VISIONES DE MUNDO E IDEAS DE JUSTICIA EN DIVORCIO EN BUDA, DE SáNDOR MáRAI*


Mario Palencia Silva**


* Este documento es un avance de investigación auspiciado por la vicerrectoría de investigaciones de la Universidad Industrial de Santander. Está registrado con el código 5232 y fue presentado por el Grupo “Tiempo Cero” de la Escuela de Filosofía.

** Colombiano, Magíster en Literatura hispanoamericana del Instituto Caro y Cuervo. Docente de tiempo completo en la Escuela de Filosofía de la Universidad Industrial de Santander. Correo electrónico: mapalsi@yahoo.com.


RESUMEN

En “Visiones de mundo e ideas de justicia en Divorcio en Buda, de Sándor Márai”, el lector encontrará la identificación, la caracterización y la denominación de dos de las visiones de mundo más estructuradas en la novela, objeto de estudio; de igual manera, se identificará, a la luz de la propuesta hecha por Chaïm Perelman, las dos ideas de justicia que corresponderían a cada una de las visiones de mundo presentes en la novela del escritor húngaro. Se hace una brevísima insinuación acerca de otras visiones de mundo, frágilmente estructuradas, que origina nuevas concepciones de justicia, para las cuales la idea de igualdad es determinante. A su vez, en el texto se muestra la presencia del iusnaturalismo y el iuspositivismo, como voces de la justicia que alternan con las estudiadas en esta oportunidad.

Palabras clave:visión de mundo, sentido de justicia, iusnaturalismo, iuspositivismo, novela, filosofía.


WORLDVIEWS AND IDEAS OF JUSTICE IN DIVORCIO EN BUDA BY SáNDOR MáRAI

ABSTRACT

In this paper the reader will find the identification, characterization and designation of two of more structured world views in the novel subject of study, the same way, be identified, in light of the proposal made by Chaïm Perelman, the two ideas of justice that correspond to each of the worldviews present in the novel by Hungarian. It is a brief hint about other worldviews, delicately structured leads to new conceptions of justice, for which the idea of equality is crucial. In turn, the text shows the presence of natural law and legal positivism, as voices of justice that alternate with those studied in this opportunity.

Keywords: worldview, sense of justice, iusnaturalism, iuspositivism, novels, philosophy.


VISIONES DE MUNDO E IDEAS DE JUSTICIA EN DIVORCIO EN BUDA, DE SÁNDOR MÁRAI

El objetivo del presente texto es el de identificar las visiones de mundo estructuradas en la novela Divorcio en Buda, de Sándor Márai. Se desprende de él la relación que cada una de las dos visiones de mundo formula de la idea de justicia. Es decir, se identifican las visiones de mundo y sus respectivas concepciones de justicia.

Se hace necesario, para el cabal cumplimiento de nuestro objetivo, seguir inmanentemente la lectura de la novela, a partir de la captación, identificación, señalamiento y caracterización –exclusivamente desde la novela– de las visiones de mundo. Para ello se responde a la pregunta por la noción de justicia que cada una de ellas proyecta y, en un tercer momento, confrontar estas nociones y valoraciones de mundo y de justicia con documentos dejados por Márai que sirvan para comprobar nuestra propuesta.

Es imprescindible recurrir a G. Lukács y a Lucien Goldman, en sus respectivas Teorías de la novela, con el fin de demostrar que, en efecto, en este género –representado para el caso por Divorcio en Buda, de Márai– se intenta dar una respuesta significativa a cada uno de los problemas que un individuo y una colectividad social han debido enfrentar, para ello han propuesto una solución estética, como una de las tantas y posibles respuestas que puede elaborar el ser humano.

Válás Budán, La Noche antes de la Separación, del año 1935 o Divorcio en Buda, como hemos llegado a conocerla por la edición de Salamandra, bajo la traducción de Judit Xantus Szarvas, nos cuenta la historia del diálogo entre Kristof Kömives, juez de familia, y el médico Imre Greiner durante parte de una noche.

La novela se inicia con uno de los personajes centrales, Kömives, en su despacho laboral y a punto de concluir su jornada. Allí nos enteraremos de que el juez Kömives deberá, en la mañana del día siguiente, efectuar varios divorcios, uno de ellos será el del médico Imre Greiner y su esposa Anna Fazekas. Estos nombres no le son ajenos y le traerán recuerdos juveniles, de los cuales el juez Kömives forma parte. Concluida la jornada, Kömives asistirá a una reunión social, una “cenienda” en la que le aguardan y participan “su familia”; compañeros de trabajo, vecinos, amigos y familiares: la hermana, el hermano, la esposa y otros muy cercanos a él. En el desplazamiento desde su oficina hasta el lugar de la recepción oiremos y percibiremos recuerdos de Kömives, su infancia, su juventud, sus intimidades familiares –al lado de su padre y hermanos– su noviazgo, su matrimonio y muchos otros detalles que configurarán su mundo afectivo, laboral, social, moral, etc. Simultáneamente, asistiremos a la lectura e interpretación de los escenarios de una Budapest amenazada por los nuevos vientos de guerra que soplan en la distancia, igualmente, por todos los cambios arquitectónicos, sociales y de las costumbres de una ciudad que vive la crisis de la entre guerra y las crudas metamorfosis de la génesis de nuevas formas de concebir el mundo.

Iremos a la “cenienda”, allí viviremos las experiencias afectivas, jurídicas, políticas, estéticas, entre otras, del lado de Kömives. Partiremos junto al juez y su esposa, Hertha, para retornar a la casa donde nos aguarda la sorpresa de la noche, la realización del presentimiento de Hertha, de los niños, de la nana y de Teddy, la mascota de los Kömives. Al llegar Kömives a su casa será informado de que un extraño caballero está en una de las salas aguardando por él, desde temprano, esa noche. La sorpresa es superada y Kömives, luego de reconocer al “intruso” decide atenderlo. Desde ese momento, hasta el amanecer del día siguiente, conoceremos la vida de Imre Greiner, de Anna Fazekas y de la relación que sus vidas guardan con el juez Kömives, ahora, implicado en la acción que terminó con la vida de Anna. Concluido “el juicio nocturno” volveremos a la “aparente” calma matutina y a la seguridad de un mundo, del que se ha extirpado un malestar. Esta es la historia que nos trae la novela. Pero, tras esta historia, aparentemente trivial, ha quedado oculta una forma de interpretación y valoración de un mundo, de una realidad. Allí, tras los personajes, los escenarios, los objetos, las costumbres, los silencios, las palabras y la división capitular está convertida en ficción una particular idea del hombre, de las relaciones entre este y sus congéneres; entre el hombre y el mundo natural, entre el hombre y la trascendencia. Allí, se nos dice algo más, algo distinto al relato de un homicida que acude a un juez y amigo suyo, porque lo cree involucrado y partícipe de ese suceso. Intentemos descubrir parte de ese algo, a lo cual la novela se refiere.

Empecemos por decir que Divorcio en Buda construye y presenta dos concepciones de mundo. Que para ello se vale de dos de los personajes, cada uno de ellos: Kömives y Greiner son los representantes de los conglomerados sociales a los cuales pertenecen. Que la fuerza dramática de Divorcio en Buda la constituye el enfrentamiento “civilizado”, mediante el discurso, de sus respectivas ideas, valores y posturas frente a la realidad.

Estas dos visiones de mundo se encuentran enclaustradas, en crisis y de este enfrentamiento discursivo, una de ellas ha de salir triunfante; en tanto que la otra, ha de encausarse por nuevos rumbos, los cuales podrían ser, como lo piensa Greiner: someterse a la justicia, suicidarse o escapar y esperar la calma que traen los tiempos. La visión de mundo que “triunfa”, en Divorcio en Buda, podría ser aquella a la cual se adhiere el escritor, pues manifestaciones ensayísticas y otros documentos de Sándor Márai así permiten pensarlo.

Examinemos cada una de las dos visiones de mundo. En primer lugar, recordará el lector, cómo en la estructura capitular de la novela los primeros capítulos se centran en la figura y en las acciones de Kristof Kömives y cómo Imre Greiner y Anna Fazekas se incorporan a ella por la vía de la virtualidad; es decir, Greiner y Fazekas no son actores, son exclusivamente personajes narrados, tanto por el narrador como por el mismo Kömives. Uno de ellos, Greiner, llegará a ser actor central de su relato y otro Fazekas, no llegará a actuar y de ella solo nos enteraremos mediante sus tres evocadores: el narrador, Kömives y Greiner. Este último ocupará un lugar preponderante desde el capítulo once hasta el capítulo dieciocho. Su monólogo, con las brevísimas interrupciones de Kömives y las ligeras digresiones narrativas y explicativas del narrador, ocupa la mayoría de estas páginas. Sea este pues una de las primeras muestras de la representación de la presencia e interactuación de las dos visiones de mundo y de sus representantes.

Hemos propuesto la presencia de un mínimo de visiones de mundo en Divorcio en Buda. La primera está lúcidamente expuesta a través de la figura de Kristof Kömives y puede ser llamada visión de mundo aristocrático burguesa. La segunda encuentra como exponente a Imre Greiner y puede ser considerada como la visión de mundo de una clase social “advenediza”, surgida de la crisis de los valores burgueses, pero que no es propiamente una visión burguesa y sí una clase social inauténtica que no se ha construido con los valores auténticos o propios, sino por la degradación de los valores de la clase dominante. Muchos de los valores que sirven para su configuración proceden de la imitación de las costumbres, discursos y los modos de vida de la auténtica clase burguesa, pero acomodados a presupuestos, recursos e ideas acordes a los alcances sociales, políticos y morales de un grupo de migrantes, cuya procedencia no terminará por saberse. Es una extraña y curiosa amalgama de nacionalidades, grupos sociales, económicos, políticos y hasta generacionales que rechaza ideas, valores, músicas autóctonas para implementar otras pasajeras y que despiertan sentimientos y pasiones “bajas y efímeras”.


1. LA VISIÓN ARISTOCRÁTICO BURGUESA DEL JUEZ KÖMIVES

Este juez es el personaje que representa a su grupo social, al cual denomina “su familia”. Es el resultado de un proceso de reducción que se inició desde la grandeza pretérita de los tiempos de sus bisabuelos, quienes representaban y se sentían parte de un grupo mayor, conocido como la patria, de aquellos tiempos en que todos, inclusive muchos de los extranjeros, se sabían parte de un imperio y ocupaban con placer sus respectivos lugares. Imperio donde el individuo ocupa un lugar específico en el sistema y lo acepta con la alegría y la complacencia del bienestar que ello significaba.

De un Imperio que se redujo a una Patria, a una Nación, con la cual su padre llegó a identificarse y a sentirse a plenitud; no obstante, la tortura de los recuerdos de esas épocas pasadas en las que el Imperio representó la grandeza, casi infinita, de esa familia. Ahora, el padre vive y acepta la experiencia de la reducción del territorio y el establecimiento de las fronteras. Pero ese mismo padre, Gabor Kömives, pudo soportar las penas más no el golpe dado a la Patria:

Su hijo Kristof recibirá la herencia de una Patria diezmada por los efectos de la guerra, este encuentra que hasta su propia ciudad ha sido asediada, sitiada y ocupada por extraños, por ajenos a su “familia”, a la familia grande y están, inclusive, en riesgo de perder la reducida frontera afectiva que permite esa mínima sobrevivencia. Kristof Kömives ya no tiene un Imperio, tampoco una Patria, ahora se encuentra encerrado en un minúsculo círculo de esa “gran familia” y descubrirá, fatalmente, que ese grupo social, tan reducido, está puesto en riesgo y no se sabe si saldrá incólume de este golpe que se aproxima. A pesar de la reducción cuantitativa del grupo social “la familia”, de la cual se siente parte Kömives:

No obstante, el asedio y la penetración que a su grupo han hecho otros grupos de individuos, portadores de nuevas ideas, Kömives piensa y siente que la fortaleza está en su visión de mundo y en los valores que como clase social dominante han logrado elaborar y defender; su esperanza se funda en la capacidad de resistir esta nueva y repetida afrenta que solamente pondrá a prueba, una vez más, la fortaleza de su sistema de valores.

Kömives es el heredero de una longeva tradición con la cual se identifica y acepta plácidamente:

Reconoce unos deberes, unas responsabilidades como suyas, siente que su vida ha encontrado sentido por su pertenencia, por su ubicación precisa como parte de una comunidad que ha sabido forjar y transmitir un mundo en el que cada quien ocupa un sitial fijo y realiza allí todas sus capacidades. Reconoce que esa clase que lo vio nacer, lo educó y para la cual trabaja, ha logrado construir un mundo armónico entre los hombres, de bienestar y de felicidad para cada uno de sus integrantes. Un mundo en que los rangos y el reconocimiento del poder de los otros han sido aceptados como “naturales” y del cual no puede sustraerse o modificarse una posición sin que se resienta y corra el peligro de derrumbarse la totalidad; pero, sabe, además, que en ese mundo cada uno ha alcanzado el lugar justo, preciso y no reclama, ambiciona o desea situarse en un lugar diferente al que se encuentra. Conoce, además, la conciencia de los individuos, en cuanto a la posición que ocupan y a las responsabilidades, asignaciones o tareas que cada quien debe afrontar para sostener y recibir los beneficios que este mundo reportará a la comunidad y a integrantes: “Muchos volvían de sus casas temblando y necesitaban semanas enteras para sentirse seguros de nuevo, para comprobar que pertenecían a algún lugar, a una pequeña comunidad donde el carácter y la capacidad determinaban el puesto en la jerarquía” (Márai, 2007, p. 44).

Kömives es consciente de que en su mundo, cada quien ocupa un lugar justo y único, que el rango determinado para cada individuo de la comunidad tiene mucho de herencia, de sagrado; que la decencia, la modestia, el freno de la ambición, la humildad, la responsabilidad, el respeto por su nombre, por su rango, por su profesión son insumos que llevan la fortaleza a su alma de caballero; sabe que hay una nueva sociedad, una sociedad moderna que ignora, censura, critica y pasa por encima de muchas de estas reglas morales y sociales, comprende que él deberá mostrarse y mostrar a su grupo su capacidad para sobreponerse y resistir a la tentación que significa ese otro mundo que como una incitación le provoca, acecha y llama:

Por ello, acepta:

La visión de mundo de Greiner funciona como antagonista de la representada por Kömives. Una de las primerísimas manifestaciones puede leerse en la condición social que a través de la biografía de Greiner nos facilita el narrador o el relato metadiegético del personaje. Sabemos de su “orfandad paternal”; fue víctima del abandono, a muy temprana edad, del padre quien migró hacia América y perdió todo contacto con su hogar: madre e hijo, patria y amigos.

Producto de este abandono y otras causas, la infancia, la juventud y parte de la madurez se vieron sometidas a la humillación, la miseria y a una serie de encuentros y enfrentamientos traumáticos con sus congéneres. Obligado a “separarse” de su madre, como condición para recibir el apoyo económico de su tío, Greiner sufrirá día a día la amarga experiencia de su nueva condición de orfandad; pues sabiéndola viva y cercana; hambrienta y necesitada no podrá hacer nada para acercársele, so pena de destruir la posibilidad, tal vez la única para liberarse de su mundo socio-económico que le atenaza y amenaza.

Gracias a dicho pacto “perverso”, Greiner alcanzará los estudios universitarios y compartirá escenarios sociales –el colegio al que va a estudiar– con otros grupos sociales distintos al suyo. Gracias a sus capacidades y alimentado por “cierto rencor social”, Greiner logrará escalar y penetrar –el haberse hecho heredero de una no despreciable suma de dinero y propiedades dejadas en herencia por su tío; el conveniente matrimonio con Fazekas, miembro de esa clase social, y otros avatares de la fortuna– en los recintos de sus adversarios; su desplazamiento espacial a las cercanías de la casa de Kömives y al barrio El Castillo, fortín de la rancia clase dominante, así lo demuestran.

Imre Greiner ha sabido enfrentar las pruebas, sus méritos “épicos” le han asegurado y servido para ascender en la escala social; pero Greiner no pretende, en lo más recóndito de sus deseos, asimilarse a esa clase que le ha exigido y marginado, en su camino ha descubierto ser dueño de virtudes y de condiciones para alcanzar un sitial de acuerdo a sus méritos. Greiner ha llegado a saber que con su talento, trabajo, dedicación y disciplina puede franquear los accesos a los grupos profesionales, académicos y sociales, que no ha sido deudor o heredero de un lugar, que por tradición debería ser suyo, por el contrario, ha sabido, en lid diversa, ganarlo.

Greiner, habitante de Buda, confesará a Kömives su disgusto por ese lugar de residencia y hará notar las enormes diferencias que le separan de ese mundo que él considera no es el suyo. Confiesa que habita en ese barrio del Castillo, solitario, anacrónico, solo porque se trató de complacer a Anna Fazekas, medio con el cual logró filtrarse en el mundo de Kömives.

La noche del reencuentro Kömives-Greiner servirá para la confesión y el desvelar los mundos de uno y otro de los personajes. Kömives llagará a saber que Fazekas nunca dejó de amarlo, de considerarlo su único y verdadero amor y cómo, según Greiner, el alma de Anna siempre le perteneció a Kristof; Kömives, por su parte, responderá y certificará, en el interrogatorio de Greiner, que Fazekas seguía habitándolo y haciéndose presente a través de los sueños. Esta confesión confirmará la sospecha de Greiner y alentará su creencia de cierta culpa del juez, quien al comienzo de ese día nos había anticipado una “cierta e inexplicable” sensación de que algo extraño le inquietaba y algo aún menos inexplicable pasaría.

Por su parte, Greiner encontrará en la revelación y confirmación de su intuición –como la respuesta dada por el juez– que su mundo se ha resquebrajado y que ya no vale la pena seguir viviendo una vida inauténtica. Ahora, en este momento, descubre que permitió a Anna llevarlo a ese barrio, a esa casa, con esos decorados, con esas reglas de vida, solo por el amor a ella –amor que esta sentía por otro hombre–, medio de incorporarse a esa colectividad social. En ausencia de Anna, Greiner podrá decir todo aquello que ya no debe, quiere y puede soportar de esa clase social con la cual convivió en estado de apariencia. Rechazará el silencio, la diplomacia de las relaciones, los decorados anacrónicos, la música, la pintura, las formas de vestir, etc. Señalará sus acuerdos con todas las formas de vida que Kömives desprecia. Es justo allí donde la confesión se produce y la revelación de una falsa convivencia en armonía se ilumina, Greiner es ahora dueño de su realidad, de un mundo no enmascarado y decide entregarse a él. Se sabe dueño de su vida, puede, si así lo desea, mantenerla o perderla; someterse a la ley y entregarse o abandonar la ciudad y darse a la fuga. En sus manos está la decisión. Así lo sabe y así lo expresa.

Las visiones del mundo aristocrático-burgués, representado por Kristof Kömives y burgués, representado por Imre Greiner, no están manifiestas de manera exclusiva en ellos, como entidades humanas. El narrador se ha cuidado muy bien de entregárnoslas en el espacio, en las costumbres, en las comidas, en las formas del vestir, en el paisaje, en la música, etc. La fragmentación de la ciudad –históricamente demostrable– en dos: Buda y Pest; la marcación de la ruptura, mediante el tema del puente; la ubicación de Kömives, en un momento de la novela, puesto al centro de este; la focalización y descripción de una y otra de las ciudades así lo prueba. El pesado silencio de Buda; el bullicio de Pest; la música culta de Buda, el tango estridente de Pest; los parques cuidados de Buda, frente a las macetas de cactus de Pest, etc. Han sido poéticamente presentados para reafirmar a cada una de las visiones de mundo y proyectar la relación de dramática oposición y antagonismo entre una y otra.

Ahora bien, cada una de estas visiones de mundo ha estructurado su idea de justicia y es a partir de ellas que se pretende orientar su actuación. No obstante, la novela nos permite leer la presencia de lo que reconocemos como la ley divina y la ley humana. Adelantemos que la ley divina parece estar del lado del grupo dominante, representado por Kömives.

Ante los límites del largo brazo de la ley, frente a los alcances de la ley humana, frente a la impunidad producida por la violación de las normas y ante el vacío de jurisprudencia positiva que permita castigar a los infractores, se sitúa la ley trascendental que no permitirá dejar en la impunidad los desmanes de algunos de los personajes, generalmente pertenecientes al grupo humano antagonista.

Así, por ejemplo, el castigo para Anna Fazekas, quien ha abierto las puertas de su clase social a un “advenedizo”: Greiner, el suicidio será la compensación; el tío de Greiner, que ha atacado la sana y necesaria relación familiar, la convivencia armónica de la familia, al separar al hijo de la madre, al condenarla a la humillación y a Greiner al pacto de sometimiento a la férrea conducta de alejamiento y desprotección de la madre, pagará con una letal enfermedad nerviosa que le llevará a la locura y luego a la muerte; la madre de Kömives, quien ha abandonado su hogar, para seducir y fugarse con un ingeniero, morirá de fuertes dolores producidos por un extraño virus que le ocasionó altas fiebres y la arrastró a la muerte; su amante, el ingeniero, padecerá un castigo semejante y el hijo de esa ”insana” y prohibida relación, transitará por un camino similar. Estas y otras manifestaciones de la justicia divina, del iusnaturalismo se registran en la novela y paradigmáticamente se enrumban hacia los representantes –infractores cuya visión de mundo se aleja de la del protagonista y de lo que este representa–.

El iuspositivismo tiene también sus manifestaciones en la novela de Márai. Pueden precisarse con claridad las ideas positivas de los dos adversarios, presentirse la gestación y el proceso de maduración de otras concepciones –emparejadas a otras visiones de mundo– cuando fijamos nuestra atención en muchos de los otros personajes, en especial aquellos en quienes el narrador fija su atención y destaca en varios momentos de la narración.

Proponemos, entonces, de la mano de Chaim Perelman, en su libro “De la Justicia”, reconocer la visión de mundo, cuyo representante es el juez Kristof Kömives, con la regla que identifica a la visión aristocrática del mundo, estudiada y nombrada por Perelman como: “A cada quien según su rango”; pues esta idea de justicia, como lo estudia Perelman se corresponde con “una fórmula aristocrática de justicia” (1964, p. 19) que: “siempre es preconizada y calurosamente defendida [como lo hace Kömives] por los beneficiarios de esta concepción, quienes exigen e imponen un tratamiento a favor de las categorías de seres que presentan como superiores” (1964, pp. 19-20) ya que esta “difiere de las otras fórmulas de justicia porque, en lugar de ser universalista, reparte a los hombres en categorías diversas que serán tratadas de manera diferente” (1964, p. 19). Un ejemplo podría servirnos aquí de ilustración. Al salir del edificio de los juzgados, luego de su jornada laboral, justo en la puerta de salida, Kömives habrá de encontrarse con el anciano portero –hijo, por segunda generación, de otros porteros– este despide al juez con una extraña confianza, pues fija su mano suavemente sobre el hombro del juez, quien se sorprende por esesta especie de abuso del subalterno, cuya única función es la de abrir y cerrar la puerta.

El iuspositivismo tiene también sus manifestaciones en la novela de Márai. Pueden precisarse con claridad las ideas positivas de los dos adversarios, presentirse la gestación y el proceso de maduración de otras concepciones –emparejadas a otras visiones de mundo– cuando fijamos nuestra atención en muchos de los otros personajes, en especial aquellos en quienes el narrador fija su atención y destaca en varios momentos de la narración.

La otra idea de justicia, a la cual parece encarnar Imre Greiner, es la que Perelman ha ubicado como la segunda de sus seis fórmulas: “A cada quien según sus méritos”, “aquí una concepción de la justicia que no pide ya igualdad de todos, sino un tratamiento proporcional a una cualidad intrínseca, el mérito de la persona humana” (Perelman, 1964, p. 17). Esta idea de justicia está claramente reflejada en la novela a través de Greiner, quien reclama su derecho a ser considerado como alguien especial que ha sabido librar la batalla con el mundo y obtener de él y en él, gracias a sus méritos intelectivos, un lugar destacado –recordemos que Greiner nos ha apuntado, que su capacidad para enfocar los avances médicos, desde una nueva óptica, su óptica y la publicación de esa memoria en una prestigiosa revista científica, le posibilitaron una beca de estudios y el prestigio necesario para ser considerado uno de los mejores profesionales de la ciudad y así abrirse camino a una considerable fortuna y respeto de sus conciudadanos; evoquemos, además, que el propio Greiner pone en evidencia la dedicación y el esfuerzo que de continuo ejecutaba para mantenerse y adelantar su posición social. Una característica, entre tantas otras que presenta la novela, nos anima a filiar esta idea de “justicia como mérito”, a la visión de mundo de Greiner, su pasado cargado de resentimiento y su reclamo, ante Kömives, de ser reconocido por lo que él ha logrado con su propio esfuerzo. Esta actitud, marcadamente liberal, es admitida por Perelman, también por Nietzsche en su “Genealogía de la Moral”, como propia del pensamiento burgués, para el cual el mérito es una unidad de medida del sentido de justicia.

Las otras visiones de mundo que se gestan en la novela parecen proyectar nuevos sentidos de justicia y una diferencia esencial entre estos y los representados por Kömives y Greiner, que alientan la diferencia y el trato de acuerdo a esas diferencias: rango y mérito, en las nuevas visiones se ha filtrado la idea de considerar a la igualdad en el debate de la justicia. Esta incipiente constitución de la noción de justicia encuentra su realización, ante todo, en algunos jóvenes que como sombras pasan fugazmente por la novela de Márai.



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Goldmann, L. (1967). Para una Sociología de la Novela. Madrid: Editorial Ciencia Nueva.

Lukács, G. (1985). Teoría de la Novela. Las Formas de la épica Grande en su Relación con la Compacidad o la Problematicidad de la Totalidad de la Cultura. México: Grijalbo.

Márai, S. (2007). Divorcio en Buda. Barcelona: Salamandra.

Márai, S. (2007). Confesiones de un Burgués. Barcelona: Salamandra.

Perelman, Ch. (1964). De la justicia. Traducción de Ricardo Guerra. México: Universidad Autónoma de México.

Zeltner, E. Sándor Márai. (2007). Valencia: Publicaciones de la Universidad de Valencia.