Rodríguez Bautista, Nicolás y García, Antonio. ¡Papá, son los muchachos! Así nació el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia. Bogotá: La Fogata Editorial, 2017. 166 páginas.

Emilio Lagos Cortés

Rodríguez Bautista, Nicolás y García, Antonio. ¡Papá, son los muchachos! Así nació el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia. Bogotá: La Fogata Editorial, 2017. 166 páginas.

Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, vol. 25, núm. 2, 2020

Universidad Industrial de Santander

Emilio Lagos Cortés

Universidad Industrial de Santander, Colombia


El acuerdo de paz entre el estado colombiano y la guerrilla de las FARC produjo, entre otras cosas, una serie de libros relativos al conflicto armado que ha azotado a Colombia durante las últimas décadas. Entre estos libros figura el testimonio que los comandantes del Ejército de Liberación Nacional, ELN, Nicolás Rodríguez y Antonio García rinden en torno a los primeros meses de existencia de esta guerrilla, en la que confluyeron la influencia de la Revolución cubana, la radicalización política de sectores de clase media y obreros en la sociedad colombiana, y un legado de violencia liberal-conservadora en distintas regiones campesinas del país.

El texto, en el que se funden los relatos de los dos comandantes guerrilleros, hace un recorrido por los principales momentos del origen de la organización revolucionaria que en 1964 se levantó en armas contra el Estado colombiano, proponiendo la revolución socialista como solución a la crisis que por la época vivía la sociedad colombiana, crisis que consideraban era causada por la alianza de intereses entre una oligarquía local y el capital extranjero, principalmente norteamericano. Eran los tiempos de la guerra fría, y ese enfrentamiento global tendría su correlato en Colombia en la guerra del estado contra unas guerrillas que tenían alguna relación con las distintas corrientes del comunismo mundial. A través de las páginas del libro trascurren episodios como el trabajo político de los organizadores de la guerrilla en una población campesina en San Vicente de Chucurí, Santander; el arribo de revolucionarios citadinos a la región; la integración entre exguerrilleros liberales y el nuevo proyecto revolucionario socialista; la relación entre la nueva organización y la revolución cubana; la vida cotidiana en el campamentos guerrilleros y, finalmente, la incorporación a la guerrilla y posterior muerte del sacerdote Camilo Torres Restrepo en su primer combate en Patio Cemento en febrero de 1966.

En relación al medio social en el que se asentó la guerrilla, los autores del texto señalan la existencia de un conflicto de vieja data entre los campesinos y empresas petroleras por la posesión de la tierra. Mientras que en la realidad la tierra era poseída por los campesinos que la trabajaban, en el papel está había sido entregada a las compañías petroleras por parte del estado bajo la figura de concesiones para la explotación de petróleo. En este conflicto las petroleras usaban a funcionarios del estado, alcaldes, jueces y policías, para desalojar a los campesinos, en tanto que estos acudían al incendio de maquinarias e instalaciones. En el enfrentamiento entre campesinos y compañías petroleras los obreros petroleros, quienes llevaban una lucha de décadas defendiendo sus derechos laborales y los intereses nacionales en el sector petrolero, se solidarizan y unen sus fuerzas a los campesinos. De estos sectores sociales, campesinos y obreros petroleros, salió gran parte de los combatientes y cuadros del grupo guerrillero.

El texto muestra que en esos meses iniciales del ELN ya se asomaba un conflicto en el que chocaban dos formas de ver la revolución y la lucha guerrillera, según el origen de los guerrilleros. Por un lado, estaban los de extracción urbana, teóricos de la revolución, avezados en el dominio de teorías políticas y defensores de la necesidad del estudio y el trabajo político sobre las masas en campos y ciudades, es decir, un énfasis político de la lucha revolucionaria. De otro lado, estaban los campesinos, cuasi analfabetas, pero hábiles en las labores de la guerra y de supervivencia en la selva, que veían cómo los citadinos resultaban incapaces de caminar en la selva, en pantanos o en la oscuridad. Era el preludio de un conflicto entre citadinos y campesinos que llevaría al fusilamiento de muchos de los segundos a manos de sus propios compañeros en el episodio conocido como “los fusilamientos”.

Otro aspecto que presenta el libro, y es poco conocido, es una serie de acercamientos entre el naciente ELN y sectores integrantes del PCML, escisión maoísta del Partido Comunista de Colombia que daría origen al grupo guerrillero EPL. En estos acercamientos los maoístas realizaron actos de solidaridad con el EPL como la donación de sumas de dinero y un arma de fuego. Si bien en el texto se registran varias visitas de miembros del PCML a los campamentos elenos, poco se conoce del desarrollo de esta relación, lo que deja abierto una línea de investigación sobre las relaciones entre estas dos organizaciones insurgentes, relaciones que vivieron momentos de colaboración y otras de enfrentamiento.

Sin duda el tópico más impactante del libro es la vinculación y prematura muerte de Camilo Torres al ELN. Gabino relata la impactante presencia de un cura de acento bogotano en el campamento guerrillero. Se trataba de un hombre jovial, de fácil trato con los campesinos, de físico impresionante y de gran convicción revolucionara, de la que se armaba para sobreponerse a los grandes esfuerzos físicos que la vida en la selva le exigía a un hombre de ciudad que ya se acercaba a los cuarenta años. En contraste con su condición de sacerdote, Camilo mostraba un profundo interés en aprender todo lo relativo a las armas y tácticas guerrilleras que le permitieran llevar a cabo la lucha revolucionaria a la que se vinculaba. Según Gabino, Fabio Vásquez, entonces comandante del ELN, explicaba el ingreso de Camilo a la guerrilla -decisión que generalmente ha sido rechazada por sectores de izquierda y derecha que la calificaron de errónea al exponer la vida de la figura política más importante del momento para la revolución colombiana- debido a las amenazas que de parte de la oligarquía colombiana pendían sobre la vida de Camilo. La vida de Camilo se apagaría el 15 de febrero de 1966 en una fallida emboscada en el sitio Patio Cemento del Municipio de San Vicente de Chucurí. Después de una serie de acciones guerrilleras exitosas, la guerrilla sufre su primer revés y en el combate mueren cinco guerrilleros, incluido el cura Camilo.

El relato de Gabino deja ver una región impactada por las luchas revolucionarias y por la violencia política. La vivencia de su familia es solo un ejemplo de lo vivido por los pobladores de la región. Posterior a la Masacre de las Bananeras en la región de San Vicente la gente se levantó y hubo desordenes en contra del gobierno. En 1929, en paralelo con el movimiento revolucionario de los Bolcheviques del Líbano, los artesanos de San Vicente, agrupados y conducidos por el Partido Socialista Revolucionario, se lanzaron a la insurrección liderados por, entre otros, Eliodoro Ochoa (padre de otro de los fundadores del ELN de igual nombre) y Pedro Rodríguez. Este movimiento sumó fuerzas con movimientos similares de Barrancabermeja y Puerto Wilches. El alzamiento obrero terminó aplastado, y Pedro Rodríguez estuvo seis meses preso. Una vez libre, perseguido y pobre, debió irse al campo y se dedicó a la agricultura. Para 1947 Pedro Rodríguez es gaitanista, ha roto con el Partido Comunista. Se unió en San Vicente a la revuelta por el asesinato de Gaitán, fue encarcelado nuevamente; por su finca El Progreso pasaban los guerrilleros liberales, el ejército y la policía chulavita. Dice Gabino: “…en mi casa se apoyaban las guerrillas de Rafael Rangel, Chiquitín, y los hermanos Luque”.La próspera finca tuvo que ser abandonada en 1951, tras la violencia política que siguió al asesinato de Jorge Eliecer Gaitán; señalaba ser perseguido por haber sido opositor de los gobiernos de turno y por ser miembro del partido comunista. La finca fue quemada por los conservadores. Pasada la violencia, Rodríguez regresó a sus tierras en donde solo encontró ruinas, llevando en adelante una vida de campesino pobre con una numerosa descendencia.

Gabino recuerda una curiosa forma de financiación del incipiente grupo guerrillero: los bonos pagaderos al triunfo de la revolución. Fabio Vásquez lee a los guerrilleros el contenido de uno de ellos “Julio de 1964. El ELN hace constar en el presente documento que debe al señor Francisco Nova la suma de quinientos ochenta pesos por la compra de un corte de yuca. Este dinero será pagadero luego del triunfo de la Revolución colombiana. Firmado: Carlos Villarreal, primer responsable del Estado Mayor”.2 Este elemento tiene un valor más que anecdótico. Estuvo muy presente como medio de financiación de la lucha revolucionaria en los años sesenta. Díaz Jaramillo indica cómo en 1959, cuando aún no existían guerrillas socialistas en Colombia, un joven estudiante colombiano de nombre Antonio Larrota, vendía en Cuba bonos de apoyo a la “Revolución Armada” reembolsables “…cuando triunfe la revolución” en Colombia.3 ¡Cuántos acreedores estarán aun a la espera del pago de sus créditos a la revolución colombiana!

El relato, como todo relato, refleja la subjetividad de sus autores: guarda silencios sobre temas controversiales, emite juicios condenatorios contra contradictores al interior de la organización; exculpa, justifica y condena según las querencias o malquerencias de los autores. Esto es más notorio en la medida en que, siendo una mirada retrospectiva a más de 50 años de los hechos narrados, resulta imposible no trasladar a la época las ideas que hoy se tienen de los protagonistas y acontecimientos.

En síntesis, el libro trasmite la versión que los principales comandantes del ELN tienen del inicio de su organización guerrillera; muestra el complejo conjunto de influencias políticas y problemáticas sociales que inciden en la aparición del ELN en la Colombia de 1964, más allá de la salida facilista de atribuir la responsabilidad de su existencia a Cuba y a Fidel castro, y profundiza en detalles relativos a momentos icónicos de esa historia. Se trata de un texto que se suma a las fuentes de primera mano existentes para estudiar el origen y formación del ELN durante los años que van entre 1963 y 1966, fechas que delimitan la llegada de revolucionarios entrenados en Cuba y la muerte en combate de Camilo Torres Restrepo.

Notas

2 Bautista y García 56.

3 José Abelardo Diaz Jaramillo, “El movimiento obrero estudiantil campesino 7 de enero y los orígenes de la nueva izquierda en Colombia 1959 – 1969” (Tesis de Maestría en historia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, 2010) 64-65.

Notas de autor

Magíster en Historia, Universidad Industrial de Santander, Colombia. Abogado Universidad Industrial de Santander, Colombia. Código ORCID: 0000-0001-6568-9388. Correo institucional: emilio2168205@ correo.uis.edu.co

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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras
ISSN: 0122-2066
Vol. 25
Num. 2
Año. 2020

Rodríguez Bautista, Nicolás y García, Antonio. ¡Papá, son los muchachos! Así nació el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia. Bogotá: La Fogata Editorial, 2017. 166 páginas.

Emilio Lagos Cortés
Universidad Industrial de Santander,Colombia
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