DOI:
http://dx.doi.org/10.18273/revbol.v39n3-2017004
Artículos
Científicos
AVANCES
DE LA GEOLOGÍA FORENSE EN ARGENTINA: BÚSQUEDA CON MÉTODOS NO INVASIVOS DE
PERSONAS VÍCTIMAS DE DESAPARICIÓN FORZADA
Guillermo Luis Sagripanti1
Diego Villalba1
David Aguilera2
Aldo Giaccardi2
1Departamento de Geología, Universidad
Nacional de Río Cuarto, Río Cuarto, Córdoba, Argentina. (*)gsagripanti@exa.unrc.edu.ar , dvillalba@exa.unrc.edu.ar
2Departamento de
Geología, Universidad Nacional de San Luis, San Luis, Argentina. davidaguiler@gmail.com , giaccardialdo@gmail.com
RESUMEN
La desaparición forzada de
personas ha sido una práctica histórica a nivel mundial especializada en la
eliminación y ocultamiento de los cuerpos utilizando distintos estilos y
profundidades de enterramiento. Latinoamérica no ha sido la excepción a esta repudiable
práctica, ya que en varios países se registran víctimas de desaparición
violenta. En Colombia en la actualidad existen alrededor de 21.000 personas
desaparecidas de manera forzada y en la República Argentina se estima que entre
9.000 y 30.000 personas fueron también desparecidas de igual forma entre los
años 1976 y 1983 durante un gobierno de facto denominado “dictadura militar”. A
partir del año 1983 se inicia un período de sucesivos gobiernos democráticos en
el cual, pese al diferente contexto socio-político, se registraron hasta el año
2014 un total de 210 desapariciones involuntarias de personas. Esta situación
en Argentina demanda, de forma imperativa, la formación y el perfeccionamiento
de geólogos forenses, el mejoramiento de técnicas y el desarrollo de nuevas
metodologías para ser aplicadas en la ubicación de fosas clandestinas. El
objetivo de esta contribución es presentar avances en las técnicas de
prospección para distintos tipos y formas de ocultamiento de enterramientos
clandestinos de personas, con énfasis en la utilización del georradar. La
utilización de la tecnología GPR en la detección de anomalías correspondientes
a distintos métodos de enterramientos ilegales y principalmente de ocultamiento
de los mismos (obras, pisos, depósitos de cantos rodados, pozos de agua y
residuos, cal, vegetación, etc.), es recomendada porque aumenta
substancialmente la posibilidad de hallazgo. Se consideran de interés los
resultados obtenidos en los distintos casos de prospección con georradar
presentados, por la analogía o similitud que tienen con casos reales de
distintos tipos de enterramientos y ocultamiento de fosas clandestinas.
Palabras
clave: Enterramiento clandestino de personas; desaparecido;
métodos geofísicos.
ABSTRACT
The forced disappearance of
people has been a historical practice at world level specialized in the
disposal and hiding of bodies using different methods and depths of burial.
Latin America has not been the exception to this appalling practice, since
victims of forced disappearance are recorded in several countries. About 21,000
people have been forcibly disappeared in Colombia at present and in the
Argentine Republic it is estimated that between 9,000 and 30,000 people were
also disappeared in the same way between 1976 and 1983 during a de facto government called “military
dictatorship”. Since 1983, despite the period of successive democratic
governments 210 involuntary disappeared people have been recorded until 2014.
This situation in Argentina demands, in an imperative way, the training and
specialization of forensic geologists, the improvement of techniques, and the
development of new methodologies to be applied in the location of clandestine
graves. The aim of this contribution is to present advances in prospection
techniques for different types and forms of concealment of clandestine burials,
with emphasis on the use of the ground penetrating radar. The use of GPR
technology in the detection of anomalies corresponding to different forms of
clandestine burials and mainly their concealment (buildings, concrete slabs,
tanks, water pits and landfills, boulder deposits, limestone, vegetation, etc.)
is recommended because it substantially increases the possibility of findings.
The results obtained in the different cases of exploration with ground
penetrating radar presented by the analogy or similarity that they have with
real cases of different types of burial and hiding of clandestine graves are
considered of interest.
Keywords:
Clandestine burial of persons; disappeared; geophysical methods.
Trabajo recibido: abril 17
de 2017
Trabajo aceptado: junio 28
de 2017
La desaparición forzada de personas ha sido
históricamente a nivel mundial, una práctica de destino final de las mismas;
una metodología desarrollada y especializada (estilos y profundidades de
enterramiento) en la eliminación y ocultamiento de los cuerpos ya sea como
corolario de campañas de control ideológico contra quienes piensan diferente,
no adhieren a un gobierno de turno o a una causa, o bien por problemas
raciales, guerras, revoluciones, entre otros argumentos. Algunos antecedentes
que se pueden citar sobre la ejecución de personas y enterramientos masivos
son: los realizados durante la Guerra Civil Española, las fosas comunes
soviéticas de Piatykhatky (Ucrania) entre los años 1938 y 1939, los realizados
durante la masacre de Nankíng (China) por parte del ejército japonés en el año
1937, los exterminios de personas durante la segunda Guerra Mundial y en la
guerra de los Balcanes, en la antigua Yugoslavia (Bosnia-Herzegovina, Croacia y
Kosovo) en los años ´90 (Gil-Pecharromán, 2016).
Latinoamérica no ha sido la excepción de
tan lamentable y repudiable práctica, ya que en varios países existen un número
significativo de personas víctimas de desaparición forzada. En estados como
Colombia, en la actualidad suman alrededor de 75.000 personas desaparecidas, de
las cuales se estima que alrededor de 21.000 son por desaparición forzada
(Molina, 2016). En la República Argentina que desde el año 1976 hasta el año
1983 estuvo bajo un gobierno de facto denominado “dictadura militar”, miles de
personas fueron arrestadas y desaparecidas. Como parte de su planificación se
instalaron en el país Centros Clandestinos de Detención donde fue común el uso
metódico de la tortura, el asesinato y la desaparición (Sábato, 2006). Si bien
no hay acuerdo con el número, se estima que entre 9.000 y 30.000 personas
fueron víctimas de desaparición forzada por este gobierno.
A partir del año 1983 en Argentina se
inicia un período de sucesivos gobiernos democráticos en el cual también han
ocurrido desapariciones forzadas de personas. Irigaray (2012) en el diario El
Mundo de España publica un total de 197 desaparecidos para un período de 29
años de democracia y según el informe anual de la Coordinadora contra la
Represión Policial e Institucional de la Argentina (CORREPI), se reportan para el
período 1983-2014 un total de 210 desaparecidos. Esta situación indica y
demanda que, como geólogos forenses, debemos perfeccionarnos, mejorar las
técnicas empleadas y desarrollar nuevas metodologías para determinar con mayor
precisión las anomalías del subsuelo y así aumentar la posibilidad de hallazgo
de estas personas desaparecidas.
Se considera oportuno, como un
reconocimiento a familiares que hoy esperan por encontrar a sus seres queridos,
hacer una breve mención sobre el significado de la palabra “desaparecido” antes
de avanzar con la descripción de los aspectos metodológicos y resultados.
Si bien hay distintas interpretaciones
sobre el significado de la misma, puede ser de referencia la que expresa el
escritor Ernesto Sábato en el prólogo original del libro “Nunca Más” (Informe
de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), “en nombre de la
seguridad nacional, miles y miles de seres humanos, generalmente jóvenes y
hasta adolescentes, pasaron a integrar la categoría tétrica y fantasmal: la de
los Desaparecidos. Palabra (¡triste privilegio argentino!) que hoy se escribe
en castellano en toda la prensa del mundo” (Sábato, 2006).
Para un familiar significa que: “la
desaparición de personas es el más cruel de todos los crímenes, ya que la incertidumbre
resulta peor que el dolor. Persiste un eterno vacío y un interrogante
permanente sobre el destino de la víctima ¿estará con vida o muerta?”. Otra
expresión recogida es: “Sumado al dolor de la desaparición, el desvelo por
conocer su situación añade una cuota de padecimiento. Si bien la certeza de la
muerte del ser querido es un golpe devastador, la duda sobre su suerte y la
búsqueda incansable de su paradero son una punzada constante y desgarradora
para la que no se obtiene paz ni consuelo”. Este estado de desasosiego y la
sensación de angustia infinita se reviven con cada noticia en los medios sobre
la aparición de restos óseos, por nuevos dichos, rumores o testimonios que de a
poco van consumiendo la esperanza del familiar que siempre espera su regreso.
En cada búsqueda de una persona
desaparecida subyace una historia que requiere no sólo de un buen testimonio,
de evidencias confiables, de la pericia y formación del investigador, y
tecnología disponible, sino también de un mayor compromiso humano y social del
profesional abocado a la misma, debido a que, mientras para el Poder Judicial
el desaparecido es solamente un número de expediente o un ‘caso’ más, detrás de
ese número y de ese caso hay un rostro, un ser humano que formó parte de una
familia, de un grupo social, del cual fue forzosa y brutalmente alejado.
Desde hace varias décadas a nivel mundial,
en países como Inglaterra, Estados Unidos, Australia, Irlanda, Escocia,
Alemania, Italia y Holanda, numerosos profesionales vienen trabajando y desarrollando
métodos para la ubicación de sitios de enterramientos clandestinos de personas
y técnicas para el rescate de los restos óseos y de evidencias en caso de
hallazgo, e incorporando otras disciplinas científicas para ser aplicadas en el
campo de la criminalística como la geología forense. Posteriormente, en
Sudamérica se han sumado Argentina, Colombia y Brasil que también han comenzado
a aplicar la geología para contribuir a resolver diferentes tipos de delitos
(CCI, 2010; Sagripanti et al., 2013).
Si bien las primeras investigaciones en
geología forense eran muy elementales, en la actualidad diversas disciplinas
geológicas y técnicas analíticas se utilizan para que la justicia pueda
establecer la culpabilidad o inocencia de los sospechosos. Esta disciplina es
la aplicación de conocimientos de Ciencias de la Tierra para obtener pruebas o
evidencias, válidas a investigadores forenses, para orientar o esclarecer
problemas de carácter penal, humanitario, crímenes de guerra y medio
ambientales. Es decir, se aplica como apoyo a la búsqueda de verdad y justicia,
ya sea para dar argumentos a la querella o a la defensa (Ruffell y McKinley,
2008; CCI, 2010).
La geología forense, recién en el año 2011,
fue reconocida como una rama de las ciencias geológicas por parte de la International Union of Geological Sciences
(IUGS) que crea la Initiative on Forensic
Geology (IFG) para fomentar el desarrollo internacional en esta temática.
En Argentina desde el año 2004 está trabajando el Equipo de Geología Forense
(EGF) de las Universidades Nacionales de Río Cuarto y San Luis, colaborando con
el Poder Judicial, Organismos de Derechos Humanos, Equipo Argentino de
Antropología Forense (EAAF) y familiares de desparecidos, específicamente en la
ubicación de sitios de enterramientos clandestinos de personas víctimas de
desaparición forzada tanto durante la última dictadura cívico-militar como en
democracia.
El EGF ha adecuado las metodologías
geológicasgeofísicas y herramientas, usadas en investigaciones convencionales,
para la prospección somera a profundidades no mayores a tres metros y la
identificación de objetos de búsqueda de tamaño reducido que se manifiestan
como un sutil cambio en las propiedades físicas de los materiales del subsuelo.
Además, desarrolló una metodología para la ubicación de estos sitios que consta
de varias etapas de investigación (Sagripanti et al., 2013).
El objetivo de esta contribución es
presentar avances en las técnicas de prospección para la ubicación de distintos
tipos de enterramientos clandestinos de personas víctimas de desaparición
forzada y de ocultamiento de los mismos, con énfasis en la utilización del
georradar.
La mayoría de los antecedentes y
bibliografía de las actividades de geología forense han estado enfocadas
principalmente a apoyar las investigaciones de criminalistas en la “escena de
los hechos”. Actualmente, se ha sumado el desarrollo de estudios geofísicos en
fosas clandestinas de prueba para elaborar metodologías más precisas de
ubicación de estos sitios y que aumenten la posibilidad de hallazgo
considerando varios factores como antrópicos, de enterramiento y climáticos,
entre otros (Davenport et al., 1992;
Murray y Tedrow, 1992; Strongman, 1992; Pye y Croft, 2004; Ruffell y McKinley,
2008; Schultz, 2008; Schultz y Martin, 2011, 2012; Pringle et al., 2012, 2015; Ruffell et
al., 2014; Hansen et al., 2014).
En Colombia los primeros ensayos empíricos para la ubicación de enterramientos
clandestinos, fueron realizados aplicando métodos geofísicos en fosas
simuladas, entre éstos: magnético, electromagnético, resistividad eléctrica y
georradar (Molina et al., 2012, 2015;
Molina, 2016).
Durante muchos años la búsqueda de objetos
enterrados fue una tarea bastante compleja para los investigadores forenses, ya
que sólo contaban con técnicas directas destructivas que, cuando se aplicaban
en el campo de la criminalística, se corría el riesgo de la pérdida o destrucción
de pruebas incriminatorias o evidencias, consideradas de mucha importancia en
una causa penal. En la actualidad ya se cuenta con tecnologías que permiten la
prospección del subsuelo desde la superficie, en forma indirecta aunque
precisa. La intervención antrópica del medio natural como en el caso de una
excavación para el enterramiento de cuerpos, genera modificaciones en las
condiciones naturales de los materiales que pueden ser detectadas y delimitadas
en forma indirecta por medio de técnicas geológicasgeofísicas apropiadas, sin
provocar alteraciones en el estado en que se encuentran los sedimentos
(Aguilera et al., 2006; Sagripanti et al., 2012; ATSS, 2016).
Los métodos eléctricos, no invasivos,
permiten determinar a través de mediciones efectuadas desde la superficie la
distribución de la resistividad eléctrica del terreno en profundidad. Por medio
de la utilización de tomografías eléctricas 2D y 3D se pueden obtener secciones
verticales del terreno en forma de perfiles continuos de resistividad eléctrica
en dos y tres dimensiones. Esto posibilita detectar anomalías en el subsuelo a
partir de la interpretación de cambios en las propiedades eléctricas de los
niveles de sedimentos vinculados con modificaciones en la estructura y textura
del subsuelo (Aguilera et al., 2006;
Sagripanti et al., 2012).
La tecnología Ground Penetrating Radar (GPR) se ha originado debido a la
necesidad de contar con mayor precisión para objetivos de búsqueda someros. Si
bien fue creada para sustentar prospecciones relacionadas a desastres naturales
y conflictos bélicos, ha alcanzado una importante aplicación en investigaciones
arqueológicas y en la actualidad es imprescindible, junto a otros métodos
geofísicos, en el campo de la geología forense (Strongman, 1992; Schultz y
Martin, 2011, 2012; Sagripanti et al.,
2013; Hansen et al., 2014; Molina, 2016).
En la ubicación de distintos tipos de
excavaciones (forenses, arqueológicas, etc.) las propiedades mecánicas de los
materiales del suelo son muy importantes, en particular la resistencia
mecánica. Por lo tanto, la prospección del subsuelo por medio de la técnica del
sondeo de penetración es de mucha utilidad, además, no genera modificaciones en
el medio físico (Aguilera et al.,
2006; Sagripanti et al., 2012).
La metodología propuesta por
Sagripanti et al. (2013) para la búsqueda de enterramientos clandestinos
de personas desaparecidas de forma forzada, cuenta con cuatro etapas, en las
que participan profesionales de diferentes especialidades, estas son: Inventario
e Investigación Preliminar, Prospección del Subsuelo, Exhumación e
Identificación. Las investigaciones realizadas por el EGF, donde se ha seguido
esta metodología, han sido principalmente en la región central de Argentina
(FIGURA 1).
FIGURA
1. Mapa
de ubicación de las distintas provincias, en las cuales el EGF ha realizado
investigaciones
Los enterramientos en
Argentina han sido de diversas formas que dificultan mucho su ubicación, tanto
en relación a los métodos aplicados para disponer los cuerpos (fosas
individuales o múltiples sea en cementerios o en campo abierto), como a las
técnicas para el ocultamiento de las fosas (disimuladas con vegetación
implantada, cultivadas periódicamente, cubiertas por obras edilicias,
superficies de hormigón o pavimento, entre otras) (Sagripanti et al., 2013).
En la presente
contribución se describirán actividades que son desarrolladas en la etapa de
Prospección del Subsuelo, como la aplicación de métodos geológicosgeofísicos
eminentemente no invasivos, con énfasis en la utilización del georradar (FIGURA
2).
FIGURA 2.
Metodologías aplicadas en campo, presentadas en un esquema de síntesis: 1.
Ensayo de Penetración con Penetrologger.
2. Sondeo con Pala Vizcachera. 3. Tomografía eléctrica. 4. Georradar.
A partir de la zonificación de sitios
potenciales de enterramientos clandestinos de personas obtenida de los análisis
morfo-litológicos, uso del suelo y fotográfico se procede a realizar la
actividad de campo comenzando con una inspección visual preliminar, con el fin
de detectar algún cambio en la morfología superficial (depresiones y geometrías
que ajusten con el objetivo de búsqueda), variaciones en la vegetación que
hospeda (distintos patrones de crecimiento, edad, entre otros). Durante esta
actividad se debe prestar atención también a la presencia y estado de las
construcciones (asentamientos, grietas en paredes, rotura de pisos o veredas,
etc.) que puedan estar asociados a cuerpos sepultados en el lugar. Finalmente
se procede a la prospección del subsuelo de cada sitio (Sagripanti et al., 2013).
Una vez definido el sector potencial de
enterramiento es necesario abrir una calicata de exploración, donde se
considere que no existe intervención antrópica del subsuelo. Esto con el
objetivo de realizar una descripción detallada del perfil
edáfico-estratigráfico inalterado de referencia, que sustente las
interpretaciones posteriores de los datos obtenidos por otros métodos (FIGURA
3). Además, en lo posible, se debe verificar el estado de humedad en que se
encuentran los sedimentos y realizar un ensayo de penetración para conocer la
distribución de la resistencia mecánica de los materiales en el subsuelo y
correlacionarlos con los distintos horizontes del suelo.
El conocimiento de las
propiedades mecánicas de los suelos de un sitio potencial de enterramiento, son
muy importantes por el aporte que hacen al momento de valorar si el sitio fue
excavado. Una de éstas es la resistencia a la penetración, que se determina
realizando ensayos de penetración mecánica con un penetrómetro normalizado o un
Penetrologger (FIGURA 4A). Se
considera que esta técnica se adapta a los requerimientos y exigencias que
demanda la búsqueda de fosas tapadas, muros e infraestructuras enterradas,
entre otras, ya que genera mínimas modificaciones en el estado en que se
encuentran los sedimentos (Aguilera et al.,
2006; Sagripanti et al., 2012).
FIGURA 3.
Vista de una calicata de exploración, donde se presenta el perfil
edáfico-estratigráfico de referencia y resistencia a la penetración de los
distintos niveles.
Después de delimitar un sector potencial de
enterramiento con otros métodos se procede a realizar el ensayo de penetración,
que consiste en la hinca en el suelo de una varilla metálica, que en su extremo
posee una punta cónica normalizada, ejerciendo en forma manual una presión
vertical sobre la misma. La equidistancia entre sondeos está en función del
tamaño de la anomalía (objetivo de búsqueda) y normalmente se alinean en dos
direcciones perpendiculares entre sí según la geometría de la misma. Éstos se
efectúan tanto dentro como fuera de la anomalía, para lograr mayor precisión en
su delimitación. Dado que se requiere verificar si los primeros centímetros del
perfil del suelo han sido intervenidos de forma antrópica, el penetrologger se adecua a este
requerimiento, ya que ha sido diseñado para medir la resistencia a la
penetración hasta una profundidad de 0,80 m. Además, permite realizar
mediciones en forma rápida, almacenar en forma digital los datos obtenidos y el
posicionamiento geográfico del sitio de ensayo ya que cuenta con un dispositivo
GPS.
Los datos obtenidos de
estos ensayos permiten elaborar un perfil del suelo con la variación de la
resistencia mecánica de los sedimentos en función de la profundidad. Estos
resultados se analizan en forma comparativa con el perfil de referencia
obtenido previamente, en la calicata de exploración, lo que permite definir en
forma rápida si se está en presencia de una modificación de los materiales del
subsuelo. La presencia de valores de resistencia anómalos de los sedimentos,
permite interpretar una posible excavación tapada que difiere del entorno por el
porcentaje de humedad, lixiviación, consolidación o compactación diferencial,
etc., como así también detectar la presencia de elementos enterrados (objetos,
muros, etc.) que poseen mayor resistencia que los sedimentos en su estado
natural (FIGURA 4B).
FIGURA 4. A. Equipo de penetración, Penetrologger. B. Esquema de curvas típicas de resistencia a la penetración:
Sondeo A corresponde a un perfil antrópicamente intervenido, Sondeo B a un
perfil de suelo en estado natural y Sondeo C
a la presencia de un muro oculto en el subsuelo.
Se ha comprobado que los resultados son
confiables solo para aquellos casos en que las fosas no tengan más de un año de
excavadas (Sagripanti et al., 2013).
El sondeo con barreno o pala Vizcachera (SPV)
es un procedimiento mecánico manual, que se basa en la rotación de una
herramienta de corte que desagrega el terreno y una cuchara que permite
almacenar y extraer muestras de detritos (cutting)
hacia la superficie desde una profundidad conocida (FIGURA 5A). Se emplea
solamente en terrenos poco coherentes o de baja dureza (Puy Huarte, 1977;
González de Vallejo et al., 2002).
La aplicación de esta herramienta en un
sitio permite realizar el muestreo continuo de los materiales del subsuelo que
se organizan, de acuerdo a su posición estratigráfica,
en un plano horizontal. Se determinan los sedimentos y se comparan con el
perfil litológico de referencia. La información obtenida permite interpretar en
forma precisa si el lugar explorado fue excavado (FIGURA 5B).
Se considera importante el
uso de esta herramienta sencilla porque, a diferencia de otros métodos, si una
fosa se ha ocultado con alguna obra de ingeniería (vivienda, piso de hormigón,
etc.) se puede acceder al subsuelo y extraer muestras de materiales con la
mínima afectación de la misma. Se procede realizando un corte en el piso, de
aproximadamente 30 x 30 cm, y se excava hasta dejar expuesto el techo del
perfil a investigar (FIGURA 5C).
FIGURA 5. A.
Obtención de los materiales extraídos por la cuchara del barreno manual. B. Perfil litológico del subsuelo
reconstruido en superficie con muestras obtenidas a distintas profundidades. C. Ejemplo de corte en un piso de
cerámicos, dentro de una habitación, para acceder al subsuelo.
Los métodos de prospección geofísica
constituyen una herramienta básica para la detección y delimitación de
anomalías en el subsuelo, de posible origen antrópico, que puedan estar
vinculadas a excavaciones para enterramientos clandestinos de personas. Se ha
comprobado que, entre las distintas técnicas utilizadas para hacer una
prospección somera de detalle en este tipo de búsquedas, la tomografía
eléctrica y el georradar son las que ofrecen resultados más satisfactorios y
una adecuada relación costo-beneficio. Se considera además, que para obtener
buenos resultados, los enterramientos deben encontrarse entre el primer y
tercer metro de profundidad, dependiendo de si se trata de una fosa individual
o el enterramiento es múltiple.
Este método geofísico consiste en
introducir una corriente eléctrica continua en el suelo a través de dos
electrodos de corriente, y medir el voltaje producido entre otro par de
electrodos convenientemente ubicados en el terreno. A partir del valor de la
corriente suministrada y del voltaje medido se obtiene la resistividad aparente
en un punto del subsuelo. Variando las distancias entre los pares de electrodos
emisor-receptor se obtiene una sección de resistividad aparente a varios
niveles de profundidad. Los datos posteriormente son tratados por medio de
algoritmos matemáticos de inversión del que resulta una “imagen de
resistividades y profundidades verdaderas” que se correlaciona con la
información geológica, geoquímica, hidrogeológica, edafológica y perforaciones.
El arreglo geométrico considerado más adecuado para detectar una anomalía
correspondiente a una fosa, es el denominado dipolo-dipolo (Aguilera et al., 2006).
Cada tipo de material presenta un rango de
resistividad más o menos característico. Cuando se realiza una intervención
antrópica en los materiales del subsuelo por medio de una excavación que
posteriormente es tapada, se produce una mezcla de los distintos horizontes del
suelo, y por lo tanto se modifican las propiedades eléctricas originales del
material de relleno. Este cambio provoca una alteración al paso de la corriente
eléctrica en relación a su entorno, que al ser prospectado con una tomografía
eléctrica se detecta como una anomalía, reconociéndose claramente sus límites y
profundidad. Si se combinan adecuadamente resolución lateral y profundidad de
investigación este método geofísico es una de las técnicas de carácter no
destructivo eficaz para el estudio y caracterización de posibles
discontinuidades del subsuelo, con detalle en los primeros metros de
profundidad (FIGURA 6A).
La imagen que presenta la distribución de
resistividad aparente del terreno fue obtenida por medio de una tomografía
eléctrica, donde se observa una anomalía en el subsuelo de las dimensiones del
objetivo de búsqueda, que se interpretó como una posible excavación
clandestina. La geometría, dimensiones y profundidad de la anomalía en la
gráfica fueron constatadas cuando se excavó el sitio y se alumbró una fosa
clandestina de varias décadas de antigüedad (FIGURA 6B).
FIGURA 6. A.
Vista de la disposición de los electrodos durante la realización de una
tomografía eléctrica. B. Imagen
donde se indica con un rectángulo la anomalía interpretada, correspondiente a
una fosa de varias décadas de antigüedad.
La tecnología GPR se considera una forma de
prospección no destructiva, no intrusiva, rápida, eficaz y confiable cuando se
utiliza en prospecciones someras, con buenos resultados para la detección de
objetos enterrados. La misma se complementa con otros métodos geofísicos y se
adecua muy bien a la escala de los objetivos de búsqueda en las investigaciones
de geología forense (Strongman, 1992; Sagripanti et al., 2013).
El georradar utiliza los principios básicos
de cualquier sistema radar y posee una configuración simple compuesta por una
antena transmisora, otra receptora y una unidad de control y almacenamiento de
datos. La energía reflejada como un frente de ondas es tomada por la antena
receptora del sistema, y a partir de la medición de los tiempos de retardo de
éstas y del conocimiento de la velocidad de propagación de las mismas en el
material por el que se desplazan, se calcula la profundidad a la que se
encuentra el objeto (Strongman, 1992; González de Vallejo et al., 2002; Sagripanti et
al., 2013).
La antena transmisora emite un pulso o
señal electromagnética dirigida hacia el subsuelo, cuya frecuencia de emisión
escogida está en función de la relación entre las dimensiones del objeto de
búsqueda y el rango de penetración que se necesita alcanzar. Ésta se refleja en
parte, dependiendo de las propiedades electromagnéticas de los materiales que
atraviesa, como conductividad, permitividad dieléctrica y permeabilidad
magnética. Las reflexiones de las ondas se producen debido a los contrastes entre estas propiedades, la existencia de
éstos significa la detección de una anomalía que puede o no ajustar con el
objetivo de búsqueda.
El pulso electromagnético emitido se repite
muchas veces en un segundo y, como la antena transmisorareceptora se desplaza
sobre un carro, a través de la superficie a prospectar, las señales reflejadas
definen un perfil transversal del subsuelo que se muestra gráficamente en una
imagen radar, denominada radargrama. Estas imágenes normalmente son sometidas a
un post procesamiento que consiste en la aplicación de distintos filtros con el
objetivo de resaltar todos los contrastes presentes en la señal. Esto es debido
a que las reflexiones electromagnéticas que componen a las mismas son la suma
de “ruido” electromagnético propio del equipamiento y ambiental (ruido
cultural), y las reflexiones del subsuelo (reflexión de la onda, en su pasaje a
través de los diferentes medios que componen el subsuelo). Estos filtros son
algoritmos matemáticos que tienen por objetivo resaltar los rebotes que provienen
del subsuelo y atenuar o intentar eliminar las componentes de “ruido”
electromagnético.
Por ejemplo, la disposición próxima entre
la antena de transmisión y la de recepción hace que el primer pulso de onda que
es receptado es el de la onda aérea o directa, que genera en el radargrama
rasgos horizontales o sub-horizontales superficiales, continuos y con mucho
contraste que deben ser removidos porque interfieren o enmascaran la
información presente en la parte superior de la imagen. Es por ello que uno de
los filtros que se aplica para su remoción es el DMT (Delete Main Trace). Otros filtros que se aplican para mejorar las
imágenes radar son el DC Filtre, el
FIR y el Time Gain.
Entre las principales ventajas de la
tecnología GPR se pueden citar la rapidez en la adquisición de datos y su
versatilidad ya que posibilita que se pueda realizar el relevamiento del
subsuelo tanto donde los sedimentos están aflorando, como así también en sitios
donde existen pisos (baldosas, pavimento, etc.), por ejemplo dentro de
viviendas, sobre calles o carreteras, entre otros. Además, posibilita realizar
la prospección a distintas profundidades de acuerdo al objetivo de búsqueda, ya
que permite intercambiar antenas con diferentes frecuencias.
Son numerosas las prospecciones
(geológicas, arqueológicas y forenses) realizadas por el EGF en la etapa de
calibración del georradar (MALÅ GX Geoscience),
que corresponden a distintos casos que se consideran análogos a situaciones de
enterramiento y ocultamiento de fosas clandestinas
reales; de allí el interés en reportar los resultados. A continuación se
presentan solo los radargramas e interpretaciones logrados en estas
investigaciones, debido a que la información y conclusiones obtenidas en
situaciones reales no se pueden hacer públicas porque corresponden a distintas
causas penales.
Las prospecciones fueron realizadas sobre
sedimentos principalmente limos, arenas y en algunos casos gravas, en
condiciones de bajo porcentaje de humedad. La totalidad de las mismas se
realizaron utilizando una antena blindada de 450 Mhz, HDR (High Dinamic Range), que permite obtener menor nivel de ruido y una
mejor resolución en los primeros metros de profundidad. En el post
procesamiento de los radargramas se utilizaron cuatro filtros (DC, Delete Main Trace, Time Gain y FIR)
obteniéndose las imágenes definitivas para analizar, de las cuales se presentan
las ventanas que poseen las anomalías de interés. Los resultados e
interpretaciones son expresados en los siguientes casos:
Caso
1: Se
excavó una fosa a la intemperie para un enterramiento clandestino simulado en
un sitio próximo a la ciudad de Río Cuarto (FIGURA 7A), con el objetivo de
realizar un control de campo de la evolución de dos aspectos. Uno relacionado a
los contrastes de las propiedades que generan en el medio físico, tanto el
material de relleno de la fosa como elementos enterrados y el otro vinculado a
la definición de los límites de la anomalía con el transcurso del tiempo. Se ha
planificado hacer este control cada 5 meses para obtener datos bajo distintas
condiciones. El sitio tiene 25 metros de largo por 25 metros de ancho y está
ubicado en una zona de llanura que posee un clima templado y con una
precipitación media anual de 846 mm.
La fosa de control se realizó con
orientación N-S, el 09-Set-2016 y con dimensiones de 2,50 m de largo, 0,65 m de
ancho y 1,10 m de profundidad. Su perfil edafológico está conformado, desde el
piso al techo, con un horizonte Btw arenolimoso grueso hasta los
0,30 m y de un horizonte A con abundante arcilla y materia orgánica. En la
misma, se enterraron restos óseos vacunos, vestimentas, calzados y un elemento
metálico (FIGURA 7B) y se realizaron dos prospecciones con georradar,
orientadas a lo largo de su eje longitudinal, el día 14-Set-2016 y otra 5 meses
después, el día 14Feb-2017.
En el análisis del radargrama relevado el
día 14-Set-2016 (FIGURA 7C) se interpreta una anomalía conformada
principalmente por reflectores planos generados por el material de relleno de
la fosa y limitada por reflexiones hiperbólicas débiles que corresponderían a
las paredes de la excavación. La misma está entre los metros 2,805,40, y hasta
una profundidad de 1,00 metro, éstas se corresponden con las dimensiones de la
excavación.
En el radargrama correspondiente el día
14-Feb-2017, se puede verificar que la anomalía sigue definida por reflectores
planos y limitada por reflexiones hiperbólicas débiles que corresponderían al
relleno de la fosa y paredes respectivamente (FIGURA 7D).
Sobre la base de la
interpretación realizada se comprueba que el depósito de ropas, calzados,
restos óseos vacunos y elemento metálico, en la fosa simulando un enterramiento
real, genera una imagen con reflexión hiperbólica muy tenue que no permite
suponer la presencia de estos elementos. Sin embargo, la detección e
interpretación de los reflectores planos generados por el relleno de la fosa y
de la reflexión hiperbólica débil correspondiente a las paredes, permiten
definir los límites de la misma aún después de 5 meses de cerrada. Se considera
que, en el caso de un enterramiento clandestino verdadero con estas
características y antigüedad, la posibilidad de hallazgo es muy alta utilizando
un georradar.
FIGURA 7. A.
Vista excavación fosa simulada. B. Foto
de una vista superior de la fosa. C.
Radargrama 14-Set-2016. D. Radargrama
14-Feb-2017. En ambos las flechas indican los límites interpretados de la fosa.
Caso
2: Una
prospección fue realizada a la intemperie en dos sectores, cuyas dimensiones
son de 50 metros por 6 metros y de 10 metros por 4 metros, dentro del
cementerio de la ciudad de Río Cuarto y con objetivo de búsqueda de anomalías
correspondientes a sitios de inhumaciones y exhumaciones. Este sitio se ubica
en una zona de llanura, con clima templado y precipitaciones de 846 mm anuales
en promedio. El perfil litológico está formado principalmente por sedimentos
finos como limos.
En el relevamiento realizado en el sector
oeste del cementerio con orientación E-O (FIGURA 8A) se obtuvo el radargrama presentado
en la FIGURA 8B. En el análisis e interpretación del mismo se detectaron dos
anomalías asociadas a reflectores puntuales que generan reflexiones
hiperbólicas bien definidas ubicadas en los metros 6,00 y 9,00, y cuyas
dimensiones coinciden con el objetivo de búsqueda. Las anomalías que generan
estas reflexiones detectadas a aproximadamente 0,90 metros de profundidad
corresponderían a un nivel de féretros con sus correspondientes bandejas
metálicas y las que poseen reflexiones hiperbólicas menos definidas, ubicadas a
1,70 metros más abajo en el perfil, sería otro nivel de féretros.
Se interpreta que son dos sepulturas en
féretros que están dispuestas una al lado de la otra y que verticalmente
poseen, al menos, dos féretros apilados cada una. Esta interpretación ha sido
confirmada por el personal del cementerio.
En la prospección realizada en un patio
interior del cementerio con orientación E-O (FIGURA 8C) se obtuvo un radargrama
(FIGURA 8D) donde se puede ver en los metros 29,20; 30,20 y 31,20 anomalías
equidistantes, con similares dimensiones y profundidad, principalmente
asociadas a reflectores planos posiblemente generados por material de relleno y
limitados por reflexiones hiperbólicas débiles que corresponderían al pilar que
separa dos excavaciones.
Se interpreta que estas anomalías por su
geometría, profundidad y equidistancia corresponderían a posibles fosas vacías.
Esto ha sido confirmado por el personal del cementerio que indicó que en este
sector las fosas han sido vaciadas hace varias décadas.
Las anomalías generadas por estos tipos de
fosas con inhumaciones, o vacías porque se han realizado exhumaciones, se
consideran ejemplos relevantes y para tener presentes ya que, como ha sido
comprobado en otros casos, la modificación en el medio físico generada por la
intervención antrópica se puede detectar después de varias décadas. Por otra
parte, el enterramiento clandestino de una persona en un féretro (existen
antecedentes) genera una anomalía que se puede detectar y delimitar con mucha
precisión con un georradar. Por lo tanto, se considera que la utilización de
esta tecnología en la ubicación de un sitio que ha sido un enterramiento
primario o en féretros, aumenta substancialmente la posibilidad de hallazgo.
FIGURA 8. A.
Vista inhumaciones sector oeste cementerio. B. Radargrama con reflexiones hiperbólicas de féretros, las flechas
indican la ubicación de los mismos. C.
Vista patio interior cementerio. D.
Radargrama donde se indican con flechas las fosas vacías.
Caso
3: Una
prospección fue realizada en un sitio próximo a Córdoba Capital y con objetivo
de búsqueda de una anomalía correspondiente a un enterramiento clandestino
(FIGURA 9A).
El sitio comprende una superficie de
aproximadamente 50 metros de ancho por 70 metros de largo y se ubica en una
zona de pedemonte que posee un clima templado con precipitaciones medias de 770
mm/año. El perfil litológico está formado por limos, arenas y gravas dispersas.
En el análisis e interpretación del radargrama obtenido, relevado con orientación
N-S (FIGURA 9B) se detectó una anomalía definida principalmente por reflectores
planos posiblemente generados por material de relleno. Los límites de la misma
están entre los metros 6,60-11,20 y su piso a una profundidad de 1,00 metros.
Posteriormente con una pala mecánica Bobcat se realizó la excavación del
sitio para constatar la anomalía detectada. A los 0,30 metros se alumbró el
techo de un depósito de cantos rodados de litoclastos y se continuó excavando
hasta 1,30 metros de profundidad para atravesar todo este nivel, que tiene 0,70
metros de espesor. Esta profundización se realizó para constatar que el
depósito no estuviera ocultando un enterramiento clandestino (FIGURA 9C, 9D).
Sobre la base de
antecedentes y conocimientos adquiridos en otros casos, a la anomalía generada
por este depósito y visualizada en el radargrama, se la considera equivalente a
la práctica de un tipo de enterramiento y ocultamiento de una fosa. Esta modalidad
se lleva a cabo depositando arriba de los cuerpos un importante volumen de cantos rodados o escombros que después son tapados con
un potente espesor de sedimentos para dificultar su detección y también su
excavación. Este ejemplo se considera que es relevante porque en caso de buscar
un enterramiento real, el mismo se puede delimitar con precisión con un
georradar.
FIGURA 9. A. Vista
panorámica del sitio preparado para ser prospectado con el georradar. B. Radargrama obtenido, las flechas
indican los límites del depósito interpretado. C. Vista del perfil de la excavación, las líneas de trazos demarcan
la geometría del depósito detectado. D.
Vista de la excavación, las líneas de trazos indican donde se alumbró el techo
de los cantos rodados.
Caso
4: Una
prospección fue realizada sobre el piso de hormigón en el interior de una
vivienda de aproximadamente 10 metros de largo por 4 metros de ancho, ubicada
en la margen derecha del río Cuarto y con objetivo de búsqueda de una anomalía
correspondiente a un enterramiento clandestino de una persona (FIGURA 10A). El
clima de la región es templado con precipitaciones de 846 mm/año. El perfil
litológico está formado principalmente por arenas finas y limos.
En el análisis e interpretación del
radargrama, relevado con orientación E-O (FIGURA 10B) se detectó una anomalía
definida por reflectores planos correspondientes a un posible material de
relleno cuyas dimensiones coinciden con el objetivo de búsqueda. Sus límites
laterales y su profundidad están definidos entre los metros 2,00-2,80 y 0,80
metros respectivamente.
Resulta de la excavación del sitio para
constatar la anomalía detectada, un depósito de basura, cenizas, restos óseos
de animales incinerados y escombros de aproximadamente 0,70 metros de espesor
(FIGURA 10C).
La anomalía generada por
este depósito es considerada, con el fundamento de experiencias registradas
anteriormente, como equivalente a la práctica de un tipo de enterramiento y
ocultamiento de una fosa clandestina donde después de depositar un cuerpo se lo
incinera y cubre con residuos y escombros y, en algunos casos, se completa el
ocultamiento con un piso de hormigón. Por lo tanto, la anomalía detectada en
esta situación es un importante ejemplo porque, en caso de realizar la
prospección para la ubicación de un enterramiento real, el mismo se podría
detectar y delimitar con precisión con un georradar.
FIGURA 10. A.
Vista interior de la vivienda donde se realizó la prospección. B. Radargrama obtenido, las flechas
indican los límites de la anomalía. C.
Vista de la excavación donde se muestra el piso de hormigón abierto y el
depósito de basura y cenizas alumbrado.
Caso
5: En
este caso, la prospección fue realizada con orientación E-O en un terreno cuya
superficie es de 50 metros por 5 metros, contiguo a un cementerio de una
localidad próxima a la ciudad de Río Cuarto y con objetivo de búsqueda de una
anomalía correspondiente a un enterramiento clandestino (FIGURA 11A). Es un
ambiente de llanura con un clima templado y precipitaciones anuales superior a 700
mm en promedio. El perfil de los materiales del subsuelo está compuesto en los
primeros metros por limos.
En el análisis e interpretación de uno de
los radargramas obtenidos (FIGURA 11B), se detectaron dos anomalías. Una
definida por reflectores planos posiblemente generados por material de relleno
con continuidad lateral y hasta los 0,50 metros de profundidad. La otra está
definida por reflectores planos que podrían corresponder a material de relleno
de una fosa y limitada por reflexiones hiperbólicas débiles que corresponderían
a las paredes laterales de una posible excavación. Estos límites están entre
los metros 13,80-15,80 y a una profundidad de 0,90 metros.
El sitio fue excavado con una pala mecánica
Bobcat para constatar las anomalías
detectadas, y se alumbró, en los primeros 0,50 metros, un depósito de escombros
que tiene continuidad lateral y que sobreyace a una fosa que ha sido rellenada
con basura, cenizas, restos óseos de animales y, que posee en el interior un
nivel de cal de 0,10 metros de espesor (FIGURA 11C, 11D).
Las anomalías en el subsuelo generadas por
estos depósitos se consideran, sobre la base de antecedentes y conocimientos
adquiridos en casos precedentes, como equivalentes a la práctica de un tipo de
enterramiento y ocultamiento de una fosa clandestina, donde después de
depositar el cuerpo, se lo cubre con escombros y residuos y, en muchos casos
también con una capa de cal para que la degradación del cuerpo sea más rápida y
evitar las emanaciones de olor. Se completa el ocultamiento realizando un
relleno de escombros, de importante espesor, que imposibilita el desentierro de
los restos por la acción de distintos tipos de animales.
Se considera que estas anomalías detectadas
e interpretadas son un importante ejemplo, porque en caso de realizar una
prospección para la ubicación de un enterramiento real con estas
características, el mismo se puede delimitar con facilidad y precisión con un
georradar.
Caso
6: Se
realizó la prospección del subsuelo a la intemperie en el patio, de 30 metros
por 25 metros, correspondiente a un predio histórico, próximo a Córdoba
Capital, cuyo objetivo de búsqueda fue una anomalía correspondiente a una obra
arqueológica. En el sector relevado no se reconoce ninguna morfología en
superficie que se vincule con este objetivo (FIGURA 12A). Este predio se
emplaza en una zona de pedemonte de la Sierra Chica de Córdoba y está en una
región que posee un clima templado con una precipitación, de 750 mm, anual. El
perfil de los sedimentos del subsuelo está conformado por limos, arenas y
gravas dispersas.
Durante el relevamiento se obtuvieron dos
radargramas cuyas orientaciones son perpendiculares entre sí (S-N y E-O).
Resulta del análisis e interpretación de éstos, la detección y delimitación de
una anomalía cuyas dimensiones coinciden con el objetivo de búsqueda. Se
presenta el radargrama relevado con orientación E-O (FIGURA 12B), donde los
límites de la anomalía son identificados con claridad entre los metros
2,80-4,60 y hasta una profundidad de 2,30 metros.
FIGURA 11. A. Vista del exterior del
cementerio donde se indica con un recuadro la ubicación de la fosa. B. Radargrama
obtenido, las flechas indican los límites de la anomalía. C. Vista del
perfil de la anomalía excavada donde se reconoce el límite del relleno,
indicado con líneas de trazos. D. Vista de la excavación donde se
reconocen los límites del nivel de cal, indicado con líneas de trazos.
De acuerdo a la información aportada por
las imágenes de los radargramas obtenidos se interpreta que la anomalía
correspondería a un pozo, de aproximadamente 1,80 metros de diámetro,
posiblemente estabilizado con ladrillos u otro material y actualmente
rellenado.
Si bien la anomalía es detectada con
claridad, en superficie no presenta ninguna morfología diagnóstica que sugiera
una excavación de este porte (FIGURA 12A). Por lo tanto, de acuerdo a
conocimientos adquiridos en anteriores casos, se considera a esta anomalía como
equivalente a la que genera la práctica de un tipo de enterramiento y
ocultamiento de una fosa clandestina. En esta
modalidad después de depositar el cuerpo en un pozo, normalmente de agua por su
profundidad, éste es rellenado con residuos, mampostería, otros cuerpos, explosivos
y, en algunos casos el mismo es derrumbado o cerrado mediante el uso de cargas
explosivas.
Se considera que la anomalía
detectada es un ejemplo relevante porque en caso de la prospección para la
ubicación de un enterramiento real con estas características y de varias
décadas de antigüedad, el mismo se podría detectar y delimitar con mucha
precisión utilizando un georradar.
FIGURA 12. A. Vista del patio donde se
detectó la anomalía, el círculo y líneas de trazos indican la posición de la
misma y la orientación del relevamiento. B. Radargrama correspondiente a
la anomalía detectada, las flechas indican sus límites.
Caso
7: Se
realizó una prospección con orientación S-N dentro de una galería techada de 20
metros por 2,5 metros y con piso de baldosas de un predio histórico (FIGURA
13A), próximo a Córdoba Capital, cuyo objetivo de búsqueda fue de una anomalía
correspondiente a una obra arqueológica. El edificio está construido en una
zona de pedemonte de la Sierra Chica de Córdoba cuyo clima es templado con
precipitaciones de 750 mm/año. El perfil de los sedimentos del subsuelo está
formado por limos, arenas y gravas dispersas.
En el análisis e interpretación del
radargrama obtenido (FIGURA 13B) se detectó una anomalía cuyas dimensiones
coinciden con el objetivo de búsqueda. Sus límites son definidos entre
0,60-1,30 metros de profundidad.
Sobre la base de la información aportada por
la prospección se interpreta que la anomalía podría corresponder a un muro de
forma prismática, de al menos, 0,70 metros de espesor y se estima de 0,90
metros de ancho, posiblemente construido con calicanto (cal y cantos rodados) o
ladrillos.
La anomalía generada por este supuesto muro
es detectada con claridad bajo el piso de baldosas y, los conocimientos
adquiridos en casos precedentes permiten considerarla equivalente a la práctica
de un tipo de enterramiento y ocultamiento de una fosa clandestina. En esta
práctica, después de depositar un cuerpo en una fosa, ésta es rellenada con
cemento (encofrado) para evitar las emanaciones de olor y dificultar su
hallazgo, y posteriormente se realiza un piso de concreto u obra de
arquitectura sobre la misma para completar el ocultamiento. En otra práctica
similar, se deposita el cuerpo en un tambor y se lo rellena con cemento y luego
se lo entierra en posición horizontal. Posiblemente en este último caso se
obtendría una reflexión hiperbólica puntual bien definida en el radargrama.
Se considera que la anomalía detectada es
un ejemplo de interés porque en caso de la prospección para la ubicación de un
enterramiento real de varias décadas de antigüedad y con las características
descriptas, el mismo se podría detectar y delimitar de forma confiable y
precisa con un georradar.
FIGURA 13. A. Vista general de la
galería relevada. B. Radargrama correspondiente a la anomalía detectada,
casi paralela a la línea de prospección, cuyo techo y piso se indican con flechas.
El EGF ha logrado disponer de la tecnología
GPR e integrarla a la metodología desarrollada para la ubicación de sitios
potenciales de enterramientos clandestinos, esto junto a los resultados
obtenidos y los conocimientos adquiridos por la participación de este equipo en
numerosas búsquedas, permite afirmar que en la República Argentina se ha hecho
un significativo avance del conocimiento en el campo de la geología forense,
orientado a la ubicación de fosas clandestinas.
Los ensayos realizados por el EGF sobre
distintas formas de prueba, análogas y reales de enterramientos clandestinos y
de técnicas de ocultamiento de los mismos (obras de ingeniería, pisos,
depósitos de cantos rodados, pozos de agua y residuos, cal, vegetación, etc.)
demuestran que, con las condiciones apropiadas del medio físico (tipo de
sedimentos, humedad, etc.) la utilización del georradar en la detección de
anomalías en el subsuelo, vinculadas a fosas clandestinas, incrementa
substancialmente la posibilidad de hallazgo.
En las prospecciones del subsuelo aplicando
el georradar para la ubicación de fosas clandestinas es importante tener en cuenta que, salvo excepciones, es muy baja la
posibilidad de detección en forma directa de la presencia de restos óseos
humanos, ropas, calzados, etc., en el subsuelo, ya que la anomalía que generan
éstos es muy tenue. Por lo tanto, el principal fin que se debe perseguir es el
de detectar una anomalía que ajuste con las dimensiones del objetivo de
búsqueda vinculada a una intervención antrópica del subsuelo, por medio de la
interpretación de la disposición y arreglos que adopten tanto los reflectores
planos como los puntuales
Se considera invalorable la información que
aportan las tomografías eléctricas, como también los sondeos geomecánicos de
suelos en la ubicación de sitios potenciales de enterramientos clandestinos
(Sagripanti et al., 2013), a esto
ahora se suma la comprobada potencialidad del georradar; sin embargo, la
utilización de cualquiera de estas técnicas o metodologías en forma aislada no
es lo aconsejable. Por lo tanto, si las condiciones que ofrecen el sitio y el
medio físico son las apropiadas, se estima conveniente utilizar distintas
técnicas para obtener varios niveles de información cuyo análisis en forma
conjunta mejora la perspectiva de descubrir una fosa clandestina.
Los resultados obtenidos en los distintos
casos de prospección con georradar, por la analogía que presentan con casos
reales de diferentes tipos de enterramientos y ocultamiento de fosas
clandestinas practicados, al menos en Argentina, se consideran relevantes ya
que pueden hacer un valioso aporte a otros investigadores forenses como así
también a operadores de georradar.
En definitiva, se espera que lo reportado
en esta contribución sea un aporte para geólogos forenses y otros profesionales
que se desempeñen o que comiencen a trabajar en esta temática, en particular,
en la ubicación de sitios de enterramientos clandestinos de personas víctimas
de desaparición forzada.
Nuestro agradecimiento a familiares de
víctimas de desaparición involuntaria durante la democracia por permitirnos
ayudarles, Rosa Sabena, Rosa Arias, Jessica Fontana, y a representantes de
organismos provinciales y nacionales por haber confiado en nuestro trabajo,
Lilián Videla (APDH-San Luis), Elba Morales+
(MEDH-Mendoza), a los Antropólogos Forenses Anahí Ginarte, Juan
Nobile y Fernando Olivares (EAAF), fiscales, jueces y policía judicial de
distintas provincias. A la Dra. Adriana Cabrera (UNRC) por su importante ayuda
y aportes en la corrección del manuscrito que han ayudado mejorar el mismo y a
las autoridades de las Universidades Nacionales de Río Cuarto y San Luis por
apoyarnos y permitirnos desarrollar estas investigaciones.
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