https://doi.org/10.18273/revfil.v23n1-2024009
Artículo de reflexión derivado de investigación
Mauricio Calle Zapata 1
1 Instituto Jorge Robledo, Colombia mauricio.calle@upb.edu.co
Forma de citar: Calle Zapata, M. (2024). Karl Marx, el joven hermeneuta: una crítica a la nueva gramática teológica del capitalismo. Revista Filosofía UIS, 23(1), 198-223, https://doi.org/10.18273/revfil.v23n1-2024009
Revista Filosofía UIS Vol. 23 Núm. 1 (2024), pág. 198–223
Received: 2023/04/12 - Accepted: 2023/08/16
Resumen:
el modelo de ser humano: homo oeconomicus, impuesto por la racionalidad económica capitalista, ha tenido en las dos últimas décadas una metamorfosis compleja, a saber, la formación de un tipo de subjetividad representada en la figura del “emprendedor” o “su propio jefe” que, desde una nueva gramática teológica, encarna un proyecto mercantil solapado y subrepticio que condiciona las relaciones entre sujetos. En razón a esto, el propósito de este texto es pensar dicha problemática desde el ejercicio hermenéutico-crítico que lleva a cabo el joven Marx, para someter al análisis las categorías de culpa, deuda, sacrificio y expiación destacadas por Walter Benjamin, a la luz de la categoría esencia subjetiva de la propiedad privada que permita entender cómo el capitalismo se vale hoy de la teología y su lenguaje para continuar responsabilizando al ser humano de su pobreza, de su riqueza o su fracaso económico.
Palabras clave: capitalismo; teología; culpa; deuda; subjetividad; hermenéutica; Marx.
Abstract:
the model of the human being: homo oeconomicus, imposition by the economy capitalist rationality, has been in the last two decades a metamorphosis hard, scilicet, the formation of a guy (type) subjectivity perform in the figure of the “entrepeneur” or “be your boss” that from a new theological grammar, embody a trade project artful and surreptitious tha conditions between the subjects. Because of this, the purpose of the text is think this one problematic as of test critical-hermeneutic executed by young Marx, for submit to the analysis the categories of onus, due, offering and redemption highlighteds by Wlater Benjamin, by the light of the categorie essence subjective of the private property that allow us understand as the capitalism uses the theological language for continue holdingliable to the human being from his poverty, from his richness or from his economic washout.
Keywords: capitalism; theology; guilt; debt; subjectivity; hermeneutics; Marx.
Para comprender mejor lo que sugiere el tema señalado en el encabezado de este texto, hay que aclarar de entrada que, el argumento de una hermenéutica en el joven Karl Marx (hermanada con su crítica a la economía política para analizar la aparición por los días que corren de una nueva gramática teológica del capitalismo), responde de manera intencional a pensar, dentro de la naturaleza de un ejercicio analítico, dos asuntos puntuales. Primero, la aparición temprana de una hermenéutica crítica en Marx antes de las ya conocidas en la historia de la filosofía contemporánea. Y segundo, la afirmación problemática del proyecto económico actual del nuevo homo oeconomicus emprendedor o jefe de sí mismo, que se adhiere a las nuevas formas de fetichización del mercado, pero esta vez, a través de una gramática teológica desde la que solapa sus relaciones sociales como formas auténticas de existencia.
Frente a lo primero, cabe anotar un asunto importante para alcanzar dicho propósito. Este trabajo no centra su atención en las discusiones y aclaraciones a la que haya lugar con la tradición hermenéutica contemporánea, en representación de Paul Ricoeur y George Gadamer y con la tradición de la teoría crítica en la figura de Jürgen Habermas. La intención al respecto es que si bien a Ricoeur y Habermas se les reconoce como los precursores de una hermenéutica crítica 1 que se opone a la ontologización del ejercicio hermenéutico de Martín Heidegger y George Gadamer, lo que busca el presente trabajo es ubicar a Karl Marx dentro de esta tradición de la hermenéutica crítica con la novedad de ser el primer filósofo en plena modernidad en llevar a cabo un ejercicio hermenéutico direccionado a la economía política capitalista.
En razón a esta consideración, se señala que la propuesta acá no afirma el desconocimiento ni tampoco sugiere la imposibilidad de la hermenéutica tradicional y crítica para llevar a cabo su análisis del capitalismo en su estructura ideológica. De hecho, lo hace, no a la manera sistemática y lógica como la llevó a cabo Marx, pero sus intenciones e intereses se despliegan gracias a lo elaborado por el pensador de Tréveris. Por eso, autores como Ricoeur, Habermas, Marcuse e incluso el mismo Heidegger con diferencias notables respecto a los antes nombrados, han vinculado de una u otra manera hermenéutica y crítica para su análisis de la modernidad como ejercicio práctico que contiene en sí, por naturaleza, el sustrato transformador del mundo. 2
Así las cosas, lo que se afirma acá es que la historia de la hermenéutica no se agota ni se reduce a lo ya conocido en las elaboraciones contemporáneas. De hecho, sus alcances van más allá de las formas del ejercicio filosófico propio de la comprensión e interpretación del texto a la luz de la tradición, más allá de las posibilidades universales que encarna el lenguaje en el entendimiento entre sujetos, pero también excede la comprensión de las situaciones, sentimientos y prácticas social-políticas. Al propio modo de ver, ella también puede dar cuenta, a partir del elemento crítico que subvierte toda naturalización de las relaciones económicas que se establecen entre los seres humanos, de una comprensión e interpretación que lleve al sujeto a una transformación de dichas relaciones atravesadas por el mercado. Este fue el propósito de Marx y, por ello, se considera necesario incluirlo en esta tradición que se conoce hoy como hermenéutica crítica.
En este sentido, la existencia de una hermenéutica crítica en Marx tiene por objetivo llevar a cabo un ejercicio crítico (en lo que respecta a capacidad de juicio y de subversión de la realidad), que le haga frente a toda esa abstracción de las categorías económicas que continúan solapándose hasta hoy en un lenguaje teológico destinado al crecimiento de la producción mercantil y de subjetividades que fetichizan sus relaciones económicas. Solo a través de la comprensión e interpretación de lo real y concreto de las relaciones de los seres humanos entre sí en los ámbitos del trabajo y la producción, podrá la crítica mover al sujeto a su emancipación y transformación de la realidad. Así, "la crítica ha deshojado las flores imaginarias de la cadena, no para que el hombre arrastre la cadena que no consuela más, que no está embellecida por la fantasía, sino para que arroje de sí esa esclavitud y recoja la flor viviente" (Marx, 1968, p. 8).
Desde esta perspectiva, entonces, es comprensible que crítica y hermenéutica mantengan una relación profunda y vigorosa por el ímpetu que llevan en cada una según sus propias pretensiones. La crítica en Marx inicia con un movimiento de naturaleza hermenéutica para ampliar sus alcances que le permite al sujeto moverse conscientemente frente a lo que vive, conoce y elige. Por eso, si bien es evidente que la tradición crítica en su multiplicidad teórico-práctica, revivió la crítica al capitalismo hecha por Marx para actualizarlo en unas condiciones propias de los últimos dos siglos desde aquello que se denominó instrumentalización de la razón, lo que se busca es retornar al suelo de dicha crítica, pero esta vez desde el ejercicio hermenéutico que Marx desarrolló en sus obras de juventud para afirmar desde allí, el origen de la hermenéutica crítica en su dimensión auto-emancipadora que permite hacer frente a ese nuevo escenario teológico del mercado que se sigue fortaleciendo y perfeccionando dentro del capitalismo. 3
En razón a esto último, es preciso hacer la segunda aclaración al respecto de eso que se ha denominado al inicio del texto como "la nueva gramática teológica del capitalismo". Acá se tiene como protagonista al gran filósofo crítico Walter Benjamin. La intención de convocar a Benjamin es proponer una lectura original, analítica y crítica del concepto de esencia subjetiva de la propiedad privada de Marx a la luz de las categorías de deuda (Schulden) y culpa (Schuld) que trabaja en su texto el Capitalismo como religión de 1921 y que conectan de manera directa con la crítica que hace Marx a la religión como ideología. De ahí se justifica la importancia de un ejercicio hermenéutico en Marx para efectos del análisis de los fenómenos que se presentan en su evidencia o en su ocultación, en este caso, el fenómeno de una nueva gramática teológica que viene construyendo unos modos de subjetividad práctica propios de las nuevas lógicas del "emprendimiento" o del "sé tu propio jefe".
Dicho de otra manera, será desde su no tan vieja crítica a la religión, desde la que Marx permita, como condición inicial de cualquier crítica, penetrar en toda esa abstracción y sutileza metafísica de un lenguaje teológico que en la actualidad precisa de una concreción peligrosa en la relación del ser humano con el mercado y con los demás. El propósito sin más, alrededor de lo que suscita un texto como estos, es analizar y exponer qué implicaciones tiene este ejercicio hermenéutico crítico con Marx y cómo desde allí se puede mover para indagar y pensar dicha práctica frente a la nueva gramática teológica del capitalismo de nuestra época en los que el auge de las lógicas del mercado fetichista de las experiencias en la modalidad del emprendimiento en la consigna ¡sé tu propio jefe!, ha dado paso a un nuevo lenguaje teológico que actualiza directamente el concepto de esencia subjetiva de la propiedad privada, es decir, del trabajo en su definición capitalista.
Aclaro, entonces, a partir de estas líneas, que el presente texto tiene el siguiente orden: inicialmente, se señala con algunas aclaraciones de por qué se sostiene que ya en Marx, en sus escritos de juventud, se puede ver los primeros inicios de una hermenéutica crítica. Luego, se pasará a comprender, desde Marx, aquello que se denomina: hermenéutica de la propiedad privada como comprensión de su esencia subjetiva, y por último, pasaremos a indagar sobre esa nueva gramática teológica del capitalismo en el que todo lenguaje ya designa o impone una experiencia azarosa y de incertidumbre para que el sujeto culpable de sus fracasos materiales-económicos, pueda ver allí entre tanta desesperanza, la transformación de su mundo desde la ilusión y anhelo, que lo único que sigue procurando es la destrucción del mundo tal y como se lo conoce a partir de esa lógica perversa del ser humano industrioso y emprendedor.
Como se ha venido anunciando, el objetivo de este trabajo es vincular a la tradición de la hermenéutica crítica el nombre de Karl Marx. Si bien se encuentran adjetivos para referirse a Marx como maestro de la sospecha, científico social, economista, defensor del proletariado, entre otros; se cree que el adjetivo de "hermeneuta" no solo se sumaría a esa larga lista de denominaciones, sino que marcaría de entrada unas posibilidades muy interesantes alrededor de toda su propuesta crítica sobre de la modernidad capitalista. De hecho, si se acoge una de las definiciones más tradicionales de la hermenéutica, como, por ejemplo, el arte de evitar los malentendidos 4 , Marx no sólo podría ubicarse en esta definición, sino que también la excedería, pues su ejercicio hermenéutico no solo está para evitar y aclarar malentendidos, sino para llevar a la realización concreta a través de la crítica aquello que se impone al entendimiento como abstracto y oscuro en esa comprensión económica reduccionista del capitalismo.
En este sentido, antes de entrar a detallar el desarrollo hermenéutico en Marx, se observan dos argumentos importantes. Primero, lo interesante de vincular a Marx a la tradición de una hermenéutica crítica encuentra su primer sustento histórico en la crítica al idealismo alemán. "La crítica de los neohegelianos constituye un momento importante de la historia del pensamiento crítico en general, aun cuando, tal como Marx hace constar en la Introducción a la Ideología alemana, se haya enfocado exclusivamente a la crítica a la religión" (Aguilar, 1998, p.30).
Como se leerá más adelante, para Marx (1968), toda crítica, si quiere denominarse de esta manera, inicia con la crítica a la religión (p. 7) Por el momento, es claro que la religión está en el ojo de la crítica precisamente porque ella, tal como lo asegura Marx (1974) en la Ideología alemana, es la causa de que la conciencia, es decir, el sujeto, tenga una idea falsa de sí mismo (p. 11). En ella, Marx verá la historia del hegelianismo e idealismo como una historia de la conciencia que se afirma en su pura especulación y por ello debe someterse a la crítica. Según esto:
La crítica que introduce Marx y que comparten parcialmente Freud y Nietzsche puede considerarse como un capítulo de la historia de la crítica. Según esta noción de crítica, la realidad es concebida como generadora de las ilusiones de la conciencia, por lo cual, si se pretende combatirlas, habrá que transformar la realidad que las produce; y a la inversa también: si se quiere cambiar la realidad, habrá que cambiar primero la conciencia ilusoria misma. Por eso este sentido ya no es abstracto sino concreto, porque supone no solamente la determinación de la conciencia sobre la práctica sino también el sentido inverso, a saber, la determinación de la práctica sobre la conciencia (Aguilar, 1998, p. 32).
De esta manera, pensar un desarrollo hermenéutico desde Marx permite en inicio que todo aquello que se ha presentado al entendimiento como claro y evidente, categorizado por la economía, revele cómo la falsa conciencia, (que también es la historia de la modernidad como un gran sujeto), asumió "verdades" devenidas y sustentadas en las teorías económicas clásicas y a su vez, comprenda de qué manera acogió en su inmediatez las categorías de precio del trabajo, salario, intercambio, valor, entre otras, como leyes discursivas externas que prontamente condicionarían su propio desarrollo concreto. Solo bajo esta comprensión, la tarea de Marx adquiere sentido. Su ejercicio hermenéutico será clave para llevar a la conciencia a trascender esas apariencias del fenómeno económico dadas en sus representaciones y darles un carácter comprensivo e interpretativo que explique esa falsa naturalización e independencia de las categorías económicas como hechos respecto a los seres humanos y sus relaciones.
Para expresarlo de otra manera, lo que va a procurar Marx desde un ejercicio hermenéutico es desmitificar todas esas ilusiones dadas a los sujetos devenidas de la economía capitalista que se instalaron como acciones aparentemente libres para transformarlas en posibilidades emancipatorias y liberadoras. Por eso Foucault no se equivocaría al señalar a Marx como el fundador de un nuevo ejercicio hermenéutico crítico y técnico para su época que le permitió comprender desde una escritura jeroglífica, como lo nombró el mismo Marx, el funcionamiento del capitalismo (Foucault, 1969, pp. 36-37).
Por otra parte, el segundo asunto importante antes de entrar en materia se refiere al denominado método de Marx. Al propio juicio, más allá de lo que propone la tradición marxista, lo que hoy se conoce como dialéctica materialista no es más que la aplicación de un ejercicio hermenéutico de Marx que, a través de su crítica a las categorías económicas, permite observar cómo la existencia de la sociedad y sus relaciones económicas inician su proceso desde lo concreto y no desde una idea abstracta de dichas relaciones. Para Marx, "lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad de lo diverso" (Marx, 2008, p. 301), es decir, una síntesis que unifica lo diverso y cuestiona la abstracción y esa ilusión de herencia hegeliana de asumir lo real como resultado solo del pensamiento. Su método, que para el interés no es más que un ejercicio hermenéutico crítico de la economía política, permite dar cuenta de lo real, ya no desde del concepto, sino de lo concreto dentro del capitalismo, a saber, de las relaciones económicas que se han implantado de manera abstracta para explicar la vida del ser humano.
Lo que hace Marx, a juicio de Foucault, es llevar a cabo una interpretación de una interpretación 5 de la historia humana en el desarrollo del capitalismo. Lo fundamental de esto es entender que Marx no llegó como un outsider para transformar el mundo limpiando el tablero y borrando la historia para imponer la suya, al contario de esta posible visión, Marx no falsea las categorías económicas, sino que las acoge como verdades parciales en su sentido histórico, desde el seno del "texto" económico burgués para leerlo, ver sus inconsistencias, indicar cuáles son sus silencios o vacíos e iniciar su ejercicio hermenéutico crítico sobre las categorías económicas como ganancia, oferta, demanda, el trabajo, valor, propiedad privada, producción, entre otros, extrayendo de allí su propia construcción teórica que llevaría hasta sus últimas consecuencias.
A partir de estos vacíos e inconsistencias, Marx inicia su trabajo hermenéutico. Lo que hace Marx es no interpretar el origen del capitalismo desde la sociedad burguesa, sino más bien, desde la interpretación que tiene la sociedad burguesa sobre las relaciones sociales de producción, en este caso, su constitución del mundo a partir de las mercancías. 6 En el fondo, el capitalismo es un problema hermenéutico del cual Marx tendrá que dar cuenta a partir de una reconstrucción lógica del movimiento de la vida humana desde las formas de producción establecidas por la economía que constituyen el modo a través del cual se comprende la producción de la vida y su reproducción por parte del capitalismo, que ya no solo produce objetos, sino también sujetos, es decir, conciencia social productiva.
Por todo lo anterior, lo que se afirma es que sería un error inadmisible y absurdo el no incluir a Marx dentro de esta tradición hermenéutica que hasta hoy solo era visible en la figura de Ricoeur y Habermas. Solo desde allí se pueden abrir las posibilidades y la praxis emancipatoria devenida de su seno.
Ahora bien, entrando en materia para observar el desarrollo de lo dicho hasta el momento, ya en los Manuscritos económico-filosóficos del 44 de Marx se encuentra la partida y la meta de dicha tarea hermenéutica en su fase inicial de comprensión.
Nuestra tarea es ahora, por tanto, la de comprender la conexión esencial entre la propiedad privada, la codicia, la separación del trabajo, el capital y la renta, la del intercambio y competencia, valor y desvalorización del hombre, monopolio y competencia; tenemos que comprender la conexión de toda esta enajenación con el sistema monetario. (Marx, 1980, pp. 105 [MEGA, 1, Bd, 2, pp. 364])
Luego, un año después, en su texto de la Ideología Alemana (1845), insiste en dicha labor respecto a las categorías de la economía capitalista afirmando que:
En la realidad, la producción y consumo se hallan muchas veces en contradicción. Pero, basta con interpretar de un modo verdadero esta contradicción, para comprender la verdadera esencia de la producción y el consumo, para restablecer la unidad entre ambos y superar toda contradicción. (Marx & Engels, 1974, p. 625 [MEGA 1, Band, 5, p.500])
Esta exigencia del joven Marx pone ante el desarrollo especial de un ejercicio hermenéutico poco explorado y estudiado por la tradición marxista en su producción filosófica y económica. Una hermenéutica en Marx, como se anuncia renglones atrás y como lo iremos estudiando, posee dos vías de comprensión: una que se ubica en el sentido metodológico de las inconsistencias que ha dejado la economía clásica y la otra, que se ubica como actividad propia del sujeto respecto a su lugar en el mundo capitalista. La primera vía se vincula a la interpretación del sistema- mundo capitalista devenido de la burguesía desde una postura epistemológica dada en las leyes económicas y la segunda, se vincula a la formación crítica de los sujetos, quienes en última instancia están llamados a la transformación y emancipación social dentro del sistema capitalista. Sobre esta última, se tratará en el apartado sobre la hermenéutica de la propiedad privada.
En esa primera vía, se puede observar lo siguiente: en su texto la Miseria de la Filosofía del 1846, Marx le critica a Proudhon esa forma particular de comprender la economía desde la mera abstracción filosófica y desde la economía. Este detalle es importante porque la desorientación respecto al mundo capitalista es compartida tanto por la economía como por la filosofía y pareciese, como lo hace notar Marx en la siguiente cita, que desde la filosofía se ha justificado de manera insólita el proceder económico dentro de las relaciones sociales y de ahí su expresión en el mismo texto: ¡la metafísica de la economía política! Dice Marx:
Las categorías económicas no son otra cosa que las expresiones teóricas, las abstracciones de las relaciones sociales de producción. Como verdadero filósofo, Proudhon, tomando las cosas a la inversa, no ve en las relaciones reales sino encarnaciones de estos principios, de estas categorías, que dormitan, según nos dice también Proudhon el filósofo en el seno de la razón impersonal de la humanidad. Proudhon el economista ha comprendido perfectamente que los hombres hacen el paño, el lienzo y las telas de seda en relaciones determinadas de producción. Pero lo que no ha comprendido es que estas relaciones sociales determinadas son productos de los hombres, ni más ni menos que el lienzo, la seda. Etc. (Marx, 1987, p. 68)
Al respecto de esta primera vía, lo que hace Marx es ubicarse en el seno de la modernidad capitalista. Desde allí comprende que, como afirmación de la subjetividad burguesa, la economía clásica precisó las bases del desarrollo industrial productivo para que la tesis burguesa del mercado llegara a puerto seguro durante los inicios de la modernidad. Nada gratuito que hayan sido Adams Smith y David Ricardo, 7 los economistas más reconocidos hoy, quienes se afirmarán en ese determinismo proveniente de las leyes científicas para explicar las relaciones sociales y la actividad económica de los hombres a favor de una clase en particular: la de los industriales.
Esta es la tesis que Marx pondrá en el centro de su hermenéutica crítica. Marx criticará fuertemente esa idea según la cual toda riqueza encuentra su origen en la producción de mercancía en relación con la cantidad de trabajo empleado para ello, es decir, al valor de la mercancía respecto a la cantidad de trabajo invertido para su producción. "Para la sociedad burguesa la forma de mercancía, adoptada por el producto del trabajo, o la forma de valor de la mercancía, es la forma celular económica" (Marx, 2008, p. 6). Por ello, no es nada extraño que las relaciones entre el industrial-burgués y el trabajador se den desde la mirada de la utilidad y el beneficio como obtención de riqueza por las mercancías, pero a costa de una X cantidad de tiempo y de trabajo invertido por el hombre.
Como hermeneuta, Marx entiende que estas posiciones de la economía clásica parten de aquello que deberían explicar, pero no lo hacen. Estas dan como supuesto y evidente la aparición de la propiedad privada, la renta de la tierra, el capital, la división del trabajo, el salario y la mercancía. El problema para Marx es que la economía política determina leyes abstractas que recorren la realidad, (asunto contradictorio en sí mismo), para explicar el funcionamiento de las relaciones sociales y de producción de la vida social en su concreción. Por eso, la denuncia de Marx al capitalismo en su sustento teórico parte de una falta de comprensión que, si bien no debe llenar la economía política, por lo menos sí debe aclarar. Afirma Marx que:
La Economía Política parte del hecho de la propiedad privada, pero no lo explica. Capta el proceso material de la propiedad privada, que ésta recorre en la realidad, con fórmulas abstractas y generales a las que luego presta valor de ley. No comprende estas leyes, es decir, no prueba cómo proceden de la esencia de la propiedad privada. La Economía Política no nos proporciona ninguna explicación sobre el fundamento de la división de trabajo y capital, de capital y tierra. Cuando determina, por ejemplo, la relación entre beneficio del capital y salario acepta como fundamento último el interés del capitalista, otras palabras, parte de aquello que debería explicar. (Marx, 1980, p. 104[MEGA 1, Band, 2 p. 363])
Así mismo, en los Manuscritos de París de 1844, Marx declara una posición radical, desde la crítica, a las consideraciones del capitalismo a través de la propiedad privada y su principio o causa histórica, a saber, la enajenación. Es por esta razón por la cual el análisis hermenéutico que realiza Marx de la economía inicia con la crítica a los fundamentos de dicha ciencia que se dice social, para revelar la desintegración de la vida humana en cada una de las etapas del capitalismo en las categorías de salario, el beneficio del capital y la renta de la tierra. Allí, tras un estudio concienzudo, Marx comprende por qué el obrero en su condición de mercancía define su trabajo como mera abstracción y se le separa del capital y la tierra, es decir, de su posibilidad más inmediata y de su esencia que deviene de su propio trabajo 8 .
En razón a estas consideraciones abstractas de las leyes económicas, Marx ve la necesidad inmediata de interpretarlas para reformarlas a través de una caracterización más cercana a las relaciones humanas en retorno a la idea emancipadora del ser-genérico como praxis hermenéutica. Ella pone al sujeto a reclamar de nuevo su lugar como ser humano dentro de un mundo cosificado, animalizado y mecanizado. Además de esto, también le permite pensar de nuevo el ámbito económico, en especial, aquel que nacido en la modernidad continúa creciendo en la actualidad con implicaciones más agresivas ocultas y peligrosas como se verá más adelante.
Esta finalidad del ejercicio hermenéutico permite entonces reconsiderar las prácticas económicas, no solo como oposición a un sistema que cada vez se reproduce con mayor celeridad, sino también como una posibilidad de praxis política, ética y filosófica en la que esos procesos de intercambio económico, de plusvalía, condiciones laborales deplorables y la miseria que se reproducen a gran escala en el mundo no tengan sustento y espacio alguno en el marco de las relaciones humanas.
Ahora bien, el proceso hermenéutico al respecto de aquello que se ha venido nombrando, ya en los Manuscritos, desde el análisis que realiza en el conocido pasaje el "trabajo enajenado", se tiene un proceder hermenéutico interesante que permite pensar a Marx como hermeneuta y, más que esto, el primer filósofo en plena modernidad en poner en diálogo a la hermenéutica con la economía 9 . Dicho proceder avanza desde tres vías o consideraciones metodológicas que se puede observar en su investigación desde una hermenéutica crítica.
Elabora una reducción de todo el lenguaje abstracto derivado de la economía.
Lleva a cabo una arqueología de la propiedad privada desde la disección de su naturaleza.
Relativiza el modo de proceder de la economía capitalista moderna para dar cuenta de cómo la teoría de la enajenación cumple una función hermenéutica dentro de su crítica formadora, reformadora y, por tanto, transformadora.
Frente a lo primero, el filósofo alemán reduce desde el mismo lenguaje económico todas las categorías que se daban por comprensibles de suyo hasta el momento en plena modernidad y que partían de la mera abstracción para comprender, afirma Marx, ese todo significativo de los elementos de la economía política. Marx parte y acepta la terminología y las leyes de la economía política y "con la misma Economía Política, con sus mismas palabras, se ha demostrado que el trabajador queda rebajado a mercancía, a la más miserable de todas las mercancías" (Marx, 1980, p. 104[MEGA 1, Band, 2 p. 363]). Es ahí desde donde Marx cree que hay que pensar la miseria, la acumulación de capital y la división de las clases sociales.
Para el segundo caso, la necesidad de comprender ese todo significativo de la economía burguesa viene dado por una tarea arqueológica fundamental, a saber, el análisis de la propiedad privada económica como la causa enajenante de la actividad productiva del hombre y no solo del este, sino de la sociedad en general. La arqueología acá es dialéctica. Marx sabe que la economía política ni comprende ni explica la procedencia de la propiedad privada desde esas leyes abstractas que recorren la realidad, ya que todas las relaciones dadas allí, bajo la mera capacidad material de capital, son consecuencias inmediatas, naturales y necesarias de un desarrollo histórico capitalista que ve en su etapa anterior, el feudalismo, la incorporación del monopolio, la corporación y la competencia que reduce el trabajo al mero intercambio económico. Por ello afirma Marx:
Justamente porque la Economía Política no comprende la coherencia del movimiento pudo, por ejemplo, oponer la teoría de la competencia a la del monopolio, la de la libre empresa a la de la corporación, la de la división de la tierra a la del gran latifundio, pues competencia, libertad de empresa y división de la tierra fueron comprendidas y estudiadas sólo como consecuencias casuales, deliberadas e impuestas por la fuerza del monopolio, la corporación y la propiedad feudal, y no como sus resultados necesarios, inevitables y naturales. (Marx, 1980, p. 105[MEGA 1, Band, 2 p. 363])
Con esto, Marx pretende disipar desde esa arqueología dialéctica, la ideología de la propiedad privada que afirma al trabajo como capital acumulado y que niega al obrero en su actividad productiva. "Hemos visto cómo para ella hasta el intercambio mismo aparece como un hecho ocasional. Las únicas ruedas que la Economía Política pone en movimiento son la codicia y la guerra entre los codiciosos, la competencia" (Marx, 1980, p. 105[MEGA 1, Band, 2 p. 363]). Dicho de otra manera, Marx pretende comprender desde acá no solo las conexiones esenciales de la propiedad privada y sus consecuencias con el sistema económico capitalista sino también ese individualismo y competencia con la producción de mercancías que mueve la historia a través del intercambio entre individuos. Por esa razón, Marx observará algo aún más problemático en esta categoría de la propiedad privada, a saber, su esencia subjetiva. Una categoría clave para comprender la aparición de una nueva gramática teológica hoy.
Finalmente, Marx intenta desmitificar y relativizar esas supuestas determinaciones económicas que han permanecido acríticas ante la realidad humana y que, comprendiéndolas en su mismo seno, posibilitan una interpretación crítica con fines de transformación. Marx no desconoce que la crítica en el seno de la comprensión o de la hermenéutica permanece ligada al plexo de tradición sobre el que reflexiona. Lo extraordinario en Marx, después de considerar que la economía política parte de aquello que debería de explicar, fue el haber demostrado que la economía política consideró la actividad del hombre, su trabajo y su existencia como punto de llegada absoluto en el que este, en su relación con el objeto o lo que produce, le es ajeno.
Entonces, el sentido del análisis de la enajenación, en general en la crítica de Marx, es que ella cumple una función hermenéutica en dos vías: primera, porque hay una crítica a la hermenéutica tradicional, es decir, al modo en cómo se comprendieron y se aceptaron las determinaciones económicas de la época, y segundo, porque aparece allí una hermenéutica a la crítica misma, es decir, al modo en cómo se elaboraron las primeras críticas a la economía política sin pretensión de cambio o transformación de esta. Por eso, la afirmación de que: "los filósofos hasta el momento sólo han interpretado el mundo" (Marx, 1969, pp. 158 [MEGA 1, Bd, 5, 1932, pp. 542]), adquiere sentido hoy en razón a que muchos teóricos, (si se permite una analogía), están enfermos por interpretar cuanto fenómeno se les presenta, pero asintomáticos para llevar a la praxis aquello que se continúa ocultando en su a-criticismo filosófico.
En suma, el ejercicio hermenéutico en estas dos vías de una crítica puede resumirse en que Marx parte de la realidad social totalmente contradictoria a la propuesta por la economía política desde la categoría de propiedad privada y de su consecuencia inmediata, a saber, el trabajo enajenado. La teoría del trabajo enajenado en los Manuscritos, en su función hermenéutica, se convierte en instrumento teórico para comprender e interpretar los descubrimientos científicos de Marx en sus años posteriores de reflexión y crítica al capitalismo. Así, la enajenación deja de ser una mera teoría especulativa y mistificada para convertirse en este primer momento en el punto de partida para una transformación social.
Uno de los temas característicos, sobre el cual se generan algunas dificultades de comprensión y de interpretación para cualquier lector asiduo o desinteresado de Marx, es el concepto de propiedad privada. La razón a ello es que la lectura de dicho concepto se hace única y exclusivamente en términos económicos, ya sea desde la antítesis al trabajo o desde la condición positiva de la tenencia de capital por parte del poseedor de la tierra. Por ello, aparece la necesidad de pensar una hermenéutica de la propiedad privada, de su esencia como reorientación crítica ya no de sus implicaciones económicas, sino de los efectos del lenguaje y de aquello a que se dirige el contenido conceptual, teórico y práctico del concepto. Pasa con este concepto como con el de comunismo en Marx. Su ambigüedad se debe a la falta de comprensión del concepto en sí mismo, de cómo y para qué fue pensado inicialmente en el contexto del sistema capitalista en los primeros años de Marx.
Lo que queremos hacer notar con esta aclaración, es que el concepto de propiedad privada en Marx debe pensarse no solo en la vía de la posesión, uso, disposición y explotación de lo material, cuál teoría fisiócrata como única fuente de riqueza, sino también en la vía del ser humano mismo como fuente de riqueza a partir de su trabajo. El objetivo del ejercicio hermenéutico sobre la propiedad privada lo ubicamos en tres momentos y de ellos, queremos detenernos en el último, para pensar, desde ahí, el tercer apartado de este breve texto. Estos tres momentos, en definitiva, constituyen en Marx la definición de la propiedad privada que aparece a lo largo de los Manuscritos en la relación con el capital, el trabajo enajenado y la industria todo ello para sustentar desde este lugar, una teoría de la riqueza, en este caso, estrictamente económica.
A modo de recuento sencillo de este planteamiento, la riqueza obtenida de la propiedad privada se estableció durante la historia de la humanidad en el siguiente orden. Primero, la fuente de riqueza fue ubicada por los fisiócratas en la tierra, en la explotación de los recursos naturales y en su posesión. Luego de esto, con el desarrollo vertiginoso del capitalismo, la fuente de riqueza se concibió por los mercantilistas desde la posesión de metales preciosos que permitían la producción acelerada de mercancías para su intercambio económico de mano del Estado. Por último, el gran descubrimiento que hace el capitalismo según Marx, y así lo hace notar entre líneas en su III Manuscrito, fue el haber ubicado en el hombre, como su esencia, la fuente de la riqueza a través de su trabajo o su actividad productiva. Esto lo denominará Marx: esencia subjetiva de la riqueza, es decir, de la propiedad privada "La esencia subjetiva de la propiedad privada, la propiedad privada como actividad para sí, como sujeto, como persona, es el trabajo" (Marx, 1980, p. 140 [MEGA 1, Band, 2 p. 387]).
Como consecuencia de este tercer momento, Marx señala entonces interpretaciones muy interesantes alrededor de esta perspectiva del desarrollo económico de la historia. Para hacerlo más claro, el capitalismo ubicó en algún momento de la historia y aún lo sigue haciendo, la fuente de riqueza como un asunto externo al hombre, en la tierra o en la posesión de metales preciosos, para trasladarlo el interior del hombre, al individuo mismo como responsable de su riqueza o su pobreza. Esto será clave para entender el último apartado.
Dicho movimiento del capitalismo, aunque sabemos se comprende bajo el concepto de trabajo enajenado, resulta mucho más interesante y problemático en la lectura que propone Marx al respecto cuando señala a este tipo de visión como el resultado de una industria pensada en la producción de mercancías, sino en la producción de un tipo de conciencia necesaria para su expansión y desarrollo. De hecho, y así lo categoriza Marx, este desarrollo del capitalismo, en su consideración subjetiva de la propiedad privada, no es más que una economía política ilustrada que abrió paso a un culto religioso que impone al ser humano a verse confrontado en sí mismo por su riqueza o pobreza, su éxito material o su fracaso económico.
Bajo la apariencia de un reconocimiento del hombre, la Economía Política, cuyo principio es el trabajo, es más bien la consecuente realización de la negación del hombre al no encontrarse ya él mismo en una tensión exterior con la esencia exterior de la propiedad privada, sino haberse convertido el mismo en la tensa esencia de la propiedad privada. Lo que antes era ser fuera de sí, enajenación real del hombre, se ha convertido ahora en el acto de la enajenación, en enajenación de sí. (Marx, 1980, p. 136 [MEGA 1, Band, 2 p. 384])
Lo extraordinario de este ejercicio hermenéutico de Marx alrededor de esta categoría económica, es que aparecen una cantidad interesante de detalles que pueden actualizar en este tiempo algunos fenómenos alrededor del capitalismo. Pero nombremos dos detalles. Uno de ellos es que, si bien Marx no fue testigo de las guerras mundiales, que en la voz de la Escuela de Frankfurt serían el resultado de la ilustración que divinizó la razón, ya el pensador alemán estaba indicando en 1844 una crítica severa, en pleno auge de las ciencias y filosofía, a la ilustración en su realización como economía política que impone desde su concepción de progreso el desarrollo industrial como un asunto propio de la conciencia o del sujeto.
Y el otro detalle interesante, es que Marx en este III Manuscrito ya está advirtiendo el peligro y cinismo de todo proceso de globalización o cosmopolita del mercado a partir de la esencia subjetiva de la industria que, sin ninguna restricción, sin ningún límite, incondicionada y sin determinaciones locales o nacionales, se impone como la única política generalizada de la inhumanidad e hipocresía del reconocimiento aparente del ser humano como ser genérico (Marx, 1980, p. 136 [MEGA 1, Band, 2 p. 384]).
Para cerrar esta perspectiva, diremos que los efectos de esta consideración subjetiva de la propiedad privada son desastrosos para el hombre. Algunos de ellos son:
Causa de la impropiedad y desapropiación del hombre respecto a su propia actividad, no solo productiva, sino intelectual, artística, espiritual, entre otras.
Objetiviza y reifica al ser humano al rendimiento económico y de productividad.
Perdida del ser genérico como productor de su riqueza no solo material sino ontológica que crea vida en su universalidad.
Por esta razón, acá retomamos la segunda vía de la hermenéutica en su sentido arqueológico. Cuando se hace un análisis hermenéutico de la propiedad privada, se comprende que el extrañamiento y la enajenación de todos estos fenómenos derivados de la economía política, como causa de un proceso de deshumanización y cinismo, son en última instancia para Marx la desconexión existente entre las leyes económicas provenientes del capitalismo y la actividad hermenéutica-crítica del mismo sujeto sobre su propio lugar en el mundo. Lo que ha discurrido no solo en el siglo pasado, sino también hoy, es que el capitalismo y su desarrollo dentro de las relaciones sociales actuales siguen cooptando los espacios para la actividad crítica y antitética del sujeto hacia las supuestas bondades del sistema mismo.
Si el proyecto moderno era precisamente el de liberar al hombre de las imposiciones trascendentales y especulativas medievales a partir de la razón y las ciencias positivas, parece que allí, en el seno de esa misma racionalidad y objetividad, se le limita a los individuos su capacidad de comprensión e interpretación para disolverlos en las categorías económicas abstractas con implicaciones reales como por ejemplo el valor, trabajo, renta, capital, dinero, salario, entre otras, donde lo dado, (el fenómeno-mundo-capitalista), llega a ser de tal modo naturalizado e inconcuso para los sujetos, que toda oposición o contradicción a estas no tengan ningún asidero teórico ni mucho menos práctico. Dicho de otra manera, si no hay individuos que lleven a cabo su capacidad y actividad crítica de comprensión e interpretación sobre el statu quo del sistema económico devenido de la modernidad y sus consecuencias actuales, esa racionalidad y objetividad continuarán siendo subsidiarias de la racionalización económica capitalista
Marx vivió esta determinación en plena modernidad para destacar que, si no hay un ejercicio hermenéutico crítico por parte del individuo sobre su actividad económica y la economía en general, no reconocerá que su trabajo sigue pasando a ser capital y mercancía dentro de dichas leyes económicas que niegan su propia existencia y sus capacidades intelectuales, artísticas, críticas, de asociación con otros individuos, entre otras. En consecuencia, Marx creyó que "el ser humano tenía que ser reducido a esta absoluta pobreza para que pudiera alumbrar su riqueza interior" (Marx, 1980, p. 148 [MEGA 1, Band, 2 p. 269]) y por ello aparece la necesidad de una actividad hermenéutica crítica que retorne a la esencia humana en toda actividad productiva por medio del trabajo en favor de sí y de los demás. La actividad hermenéutica crítica no puede ser extraña a la actividad productiva del hombre, pues es su esencia y en esta vía, el sentido humano de las relaciones económicas que se dan entre los individuos.
Así pues, mientras el mundo capitalista transforma el mundo y toda posibilidad de desarrollo de la subjetividad en mera capacidad producida, dañada, desrealizada, es decir, enajenada, la transformación que se concibe en los manuscritos tiende subvertir desde el ejercicio hermenéutico esa concepción de la propiedad privada como esencia subjetiva estrictamente económica, para convertirla en crítica productora de sentido creador del ser humano frente a sí mismo y frente a los demás. Desde allí, ella permite poner en cuestión, subvertir lo abstracto para llevarlo a lo concreto y, en definitiva, formar capacidad de juicio que posibilite la emancipación humana en su conjunto, no como un simple "igualar" a todos, sino como un modo de crear los medios por los que cada ser humano pueda desarrollarse a partir de sus talentos, gustos, capacidades, entre otros.
Es a partir de esta concepción hermenéutica de la propiedad privada desde la que Marx invita a pensar también una relación hermenéutica-economía como actividad hermenéutica y como la actividad por la cual el sujeto comprende e interpreta el mundo que le circunda, incluso inmerso en uno tan complejo como el mundo capitalista. Por tal motivo, la primera instancia de esa posible relación hermenéutica-economía que se puede encontrar en Marx, deja entrever que es el sujeto mismo, quien a través de su capacidad crítica frente al capitalismo es capaz de ir más allá de dichas determinaciones devenidas de la economía para relativizarlas en pos de recuperar esa actividad para sí que no solo se reduce a la producción material, sino también a la producción de una riqueza que no solo pasa por ser material y que se potencia a través de la realización humana desde la que pueda autoemanciparse y construir lazos sociales más justos y menos egoístas.
Luego de haber trasegado por el motivo central del texto que insiste en la centralidad de un ejercicio hermenéutico-crítico en Marx para la comprensión e interpretación de las relaciones económicas y de sus categorías dentro del capitalismo, resta presentar, en este último parágrafo, la relación existente entre lo que entendemos por gramática teológica del capitalismo desde una interpretación de la categoría de culpa y deuda de Walter Benjamin, respecto de la esencia subjetiva de la propiedad privada de Karl Marx. El asunto es simple y su orden lógico puede leerse así:
La crítica y la hermenéutica se encuentran en Marx para subvertir el orden económico-religioso del capitalismo respecto de la vida humana, con el fin de movilizar al sujeto a que asuma una postura crítica frente a su propia situación humana dentro de las relaciones económicas que establece a través de su actividad económica o del trabajo.
Luego de este análisis propiamente hermenéutico-critico llevado a cabo por Marx, intentamos comprender desde los manuscritos de 1844 la categoría de esencia subjetiva de la propiedad privada que responde directamente al concepto de trabajo humano como mercancía. La esencia subjetiva de la riqueza hace responsable al ser humano de sus fracasos o éxitos económicos. Esta responsabilidad se la impone el ser humano a sí mismo para adorar e idolatrar 10 sus prácticas y relaciones económicas con miras a la consecución de su riqueza económica.
Y por último, si esta subjetividad de la propiedad privada está adherida a una idea de riqueza económica a la que idolatra cuál si fuese Dios mismo, entonces es comprensible de suyo la relación directa de Benjamin con Marx, desde la crítica a la religión respecto a la nueva gramática teológica actual, por un lado, y por el otro, la aparición de un tipo de sujeto, (en la actualidad conocido como emprendedor), que se adhiere a los conceptos de culpa y deuda para justificar sus sacrificios económicos de producción de riqueza.
Este orden permite aterrizar toda la elaboración previa de Marx al respecto de su ejercicio hermenéutico-crítico. La categoría de gramática teológica del capitalismo se extrae de la lectura crítica del texto El Capitalismo como Religión, escrito por Walter Benjamin. La culpa, la deuda, la expiación que nombra Benjamin allí aparecen actualizados por el capitalismo contemporáneo como el nuevo lenguaje teológico que sirve para "la satisfacción de los mismos cuidados, tormentos y desasosiegos a los que antaño solían dar una respuesta las llamadas religiones" (Benjamin, 1985, p.100).
La tesis es clara. Las categorías de culpa, deuda, sacrificio, expiación, renuncia y falta que aparecen en este breve texto de Benjamin, pueden leerse a la luz de la categoría de esencia subjetiva de la propiedad privada de Marx porque desde allí la discusión ya no se centra sobre si el capitalismo es o no una religión 11 sino más bien, en especificar cómo esa gramática teológica que utiliza el capitalismo le es efectiva para formar un tipo de sujeto que produzca la necesidad de verse a sí mismo desde las figuras de emprendedor, propio jefe, entre otras, la reafirmación de su responsabilidad respecto de su pobreza, riqueza o fracaso económico. Por ello, en razón a esto, la preocupación de Marx, al igual que la de Benjamin, no refiere a las estructuras religiosas existentes, sino más bien al lenguaje que se extrae de ellas para ubicarlo en el contexto del sistema capitalista.
Ahora bien, todos alguna vez hemos escuchado en la voz de los marxistas: "la religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado de ánimo de un mundo sin corazón, porque es el espíritu de los estados de cosas carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo" (Marx, 1970, p. 102 [MEGA 1, Band, 2 p. 171 ]) La expresión enseña, a su vez, no solo el sentido de la crítica de Marx a la religión, sino también, una reorientación que:
desemboca en esa enseñanza que muestra al hombre como el ser supremo para sí mismo y, por consiguiente, en el imperativo categórico de echar por tierra todas las relaciones de poder en las que el hombre permanece como un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable. (Marx, 1970, p. 109-110 [MEGA 1, Band, 2 p. 177])
Asimismo, en esa extraordinaria introducción a la Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel escrito por Marx, inicia con una afirmación importante de interés. Dice Marx:
En Alemania, la crítica de la religión, en lo esencial ha llegado a su fin, y la crítica de la religión es la condición primera de cualquier crítica. La existencia profana del error ha quedado comprometida desde el momento en que se ha refutado su celestial oratio pro aris et focis. El hombre, cuya única realidad fantástica la ha encontrado en el cielo, donde buscaba el superhombre, el reflejo de sí mismo, no se sentirá desde ahora inclinado a encontrar solamente la apariencia de sí mismo, el no-hombre, allí donde busca y debe necesariamente buscar su verdadera realidad. (Marx, 1970, p. 101 [MEGA 1, Band, 2 p. 170])
Tal como lo advertimos reglones atrás, para Marx toda crítica, si se denomina crítica y sin importar su orientación, parte inicialmente de la desmitificación y desdivinización de cualquier postura abstracta que se haga de la realidad y que lleve al hombre a consideraciones igualmente abstractas a la hora de realizar cualquier actividad de comprensión e interpretación. De entrada, la primera condición para pensar en una hermenéutica crítica es la crítica a la religión, pero más que esto, a la racionalización económica de sus dogmas para justificar desde allí lo que denominamos una gramática teológica. Y esa será la insistencia de Marx sobre el ejercicio hermenéutico del sujeto, pues, aunque el hombre posee la capacidad de comprensión del mundo, parece que todo aquello se ha dado en la cómoda interpretación religiosa del mundo, que no es más que una apariencia ilusoria e imaginaria de la cual sólo ha surgido un estado de adormecimiento, miseria, desengaño y autoenajenación.
La exigencia de abandonar las ilusiones acerca de un estado de cosas es lo mismo que exigir que se abandone un estado de cosas que necesita ilusiones. Así pues, la crítica de la religión es, en germen, la crítica del valle de lágrimas que la religión rodea de un halo de santidad. (Marx, 1970, p. 102 [MEGA 1, Band, 2 p. 171 ])
El hombre se ha construido la realidad en los cimientos de un valle de lágrimas que enajena y deja a la esencia humana sin una verdadera realidad. El mundo terrenal se ha impregnado de un aire espiritual que encubre la miseria y la desolación de un hombre atravesado por la mera abstracción. El problema acá, al margen de que sea una crítica de Marx al sistema religioso alemán es que la interpretación como práctica hermenéutica del hombre frente al mundo debe sacudirse primero de toda mistificación y abstracción, sin importar de qué sistema procede para luego orientar de manera apropiada su tarea hermenéutica-crítica. De hecho, en su texto la Ideología Alemana, Marx arremete contra la actividad filosófica de su época representada en algunos filósofos. La cita habla por sí misma, aunque causa cierta gracia, explica el estado de la práctica filosófica que tampoco es garantía de una actividad hermenéutica confiable y crítica. Dice Marx:
Un hombre listo dio una vez en pensar que los hombres se hundían en el agua y se ahogaban simplemente porque se dejaban llevar de la idea de la gravedad. Tan pronto como se quitasen esta idea de la cabeza, considerándola por ejemplo como una idea nacida de la superstición, como una idea religiosa, quedarían sustraídos al peligro de ahogarse. Ese hombre se pasó la vida luchando contra la ilusión de la gravedad, de cuyas nocivas consecuencias le aportaban nuevas y abundantes pruebas todas las estadísticas. Este hombre listo era el prototipo de los nuevos filósofos revolucionarios alemanes. (Marx, 1968, p. 102 [MEGA 1, Band, 5 p. 10])
Ahora bien, antes de entrar en detalle de lo que sugiere el título, es importante señalar un asunto que para Marx resulta de vital importancia a la hora de hacer su crítica al discurso teológico. El asunto es sencillo. Si la comprensión, primer paso para una actividad de entendimiento sobre el mundo, se ve atravesada por la abstracción o, mejor dicho, viene dada por el fenómeno religioso en cualquiera de sus manifestaciones, entonces toda interpretación que aparezca allí será una construcción ajena al hombre, una mera apariencia de dicho ejercicio, una mistificación de la realidad y en sentido estricto, un ejercicio acrítico que viene enajenado en el discurso de "otro mundo" en su seno teológico. De ahí, que el hombre tenga la tarea de llevar a cabo su propia realización y creación a través de la formación crítica, sin depender de concepciones religiosas o, mejor dicho, abstractas. Una formación crítica para que se procure la transición a la actividad hermenéutica del hombre y hacia sus propias condiciones de posibilidad en el mundo.
Así, aclarada esta condición, aparece dentro de la crítica a la religión en Marx, (asunto aún más extenso pero que por razones de brevedad no se amplía) la crítica al fetichismo de la mercancía que instaura, y con esto se sostiene para justificar la propuesta, toda esa nueva concepción del capitalismo en del desarrollo de la esencia subjetiva de la producción de riqueza a través de la mercancía que ha procurado mantener, bajo otros medios en nuestra época, un lenguaje mistificado y teológico peligroso para efectos del consumo de mercancía. Es así como, la crítica a la economía política en Marx durante en su segundo período en los Grundriesse y el Capital tiene como previo la crítica y relativización de la abstracción religiosa como un modo de desmitificación, de lo que más adelante Marx considerará de manera brillante en el Capital como fetichización de la mercancía sobre la que renglones más adelante volveremos de manera suscinta. Es así como:
la crítica de la religión desengaña al hombre para que piense, para que actúe y organice su realidad como un hombre desengañado y que ha entrado en razón, para que gire en torno a sí mismo y en torno a un sol auténtico. La religión constituye un sol ilusorio que gira en tomo al hombre, mientras el hombre no gira en torno a sí mismo. (Marx, 1970, p. 102 [MEGA 1, Band, 2 p. 171 ])
Entonces, el problema sobre esa nueva gramática teológica que aparece en en el medio puede comprenderse de la siguiente manera:
En inicio, nombramos de nuevo el sentido de una hermenéutica crítica a la propiedad privada en su esencia subjetiva. Cuando Marx señala una crítica a la religión, lo hace para permitirnos ver, no solo la situación de los alemanes respecto a la misma y en general del mundo moderno, sino también revelarnos que muerto el Dios medieval, el Capital pasó (tal como lo hace hasta hoy), a ocupar su lugar como el Dios potente e inmanente de este mundo atrayendo hacia sí todas esas pulsiones, necesidades e ilusiones 13 de los seres humanos que habían quedado sin objeto, para que le adoren y veneren.
La pregunta central al respecto sería ¿cómo y de qué manera se mueven millones de cuerpos de trabajadores, trabajadoras y consumidores para que en su espectral sombra continúen en una inquebrantable ceremonia sacrificial, inmolándose en los nuevos templos donde se adora las leyes económicas del valor, del intercambio, de la plusvalía, del salario, entre otros? Esa es la intención, en este último apartado, la de responder a esta cuestión y demostrar, que si bien Marx nos permitió ver en la crítica a la religión moderna, la premisa de verdad de los estatutos ilusorios y mistificados de las bendiciones de la economía política que aceptan sin crítica alguna los seres humanos, lo que debemos cuestionar hoy es cómo viene reproduciéndose esa mistificación derivada del fetichismo de la mercancía y se acunan en esa esencia subjetiva de la propiedad privada que se reconoce en la afirmación del emprendedor (entrepeneur) de ¡sé tu propio jefe".
Y es acá donde se conectan dos asuntos. Primero, para el capitalismo se hace urgente que el sujeto o el individuo asuma como dogma la siguiente tesis: "soy el responsable de mi riqueza o mi fracaso" porque la propiedad sobre sí (privada) como esencia de la riqueza proviene de mi trabajo, esfuerzo y dedicación. Visto desde acá el individuo se impone a sí mismo la necesidad de autoexplotarse para producir valor capital a partir de la "mercancía" material y de servicios. Este es el fenómeno emergente de la figura del "emprendedor" como el nuevo sujeto espiritual del sistema económico capitalista que metodiza su conducta para definirse en sus acciones, sus decisiones, valores morales y culturales como actores principales del sistema económico. "Ser empresario de sí significa proyectarse, capitalizarse, invertir en sí mismo, modelar la conducta y generar una nueva subjetividad en consonancia con el mercado" (Rico, 2019).
Toda esta lógica es el desarrollo de lo que la llamada esencia subjetiva de la propiedad privada sustenta bajo el criterio irracional y de confianza sobre la configuración del sistema económico, es decir, sobre el significado que le confiere el individuo a esa racionalización económica que transforma su conducta y sobre la ontologización de su proyecto de vocación-destino de su trabajo.
No obstante, estos modos de ser, propios de la figura del "emprendedor" solo podrán llegar a ser realizables si se sustentan bajo la lógica de un lenguaje mistificado y teológico, a saber, el de las mercancías. De ahí la segunda conexión con esta gramática teológica. A mediados de 1700 aparecía por primera vez el concepto "empresario" con Richard Cantillon y fue encontrando su perfección característica en los textos de economía clásica de Say, Stuart Mill, Menger, entre otros, que lo definen como un agente que compra medios de producción y que con su carácter sólido y robusto es capaz de reconocer en su "actividad económica" el conocimiento de la teoría del valor y una metodología capaz de conquistar cualquier ámbito de la economía. 14
Queda claro entonces que el lenguaje teológico del capitalismo comienza a tener sentido, porque la abnegación, el sacrificio y la expiación son las virtudes "espirituales que permitan elevar el grado de voluntad y deseo para la adquisición de una riqueza que solo se adquiere bajo el lente de lo propio, de las capacidades productivas de cada individuo y bajo la auto-explotación 15 de su esencia subjetiva que es el trabajo. "La formación y constitución de un tipo de individuo a través de instituciones, prácticas sociales, concepciones morales, filosóficas y declaraciones discursivas encaminadas a organizar un determinado tipo de subjetividad, se lleva cabo en el ámbito de la estructura neoliberal con su "dispositivo" empresarial" (Rico, 2019).
En el sentido de este movimiento, la figura del "emprendedor" se ubica o acomoda muy bien en las categorías de la realización de la esencia subjetiva de la propiedad privada. La situación de entrada es terrible para este sujeto, pues si se afirma en su "vocación" económica a partir de la idea de sacrificio y triunfa, se construye no solo su idea de "progreso" y "destino" sino que es bendecido por ese Dios del capital que le permitirá seguir produciendo riqueza económica, pero que si fracasa en su intento, tendrá que sufrir las consecuencias de ese mismo Dios furioso y vengativo, como el del antiguo testamento, al que tendrá que pagarle, cuál deudor culposo, aquello que le ha dado el capital para su reproducción. El problema es que no habrá cura ni pastor que medie para expiar la culpa y el pecado, sino más bien, el banco como única posibilidad de pago de tan grande deuda. En pocas palabras, quien falte a los mandamientos del neoliberalismo económico será expulsado del paraíso capitalista y quedará endeudado para siempre.
De esto se podría afirmar más cosas, pero solo resta señalar que el poder incluir al joven Marx, no necesariamente al marxismo, a la tradición hermenéutica crítica sigue abriendo un panorama de comprensión muy especial. Como se ha observado, la formación de la crítica como desmitificadora de la realidad debe volver a hacer parte de la vida humana, ya que la crítica es el principio hermenéutico por excelencia. Sin la formación de dicho principio, cualquier intento hermenéutico por parte del hombre y de los pueblos será inútil al momento de liberarse de la enajenación impuesta por cualquier sistema, llámese religioso, político o económico, cultural. Por eso afirma Marx que:
La misión de la historia consiste, por lo tanto, una vez desaparecido el más allá de la verdad, en averiguar el más acá. Y, en primer término, la misión de la filosofía, que se halla al servicio de la historia, consiste, una vez que se ha desenmascarado la forma de santidad de la autoenajenación humana, en desenmascarar la autoenajenación en sus formas no santas. De forma que la crítica del cielo llega a convertirse en crítica de la tierra, la crítica de la religión en la crítica del derecho y la crítica de la teología en la crítica de la política. (Marx, 1970, p. 102 [MEGA 1, Band, 2 p. 171])
Finalmente, por eso tendremos que prestar más atención a lo que sucede hoy al interior de las nuevas lógicas del capitalismo que al igual que la religión, pone como sujeto al capital y pone al hombre como un mero predicado de sus lógicas dentro de las relaciones económicas. Feuerbach ya había enseñado que, "el método de la crítica reformadora de la filosofía especulativa en general no se distingue del método ya empleado en la filosofía de la religión. No tenemos más que convertir al predicado en sujeto y a este sujeto en objeto (Objekt) y principio" (Marx, 1969, pp. 27).
Con este dato, hoy ya podemos reconocer, gracias la tradición crítica, que el capitalismo funciona de manera transitiva, ubicando su objeto en el lugar del sujeto a quien este le sirve solo de complemento. Por eso, en definitiva, si el método crítico reformador en Feuerbach consistió en invertir esa concepción religiosa de la realidad, en Marx el método crítico hace parte de la actividad hermenéutica del sujeto que consiste en ubicar al ser humano por encima de cualquier determinación económica para que su actividad productiva mediante su trabajo no se objetive y le cosifique como mera mercancía.
[1] La hermenéutica crítica en Ricoeur y Habermas se afirma como un ejercicio crítico que busca comprender ese mundo de la vida político-social que comparten los individuos y que se complejiza cada vez más en el tipo de relaciones que allí se establecen, "El concepto de hermenéutica crítica se contrapone a la idea de una «hermenéutica tradicional» en un doble sentido: en primer lugar, en tanto que sus desarrollos teóricos no son ya deudores principalmente de la tradición del humanismo clásico y romántico y, en segundo lugar, por un alejamiento de la propia manera de concebir la tradición en la hermenéutica gadameriana como horizonte que se rehabilita acríticamente como estructura ontológica" (Recas, 2006, p. 152).
[2] Cada uno de los citados ha llevado a cabo una crítica al capitalismo desde diversas perspectivas. En Ricoeur (1973) el capitalismo como ideología se convierte en el medio a través del cual se establecen los vínculos sociales a través de los símbolos devenidos del discurso de la clase dominante y del actual discurso científico-industrial. Por el lado de Marcuse (1993) y Habermas (1986) la crítica al capitalismo va dirigida, por un lado, a la racionalidad tecnológica desde la lógica de la dominación y por el otro, a la legitimización estatal de los fines que se buscan dentro del mercado ampliamente sustentados en la ciencia y la técnica. Finalmente, por el lado de Heidegger (1994), su crítica al capitalismo toca específicamente con su reflexión sobre la técnica moderna a partir de la cual se lleva a la existencia del ser humano y a la naturaleza a un emplazamiento (Gestell).
[3] Es importante aclarar, que la mayoría de las obras de Marx tienen por título o subtítulo la categoría de crítica como el marco desde donde emprende su ejercicio hermenéutico respecto de la economía capitalista.
[4] Como lo afirma Gadamer, "Schleiermacher define a la hermenéutica como "el arte de evitar el malentendido" haciendo de este el elemento esencial de toda comprensión, de tal manera que aquí queda contenida en esta expresión negativa toda la tarea hermenéutica" (Gadamer, 1977, 238).
[5] "Se ve esto ya en Marx, que no interpreta la historia de las relaciones de producción, sino que interpreta una relación que se da ya como una interpretación, puesto que ella se presenta como naturaleza" Foucault, Michael. Nietzsche, Freud, Marx. Carlos Rincón y publicada originalmente en el dossier" Nietzsche, 125años"por la revista Eco n°113/ 5, t. XIX, n. 5-6-7, setiembre-octubre-noviembre de 1969, Bogotá, Colombia.
[6] "Formas semejantes constituyen precisamente las categorías de la economía burguesa. Se trata de formas del pensar socialmente válidas, y por tanto objetivas, para las relaciones de producción que caracterizan ese modo de producción social históricamente determinado: la producción de mercancías" (Marx, 2008, p. 93).
[7] El conocimiento de Marx sobre la economía clásica es realmente amplio. Esto lo sabemos por las múltiples referencias en sus Manuscritos de 1844, en la Introducción general a la crítica de la economía política de 1857, en El Capital de 1867, entre otros. Para esta última, Marx dedica una buena parte de su epílogo a la segunda edición a dar cuenta de su conocimiento de la economía clásica y de las implicaciones de esta en su camino investigativo.
[9] En la actualidad, economistas como Ludwig Lachmann y Don Lovoie de la escuela austriaca de economía incluyeron en sus estudios de economía a la hermenéutica devenida de Gadamer y Ricouer como posibilidad de análisis de los textos económicos, pero más allá de eso, el "texto" de los movimientos económicos en los precios de mercado, las instituciones monetarias e industrias. Sería interesante ahondar en esta relación entre economía y hermenéutica, pero este no es el espacio para ello. Véase el texto de Don Lovoie "Economía y Hermenéutica de 1951 y publicado en 1991 después de su muerte.
[10] La esencia subjetiva de la propiedad privada se comprende bajo el espectro religioso de la idolatría y adoración del mercado. Este es un dato muy importante para las aspiraciones finales en el presente texto. (Cfr. Marx, 1980, p. 135).
[11] Byung-Chul Han, en su texto la agonía del eros 2014 pág 21-22 rechaza la postura de Benjamin respecto a que el capitalismo sea una religión. El argumento para Han es que dentro del capitalismo no existen las categorías de perdón, expiación y liberación sólo los conceptos de deuda y por tanto el capitalismo no sería una religión pues no existe en ella el perdón o de desendeudamiento. A mi modo de ver, Han se equivoca al respecto por dos asuntos puntuales: primero, no toda religión, ni siquiera la judeocristiana en sus inicios, instaura la necesidad del perdón como condición para su estructura. Y segundo, Han se olvida acá que de lo que se trata es de un asunto del lenguaje teológico y no específicamente de la estructura de una religión en particular. En fin, sobre esto habría otros asuntos a dialogar como, por ejemplo, en la expresión de Benjamin de un Dios caído que se podría llevar al diálogo con Heidegger al respecto de la caída. Caído Dios, quien cae ahora es el Dasein en ese mundo de lo interpretado.
[12] Cfr. Ludwig Feuerbach. Tesis provisionales para la reforma de la filosofía. Ed. Calden. Argentina. 1969. Tesis #7 p. 27. La crítica a la religión la lleva a cabo Feuerbach y es Marx quien la continúa en el sentido de la economía política. "El método de la crítica reformadora de la filosofía especulativa en general no se distingue del método ya empleado en la filosofía de la religión. No se tiene más que convertir al predicado en sujeto y a este sujeto en objeto (Objekt) y principio, por tanto, con solo invertir a la filosofía especulativa se tiene la verdad sin velos, pura y desnuda".
[13] Se recuerda la definición fenomenológica extraordinaria que hace Marx sobre la mercancía. El capital, ese nuevo Dios, aparece (Erscheinen), como un gran cúmulo de mercancías que satisface las necesidades ya sea del estómago o de la ilusión, imaginación. (Cfr. Marx, 2008, p.43) El subrayado es mío.
[14] Cfr. Casson, M. C. 1982, p.1 5. The entrepreneur. An economic theory. Oxford: Martin Robertson.
[15] Esta expresión se popularizó con Han, pero ya en Marx y también en otros autores actuales como Gadamer en su texto "el aislamiento como síntoma de autoenajenación", procuraron por explicar este fenómeno con unos matices muy interesantes que permiten comprender algunos asuntos contemporáneos alrededor de la crítica a estas lógicas del capital.