LA UNIVERSIDAD PÚBLICA EN LAS POLÍTICAS GLOBALES. LA CRISIS DE REPRESENTACIÓN

Laurentino Rodríguez Rueda*

* Sociólogo de la Universidad Cooperativa de Colombia y Especialista en Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Antioquia. Profesor Universidad Industrial de Santander, UIS y Universidad Pontificia Bolivariana, UPB. Bucaramanga, Colombia. Correo electrónico: laurentinorodríguez@hotmail.com


RESUMEN

Estas reflexiones plantean cómo las políticas de la globalización, especialmente las económicas, se articulan en los escenarios nacionales y locales, y afectan el ejercicio de la democracia representativa, mientras ésta se muestra impotente e ineficaz para dar respuestas por los canales tradicionales a las exigencias y desafíos que impone el proyecto globalizador hegemónico.

La Universidad Pública asimila y reproduce en forma pasiva desde las instancias nacionales, departamentales y locales esas políticas que afectan a los usuarios directos (estudiantes, profesores, trabajadores y padres de familia), convirtiendo a la democracia en un ente formal que al contrario de plantear alternativas agudiza el conflicto en los niveles regionales y locales. La alternativa está en pensar la democracia desde lo microsocial, local y regional para impulsar desde estas instancias proyectos incluyentes y constructivos que permitan construir el tejido social de abajo hacia arriba, como una posibilidad de hacer una universidad viable social y políticamente. Para ello se propone entonces preguntarnos acerca de ¿qué somos?, ¿qué representamos?, y ¿a qué aspiramos? De las respuestas que se sigan de esos interrogantes se harán visibles o quedarán ocultos un tipo u otro de tareas. En esas circunstancias tan poderosas nos encontramos, y de eso trata el tema que sigue.

Palabras clave: globalización, democracia, universidad, representación y participación.

UNIVERSITY PUBLIC POLICY AND THE GLOBAL CRISIS OF REPRESENTATION

ABSTRAC

These reflections consider how policies especially economic globalization are articulated in national and local scenarios affecting the exercise of representative democracy, while it is powerless and ineffective to respond through traditional channels to the demands and challenges posed by the global hegemonic project.

The Public University assimilates and passively reproduces at the national, departmental and local levels, policies that affect direct users (students, teachers, workers and parents), turning democracy into a formal entity which instead pf raising alternatives exacerbates the conflict in regional and local levels. The alternative is to think democracy at the micro, local and regional levels to promote inclusive and constructive projects that can knit the social fabric from the bottom up, as a feasible opportunity to build a socially and politically viable University.

We propose then to self-reflect on , what are we? What do we represent? And what do we aspire to? From the answers to these questions various tasks will be made visible or hidden It is in the midst of these very powerful circumstances that we are, hence this text.

Keywords: globalization, democracy, university, representation and participation.


Tres escenarios merecen ser explorados para tratar de entender el conflicto nacional y departamental de la universidad pública, y a partir de estas reflexiones se pueden derivar algunas alternativas o propuestas para hacer de la UIS un espacio viable de convivencia política civilizada.

El primer escenario, decisivo en la orientación de las políticas macroeconómicas allende de los mares, tiene su centro en los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, en tanto la globalización neoliberal es un factor explicativo importante de los procesos económicos y sociales de las sociedades nacionales, departamentales y locales. Los éxitos del capitalismo mundial1 se miden hoy cada vez más por la capacidad de éste para someter a más regiones del mundo a la lógica del capital global. De esa manera la globalización hegemónica ha devorado las promesas de la modernidad, de libertad, igualdad, fraternidad y de la no discriminación cultural. El llamado Neoliberalismo ha puesto en crisis a la democracia formal representativa, ante la incapacidad de ésta de dar respuesta por los canales tradicionales a los retos que impone las políticas económicas de los organismos internacionales.

El segundo escenario es el nacional, y corresponde al Gobierno la aprobación de las políticas que dichos organismos recomiendan para bajar el gasto público y tienen que ver en éste caso con el recorte a las transferencias, especialmente, para educación y salud. La privatización de estos servicios sociales básicos, que por otro lado debe ser un pilar en la construcción del Estado nacional, es una de las alternativas que utilizan estos gobiernos para proveer de mano de obra técnica y tecnificada al mercado multinacional. Casi todas las reformas van orientadas en este sentido. Es así como las políticas globales van descendiendo en sus imposiciones, aplicaciones y privatizaciones, llevando a la sociedad hacia conflictos cada vez más regionales y locales.

El espíritu de la Constitución del 91 fue el de tratar de ampliar la democracia participativa, y en el caso que nos ocupa, garantizar la autonomía universitaria como se establece en el artículo 69 de la Carta Magna. Se intentaba articular la democracia participativa a la democracia formal-representativa, y avanzar en el proceso de descentralización administrativa para dar más participación en recursos y decisiones a los gobiernos locales. Pero los gobiernos que siguieron a la Constitución del 91 la han venido debilitando. Así, mientras la Constitución exigía más Estado y una intervención redistributiva de las autoridades, los gobiernos ponían en marcha planes de desarrollo que tendían a disminuir la presencia social del Estado y a favorecer los mecanismos de mercado en la asignación de recursos.

La Universidad en general asumió esta lógica perversa y en el nivel local también debilitó de hecho o por omisión el gobierno universitario. El Consejo Superior es una muestra de ello, cuando en su composición hay una minoría estudiantil y profesoral. La autonomía universitaria deben asumirla constitucionalmente los miembros básicos de la universidad como comunidad, y a nadie más le corresponde éticamente el poder dirigir su propio gobierno.

Por eso, cada vez más los índices de gestión se miden cuantitativamente, ponen a la universidad a competir en el mercado (venta de servicios) por recursos para su viabilidad financiera y su futuro depende más de factores externos que de su cualificación académica y política interna como debe ser el fortalecimiento de los pregrados y de la investigación científica para producir tecnología; así como el mejoramiento de las condiciones salariales de los profesores y sociales de los estudiantes, es decir, un desarrollo hacia dentro de sus planes curriculares para fortalecer su identidad como parte fundamental en la construcción del Estado nacional, para que éste sea capaz de hacerle frente a la competencia planteada por el capitalismo global. Sin esas condiciones, y así como están dadas, podríamos decir que si nos incorporamos perecemos, y si no nos incorporamos, también.

Y el tercer escenario es el departamental y local, el de los usuarios y directos afectados por los poderes internacionales y nacionales. Aquí se agudiza el conflicto ante la impotencia política de los usuarios de responder por la vía de la representación y participación democrática a la imposición de las fuerzas externas. Hay un déficit de democracia local que no le permite responder a estos desafíos. Los Estados nacionales se muestran inermes y justifican los recortes en el presupuesto y la privatización de la educación y de la salud. Es el lugar donde debe entrar en acción la democracia participativa local a través de los sujetos de la democracia como son los gobiernos departamentales, locales, los cabildos municipales, las organizaciones gremiales de profesores, estudiantes, trabajadores y directivos. La democracia participativa es un ejercicio permanente, los principios y las tareas de democratización solo se sustentan cuando ellas mismas son definidas por procesos democráticos cada vez más exigentes. La democracia está mejor repartida cuando no hay un centro hegemónico burocratizado, que absorba en favor de este poder todas las riquezas que por esas características se va haciendo despótico y privilegiado. Entre más esté repartido el poder, más equilibrio tendrá entre las partes, y habrá más posibilidades de establecer una sociedad orgánica e integrada. A mayor centralización más poder y por consiguiente debe aumentarse el nivel de privilegio y coerción.

La democracia es un movimiento académico, social, cultural y político total, que está siempre en proceso ascendente en busca de nuevos logros. No son sólo principios (estos son ideológicos cuando sólo se enuncian), es la práctica permanente para solucionar los problemas que se presentan, en ese caso se demuestra si la democracia funciona en tanto es capaz de dar cuenta y de transformar la realidad y por consiguiente de integrar la sociedad.

Las políticas de ajuste fiscal y la disminución del gasto público en sectores tan esenciales como la educación -elemento básico para la construcción de la identidad regional y nacional y el de preparar a las sociedades para el mundo de la economía y la política moderna-deben encontrar en los espacios locales, especialmente en los usuarios, autoridades municipales, departamentales y en la sociedad civil en general, su eslabón más fuerte de resistencia y de defensa del conocimiento, como un bien público imperativo para el desarrollo de las libertades ciudadanas.

El desarrollo debe entenderse como un proceso de "expansión de las libertades reales (educación pública, atención básica en salud, vivienda digna, etc.) que disfrutan los individuos" (Sen, 2004, p. 19). Por eso dentro de una concepción integral,

En esas condiciones, la igualdad en el liberalismo no es una expresión de la libertad, sino una de sus limitaciones.

Estos tres escenarios están atravesados por la política y la ideología neoliberal en el que toda actividad económica y social está mejor organizada cuando se realiza bajo la forma de mercado. La democracia liberal hegemónica y formal, a través de los organismos de representación electoral de los países periféricos, han presentado como "necesarias" las decisiones impuestas por los organismos internacionales representantes del capital global. A nivel local también se reproduce ese esquema y se impone ese modelo.

Es así como el modelo hegemónico de democracia ha sido hostil a la participación activa de los ciudadanos en la vida política, esto ha llevado hacia una mayor despolitización de la sociedad, que a lo sumo ha asumido en algunos lugares del mundo una exigua participación a nivel local.

La alternativa frente a esta situación es la complementariedad entre la democracia participativa y representativa y la construcción de un nivel de escalas entre lo local, lo nacional y lo global, que es lo que se ha denominado como la democracia contrahegemónica (Santos, 2009).

La democracia debe tener concreciones en políticas prácticas, un nivel de receptibilidad (de abajo hacia arriba y viceversa) que es lo que constituye el diálogo, esto reemplaza el nivel de confrontación violenta cuando los actores se escuchan y se reconocen entre sí. Es un proceso de reconocimiento mutuo de los sujetos de la democracia a través de la dialéctica de la argumentación. "Cada individuo, libre y consciente de su propio valer, reconoce a cada otro individuo esas mismas cualidades" (Fukuyama, 1983, p. 402).

Por ejemplo, los pliegos, las reformas académicas y de estatutos deben ser un foro permanente sobre la forma como los sectores de la comunidad entienden lo que debe ser la universidad. Este es el proceso en la construcción de sentido de los postulados de la misión, la visión y la declaración de la ciudadanía. Además desde el aula de clase se está hablando de formación integral en la que se forjan los sujetos para que participen en la construcción democrática de su sociedad (universidad).

Eso debe contribuir a combatir la parálisis académica, y fomentar el incremento de la actividad intelectual y política en tanto las estructuras de la universidad se renuevan en la práctica; hay una mayor oxigenación y de gobernabilidad de los organismos de dirección al ampliar la participación de los sujetos académicos (profesores en general y los estudiantes) en la formación de sus reglamentos y en la organización de la actividad académica. "Es en la práctica, donde el hombre debe demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poder, la terrenidad de su pensamiento" (Marx, 1975, p. 54), o de lo contrario la teoría es pura ideología y especulación vacua.

Además, de esa manera la verdad es la realidad que se proclama, en tanto que son ciertas aquellas ideas en las que el hombre se confirma a sí mismo como ser de la especie (igual y libre).

La democracia representativa está en crisis, como lo han demostrado los actuales regímenes políticos, porque los representantes no han podido expresar las necesidades reales del electorado y como tal la democracia en Colombia ha concentrado su papel en los sistemas electorales o en reformas políticas y judiciales propias de la ingeniería institucional, desconociendo las grandes necesidades históricas acumuladas por décadas. La rendición de cuentas de los representantes ha tenido dificultades por la multiplicidad de intereses que representan y los conflictos que esto genera a la hora de buscar el consenso. Ante esta situación se necesita de una mayor participación directa de los sujetos de la democracia, la creación de nuevos espacios de decisión a parte de los tradicionales y de innovación social e institucional.

Para decirlo en otros términos, la democracia no es sólo la formulación y declaración ética de unos principios constitucionales, formales y pretendidamente universales, eso es ingeniería institucional y tiene un carácter ideológico de dominación mundial. La democracia es una forma socio-histórica y como tal no es auto-evidente, siempre implica ruptura con las tradiciones establecidas y por lo tanto la necesidad de nuevas acciones, hechos sociales, determinaciones, leyes y normas.

Es fundamental distinguir entre la democracia ideal y la democracia real. Por ejemplo, la declaración de derechos en Francia como en Inglaterra y después la de 1948 hacen parte de la declaración de intenciones (Monzón, 2006). La democracia sigue siendo al fin una aspiración y un proyecto, en tanto intenta acercar a las estructuras del poder político a la sociedad civil.

En esa perspectiva, debe situarse la universidad pública en la que sus integrantes (profesores, directivos, trabajadores y estudiantes) deben asumir en igualdad de condiciones, como ciudadanos todos, estas tareas de reconstrucción de su identidad democrática, como un verdadero proyecto universitario e intentar nuevas formas de ampliación de la democracia participativa para salir de la crisis de credibilidad en la que se encuentra.

Lo contrario de la democracia es la inactividad de los sujetos que en ese caso sólo son miembros, es decir, agregados de individuos que pertenecen simplemente a la comunidad como "estamentos" sin capacidad de acción y decisión, que están a la espera sin propuestas y actuando de manera contestaría y reactiva. Y este no debe ser el caso de los profesores, que teóricamente son los alumnos más adelantados de la universidad, pero que actualmente revela una grave crisis intelectual y cultural por la ausencia de un proyecto universitario, social y político capaz de enfrentar el capitalismo global, la sociedad de mercado, la privatización de lo público, la crisis de la democracia, el recorte del bienestar profesoral, etc. Por lo menos esto se evidencia en el cansancio de sus "miembros" (profesores) que desesperanzados por la ausencia de proyectos sociales buscan en otra parte, por fuera de este mundo, alguna esperanza de redención humana.

De las anteriores consideraciones se desprende la necesidad de pensar de manera diferente la defensa de la universidad pública a través de nuevos espacios de participación y del rescate de los sujetos de la democracia. Para ello son necesarios identificar los diferentes escenarios y actores que establecen las políticas, asumir un compromiso más real y menos retórico cuando se trata de la defensa de la universidad pública desde los espacios locales que es a donde llegan finalmente las determinaciones que se toman en el espacio internacional.

Las alternativas deben dirigirse en dos sentidos:

1. Apertura democrática interna con la ampliación de los espacios de participación y representación de los sujetos de la democracia, para que los organismos de decisión y los que definen la aplicación de las políticas de la universidad puedan adquirir un nivel de compromiso por encima de las directrices oficiales impuestas por la democracia formal y hegemónica.

Eso significa una relación más práctica y menos formal entre los llamados "estamentos" (concepto y estigma medieval de lo que es todavía la universidad). Los profesores y estudiantes siguen asumiendo el papel receptivo de "tercer estamento", mientras que los "otros estamentos" definen de manera formal las políticas cruciales de la universidad. Esas circunstancias deben ser debatidas en favor de una república universitaria de relaciones más horizontales en la que los ciudadanos de estudiantes y profesores (los que conocen y reproducen el conocimiento) tengan en igualdad de condiciones un mayor protagonismo en la política académica y en el gobierno de la universidad. Es paradójico que en la universidad quienes más conocen son los más desconocidos. En el caso más extremo se encuentran los profesores llamados "cátedra"2 que, aun siendo los más numerosos y también a pesar de su calidad, puedan ser tratados en un nivel de marginalidad institucional, en periodos de cierre se les suspende el contrato... ¡son los únicos empleados que no reciben sueldo! El nivel de una sociedad, su calidad de vida, se mide por el grado en el que se encuentran dos de los sectores más vulnerables: los niños y los ancianos. Lo mismo podríamos decir parodiando el sentido común, "dime en qué nivel de reconocimiento se encuentran sus docentes y te digo qué tipo de institución es."

2. El fortalecimiento interno por la cohesión de sus miembros a través de los procesos democráticos permite establecer una red de relaciones y alianzas con otros órganos representativos, como los consejos municipales, Organizaciones No Gubernamentales (ONG), sindicatos, partidos políticos, etc., que trasciendan del nivel local y nacional hasta llegar al trasnacional para debatir allí la crisis de lo local. Así como las políticas globales tienen consecuencias locales, que también debe trascender su acción política en acciones globales presentes en foros mundiales, organismos internacionales y alianzas mundiales por la defensa de la educación pública, por ejemplo. Hemos afirmado que la representación parlamentaria y electoral, frente a las demandas democráticas, han perdido legitimidad; además, se han mostrado impotentes, ineficaces y desleales, lo que exige nuevas prácticas políticas en el mundo universitario y en los movimientos sociales y políticos.

Pareciera entonces que, hasta el momento, el carácter avasallador de las formas de imposición de la política Neoliberal solo diera lugar a movimientos de resistencia comunitarios, sindicales y ecológicos a su ofensiva. Esa ofensiva ha debilitado el movimiento social, ha desarticula o en parte los proyectos comunes, hasta llegar a la idea apocalíptica de que NO HAY ESPERANZAS o en casos extremos, como los que hemos visto, tomen las formas violentas y destructivas ante la impotencia de que lo local no sea oído en lo nacional e internacional. Restablezcamos el diálogo desde abajo pero a partir de saber quiénes somos, "si queremos saber quiénes somos tenemos que conocer el mundo social en el que vivimos" pensaba Weber (Álvarez y Varela, 2004, p. 236) a principios del siglo pasado re firiéndose a un mundo marcado por el "capitalismo empresarial burgués." Pero es igualmente patético "que nosotros los que conocemos somos desconocidos para nosotros; nosotros mismos somos desconocidos para nosotros mismos", como afirmaba Nietzsche (citado por Fernando Álvarez y Julia Varela, 2004 p.236). Esto es también parte de nuestras dificultades como académicos y, en general, como universidad, pues cuando hablamos del encuentro de saberes sociológicos, jurídicos, filosóficos y políticos no sabemos qué hacer con ellos; por ejemplo, para mirar el conflicto interno y entender lo que somos no tenemos la capacidad autocrítica de pensar hacia dentro y conocer nuestras debilidades y falencias, y así poder resolver nuestras angustias y hacerle frente a nuestros terribles temores. No nos conocemos como nación porque no sabemos que es ella en su diversidad e integración; no nos conocemos como sociedad porque desconocemos su estructuración, y no conocemos la universidad porque no reconocemos su diversidad, su pluralidad y ante todo su carácter conflictivo. "La violencia no es lo contrario del orden, sino los conflictos que genera cualquier orden" (Rojas, 2001, p.13).

Este carácter conflictivo se puede dar en diversas escalas, desde la representación que nos hacemos del otro (lo reconocemos como igual o lo desconocemos como persona), hasta llegar a la violencia fenoménica donde los actores definen por la violencia su lucha por el reconocimiento, en este punto la negociación e incorporación del otro, en el proyecto, en la reforma, en el estatuto, puede desactivar los motivos del conflicto. La vida diaria, la universidad y la nación son un foro permanente, un diálogo continuo, es decir, una negociación continua y sin fin por la supervivencia de la especie, del género humano y de la sociedad.

Para articular el análisis anterior, en tanto podamos llevarlo al terreno de una práctica política universitaria, se hace la siguiente propuesta: en términos operativos, formemos un grupo interdisciplinario a nivel de la academia para estudiar y comprender el conflicto interno en el caso de la UIS y de la universidad pública en Colombia. Claro, ésta puede ser una de las tantas alternativas para entender no sólo el conflicto interno sino también para saber ¿quiénes somos?, ¿qué representamos?, ¿a qué aspiramos? Frente a estas preguntas fuertes, por ahora solo nos quedan más interrogantes: ¿somos una nación integrada?, ¿representamos a la sociedad?, y ¿aspiramos a ser una civilización nacional e identificable frente a las otras que tratan de incorporarnos en sus proyectos? La universidad tiene una obligación inaplazable de dar respuestas a estos interrogantes para saber qué papel está jugando en el contexto de la historia mundial, de la globalización y de responsabilidad social en la formación de ciudadanos colombianos. Esta tarea cualitativa es igualmente válida, frente al crecimiento para satisfacer con profesionales "competitivos" el mercado nacional y multinacional. Una pregunta existencialista, en estas condiciones precarias ¿vale la pena existir como universidad? O ¿la universidad debe plantearse, superar mínimo, los retos que la sociedad le plantea como aquella de los hombres sin rostro?

¿Qué hacer entonces con los hombres sin rostro?

La época que estamos viviendo ha sido considerada como la era del "desencanto", de la "nostalgia", del "pesimismo", de la "desesperanza", del silencio y de la "huida" y del "olvido del ser". En pocas palabras, para muchos es la muerte de la modernidad, del proyecto social y político y, como consecuencia de ello, la presencia de muchos hombres sin rostro, la de los marginados, la de los desechables, los terroristas, los desempleados y hasta los profesores "sin contrato" que han sido despojados de su identidad como una "necesidad económica", política y cultural para mantener la vigencia y crecimiento del sistema global y de la Universidad en particular. Cada época de la historia cuenta, por ahora, con sus arbitrariedades, como de un tipo de hombres para imponerlas y otro para sufrirlas, pero estas son a su vez sólo contingencias, no la historia definitiva, y ésta aún no se ha escrito, para ello habrá que contar con todos los hombres y las instituciones que se adecúen a los hombres y no lo contrario, como sucede hasta hora donde ciertas instituciones (burocráticas) pueden destruir a determinados hombres. Ya Weber advertía sobre la burocratización de la sociedad por medio de las instituciones, esas podían convertirse en un poder despótico que atentaba contra la libertad y la democracia de la sociedad moderna, la llamada "jaula de hierro" a la que estaba condenada posiblemente la sociedad occidental. Entonces ¿cómo salir de la jaula de hierro? En tanto el hombre se ha alienado a sus propias fuerzas que él mismo ha creado, se han hecho externas a su existencia y las ha convertido en sus fetiches: la burocracia, las mercancías, "el tecnicismo prometeico", la ciencia, la publicidad y el consumo, es decir, se ha instrumentalizado, vive para trabajar, para consumir y hasta para crear instituciones y un poder que arruina su propia existencia.

Por ahora las fuerzas de la historia que se han impuesto han rechazado el alma colectiva, el espíritu unificador, aunque ese mora en el instinto y nos permite la supervivencia como especie y una precaria existencia como comunidad-sociedad; todo lo anterior en forma larvaria y en potencia, sin embargo trata de hacer frente sin mucha eficacia al capitalismo consumista, que ha utilizado como estrategia al modelo globalizador para expandir ese modelo cultural, que ha creado a su vez un tipo psicológico de hombre en el que destaca como cualidades esenciales el ser competitivos y como corolario el mercado como fin o la felicidad del mercado a la que deben concurrir todos los hombres.

Nosotros los que conocemos nos desconocemos a nosotros mismos, en esas condiciones mora por ahora la universidad, la globalización y la sociedad de mercado.

El tipo de Modernidad triunfante fue la de la economía liberal (laissez faire, individualismo, competitividad, egoísmo) sobre la moral social y la cooperación; las ciencias del hombre y las ciencias sociales por consiguiente también fueron derrotadas, es decir, las propuestas de los socialistas modernos (llamados utópicos, cooperativistas y solidarios), lo mismo que la del marxismo radical (igualdad social).

Por otro lado la sociología funcionalista sólo alcanzó a paliar las circunstancias a través del Estado de Bienestar. El problema de la "Cuestión Social" continúa sin resolverse hasta nuestros días. El tema de la educación y el de la Universidad es parte de este problema, porque la forma como lo asumió la democracia formal liberal y hegemónica por la vía electoral, parlamentaria y de representación acentuó por otra vía los privilegios de las nuevas clases y grupos que se hicieron al poder. La universidad también reproduce de alguna manera este poder a través de su principal órgano de decisión política altamente burocratizado, negando y obstruyendo a los verdaderos sujetos políticos la posibilidad de ser ellos mismos y decidir su propio destino.


1 La riqueza y el exceso de prosperidad hacen morir de hambre a la gente; esto ya se empezaba a observar en el siglo XIX, cuando el capitalismo comenzó a crecer en la opulencia y después vino las crisis de superproducción que ocasionó el despido de trabajadores y el paro.

2 La Corte Suprema de Justicia tuvo que recordar, entre otras cosas, que es claro y prístino que los profesores ocasionales al igual que los catedráticos cumplen las mismas funciones que un profesor de planta, además deben acreditar para efectos de su vinculación similares requisitos de formación y experiencia y tienen las mismas obligaciones que los docentes empleados públicos, la diferencia con aquellos estriba en su forma de vinculación, a través de resolución y en la temporalidad de la misma.


REFERENCIAS

Álvarez, F. y Varela, J. (2004). Sociología, Capitalismo y Democracia. España: Ediciones Morata.

SEN, A. (2004). Desarrollo y libertad. Colombia: Editorial Planeta.

Cassirer, E. (1993). Antropología filosófica. Bogotá: F C E. Si, ambas fueron citadas en el texto.

Fukuyama, F. (1998). El fin de la historia y el último hombre. Bogotá: Editorial Planeta.

Kolakowiski, L. (1985). Las principales corrientes del marxismo. Tomo I. Madrid: Alianza Editorial.

Marx, C. (1975). Tesis sobre Feuerbach. Moscú: Editorial Progreso.

Monzón, C. (2006). Opinión Pública, Comunicación y Política. Madrid: Tecnos

Rojas, C. (2001). Civilización y violencia. Bogotá: Norma

Santos, B. (2009). Sociología jurídica crítica. Para un nuevo sentido común en el derecho. Bogotá: Ilsa