LA MEMORIA PUESTA EN ESCENA: RUTA PACÍFICA DE LAS MUJERES COLOMBIANAS*
Angélica Lizzet Badillo Ramírez**
* El presente artículo hace parte de las reflexiones iniciales para la tesis de maestría en Estudios
Culturales sobre “Prácticas y discursos de la Ruta Pacífica de las Mujeres. 2002-2006” en la Universidad de
Los Andes. Agradezco a Carlos Álvarez y Jan Paul Castellanos por su apoyo, entusiasmo para que lo
presentara y a las mujeres de la Ruta Pacífica que con su trasegar como movimiento me han permitido
conocer y reflexionar los efectos diferenciales que tiene el conflicto armado en la vida de las
mujeres colombianas.
** Trabajadora Social de la Universiad Industrial de Santander. Estudiante de maestría de Estudios
Culturales, Universidad de los Andes. Bogotá, Colombia.
Correo electrónico: luciernagazul23@yahoo.es
RESUMEN
El presente texto reflexionará sobre un nuevo movimiento social: La Ruta Pacífica de las Mujeres Colombianas y su estrategia de articulación con el movimiento Internacional de Mujeres de Negro. Así mismo, analizará cómo la Ruta Pacífica de las Mujeres Colombianas materializa la memoria en los plantones de Mujeres de Negro en tres regiones del país: Antioquia, Chocó y Santander, y cómo este tipo de memoria se ve enfrentada a la memoria histórica oficial.
Palabras clave: movimiento de mujeres, memoria, feminismo y resistencia.
MEMORY ON STAGE: THE PACIFIC ROUTE OF
COLOMBIAN WOMEN
ABSTRACT
This article will reflect on a new social movement: “Ruta Pacífica de las Mujeres Colombianas” and its articulation strategy to the Women In Black movement. In addition, it will analize how the “Ruta Pacífica de las Mujeres Colombianas” will materialize memory in Women in Black outdoor meetings in three regional branches (Antioquia, Chocó y Santander) and how this type of memory confronts official historic memory versions.
Keywords: social movement of women, memory, feminism and resistence.
LA MEMORIA PUESTA EN ESCENA: RUTA PACÍFICA DE LAS MUJERES COLOMBIANAS
La memoria es la condición necesaria para comprender las razones y sinrazones del conflicto
armado colombiano, para reconocernos en nuestra historia y develar los múltiples intereses
soterrados, así como los muchos responsables -armados y no armados- que con su acción, omisión o
indiferencia lo han alimentado, condenando a toda una sociedad a vivir sus efectos perversos y
desgarradores.
Mesa Mujer y Conflicto Armado
1. INTRODUCCIÓN
En la década de los sesenta y setenta se gestaron los nuevos movimientos sociales en los que se incluyeron los movimientos de mujeres. Esta denominación se enmarca como parte de la distinción entre los movimientos sociales tradicionales y recientes. Los primeros obreros y campesinos. Los movimientos recientes emergen y se configuran a partir de las nuevas demandas: políticas identitarias, la relación con el Estado y estructuras de redes. Dentro de los más recientes podemos encontrar los movimientos indígenas, afrodecendientes, LGBT1, de jóvenes y de mujeres.
El presente texto reflexionará sobre un nuevo movimiento social: La Ruta Pacífica de las Mujeres Colombianas2 y su estrategia de articulación con el movimiento Internacional de Mujeres de Negro3. Asimismo,analizará cómo la Ruta Pacífica de las Mujeres Colombianas materializa la memoria en los plantones de Mujeres de Negro y cómo este tipo de memoria se ve enfrentada a la memoria histórica oficial.
La memoria histórica hace alusión a los procesos que se dan en un transcurso de tiempo y lugar determinados. En el contexto colombiano la memoria es compleja e intrincada debido a las luchas y permanencias que se dan en un plano discursivo y material. En gran parte ha sido puesta en escena por discursos gubernamentales dispuestos a través de la historia oficial. En la actualidad la historia como disciplina cuestiona las formas tradicionales de escribirla, donde los relatos incluyen los diversos procesos sociales, comunitarios y de movimientos que se encuentran en la memoria histórica colombiana que ha invisibilizado procesos políticos y sociales con un propósito específico de ocultamiento y eliminación del “otro”.
En este texto se hace visible la posibilidad de construir la particularidad de la historia y de la memoria que se materializa en la Ruta Pacífica de las Mujeres Colombianas y que se construye desde la historia no oficial, la historia de la alteridad. Cabe señalar que las mujeres han sido invisibilizadas y silenciadas en la historia como lo expone Michelle Perrot en el libro “Mi historia de las mujeres” (2008), en donde la representación de las mujeres era dispuesta por los hombres. Otro factor que influyó en la invisibilización fue el proceso tardío en la escritura y el silencio de las fuentes, porque las mujeres dejaron pocos rastros escritos y materiales; por lo tanto, quedaron excluidas del relato y la memoria histórica.
Sin embargo, la historia ha cambiado, puesto que las mujeres han tomado un rol más activo en los últimos tiempos:
1. LA RUTA PACÍFICA DE LAS MUJERES
En diversos momentos las mujeres han aportado a la memoria, así sea a partir de vivenciar la memoria colectiva como movimiento4. En el caso de la Ruta Pacífica su interés es problematizar y poner en evidencia las violencias que sufren las mujeres en una sociedad en guerra. Esta construcción de la memoria colectiva se da desde el presente y constituye un ideal de futuro. Esta representación de la memoria colectiva posibilita a su vez procesos identitarios, con sus valoraciones frente a la vida y a sus procesos sociales.
Para el caso colombiano, varias de estas redes evolucionaron a movimientos sociales al finalizar la década de los noventa, y se convirtieron en aglutinadores de organizaciones, colectivos y redes de mujeres, con demandas y agendas concertadas en temas de paz. La Ruta Pacifica de las Mujeres es un movimiento de paz que nace en una coyuntura de violencia exacerbada en el Urabá Antioqueño. Tres organizaciones: la Escuela Nacional Sindical, el Departamento de Mujer de la CUT y la Casa de la Mujer Bogotá se articularon con organizaciones indígenas de la zona y organizaciones del país para promover la movilización de mil mujeres y evidenciar la situación de violencia sexual que vivían en esta zona del país. La movilización a Mutata fue el escenario para realizar la declaración y movilizar esfuerzos para la configuración de lo que hoy se llama la Ruta Pacifica de las Mujeres Colombianas (Ruta Pacífica, 2003).
La Ruta Pacífica es un movimiento feminista de carácter nacional que trabaja por la negociación del conflicto armado en Colombia, un conflicto armado, social, político y complejo que se comprende e interpreta más allá de lecturas dicotómicas. Sobre todo es un conflicto que ha afectado directa y cotidianamente a más de tres generaciones, entre ellas a las mujeres. En consecuencia, uno de los objetivos de este movimiento es la visibilización de los efectos de la guerra en el cuerpo y la vida de las mujeres. Esta iniciativa surge públicamente en 1996 como respuesta a la grave situación de violencia en la que se encuentran las mujeres en las zonas de conflicto, tanto en áreas rurales como urbanas.
Uno de los propósitos del movimiento es deconstruir los símbolos que promueven la guerra, la exclusión y el exterminio. En él participan alrededor de 315 organizaciones y grupos de mujeres coordinadas en nueve puntos focales regionales ubicados en Antioquia, Bolívar, Cauca, Chocó, Bogotá, Putumayo, Risaralda, Santander y Valle del Cauca (Ruta Pacífica, 2003, p.11).
Este movimiento es depositario de luchas históricas que han dado las mujeres y el movimiento feminista en el mundo para exigir derechos sociales, civiles y políticos. Por lo anterior no se puede desarticular estos discursos y prácticas de lo que realizan en el presente. No obstante, en Colombia el conflicto social y armado sitúa a las mujeres en un marco reivindicativo de “vivir una vida libre de violencias”. Esta consigna atraviesa el espacio doméstico y público. Asimismo, esta consigna surge como una manifestación pacífica frente a un paradigma de guerra sujeto a una cultura patriarcal (Ruta Pacífica, 2003, p.12).
La Ruta Pacífica de las Mujeres participa en la Red de Mujeres de Negro Contra la Guerra desde el año 2000. Esto pone de manifiesto la capacidad que tiene la Ruta Pacífica de extender sus fronteras y articularse a las demandas internacionales. Esta necesidad de articulación es un reflejo de la vida social y cotidiana que se emprende en espacios barriales, comunales y familiares que se resinifican en lo político y social. El apoyo de la Red de Mujeres de Negro contribuye a la movilización y al fortalecimiento del espacio de visibilización y denuncia de los efectos de la guerra en la vida de las mujeres. Así, para que el movimiento continúe se hace necesario un entramado de relaciones que van desde lo individual y colectivo. Además, persiguen un objetivo común mediante el “actuar juntas”.
Cada vez más los movimientos de mujeres se configuran en redes que se alimentan de espacios de interacción cotidiana, familiar e institucional. Las redes expanden su acción cuando se relacionan con otras y establecen vínculos individuales, organizativos e institucionales que se unen a sus causas. Las redes de los movimientos atraviesan fronteras, crean lenguajes y favorecen el conocimiento a partir de sus prácticas.
En el caso del movimiento de Mujeres de Negro contra la Guerra, la memoria en los plantones como una acción conjunta se materializa de forma significativa al tomarse plazas y andenes para denunciar la exacerbación y degradación del conflicto social y armado que vive el país. Igualmente, moviliza acciones que implican el cambio de imaginarios de las personas que participan en la acción, como de las que observan. Salir a la calle con otras les permite sentirse acompañadas y apoyadas en una problemática que comparten, ya sea por estar en condición de desplazamiento, por tener familiares desaparecidos o por unirse a la acción de visibilización en repudio de los hechos violentos que se cometen en el país5. Esta acción de memoria que recuerda el conflicto armado, subvierte el discurso gubernamental de negación del conflicto armado (Tovar, 2006)6. Esto implica el cuestionamiento de la naturalización de la guerra y el llamado a las prácticas culturales que la validan.
Es dentro de esta coyuntura que los movimientos sociales irrumpen en el escenario social y político, alentados no solo por las demandas reivindicativas de los derechos civiles y políticos que tuvieron gran impacto a principios del siglo XX, sino que abren un camino sobre un nuevo universo de los movimientos sociales: crean un espacio para mejorar la vida, para la libertad, la participación, la gestión conjunta de los asuntos sociales, la producción de códigos culturales, los procesos de transformación de las subjetividades, acciones y comportamientos colectivos consensados por objetivos comunes de reivindicación o visibilización. Este conjunto de acciones, entendidas como prácticas al reinterpretar las normas y los códigos existentes y generar procesos, crea nuevas formas de enunciación y significados que inciden importantemente en la constitución de su historicidad.
2. LA MEMORIA CON EL CUERPO
La Ruta Pacífica de las Mujeres Colombianas al articularse con la Red de Mujeres de Negro contra la Guerra asume la materialidad de la memoria al realizar plantones el último martes de cada mes. Esto ha sido una estrategia utilizada por diversos grupos y movimientos sociales. Sin embargo, gozan de una particularidad ya que el silencio, vestirse de negro, utilizar el cartel, la chapola7 y los símbolos como una forma de decir las cosas adquiere significado.
El movimiento visibiliza los efectos de la guerra en la vida y el cuerpo de las mujeres como botín de guerra, estrategia que ha sido utilizada por los armados en Colombia; así como las múltiples violencias que se propinan a hombres, mujeres, niños, jóvenes y a comunidades enteras que viven cotidianamente las acciones de la guerra en sus vidas y cuerpos.
En este sentido, el cuerpo no solo es lugar donde se materializan las violencias, sino también es el cuerpo donde se lleva a cabo la materialización de la memoria para exigir y recordar. La corporalidad es vista como una acción en sí misma que habla y comunica.
Por lo tanto, vestirse de negro simboliza y representa el dolor, incluso recuerda que en los cuerpos también habita la memoria. Vestirse de negro ha sido una práctica cultural que representa el dolor. Apropiarla como lucha política es transformar el significado y volverlo colectivo. En esta acción participan víctimas directas o indirectas del conflicto armado en donde se invita a la gente a solidarizarse y movilizarse por los vejámenes de la guerra.
Los plantones de Mujeres de Negro en Colombia vinculan la memoria no oficial a través del recuerdo de los hechos violentos individuales y colectivos como la desaparición, las masacres y la muerte. Es una manera de “luchar contra el olvido” y trabajar por la exigencia de la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición de los hechos violentos. Es una manera distinta de reconstruir la memoria que regularmente en la memoria histórica oficial es contada por los vencedores de los conflictos. Los plantones de Mujeres de Negro que realiza la Ruta Pacífica es una forma de representar su propia memoria en un lugar como la calle.
Sin embargo, es importante reconocer que la memoria siempre está plagada de olvidos, incluso en la Ruta Pacífica, y está en contra de las políticas de olvido y reconciliación. La memoria, como lo afirma Elizabeth Jelin, se enfrenta a una selección, ya que la memoria total es imposible y paralizadora, incluso implica dejar a un lado otras (2005). En este sentido, en la Ruta Pacífica se concerta lo que se quiere recordar y cómo se enfrentan las políticas de olvido en los ámbitos regionales y nacionales.
Un factor que influye en la concertación de la memoria son las particularidades culturales regionales que construyen memoria colectiva y que se materializan en los Plantones de Mujeres de Negro. En el caso de la Ruta Pacífica de Chocó, en algunas ocasiones, los alabaos acompañan los plantones. Estos son cantos tradicionales del litoral pacífico, utilizados en los funerales. Aquí hay una adaptación de una práctica exclusiva del funeral para llevarla a la plaza pública o al andén con letras que construyen las mujeres para denunciar y recordar lo que pasa en su territorio. Además estas mujeres, sus hijos e hijas realizan un ritual simbólico en el río, con barcas pequeñas que llevan velas como símbolo de vida.
Este acto simbólico es una manifestación de rechazo contra lo que se ha convertido el río Atrato, un río de muerte. Como lo ratifica María Victoria Uribe: “Los ríos de Colombia son tumbas que van al mar” (2008). Arrojar los muertos al río es una estrategia utilizada por los armados para desaparecer cadáveres y borrar los rastros de sus atrocidades. El departamento del Chocó no es ajeno a esta realidad (Fundación dos Mundos, 2008, p.46) que también sufren las poblaciones ribereñas del río Magdalena.
En Medellín en algunos de los Plantones de Mujeres de Negro participan activamente un grupo de mujeres artistas que a través del baile y la pintura sobre el cuerpo llaman la atención de los transeúntes para dar a conocer sus manifestaciones contra la guerra. Utilizan el cuerpo como vehículo para denunciar las masacres, las muertes y violaciones que se propinan a mujeres en las comunas y municipios. El performance es la estrategia artística utilizada por este grupo de mujeres para impactar, que involucra el cuerpo como una práctica para interrumpir la cotidianidad. El cuerpo sirve como cartel para decir que “las mujeres no son botín de guerra”. El color, las formas y el arte sobre el cuerpo representan novedosos y creativos símbolos donde se expone la denuncia con el cuerpo.
En el caso de Santander, las muñecas elaboradas en lana y colgadas al cuello representan las múltiples mujeres que sufren los impactos de la guerra, y se comparten con los transeúntes. Las muñecas llevan consignas, nombres de mujeres desaparecidas o denuncian la violación sexual por parte de los armados. Las tres prácticas anteriores de realizar los plantones responden de alguna manera a las construcciones culturales particulares de las regiones y de las mujeres que participan en el movimiento quienes imprimen su creatividad y sus formas de recordar y nombrar lo innombrable.
Estas prácticas de materializar la memoria corresponden a posiciones concertadas que implican la movilización de la subjetividad, el cuerpo e inclusive la familia al compartir la acción que se realiza al participar en los Plantones. Procesos significativos donde participan diferentes organizaciones y mujeres quienes se articulan con un objetivo común para recordar y exigir al Estado políticas de memoria, de verdad, justicia y reparación. Memorias incorporadas como lo define Jonatan Boyarin en “El Arte y los límites de la representación” “que se expresan a través de la materialidad de los cuerpos activos en la esfera pública y revelan la unión inextricable existente entre política de la memoria, espacio y tiempo” (Boyarín en Arfuch, 2005).
Estas formas de hacer memoria se enfrentan a la memoria histórica oficial que está dispuesta en currículos educativos, medios de comunicación y museos. Son dos memorias que se materializan y se encuentran en disparidad. La memoria histórica oficial porque permanece y se expande a través de un entramado de instituciones, y la memoria de la Ruta Pacífica en los Plantones de Mujeres de Negro porque es efímera. Es decir: las acciones desarrolladas no se registran por el discurso oficial, se recuerdan pero no corresponden a la oficialidad.
Por otra parte, salir a la calle y decirlo con el cuerpo representa riesgos para sus vidas porque de manera directa se cuestiona el discurso oficial y la institucionalidad. Una institucionalidad plagada con altos grados de impunidad que impiden recordar e inclusive asumir la memoria desde otras orillas.
En Colombia la memoria se ha exigido por parte de los grupos, familias, movimientos y organizaciones de Derechos Humanos quienes a pesar de los riesgos construyen y materializan la memoria. Pero todavía queda mucho por hacer, de allí la importancia de conocer y estudiar las estrategias que han realizado países como Argentina y Chile que con su experiencia pueden alimentar este proceso de memoria en Colombia.
3. LA MEMORIA EN EL CARTEL Y EL SILENCIO
Por otra parte, uno de los elementos importantes que está presente en los plantones de Mujeres de Negro de la Ruta Pacífica es el cartel que cobra relevancia en la medida que se instaura como un lenguaje popular que quiere llegar a muchos, en otras palabras “gritar en alto”. En la historia, el cartel se utilizó para anunciar espectáculos teatrales y circenses, luego la publicidad y el arte los incorporó. Posteriormente los movimientos sociales sacaron provecho de su riqueza comunicativa (Barnicoat, 1995).
Los carteles que se producen en los plantones de Mujeres de Negro en Colombia son sencillos y con mensajes cortos que quieren llegar a los transeúntes de manera literal y breve. Estos pretenden ser una estrategia comunicativa puesto que “es un arte de la calle, puro y simple, y como tal, popular cien por ciento” (Barnicoat, 1995, p.139). Estos gritan en alto para quienes los observan. Aquí es importante aclarar la paradoja que esta acción denota. Por una parte los movimientos obreros realizaron sus demandas en la calle, con la marcha y con las arengas que se decían en voz alta y a gritos. Por otra parte, el movimiento como la Ruta Pacífica realiza como estrategia de movilización los plantones en silencio y donde los carteles son un elemento que hace la función de comunicar visualmente.
Sin embargo, aquí hay un cambio en la tradición y una paradoja en las formas de desarrollar los discursos. En primera medida quisiera mencionar brevemente que las reivindicaciones de la lucha obrera han sido primordialmente a través de decir las cosas en voz alta, es decir hacer discursos y especializarse como oradores para convencer. Por otro lado, el movimiento de mujeres, en particular la Ruta Pacífica articulada al movimiento de Mujeres de Negro, ofrece otros discursos en los que el silencio y lo simbólico entran en juego. Cabe anotar que las mujeres han sido tradicionalmente relegadas a espacios privados donde lo público ha sido un privilegio culturalmente de los hombres. Aunque esto ha venido cambiando poco a poco, la situación aún persiste. De allí que esta práctica transgreda y subvierta la cultura y los roles tradicionales asignados a las mujeres. Entonces, ¿por qué significar el silencio y hacerlo parte de su lucha? Este movimiento pretende crear significados a partir del silencio.
Tomarse los espacios públicos a través del silencio es una oportunidad de demanda como lo explica la Ruta Pacífica:
Lo anterior enuncia un cambio donde las mujeres de este movimiento subvierten y dan significado al silencio.
La memoria está dispuesta en el cartel al recordar desaparecidos, muertes de liderezas, entre otros, que es significativo, pues son las propias mujeres quienes los elaboraran y los recrean partiendo del sentido común y sus formas de ver el mundo. Estos espacios de toma pública con el cuerpo emanan un sin número de acciones donde se materializan la memoria.
Esta también es una manera de resistir al terror de Estado, de recrear el silenciamiento que se vive cotidianamente en Colombia al llevarlo a la plaza pública. Aún más, es poner la memoria como un bien público que pertenece a todos para no enterrarla en lo profundo de la memoria privada. Michael Taussing afirma que la sociedad colombiana ha sido sometida al silenciamiento presente en el control cotidiano que se incorpora en las conciencias (1995). Movilizar la memoria es movilizar los cuerpos que se resisten al silenciamiento, a la memoria oficial que constantemente esta recordando que nada pasa, que “Colombia es Pasión”. Pasión llevada con sangre, memoria que se ha escrito con sangre en las subjetividades de millones de colombianos que participan en la amnesia colectiva que se encuentra presente bajo diversos dispositivos del terror.
CONCLUSIÓN
La Ruta Pacífica de las Mujeres aparece como un movimiento de carácter feminista que empieza a resistirse mediante la resignificación de nuevos símbolos y estrategias con el ánimo de no silenciar lo que ocurre, y denunciar los horrores de la guerra, en especial los que viven las mujeres en sus vidas y cuerpos. Esta forma de construir la memoria desde un discurso no oficial se materializa con acciones movilizadoras que subvierten las prácticas culturales y proponen nuevas formas de construcción de la memoria.
1Lesbianas, Gay, Bisexuales y Transgeneristas, cabe señalar que esta denominación ha ido cambiando en el tiempo, en primera instancia se denominaron movimientos gay´s, hasta hoy día se reconocen diversas identidades.
2La Ruta Pacífica de Mujeres es un movimiento feminista y pacifista con un accionar político, cultural y social dirigido a fortalecer la visión feminista del pacifismo, la no-violencia y las resistencias civiles y promover la inclusión de las propuestas políticas y sociales de las mujeres colombianas. Ver en: vww.rutapacifica.org.co
3El origen de Mujeres de Negro data de 1988 cuando mujeres palestinas e israelitas decidieron manifestarse públicamente, vestidas de negro y en silencio, en protesta en contra de la guerra y la ocupación de los territorios palestinos por parte de Israel. Desde este momento mujeres pertenecientes a movimientos antimilitaristas y feministas de países que se encontraban en conflicto o solidarias a estas situaciones, se han sumado a esta iniciativa hasta crear una Red Internacional de Mujeres de Negro contra la guerra que en la actualidad reúne a un sinnúmero de mujeres alrededor de todo el mundo.
4La memoria colectiva hace alusión a la memoria de los miembros de un grupo que reconstruyen el pasado a partir de sus intereses y del marco de referencias presentes. Esta memoria colectiva asegura la identidad,la naturaleza y el valor de un grupo.
5En Colombia esta acción pública y simbólica se realiza los últimos martes del mes de 5:00 a 6:00 de la tarde.
6El presidente Uribe (2006-2010) ordenó retirar del lenguaje oficial términos como conflicto armado y actores armados, para tratar de imponer una dimensión diferente a las acciones que su gobierno realiza, a las noticias dadas por los medios de comunicación y a la percepción de la ciudadanía sobre los problemas del país (Tovar, 2006).
7Chapola aquí es sinónimo de volante, el cual es un mensaje corto y pequeño que resume el comunicado de prensa que regularmente acostumbran a sacar para repartirlo en los plantones.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Barnicoat, John (1995). Los carteles su historia y su lenguaje. Barcelona: Gustavo Gilli. Tercera Edición.
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Jelin, Elizabeth (2005). Exclusión, memorias y luchas políticas. En: Daniel, Mato (comp). Cultura política y sociedad. (pp. 219-240). Buenos Aires: Siglo XXI.
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Perrot, Michelle (2008). Mi historia de las mujeres. Argentina: Fondo de Cultura Económica.
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Tovar, Patricia (2006). Las viudas del conflicto armado en Colombia memorias y relatos. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología, Colciencias.
Uribe, María Victoria (2008) Mata, que Dios perdona. Gestos de humanización en medio de la inhumanidad que circunda a Colombia. En: Francisco, Ortega (Editor) Sujetos de dolor, agentes de dignidad. (pp. 171-191). Colombia: Instituto Pensar, UNAL, CES.