayor concentración de población en la región norte de Nueva Granada, y el epicentro de la economía regional”.12 Anthony Mc Farlane sostiene que la Cartagena de finales del siglo XVIII tenía una población considerable, si se compara con otros centros urbanos de la región como Mompóx y Santa Marta. Su población oscilaba entre los 14.000 y 16.000 habitantes.13
Los trabajos de construcción llevaron consigo una serie de dinámicas que impulsaron la actividad social, económica, comercial y mercantil en el puerto durante los últimos cuarenta años del siglo XVIII. Como lo sostiene Sergio Solano:
El levantamiento de las plazas comerciales y portuarias fortificadas en las colonias españolas del Gran Caribe, tales como La Habana, Veracruz, San Juan de Puerto Rico, Portobelo, Cartagena de Indias, Maracaibo y La Guayra- Caracas, como también de los puertos de Guayaquil y El Callao -sobre el océano Pacífico- demandó la movilización de grandes cantidades de mano de obra, tecnologías y recursos en dinero y en materiales de diversa índole. Las necesidades de los insumos necesarios para la defensa integraron diversas áreas geográficas, funcionarios, militares, empresarios y trabajadores libres y esclavizados.14
Las obras de construcción en el siglo XVIII se enmarcaron en una alta estrategia de guerra.15 El tipo de construcciones militares que se adelantaron en la ciudad responden a los avances tecnológicos y políticos de Europa, este siglo “marcó una ruptura de las dimensiones sociales, económicas y políticas con la implementación de preceptos en torno al progreso en Europa que se vieron reflejadas en una apertura de fronteras, desarrollo tecnológico y una revolución científica e ideológica”.16
2. La fortificación y el trabajo
La condición de establecimiento militar, comercial y naval convertían a Cartagena en un centro significativo para el trabajo para toda la Nueva Granada: “la ciudad ofrecía empleo a una fuerza laboral sustancial de pequeños comerciantes, artesanos y obreros”.17 Durante esta temporalidad en la urbe, una cantidad significativa de trabajadores calificados y no calificados dedicados a diversos oficios que tenían como eje las obras de defensa que demandaban grandes cantidades de trabajadores.18 El trabajador en este contexto se convierte en un objeto de estudio clave para darle forma a los relatos históricos que generaba la actividad de los trabajos en la fortificación. Hacer una aproximación a la historia de los sistemas de pago y del trabajo no calificado implica como ya lo habíamos mencionado anteriormente, realizar un examen de los componentes historiográfico y el histórico, el primero ya fue tratado en la introducción del trabajo, el segundo será detallado a continuación.
Sergio Solano es el historiador que a la fecha ha estudiado de manera sistemática el tema de los trabajadores en Cartagena durante el periodo colonial, sus aportes son fundamentales para comprender el contexto social, económico y político en el cual se desarrolló la actividad laboral de la ciudad. Solano argumenta que los sectores trabajadores deben ser vistos desde sus propios matices, procurando evitar las generalizaciones, dado a que no permiten que nos percatemos de la multiplicidad de actores e intereses que existen dentro de este renglón de la sociedad.19
El mundo laboral del Cartagena a finales del siglo XVIII tenía algunas características particulares que lo hacían un tanto diferente a otros puntos del Imperio. La progresiva organización y tecnificación del trabajo en el mundo llevaba a la aparición de artes y oficios destinados a suplir las necesidades y darles solución a los problemas que en el camino aparecían, pero esto no de daba de manera homogénea; el desarrollo del empleo iba de la mano de las necesidades y del contexto mismo de cada lugar, es por ello que Cartagena dadas sus condiciones, fue escenario de un complejo mundo laboral. En esta plaza no solo tenían cabida pequeños talleres artesanales, sino que también existieron espacios laborales que generaban empleos para un gran número de personas como el apostadero de la Marina, las Reales Obras de fortificación, la maestranza de la artillería y los talleres de armería de los ejércitos reales.20 Este escenario laboral solo se modificará con los cambios acaecidos por los procesos de Independencia.21
En el contexto latinoamericano, otros han sido los trabajos que también ha abordado el mundo del trabajo, en nuestro caso nos centraremos en esos trabajos que han estudiado el mundo laboral en el marco de construcciones de obras públicas. El artículo de Enriqueta Quiroz, “Salarios y condiciones de vida en Santiago de Chile, 1785-1805: a través del caso de la construcción de la Casa de la Moneda”.22 Este texto será central, dado que la autora analiza las lógicas del comportamiento de las obras de construcción urbanas y del trabajador en un contexto urbano.
Continuando en el sur del continente, existe un artículo que de igual manera nos ayuda a comprender cómo eran las lógicas del trabajo de la construcción urbana. Para mencionar el texto de Florencia Thul, “Relaciones laborales en el sector de la construcción en el Montevideo tardo-colonial. La construcción de las fortificaciones y de la iglesia matriz, 1760-1808”,23la autora estudia la manera en la que se emplearon trabajadores en la reconstrucción de la Iglesia Matriz y la construcción de las fortificaciones para la defensa de la ciudad y ponen en contexto los niveles de vida y salariales de los trabajadores de Montevideo con otros puntos de América y de Europa. Además, analiza la estabilidad del empleo, identifica las formas de contratación y la evolución de los salarios.
2.1 ¿Por qué la fortificación de la ciudad?
Durante los siglos XVI y XVII las ciudades americanas, fundamentalmente los puertos, habían sido fortificadas basándose en el plan que elaboraran para Felipe II, durante el siglo XVIII, influenciado por la escuela flamenca, la fortificación se transformó en un arte.24 El puerto de la ciudad era la principal puerta de entrada y salida de mercancías del virreinato de la Nueva Granada y del Perú. Desde la conquista, la corona reforzó militarmente los puertos más importantes del Nuevo Mundo, esto con el principal objetivo de proteger los cargamentos que desde América salían a Europa. Allí encontramos a esta bahía ubicada en el extremo noroccidental de sur América, Cartagena de indias. En la actualidad “los trabajos más representativos de fortificaciones giran en torno a la descripción histórica y arqueológica de las construcciones militares principalmente en Cartagena de Indias y Santa Marta”.25
Luego de la arremetida pirata a la Habana en 1760,26 la corona española desplegó todo un andamiaje administrativo y militar que iba encaminado a reforzar el sistema defensivo de todo el imperio; se destinaban recursos tanto para las estructuras físicas como murallas, baluartes, fuertes y en general toda la institución militar. Dichos ataques piratas no eran novedad para los territorios españoles en América, a lo largo de todo el periodo colonial el mar Caribe fue escenario de continuas batallas entre las potencias europeas por el control de los territorios y las rutas comerciales.
Cartagena, como eje articulador de las rutas comerciales del Caribe, desde los primeros años de su fundación la ciudad fue víctima en varias ocasiones de dichos ataques piratas. El “despertar de Cartagena provocaría la presencia de empresas piratas iniciadas por Roberto Baal, 24 de julio de 1543, John Hawkins en 1568, Jean de Beatemps, en 1559 y sir Francis Drake en 1586”.27 La alarma que se encendió en el imperio con el ataque de la Habana impulsó la realización trabajos de ampliación, construcción y reparación de todas sus estructuras defensivas en este puerto militar. De esta manera la ciudad marca el inicio de los últimos años del siglo XVIII.
La ciudad de Cartagena de Indias ha sido un puerto militar por tradición, su carácter fue forjado desde el momento de su fundación. Durante el XVIII, con la llegada al poder de los Borbones, el papel militar de Cartagena se acentuó aún más. El interés por mantener las posesiones geoestratégicas del imperio español era muchísimo más evidente con el reinado de esta dinastía que, con la anterior familia, los Hasburgos. El reformismo borbón estipuló dentro de su plan la cohesión de sus colonias en donde se impulsaba una mayor presencia administrativa y militar. Además, dentro de las otras reformas hechas por los borbones, se implantó el libre comercio, lo cual ayudaría que la actividad comercial legal en el puerto continuara en aumento.28
Desde 1533 Cartagena se perfiló como centro administrativo, pronto se transformó en un verdadero centro comercial, ruta de penetración hacia el Perú y “llave de las Indias Meridionales”.29 La “Llave del reino” debía ser protegida, “pues dueños los enemigos de ella, se apoderarían del Chocó, del Atrato y por Panamá se introducirían en el Perú”.30 Ser considerada como la puerta del sur de continente americano acentuaría su visibilización ante las autoridades y los enemigos de la corona. Al entrar el siglo XVIII, “Cartagena de Indias era de lejos la mayor concentración de población en la región norte de Nueva Granada, y el epicentro de la economía regional”.31 Anthony Mc Farlane sostiene que la Cartagena de finales del siglo XVIII tenía una población considerable, si se compara con otros centros urbanos de la región como lo eran Mompóx y Santa Marta, su población oscilaba entre los 14.000 y 16.000 habitantes.
Al iniciarse el siglo XVII ya era uno de los principales puertos y plaza fuerte del imperio español32 y punto estratégico de interés de las potencias coloniales del antiguo continente. Su posición geográfica la dotaba de características únicas que le permitían tener una relación directa tanto con el Caribe como con sur América. Era punto de anclaje comercial y de las rutas marítimas, “pasó a ejercer funciones de control fiscal, administrativo y militar, complementándose esta actividad de control del comercio con el aumento del mercado local de la ciudad”.33 Para inicios del siglo XVII, la ciudad contaba con una actividad comercial considerable debido a que era el primer puerto negrero de Nueva Granada. A pesar de que, para finales del periodo colonial, el comercio negrero ya no sería la actividad más importante del puerto, puesto que la trata de esclavos negros había decaído notablemente,34 se continuaba comerciando con otro tipo de productos que hacían que la ciudad no perdiera su dinamismo.
En muchas descripciones realizadas por estudiosos del pasado, concuerdan en la importancia de la ciudad para el contexto político y económico de la época en el virreinato, por eso era necesaria mantenerla resguardada de todo peligro. Colombianistas como el inglés Anthony Mc Farlane, plasman en los artículos que hacen referencia a los últimos años del periodo colonial de la actual Colombia, la relevancia mercantil de este puerto tanto para el contexto regional como para el metropolitano. En palabras de Mc Farlane:
Cartagena, debido a su posición de terminal para las flotas transatlánticas y, por ser el lugar de residencia de los comerciantes involucrados en negocios de importación y de exportación y principal base administrativa y militar de la Costa Atlántica, se convirtió en el centro principal de la organización del comercio con España. Cuando se suprimió el sistema de galeones no perdió esa posición ya que la ciudad continuo siendo, legalmente, el único centro comercial de distribución de productos mercantiles con la metrópoli.35
Desde la mirada de viajeros y visitantes que plasmaron con sus palabras el ambiente de la ciudad, se logra percibir parte de la cotidianidad de este epicentro portuario. En una descripción realizada por los visitantes Antonio de Ulloa y Jorge Juan y Sanacilia,36 se exponen las condiciones generales en las que encontraron la ciudad para el año de 1735, en la descripción se detalla la poca riqueza mineral que se podía extraer de los territorios de Cartagena y su provincia, pero exaltaron las propiedades con las que contaba su puerto, pese a que no existían cultivos o minas en sus cercanías, ni agua, las condiciones de su bahía la hacían apta para que se ubicara en ella uno de los puerto con una cobertura significativa.
3. Economía y sociedad
El comportamiento de la economía colonial está ligado al desarrollo y evolución del sistema capitalista; las diferencias entre la forma en que se desarrolló el capitalismo entre las distintas potencias de Europa occidental determinaron el devenir económico de las colonias en América.37 Fue distinto el aventajado capitalismo inglés en comparación con las formas aun feudales que implantó la corona española en sus posesiones en el nuevo mundo. Las riquezas en España quedaban en manos de unos pocos nobles apoderados, los cuales no ponían en funcionamiento dicho capital, a diferencia de lo ocurrido en las otras potencias, dónde, de la mano de una burguesía fortalecida, el dinero era repartido de una manera un poco más homogénea lo que le permitía a un mayor número de pobladores tener acceso a mejores ingresos.
El sistema capitalista había alcanzado un desarrollo considerable para el siglo XVI, específicamente en países como Inglaterra, Francia y los Países Bajos; Aunque España, a pesar de tener un capital considerable, este no fue suficiente para alcanzar los niveles de desarrollo de las otras potencias, tampoco, se puede considerar que aún se encontraba inmerso dentro del sistema feudal. De alguna u otra manera el contexto económico mundial influenciaba en comportamiento de la economía española y de sus colonias.
Consideremos de acuerdo a lo planteado anteriormente al sistema económico colonial español como precapitalista, debido a que ya había dejado de lado parte de las prácticas del feudalismo, pero también había adoptado formas del capitalismo occidental. Tradicionalmente se ha considerado al sistema económico colonial español como un sistema intervencionista de proporciones desmesuradas, lo cual llevaba a la poca movilidad de su economía. Pero esta inmovilidad no se debe a los controles fiscales directos de La Corona, sino, como lo sustenta Germán Colmenares, dependía de la inmovilidad de los factores económicos, como el mercado, los precios o la fuerza de trabajo, los cuales no eran regulados directamente por la metrópoli.38 Tener claro el comportamiento de la economía colonial es fundamental para lograr realizar un análisis de los sistemas de pago de los trabajadores de la fortificación.
Socio-racialmente, Cartagena ha sido una ciudad llena de contrastes. Desde los primeros años de su fundación fue forjada como un puerto negrero, gran parte de su población fue negra y mulata, por lo tanto, “aunque existía una elite blanca dedicada al comercio, ganadería, alta oficialidad del ejército y a ejercer cargos públicos, fueron los negros, pardos y ‘gentes de otras mixturas’ quienes definieron el mundo social de la ciudad colonial”.39 Aunque para la ciudad se quiso implantar la política española que procuraba evitar las mezclas interétnicas, además que aún después de las primeras décadas de la conquista, España seguía teniendo problemas para transferir los tres estados de la metrópoli (nobles, clérigos y plebeyos) y en establecer categorías raciales nítidas en sus colonias en América.40
Esta imposibilidad por mantener el orden deseado provocó la formación de una sociedad mixta, plural y variada. La mezcla de los pueblos indígenas, negros esclavos provenientes de África y de los españoles, fue una de las mayores preocupaciones de la Corona pues no lograba establecer categorías claras de diferenciación entre las castas existentes y las nuevas variaciones raciales que aparecían con el tiempo. Luego de años de cruces interétnicos, la población para la década de 1780 se estimaba alrededor de los 15.887 habitantes de los cuales el 49.3% eran libres de todos los colores, el 18,9% esclavos, y el 31,2% restante estaba representado por blancos.41 La mayoría de la población estaba constituida por personas que habían sido fruto de años de diálogos entre las tres raíces que hacían presencia en América.
Es notable la presencia de libres en la composición poblacional de la ciudad. La sociedad cartagenera había sido moldeada por un largo proceso de mestizaje, la alta densidad de negros y mulatos -libres y esclavos- había conformado un ambiente favorable a las diversas formas de manumisión42 y de crecimiento de población libre. El grupo de los denominados libres fueron actores sociales de consideración, además al conformar el grueso de la población “producían la mayor parte de alimentos, bienes y servicios requeridos por la ciudad”.43 Fueron ellos quienes, con el tiempo, ratificaron oficios tradicionales como el de la albañilería, la carpintería, el trabajo en los astilleros, los oficios domésticos, las ventas ambulantes y la pesca artesanal. Según Aline Helg, los habitantes de Getsemaní, por ejemplo:
[…] cultivaban frutos y vegetales en las proximidades de la capital; otros pescaban en la bahía y vendían sus productos en la ciudad. Mujeres de color transportaban y vendían mercancías y productos en las calles y los mercados; otras vendían alimentos y administraban casas de hospedaje; aún otras trabajaban como domésticas, lavanderas y costureras. Artesanos negros, pardos y zambos fabricaban herramientas y vestidos en talleres de familia o establecimientos más grandes, empleando trabajadores libres y esclavos.44
Un aspecto que se destaca de la composición social de la ciudad es el alto número de militares que habitaban en ella, no era de extrañarse, debido al marcado carácter militar de la plaza. En el contexto de guerra de la década de 1770, la Corona como medida para mejorar la estructura de la institución militar y hacerlos frente a los posibles ataques llevó a cabo una reforma militar el año de 1773. Dicha reforma contribuyó al crecimiento demográfico y económico de la ciudad, pues arribaban paulatinamente cantidades considerables de soldados, los cuales “necesitaban alimentos, alojamiento, ropa y servicios.45
Cartagena era una ciudad abocada hacia la institución militar, esta característica le ocasionó ciertos problemas de autoridad en el manejo de la administración pública por los conflictos que se presentaban entre las diversas corporaciones que allí hacían presencia. Por otro lado, la ciudad no era fuente de riquezas considerables, su importancia comercial radicaba en su posición como centro de salida de los metales provenientes del interior del continente. Las personas que nombraban para dirigir la ciudad eran militares,46 no cómo ocurría en otros puntos del imperio, donde quienes administraban las plazas era clérigos, aún a pesar de la presencia de cierta élite clerical y comercial, estos no lograron tener el poder con el que contaban los militares dentro de la administración pública. Por eso hemos encontrado expresiones como: “El gobierno político de Cartagena está unido al militar”.47
La tropa estaba conformada mayoritariamente por vecinos de la ciudad, lo que permitía cierta laxitud al interior de la institución y en formas particulares de ejercer las normativas que desde España eran impartidas. Al ser asimilado como un oficio, la labor de militar podía combinarse con otras actividades, un militar podía ser comerciante y mercader a la vez, algunos también se dedicaban al cobro de rentas y al manejo de la hacienda.48
4. El mundo laboral de la construcción y reparación de las fortificaciones
Para la historiografía tradicional de las fortificaciones de Cartagena es común mostrar a la ciudad y sus murallas como si fueran una sola cosa49 y se deja de lado un componente fundamental: el humano. Abundan los relatos arquitectónicos y técnicos sobre el proceso de construcción de las fortificaciones, a pesar de ello, poco a poco se ha ahondado sobre la participación de los sujetos que las construyeron o las lógicas de funcionamiento de la construcción o la manera en la que se logró poner en funcionamiento el aparato defensivo. La ausencia de estudios históricos que tengan como centro a las personas como sujetos activos dentro del desenlace de los hechos históricos, hace necesario realizar un examen de los procesos históricos que se formaron en torno a la construcción de las fortificaciones desde una perspectiva diferente, no solo desde el estudio de la piedra como se ha acostumbrado.
Tradicionalmente la historiografía de las fortificaciones se enmarcó en dos momentos importantes, el primero durante el primer tercio del siglo XVIII, el cual se relaciona con el proceso de construcción y reparación de la defensa, y el segundo luego de 1741, relacionado con la ampliación de la defensa y los cambios en las tecnologías de las armas y el arte de la guerra,50a pesar que los trabajos de fortificación de la ciudad se remontan al siglo XVI, los trabajos históricos más sobresalientes ubican su centro de atención temporal en el siglo XVIII. Por otro lado, teniendo como punto de partida la historiografía cartagenera que estudia a las fortificaciones como parte de la institución militar, en los cuales se estudia a la fortificación como un producto más de la labor del ejército en estos territorios, dejando de lado de la comprensión, igualmente, la participación de los trabajadores y los milicianos.
Para efectos del presente escrito situaremos nuestro análisis en las últimas tres décadas del siglo XVIII. En este periodo se presenta una particular reactivación de los trabajos de las obras de fortificación de los puertos más importantes del Caribe colonial, a causa de la toma por parte de los ingleses de La Habana en 1760. Dicho episodio encendió las alarmas de la Corona, la cual puso en función todo un programa de reforzamiento militar de cada puerto que se encontraba bajo su poder, entre esos, Cartagena de Indias.
En este contexto, la actividad laboral que generaba el puerto de Cartagena durante el proceso de construcción y remodelación de su sistema defensivo fue considerable. Se hizo necesaria la contratación y movilización de un número constante de trabajadores que se encargaron de la edificación de los muros, de la extracción de las piedras de las canteras, del corte de estas y de su transporte, de la construcción y reparación de embarcaciones, transporte de mercancía, entre algunos otros oficios. La Corona española era la principal entidad interesada en la protección de sus posesiones, por tanto, el Rey se convirtió en un empleador que proporcionaba empleo a un número significativo de hombres; a nombre de la Corona se realizaban algunas funciones como la contratación, el pago a los trabajadores o la compra de materiales para la construcción.
Para Cartagena, la financiación de los trabajos de construcción provenía principalmente de los recursos que generaba el situado que se enviaba desde ciudades como Santafé y Quito. Las relaciones de mando de los ingenieros brindan datos interesantes sobre el funcionamiento interno de la obra, allí se especificaban los gastos de la obra, al igual que el número de trabajadores y animales necesarios, se estipula también la procedencia de los dineros. No existe alguna otra referencia en las relaciones escritas por los ingenieros sobre un medio alternativo al situado para la financiación de las obras. Así, por ejemplo, para el año de 1793 fueron enviados 80.000 pesos los cuales se utilizaron para construir y habilitar las betas que limpian la entrada al puerto, también en los trabajos de ensanche del Cuartel de Artilleros y en la edificación de 22 bóvedas en la Muralla Nueva del Norte.51 En una relación enviada al gobernador de Cartagena en 1794, se exponen algunas de las fuentes de capital para el coste de funcionamiento de la construcción, esta relación da a conocer que para este año fueron enviados 30.000 pesos. Dichos recursos eran destinados al mantenimiento de las betas, los gastos requeridos en la “plaza, castillos, y fuertes dependientes, como son luces, embarcaciones menores de ese servicio, y demás de esta naturaleza”.52
Además de los situados enviados desde Santafé, también se transferían recursos de otras colonias como Nueva España y Jamaica. Los dineros que se enviaban a la ciudad debían ser destinados al pago de los salarios de los trabajadores, desde los ingenieros hasta el trabajador de más baja categoría, se incluyen entonces los sueldos de ministerio, de los oficiales de maestranza y de la tropa. Igualmente, estos recursos también debían ser usados para el pago de las remesas de artillería, municiones y armas.53
A pesar de los constantes recursos enviados a la ciudad, estos no eran suficientes para el mantenimiento de la obra, las relaciones de los ingenieros y gobernadores registran continuamente la incapacidad de las rentas del Reino para costear los trabajos y la rapidez con que estos se agotaban:
No bastarían las rentas del reino a cubrir sus obligaciones y en breve consumidas las existencias de las arcas reales volveríamos a los ruinosos apuros de otros tiempos, careciendo tal vez en el más crítico de una invasión, u otra ocurrencia de los socorros de dinero alma y agente de todas operaciones.54
Habiendo apuntado lo anterior, en el presente apartado examinaremos las lógicas salariales existentes durante la construcción de las fortificaciones a finales del siglo XVIII. Así las cosas, en un primer momento estudiaremos las formas de trabajo a jornal, nos centraremos en analizar el tipo de ingresos que recibía en trabajador “a jornal”. En un segmento analizaremos al trabajador “a jornal” como sujeto protagonista de las obras de fortificación.
Metodológicamente nos soportaremos en los aportes realizados por Marcelo Carmagnani en el libro El salario minero en el Chile Colonial55 y el mencionados trabajo de Quiroz “Salarios y condiciones de vida”. Ambas investigaciones son una apuesta por el estudio de la historia económica y social latinoamericana, y tienen en común el estudio de las lógicas salariales y la relación de los ingresos de los trabajadores con sus condiciones de vida. Estos textos nos permitirán realizar un análisis comparativo entre los procesos de aparición y consolidación del trabajo asalariado en dos puntos diferentes de la actual América Latina.
En el Chile colonial la aparición del trabajo asalariado se dio por el descenso de la población indígena que trabajaba bajo el régimen de la encomienda, en la Nueva Granada el factor que impulsó la contratación de trabajadores asalariados, por lo menos a finales del periodo colonial fue el descenso de la trata esclavista, la composición de la sociedad del virreinato y sobre todo de la ciudad de Cartagena determinó el tipo de población que se encargó se suplir la demanda de mano de obra, con un progresivo mestizaje, las personas que ocupaban puestos en la obra, ya fuera como trabajadores libres asalariados o trabajadores forzados eran sobre todo gentes de todos los colores. En Chile, el descenso de la población indígena y el aumento del mestizaje impulsaron, igualmente el trabajo libre, lo mismo sucedió en la Nueva Granada.
4.1 Medios de pago del trabajador de la fortificación
Las obras de construcción y remodelación del sistema defensivo de Cartagena de Indias fue una cantera ávida de mano de obra, la construcción necesitaba hombres con habilidades para el diseño y la construcción de los fortines. Los registros existentes señalan que tanto los ingenieros, hasta los desterrados, reos o esclavos, obtenían cierto auxilio monetario proveniente de su trabajo en la obra. Estos tipos de trabajadores constituyen los extremos de una serie de trabajadores, la cual era encabezada por los ingenieros, y los desterrados, reos o esclavos del rey, simbolizaban el último escalón. Entre estos dos grupos hacen aparición cargos y oficios como el de sobrestante, capataces, artesano y peón. A excepción de los ingenieros, que recibían su pago anualmente, todos los trabajadores de la obra tenían en común un aspecto, recibían salario “a jornal”, es decir, era pagado el día trabajado. En el Léxico documentado para la historia del negro en América se hace una definición del jornal pagado a los esclavos, dicha definición no se aleja demasiado de las características del pago a los trabajadores libres, nos dice que el jornal era el dinero que se le pagaba diariamente al dueño del esclavo,56 dicho dinero era repartido entre el esclavo y el amo.
Es destacable el hecho que las murallas no fueron construidas en su totalidad personas esclavizadas o de personas libres asalariadas. En los informes existentes notamos la presencia de hombres libres trabajando en conjunto con los esclavos y reos. Quienes veían en el trabajo en la fortificación una fuente de ingresos para su sostenimiento. Es entonces, el estudio de los salarios, un espacio que nos permite sentar bases para conocer como vivía la gente en el pasado y que al mismo tiempo nos permite identificar aspectos del funcionamiento económico de una región.57 Además, este tipo de análisis nos permite dar respuesta a debate sobre el atraso de América española en comparación con la Europa occidental.58 Los trabajos en la fortificación generaron empleo para ciertos grupos de la sociedad, la Corona se convirtió en una empleadora, que buscaba gestionar la demanda de recursos y de mano de obra de manera óptima posible.
Los datos que se han recolectado nos permiten ver algunos aspectos de la configuración del mundo laboral en el puerto a finales del siglo XVIII. Dentro de la lógica laboral de ese momento, “los oficios estaban jerarquizados tanto en su organización interna -maestros, oficiales y aprendices- como en la prestancia social de los mismos, lo que se reflejaba en el resto de la sociedad y ante las autoridades”,59 así por citar un caso, un sobrestante tenía un mayor nivel que representatividad a nivel socioeconómico que un esclavo, pero también dentro de cada estratificación existían diferencias marcadas por el valor del sueldo recibido, en la obra dentro de los grupos de sobrestantes o peones habían diferencias salariales las cuales las determinaba el tiempo al servicio de la Corona o las habilidades adquiridas por el trabajador.60 En este sentido, el tipo de labor que realizaban le permitía obtener mejores o peores remuneraciones salariales, lo que contribuía a que el trabajador obtuviera estatus económico, la división del trabajo le concedía al trabajador distintos niveles socioeconómicos los cuales se veían reflejados en las condiciones de vida y niveles de consumo.61
Otro aspecto que llama la atención es la clasificación del grupo de trabajadores, el tipo de salario recibido era el factor diferenciador entre los trabajadores, dicho factor era determinado por una especie de estamento social del cual provenía el trabajador, ya fuera libre de élite o pobre, esclavo o presidiario, este componente diferenciador determinaba a la vez la estratificación dentro de la obra. Así, encontramos denominaciones como “jornalero”, “peón voluntario”, “negro esclavo del rey” o “desterrado”. En consecuencia, si tomamos al salario como eje de la investigación lograremos desgranar partes significativas de las lógicas de la sociedad portuaria de finales del siglo XVIII, en este sentido, “el estudio de los salarios permite a los historiadores sentar bases importantes para conocer cómo vivía la gente en el pasado lo que a su vez contribuye a identificar aspectos fundamentales del funcionamiento económico de una región”.62
A continuación, analizaremos algunos datos hallados, los cuales nos permitirán acercarnos un poco a la reconstrucción del mundo del trabajo a jornal de la fortificación, para dicho análisis tendremos como punto de partida registros de pagos de los años 1770, 1771, 1788, 1792, 1793 y 1797. Estos años solo representan una muestra tomada aleatoriamente, por tanto, representan un punto de partida para dibujar una curva de comportamiento de los salarios de los trabajadores de la fortificación.
4.1.1 Relación de gastos de 1770
En el cuadro No. 2 del año 1770, se describe el capital humano necesario para las obras de la construcción del canal de Bocachica, la escollera de Santo Domingo, la escollera de Santa Catalina, los trabajos en la cantera de los Morros y el canal de la Quinta. Para estas obras fueron necesarios 31 sobrestantes, 42 artesanos, 455 peones voluntarios, 171 esclavos del rey y 364 desterrados, para un total de 1066 trabajadores. Cada una de las categorías mencionadas demuestra un tipo de trabajador distinto del otro. El principal criterio de categorización es el valor del jornal recibido, también, otro factor de clasificación lo podríamos ubicar en la condición social del trabador; por un lado, están los trabajadores libres, sobrestantes y peones, y por otro los que carecen de esta condición, ya sea por ser un esclavo o por estar en condición de presidio condenados a los trabajos forzados en el destierro.
El trabajo calificado de oficios como en de los sobrestantes, quienes eran los capataces en jefe o el de los artesanos que se dedicaban a la manufactura de los implementos de trabajo, entre otras funciones, podemos deducir que los peones voluntarios, los esclavos y los desterrados se dedicaban a las labores que requerían de un mayor esfuerzo físico, como la construcción o el transporte de los materiales de trabajo, o a la extracción de piedra de las canteras.
Si analizamos los datos de la tabla confrontando el número de trabajadores de cada especie tendremos los siguientes resultados. Los sobrestantes constituyen solo un 3% del total los trabajadores y los artesanos, un 4%. El mayor volumen de trabajadores estaba representado en los peones voluntarios, que constituía el 43%, los negros esclavos del Rey que componían un 16% y los desterrados que encarnaban el 34% del total.
La mano de obra en condición de esclavitud no representaba la mayoría del porcentaje de trabajadores, por lo menos no para la década de 1770. No obstante, si contemplamos el hecho de que los esclavos cumplían la misma función que los desterrados dentro de la obra y tenían un mismo nivel salarial, se puede considerar que en la sumatoria de estos dos grupos conformaba un 50% de total de trabajadores, hecho a rescatar porque esto implicaba una menor inversión en mano de obra, dado que los esclavos y los trabajadores forzados tenían la menor remuneración de su trabajo en comparación con los demás empleados. Es por ello, que la razón por la cual la presencia de estos trabajadores es tan alta, radicaba en lo rentable que resultaba su contratación, en vista de que solo recibían en promedio un real y medio de jornal diario.
Es notable que el 34% de la muestra esté representada por desterrados, eso demuestra que los trabajos en la fortificación había participación de personas provenientes de distintos lugares de la América española o del virreinato de Nueva Granada. La alta participación de peones voluntarios demuestra que el trabajo libre fue el motor de las obras en este periodo, a pesar de no ser el más rentable para los empleadores dado que generaba mayor gasto en salarios.
Habiendo anotado lo anterior, podemos entonces desmitificar afirmaciones como, por ejemplo, que las fortificaciones fueron construidas por negros esclavizados, oprimidos y obligados a trabajar, los cuales no recibían ningún tipo de remuneración a cambio de su trabajo, o que solo eran negros quienes trabajaban. En la construcción participaban hombres libres, blancos, negros y mestizos, esclavos o los denominados “desterrados”.63
4.1.2 Trabajadores de la fortificación en 1771
Existe una relación para el año 1771 que muestra datos similares a los presentados en el Cuadro N°1. Ambos cuadros además de identificar alguno de los cargos que se desempeñaban dentro de la obra, también exponen el salario que cada uno de los trabajadores ganaba por su jornada de trabajo. Realizando una comparación entre los jornales recibidos por los trabajadores en la obra se puede llegar a las siguientes deducciones. Para los sobrestantes el salario promedio era aproximadamente de 5 reales por jornal o día de trabajo, un esclavo, por otro lado, ganaba un real y medio. La diferencia entre el valor del jornal recibido puede llevar a considerar la valoración del trabajo, los sobrestantes eran los encargados de la obra, debían tener alguna tecnificación en la labor que realizaban, por otro lado, el esclavo, cuenta con una remuneración menor, lo que implica que valorativamente el trabajo realizado por el segundo merece una menor paga, a pesar del esfuerzo físico que representaba.
En el cuadro se logra ver el número de trabajadores empleados en 1771, al igual que en el cuadro N°2, el mayor número de empleados eran los desterrados. Si analizamos de la misma manera los datos del cuadro N°3 podremos observas los siguientes resultados. Con un total de 604 repartidos en los trabajos en las canteras de Tesca, la escollera de Bocagrande y el foso de Bocachica, los sobrestantes solo eran el 2% del total de trabajadores y los artesanos el 1%, estos dos grupos eran minoría en comparación con el 59% que estaba representado por trabajadores en condición de destierro y del 29% por negros esclavos, solo el 9% restante eran peones voluntarios. La contratación masiva de esclavos y desterrados implicaba una optimización de los recursos destinados para costear las obras.
Podríamos clasificar el trabajo a jornal en dos grupos, el calificado, conformado por los sobrestantes, capataces y artesanos, y el no calificado, constituido por trabajadores que no contaban con títulos de estudios o formación tecnificada. En tanto para 1771, se logra apreciar el aumento de los “desterrados” en las obras de fortificación en comparación con los datos del cuadro anterior. Ellos al igual que los esclavos obtenían un real y medio por su jornal de trabajo, cabría preguntarse qué tipo de personas conformaban este grupo de desterrados, de donde provenían y porqué era tan significativo su número en las obras de fortificación. La presencia de trabajadores en la extracción de material rocoso de las canteras fue constante, “las necesidades del sistema de defensa de Cartagena de Indias integraron fondeaderos, careneros, las canteras de piedras coralinas de las islas cercanas (Isla Fuerte, Barú y Tierrabomba) y de sus alrededores (Albornoz y Los Morros)”.64
4.1.3 Trabajadores en 1788
Durante el periodo en el cual estuvo trabajando Antonio de Arévalo en la ciudad también se expidieron este tipo de relaciones, en una expedida en 1788 se pone de manifiesto algo particular. En la descripción de la tabla que se muestra a continuación se notará:
Relación de los sobrestantes, capataces, artesanos, patrones y peones que existen en el día de la fecha en los varios departamentos, conducción de materiales y demás trabajos pertenecientes a las fortificaciones de esta plaza y sus anexas, con inclusión del número de presidiarios, esclavos, bueyes, burros y caballos que igualmente están empleados.65
Nótese que existe una categorización que pone por un lado a los trabajadores como los sobrestantes, los capataces, los artesanos y los peones en un nivel y, por otro lado, en un nivel diferente, a los presidiarios, esclavos, bueyes, burros y caballos.
Lo cual indica que, simbólicamente la labor y presencia de los reos y los esclavos del Rey eran considerados igual a la de los animales que trabajaban en la obra. En otras palabras, un esclavo o presidiario, era un bien más, la condición de esclavitud o presidio deshumanizaba al trabajador, convirtiéndolo en un objeto similar a una bestia de carga como los bueyes o los caballos.
Con un total de 331 obreros trabajando en Bocagrande, en la cantera de Albornoz, en la cantera de Oro, en las obras que se desarrollaban en la Plaza y en el hospital, hacen aparición una variedad mayor de oficios como el de capataz o los patrones de embarcaciones, estos constituían un 2% y un 3% del total de trabajadores, respectivamente. De otra parte, siguen siendo constantes oficios como el de sobrestante o artesano, peones voluntarios y esclavos. En este cuadro no se ven registrados los desterrados, el espacio que antes ocupaba este grupo es ahora sustituido por los presidiarios. Agrupando a todos los peones voluntarios, sumarian un 32% del total de los trabajadores en las obras. Con una participación del 23% es notorio el aumento del número de esclavos, ahora bien, los presidiarios que componen el 23%, forman un porcentaje significativo dentro del total de los trabajadores registrados para 1788.
En el Cuadro N° 3 observamos que los 446 trabajadores repartidos en las obras de construcción de la Muralla Real de la Mar del Norte, empleados en las canteras del oro de y Albornoz para la movilización de materiales de construcción, extracción de arena de Bocachica. En esta relación observamos que aparecen cargos tradicionales como el de sobrestante y artesano, pero notamos esta vez el registro de los patrones de embarcación. A diferencia de los datos de los dos primeros cuadros, este comparte junto con el cuadro N°4 el registro de presidiarios trabajando en la obra. Así mismo, continúan apareciendo los peones y los esclavos del rey.
Los trabajos que requerían que una mayor cantidad de mano de obra eran las obras de construcción de la Real Muralla seguido por los trabajos en la cantera de Oro. Para el caso de las obras de la escollera de Bocagrande, en la descripción hecha por Arévalo se menciona las razones por las cuales el número de negros y desterrados desciende, esto debido a la muerte de los trabajadores, la culminación de sus condenas, los achaques propios de la vejez o el traslado hacia otros lugares de dichos obreros, así que contando con las existencias en 1771 “de 171 negros esclavos de S. M. y 364 desterrados que había cuando se hizo el tanteo de su costo que suman 535 que estaban empleados en las reales obras de fortificación, con real y medio al día de ración a cada uno; y solo han quedado 78 de los primeros (esclavos) y 98 de los segundos (desterrados)”.66
Dicha falta de mano de obra no libre, esclava y rea fue suplida por peones voluntarios libres a los cuales se les debía pagar un jornal diario entre 2 y 4 reales. Esta fue la razón por la cual gasto estimado para las obras ascendiera de 1.369.597 pesos y 6 ½ reales67 a unos 1.327.018 pesos y 3 ½ reales.68
4.1.4 Relación de 1792
Los resultados del análisis de la relación de 1792 arrojan las siguientes consideraciones, para las obras que se adelantaban en la muralla Real, los reparos en la plaza, las canteras de Loro y Albornoz, extracción de arena y el hospital, y un total de 277 trabajadores, el menor registro encontrado hasta el momento, el 3% del total de los trabajadores estaba conformada por sobrestantes, los cuales mantienen su participación en la obra con números reducidos, el 2% de los trabajadores estaba constituido por los patrones de embarcaciones, en esta relación no hacen aparición los artesanos como una categoría salarial, a cambio de eso están los mencionados patrones de embarcaciones, los peones, de diversos niveles de ingresos representaban el 14% de los trabajadores de la obra, por el contrario.
Un significativo 56% lo conformaban los presidiarios, porcentaje significativo considerando que el 25% de los trabajadores eran esclavos del Rey. Es notoria la importancia de la participación de mano de obra no libre, especialmente presidiaria, los trabajadores forzados eran una herramienta fundamental para el funcionamiento de la obra. Esto nos lleva a pensar dos cosas, la primera que el bajo número contrataciones de peones se compensa con la contratación de desterrados, o que el número de trabajadores forzados era suficiente para sacar adelante las necesidades de la obra, ambas posibilidades son válidas, en vista de la relación existente entre la escasez de mano de obra barata (negra y rea) y la contratación de trabajadores libres.
4.1.5 Trabajadores en 1793
Para la última década del siglo XVIII no son muchas las variaciones en las formas de trabajo a jornal. Se nota una nivelación en el número de trabajadores libres y no libres. En la relación de obras construidas en 1793, se registran trabajos en la Muralla Real, en la Cantera del Oro y Albornoz, obras de reparación dentro de la plaza, trabajos de extracción de arena y el hospital. Con un total de 417 trabajadores, siguen siendo constantes los oficios de sobrestante, artesano y peón, al igual que es constante la participación de esclavos, en esta relación, cambia un poco la proporción en cuanto a número de trabajadores en las obras. Es notorio lo poco que varía la proporción de sobrestantes y capataces, los cuales, para 1793 representaban solo el 2% del total de trabajadores al igual que en 1788, esta poca participación se debe a la naturaleza propia de su labor, pues se dedicaban a la inspección y jefatura de la obra.
El espacio ocupado por los artesanos en la construcción es permanente en esta relación, se manifiestan en un 12%, mientas que los peones libres que ganaban entre 3 reales y un real y medio de jornal componían un 30% de los trabajadores. Continúa siendo considerable la proporción de presidiarios en la obra, en este reporte representan el 44%, este porcentaje ratifica la rentabilidad de este tipo de mano de obra. Y para finalizar, 16% restante que era conformado por los esclavos. En la construcción fue constante la relación entre trabajo libre y no libre, fue solo un periodo en el cual los trabajadores esclavos y forzados sobrepasaron considerablemente la proporción de trabajadores libres.
4.1.6 Relación gastos de 1797
Como ya lo hemos recalcado, los trabajos en la fortificación brindaron posibilidades infinitas para el desarrollo de la actividad laboral, fue un escenario para el despliegue de todo el ingenio de los arquitectos e ingenieros, además de convertirse en un trampolín para que quienes laboraran allí ascendieran profesionalmente o alcanzaran el reconocimiento como personas libres. Durante el periodo de servicio de Antonio de Arévalo (1742-1800),69 uno de los ingenieros que más organizada gestión realizó en esta plaza, se hallan las relaciones de mando que detallan de una manera clara cuales fueron los adelantos, gastos, salarios, y otros menesteres derivados de la construcción. El cuadro siguiente fue una de las relaciones en la que expuso la existencia de trabajadores, animales, operarios y embarcaciones que fueron usados en el año 1797 en las obras de fortificación para el año de 1797.
Esta relación tiene ciertas particularidades en comparación con las relaciones anteriores. La primera peculiaridad que nos es posible detallar es la desaparición de la categoría de artesano como nivel salarial uniforme, a cambio hacen aparición los carpinteros, calafates y albañiles, estos grupos claramente artesanos, se diferencian en el nivel de salario recibido, por lo cual no son posicionados en una misma categoría, este aspecto nos lleva a cuestionar las agrupaciones a las que fueron sometidos los artesanos en las relaciones anteriores, en vista de, como grupo heterogéneo no realizaban las mismas actividades y por tanto se presume que los salarios también debían cambiar considerablemente. Otra disimilitud que se halla en la presente relación es la desaparición de la categoría de reo o desterrado, la cual es compensada por el denominado grupo de “forzados”, que no era que otro nombre para denominar a las personas que trabajaban en la obra cumpliendo condenas en trabajos forzados en la obra, se pueden seguir considerando como presidiarios, siendo un sinónimo de reo o desterrado.
Con respecto a las similitudes de esta relación con las anteriores, encontramos algunos puntos en común. Siguen estando presentes categorías como la de sobrestante, esclavo del rey y peones. Para la realización del análisis cuantitativo de este cuadro agruparemos las categorías de trabajadores de la siguiente manera: “sobrestantes”; “artesanos”, grupo conformado por los carpinteros de ribera, los calafates, carpinteros de blanco y los albañiles; “peones”, agrupando en esta categoría a los tres niveles salariales presentes; esclavos de Su Majestad; y por último los “reos/desterrados”, constituidos por los trabajadores forzados. De esta manera se tendrán puntos claros de comparación entre esta última relación y las anteriores. Tendríamos entonces a los sobrestantes, artesanos, peones, esclavos y reos/desterrados o forzados.
Los trabajadores a jornal que mayor sueldo recibían eran justamente los que menos participación numérica tenían en la obra, los sobrestantes en esta ocasión solo representaban el 4% del total de los trabajadores registrados para 1797. De los 380 trabajadores, el 7%, eran artesanos, el 35% peones, el 12% esclavos y 42% forzados. Continúa siendo considerable el número de trabajadores no libres en la obra, tanto esclavos como presidiarios, estos últimos conformando una mayoría no despreciable.
5. Conclusión
Condensando los resultados de las cinco relaciones analizadas podríamos tener claras algunas anotaciones como el número de contrataciones de trabajadores libres, esclavos y reos; las obras que se ejecutaron durante ese periodo; y el comportamiento de los niveles de los salarios. De esta manera condensamos las obras de fortificación de finales del siglo XVIII en la construcción y reparación de fortalezas, además la construcción de un hospital, el mantenimiento y limpieza de las edificaciones existentes y la extracción de materiales de construcción.
En el Gráfico N°1 se muestra la tendencia de contrataciones de trabajadores “a jornal” durante los últimos 30 años del siglo XVIII. Se nota una tendencia a la disminución de contratación de trabajadores en la obra, en donde el pico más alto se presenta en 1170 con 1.066 trabajadores y el registro más bajo de trabajadores es en 1792. Luego de 1770 el número de trabajadores no sobrepasó los 604, conforme a las fuentes, se presume que la disminución de mano de obra se debe a que la principal fuente de trabajadores que era la constituida por esclavos y desterrados mermaba en conformidad con la demanda con la que eran solicitados, por lo tanto, se presume que el número de trabajadores disminuyó a raíz de la reducción en la intensidad de los trabajos, por ejemplo, en 1770 se presentaron ocho obras simultaneas a diferencia de las cuatro que se realizaban en 1797, sin embargo es curioso notar que en 1792 a pesar que estar ejecutándose 6 obras solo se registran 277 trabajadores, el número más bajo dentro de los años analizados.
Para una mayor comprensión de los datos analizados se han condensado cinco categorías con lo cual se propone agrupar a todas las formas de trabajo a jornal durante las últimas tres décadas del siglo XVIII. Las categorías son sobrestantes/ capataces, artesanos, peones, esclavos y reos/desterrados. En el grafico No. 2 se detalla con mayor claridad la proporción de cada tipo de trabajadores a lo largo de los años analizados.
Gráficamente se puede visualizar el comportamiento de la contratación de los distintos tipos de trabajadores en la muestra seleccionada. Vemos como en 1770 el nivel entre trabajadores libres y no libres esta equilibrados, nivel que se mantuvo estable en casi todos los años analizados, excepto 1771, en donde el nivel de trabajadores no libres sobrepasaba el 80%, a partir de 1788 se observa una nivelación entre el número de trabajadores libres y no libres, considerando la proporción de trabajadores en 1771, con una interrupción en 1792, en donde el total de trabajadores no libres llegaba a un 80% con relación al 20% correspondiente a los trabajadores libres. Sin embargo, el mayor porcentaje de trabajadores no libres no estaba conformado esclavos, sino por reos/ desterrados. Se puede presumir que la falta de mano de obra esclava se debe a los motivos que señalamos anteriormente, en los que se incluye la muerte de los esclavos o el envejecimiento; esta escasez de mano de obra barata no pudo ser suplida con eficacia a causa del cesante comercio negrero el cual ya no era tan significativo como en el siglo XVII, por lo cual se requirió él envió de trabajadores forzados para suplir esta demanda.
En la lectura de las fuentes y los datos hallados han derivado algunos interrogantes. Por ejemplo, ¿quiénes eran los denominados desterrados?, ya se había especulado que podrán ser los presos que cumplían sus condenas con trabajos forzados, ¿cuál era su lugar de precedencia? O ¿cuáles eran las actividades que realizaban los peones, esclavos y desterrados? Más adelante se profundizarán estas inquietudes.
Las tres últimas décadas del siglo XVIII representaron para Cartagena de Indias un escenario de movilidad constante, el cual tenía como epicentro las obras de construcción y reparación de su sistema defensivo. El propósito inicial de la Corona consistía en blindar sus posesiones en América, al igual que propiciar la formación de un escenario idóneo para el desarrollo de sus actividades comerciales. Cartagena desde el momento de su constitución fue forjándose poco a poco como una ciudad mestiza, plaza fuerte, clériga, militar, artesana, comercial y trabajadora. En este escenario de multiplicidades los conflictos de poder fueron constantes, los intereses por el control causaron que se fijara en ella cierto nivel de atención que se vieron reflejados en el envío constante de recursos. Como hemos analizado, los trabajos de reparación y construcción del sistema defensivo de la ciudad formaron un espacio propicio para la generación de un considerable número de empleos y el establecimiento de un intercambio cultural.
En el siglo XVIII, la ciudad se afirma en su papel activo de puerto comercial y de protectora y antemural del virreinato de la Nueva Granada. Un periodo de fructífera paz comprendido durante gran parte del siglo, le permitió transformarse, pasó de tener una población modesta a convertirse en un centro de comercio y punto de llegada de viajeros, esclavos y desterrados. Este periodo también le incrementar su cordón de seguridad militar y establecerse como base insustituible para las flotas comerciales y de guerra que surcaban las aguas del Caribe.
Los trabajadores de las obras constituían un grupo colmado de heterogeneidades, en donde el lugar de procedencia, el nivel de formación, la experiencia laboral o el tipo de salario marcaban la diferencia entre un trabajador y otro. A pesar de todas estas disimilitudes, en este momento de la historia de la ciudad el ingeniero, el artesano, el sobrestante, el peón, el esclavo y el desterrado encuentran un aspecto que los reunía a todos, y era justamente el trabajo, que como se analizó, fue uno de los mecanismos para la integración económica y social por parte de estos grupos, lo cual definió el status social de dichos actores y a la vez condicionó la transmisión de sus culturas de origen y la creación de un nuevo universo variopinto.
En el transcurso de esta investigación se ha querido hacer una aproximación a la historia del mundo de los trabajadores “a jornal” de las obras de construcción y remodelación del sistema defensivo de Cartagena de Indias. Sin el ánimo de presentar un informe definitivo, se pueden llegar a algunas consideraciones. En primera instancia, se contempla que el trabajo asalariado era la base que impulsaba las obras de fortificación, se puede dejar de lado anotaciones como las que proponen que los fuertes y baluartes fueron construidos por esclavos condenados a trabajos forzados, los cuales no representaban para el trabajador ningún tipo de remuneración. Hemos visto como desde el ingeniero, pasando por los cargos intermedios como los de sobrestante y capataz, hasta los reos ganaban un salario.
Como segundo punto, contemplaremos el hecho de que las obras en la fortificación eran un lugar en donde se conjugaban dos formas de trabajo, el libre y el no libre (personificado en los esclavos y reos). Las condiciones de esclavitud o presidio no eran un impedimento para que un individuo se desempeñara como trabajador en la obra, por el contrario, este tipo de mano de otra era la más usada, puesto que representaba al empleador un gasto mínimo en el pago de jornales. Este punto es nuestra tercera consideración, el trabajo esclavo y forzado representaba el mayor número de trabajadores en los diferentes años estudiados. En la fortificación, el trabajo ejemplificó una dualidad interesante, por un lado, era el medio de subsistencia, por otro, era la representación del castigo y la coacción del poder de la Corona.
Por otro lado, el trabajo libre también jugó un papel fundamental dentro de las lógicas de la construcción, en vista de que le permitía al trabajador un mayor ingreso y por tanto mejores condiciones de vida. Al ser mejor remunerado que el trabajo no libre y existía la posibilidad de mejorar los ingresos ascendiendo de categoría como sucedía con los sobrestantes y los artesanos, a través de diversos mecanismos como la experiencia ganada con el tiempo, conocimiento y habilidades para trabajos específicos.
Como última consideración contemplaremos que a pesar de que los trabajos en las obras de fortificación eran remunerados, los sueldos ganados no lograban ser suficientes para subsanar los gastos básicos de alimentación. Esta situación fue uno de los posibles motivos para los levantamientos populares de principios del siglo XIX, los cuales desencadenaron en las gestas independentistas. A contemplación nuestra, el empleado debía buscar otros mecanismos para sobrevivir. Los análisis de costos de alimentos nos llevan interrogarnos cuales eran las condiciones reales de vida de los trabajadores, por eso son vitales los estudios sistemáticos de precios. Esta pregunta es materia para investigaciones más profundas dado que requieren cotejos de información exhaustivos, con series de precios de abastos consecutivos que permitan dibujar una curva de los índices de condiciones de vida de los trabajadores, para este caso. Lo realizado ha sido solo una aproximación a este propósito.
Los conceptos incluidos en este trabajo tienen, en su conjunto, la fortaleza de ofrecer múltiples perspectivas sobre el tema ya abordado. Cuyos preceptos se nutren de las obras de, arquitectos, historiadores, sociólogos, ingenieros, y economistas. Dichos estudios ofrecen una multiplicidad de variables. Con esta investigación se quiso abordar el mundo del trabajo desde una mirada económica y social de la historia, sin embargo, esta inclinación no fue un impedimento para aproximarnos a la composición de las lógicas laborales del periodo analizado, al contrario, constituyó una base para apoyarnos.
Realizar un análisis mucho más detallado de los salarios y las condiciones de vida de los trabajadores a jornal en Cartagena amerita un estudio mucho más minucioso que comprenda una revisión año por año del comportamiento de los salarios y los gastos de los trabajadores, esto permitirá generar una curva mucho más definida y un mejor entendimiento de este fenómeno económico.
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Tesis, documentos, memorias y otros inéditos
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Marchena Fernández, Juan. “El poder de las piedras del Rey. El impacto de los modelos europeos de fortificación en la ciudad barroca americana”. Actas III Congreso Internacional Del Barroco Americano: Territorio, Arte, Espacio y Sociedad (2001) 1047-1073.
Solano, “Sistema de defensa, artesanado y sociedad en el Nuevo Reino de Granada. El caso de Cartagena de Indias, 1750-1810”. Memorias 19 (2013) 112.
Roca, Adolfo Meisel “¿Situado o contrabando? La base económica de Cartagena de Indias en el siglo de las luces” Cuadernos de historia económica y empresarial 11 (2003): 23-45.
Vidal Ortega, Antonino “Barcos, velas y mercancías del otro lado del mar. El puerto de Cartagena de Indias a comienzos del siglo XVII”, Colombia y el Caribe. Memorias del XIII Congreso de Colombianistas, Varios autores (Barranquilla: Ediciones Uninorte, 2003), 47.
Notas
*
El artículo es resultado de la investigación que inició en la tesis de pregrado en Historia de la Universidad de Cartagena y de posteriores revisiones y lecturas.
1
Anthony Mc Farlane, Colombia antes de la independencia: economía, sociedad y política bajo el dominio Borbón (Bogotá: Banco de la República-El Áncora, 1997) 78.
2
Antonio Santamaría García, “Reformas coloniales, economía y especialización productiva en Puerto Rico y Cuba, 1760-1850”. Revista de indias, LXV, 235. (2005): 709.
3
Con respecto al situado, existe una discusión en torno al papel que jugó esta inyección de capital a la economía de la ciudad, al ser una suerte de apoyo económico de algunos puntos específicos de la región, del envío de ellos se solventaban los gastos de sostenimiento de las tropas José Manuel Serrano define jurídicamente, económicamente y administrativamente a los situados, diciendo que eran una ayuda, vía depósito de capital que la Corona española instauró para mantener la defensa de las guarniciones con menos recursos económicos, que se realizaba por medio de una transferencia de capital de una caja matriz a otra, siendo así una obligación fijada a la caja matriz. Serrano plantea que la discusión historiográfica radica en el papel que jugaron este tipo de apoyos económicos dentro de las economías locales que los recibían, dado que se debe matizar la idea de que el dinero enviado en forma de situado no sostenía de manera total la economía de los lugares que los recibían, sino que iban específicamente dirigidos al sostenimiento de las tropas. Véase: José Serrano, “Economía, rentas y situados en Cartagena de Indias, 1761-1800”, Anuario de Estudios Americanos 63, 2, (2006): 75-96.
4
Alfredo Castillero Calvo, “Agresión extrema y poblamiento en Panamá: frontera y ordenamiento territorial en la segunda mitad del siglo XVIII”, Tareas No. 129 (2008): 41-44.
5
Juan Manuel Zapatero, Las fortificaciones de Cartagena de Indias: Estudio asesor para su restauración (Madrid: Talleres Gráficos de la Vda. de c. Bermejo, 1969) 47.
6
Anthony Mc Farlane, “Comerciantes y monopolio en la nueva granada. El consulado de Cartagena de Indias”. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 11 (1983) 44. DOI: 10.15446/achsc (18/04/2019)
7
Castillero 80-81.
8
Adolfo Meisel Roca, “¿Situado o contrabando? La base económica de Cartagena de Indias en el siglo de las luces”, Cuadernos de historia económica y empresarial 11 (2003) 4.
9
Sergio Solano, “Trabajadores, jornales, carestía y crisis política en Cartagena de Indias, 17520-1810”, Historia 51, 2 (2018): 554.
10
Juan Marchena Fernández, La institución militar en Cartagena de Indias en el siglo XVIII (Sevilla: Escuela de altos estudios Hispanoamericanos de Sevilla, 1982) 59.
11
Citado en: Zapatero 47.
12
Mc Farlane
, Colombia antes de 77.
13
Mc Farlane, Colombia antes de 77.
14
Sergio Solano, “Sistema de defensa, artesanado y sociedad en el Nuevo Reino de Granada. El caso de Cartagena de Indias, 1750-1810”, Memorias 19 (2013) 97-98. http://rcientificas.uninorte.edu.co/index.php/memorias/article/view/5112/3155 (18/04/2019).
15
Según Carlos del Cairo Hurtado, entenderemos a la Alta estrategia como la coordinación y dirección de todos los recursos de una nación o grupo de naciones para la consecución del objetivo político de la guerra, debe también ser un método de pensamiento que permite clasificar y jerarquizar los acontecimientos para escoger los procedimientos más eficaces. Tomado de: Carlos Del Cairo Hurtado, Arqueología de la guerra en la Batería de San Felipe: Isla de Tierra Bomba, Cartagena de Indias siglo XVIII, (Bogotá: Universidad de Los Andes. Facultad de Ciencias Sociales-CESO, Departamento de Antropología, 2009) 10.
16
Citado en: Del Cairo Hurtado 32.
17
Mc Farlane, Colombia antes de 78.
18
Sergio Solano, “Trabajadores, jornales, carestía y crisis política en Cartagena de Indias, 1750-1810”, Historia 51, 2 (2018): 552.
19
Sergio Solano, “Pedro Romero, el artesano: trabajo, raza y diferenciación social en Cartagena de Indias a finales del dominio colonial”, Historia Crítica 61 (2015) 151-170.
20
Sergio Solano, “Artesanos, jornaleros y formas concentradas de trabajo: el Apostadero de la Marina de Cartagena de Indias (Nuevo Reino de Granada) en el tránsito entre los siglos XVIII y XIX”, Theomai 31 (2015) 79-80.
21
Sergio Solano, “El costo social de la república: los trabajadores de los sistemas defensivos de Cartagena de Indias, 1750-1850”, Historia y Memoria 18, (2019) 243-244. DOI: https:/doi.org/10.19053/20275137.n18.2019.8209 (28/01/2020).
22
Enriqueta Quiroz, “Salarios y condiciones de vida en Santiago de Chile, 1785-1085: a través del caso de la construcción de la Casa de la Moneda”, Condiciones de vida y de trabajo en la América latina colonial: legislación, prácticas laborales y sistemas salariales, coord. Enriqueta Quiroz y Diana Bonnet (Bogotá, Universidad de los Andes-CESO, 2009).
23
Florencia Thul, “Relaciones laborales en el sector de la construcción en el Montevideo tardío-colonia. La construcción de las fortificaciones y de la iglesia Matriz, 1760-1808”. Revista Uruguaya de Historia Económica (Montevideo, Asociación Uruguaya de Historia Económica, 2016) 48-64.
24
Juan Marchena Fernández, “El poder de las piedras del Rey. El impacto de los modelos europeos de fortificación en la ciudad barroca americana”. Actas III Congreso Internacional del barroco americano: Territorio, Arte, Espacio y Sociedad. (Sevilla, Universidad Pablo de Olavide, 2001) 1047. www.upo.es/depa/webdhuma/areas/arte/3cb/documentos/083f.pdf.
25
Del Cairo Hurtado 8.
26
Santamaría García 709.
27
Zapatero 47.
28
Mc Farlane, “Comerciantes y monopolio” 44.
29
Marchena Fernández, La institución militar 59.
30
Citado en: Zapatero 47.
31
A. Mc Farlane, Colombia antes de 77.
32
Alfonso Múnera, El fracaso de la nación. Región, clase y raza en el aribe colombiano (1717-1821), (Bogotá: Editorial Planeta Colombiana, 2008) 92.
33
Antonino Vidal Ortega, “Barcos, velas y mercancías del otro lado del mar. El puerto de Cartagena de Indias a comienzos del siglo XVII”, Colombia y el Caribe. Memorias del XIII Congreso de Colombianistas, Varios autores (Barranquilla: Ediciones Uninorte, 2003), 47. http://manglar.uninorte.edu.co/calamari/handle/10738/109.
34
Múnera 94.
35
Mc Farlane, “Comerciantes y monopolio” 46.
36
Antonio de Ulloa y Jorge Juan y Sanacilia, “Cartagena en el año de 1735”, Cartagena vista por los viajeros (Siglo XVIII-XX), compilado por Orlando Deavila y Lorena Guerrero (Cartagena de Indias: Instituto Internacional de Estudios del Caribe-Universidad de Cartagena-Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena, 2011) 7-8.
37
Álvaro Tirado Mejía, Introducción a la historia económica de Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Dirección de Divulgación Cultural, 1971) 7-21.
38
Germán Colmenares, “La formación de la economía colonial”, Historia económica de Colombia, (ed) José Antonio Ocampo (Bogotá, Siglo XXI Editores de Colombia, Fedesarrollo, 1987) 15.
39
Solano 4.
40
Aline Helg, “Sociedad y raza en Cartagena a fines del siglo XVIII”, Cartagena en el siglo XVIII, eds. Haroldo Calvo Stevenson y Adolfo Meisel Roca (Cartagena: Banco de la República, 2003) 325.
41
Helg, “Sociedad y raza”, 319; Helg, Libertad e igualdad en el Caribe colombiano 1770-1835 (Medellín: Banco de la República-Universidad Eafit, 2011) 152.
42
Lorenata Giolitto, .Esclavitud y libertad en Cartagena de Indias. Reflexiones en torno a un caso de manumisión a finales del periodo colonial”. Fronteras de la Historia 8 (2003): 67.
43
Helg, “Sociedad y raza” 322.
44
Helg, “Sociedad y raza” 322.
45
Helg, Libertad e igualdad 154.
46
Marchena Fernández, La institución militar 197.
47
AGI, SGU, LEG, 7064,31, ff. 255.
48
Juan Marchena Fernández, “Sin temor de Rey ni de Dios. Violencia, corrupción y crisis de autoridad en la Cartagena Colonial”. Historia y Cultura (Cartagena, Universidad de Cartagena, Facultad de Ciencias Humanas, Lealon, 1996) 219.
49
Hermes Tovar Pinzón, “La historiografía sobre Cartagena de Indias en el siglo XVIII”, Cartagena de Indias y su historia, eds. Haroldo Calvo Stevenson y Adolfo Meisel Roca (Bogotá: Universidad Jorge Tadeo Lozano-Banco de la República, 1998) 26.
50
Tovar Pinzón, 26.
51
“Cartagena. Estado de defensas”, Santa fe, 1794, AGS (Archivo General de Simancas), SGU, LEG, 7241, 31, fols. 140r-140 v.
52
“Cartagena. Estado de defensas”, Santa fe, 1794, AGS, SGU, LEG, 7241, 31, fols. 140r-140 v.
53
“Cartagena. Estado de defensas”, Santa fe, 1794, AGS, SGU, LEG, 7241, 31, fol. 140 v.
54
“Cartagena. Estado de defensas”, Santa fe, 1794, AGS, SGU, LEG, 7241, 31, fol. 140 v.
55
Marcello Carmagnani, El salario minero en Chile colonial. Su desarrollo en una sociedad provincial: el Norte del Chico 1690-1800, (Santiago de Chile: Centro de Investigaciones “Diego Barbosa Arana”, 2006) 127.
56
Humberto Triana y Antorveza, Léxico documentado para la historia del negro en América (siglos XV- XVIII), t. III (Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 2002) 115.
57
Quiroz, 211.
58
Thul, 48.
59
Solano, 112.
60
AGN. Sección Colonia, fondo Miscelánea, leg. 88. Fol. 774-778.
61
Quiroz, 211.
62
Quiroz, 211.
63
Para el caso de los denominados “desterrados”, no hemos logrado obtener información que nos ayude a determinar quiénes eran, si se trataban de grupos de inmigrantes o de españoles venidos a la pobreza, o de grupos indígenas.
64
Solano, 99.
65
“Santa Fe. Fortificaciones e Ingenieros”, Cartagena de Indias, 1788, AGS, SGU, LEG, 7236, 9, fol. 7r.
66
“Cartagena. Fortificaciones y reparos”, Cartagena de Indias,1783AGS, SGU, LEG, 7240, 31, Fol. 188 r.
67
“Cartagena. Fortificaciones y reparos”, Cartagena de Indias,1783AGS, SGU, LEG, 7240, 31, Fol. 187 v.
68
“Cartagena. Fortificaciones y reparos”, Cartagena de Indias,1783AGS, SGU, LEG, 7240, 31, Fol. 188 r.
69
Zapatero, 75.
Notas de autor
Magister en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Historiadora de la Universidad de Cartagena. Código ORCID: 0000-0003-3856- 0583. Correo electrónico: lpmartinezmel@gmail.com.
Información adicional
Referencia bibliográfica para citar este artículo: Martínez Meléndez, Lilia Paola. “El trabajador a jornal en Cartagena en la segunda mitad del siglo XVIII”. Anuario de Historia Regional y de las Fronteras 25.2 (2020): 243-275.