Revisión
de Tema
Generalidades
y tratamiento de la Sarcopenia
Generalities
and treatment of Sarcopenia
José Hernández-Rodríguez1
Manuel Emiliano Licea-Puig1
1. Médico
Endocrinólogo. Profesor Auxiliar. Investigador del Grupo Diabetes Mellitus del
Instituto Nacional de Endocrinología del Ministerio de Salud Pública de Cuba.
La Habana. Cuba.
Correspondencia: Dr. José
Hernández Rodríguez. Dirección: Avenida 17 esquina a D # 509. Vedado. Habana.
CP. 10400. Cuba. Teléfono: 832 75 77–79; 832 3545, Extensión 121. Correo
electrónico: pepehdez@infomed.sld.cu
Introducción: la
sarcopenia hace referencia a la disminución de la masa y fuerza muscular
relacionada con los mecanismos del envejecimiento y genera un compromiso
funcional de alto costo, por lo tanto la presente revisión describe su
tratamiento actual.
Metodología
de búsqueda: se realizó una búsqueda bibliográfica en
las bases de datos Pubmed, Cochrane, LILACS, SciELO y el motor de búsqueda
Google Scholar, seleccionándose 140 artículos para revisión de los cuales 48
artículos originales y 50 revisiones fueron referenciados.
Discusión:
como tratamiento en las personas de edad, se recomienda la ingesta de al menos
1,2 g/kg de proteína al día, acompañada de un aporte suficiente de
micronutrientes y ocasionalmente de suplementos proteicos. Los programas de
entrenamiento de fuerza en personas mayores es actualmente un método útil para
la misma. El uso de fármacos debe ser evaluado individualmente.
Conclusiones: la
adecuada alimentación y el ejercicio de resistencia constituyen los pilares
fundamentales del tratamiento y prevención de la sarcopenia. MÉD.UIS. 2017;30(2):71-81.
Palabras
claves: Sarcopenia. Envejecimiento. Fuerza Muscular.
Terapéutica.
Introduction:
the sarcopenia makes reference to the mass and muscular force’s decrease
related with the mechanisms of the aging and generates a functional commitment
of high cost, therefore the present revision describes its current treatment.
Methodology: a
bibliographic search was carried out in Pubmed, Cochrane, LILACS, SciELO and
Google Scholar databases, selecting 140 articles to be reviewed of which 48
original articles and 50 reviews were referenced.
Discussion:
as
a treatment for sarcopenia in elderly population, it is recommended to take at
least 1.2 g/kg of protein per day, accompanied by a sufficient supply of
micronutrients and occasional protein supplements. Strength training programs
in older people is currently a useful method to combat this condition. The use
of drugs should be evaluated individually.
Conclusions: to
prevent and treat sarcopenia, adequate nutrition and resistance exercise are
the main pillars of treatment. MÉD.UIS.
2017;30(2):71-81.
Keywords:
Sarcopenia. Aging. Muscular Strength. Therapy.
Artículo recibido en
Noviembre 15 de 2016
Aceptado para publicación
en Abril 05 de 2017
Introducción
La
esperanza de vida en la población mundial ha aumentado en las últimas décadas(1),
lo que ha conllevado a considerarse adulto mayor a aquella persona con 60 años
o más, no obstante aún persiste la discusión en torno a esto. Lo anterior se
fundamenta en que no todas las personas envejecen de la misma manera, por lo
que se considera la existencia de un “tiempo de envejecimiento” propio para cada persona(2).
En Cuba, para el año 2000 los adultos mayores constituían el 12,9% de la
población general, cifra que se incrementó a 19% en el 2014(3) con
lo que se evidenció un aumento del envejecimiento poblacional y sus
consecuencias, una de ellas la Sarcopenia (Sp).
Para definir el término Sp, es necesario comprender el
significado de la palabra fragilidad. Distintas definiciones han incluido
aspectos físicos, cognitivos y psicosociales y la mayoría de ellas, concuerda
en que es un estado relacionado al envejecimiento(4). Fried(5)
definió esta última como la presencia de por lo menos tres de cinco criterios:
fatiga crónica auto-referida, debilidad, inactividad, disminución de la
velocidad de marcha y pérdida de peso. Este modelo fue replicado y sobre él se
construyó uno moderno con identificación de factores causales fisiológicos,
como la activación del sistema de inflamación y la alteración del sistema
inmunitario, endocrino y músculo-esquelético(4). Por otro lado, para
Silva y colaboradores(6) la Sp es una de las variables utilizadas
para definir el síndrome de fragilidad, por lo que estos dos pueden coexistir y
superponerse en un mismo anciano.
Existe controversia en
considerar la Sp como una enfermedad, debido a que la pérdida de masa muscular
esquelética se considera un fenómeno inherente al proceso de envejecimiento.
Aunque, cuando esta es grave y causa dependencia funcional e interfiere negativamente
en la calidad de vida de los ancianos, se califica como tal(7). Para
el Grupo de Trabajo Europeo sobre Sarcopenia en Ancianos(8), la Sp es definida como “un síndrome
caracterizado por una pérdida progresiva y generalizada de la masa y fuerza del
músculo esquelético con riesgo de sufrir consecuencias adversas como:
discapacidad física (disminución de la capacidad funcional del músculo), mala
calidad de vida y muerte”; lo que coincide con el criterio de otros autores(9,10,11).
Diferentes estudios muestran variabilidad en la
prevalencia de la Sp. Esto se debe a diferentes factores, principalmente a las
características de la población estudiada y a la metodología empleada en su
diagnóstico(12). Según Morley(13), la
prevalencia en personas de 60-70 años es del 5-13%, mientras que en los mayores
de 80 años oscila entre el 1150%. La Sp representa un deterioro del estado de
salud y compromiso funcional de alto costo personal a causa de los trastornos
del movimiento, que aumentan el riesgo de caídas y fracturas, el deterioro en
la capacidad de realizar actividades cotidianas, la pérdida de la independencia
y la probabilidad de muerte, conllevando a un mayor uso de los servicios de
salud y por ende un incremento en el gasto socio sanitario de difícil solución(14,15).
Por esta razón, la presente revisión tiene como objetivo describir el
tratamiento actual de la Sp.
Metodología de Búsqueda
Se
obtuvieron un total
de 148 artículos
a través de las
bases de datos Pubmed,
Cochrane, LILACS, SciELO y el
motor de búsqueda
bibliográfica Google
Scholar, de los
cuales 140 fueron seleccionados para revisión. Se
emplearon como términos
de búsqueda “Sarcopenia”, “Envejecimiento”, “Fuerza Muscular y
Terapéutica” y fueron
utilizados los filtros idioma
en español o inglés, artículos originales de investigación y de revisión
y edad mayor o igual a 60 años. Fueron excluidos
aquellos que no se
ajustaban al objetivo
de la revisión referenciándose finalmente 98 artículos,
de los cuales 48 correspondían a artículos originales y 50 a revisiones.
Fisiopatología
Los mecanismos
fisiopatológicos de la Sp no están claros y quizás intervengan factores
musculares primarios y otros que no dependen directamente de él (secundarios).
En este sentido se describen varios elementos en su etiología, entre los cuales
se encuentran: la disfunción mitocondrial, el estrés oxidativo, los estados pro
inflamatorios, la pérdida de neuronas motoras, las alteraciones de la placa
neuromuscular o el desequilibrio entre la denervación y la re inervación; así
como los cambios hormonales (en la insulina, andrógenos, estrógenos, hormona de
crecimiento, factor de crecimiento similar a la insulina-1, Vitamina D (Vit D)
y hormona paratiroidea, entre otros) producto del envejecimiento(16).
A estos elementos, se les pueden sumar las alteraciones producidas por
enfermedades metabólicas o de otro tipo(16), lo que posibilita el
incremento de los procesos catabólicos que se dan en el músculo estriado y sus
deletéreas consecuencias en términos de discapacidad y morbimortalidad(17).
Un proceso importante que caracteriza a los músculos en
el envejecimiento es la infiltración grasa. Esta se produce tanto a nivel
macroscópico (entre los grupos musculares) como microscópico (entre los
miocitos y su interior). Existen evidencias que correlacionan el porcentaje de
masa grasa con la cantidad de deposición lipídica intramiocelular, la cual es
utilizada como una medida aproximada de adiposidad(16). Para su
determinación se ha propuesto métodos como la medida del porcentaje de grasa
corporal a través de la absorciometría de rayos X de doble energía, el análisis
de impedancia bioeléctrica, la tomografía axial computarizada o la resonancia
magnética nuclear(18,19).
La infiltración grasa a nivel muscular crea las bases
para el desarrollo de la obesidad sarcopénica, para la cual todavía no existe
una buena definición operativa, sin embargo consiste en la pérdida de masa
magra en presencia de tejido adiposo normal o aumentado; esto puede
contrarrestar el incremento del peso corporal causado por el aumento de la
grasa, por lo que no siempre se asocia a un descenso del índice de masa
corporal, constituyendo un importante riesgo para la salud(6,10,20,21,22).
Diagnóstico
El diagnóstico de la Sp, se
basa fundamentalmente en la medida de la masa y fuerza muscular, determinando
puntos de corte que se correlacionan con el riesgo de aparición de
complicaciones(12), sin dejar a un lado la evaluación del
rendimiento físico(8). A pesar de que su diagnóstico no está
totalmente estandarizado, se habla de Sp cuando la masa muscular es inferior a
dos desviaciones estándar del valor promedio de la que presentan personas
sanas, del mismo sexo y edad(23).
Los métodos de evaluación
de la composición corporal a través de las técnicas de imagen, permiten
determinar la masa libre de grasa y la muscular esquelética(12,14),
aunque el desarrollo de las ecuaciones de predicción pueden estimar la masa
muscular de forma indirecta(14). Mientras, la fuerza
muscular se puede estimar mediante un dinamómetro que mide la fuerza de
prensión o agarre, o por medio de la fuerza de flexión y extensión de rodilla(12,14).
La capacidad o rendimiento físico se recomienda
evaluarlo a través del uso de distintas pruebas, cuyos resultados reflejan la
habilidad que tiene el paciente para desarrollar actividades cotidianas
asociadas a la pérdida de la masa muscular. Entre ellas se describen la
velocidad de la marcha (caminar cierta distancia y medir con un cronómetro el
tiempo) y la evaluación de los movimientos, donde el individuo cambia de
posición sentado a de pie, camina hasta un punto y se devuelve y retorna a su
posición inicial(12,14).
La Sp tiene una serie de causas, por esta razón se
clasifica en primaria o secundaria. De este modo, la primaria está relacionada
con la edad, en ausencia de otros desencadenantes claves; la secundaria tiene
como etiología el sedentarismo, la nutrición inadecuada o la enfermedad (falla
orgánica avanzada, enfermedad inflamatoria, neoplasias), de ahí que también
puede ser vista en adultos jóvenes(8,24).
Tratamiento de la sarcopenia
En la medida que se conoce más sobre la fisiología del
tejido muscular y adiposo, se comprende mejor sus interacciones(25).
El desbalance entre factores anabólicos y catabólicos y el papel de la
inflamación como mediador importante entre ambos procesos(25)
permite un mejor enfoque terapéutico (Ver Figura 1) en el paciente senil y así
poder lograr una sociedad que garantice años de vida con calidad a este grupo
poblacional(26).
Tratamiento preventivo de la sarcopenia
La Sp presenta factores de riesgo no modificables
relacionados con la constitución física del individuo, entre ellos ser mujer,
la susceptibilidad genética y el proceso de envejecimiento; en contraste están
aquellos modificables como el bajo peso al nacer, el estilo y condiciones de
vida (fumar, inactividad física, malnutrición, etc.), así como muchas
enfermedades que secundariamente pueden facilitar su presencia(24) y
sobre las cuales se puede actuar para prevenir su desarrollo.
Por otro lado, en la senectud
el gusto y el olfato están disminuidos, la sensación de sed es menor y la
saciedad es más precoz generando una tendencia a ingerir una menor cantidad de
alimentos en comparación a adultos de otras edades(33). A esto
contribuye la presencia de problemas de salud, económicos, sociales u
originados de una situación de dependencia funcional. Lo anterior, conlleva a
la pérdida progresiva de peso a partir de los 65 años (250–500 g/año),
acompañado de una disminución de la masa muscular de unos 3 kg/década, lo cual
podría originar Sp(33). Por lo tanto, la práctica de estilos de vida
saludable se convierte en una medida preventiva en el desarrollo de la Sp(32).
Figura 1. Tratamiento de la Sarcopenia
Fuente: Rondanell M, Perna S, Faliva MA, Peroni
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sarcopenia: all reasons for an adequate consumption. Nutr hosp.
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sarcopenia. Rev Esp Geriatr Gerontol 2013;48(4):153-4. 32
Los ancianos constituyen una población capaz de recibir
una intervención nutricional controlada, lo que permitiría mejorar la salud y
reducir el riesgo de desarrollar deterioro funcional basado en ciertas medidas,
entre las que se destaca la corrección de conductas dietéticas inadecuadas
desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo, asociado a la organización
de los horarios de las comidas y la solución de los posibles factores que
dificultan la ingesta, como la escasa higiene bucal o ausencia de dentadura(34,35).
Se reporta que una nutrición adecuada retrasa la
progresión de este síndrome y contrarresta la resistencia anabólica, es así
como la ingesta de proteínas de alto valor biológico a lo largo de la vida y no
haber sufrido malnutrición generan un menor impacto en la disminución de la
masa muscular inherente al proceso de envejecimiento(20). Se
recomienda el consumo de carne (res, cordero, cerdo, pescado) y huevos ya que
contienen compuestos biológicamente activos tales como la creatina, la
carnitina y el ácido linoleico conjugado, que tienen impacto significativo
sobre el metabolismo proteico humano(30).
Otro elemento de
importancia en la prevención de la Sp es la práctica frecuente de ejercicio
físico ya que mejora la funcionalidad e independencia del anciano, su estado de
ánimo y calidad de vida(36,37). Lo anterior se evidencia en un
estudio realizado por Ryu et al.(38),
en una población de adultos mayores coreanos donde concluyen que la actividad
física alta o moderada es un factor protector para obesidad sarcopénica en
hombres y mujeres (OR=0,27 y OR=0,43 para actividad física alta
respectivamente); aunque este estudio no mostró una relación estadísticamente
significativa entre la actividad física y Sp en el sexo femenino respecto al
masculino, otros estudios indican que este beneficio se observa en ambos sexos
y es proporcional al aumento en la intensidad del ejercicio físico, por lo que
se recomienda realizar ejercicios aeróbicos de intensidad moderada durante 30
minutos, cinco días por semana, para obtener buenos resultados(37).
El ejercicio aeróbico debe
incluir un programa de al menos dos días no consecutivos por semana de
ejercicios de resistencia, por lo que se recomienda practicar ocho a diez
ejercicios que desarrollen la fuerza de la mayor parte de grupos musculares.
Los programas de entrenamiento de fuerza o resistencia en personas mayores
probablemente constituyen una de las medidas preventivas más eficaces para
retrasar la aparición de la Sp(27). Adicionalmente, se debe asociar
ejercicios que mantengan la flexibilidad de los músculos y tendones, para esto
se sugiere dos sesiones de 8-10 repeticiones con una duración de diez minutos(37).
Mediante audiencias
sanitarias, clases destinadas a los adultos mayores o consejos en consulta, se
podría establecer la base de una intervención nutricional y de actividad física
controlada para lograr la corrección del sedentarismo y conductas alimentarias
inadecuadas, lo cual mejoraría la salud y favorecería un envejecimiento
saludable y activo(27,32).
Evitar hábitos tóxicos
fundamentalmente el tabaco(39,40) y el alcohol (sobre todo en personas
con enfermedades hepáticas)(41) resulta útil en la prevención de la
Sp, así como el uso crónico y a dosis excesivas de algunos medicamentos, entre
los que se encuentran los corticosteroides y las hormonas tiroideas, ya que
tienen un papel catabólico sobre la masa muscular contribuyendo al desarrollo
de la Sp en algunas personas(12,42). Por esta misma razón se debe
tratar eficazmente las enfermedades que favorezcan el desarrollo de la misma(24).
Un aspecto más a tener en cuenta, es que los adultos
mayores deben centrarse en el mantenimiento del peso corporal, pues su
disminución puede dar lugar a una pérdida indeseable de masa muscular. Los
obesos mórbidos que necesitan perder peso deben ser aconsejados para mantener
la ingesta de proteínas y el ejercicio a un nivel capaz de preservar la masa
muscular. La prevención de la Sp no sólo dará lugar a importantes ahorros en
costos de salud, sino también contribuirá a una mejor salud en la senectud(43).
Tratamiento de la
sarcopenia ya establecida
Con el envejecimiento la
ingesta calórica y proteica se reduce por diversos factores(43,44).
Existe evidencia que asocian la ingesta insuficiente de proteínas, de Vit D,
nutrientes antioxidantes y ácidos grasos poliinsaturados n3 de cadena larga a
una mala función física(45). La vitamina C, E, los carotenoides y
los ácidos grasos poliinsaturados, actúan como antiinflamatorios, mientras
otros nutrientes como los ácidos grasos saturados y los trans-monosaturados
tienen efectos pro-inflamatorios(46).
La ingesta adecuada de nutrientes que aporten energía y
en particular proteínas, es un componente de utilidad en el tratamiento de la
Sp. Los aminoácidos esenciales son necesarios para estimular el crecimiento
muscular y la única forma de obtenerlos es por medio de la dieta(47,48).
De esta forma, es importante garantizar una correcta suplementación de proteínas
de alto valor biológico que aportan una elevada concentración de aminoácidos
esenciales y de Vit D, para mantener la masa muscular.
De hecho, se reporta que
una ingesta proteica de al menos 0,8 g/Kg/día, incrementaría los niveles del
factor de crecimiento similar a la insulina-1, el cual tiene un efecto
anabólico sobre el músculo(49); adicionalmente esta medida podría
aumentar la fuerza muscular(47). Algunos autores49
sugieren consumir 1,2 g/ kg de proteína al día, para conse
rvar la masa muscular y
mantener el balance nitrogenado sin causar efectos negativos en la función
renal de los adultos mayores. No obstante, otros investigadores(50,51)
recomiendan cantidades superiores (1,2-1,5 g/kg/día de proteínas) incluso para
prevenirla.
Según Paddon et
al.(52), el envejecimiento no reduce la respuesta
anabólica proteica de alta calidad y sugieren la ingesta de aproximadamente
25-30g de proteína por comida (10-15g de aminoácidos esenciales), que
contribuiría a estimular al máximo la síntesis de proteína muscular en los
ancianos. Otro de los aspectos que se recomiendan es la distribución del
consumo proteico durante el día, lo cual desempeña un papel fundamental en el
mantenimiento de la masa y función muscular(48,52). Los aminoácidos
de cadena ramificada, especialmente la leucina (4g/comida, tres veces al día),
son beneficiosos en personas con riesgo de Sp, especialmente en inmovilizados o
con enfermedades neurológicas(51), ya que en esta última actúa como
secretagogo y favorece la traducción y síntesis de proteína muscular, por eso
se debe indicar el consumo de alimentos ricos en esta como la leche, queso,
carne, atún, pollo, maní, soya, trigo y huevos(53). Los pacientes
que por algún motivo no puedan cumplir con esta última recomendación, pueden
optar por suplementos proteicos ricos en leucina(49,51).
La hipovitaminosis D puede producir Sp y debilidad
muscular(54). Se ha establecido la relación entre concentraciones
bajas de Vit D como factor de riesgo para desarrollar Sp en ancianos que se
expresa en forma de degradación miofibrilar, disminución del recambio proteico
y de la secreción de insulina mediada por la hipocalcemia(50,55).
Esta vitamina se almacena en mayor proporción en los tejidos hepático, muscular
y adiposo. Las personas que se exponen poco al sol, las de piel oscura, las que
habitan en latitudes elevadas y los obesos tienen mayor probabilidad de sufrir
su deficiencia(56). La forma habitual de adquirirla es mediante la
exposición directa de la piel a la luz solar, no obstante en el caso de los
adultos mayores este mecanismo pierde eficacia y los riñones tienen menor
capacidad de convertirla a su forma activa(58). Se recomienda dosis
profilácticas de 600UI/día en adultos de 19 a 70 años y de 800UI/día a partir
de los 71 años y cantidades entre 800-1000UI/día en personas con Sp(57,58).
Esta suplementación debe ser controlada a través de la
determinación periódica de los niveles séricos de hidroxivitamina D (25OHD)(57,58).
En general, niveles de 50nmol/L en suero cubriría las necesidades del 97,5 % de
la población. El límite inferior del rango de requerimientos es de 30nmol/L,
pues los síntomas de deficiencia pueden aparecer a niveles inferiores a este
dependiendo de diferentes factores(57).
Existen alimentos que
contienen Vit D y de los cuales el adulto mayor puede beneficiarse, entre ellos
el aceite de hígado de bacalao, pescados con un alto porcentaje de grasas
(salmón, atún, caballa), carnes rojas y vísceras (hígado vacuno), huevos (la
yema)(57,59). El champiñón común contiene ergosterol, que se
convierte en Vit D cuando se expone a una cantidad adecuada de rayos solares y
en la actualidad se estudia la forma de vender este producto enriquecido con la
misma. Otra de sus ventajas es su bajo nivel calórico y su aporte de minerales
como el selenio, cobre y potasio, que ayudan a que funcionen de mejor forma
los músculos y los nervios(60).
Está ampliamente demostrado
que las ayudas ergogénicas nutricionales ofrecen beneficios fisiológicos
directos para el rendimiento en el ejercicio y su recuperación. La
suplementación con ß-hidroxiß-metilbutirato, un metabolito natural de la
leucina, es un elemento de interés ya que puede disminuir el catabolismo del
músculo61, aumenta la fuerza y masa muscular magra en sujetos no
entrenados que comienzan a realizar ejercicio(62). La dosis más
eficaz descrita como suplemento es de 3 g al día(51).
Otra ayuda ergogénica descrita es el mono hidrato de
creatina. La creatina es un compuesto nitrogenado que se combina con fosfato
originando la fosfocreatina, responsable de la resíntesis de trifosfato de
adenosina mediante una reacción catalizada por la enzima creatinkinasa(63).
La anterior representa una fuente de energía almacenada extra mitocondrial y su
incremento mejora la masa muscular y la fuerza flexora-extensora de la rodilla
en los adultos mayores64, aunque su uso puede provocar retención de
líquidos y por ende edema periférico en las personas de edad(50).
Ejercicio físico
La pérdida de masa magra es
directamente proporcional a la cantidad de masa muscular e inversa al uso de la
misma(65). La estimulación muscular que se produce con el ejercicio,
se relaciona con un mayor uso de los aminoácidos esenciales de la dieta
sugiriendo que en las personas mayores el aumento de la actividad física tiene
efectos protectores a nivel muscular(65).
Entre los beneficios del
ejercicio se describen la prevención del deterioro cognitivo y las caídas(63),
disminución de la resistencia a la insulina a través de varios mecanismos,
entre los que se señalan el restablecimiento de la cascada a la señal
insulínica y el decremento del efecto deletéreo de los lípidos intramusculares
que mejora la oxidación de dichas grasas y la contracción muscular mediada por
la activación de 5’ AMP-activated protein
kinase, lo que conduce a la translocación del GLUT4 incrementando la
comunicación muscular pancreática mediante mioquinas(66).
Lo anterior indica la alta eficacia del ejercicio
físico en la producción de mejoras cualitativas y cuantitativas a nivel del
músculo esquelético(67), por lo que se identifica como un método relativamente
seguro, incluso en aquellos con múltiples comorbilidades(68,69). No
obstante Liu et al.(70), sugieren tener cierta precaución
con la implementación de programas de ejercicios de resistencia progresiva en
poblaciones de ancianos con Sp, debido a posibles efectos adversos. Malafarina et al.(71),
recomiendan solo limitarlos en pacientes con insuficiencia cardíaca congestiva.
Ejercicio de resistencia
Consiste en utilizar la
fuerza para lograr la contracción muscular e incremento de la resistencia
anaeróbica, la fuerza y el tamaño muscular. Esto mejora las tareas que
requieren una buena funcionalidad, tales como levantarse del suelo o subir
escaleras(63,72). Además, se reporta mejores resultados al combinar
la suplementación proteínica con el ejercicio de resistencia, principalmente
cuando se administra inmediatamente después del ejercicio. Sin embargo, el
empleo de suplementos proteínicos sin ejercicio no ha demostrado eficacia en el
aumento de la masa muscular(35).
Los programas de
entrenamiento de fuerza varían en su intensidad, número de series, frecuencia y
duración de la actividad física según su objetivo(63). Los ancianos
con funcionalidad conservada, sin comorbilidades y con un nivel de actividad
física previa elevado, necesitaran un tipo de entrenamiento más exigente y de
mayor intensidad que aquellos sedentarios(74). Estos pueden ser
realizados en el hogar o gimnasio; se recomienda realizarlos tres veces por
semana y ser supervisados inicialmente por personal capacitado(71).
Dichos entrenamientos
probablemente constituyen una de las medidas preventivas más eficaces para
retrasar la aparición de Sp en los adultos mayores y es actualmente uno de los
métodos más útiles para combatirla mediante la estimulación de la hipertrofia e
incremento de la fuerza(63,73). Una revisión de Arnold et al.(74), apoya
este criterio al afirmar que el ejercicio es significativamente superior a
todas las intervenciones conocidas (farmacológicas, nutricionales y hormonales)
para estabilizar y revertir la Sp. Por otro lado, aquellos programas que
aumentan progresivamente su intensidad permiten obtener mejorías morfológicas
en la población anciana(67), aunque se ha señalado que para observar
los efectos positivos del ejercicio de alta intensidad se requiere mínimo 10-12
semanas(71).
La actividad aeróbica ha
sido el paradigma del ejercicio físico para la mayoría de personas que inician
un programa de acondicionamiento a causa de los beneficios que otorga su
práctica en la promoción de la salud, el bienestar y la estética(75).
Se define como ejercicio aeróbico todo aquel que se realice de forma
repetitiva, prolongada y sin interrupción alguna. Este incrementa el número de
capilares por fibra muscular en una sección transversal muscular determinada,
mejorando la perfusión sanguínea muscular e incluye actividades como caminar,
correr, marchar, remar, nadar, pedalear, esquiar, subir escaleras, entre otros(75).
Se recomienda realizar dichos ejercicios con una baja
intensidad y en lo posible con el mínimo impacto sobre las articulaciones(76).
Aunque posteriormente (si es bien tolerado) se puede practicar una marcha a un
ritmo más intenso, acompañada con un balanceo enérgico de brazos que se llevan
en semiflexión, y una amplitud de movimientos mayor al de la caminata normal.
Autores como Cruz-Jentoft et al.(11),
han observado que los ejercicios aeróbicos de intensidad media o
moderada, a un 60% de la frecuencia cardiaca máxima, mejoran las funciones
cardiovasculares y desempeño en actividades tales como caminar o levantarse de
una silla.
En la tercera edad, se
recomienda la realización de alguna de estas actividades mínimo tres días a la
semana, con una duración de 20-60 minutos por sesión a una intensidad del
40-60% de la frecuencia cardiaca máxima. El aumento del tiempo y la intensidad
debe ser progresivo(13). No obstante, con su práctica no se ha
observado una asociación positiva con la detención del proceso de la Sp, como
sucede con el ejercicio de resistencia(75).
Estas clases de ejercicios en el adulto mayor aunque no
mejoran la Sp, contribuyen a que los músculos y los tejidos mantengan la
estructura del cuerpo en su lugar. Un entrenamiento regular con el tiempo,
puede ayudar a desarrollar la agilidad corporal y a la prevención de caídas y
heridas(77), por lo tanto pueden ser incluidos como complemento a
las actividades físicas descritas anteriormente(11,67,77), aportando
un mayor bienestar y mejor pronóstico al paciente.
Con la edad disminuyen una
serie de hormonas que se relacionan directamente con las alteraciones
observadas en diversos procesos fisiológicos(11). La
testosterona es un esteroide anabolizante que se une a los receptores
androgénicos en la musculatura y otros órganos, estimulando la síntesis de
proteínas, entre ellas la actina y la miosina (proteínas contráctiles
productoras de energía y generadoras de fuerza muscular). Se describe que la
administración de anabolizantes aumenta el tejido muscular y el contenido
mineral óseo(78). Esta hormona ha sido empleada como tratamiento
sustitutivo en varones jóvenes con hipogonadismo, en los cuales se ha observado
un incremento en la masa magra(23).
Según Wang et al.(79), la testosterona
a bajas dosis aumenta la masa muscular y en dosis más altas la fuerza muscular.
Sin embargo, no produce cambios significativos en la composición corporal, ni
en la reducción del riesgo de caídas y fracturas o mejoría en la calidad de
vida(80). Debido a esto y a su importante perfil de efectos
adversos, no se aconseja su uso en varones ancianos, al menos hasta que no se
disponga de estudios más rigurosos que apoyen lo contrario(23).
Otros anabolizantes
(dehidroepiandrosterona, oxandrolona, androstendiona) y los moduladores
selectivos del receptor androgénico, están en fase de estudio, aunque conviene
resaltar que hasta el momento carecen de los efectos secundarios de la
testosterona, con la cual comparten su efecto anabolizante(23). El
Ostarine es un producto oral, que actúa de forma selectiva sobre estos
receptores, y se ha observado que cuando es usado en adultos mayores sanos, se
aumenta su masa muscular y capacidad para subir escaleras(81).
La Hormona de Crecimiento Humano (HGH) es necesaria
para el mantenimiento del músculo y del hueso, siendo deficiente en la
población anciana, por lo que se hipotetiza que el tratamiento con HGH puede
ser útil para tratar la Sp(82). Papadakis et al.(83), realizaron un ensayo aleatorizado
controlado, doble ciego, en 52 hombres sanos mayores de 69 años de edad, con
una capacidad funcional bien preservada, pero bajos niveles basales de factor
de crecimiento insulínico tipo 1, a los que se administró HGH (0,03mg/kg de
peso corporal) o placebo tres veces a la semana durante seis meses, con el
objetivo de determinar si el reemplazo de la HGH en hombres mayores mejoraba la
capacidad funcional. En los pacientes tratados se observó un aumento en la masa
de tejido magro con disminución del tejido adiposo, mejorando la composición
corporal mas no la capacidad funcional, lo que coincide con lo referenciado por
otros investigadores(84,85). Sin embargo, Rudman et al.(86), reportan en un
estudio realizado por ellos que el tratamiento con HGH no incrementó la masa ni
la fuerza muscular.
Se han realizado estudios
combinando el efecto del ejercicio físico y la administración de HGH, donde
esta hormona no ha demostrado un efecto beneficioso adicional al conseguido con
el ejercicio(84,85). El tratamiento combinado de testosterona y HGH,
incrementa la masa corporal muscular en varones con hipogonadismo o con
deficiencia de HGH, pero estos resultados no van acompañados de un mejoramiento
funcional, en tanto sus efectos colaterales se pueden evidenciar(87-89).
La terapia a corto y largo plazo con estrógenos en
mujeres posmenopáusicas tiene resultados inconstantes en relación con la masa
muscular(84). La terapia sustitutiva con estrógenos estaría
justificada a partir de los datos que indican que las mujeres con osteoporosis
y sarcopenia es un grupo de alto riesgo para presentar fracturas y
discapacidad. Los estudios existentes actualmente no muestran ninguna
modificación de la masa ni función muscular(22). Como indica un
estudio de Kenny et al.(90), la Sp es tan común en las mujeres no
obesas con terapia hormonal de remplazo con estrógenos a largo plazo como en
aquellas que no la usan, lo que sugiere que esta no protege contra la pérdida
muscular del envejecimiento.
Dentro de las mioquinas, la
miostatina es una de las moléculas secretadas por las células musculares
esqueléticas durante el ejercicio. Posee propiedades antiinflamatorias y actúa
facilitando la disminución de la resistencia a la insulina(91). Se
ha desarrollado una proteína terapéutica análoga de la miostatina (ACE083) cuyo efecto se produce a través de la activación del receptor de
activina II. Se encuentra en fase de investigación, y fue diseñada para
aumentar la masa y fuerza muscular en los músculos y grupos musculares
específicos. Se administra localmente y su efecto es dosis dependiente(92,93),
facilitando una disminución de la grasa y un incremento en el anabolismo óseo
con mejoría de la densidad mineral ósea(50).
El uso de los productos señalados anteriormente, debe
ser evaluado de forma individual y sopesando el factor riesgo-beneficio, ya que
hasta el momento no existe una terapia farmacológica realmente efectiva y
exenta de efectos colaterales, que en algunos casos pudieran ser hasta
contraproducentes, al ser aplicadas en el anciano con Sp.
Tratamiento de comorbilidades
La Sp se puede producir como consecuencia de múltiples
enfermedades y condiciones crónicas, lo que en ocasiones reduce las opciones de
tratamiento y los resultados clínicos positivos. La mala nutrición y el
sedentarismo, hacen que un número importante de individuos enfrenten el
envejecimiento natural, con una masa muscular estructural y funcionalmente
deteriorada(94).
La elevada tasa de
crecimiento de la obesidad y Diabetes Mellitus tipo 2 a nivel mundial, puso en
evidencia la existencia de un estado inflamatorio crónico de baja intensidad
–en ambas entidades- y su conexión con la pérdida de masa muscular desde edades
tempranas, sobrecargando el músculo con triglicéridos y alterando su recambio
proteico(94).
En la Diabetes Mellitus tipo 2 esta aumentada la
resistencia a la acción de la insulina que provoca una menor estimulación del
anabolismo proteico y un aumento de su catabolismo, conllevando a la pérdida de
la masa muscular(16). Partiendo de lo anterior, se infiere que
quizás la indicación de insulinosensibilizadores como la metformina reduciría
la obesidad visceral, los niveles de factores pro inflamatorios y
protrombóticos, garantizando un buen control metabólico. Esta medida
terapéutica puede jugar un papel en la prevención y tratamiento de la Sp en el
paciente senil con Diabetes Mellitus tipo 2 y obesidad(66,95).
El tratamiento y control oportuno de las enfermedades
donde subyace un estado pro inflamatorio crónico, y en general donde aumenta el
catabolismo muscular, como la insuficiencia cardíaca, respiratoria, renal, la
malnutrición proteico calórica, el hipercortisolismo endógeno y exógeno, los
estados de tirotoxicosis, el cáncer(8,96,97,98), entre otros, es
elemental en la prevención y tratamiento de la sarcopenia secundaria.
Conclusiones
El tratamiento de la sarcopenia se basa en una serie de
medidas que incluyen la dietoterapia, el ejercicio físico, la farmacoterapia y
el tratamiento de los problemas de salud que concomitan con la SP. Las dos
medidas principales para prevenir y combatir la pérdida de masa muscular son el
ejercicio de resistencia y una adecuada alimentación con un aporte suficiente
de macro y micronutrientes, donde el suministro adecuado de proteínas, vitamina
D y A, juega un papel fundamental. En este sentido, la educación terapéutica y
el adecuado tratamiento de las comorbilidades son elementales.
Aunque el uso de fármacos no ha demostrado ser la
solución, la testosterona a dosis bajas y altas aumenta la masa y fuerza
muscular respectivamente. Sin embargo, debido a su perfil de efectos adversos,
no se aconseja su uso en varones ancianos. Igualmente, se debe continuar
investigando el posible uso de otros anabolizantes, que sean capaces de mejorar
la SP con un mínimo de efectos adversos.
Conflicto de Intereses
Los autores declaran no tener conflicto de intereses.
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¿Cómo citar este artículo?:
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