DOI: http://dx.doi.org/10.18273/revmed.v30n2-2017007
Influencia
del esquema corporal en el rendimiento deportivo
Influence
of corporal scheme on sports performance
Diego Fabricio Rodríguez-Camacho1
Karim Martina
Alvis-Gomez2
1Magister en Fisioterapia del Deporte y la
Actividad Física. Fisioterapeuta. Universidad Nacional de Colombia. Grupo de
investigación Análisis Mecánico y Neuromecánico del Movimiento Corporal Humano.
Departamento de Movimiento Corporal Humano. Facultad de Medicina. Universidad
Nacional de Colombia. Bogotá D.C. Colombia.
2Doctora en Ciencias Económicas. Magister
en Administración en salud. Fisioterapeuta. Profesora Titular. Universidad
Nacional de Colombia. Directora grupo de investigación Análisis Mecánico y
Neuromecánico del Movimiento Corporal Humano. Departamento de Movimiento
Corporal Humano. Facultad de Medicina. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá
D.C. Colombia.
Correspondencia: Sr. Diego
Fabricio Rodriguez Camacho. Dirección: Campus del Puente del común, Km. 7,
Autopista Norte de Bogotá. Chía, Cundinamarca, Colombia. Teléfono: 8616666.
Correo electrónico: diegorodcam@unisabana.edu.co.
Introducción:
el
esquema corporal es la representación
abstracta que las personas perciben de su cuerpo en el espacio situándolo con
una amplia participación propioceptiva. Además, se modifica a medida que el
deportista recibe estímulos somatosensoriales y sociales con el fin de
perfeccionar el gesto deportivo.
Objetivo:
este
documento hace parte del marco teórico del estudio “Imagen corporal en
futbolistas”, y tiene como objetivo describir la
influencia del esquema corporal en el rendimiento deportivo y cómo influye el
deporte en su estructuración.
Materiales
y métodos: búsqueda bibliográfica en las bases de datos Pubmed,
Science Direct, Lilacs, Proquest, Ovid y PEDro de publicaciones registradas en
el periodo 1998-2014. Se obtuvieron un total de 120 artículos, de los cuales 48
fueron seleccionados.
Conclusiones:
todos
los procesos de aprendizaje motor se ven representados a nivel cerebral, en lo
que se define como esquema corporal, el cual brinda la posibilidad de
modificarse de manera continua acorde los estímulos recibidos por el
deportista, con el fin de perfeccionar el rendimiento deportivo. med.uis. 2017;30(2):63-9.
Palabras
clave: Ejercicio. Imagen Corporal. Psicología del Deporte.
Rendimiento Atlético. Retroalimentación sensorial.
Introduction:
the corporal scheme is the abstract representation that people perceive of
their body in the space, derived from sensorial stimuli putting it with an
ample proprioceptive participation. Besides, it’s modified as the athlete
receives somatosensory and social stimuli to perfect the sports gesture.
Objective:
this document is part of the theoretical framework of the study “Body image in
soccer players”, and aims to describe the influence of body schema on sports
performance and how sports influence in structuring.
Materials
and methods: bibliographic search in the databases
Pubmed, Science Direct, Lilacs, Proquest, Ovid and PEDro of publications
registered in the period 1998-2014. A total of 120 articles were obtained, of
which 48 were selected.
Conclusions:
all motor learning processes are represented at the brain level, in what is
defined as a body schema, which provides the possibility to modify continuously
according to the stimuli received by the athlete, in order to perfect the sport
performance. med.uis. 2017;30(2):63-9.
Keywords:
Athletic
Performance. Body image. Psychology, Sports. Exercise. Feedback, sensory.
Artículo recibido en Octubre 07 de 2016
Aceptado para publicación en Abril 03 de
2017
El deporte puede entenderse como una
actividad que requiere de la adopción y perfeccionamiento de movimientos y
posturas complejas definidas comúnmente como gesto deportivo, las cuales son
producto de la interacción del cuerpo humano y el entorno a partir de su
movimiento, con el fin de reaccionar y responder rápidamente ante
circunstancias variables a las que se expone1. Ahora bien, para que
dicho gesto deportivo se desarrolle y sea reproducible en el tiempo de manera
adecuada cumpliendo con los objetivos y metas de movimiento propuestas requiere
de la capacidad para almacenar información basada en estímulos y la experiencia
del deportista(2,3,4).
No
obstante, la capacidad para responder ante las demandas del entorno, la toma de
decisiones en milésimas de segundo como patear un balón en el caso del fútbol,
son mediadas por la interacción entre la percepción del espacio y la
comunicación ambiental dada por experiencias previas que son estructuradas a
nivel cerebral, a esto se le ha llamado esquema corporal(1,5). Se
debe entender al esquema corporal como un componente de la imagen corporal que
involucra una representación abstracta que las personas perciben de su cuerpo
en el espacio, en tiempo real, derivado de estímulos sensoriales(3,4,6)
y que adicionalmente contempla al cuerpo situado con una amplia participación
propioceptiva(1,7,8), la cual es una variante especializada del
sistema sensorial(9).
De acuerdo con lo anterior, es fundamental
comprender la manera en la cual el deporte estimula la estructuración de esa
representación del cuerpo a nivel cerebral y cómo esta favorece o no el
rendimiento deportivo. El presente documento hace parte del marco teórico del
estudio denominado “Imagen corporal en futbolistas” cuyo propósito fue
determinar el grado de asociación con respecto al tiempo y frecuencia de la
práctica deportiva y la percepción de imagen corporal a partir de sus
componentes esquema corporal e imagen corporal propiamente dicha en sujetos que
practican fútbol de manera recreativa y sujetos que practican fútbol con
proyección al rendimiento(10). Sin embargo, teniendo en cuenta la
escasa información encontrada con relación a la imagen corporal en el deporte y
específicamente en fútbol, surgió la necesidad de hacer búsquedas en la
literatura para la obtención de información que permitiera justificar las
asociaciones propuestas entre el esquema corporal como componente de la imagen
corporal y el rendimiento deportivo en general. Por esta razón, este documento
tiene como objetivo describir la influencia del esquema corporal en el
rendimiento deportivo y cómo influye el deporte en su estructuración.
Se realizó una búsqueda en las bases de
datos Pubmed, Science Direct, Lilacs, Proquest, Ovid y PEDro introduciendo los términos “body image and sport”, “motor control and sport”, “body scheme and sport”; de igual manera
se realizó la búsqueda con los mismos términos en español. Debido a la escasa
información actualizada que se encontró sobre el tema se incluyeron artículos
cuyo año de publicación fueron desde 1998 hasta 2015. Se obtuvo un total de 120
artículos y de estos fueron seleccionaron 48, de los cuales 38 estaban en
idioma inglés, 9 en español y uno en portugués. Como criterios de inclusión se
tuvieron en cuenta aquellos cuyo contenido temático abordaban la construcción
del cuerpo a partir de experiencias motrices y en el deporte propiamente.
También se incluyeron artículos con bases conceptuales asociadas al control
motor, aprendizaje motor y sistema somatosensorial en deportistas expertos y
novatos pertenecientes a los ciclos vitales de infancia, adolescencia, juventud
y adultez. En total se referenciaron 19 revisiones de tema, 14 estudios
transversales, 11 ensayos clínicos, 3 estudios de casos y controles, un
meta-análisis y 2 libros en español.
El esquema corporal, la representación cerebral
del cuerpo
Diversos estudios han evidenciado de manera
amplia el comportamiento dinámico del esquema corporal, gracias a lo cual se
permite el almacenamiento de información a nivel cerebral de forma constante
traducida en la adquisición de habilidades motoras(1,11) y
favoreciendo la eficiencia interna del movimiento en procesos que implican
velocidad, precisión, automaticidad y adaptabilidad; los cuales son llevados a
cabo por cambios funcionales dinámicos presentes en los procesos de aprendizaje
y que
involucran regiones corticales y
subcorticales(1,12,13).
Otros estudios se han encargado de
comprobar los cambios en dichas regiones, encontrando variaciones funcionales
en la corteza motora primaria, área premotora, el área motora suplementaria y
también en regiones subcorticales como lo son el cerebelo y ganglios basales,
los cuales evidenciaron plasticidad funcional asociada con la mejoría del
rendimiento deportivo(14,15).
En lo que respecta a la corteza motora
primaria, ha sido ilustrada durante muchos años por el homúnculo, un mapa
representativo de manera somatotípica que tiene como objetivo mostrar la
organización del movimiento, haciendo énfasis en los segmentos del cuerpo percibidos con mayor sensibilidad como lo son
las piernas, brazos, cabeza y cara(16,17,18). Sin embargo, por medio
de técnicas de estimulación eléctrica intracortical, se ha demostrado que si
bien cada uno de los segmentos corporales mencionados están conformados por
series de redes neuronales, cada una de estas a su vez posee subregiones funcionales,
por tanto la representación cortical del cuerpo implicaría mayor complejidad,
comprendiendo que las redes neuronales funcionan en múltiples acciones motoras
y no sólo en un segmento o articulación(19).
Adicionalmente, se ha demostrado que
gracias a la plasticidad neuronal, la estructuración o arquitectura de dichas
redes puede ser ajustada dinámicamente en respuesta a las necesidades o
estímulos impuestos sobre el sistema, como por ejemplo cambios de ritmo, de
velocidad o de posturas en el fútbol. Por tanto, la corteza motora primaria
está en capacidad de aprender y reproducir actos motores nuevos, pero también
de preservar y perfeccionar los actos aprendidos con anterioridad siempre y
cuando sean útiles para el desempeño del deportista(19).
De acuerdo con lo anterior, es evidente la
implicación directa que tiene la corteza motora en el diseño y cambio constante
de las imágenes y programas motores integrados a nivel cerebral (esquema
corporal), sin embargo, existen estudios en donde se ha observado la
participación del cerebelo en estos procesos. Luft et al., observó que el cerebelo juega un papel importante en
procesos de preparación de actos motores y del Timing en términos de estímulos somatosensoriales estáticos y
dinámicos, gracias a lo cual se favorece la formación de una memoria de trabajo
espacial mediada por las conexiones del cerebelo lateral con el área prefrontal
y que necesariamente depende de los estímulos recibidos por el deportista, a
partir de los cuales este podrá ejecutar actos motores eficientes y eficaces
según las demandas de la competencia y que posteriormente serán automatizados,
recordados y representados a nivel cerebral(20).
El esquema corporal en el rendimiento deportivo
En cuanto a la relación
entre las representaciones mentales y el rendimiento en el deporte se debe
contemplar dos líneas de investigación mencionadas por Bernier y Fournier, la
primera se basa en la teoría de simulación estableciendo que las acciones
imaginarias son consideradas como operaciones no ejecutadas realmente. La
segunda procura argumentar cómo las representaciones mentales o imágenes son
utilizadas por los deportistas, para lo cual tienen en cuenta el modelo
propuesto por Martin, Moritz y Hall que incluye tres componentes: la situación,
forma y resultados (Ver tabla 1), en donde cada uno de ellos permite al
deportista predecir, anticipar situaciones e incluso corregir errores de
movimiento a partir de experiencias personales pasadas, memorias motoras
producto de la interacción con sus compañeros o con sus rivales(21).
Tabla 1. Modelo de Martin,
Moritz y Hall del uso de imágenes por los atletas
Fuente: Adaptado
de Bernier M, Fournier JF. Functions of mental imagery in expert golfers.
Psychol Sport Exerc. 2010;11(6):444-52.
Las propuestas anteriores son
complementadas con estudios como el de Wei y Luo, quienes aseguran que los
deportistas son una población profesional dedicada ampliamente a una formación
motora durante largos periodos de tiempo, involucrando las etapas de iniciación
deportiva hasta el alto rendimiento y profesionalismo, motivo por el cual es de
esperar que la realización de práctica deportiva favorezca la adquisición de
patrones motores diferenciales a nivel cerebral en comparación con individuos
que no practican deporte o que lo hacen con menor frecuencia y nivel de
exigencia22–26. Lo anterior ha sido demostrado a partir de imágenes
de resonancia magnética funcional en buzos profesionales comparados con
principiantes, en donde los primeros mostraron patrones de activación
significativos en el parahipocampo y en áreas prefrontales al ejecutar tareas
motoras específicas de su deporte, mientras que al ejecutar tareas simples no
hubo diferencias significativas entre ambos, indicando una mayor eficiencia en
cuanto a la utilización de imágenes cinestésicas como insumos por parte de los
profesionales pero solo en actividades de su experticia, lo cual es suficiente
para suplir las demandas impuestas por el deporte practicado(14).
En definitiva se puede evidenciar la
influencia que tiene el esquema corporal en los procesos de aprendizaje motor
en el deporte a partir de la estructuración interna de modelos basados en la
experiencia del cuerpo con su entorno y las necesidades del mismo, sin embargo
el otro componente de la imagen corporal: la imagen corporal propiamente dicha,
también tiene participación e influencia sobre el deporte actuando de manera
paralela con el esquema corporal, motivo por el cual se hace necesario el
abordaje de la misma en esta revisión.
Imagen corporal propiamente dicha
La imagen corporal es definida por Schilder
como “la representación mental del cuerpo que cada individuo construye en su
mente”(27), y que a diferencia del esquema corporal, el cual es influenciado
en gran medida por el sistema propioceptivo, representa de manera consiente al
cuerpo y requiere de la amplia participación del sistema visual(1).
Adicionalmente, la imagen corporal se
contempla como un constructo multidimensional, pues posee cuatro dimensiones:
perceptual (percepción del cuerpo en su totalidad o alguna de sus partes),
cognitiva (valoraciones respecto al cuerpo o una parte de este), afectiva
(sentimientos o actitudes respecto al cuerpo o a una parte de este y
sentimientos hacia el mismo) y conductual (acciones o comportamientos que se
dan a partir de la percepción)(28,29); por lo tanto, su
abordaje implica que no sólo debe ser vista desde el valor que le dan las
personas a las partes de su cuerpo estéticamente hablando, sino también sus
cualidades funcionales o estructurales construidas a partir de la interacción y
experiencias vividas en el mundo(30).
Son varios los estudios que han demostrado
la relación que tiene la imagen corporal y el rendimiento en el deporte e
incluso en la actividad física, en algunos casos la relación es positiva y en
otros se generan discrepancias. Por ejemplo, se ha identificado que el deporte
influye de manera directa sobre la imagen corporal favoreciendo la adopción de
una identidad propia que no se basa solamente en apariencia física, sino que
permite al deportista a partir de su experiencia corporal mejorar cualidades
como fuerza, agilidad, flexibilidad, velocidad, resistencia y coordinación, las
cuales enmarcadas en los requisitos de la práctica deportiva pueden determinar
el éxito y rendimiento del deportista(30).
Sin embargo, Ginis et al. destacan que dependiendo del deporte y los requisitos del
mismo se puede o no favorecer la imagen corporal. Por ejemplo, en los deportes
como danza y gimnasia la estética se hace necesaria, por tal motivo se suelen
encontrar trastornos en dicha imagen que traen consigo acciones negativas como
dietas restrictivas para adelgazar30. Adicionalmente, Swami et al., mostró que los deportistas que
se enfatizan en la fuerza física como ocurre en las artes marciales en donde se
promueve el desarrollo de masa muscular a partir de las fibras tipo II de
contracción rápida refieren menor insatisfacción corporal en comparación con
deportistas de atletismo, los cuales tienen como base entrenamientos en
periodos largos de tiempo con la utilización de fibras musculares tipo I de
contracción lenta. Sin embargo en este estudio también se observó el mismo
nivel de insatisfacción corporal entre los deportistas de artes marciales y aquellos
sujetos que no practican deporte(31).
Sumado a lo anterior, hay otros factores
que influyen y modifican la imagen corporal, destacándose los socioculturales
que la exaltan a partir de los medios de comunicación, ídolos, moda, círculos
sociales, etc., en busca de obtener un cuerpo ideal(32,33,34,35) y
que en la población deportiva la satisfacción de estos con su imagen corporal
se asocia al rendimiento deportivo, pues influenciados socialmente y en sí por
su contexto competitivo, han llegado a basarse en estereotipos de deportistas
sobresalientes de la misma modalidad para modificar su aspecto físico en busca
de mayor seguridad y confianza(36).
De hecho, se han realizado estudios en
donde las condiciones estereotipadas como la diversidad de razas, de género y
también las percepciones corporales se convierten en una amenaza para el
aprendizaje motor deportivo, por ejemplo en el fútbol, los mecanismos como el
estrés fisiológico, el seguimiento activo de resultados y esfuerzos de
autorregulación para desechar pensamientos negativos sumados a variables
socio-cognitivas, afectivas y estereotipos,
pueden alterar el rendimiento del deportista por insatisfacción corporal(36).
Incluso se ha sugerido que la insatisfacción corporal en el caso del género
femenino puede favorecer la aparición de la triada de la mujer atleta
(trastornos alimentarios, amenorrea y osteoporosis)(31).
Por otro lado, en el ámbito de la actividad
física se ha encontrado que aquellas personas que realizan actividad física
general (asistencia a gimnasios o desde sus casas) refieren mayor preocupación
por su apariencia física comparados con quienes practican deportes en equipo,
las cuales reportan de manera más positiva su imagen corporal, pues estas
últimas no expresan preocupación por su apariencia ya que el punto de atención
está en las habilidades necesarias para el deporte practicado(30).
Ahora bien, Lubans et al., plantea dos concepciones adicionales que se asocian a la
imagen corporal como lo son la autopercepción y la autoestima, la primera es
una construcción jerárquica consistente en dimensiones física, sociales y
académicas; mientras que la autoestima comprende aquellas como la percepción de
competencia deportiva, atractivo corporal, condición física y fuerza muscular(37).
Ambas han sido objeto de estudio para mirar el impacto que sobre estas tiene la
realización de ejercicio físico. Sin embargo, aunque son conocidos los efectos
fisiológicos producto del entrenamiento, los estudios se han centrado en
actividades aeróbicas de resistencia que no suministran información en términos
de volumen, intensidad, tiempo y tipo de entrenamiento. Tampoco es claro el
modo de entrenamiento utilizado como pesas, autocarga, carga hidráulica, tubos
y bandas elásticas(37). No obstante, algunos estudios informan que
para el caso del género femenino se evidencia un resultado más positivo sobre
la percepción de imagen corporal con la realización de ejercicios centrados en
la mejoría de la capacidad aeróbica a partir de actividades como marcha, trote
en caminadoras o utilización de máquinas elípticas, mientras los que impliquen fuerza son vistas con menor interés
debido a su poca eficacia en términos de pérdida de peso(30,38).
Cambios en imagen y esquema corporal a partir de
lesiones deportivas
Uno de los factores que influye en la
estrecha relación entre imagen corporal (esquema corporal e imagen corporal
propiamente dicha) y deporte es la aparición de lesiones, tema que con
frecuencia es observado en los deportistas y requiere e implica el trabajo de un
grupo interdisciplinario para llevar a cabo procesos de prevención y
rehabilitación de las mismas, que de acuerdo a lo que se ha venido tratando
hasta el momento va más allá de lesiones físicas, pues al presentarse una
lesión, por ejemplo un esguince de cuello de pie, internamente se están
produciendo una serie de cambios en la imagen y esquema corporal, lo cual
propicia reacciones emocionales, perceptivas, fisiológicas y psicológicas39,40
que terminan por afectar el procesamiento de información y modificar tanto
posturas como tareas(41).
Estos cambios, vienen siendo analizados
desde el siglo XVI, en donde el médico y cirujano Ambroise Paré identificó que
aquellos pacientes que se sometían a amputaciones, referían dolor en las
extremidades o segmentos corporales ausentes. Tales hallazgos fueron asociados
con factores externos como impulsos ectópicos desde el neuroma del muñón y el
ganglio de la raíz dorsal, formación de conexiones no funcionales, activación
simpática, pérdida selectiva de fibras tipo C, entre otras; también por
factores internos o centrales en donde llamaban la atención procesos de
reorganización cortical, neuroplasticidad, incongruencia sensorial y motora,
alteraciones en la actividad glial y neuronal además de factores psicológicos
asociados con reorganización de áreas afectivas del dolor como la ínsula, giro
cingulado anterior y corteza(42).
Adicionalmente, teniendo en cuenta el
carácter dinámico del esquema corporal y que su estructuración y modificación
depende de los estímulos a los que se expone el cuerpo en relación con su
entorno, una lesión deportiva genera un impacto negativo sobre esta, pues
produce modificaciones en el sistema propioceptivo, comprendiendo que este
depende entre otros, de información nociceptiva para llevar a cabo un proceso
de aporte de información al sistema nervioso central(43). Además, en
vista de que la percepción del cuerpo involucra mapas y representaciones
corporales estructuradas a nivel cerebral, específicamente en la corteza
motora, las lesiones influyen en las sensaciones táctiles, conciencia corporal,
percepciones visuales y capacidades de acción (movimiento)(11),
sumado a los ajustes espaciales y temporales llevados a cabo durante los
procesos de formación y entrenamiento deportivo(44,45,46,47). Por lo
tanto, cualquier alteración o trastorno en estas zonas puede afectar el
procesamiento de información y modificar tanto posturas como tareas, en este
caso modificación del gesto deportivo e incluso del rendimiento del deportista
que por otro lado, deberá soportar y asumir las repercusiones contextuales y
socioculturales derivadas(48,49,50,51).
En síntesis, todos los procesos de
aprendizaje motor se ven representados a nivel cerebral, en lo que se define
como esquema corporal, uno de los dos componentes de la imagen corporal que
brinda la posibilidad de modificarse de manera continua de acuerdo a los
estímulos a los que el deportista es sometido, siendo el sistema propioceptivo
el más representativo para este, mientras que la visión lo es para la imagen
corporal propiamente dicha. No obstante, cabe resaltar que la propiocepción
debe trabajar de manera conjunta con la estimulación táctil e información
visual, ya que la representación corporal está construida a partir de la
integración multisensorial, permitiéndose de esta manera la reasignación
espacial del cuerpo.
Por otro lado, el esquema corporal se
asocia directamente con el rendimiento deportivo a partir de su influencia en
los componentes: situación, forma y resultados, en donde se evidencia que el
deportista de alto rendimiento muestra patrones de actividad cerebral
diferenciales en comparación con aquellos de inferior nivel y sedentarios, lo
cual permite su caracterización y diferenciación en el ámbito competitivo,
sugiriendo que la representación mental de un movimiento complejo puede cambiar
a través de la práctica mejorando el nivel de habilidad, por tanto la
representación estructurada de un deportista puede variar durante el
aprendizaje motor hasta la experticia.
Sumado a lo anterior, el abordaje
multidimensional de la imagen corporal en el deporte incluye el impacto de
factores emocionales, socioculturales y aquellos propios del entorno, los
cuales pueden traer consigo trastornos de alimentación, ansiedad, estrés,
lesiones y en sumatoria la distorsión de la misma imagen.
Se requieren más estudios
en donde se pueda contemplar e identificar los componentes de la imagen
corporal construida en los deportistas a raíz de su aprendizaje, formación
motora y experiencias socioculturales, además de la identificación de factores
de riesgo que puedan inducir la aparición de lesiones o distintos trastornos
que en definitiva alterarán el gesto deportivo y por ende el rendimiento del
deportista.
Los autores declaran no tener ningún
conflicto de intereses.
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¿Cómo citar este artículo?:
Rodríguez-Camacho DF, Alvis-Gomez KM. Influencia del esquema corporal en el
rendimiento deportivo. MÉD.UIS. 2017;30(2):63-9.