EL DECADENTISMO BOBBIANO EN “SOBRE HÉROES Y TUMBAS”, DE ERNESTO SABATO


Jhon Alexánder Monsalve Flórez*


*Licenciado en Español y Literatura (2012) y estudiante de Maestría en Semiótica de la Universidad Industrial de Santander (Bucaramanga, Colombia). Docente cátedra de la Escuela de Idiomas, en la misma institución. Miembro del Grupo de Investigación “Cultura y Narración en Colombia (CUYNACO)”.


RESUMEN

La perspectiva de vida de los personajes en Sobres héroes y tumbas, de Ernesto Sabato, puede considerarse pesimista, desesperante y, al mismo tiempo, aceptada. Los personajes de la obra, sobre todo Martín, Alejandra, Fernando y Bruno, aceptan su condición, sus sufrimientos y sus tormentos. Estos actores decaen por causa del espacio y del tiempo en los que se sitúan: personajes que son producto de la urbe argentina. El presente trabajo trata de mostrar las causas de la perspectiva negativa de la vida de los personajes e intenta responder a su modo de pensar y de actuar, a su resignación frente a los hechos. Para esto, se hace uso de la teoría filosófica, existencialista y decadentista de Norberto Bobbio, filósofo italiano que conceptualiza ciertos términos asociados con la decadencia del hombre moderno, conceptos que son utilizados como fundamento y argumento del análisis que se presenta en este trabajo. De esta manera, se podría dar claridad y respuesta al pensamiento, carácter y perspectiva negativos de los personajes de la urbe argentina presentados por Sabato.

Palabras clave::Decadentismobobbiano, Sobre héroes y tumbas, urbe, existencialismo.


THE BOBBIAN DECADENTISM IN “SOBRE HÉROES Y TUMBAS”, DE ERNESTO SABATO

ABSTRACT

The life perspective of the characters in the novel about Heroes and Tombs by Ernesto Sabato, can be considered pessimistic, distressing and, at the same time, accepted. The characters in the play, especially Martin, Alexandra, Bruno, and Fernando accept their condition, their sufferings and their torments. These actors flag because of the space and time in which they are placed: characters that are a product of the Argentinean metropolis. This paper attempts to show the causes of the negative perspective of the life of each character, and also, it tries to respond to their way of thinking and acting, to their resignation when facing every happening. For this, the existentialist and decadentist theory presented by Norberto Bobbio is used. He was an Italian philosopher who proposed some concepts associated with the decline of the modern man, concepts that are used as a basis and, sometimes, as an argument for the analysis presented below. In this way, it could provide clarity and response to the thought, to the character, and to the negative perspective of the characters in the Argentinean metropolis presented by Sabato.

Keywords:Bobbian Decadentism, Sobre héroes y tumbas, city, existentialism


EL DECADENTISMO BOBBIANO EN “SOBRE HÉROES Y TUMBAS”, DE ERNESTO SABATO

Las historias de Alejandra, Martín, Fernando Vidal y Bruno Bassán son las historias de
seres atormentados y melancólicos.
Ricardo Estrada, 1973.

“Para tener una visión negra del mundo, hay que haber creído antes en él y en sus posibilidades”, afirma Ernesto Sabato (2005, p. 34), durante el desarrollo del primer capítulo de la novela Sobre héroes y tumbas, objeto de análisis de este trabajo. Se empieza con esta afirmación porque resume en gran parte uno de los ejes temáticos de la obra: la aceptación y la perspectiva negativa de la existencia, del espacio, de la vida de la Argentina del siglo XX.

El objetivo del presente texto es tratar de explicar dicha perspectiva, desde las propuestas filosóficas y existencialistas de Norberto Bobbio, filósofo italiano que enfatiza, ante todo, en el Decadentismo, término que se entiende como la toma de conciencia, la aceptación y la exaltación, inclusive, de una posición negativa ante la vida (Bobbio, 1992, p. 7). Del mismo modo, se explican las perspectivas existencialistas de los personajes de la obra por medio de este concepto filosófico, del que derivan temas como la crisis social.

A medida en que se desarrolla el fin propuesto, se presentan conceptos de crítica literaria y de apreciaciones con respecto al tema. A propósito de los personajes que ejemplifican el Decadentismo en la obra, se citan los que, de una u otra forma, adoptan, durante la novela, la perspectiva cruel hacia la existencia y la sociedad.

El pesimismo, el deseo del martirio, la desesperanza, la angustia y la humillación del sí mismo hacen parte del Decadentismo. Óscar Javier González Molina comprende a los personajes de esta novela como actores en permanente apremio: “Los seres que habitan la ficción narrativa de Sobre héroes y tumbas están en constante conflicto con su mundo, acorralados en su angustia (…)” (2009, p. 32). Esto se evidencia en las acciones y discursos de Martín, Alejandra, Fernando y Bruno, que ven la vida y la urbe de modo desalentador: Martín se considera feo y menos que los demás: “Un curioso deseo de mortificarse, de humillarse, de confesar de una vez su horrible insignificancia frente al mundo y hasta su estúpido candor casi lo impulsó a decir Vengo a depositar veinte rublos” (Sabato, 2005, p. 156);Alejandra repite una y otra vez la palabra desamparo y el deseo de morir quemada para purificarse: “Para mí el goce más grande que podía sentir era el de morir de esa forma, martirizada” (Sabato, p. 67). Fernando se aísla del mundo y se trata a sí mismo de canalla: “(…) algunos de ustedes pensarán que soy un canalla. Desde ya les digo que aciertan” (Sabato, p. 333). Y Bruno, el personaje de la desesperanza: “(…) y pensando enseguida, como ante un abismo, qué poco, qué miserablemente poco resta de aquella marcha hacia la nada. Y entonces, ¿para qué?” (Sabato, p. 178). Por consiguiente, el Decadentismo agrupa cualquier sentimiento hacia la vida moderna, perspectiva que deriva de la aceptación y exaltación de la crisis.

A la vez que decae la sociedad, decae el hombre; el Decadentismo en Sobre héroes y tumbas se evidencia en los cambios del tiempo y del espacio, y en su trascendencia a los personajes, a su perspectiva hacia la vida. En las próximas líneas, se tratará de argumentar la razón por la cual las experiencias de los personajes en relación con los cambios cronotópicos van muy a la par con lo que Ernesto Sabato afirmó en Hombres y engranajes: “(…) lo correcto es considerar la crisis, a la vez, como una crisis del hombre y de las estructuras sociales” (Sabato: 1970, p. 61).


1. MARTÍN

Algunos personajes de Sobre héroes y tumbas son la representación de la crisis humana. Tal crisis produce, de cierto modo, la configuración de la perspectiva negativa ante la existencia. Como se anticipó, el Decadentismo “es la aceptación de la crisis, entendida como la desorientación de los ánimos, la desviación de las conciencias, la confusión de las ideas. Efecto de exuberancia desordenada, de vitalidad desatada (…)” (Bobbio, 1992, p. 17). Martín, por ejemplo, acepta su condición física y espiritual, como un personaje golpeado por su existencia. De esta manera, se entiende el rechazo a la madre y la incidencia de tal sentimiento en la condición espiritual: “La sensación de sentirse observado agravó como siempre, sus vergüenzas: se veía feo, desproporcionado, torpe. Hasta sus diecisiete años se le ocurrían grotescos” (Sabato, 2005, p. 17). Líneas después, afirma lo siguiente: “Siempre fui un estorbo. Desde que nací” (p. 26). En palabras de Galo René Pérez (1998, p. 451): “El joven (Martín), una suma de diecisiete años vividos tormentosamente, ve con angustiosa existencia la cara pintarrajeada de su madre diciendo Existís porque me descuidé”. De aquí parte la crisis, la desorientación de los ánimos, en la novela. Martín es la representación (igual que Alejandra) de la decadencia espiritual de la Argentina del siglo XX; un pesimismo y una perspectiva negativa hacia la vida producidos por la urbe, el cambio social y el gobierno peronista; de ahí, lo de madrecloaca: Martín nació a un mundo de podredumbre.

Esta perspectiva ante la vida por parte de Martín corresponde a una crisis producida por los dolores que soportó durante la infancia, por los malos tratos de su madre, por el fracaso de su padre, por haberse creado una representación inhumana de su existencia, hasta el punto de aceptarla como parte de su vida: “Los dolores en Martín se habían ido acumulando uno a uno sobre sus espaldas de niño, como una carga creciente y desproporcionada (y también grotesca), de modo que él sentía que debía moverse con cuidado (…) él concentraba toda su atención en atravesar el abismo, el abismo negro de su existencia” (Sabato, 2005, p. 27). Este modo de ver la vida era producido, como se ha afirmado, por la urbe, por “lo que no era considerado ni Europa ni América, sino una región fracturada, un turbio lugar inestable y trágico de desgarramiento” (Sabato, 2005, p. 269): “En ciudades monstruosas como Buenos Aires hay millones de seres angustiados”, aseveraSabato en La Resistencia (2000, 62). Además, había crecido en él, en Martín, producto de la crisis engendrada por la urbe, cierto odio y temor hacia los humanos: “Tenía pavor por los seres humanos: le parecían imprevisibles, pero sobre todo perversos y sucios” (Sabato, 2005, p. 18).

Los pensamientos de Martín eran, a la vez, producto de la crisis existencial en que estaba. Dicha crisis consistía, según el concepto de Bobbio, en una desviación de conciencia, que permitía la aceptación de los hechos por malos que fuesen, tal como pasa cuando, en la entrevista con Molinari, Martín se trata a sí mismo como una persona insignificante, que no merece el tiempo que un célebre empresario le dedica: “Y mientras revisaba aquel memorándum o lo que fuese, Martín, nerviosísimo y humillado, perplejo, trataba de comprender la razón de todo: por qué lo retenía, por qué perdía el tiempo con una persona insignificante como él” (Sabato, 2005, p. 158); o cuando ante Alejandra afirma: “Hay que ser justos. Yo soy un pobre diablo y un fracasado en toda regla y con toda justicia: no tengo ni talento, ni fuerza. Esa es la verdad” (Sabato, 2005, p. 46). Esta perspectiva del personaje se asemeja a la de Pablo Castel: «Oí fragmentos: “Dios mío... muchas cosas en esta eternidad que estamos juntos... cosas horribles... no sólo somos este paisaje, sino pequeños seres de carne y huesos, llenos de fealdad, de insignificancia...” » (Sabato, 2014, p. 107). La visión de Martín es el producto de la nueva época, de los nuevos cambios, de la nueva patria: “Además esta patria parecía tan inhóspita, tan áspera y sin amparo”, decía Martín, cuando pensaba sobre el concepto preferible de matria para el país. Donald L. Shaw (1989, p. 991) afirma en La metáfora del Abismo: “Se trata quizá de una cosmovisión melodramática y excesivamente pesimista. Pero no podemos pasarla por alto sin correr el riesgo de desatender una advertencia largamente meditada sobre la condición del hombre en la época moderna”.

Ese pesimismo de la nueva época es el ejemplo de la crisis, que se adapta al ser como una carga que se lleva y se acepta; Martín, Alejandra, Bruno y Fernando son ejemplo de ello. Al respecto, Norberto Bobbio (1992, p. 20) asegura:

Martín es el símbolo de la aceptación de la crisis, de igual modo que Alejandra, que Bruno y que Fernando. Esta aceptación hace parte de una de las formas en que se expresa esencialmente el estado fofo de una cultura: el Decadentismo (Bobbio, 1992, p. 25).


2. ALEJANDRA

En Alejandra la perspectiva negativa hacia la vida parte también de su infancia, de la (supuesta) muerte de su madre, de la infidelidad de su padre, del odio que sintió por los dos, de los abusos sexuales. Alejandra era, junto a Fernando, el recuerdo de la familia Olmos, del pasado argentino, de las guerras civiles del siglo XIX. Ella había nacido en tiempos decadentes, en un Buenos Aires distinto al pasado, renovado con edificios y poblado de extranjeros; esto se evidencia en las contemplaciones de Bruno: “Se inclinó hacia la ciudad y volvió a contemplar la silueta de los rascacielos (…). Seis millones de argentinos, españoles, italianos, vascos, alemanes, húngaros rusos, polacos, yugoslavos, checos, sirios, libaneses, lituanos, griegos, ucranianos” (Sabato, 2005, p. 177). Este cambio conllevaba la soledad y la incomunicación. Alejandra es víctima de estos factores, que influyen en su perspectiva del mundo. Tanto la soledad como la incomunicación la llevaron en busca de un hombre como Martín, que compartía con ella los vestigios de la urbe. En voz de Barrero Pérez (1992, p. 284):

Y la soledad y la incomunicación, representaciones de la crisis, inducen a Alejandra a tomar la humanidad como “pura chanchada” (Sabato, 2005, p. 53), a la ciudad como una inmundicia: “Qué lindo sería irse lejos. Irse de esta ciudad inmunda” (Sabato, p. 122). Tanto la una como la otra no son colmadas en su totalidad por la ayuda de Martín: “Alejandra es un alma injuriada desde épocas arcanas, se ha buscado a sí misma desde la niñez, y enmascarada, busca salida a su insondable angustia comunicándose con Martín; pero ello no representa su salvación momentánea” (Estrada, 1973, p. 355). La perspectiva negativa de Alejandra se debía a su pasado, a los cambios sociales que, como en Martín, influyeron fuertemente en su espíritu: “Pero yo, Martín, yo soy una basura” (Sabato, 2005, p. 124). Esta crisis espiritual es, sobre todo, el resultado de tiempos remotos, de épocas pasadas. La manera de ver el mundo por parte de Alejandra era también producto de la urbe, de su historia y de los logros y fracasos de su familia: “La verdad es que una crisis espiritual, cuando estalla con el estruendo de la actual, es el resultado de todas las épocas, por cuanto es el producto de un proceso inmanente en la historia de la civilización humana” (Bobbio, 1992, p. 16). La crisis de Alejandra es fruto del pasado y de los cambios de la urbe. Nunca comprendió por qué Martín encontraba maravillas en el mundo, por qué no comprendía que el mundo era una porquería (Sabato, 2005).

En la crisis espiritual de Alejandra se encuentra desamparo, tristeza, congoja y culpabilidad. Su perspectiva negativa hacia la vida parte de su infancia. Odia a su padre por causa del incesto: su madre, Georgina, era prima de Fernando, su padre. Fernando mantiene relaciones íntimas con su hija, relaciones avivadas por una fuerte pasión. Cuando Martín vio por primera vez a Fernando, lo vio tomado de la mano de su hija, y “le pareció entender la verdad. Aquellos dos seres estaban unidos por una vehemente pasión” (Sabato, 2005, p. 262). El modo cruel en que Alejandra ve la vida se deriva, en gran parte, de esta culpabilidad. De ahí, el deseo de purificarse, de morir como mártir: quemada.

Si se parte de lo anterior se comprende más el personaje. “¡Vean lo que sufro por culpa de mi padre!” (Sabato, 2005, p. 60), pensaba Alejandra, cuando se escapó de su casa al ver a su padre con una mujer, distinta a su madre, en la misma cama en que ahora dormía. Arriba se hizo alusión a las inmigraciones en Argentina. Este incesto es posiblemente una manera de mostrar los distintos estratos, sociedades y culturas que se aglomeraron en Buenos Aires.

Esa afirmación [“En la misma cama donde yo duermo ahora” (Sabato, 2005, p. 60)] es la confesión del incesto, de la culpabilidad, y la razón de la perspectiva de la vida y de la urbe por parte de Alejandra: Veía a Marcos Molina como un pobre infeliz, como un ser adecuado para el menosprecio; sus sueños eran constantes pesadillas; su promedio de vida, muy reducido: afirmó, por ejemplo, que se cuidaría de llegar a la edad de su abuelo; sentía cierto agrado por la gente fracasada, pues consideraba que el triunfo llevaba consigo cierto grado de vulgaridad, y tomaba al mundo como una porquería (Sabato, 2005, p. 60). Esto explica lo dicho por Norberto Bobbio(1992, p. 31): “Su forma (la del decadente) de actuar siempre es extraordinaria, extravagante, antisocial, en lucha con el mundo”. En el caso de Alejandra lo extraordinario se presenta, por ejemplo, en la aceptación de su culpabilidad, en su decisión de purificarse; lo extravagante se evidencia en el odio hacia las mujeres (Sabato, 2005, p. 23), lo antisocial, en la soledad; y la lucha con el mundo, en su perspectiva cruel hacia este.

Alejandra es, pues, la decadencia de aquella familia patricia y el símbolo decadente del ser argentino, cuyo estado de desamparo y pesimismo es producto de la historia y de la urbe:

Alejandra es un personaje en decadencia que nunca fue feliz. Es la última generación de una familia que desaparece con la urbe y con los años, una familia que guarda los vestigios de la historia en la memoria de don Pancho, su abuelo. “Alejandra —como lo afirma Blas Matamoro (1983, p. 489) — es la personificación de la familia que conserva la ruinosa tumba de los héroes”. Alejandra al quemarse viva no solo se purifica, sino que mata el pasado argentino, la posibilidad de una próxima generación. Según Ricardo Estrada, “Sobre héroes y tumbasse sustenta en la condición patricia y virtuosa del pasado argentino: la jornada heroica del general Lavalle, de macicez épica, paralela al infortunio contemporáneo” (Estrada, 1973, p. 354). Y así, como decadente, logró, para ella y para Buenos Aires, el estado místico de mártir: “El decadente, una vez realizado el desasimiento total del mundo, puede incluso llegar a ser un místico” (Bobbio, 2005, p. 31).


3. FERNANDO

Fernando es, durante los primeros capítulos, un personaje incógnito. Martín incluso llega a sospechar (sospechas ciertas, al fin y al cabo) que Alejandra tenía una relación íntima con aquel del que se negaba a dar algún tipo de explicación. Fernando es el padre de Alejandra y lleva con ella una relación extraña: ellos se odian, pero tienen a la vez la pasión de los enamorados clandestinos: “Aquellos dos seres estaban unidos por una vehemente pasión” (Sabato, 2005, p. 262). Su modo de ver la vida parte de la búsqueda de la secta de los ciegos, búsqueda que lo lleva al Buenos Aires de la podredumbre: se da cuenta de que el cambio de la urbe (que lo de hoy no es como ayer) influye en su modo de ver el mundo; en las mismas circunstancias Alejandra, Bruno y Martín veían la vida: “La odisea de Fernando a través de las alcantarillas de Buenos Aires nos recuerda que Martín asociaba a su madre con una cloaca y que a él se le describe como cargado de suciedad y de excrementos” (Estrada, 1973, p. 356). Fernando escribe el Informe sobre ciegos y confiesa sus malas acciones, sus pensamientos más oscuros, su modo de ver el mundo. La urbe decadente influía en su perspectiva decadente:

La ruptura de esquemas y la trasgresión de los límites pasionales son la representación de la decadencia en Fernando. Él había tenido íntimas relaciones con Georgina, su prima, la madre de Alejandra. De ahí parte el concepto de incesto que, como después se expondrá, es la imagen de una sociedad patricia. Durante la novela se dan indicios con respecto a la relación (posible relación) incestuosa entre Alejandra y Fernando. Ricardo Estrada confirma esta idea y toma a Fernando como un personaje que, por medio del Informe sobre ciegos, hace una búsqueda de la verdad: “Fernando Vidal es también un personaje acuciado por la búsqueda de su particular verdad: la obsesiva acerca de los ciegos y la de su orden espiritual: el encuentro de su castigo por el incesto con Alejandra” (Estrada, 1973, p. 357). De ser así, este hecho influía en gran parte en su perspectiva hacia la vida. No podía resistirse al gusto por las mujeres muy jóvenes: “A Fernando le gustaban muchísimo las mujeres hermosas y sensuales, tanto como las menospreciaba; pero esa inclinación se acrecentaba cuando eran de corta edad” (Sabato, 2005, p. 456). Esto demuestra la pasión ilimitada, característica del Decadentismo:

En una urbe como Buenos Aires, la soledad predomina, la exaltación del sí mismo aumenta y el desahogo del alma (la única alternativa) está en la rebeldía y en romper los límites de la pasión. Desde niño Fernando rompió esquemas, de grande perteneció a una banda de delincuentes y ahora no puede contenerse ante su hija. Si se toma lo anterior como axioma se entiende aún más el odio de Alejandra hacia su padre.

Sobre héroes y tumbas muestra la decadencia de la sociedad argentina de forma paralela a la decadencia familiar, producidas, respectivamente (y en correspondencia), por los cambios de la urbe y por un pasado oscuro que perdura debido a la hegemonía familiar:

La decadencia social se evidencia en el crecimiento de la urbe que, aunque parezca desarrollo, no es más que un descenso: la podredumbre de Buenos Aires vista por Fernando: “El decadentismo [en este caso, el argentino] es el fruto lujurioso pero amargo de una cultura en disolución” (Bobbio, 1992, p. 30).

Alejandra, cuando mata a Fernando, decide acabar con el pasado argentino. Llevar el incesto a otra generación es mantener con vida el recuerdo de un pasado oscuro de Buenos Aires. El incesto es la hegemonía de la familia Olmos: en las familias patricias todo gira en rededor de sí mismas: deben mantener una historia, deben hacerla trascender. Alejandra mata a Fernando para matar el pasado y, por el mismo motivo, se niega a tener hijos y decide quemarse.


4. BRUNO

En Sobre héroes y tumbas se encuentra un personaje que conoce los comportamientos, las actitudes y los ideales de Martín, de Fernando y de Alejandra. Su papel es el de un dios omnisciente, que lo sabe todo. Bruno crece junto a Fernando, conoce a la familia Vidal Olmos de cerca, se enamora de Georgina, la prima de Fernando y madre de Alejandra; él está al tanto de las persecuciones de Fernando, de su odio a los humanos, de las bandas delincuenciales a las que perteneció. Es amigo de Alejandra y por medio de ella conoce a Martín, el personaje con el que mantiene diálogos sobre temas personales, sociales, políticos y literarios.

Bruno se pregunta por la esencia de las cosas, por el sentido de la vida, y divaga en preguntas ya hechas por Sabato (1970, p. 57) en Hombre y engranajes: “¿Tiene algún sentido la vida? ¿Qué significa la muerte? ¿Somos un alma eterna o meramente un conglomerado de moléculas de sal y tierra? ¿Hay Dios o no?”. En los comentarios y en las reflexiones de Bruno se nota el Decadentismo, la perspectiva cruel de la vida y de la sociedad: “Bruno va acumulando notas que considera definitorias: el resentimiento, la nostalgia, la tristeza o preocupación metafísica, el pesimismo. El método conlleva la enumeración de una pluralidad que desemboca en la unidad recolectora, la buscada condición nacional” (Avellaneda, 1972, p. 94). Por lo visto, la perspectiva de Bruno también estaba influenciada por la urbe y la racionalidad. Consciente de que la razón es la que hace ver al mundo de forma pesimista, concluye que “por suerte, el hombre no es casi nunca un ser razonable, y por eso la esperanza renace una y otra vez en medio de las calamidades” (Sabato, 2005, p. 229). Si se parte de esta afirmación pueden comprenderse las reflexiones de Bruno con respecto del Ser Argentino en la urbe:

Bruno es el personaje que más reflexiona sobre este hecho, lo cual reafirma su decadencia; el pesimismo es un factor del Decadentismo: “De este modo la idea del progreso inexorable queda remplazada por la idea del fracaso inexorable”, dice Bobbio (1992, p. 47).

El pesimismo es una característica de Bruno y tema constante en toda la novela: la nostalgia, la tristeza, la melancolía, la soledad, la pena y la aflicción se deben al pensamiento de que ya nada va a ser como antes, pensamiento producto de la urbe. El pesimismo, en particular, y su modo de ver el mundo devienen del decadentismo argentino: él también hace parte de la urbe, de los cambios y del tiempo. Andrés O. Avellaneda afirma al respecto:

La perspectiva de Bruno es, además, nostálgica; siente nostalgia de un pasado que ya no es, nostalgia producida por la urbe, por el tiempo, por lo que ya no vuelve. En este caso, la añoranza, la tristeza y la melancolía van de la mano con los recuerdos de un pasado argentino que fue mucho mejor, un pasado no de guerras, aunque las hubo (razón por la cual, como se explicó, Alejandra mató a su padre: mató el pasado), sino de la Pampa, de la unión: Tiempo sin inmigración.

Bruno, como ser decadente, también se preguntaba por el sentido de la existencia en la urbe Buenos Aires:

Toma a Buenos Aires como una región oscura, donde se sufre. Esa región oscura, como ya se expuso, fue descubierta por Fernando en el Informe sobre ciegos. Bruno era consciente de esa oscuridad, razonaba y reflexionaba sobre ella: Bruno también conocía la podredumbre de la ciudad.

De esta manera, se evidencia la perspectiva negativa de los personajes en Sobre héroes y tumbas por causa de los cambios en la urbe. Este Decadentismo llegó hasta los pensamientos y las actitudes de los personajes, que terminan aceptando e incluso exaltando su crisis. Martín, Alejandra, Fernando y Bruno son el modelo de decadencia en Buenos Aires: Martín, porque es hijo de la madrecloaca, de la podredumbre de Buenos Aires; Alejandra, por ser la representación de la Argentina del siglo XX: mata a su padre, es decir, al pasado violento del país, y se purifica con fuego, como purificando la historia.

Fernando, por su parte, descubre las cloacas de Buenos Aires, la podredumbre de la urbe, los cambios y su destino. Junto a Alejandra hace parte de la decadencia de una familia patricia, cuya historia quedó impregnada en la descendencia como la imagen de un incesto. Bruno es el dios desconocido de la obra, es quien habla con más razón: quien razona, en últimas, es quien se da cuenta de la podredumbre de la urbe y de lo triste de la vida.



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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