El
Realismo Científico y la Inducción Pesimista: un debate abierto
Scientific Realism and the
Pessimistic Induction: an open debate
Resumen
El
debate entre los defensores de ciertas versiones del Realismo Científico y los
autores que argumentan a favor de la inducción pesimista, sigue abierto. Este
estudio fue hecho con el objetivo de mostrar que el argumento de la inducción
pesimista representa un reto serio para estas versiones del Realismo
Científico. En la primera parte del texto revisaré algunas de las diferentes
maneras de caracterizar la inducción pesimista, enfatizando el tipo de
compromiso realista con el que discuten, esto es, si es de índole semántico,
epistémico o metafísico. En la segunda parte analizo tres estrategias que se
han desarrollado para socavar la inducción pesimista, así como los contra
argumentos formulados por los defensores de la inducción pesimista ante estos
ataques. Muestro que ninguna de estas tres estrategias logra su objetivo.
Termino sugiriendo una posible línea de investigación sobre el tema.
Palabras
clave
Inducción Pesimista, Realismo Científico, Éxito
empírico, Alternativas no concebidas.
Abstract
The debate between the defenders of certain versions of Scientific Realism and the authors who argue in favor of the pessimistic induction, remains open. This study was made with the objective of showing that the pessimistic induction represents a serious challenge for these versions of Scientific Realism. In the first part of the text I will review some of the different ways to characterize the pessimistic induction, emphasizing the type of realistic commitment with which they argue, that is, whether it is of a semantic, epistemic or metaphysical nature. In the second part I analyze three strategies that have been developed to undermine the pessimistic induction, as well as the counter arguments formulated by the defenders of the pessimistic induction before these attacks. I show that none of these three strategies achieves its objective. I conclude by suggesting a possible line of research on the subject.
Keywords
Pessimistic Induction, Scientific Realism, Empirical Success, Unconceived Alternatives.
El
Realismo Científico y la Inducción Pesimista: un debate abierto
1.
Introducción
El
Realismo Científico (de aquí en adelante RC) es una postura filosófica
heterogénea sobre la ciencia defendida no solo por filósofos; sino también por
científicos que reflexionan sobre su propio quehacer. De acuerdo con RC,
algunas teorías científicas exhiben ciertos rasgos semánticos, epistémicos o
metafísicos que se preservan durante el cambio teórico. La inducción pesimista
(de aquí en adelante IP), es un argumento que se ha formulado como un reto para
algunas versiones de RC. De acuerdo con IP, cualesquiera que sean las
virtudes semánticas, epistémicas o metafísicas de las teorías científicas, nada
nos garantiza, desde un punto de vista inductivo, que tales rasgos se preserven
durante el cambio diacrónico de la ciencia. Por ejemplo, para algunas
versiones de RC, el éxito empírico que exhiben las mejores teorías científicas
es un rasgo a favor de esta postura. Sin embargo, IP ha argumentado a este
respecto que la mayoría de las teorías científicas que en el pasado se
consideraron exitosas a un nivel empírico, actualmente han sido abandonadas. De
manera que nada nos impide realizar el salto inductivo e inferir que,
probablemente, algunas de las teorías que actualmente exhiben éxito empírico,
también serán abandonadas en un futuro.
Para
solventar este y otros retos que IP le plantea a RC, se han propuesto varias
estrategias. De entre estas, destacan tres, a saber, i) minimizar
el número y relevancia de las teorías científicas pasadas que fueron
exitosas y que en la actualidad se han considerado se han abandonado, ii)
distinguir las partes responsables del éxito de las teorías pasadas de las
partes ajenas a este éxito y, iii) mostrar que IP es un argumento falaz.
En
la primera parte del texto, con el objetivo de contextualizar el problema,
revisaré algunas de las diferentes maneras de caracterizar IP, enfatizando el
tipo de compromiso realista con el que discuten, esto es, si es de índole
semántico, epistémico o metafísico. En la segunda parte analizo las tres
estrategias antes mencionadas que se han desarrollado para rechazar algunas
versiones de la inducción pesimista. A manera de
diálogo, presento algunos contra argumentos formulados por los
defensores de IP para sostener su postura. A lo largo del texto, muestro
que ninguna de estas tres estrategias logra socavar IP de manera
contundente. Termino sugiriendo una posible línea de investigación sobre
el tema.
2. Diversas
concepciones del argumento de la inducción pesimista
Es
bastante conocida la frase que ideó Putnam para caracterizar la fuerza que
supuestamente tiene RC. Me refiero al argumento del (no) milagro: “El Realismo
Científico es la única filosofía que no convierte el éxito de
la ciencia en un milagro” (Putnam, 1975, p. 73). En realidad, la frase de
Putnam solo refleja una de las varias tesis que puede ser defendida por los
realistas. Aquí mencionaremos otras dos tesis igualmente fundamentales para el
Realismo Científico, a saber:
a.
La tesis metafísica: el mundo tiene una estructura definitiva que es independiente de la
mente humana.
b.
La tesis semántica: las teorías científicas son descripciones condicionadas por la verdad
de sus dominios de investigación, por lo que pueden ser verdaderas o falsas.
c.
La tesis epistémica (a la que se refiere Putnam): las teorías científicas exitosas a un
nivel predictivo están bien confirmadas. Las entidades postuladas por estas
teorías, existen en el mundo natural.
Aquí
no discutiré cuál de estas tesis es la que mejor caracteriza a RC[2]. Lo
que deseo señalar es que las distintas versiones de IP, que a continuación
revisaremos, atacan una u otra tesis defendida por RC.
Una
formulación temprana de IP puede encontrarse en los trabajos del físico francés
Henry Poincaré quien argumentaba en torno a la “ruina de la ciencia”, cito a
Poincaré:
La naturaleza efímera de las teorías
científicas nos toma por sorpresa. Su breve periodo de prosperidad
termina, una tras otra vemos su abandono; vemos ruinas apiladas sobre
ruinas; predecimos que las actuales teorías, a su vez, sucumbirán en poco
tiempo y, concluimos, que fueron creadas absolutamente en vano (1905, p. 160)[3].
Larry Laudan y Hilary Putnam retomaron el tema a mediados de la segunda
mitad del siglo pasado. Cito a ambos autores respectivamente:
La mayoría de las teorías
científicas del pasado son sospechosas de ser falsas; presumiblemente
tenemos razones para anticipar que las teorías de la ciencia actuales sufrirán
la misma suerte (Laudan, 1977, p. 126).
¿Qué pasaría si todas las
entidades teóricas postuladas por una generación de teorías científicas
(moléculas, genes, electrones) no existieran desde el punto de vista de la
ciencia futura? ¿Cómo saber que no estamos en un error ahora? Esta es una
pregunta sería porque da lugar a la siguiente metainducción: así
como ningún término utilizado en la ciencia de hace 50 años,
actualmente refiere; ningún término utilizado en la ciencia actual
refiere (Putnam, 1978, pp. 24-25).
En la actualidad, la discusión acerca de la validez e importancia de IP,
como un argumento serio en contra de ciertas versiones de RC, está siendo
ampliamente discutido en la filosofía de la ciencia. Por ejemplo, Seungbae Park
se enfoca, como lo hizo Laudan, en el aspecto semántico de las teorías
científicas pasadas, a saber, su falsedad: “Dado que las teorías científicas
pasadas resultaron ser falsas, lo mismo les sucederá a las teorías
científicas actuales” (2014, p. 5).
Michael Devitt discute, como lo hizo Putnam, la falta de referencia de
ciertas entidades que postulan algunas teorías científicas, en particular, las
entidades inobservables. Sin embargo, al tema metafísico de la referencia,
Devitt le agrega otro tema de índole semántico de no menos importancia, a
saber, el de la verdad:
Los inobservables postulados
por las teorías del pasado no existen; entonces, probablemente los
inobservables postulados por las teorías actuales no existen […] Las teorías
científicas del pasado no son aproximadamente verdaderas; entonces,
probablemente las teorías actuales no sean aproximadamente verdaderas (2007,
p. 14).
Por su parte, Brad Wray ha atacado un rasgo epistemológico defendido por
los realistas científicos, a saber, el éxito de las teorías científicas:
Muchas teorías que alguna vez
tuvieron éxito han sido descartadas sobre la base de que son
falsas. Esta reflexión sobre la historia de la ciencia parece proporcionar una
convincente evidencia inductiva de que las teorías exitosas que hoy aceptamos,
probablemente sean descartadas en el futuro. Tanto los realistas como los anti-realistas
consideran esto como uno de los argumentos más convincentes en apoyo del
anti-realismo (2013, p. 4321).
Greg Frost-Arnold enfatiza la aparente conexión entre el éxito empírico
y la verdad de las teorías científicas:
Todas (o "la mayoría")
de nuestras teorías científicas pasadas (fundamentales) no son
aproximadamente verdaderas, incluso las que fueron empíricamente
exitosas en su tiempo. Por lo tanto, todas (o "la mayoría") de
nuestras teorías científicas actuales (fundamentales) probablemente no sean
aproximadamente verdaderas, incluso las que ahora son empíricamente exitosas
(2011, p. 1131).
A este respecto, Laudan no solo rechaza la conexión entre el éxito
empírico y la verdad de las teorías científicas. También rechaza cualquier
conexión de las teorías científicas y el éxito referencial de las entidades
observables e inobservables que postulan, y argumenta cinco razones:
a) existen casos de teorías científicas que se supusieron aproximadamente
verdaderas y que no fueron empíricamente exitosas; b) existen casos de teorías
empíricamente exitosas que no eran aproximadamente verdaderas; c) una teoría
que genuinamente refiere puede no ser exitosa a un nivel empírico; d) existen
numerosas teorías que fueron empíricamente exitosas que no referían genuinamente
y e) existieron teorías que hoy se sabe que son falsas y que tuvieron un alto
grado de éxito en diferentes aplicaciones.
A mediados de la década pasada, Kyle Stanford propuso una perspectiva
diferente de abordar el tema. De acuerdo con este autor, aunque algunas teorías
científicas puedan considerarse suficientemente confirmadas, todavía queda por
resolverse el tema de las alternativas no concebidas:
Recordemos que la inducción
pesimista clásica nos hace notar simplemente que las teorías exitosas del
pasado resultaron ser falsas y sugiere que no tenemos razón para
pensar que las actuales teorías exitosas no sufrirán la misma suerte. Por el
contrario, propongo que lo que llamo la nueva inducción pesimista de
la historia de la ciencia […] podría concebir sólo una o dos
teorías que estuvieron bien confirmadas por la evidencia disponible, mientras
que la investigación futura nos revelaría de manera rutinaria [si no es que
invariablemente] algunas alternativas radicalmente distintas que
también estarían bien confirmadas por la evidencia previamente
disponible […] (Stanford, 2006, p. 19, énfasis en el original).
Por lo tanto, de acuerdo con Stanford: “La historia de la investigación
científica ofrece un fundamento racional para pensar que, por lo general,
existen alternativas a nuestras mejores teorías científicas que
están igualmente bien confirmadas por la evidencia, incluso cuando no
podemos concebirlas en este momento” (2006, p. 20).
El argumento de Stanford implica que a pesar de que algunas teorías
actuales están epistémicamente bien confirmadas, esto no significa que
sean verdaderas
(2006, p. 8) debido a que una teoría actualmente
no concebida, puede ser empíricamente equivalente, aunque radicalmente
distinta, a estas. En otras palabras, no importa cuán impresionantes sean los
logros predictivos que exhiba una teoría científica, tales logros no favorecen
la teoría en cuestión por encima de otras teorías distintas que también
muestren los mismos logros predictivos. De ser este el caso, un nuevo problema
surge para la postura realista, esto es, establecer los criterios adecuados
para determinar, llegado el momento, cuál de las teorías empíricamente
equivalentes debe ser abandonada y cuál debe conservarse durante el cambio
teórico[4].
Finalmente, mencionaré otra manera reciente de concebir IP. De acuerdo
con Peter Vickers, a la conocida noción de predicción empírica debemos
agregarle un elemento relativamente novedoso, a saber, los working
posits: “Existen varios ejemplos de teorías en la historia de la ciencia
que lograron un éxito predictivo muy significativo, pero en las cuales ciertas
partes esenciales no son aproximadamente verdaderas” (2017, p. 3223).
Considerando estas diferentes maneras de concebir IP, las cuales —por
supuesto— no son exhaustivas[5], en
las siguiente sección analizaré tres estrategias que se han desarrollado para
rechazar ciertas versiones de IP. Conforme presente cada una de estas
estrategias, también analizaremos algunos de los contra argumentos que los
defensores de IP han elaborado para sostener su postura.
3. Tres estrategias realistas en contra de IP
Para solventar algunos de los retos que IP le plantea a RC, se han
propuesto varias estrategias. Entre estas, destacan tres: minimizar el número y
relevancia de las teorías científicas pasadas que fueron exitosas y que
actualmente han sido abandonadas. Distinguir las partes responsables del éxito
de las teorías pasadas de las partes ajenas a este éxito y mostrar que
durante el cambio teórico solo las últimas son desechadas. Mostrar que IP es
un argumento falaz. Analicemos los argumentos implícitos en cada una de estas
estrategias:
a. Minimizando el
número y relevancia de las teorías científicas pasadas que fueron exitosas y
que actualmente han sido abandonadas
Esta estrategia tiene como eje central la conocida lista de teorías
científicas que, de acuerdo con Laudan, una vez fueron exitosas empíricamente;
no obstante haber contenido términos que no tuvieron referencia en el mundo
natural. Algunas de estas teorías son las siguientes:
-Las
esferas cristalinas de la astronomía antigua y medieval
-La
teoría humoral de la medicina
-La
teoría del efluvio de la electricidad estática
-La
geología catastrófica
-La
teoría química del flogisto
-La
teoría calórica
-La
teoría vibratoria del calor
-La
teoría de la fuerza vital de la fisiología
-El
éter electromagnético
-El
éter óptico
-La
teoría de la inercia circular
-La
teoría de la generación espontánea (Laudan, 1981, p. 33)[6].
Una manera de minimizar el número y relevancia de las teorías que
integran el listado elaborado por Laudan es descalificar su pertinencia. Este
argumento puede ser formulado de la siguiente manera:
Argumento realista a.1: puede
ponerse en duda que la mayoría de las teorías citadas por Laudan hayan sido
teorías genuinamente exitosas debido a que no lograron hacer predicciones
novedosas. Una de las razones de lo anterior es que no formaron parte de la
ciencia “madura” o suficientemente “refinada” de su tiempo (Psillos, 1999,
pp. 99-100 y McMullin, 1984, pp. 17-18).
Contrargumento IP al argumento realista a.1: ante este
argumento realista, algunos defensores de IP como Larry Laudan han sostenido
que, si la noción de ‘éxito’ científico se liga a la noción de ‘predicción
empírica novedosa’, entonces no solo las teorías científicas “maduras” han
hecho predicciones novedosas. Ciertamente, a pesar de que la teoría del
flogisto no exhibió referencias genuinas, podemos considerar que con esta
teoría se hicieron predicciones exitosas, por ejemplo, con relación a las
propiedades reductoras de lo que Henry Cavendish llamó “aire o gas inflamable”
(lo que hoy conocemos como hidrógeno). Si este argumento es correcto, los
realistas tendrían que aceptar que los teóricos del flogisto a la vez que
defendieron ideas francamente erróneas, simultáneamente hicieron predicciones
correctas; lo que convertiría el éxito predictivo de ciertas teorías
científicas “inmaduras”, en un misterio. Por lo anterior, IP puede argumentar
que la distinción entre las ciencias “maduras” y las “inmaduras” a la que
apelan los realistas, no es determinante para el éxito predictivo que exhibe
la ciencia.
Otra manera de minimizar el número y relevancia de las teorías que
integran el listado elaborado por Laudan es mostrar su parcialidad. Este
argumento puede ser formulado de la siguiente manera:
Argumento realista a.2: la lista de
teorías construida por Laudan es parcial por ser deficientemente aleatoria y
poco representativa. Este argumento lo suscriben autores como Mizrahi (2013); Fahrbach
(2011) y de Solla (1963).
De acuerdo con Mizrahi, la lista de Laudan solo muestra teorías exitosas
del pasado distante y no del pasado reciente, veamos por qué: de
124 ejemplos de teorías obtenidas del Oxford Reference Online sobre
tópicos de Biología, Química, Física e Historia de la Ciencia Moderna,
Mizrahi seleccionó aleatoriamente 40 teorías. De esta muestra, solo el 27% son
consideradas actualmente teorías abandonadas[7].
Por lo tanto, este rastreo muestra el escaso fundamento empírico de IP. Si
este argumento es correcto, sostiene Mizrahi, en realidad tendríamos mejores
razones para defender una inducción optimista (IO) que una inducción pesimista
(Mizrahi, 2013, p. 3223).
Por su parte, de Solla y Fahrbach han argumentado, respectivamente,
que los defensores de IP tampoco toman en cuenta el crecimiento
exponencial de la ciencia. A este respecto, de Solla afirma que alrededor
del 85% de todos los científicos que han existido, lo están haciendo
ahora. Pero no solo el número de científicos se ha incrementado,
también el número de artículos científicos producidos en los últimos 300
años se ha duplicado cada 15-20 años. Si esto es así, entonces
aproximadamente el 50% de la ciencia producida durante este período, se ha
hecho en los últimos 15-20 años y alrededor del 96% se ha hecho en los
últimos 80 años. Por lo anterior, sostiene de Solla, la ciencia que
podemos llamar ‘contemporánea’ representa un porcentaje mucho más alto de la
que podemos llamar ‘historia de la ciencia’ (de Solla, 1963, p. 1).
Siguiendo esta línea argumentativa, Fahrbach sostiene que alrededor del
95% de la ciencia realizada en este período de 300 años, se realizó después del
año 1915 y alrededor del 80% se ha realizado después del año 1950 (Fahrbach,
2011, p. 148). Si estas cifras son correctas, un cálculo rápido nos indica
que si el 85% de las teorías de los últimos cuarenta años se hubieran
abandonado[8],
todavía la mayoría de las teorías que se han desarrollado son
actualmente aceptadas dado que este 85% representa solo el 21% del total de
todas las teorías científicas desarrolladas durante este período. De ser
correcto este argumento, al parecer tenemos más razones para IO que para IP. Y
dado que IP es un argumento cuya base inductiva recae en la historia de la
ciencia; no podemos inferir la suerte que correrá la mayoría de las teorías
científicas actualmente aceptadas a partir de una base tan poco representativa
del “total” de la ciencia moderna.
Contrargumento IP al argumento realista a.2: este contraargumento
a las tesis desarrolladas por Mizrahi, de Solla y Fahrbach se lo debemos a
Brad Wray. En realidad, es un argumento muy simple. De acuerdo con este
autor, los científicos que trabajaron, por ejemplo, entre 1878 y 1898 pudieron
considerarse responsables del 50% de la ciencia producida hasta ese momento
(según las mismas cifras presentadas por de Solla y Fahrbach). Incluso,
pudieron considerar que solo el 27% de las teorías desarrolladas hasta ese
momento habían sido desechadas (como argumenta Mizrahi). Lo mismo puede
decirse de los científicos que trabajaron, por ejemplo, entre 1838 y 1858.
Pero ahora sabemos que casi todas las teorías desarrolladas entre 1838 y 1898
fueron abandonadas (quizá por ser falsas). Por lo tanto, los científicos de
cualquier época pudieron formular el mismo argumento que en la actualidad
formulan de Solla, Fahrbach y Mizrahi sin que ello signifique que el
crecimiento exponencial de la ciencia justifique IO (Wray, 2013, p. 4326).
Notemos que el argumento de Wray deja abierta la posibilidad de que las
teorías pertenecientes a cualquier periodo de la ciencia hayan sido, de hecho,
exitosas a un nivel empírico; como argumenta Laudan. De manera que, para
bloquear IP, lo que los realistas requieren es identificar uno o más rasgos
específicos que las actuales teorías posean y que las anteriores teorías no
tengan. Encontrar este rasgo es el objetivo de la segunda estrategia realista
en contra de IP que examinaremos a continuación.
b. Distinguir las partes responsables del éxito de
las teorías pasadas de las partes ajenas a este éxito y mostrar que durante
el cambio teórico solo las últimas son desechadas
Una manera de señalar las partes responsables del éxito empírico de las
teorías es identificando qué elementos de las teorías pasadas se han conservado
durante el cambio diacrónico de la ciencia. Este argumento puede ser formulado
de la siguiente manera: argumento realista b.1: no todos los
constituyentes de las teorías científicas contribuyen de la misma manera a su
éxito empírico. Este argumento lo suscriben autores como Bird
(2007); Psillos (1999); Kitcher (1995) y Leplin (1992).
Ciertamente, no todos los constituyentes teóricos contribuyen —o
contribuyen de la misma manera— con el éxito empírico de una teoría científica
(Psillos, 1999, p. 108). Existen ciertos rasgos de las teorías científicas que
son centrales para lograr su éxito empírico, mientras que otros son secundarios
o periféricos a este éxito. En este sentido, se ha sugerido que algunos de
estos rasgos centrales son los controles metodológicos más estrictos que hoy
se poseen, especialmente en relación a la capacidad de las teorías
científicas de hacer predicciones novedosas (Kitcher, 1995, p. 614). Y se
afirma que, una vez que se han identificado los rasgos que hacen que una
teoría científica sea exitosa, se preferirán teorías que presenten estos
rasgos a teorías que no lo hagan (Leplin, 1992, pp. 440-442). En este sentido,
Alexander Bird ha afirmado que la IP de Laudan inferida de su lista es dudosa
porque las teorías científicas no son inventadas independientemente de los
éxitos y errores cometidos por las teorías predecesoras (Bird, 2007, p. 80).
Las actuales teorías científicas poseen, se argumenta, instrumentos
metodológicos que quizá fueron impensables para las generaciones anteriores,
con los cuales se ha logrado un grado de precisión en los procedimientos de
medición y predicción científica nunca antes alcanzados.
Contrargumento IP al argumento realista b.1: una teoría
científica puede exhibir diferentes éxitos explicativos. Veamos un ejemplo.
La teoría calórica, al parecer, explicó exitosamente los siguientes
fenómenos:
-La
tendencia del calor hacia el equilibrio
-La
expansión de la materia por el calor
-El
calor latente en los cambios de estado de la materia
-La
elasticidad de los gases y la fluidez de los líquidos
-El
calor que se pierde y que se absorbe en algunas reacciones químicas
-La
combustión
-La
radiación del calor (Chang, 2003, p. 907).
Si esto es así, esta pluralidad de éxitos empíricos, incluso en una
teoría científica que hoy se considera falsa como la calórica, hace difícil
distinguir entre los constituyentes responsables de los no responsables de sus
éxitos empíricos. Cuando una teoría científica solo exhibe uno o dos éxitos
empíricos, la tarea de ubicar los constituyentes “responsables” de tales éxitos
parece ser manejable. Sin embargo, cuando una teoría como la calórica exhibe
tal cantidad de éxitos empíricos, la misma tarea parece complicarse.
Por otro lado, los defensores de IP también pueden argumentar que en
pocas ocasiones una hipótesis aislada nos conduce a predicciones empíricas
exitosas. Casi siempre las hipótesis científicas centrales están acompañadas de
hipótesis y supuestos auxiliares, ciertas condiciones iniciales y teorías
relacionadas[9].
Si esto es así, no es fácil “responsabilizar” del éxito —o del fracaso— de
una teoría científica a uno solo de los elementos que las constituyen. Cada uno
de estos aspectos estaría tan estrechamente relacionado con los otros, que
parece imposible aislar a uno solo para explicar el éxito empírico de la
teoría. Finalmente, desde un punto de vista cualitativo, tratar de determinar y
evaluar el grado con el que cada uno de estos aspectos “contribuye” al éxito de
la teoría también parece ser una tarea complicada.
Asimismo, Michael Friedman ha argumentado que no está claro a que se
refieren los realistas cuando argumentan que las teorías actuales “preservan”
algunos constituyentes de las teorías pasadas responsables de sus éxitos
empíricos. Si se refieren a algunas técnicas de razonamiento, incluyendo
algunas estructuras matemáticas como ha sugerido John Worral (1989, p. 120),
tales aspectos parecen ser relativos a los marcos teórico-conceptuales
aceptados en un momento determinado. En efecto, la historia de la ciencia nos
indica que no existe ningún marco a priori que establezca de
una vez y para siempre las condiciones necesarias para que el conocimiento
científico sea posible. Al menos, esta es la lección que podemos extraer del
cambio teórico que la física teórica sufrió durante el siglo XIX al transitar
de un marco espacio-temporal newtoniano-galileano a otro marco dirigido por la
geometría no-euclidiana que tuvo éxito al ser aplicada a la nueva teoría de la
relatividad desarrollada por Einstein (Friedman, 1996, p. 389).
Por último, como señalamos en el argumento b.1 de
la estrategia anterior, las pasadas generaciones de científicos seguramente
consideraban que las técnicas y controles metodológicos que utilizaron eran
más “estrictas” —y en este sentido mejores— que las técnicas y
controles metodológicos utilizados por las generaciones que les precedieron.
Sin embargo, como señalamos, cada generación puede construir un argumento
similar sin socavar IP. Y dado que este patrón argumentativo puede
repetirse ad nauseam, los realistas se han visto orillados a
elaborar una estrategia diferente para socavar IP, a saber, mostrar que IP es
un argumento falaz en sí mismo. En la siguiente y última sección de este texto
analizaremos esta tercera estrategia realista.
c. Mostrar que IP es un argumento falaz
Argumento realista c.1: ante la falta de éxito de
las dos anteriores estrategias realistas para socavar IP, se ha tratado de
mostrar que IP es un argumento falaz en sí mismo. Este argumento lo han
suscrito autores como Lewis para mostrar que IP es un argumento falaz, Lewis
sostiene que:
a.
La mayoría de las teorías científicas actuales son verdaderas.
b.
La mayoría de las teorías científicas pasadas difieren de las teorías
actuales de manera significativa.
Por
lo tanto, por inducción:
c.
La mayoría de las teorías pasadas son falsas (Lewis, 2001, p. 372).
Si la pregunta es por qué las teorías científicas del pasado son falsas,
la conclusión c), argumentan los realistas, claramente comete una petición de
principio, a saber, las teorías del pasado son falsas porque las teorías
actuales son verdaderas.
Contrargumento IP al argumento realista c.1: para
bloquear este argumento, lo primero que debemos notar es que su estrategia
consiste en invertir el procedimiento inferencial desarrollado por IP. Lewis
pasa de la consideración hipotética de que las teorías científicas actuales son
verdaderas, a la afirmación de que, si este es el caso, entonces las teorías
del pasado deben ser falsas. Sin embargo, ninguno de los autores que defienden
IP que hemos revisado hasta aquí ha sostenido que las teorías actuales son
verdaderas. Por el contrario, se presume que muy probablemente las teorías
científicas actuales no sean ni siquiera aproximadamente verdaderas[10].
Por otro lado, diferir de manera “significativa” no necesariamente
implica que las teorías científicas pasadas y las actuales exhiban valores de
verdad distintos. Por ejemplo, una teoría científica puede ser abandonada o
desechada por exhibir menos contenido de verdad que otra y no necesariamente
por ser falsa. En este sentido, bien puede ser el caso que una teoría
científica T2 sea considerada como más aproximada a la verdad
que la teoría T1 y, sobre este fundamento, decidir abandonar T1[11].
Ahora bien, si concedemos que diferir de manera significativa debe ser
entendido como “diferir en sus valores de verdad”, el argumento de Lewis puede
ser reformulado de la siguiente manera: argumento realista c.2.
a.
La mayoría de las teorías científicas actuales son verdaderas.
b.
La mayoría de las teorías científicas pasadas difieren de las teorías
actuales de manera significativa.
c.
Diferir de manera significativa quiere decir diferir en sus valores de verdad.
Por
lo tanto, por inducción:
d.
La mayoría de las teorías pasadas son falsas (Lewis, 2001, p. 372).
Una vez concedido el argumento c.2 los realistas pueden
construir un argumento definitivo: argumento realista c.3.
e)
Los científicos abandonan una teoría T1 en favor de otra teoría
T2 si y solo si ellos creen que ambas difieren de manera
significativa.
f) Diferir
de manera significativa quiere decir diferir en sus valores de verdad.
g)
T1 ha sido abandonada por los científicos a favor de T2.
h)
T2 es considerada verdadera.
Por
lo tanto, por inducción:
i)
T1 es considerada falsa.
Contrargumento IP a los argumentos realistas c.2 y
c.3: para
bloquear ambos argumentos, debemos recordar que las razones para abandonar
una teoría específica ciertamente pueden ser diversas. Por ejemplo, una teoría
científica puede ser abandonada por no ser suficientemente comprehensiva, por
no estar suficientemente confirmada, por no ejercer la suficiente influencia en
la comunidad científica o por ser incompleta. En otras palabras, el abandono
de una teoría científica no puede reducirse causalmente a no ser verdadera.
Basta recordar a este respecto la teoría del flogisto y la teoría calórica
que citamos anteriormente. Como vimos, ambas teorías exhibieron ciertos éxitos
empíricos a pesar de que sus términos teóricos constitutivos no tuvieron
referencia alguna.
Argumento realista c.4: sin embargo, los
realistas como Lewis todavía pueden argumentar que teorías como la del flogisto
o la teoría calórica, en efecto pudieron exhibir cierto éxito empírico a pesar
de ser teorías cuyos términos teóricos centrales no tuvieron referencia
alguna. Sin embargo, los éxitos empíricos de este tipo de teorías en realidad
son irrelevantes dado que ambas teorías fueron abandonadas. Y dado que ambas
teorías no contenían términos con referencias genuinas, IP debe considerarlas
falsas, cometiendo una petición de principio.
Contrargumento IP al argumento realista c.4: para bloquear este último argumento realista, los defensores de IP pueden argumentar que un término teórico que no tiene referencia en realidad no expresa ningún contenido semántico, esto es, no es ni verdadero ni falso. Si este anti-realismo semántico es el caso, las proposiciones atómicas que contienen nombres o clases naturales de términos que no refieren simplemente carecen de valores de verdad. Por supuesto, la lista de razones por las que un término teórico no exhibe referencia alguna en un momento específico, es larga. Mencionaré solo tres ejemplos:
·
Por ignorancia en t1
·
Por una deficiente información en t1
·
Por imposibilidad tecnológica en t1, etc.
Sin embargo, nada nos impide pensar desde un punto de vista lógico, que
en un futuro tales términos obtengan su referencia genuina, esto es, que las
proposiciones científicas que actualmente poseen términos teóricos parciales o
vagos, se completen exitosamente a partir de la construcción de alternativas
teóricas futuras. Si esto es posible, carecer de valores de verdad no convierte
a una teoría científica en una teoría falsa.
Sostengo que los defensores de IP pueden aceptar este tipo de
anti-realismo semántico sin detrimento de su postura porque su tesis central
es de carácter retrospectivo y no de carácter hipotético ni contrafáctico,
como sí lo es el argumento construido por Lewis. La esencia del argumento IP no
se expresa sobre cómo pudo ser la ciencia; sino cómo de hecho ha sido desde
una interpretación estrictamente histórica y cómo puede llegar a ser desde una
perspectiva estrictamente lógica.
4. Conclusiones
Para abordar el debate entre algunas versiones de RC y los defensores de
IP, en este texto analizamos tres estrategias realistas que pretenden socavar
IP. La primera estrategia trata de minimizar la relevancia epistémica que tiene
el hecho de que la mayoría de las teorías exitosas del pasado que exhibieron
cierto éxito empírico, hoy son consideradas estrictamente falsas. La segunda
estrategia consiste en distinguir los llamados working posits o
partes esenciales de las teorías que se han conservado durante el cambio
teórico. Sin embargo, dado que mostramos que ninguna de estas dos estrategias
logró contrarrestar IP, los realistas trataron de mostrar que IP es un
argumento falaz en sí mismo al afirmar que si las teorías actuales son
verdaderas, entonces las teorías del pasado deben ser falsas. No obstante, a
este respecto mostramos que ninguna de las versiones de IP que revisamos
implica considerar a las teorías actuales como verdaderas. Asimismo, tampoco
pretenden establecer que la única razón para abandonar una teoría es que esta
sea falsa. Como señalamos, las causas para abandonar una teoría son plurales e,
incluso, pueden ser razones de naturaleza no epistémica.
No obstante, un punto débil de IP es que a pesar de que esta postura
puede adoptar un anti-realismo semántico de la referencia y permitir que las
teorías científicas actualmente parciales o deficientemente formuladas sean
completadas exitosamente en un futuro; la interpretación retrospectiva y la
inferencia prospectiva esenciales al argumento de la inducción pesimista no nos
proporcionan las herramientas lógicas suficientes para calcular la probabilidad
de éxito de tales teorías. Calcular esta probabilidad es, sin duda, una línea
abierta para investigaciones futuras sobre el tema.
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Fecha de recepción: 22 de febrero de 2019
Fecha de aceptación: 20 de marzo de 2019
Forma de citar (APA): Islas-Mondragón, D. (2019). El Realismo
Científico y la Inducción Pesimista: un debate abierto. Revista
Filosofía UIS, 18(2), doi: 10.18273/revfil.v18n2-2019004
Forma de citar (Harvard): Islas-Mondragón, D. (2019). El Realismo Científico y la Inducción
Pesimista: un debate abierto. Revista Filosofía UIS, 18(2), 53-69.
[1] Mexicano.
Postdoctorado en Filosofía. Docente e Investigador del Instituto de Ciencias
Sociales. Universidad Juárez del Estado de Durango, México.
Correo electrónico: damianislas@ujed.mx
ORCID: 0000-0001-8538-6835
[2] Para
un análisis de las implicaciones de algunas de estas tesis y de los distintos
tipos de realismos científicos, véase Psillos (1999).
[3] Todas las traducciones del inglés al castellano son propias.
[4] A este argumento también se le ha denominado el argumento de la
“subdeterminación” de las teorías por la evidencia.
[5] Agradezco el agudo comentario de un revisor anónimo quien precisó
que no todos los autores que han defendido IP lo han hecho intentando atacar
alguna postura realista. Ciertamente, como argumenta Seungbae Park, IP puede
dirigirse en contra de i) teorías científicas, ii) científicos, iii) realistas
e, incluso, iv) teorías anti-realistas; como intenta hacerlo el mismo Park
(2017).
[6] Esta lista la siguen suscribiendo autores como Carsten Held (2011).
[7] Se contemplan las teorías abandonadas bajo el supuesto de que la
razón de su abandono pudo haber sido su falsedad.
[8] Tomemos en cuenta que el listado sugerido por Laudan fue elaborado
en 1981.
[9] Este argumento es conocido como la tesis Duhem-Quine.
[10] Véase por ejemplo Devitt, 2007 y Frost-Arnold, 2011.
[11] Para revisar algunas posturas sobre el incremento de la
verosimilitud de las teorías científicas, véase Niiniluoto (2014) y Cevolani y
Tambolo (2012).