SPIVAK, G. C. (2013). SOBRE LA DECONSTRUCCIÓN. INTRODUCCIÓN A DE LA GRAMATOLOGÍA DE DERRIDA. BUENOS AIRES: HILO ROJO EDITORES


Carlos Mario Fisgativa Sabogal:colombiano. Magister en Filosofía, Pontificia Universidad Javeriana. Estudiante del Doctorado en filosofía de la Universidad de Buenos Aires.
Correo electrónico: carlosmfisgativa@hotmail.com



SPIVAK, G. C. (2013). SOBRE LA DECONSTRUCCIÓN. INTRODUCCIÓN A DE LA GRAMATOLOGÍA DE DERRIDA. BUENOS AIRES: HILO ROJO EDITORES

Este libro es la traducción al español de la célebre introducción a la edición en inglés (1976) de: De la grammatologie (1967) de Jacques Derrida; algunos años después de la traducción al español, en el año 1972. La autora nacida en 1942 en Calcuta, India, impulsa con su traducción la recepción de las obras de Jacques Derrida en los Estados Unidos, obras cuyo debate y acogida marcarían algunas líneas de la academia en Norteamérica: estudios culturales, postcoloniales y de género. Más allá de una simple introducción, Gayatri delinea elementos de su propio pensamiento, en particular, el cruce “entre” materialismo y deconstrucción; igualmente, la problematización del sujeto como dominador, es una constante que la autora explora en torno a la deconstrucción y que le llevó a escribir textos como: ¿Puede hablar el subalterno? o Crítica de la razón postcolonial.

Este “prefacio” tiene como objetivo delinear las relaciones de la escritura de Derrida con la tradición filosófica, sin renunciar al carácter problemático de la relación entre escritura y filosofía. Para ello, se recorren textos de Derrida ya publicados en francés en 1976, en particular: La diseminación, Márgenes de la filosofía, La escritura y la diferencia, De la gramatología, La voz y el fenómeno y Glas; también se remite a los autores-textos frecuentados para configurar la constelación de escrituras que ponen en marcha la operación de lectura-escritura deconstructiva.

Spivak plantea la paradójica condición del prefacio, su carácter ficticio incluso; ello aludiendo a La diseminación y el prefacio que Derrida le agrega: “El afuera del libro”. Asimismo recurre a Hegel en diversos momentos en que discute la función del prefacio: la relación entre una generalidad abstracta y el proceso del conocimiento. La polémica de Hegel acerca los prefacios aproxima a las cuestiones acerca de la escritura que importan a Derrida.

Por otra parte, se explora la relación entre Derrida y Heidegger, en particular se indaga por la tachadura de la palabra Ser, que Heidegger utiliza para indicar el olvido del Ser, lo irresuelto de su indagación y su precomprensión implicada en todo preguntar; este gesto de tachadura y permanencia es alternativo a la indagación metafísica tradicional, ya que coloca a la esencia del hombre en el entrecruzamiento de las líneas de la tachadura. Por su parte, Derrida tacha la palabra huella que no remite a la presencia, a la precomprensión o anterioridad del Ser, sino a la “estela”, la “traza” diferencial que rasga cualquier identidad, origen o principio trascendental, así como las jerarquías que de allí se deriven.

Pero no basta con hacer de Derrida un continuador de la empresa Heideggeriana de Destruktion de la metafísica. La relación con Nietzsche ofrece posibilidades para interpretar los gestos derrideanos, más aún cuando —señala Spivak— el Nietzsche que presentaba Derrida a la academia estadounidense era otro, no exactamente el de Martin Heidegger. Sin embargo, Derrida también pone en juego la lectura que Heidegger ofrece, para desplegar sus intrincados efectos textuales.

Nietzsche también es un demoledor de ídolos metafísicos; la verdad y el hombre que desea poseerla son reiteradamente cuestionados. Ante la pretensión optimista de un conocimiento objetivo, un elemento crucial es el olvido activo, la voluntad de no saber, de no conformarse con la acumulación histórica de un saber fundado en las esencias, lo que en la lectura derrideana es un gesto de la borradura, de la tachadura. El pensamiento nietzscheano es alimentado por la pluralidad del estilos o perspectivas, lo que trae consigo la contradicción continua, el transitar por alternativas dispares; ello remite a la operación deconstructiva, que pone en marcha las oposiciones, el juego de lo indecidible, la différance de fuerzas que ocupan lugares móviles y en desplazamiento; de allí, que la cuestión de la metáfora como tránsito o deriva sea crucial para ambos pensadores, pues no reconocen un átomo de significación que estructure una cadena de derivaciones entre lo literal y lo metafórico, lo verdadero y lo que se aleja de él, pues el hombre es un creador de ficciones, pero a veces olvida que son metáforas de metáforas, que el sujeto no es más que una metáfora-ficción.

Las indagaciones de Freud en torno al inconsciente, la inscripción de huellas mnémicas, el principio del placer y el de realidad, la determinación de la psiquis como no reductible a la consciencia y la consecuente no trasparencia del sujeto para sí, son de relevancia para la operación de escritura que se indaga. Además, Derrida destaca el tratamiento de lo inconsciente como un aparato de escritura al que llega Freud después de trabajar esa cuestión-metáfora por años. La economía del inconsciente enfrenta fuerzas opuestas, contrarios que no intercambian lugares, si no que generan tensiones que se desplazan, se difieren y que jamás remiten a la presencia, dado que Derrida recalca que el inconsciente implica que no haya experiencia o percepción inmediata, que no esté diferida.

La versión psicoanalítica de Lacan es también considerada en su relación con la deconstrucción, pues la determinación del inconsciente como un lenguaje no es desestimada por Derrida; no obstante, cuestiona que, al dar primacía a la cadena significante frente a los significados, se privilegia un tipo de significante, en este caso el falo, lo que constituye la simple inversión de las posiciones en las dualidades jerárquicas del significado y el significante.

Desde sus primeros escritos, Derrida mantiene una extraña relación con la fenomenología Huserliana, ya que encuentra en ella elementos que al ser problematizados se muestran prolíficos. Spivak señala que Derrida se acerca a la fenomenológia con la precaución de cuestionar el polo constitutivo y originario que es el sujeto, es decir, la presencia para sí de la conciencia, su posibilidad de intuición inmediata. Una gramatología supone el diferir, la imposibilidad de cualquier presencia o identidad, la imposibilidad de la inmediatez, del contacto, la escucha de una voz que se autoafecta; si hay algo originario habría de ser el retardo, el re-trazo. En esto consiste la minuciosa lectura que Derrida realiza de Husserl en La Voz y el fenómeno y en el prefacio a El origen de la geometría.

La autora, también, se ocupa del contexto intelectual de la época marcado por el estructuralismo, Derrida traza las coordenadas que lo relacionan y lo separan de la lingüística saussureana marcada por el carácter dual y diferencial del signo, pero con un fonologismo predominante. También el árido debate con Michel Foucault en torno a la lectura de Descartes sobre la locura y el genio maligno, a partir del cual la autora perfila sus elaboraciones futuras: el cuestionamiento del sujeto dominador es considerado una ruta abierta por la operación deconstructiva.

Cerca de 30 años transcurren entre la edición en inglés y la traducción del texto al español; esto continuará alimentando la discusión de problemas explorados que causan resistencia en los círculos académicos. La reedición de un prólogo traducido es síntoma de la vigencia y de la relevancia de las cuestiones que plantearon y que aún inquietanΦ