Desde mediados de la década de 1940, cuando Maurice Merleau-Ponty impartió una conferencia sobre cine en el Institut des Hautes Études Cinématographiques (1DHEC) de París, que posteriormente se publicó como "El cine y \a nueva psicología" (Merleau-Ponty, 1977, pp. 89-105), los estudiosos del cine han mostrado un vivo interés por la relación entre la filosofía y el séptimo arte. Durante su vida, su pensamiento influyó en una serie de importantes teóricos del cine, desde Amédée Ayfre, que fue alumno suyo, pasando por André Bazin hasta Henri Agel. Más recientemente, en un contexto anglófono, y en gran parte gracias al trabajo pionero de Vivian Sobchack, su fenomenología ha sido fuente de inspiración para pensar la experiencia cinematográfica como una visión encarnada, que implica una exploración profunda de la percepción. Mi propio objetivo en este texto es fomentar un ligero pero significativo cambio de enfoque a medida que exploro lo que se puede aprender de Merleau-Ponty sobre la imaginación 1 , y me pregunto cómo esto podría mejorar la comprensión del cine, en particular del cine documental. Merleau-Ponty solo hace una referencia pasajera al trabajo de los movimientos cinematográficos modernistas de principios del siglo XX en sus propios escritos sobre cine, pero su fenomenología es pertinente para comprender las películas realizadas en una fecha posterior que se relacionan con el discurso modernista en un sentido más amplio.
No se trata aquí de elegir la imaginación sobre la percepción, ni de privilegiar lo imaginario sobre lo real, sino de reconocer la presencia continua de lo imaginario y la imaginación a lo largo de la obra de Merleau-Ponty tal como se definen frente a (o encajan con) la realidad y la percepción. Mi objetivo es mostrar cómo lo real está bordeado por lo imaginario, cómo la percepción tiene una profundidad imaginativa y cómo lo que él llama en un trabajo tardío "la textura imaginaria de lo real" es palpable en el cine. Me dirijo a los documentales de Wim Wenders para argumentar que este director de cine fenomenológico demuestra la relevancia continua de la filosofía de Merleau-Ponty para el cine actual a través de una sensibilidad hacia la imaginación y la dimensión imaginaria, especialmente cuando se relaciona con lo real. En las discusiones sobre la trayectoria de su carrera cinematográfica, el trabajo de Wenders se ha posicionado como modernista y posmoderno. Los debates en la revista cinematográfica británica Screen en la década de 1970 en particular entienden que el cine que anula y desmantela las nociones recibidas del propio filme es modernista y se alinea en términos ideológicos con el discurso brechtiano. Sin embargo, como señalan los estudiosos del cine alemán Martin Brady y Joanne Leal, hay una corriente cinematográfica modernista que desconfía de las construcciones ideológicas del modernismo político y que también es brechtiana, y ubican su propio estudio de la obra de Wenders entre estos brechtianos y los pos-brechtianos. Posiciones brechtianas: "una crítica del modernismo político dominante que no solo se manifiesta en un cambio generalizado hacia los discursos posmodernistas, sino que también ha sobrevivido a las batallas ideológicas que lo engendraron" (Brady y Leal, 2011, p. 18). Los documentales experimentales de Wenders, que a veces son muy autorreflexivos, encajan con el impulso modernista así definido, gesticulando más allá de su empuje ideológico hacia lo posmoderno. Los especialistas en Wenders, Robert Phillip Kolker y Peter Beicken, hablan de una empresa modernista en sus primeras películas en términos de "reconfigurar la historia a través de la estética de la percepción y el movimiento", con un giro posterior a la "promesa posmoderna de redención fuera de la historia" (Kolker y Beicken, 1993, p. 162). Mi propio argumento sobre el trabajo de Wenders que surgirá a través de los ejemplos documentales que se discutirán aquí es que el desmantelamiento de las nociones recibidas del cine y la reconfiguración de la historia están unidos, incluso en sus documentales más recientes, y que además de una estética de la percepción y el movimiento, la imaginación juega un papel crucial.
La voz en off al final del cortometraje Reverse Angle (1982) de Wenders es una cita de Paul Cézanne, el pintor a quien Merleau-Ponty más admiraba: "Las cosas están desapareciendo. Si quieres ver algo, tienes que darte prisa". Exploremos ahora el año 1945, cuando se publicó la magnum opus de Merleau-Ponty, Fenomenología de la percepción, el mismo año en que publicó su artículo "Le duda de Cézanne" (Merleau-Ponty, 1977, pp. 33-56), y el mismo año que ofreció su conferencia sobre cine en el IDHEC, para adelantarnos a esta desaparición y comenzar a intentar ver las cosas de otra manera, rastreando diversas asociaciones modernistas desde el mundo pictórico al fílmico, y moviéndonos entre la percepción y la imaginación.
La percepción predomina en las discusiones de Merleau-Ponty a lo largo de sus textos en 1945, y las referencias pictóricas y literarias modernistas recorren su obra. En su artículo publicado sobre cine, Merleau-Ponty se basa en Cézanne para aclarar cómo la percepción es un asunto de todo el cuerpo. Los estudiosos de Merleau-Ponty, como Mauro Carbone (2011) y Stefan Kristensen conectan el trabajo del filósofo sobre la estética de la pintura y el cine, y Kristensen (2006) habla de hecho de la cinépeinture de Merleau-Ponty (pp. 142-145), pero vale la pena señalar que el objeto de la atención de Merleau-Ponty proviene de muy diferentes tendencias en cada campo estético. Las referencias fílmicas de Merleau-Ponty en su texto son selectas y eclécticas y, a diferencia de sus continuas vueltas al ejemplo pictórico de Cézanne, no se detiene en ejemplos cinematográficos modernistas. Los tres principales movimientos cinematográficos modernistas de la era del cine mudo, anteriores a este artículo, fueron el impresionismo francés, el modernismo cinematográfico de Weimar y el montaje soviético. Merleau-Ponty hace una importante referencia a este último, citando una famosa secuencia de montaje que atribuye a Vsévolod Pudovkin, pero que fue un experimento dirigido por Lev Kuleshov, para ejemplificar que el cine es una forma temporal caracterizada por su ritmo, más que una suma de imágenes (Merleau-Ponty, 1977, p. 97). Más allá de esto, sus principales ejemplos provienen del cine narrativo más que del cine modernista experimental y son de la era del sonido más que del cine mudo 2 . Se refiere al trabajo de otros críticos en un par de películas: el trabajo de Leenhardt en el primer musical de MGM The Broadway Melody (1929) y la lectura sartreana de Astruc de Here Comes Mr. Jordan (1941). Pero elabora sus propios puntos más estridentemente a través de la referencia a On Borrowed Time (1939), Premier de cordée de Louis Daquin (1944) y Sierra de Teruel/L'Espoir de André Malraux (1945), todos los cuales son adaptaciones de novelas u obras de teatro. Como señala concisamente: "un film no se piensa, se percibe" (Merleau-Ponty, 1977, p. 103). Y es la naturaleza de esta percepción y los medios por los cuales dar cuenta de ella lo que está en cuestión aquí.
En algunos aspectos, haciéndose eco de André Malraux, cuyo "Esbozo de una psicología del cine" se publicó por primera vez en 1940, Merleau-Ponty reflexiona sobre el cine en relación con la psicología. Recurre a la nueva psicología en lugar de titular su exploración "Cine y fenomenología" porque, para él, la percepción cinematográfica contrasta con la percepción ordinaria 3 . Aunque en otros lugares es crítico con la psicología de la Gestalt (Merleau-Ponty, 1976), se acerca más a describir la separación que él ve en el cine entre espectáculo y espectador que su fenomenología en la que el cuerpo está comprometido con el mundo. Contrariamente a lo que argumentará Vivian Sobchack en The Address of the Eye, el entrelazamiento de lo que siente y lo sentido, lo que toca y lo tocado, lo que ve y lo visto, tan importante para su filosofía, se altera en el cine para Merleau-Ponty, y el entrelazamiento de objetividad y subjetividad no es posible fuera del espacio cinematográfico.
En su texto sobre el cine, Merleau-Ponty hace solo una fugaz referencia a la imaginación. Hablando de la idea en Here Comes Mr. Jordan, afirma en la línea de Kant que en el arte, la comprensión trabaja al servicio de la imaginación (contrastando esto con el conocimiento en el que la imaginación trabaja al servicio de la comprensión). Para Merleau-Ponty, las ideas solo están ahí para que el creador de la obra de arte tenga la posibilidad de encontrarles emblemas sensibles y de rastrear su forma visible y sonora. Él escribe:
El sentido de un film está incorporado a su ritmo como el sentido de un gesto es inmediatamente legible en el gesto, y el film no quiere decir nada más que lo que expone. La idea queda así reducida a su estado nativo, emerge de la estructura del film como en un cuadro de la coexistencia de sus partes (Merleau-Ponty, 1977, p. 103).
Este sentido de ser legible en el gesto se amplía cuando habla de Premier de cordée y Sierra de Teruel, afirmando que sentimos mucho más vértigo viéndolo desde fuera, que mostrándonos el paisaje interior de lo que se siente sufrir de vértigo, que es lo que sucede en Premier de cordée. Merleau-Ponty (1977) concluye: "Para el cine, como para la psicología moderna, el vértigo, el placer, el dolor, el amor, el odio son conductas" (p. 104). Al orientar la atención hacia la percepción, aunque de una manera que se relaciona más fácilmente con la psicología de la Gestalt que con su propia fenomenología, estamos aquí en un territorio que se basa en su pintor favorito en la especificidad del cine. Lo que pintores como Cézanne siempre han sabido es lo que Merleau-Ponty desea extender a la filosofía y, de hecho, al cine: que ver no es pensar sino una forma de estar ausente del yo del pensamiento y la reflexión racionales. Ver da acceso a más que el campo perceptivo inmediato, y esto se vuelve cada vez más importante para el trabajo de Merleau-Ponty sobre la imaginación.