DOI:
https://doi.org/10.18273/revmed.v30n3-2017010
Artículo
de revisión
Prácticas de atención a la familia en duelo ante la muerte del
neonato en la unidad de cuidado intensivo neonatal
Practices in the care of the mourning
family after the death of the neonate in the neonatal intensive care unit
Jorge Iván Toro
Bermúdez*
Lorena Mesa M**
Javier F Quintero
O***
*Psicólogo.
Magister en Psicología Clínica. Docente del programa de Psicología. Fundación
Universitaria de Ciencias de la Salud. Miembro activo de Grupo de Investigación
en Psicología, Salud, Administración y Docencia. Bogotá D.C. Colombia.
**Enfermera.
Posdoctorado Salud Pública. Magister en Salud Pública. Master en Economía de la
Salud. Investigadora. Miembro activo de Grupo Perspectivas del Cuidado. Fundación
Universitaria de Ciencias de la Salud. Bogotá D.C. Colombia.
***Psicólogo. Magister en Psicología
Clínica. Docente del programa de Psicología. Fundación Universitaria de
Ciencias de la Salud. Jefe de Servicio de Psicología Hospital de San José.
Miembro activo de Grupo de Investigación en Psicología, Salud, Administración y
Docencia. Bogotá D.C. Colombia.
Correspondencia: Prof. Jorge Iván Toro Bermúdez.
Carrera 50B No. 67-38. Barrio San Miguel. Bogotá D.C. Colombia. Correo
electrónico: jitoro@fucsalud.edu.co.
Teléfono: (+57) 4375400 ext: 5122.
Resumen
Introducción: la
muerte de un hijo es un proceso complejo y dramático; el equipo de salud
describe dificultades para abordar esta situación.
Objetivos: identificar en la
literatura científica las principales prácticas de los profesionales en la
atención de padres o familiares de un recién nacido que fallece en institución
hospitalaria y determinar cuáles facilitan el desarrollo del duelo.
Metodología de búsqueda:
revisión integrativa de la literatura científica. 33 artículos superaron la
evaluación de calidad metodológica y se incluyeron en la revisión.
Resultados: se
identificaron dos tipos de prácticas que los profesionales desarrollan con la
familia en duelo: de soporte, por ejemplo facilitar el acercamiento al bebé
fallecido y la fotografía postmortem; y de no soporte, por ejemplo la ausencia
de consentimiento previo antes de que un grupo de estudiantes presencien un
procedimiento específico o asumir actitudes hostiles hacia el paciente.
Discusión: como
reportan otros estudios, las prácticas de soporte tienen como base una
comunicación veraz, adecuada y permanente entre el profesional y los
familiares. Las prácticas de no soporte podrían relacionarse con el estrés de
los profesionales, ante el fallecimiento de los pacientes y de las
características propias de la formación médica.
Conclusiones:
los profesionales desarrollan diversas prácticas en el acompañamiento al
familiar doliente, algunas de las cuales brindan un mejor desarrollo del duelo,
como las prácticas de soporte. MÉD. UIS. 2017;30(3):89-100.
Palabras clave: Cultura, Pesar, Muerte, Neonatal.
Abstract
Introduction: a child’s death
is a complex and painful process; the health staff describes difficulties to
affront it. Objective: to identify
the practices performed by the health staff to tackle the family of a newborn
death into the hospital and determine which facilitates the grieving process. Searching methodology: integrative
review of scientific literature. 33 articles surpassed the methodological
quality assessment and were included in the review. Results: two kinds of practices were identified: support practices,
such as facilitating the approach to the deceased baby and the postmortem
photography; and non-support practices, such as the absence of prior consent
before a group of students witness a specific procedure or hostile attitudes
towards the patient. Discussion: the
support practices are based on a truthful, adequate and ongoing communication
between family and staff. On the contrary, the non-support practices are in
relation with the high stress professionals are feeling, which come from the
nature of the death event and the medical education characteristics. Conclusions: professionals implement
practices in the acompaniment to the suffering family member, some of which
allow a better development of the grieving process. MÉD.UIS. 2017;30(3):89-100.
Keywords:
Culture, Grief, Neonatal Death.
Artículo
recibido el 11 de Septiembre de 2016.
Aceptado
para publicación el 8 de Julio de 2017.
La muerte de un hijo es un proceso complejo
y dramático para sus familiares ya que esta experiencia emerge como uno de los
fenómenos de estrés emocional más intensos que puede experimentar una persona a
lo largo de la vida, con grandes implicaciones para el rol social, la vida de
la pareja y los vínculos sociales inmediatos(1),(2),(3). La
complejidad del fenómeno no se relaciona con la edad del hijo que muere;
incluso, popularmente se creía que la muerte de un recién nacido, al carecer
del tiempo suficiente para que se establecieran fuertes lazos de unión,
producía menos aflicción. Sin embargo, de acuerdo con Montesinos y Muñoz(4),
los miembros de las familias que han vivido la pérdida de un recién nacido
“experimentan una pena que es penetrante, intensa, compleja y constante”, que
corresponde a la respuesta típica del duelo.
Ante esta situación es sensato pensar que
el duelo es un proceso presente en esta experiencia de vida; López(5)
y Bautista(6) describen que el familiar en duelo perinatal o
neonatal experimenta insensibilidad, aturdimiento, añoranza, conductas de
búsqueda, irritabilidad, debilidad, sentimientos de culpa o vergüenza,
desorientación, desorganización de la cotidianeidad, vacío existencial,
desamparo, enojo, depresión, y negación;
algunas mujeres, incluso, refieren escuchar el llanto o movimientos del bebé.
Por lo general estos duelos no son tratados; Sin embargo, pueden complicarse y facilitar la aparición
de trastornos psiquiátricos tales como trastornos depresivos, trastornos de
ansiedad y trastorno de estrés postraumático(5). Según Worden(7),
el sujeto en duelo debe resolver activamente 4 tareas: (1) aceptar la realidad
de la pérdida, (2) trabajar las emociones y el dolor de la pérdida, (3)
adaptarse a un medio en el que el ser querido está ausente y (4) recolocar
emocionalmente al fallecido y seguir viviendo. La no superación de algunas de estas
tareas implicaría el duelo patológico.
La Unidad de Cuidado Intensivo Neonatal
(UCIN) es el área en la cual el equipo de salud debe enfrentarse al monitoreo,
cuidado y asistencia permanente del neonato en estado de salud crítico(8),
y en muchas ocasiones, a la realidad de su muerte. Algunos estudios demuestran
que el contacto repetitivo con la muerte puede tener un impacto negativo en la
salud mental de los profesionales(9); por ejemplo, algunas
investigaciones, describen que la muerte de un niño para el personal de
enfermería es una vivencia dolorosa, dura, difícil, compleja; que cansa y es
desgarradora(10),(11).
Además del impacto emocional, en general
los profesionales del área de la salud tienden a vivir la muerte de sus
pacientes como un fracaso a sus competencias, como si negaran el hecho de que
la muerte es un fenómeno natural, convirtiéndola en un proceso técnico. Así,
utilizan diversos tipos de estrategias o mecanismos de defensa para evadir la
muerte y sus efectos: tratan de sentirse bien, asumen actitudes negativas o
agresivas, intentan retrasar la muerte (encarnizamiento terapéutico) o
acelerarla (eutanasia), asumen una postura de “defensores” de los enfermos,
dimisión y abandono; hablan y escuchan menos a los pacientes, se establece una
excesiva distancia emocional y se ocupan exclusivamente de los síntomas y
aspectos físicos, entre otros(12). Todo lo anterior trae como
consecuencia en el profesional el bloqueo del contacto afectivo, impidiendo el
sufrir y el agotamiento de la energía psíquica que se vive como cansancio o burnout(10). Además, aunque
la muerte de un paciente es un momento importante para el trabajo
multidisciplinario e integrador, se observan tendencias a la fragmentación de
la atención y acompañamiento del proceso del duelo(4).
En línea con lo anterior, Tejedor y Cols(9),
afirman que cuando el neonato presenta una enfermedad incurable o va a morir,
es muy importante para los miembros de la UCIN el cuidado tanto del recién
nacido como de sus familiares, de modo que se logre evitar la mayor cantidad de
sufrimiento, sin embargo, la respuesta del personal sanitario no es la más
adecuada(9). Se considera que en la UCIN hay barreras que se
interponen en la comunicación y atención de la familia durante la muerte del
paciente, tales como la presión del tiempo y el espacio físico, la ausencia de
privacidad, además, la movilización de fuertes sentimientos de dolor en el
profesional puede entorpecer sus respuestas(13).
Respecto de lo anterior, el estudio de
Campo y Cotrina(14) refieren que las enfermeras, profesionales más
cercanas a los pacientes y sus familias en las UCI, no se sienten capacitadas
para ofrecer los cuidados ante la muerte ni de poseer mecanismos de
afrontamiento; actuando según su experiencia, pero sin capacitación específica.
Por esto, recomiendan la formación en la gestión de emociones, duelo y
habilidades de comunicación; siendo necesario el aprendizaje de las destrezas
para proporcionar apoyo humano al familiar.
Es importante facilitar a los equipos de
las UCIN herramientas que favorezcan el abordaje del duelo y faciliten el
afrontamiento emocional de los profesionales. Por esta razón, la presente
revisión tuvo como objetivo describir las principales prácticas del equipo de
salud de la UCIN en la atención de familiares del neonato fallecido y
determinar cuáles facilitan el desarrollo del duelo del doliente.
Se llevó a cabo una revisión integrativa de
la literatura científica. Para ello se realizaron búsquedas electrónicas en
nueve bases de datos desde el servidor de la Fundación Universitaria de
Ciencias de la Salud de Bogotá y en el repositorio de la Universidad Nacional
de Colombia (Ver Tabla 1). Las búsquedas fueron realizadas entre marzo y junio
de 2015.
Se establecieron como criterios de
selección: artículos en inglés o español, de investigación original y de
revisión que usaran metodologías cualitativas o cuantitativas, publicadas entre
el 2005 y el 2015, cuyo objetivo se relacionara con las prácticas de abordaje
del duelo o el acompañamiento a familiares después de la muerte perinatal.
Fueron identificados un total de 73 745
títulos, de los cuales se preseleccionaron, según los criterios, 123. Se hizo
una selección por resumen y de acuerdo con la pertinencia se incluyeron 60
artículos, los cuales fueron recuperados a texto completo para una lectura
exhaustiva y corroborar que respondieran al objetivo propuesto de la revisión.
En total 39 artículos fueron sometidos a
revisión de la calidad metodológica. Este proceso se llevó a cabo utilizando
las listas de verificación de CASPE y STROBE, según la metodología reportada en
cada uno de los artículos seleccionados. Se integraron aquellos estudios que
tuvieran una puntuación superior a la media posible, de acuerdo con el total
global según cada lista; 6 artículos no cumplieron con la calidad metodológica
esperada (Ver Figura 1). 33 artículos con metodologías cualitativas,
cuantitativas y mixtas superaron la revisión de calidad metodológica y se
incluyeron en la revisión (Ver Anexo 1). Se identificaron 4 estudios de
revisión y 29 originales o primarios, de estos últimos, 17 reportaron algún
método del paradigma cualitativo y 4 usaron metodologías mixtas (Ver Figura 1).
Tabla 1. Bases de datos,
ecuaciones utilizadas y resultados obtenidos
Fuente: Autores,
2015.
Para
el registro de los resultados se construyó y diligenció una matriz donde se
incluyó: tema o fenómeno de estudio de la investigación, objetivo, metodología,
principales resultados y recomendaciones, posteriormente se llevó a cabo el
análisis temático.
Figura 1. Selección
sistemática de artículos Fuente: Autores, 2015.
El
análisis temático permitió identificar y organizar los resultados de los
diversos estudios incluidos en dos tipos de prácticas que los profesionales
desarrollan con la familia en duelo. Estas prácticas fueron de soporte y de no
soporte.
Implican
acciones desarrolladas por los diferentes miembros del equipo de salud
dirigidas a dar soporte a familiares y facilitar el curso natural y sano del
duelo. Los recursos personales, profesionales e institucionales frente a la
muerte neonatal, se concentran en promover la recuperación, la calidad de vida
y el restablecimiento social de la familia doliente(15). Para Aho y
Cols(16) las intervenciones de este tipo son complejas, ya que
involucran la participación tanto de personal profesional como no profesional(16),(17)
y son invaluables para los padres al momento que fallece el bebé(17).
Los
estudios revisados describieron dentro de este grupo de prácticas: permitir al
doliente algún tipo de recuerdo, respeto a la autonomía de los padres
dolientes, facilitar la interacción con el bebé fallecido, promover la
expresión de sentimiento por parte de los padres, utilización de humor
apropiado, ceder tiempo para acompañar y escuchar al doliente, ceremonia
privada, llamadas de seguimiento, y capacitación y educación a profesionales.
Algunos estudios reportan beneficios en los dolientes a partir de la
implementación de estas prácticas de soporte, pues ayudan al curso normal del
duelo, ajuste, o afrontamiento general de los padres y previenen la
complicación el dolor emocional(18).
Los
rituales post mortem son reportados por la literatura como una forma de
facilitar los recuerdos(19),(20),(21),(22), aunque se desconoce
hasta qué punto estas acciones pueden ayudar el proceso de duelo(20).
En su revisión sistemática Gold y Cols(21) describen varias
prácticas relacionadas con la generación de recuerdos, entre ellas la fotografía
postmortem, ver y sostener al bebé y desarrollar ceremonias privadas. Vásquez(15)
describe la práctica de los miembros del equipo profesional que decide
hacer un minuto de silencio luego del fallecimiento del neonato. La fotografía
postmortem tiene un lugar privilegiado. Blood y Cacciatore(19)
comentan que la utilización de la fotografía postmortem tiene un gran valor;
perder la oportunidad de tomar una fotografía en el momento de crisis podría
ser irremediable y una fuente de arrepentimiento. Estos mismos autores en otro
artículo, concluyeron que entre más joven sea el infante, más dados van a estar
los padres a esta práctica(23).
Por
su parte, Cacciatore y Cols(22) describen la experiencia del
“profesionalismo compasivo”, la cual consistente en dar soporte a padres
facilitando los rituales post mortem, tratándolos con respeto y dignidad;
legitimando su paternidad como si el bebé hubiera nacido vivo, y cuando el
profesional permite y facilita las memorias a través de impresiones de las
huellas de los pies, fotos o recortes de cabello(22). Además,
estudios descriptivos han demostrado que la experiencia de ver y sostener el
cadáver del bebé, en compañía de profesionales compasivos, sensitivos,
expertos, es por lo general muy positiva(17),(20).
Varios
estudios hacen alusión al respeto sobre la toma de decisiones como una práctica
asertiva(20),(24),(25),(26),(27). Pastor y Cols(20) y
Gonçalves y Santiago da Rocha(28) por ejemplo, hablan de respetar la
decisión de los padres de ver y tocar a su hijo. Asimismo, Einaudi y Cols(29)
describen como prácticas de soporte permitir a los padres la participación en
el proceso de toma de decisiones, tener en cuentas sus elecciones y mantenerlos
bien informados en todas las etapas del proceso. Heazell y Cols(30)
hablan de los padres dolientes que deben decidir si permiten o no el examen
postmortem luego del nacimiento de un bebé muerto. Proponen que para algunos
padres, permitir la autopsia puede tener un impacto positivo emocionalmente al
permitir el “cierre” al conocerse las causas del deceso. En línea con lo
anterior, Chan y Cols(26) describen que de acuerdo con las
enfermeras encuestadas, la creación de un programa de consejería para el manejo
del duelo debería estar fundamentada en la toma de decisiones de los padres durante
todo el proceso de atención.
Gold(31),
en su revisión sistemática, encuentra que en la mayoría de los estudios
incluidos, las enfermeras son vistas por los padres como más dadas a dar
soporte que los médicos y reciben las mejores calificaciones de satisfacción
por parte de los padres, quienes valoran la educación sobre el duelo y el
soporte emocional que ellas brindan. Los profesionales mejor puntuados tienden
a dar soporte emocional, físico y educación; toman de su tiempo para hablar con
la familia y permanecer con ellos. Las enfermeras que les permiten a los padres
llorar, que utilizan su humor de modo apropiado y que están dispuestas a pasar
tiempo extra con la familia, son vistas por los padres como particularmente
receptivas(31).
Salgado-Pereira
y Cols(32) describen en las enfermeras intensivistas, quienes
enfrentan la muerte de recién nacidos, sentimientos de pérdida y tristeza que
alimentan su capacidad de empatía con la familia doliente. La enfermera
identificada con el dolor de la madre podría llorar con ella, abrazarla o
intentar consolarla. En esta misma línea, Gonçalves y Santiago da Rocha(28)
hablan de la preocupación del equipo de enfermería por el dolor de la familia,
de la necesidad de participar de su sufrimiento.
Los
estudios incluidos mencionan que la capacitación y el soporte a los
profesionales son otras prácticas de soportes en la medida en que los prepara
para un mejor abordaje. Los hallazgos de Chan y Arthur(25) indican
que el soporte y la educación son necesarios para ayudar a las enfermeras en la
atención a padres dolientes, así como el entrenamiento en consejería y la
supervisión, los cuales reducen la vivencia de estrés y aumentan la competencia
de los profesionales novatos. Donovan y Cols(18) recomiendan para
una mejor práctica desarrollar programas formales guiados teóricamente y
basados en la evidencia, favorecer la comunicación en la continuidad del
cuidado en todas las etapas de la atención, asegurar la comunicación entre la
comunidad, la familia, el hospital y proveer educación, soporte y formación al
equipo técnico. Por su lado, Chan y cols(26) recomiendan mejorar las
habilidades comunicativas y el soporte emocional para los profesionales.
Donovan y Cols(18) en su estudio identificaron como las practicas
más comunes como el contacto telefónico en intervalos definidos, proveer de
recursos materiales a los padres y grupos de apoyo, siendo el único estudio que
habla del seguimiento como práctica de soporte. McCool y Cols(33) igualmente
describen el seguimiento presencial en el hogar de los padres como práctica.
Algunos padres encuentran muy útil en el proceso de duelo participar en grupos
de apoyo o recibir psicoterapia(34).
Finalmente,
dos apreciaciones frente a las prácticas de soporte. Por una parte, Castro y
Cols(35) posibilitan ver la necesidad de pensar en la cultura de los
padres frente al cuidado del neonato y por lo tanto frente a la propia muerte;
relevan el asunto de una práctica “culturalmente fundamentada” y negociada. Por
otra parte, a partir del estudio de Pimenta y Cols(36) se deduce que
la mejor práctica profesional frente a la muerte es evitándola y, un buen
seguimiento prenatal reduce significativamente este riesgo.
Esta temática emerge al encontrar en los
resultados de los artículos incluidos una serie de prácticas que se consideran
poco asertivas e ineficaces a la hora de la atención del duelo. En términos
generales estas prácticas se relacionan con la falta de comunicación, la falta
de consideración por las necesidades y preferencias del familiar, la evitación
del abordaje y el impacto emocional negativo y, frustración que la muerte
neonatal causa en los profesionales.
La
escasa comunicación se presenta en diversos momentos del proceso de atención y
afecta principalmente la participación de los familiares en la toma de
decisiones(24). Uno de los aspectos que se describe en los estudios
es el temor de los profesionales de decir algo equivocado o de hacer daño con
las palabras, y por lo tanto, prefieren no acompañar o no intervenir(15),(37),(38)
es decir, evitan actuar(20),(31),(39). Por estas
actitudes negativas asumidas, los familiares llegan a considerar que los
profesionales niegan la gravedad de la pérdida o que la muerte no es
importante. Cuando se decide hacer algo por parte de los profesionales, se
reduce a aspectos de manejo biomédico de la situación, por ejemplo sugerir
medicación a los padres(20). El estudio de Pastor y Cols(20),
además, señala que la evitación y otras actitudes negativas hacia el proceso
del duelo se dan como mecanismo de defensa por parte de los profesionales. En
relación con lo anterior, Silva y Cols(11) en un estudio de
características similares, señalan que esta tendencia a la evitación se
relaciona con una escasa preparación para el abordaje del duelo. Al respecto,
Gold(31) concluye que los profesionales de medicina tienden a dar
menos soporte que otros profesionales en la unidad y esto se interpreta por
parte de los familiares como insensibilidad frente a su dolor(22),(31).
Willick(40) describe
prácticas que fueron vividas por los padres como faltas de consideración a sus
necesidades y preferencias: ceñirse estrictamente a las reglas de la
institución (por ejemplo en lo que concierne a las visitas), la ausencia de
consentimiento previo antes de que un grupo de profesionales y/o estudiantes
presencien un procedimiento específico, bautizar al bebé sin previo
consentimiento de los padres y no revelar al doliente información referida a un
mal pronóstico.
Un extremo en las prácticas de no soporte
es la referida por Reynolds y Cols(41) quienes identifican a través
de un estudio trasversal la presencia de violencia horizontal en las unidades
de cuidado perinatal, evidenciado en trato hostil y violento relacionado con el
estrés, el ambiente y las cargas laborales de los profesionales,
específicamente de las enfermeras(41). La presencia de este trato
violento, genera formas erráticas de abordar tanto a la familia del neonato
hospitalizado como a la familia en duelo(31).
En contraste con lo descrito
anteriormente, diversos estudios(11),(15),(28),(42),(43),(44),(45),
demuestran que la muerte en la Unidad de Cuidado Intensivo produce un impacto
emocional negativo en los profesionales, ocasiona tristeza y conflicto con su
práctica, hasta llegar a considerar que no hicieron lo suficiente, generando
frustración y emociones que desencadenen una práctica no asertiva en el
abordaje del duelo.
Llama la atención los resultados del
estudio de Moura y cols(3), que consistió en la revisión
retrospectiva de registros clínicos, y que mostró la carencia de planes de
seguimiento y acompañamiento en los servicios de salud.
Las prácticas desplegadas por los miembros
de la UCIN en la atención a los familiares dolientes cuentan con
características o cualidades que facilitan o no el desarrollo del duelo. Las
prácticas de soporte y de no soporte se diferencian en lo que respecta a: la
cercanía emocional con el doliente; canales de comunicación y calidad de la
comunicación con los miembros de la familia; reconocimiento y respeto de las
necesidades del doliente; la capacidad de empatía con el doliente; facilitar el
contacto del doliente con su propio dolor mental; creencias y representaciones
sobre la muerte y la labor del profesional en salud; y el apoyo interdisciplinario.
Lo cual es congruente con lo encontrado en otras investigaciones del área
hospitalaria en contexto latinoamericano.
La revisión integrativa permite concluir
que las prácticas profesionales de soporte implican: una aproximación emocional
al familiar del paciente, proteger y facilitar los canales de comunicación,
respetar su autonomía y reconocer sus necesidades, incluyendo la necesidad de
sentirse útil en el proceso de atención al paciente. Es posible considerar que
las prácticas de soporte tienen como base una comunicación veraz, adecuada y
permanente entre el profesional y los familiares. Aspecto que coincide con el
estudio de Ballesteros(44) desarrollado en el contexto colombiano,
en el cual se observó que el familiar demanda del profesional: “amabilidad,
cordialidad, empatía, reconocimiento y un lenguaje entendible” tendientes a
satisfacer las necesidades de información, de obtener una comunicación
humanizada y un apoyo en situación de vulnerabilidad y de poder expresar
sentimientos (contención emocional).
Permitir el contacto de los familiares con
el paciente, hacerlos participes de la toma de decisiones y brindarles
acompañamiento se evidencian como prácticas de soporte en los artículos
revisados, lo que concuerda con lo observado por Montoya y Cols(46)
quienes encuentran que las familias con mayores recursos de afrontamiento son
aquellas que “comprenden los procesos que se desarrollaran en las unidades de
cuidados intensivos y pueden aportar al cuidado del paciente” y además
consideran que las prácticas de soporte son “dar información, el apoyo
interdisciplinario, permitir las visitas y el acompañamiento”. A pesar que este
último estudio referenciado fue desarrollado en unidad de cuidado intensivo
para adultos, es posible considerar que el adecuado abordaje del duelo es
similar para pacientes de cualquier edad(46).
Díaz y Cols(47) describen las
formas de comunicación que se da entre las familias y el paciente ante la
aparición de una enfermedad oncológica en fase avanzada. Concluyen que las
familias con una comunicación veraz del diagnóstico y el pronóstico constituyen
vínculos de soporte mutuo, permiten mayor flexibilidad de roles, facilitan la
interacción entre sus integrantes y brindan mayor apoyo al paciente.
Las percepciones de los familiares
ratifican la pertinencia de estas prácticas. En un estudio desarrollado en la
unidad de neonatos del Hospital Universitario de la Samaritana de Bogotá en el
año 2008(48) se observó que para los padres es fundamental la
comunicación asertiva con las enfermeras, lo que implica que se les permita
expresar sus sentimientos, pensamientos u opiniones; igualmente, esperan
encontrar una relación asertiva, empática y cálida con estos profesionales y
una comunicación oportuna y clara. Desean que sean respetadas sus creencias
religiosas. Los padres aprecian los esfuerzos de las enfermeras por contenerlos
emocionalmente y que se les tenga en cuenta en la toma decisiones. En un
estudio realizado en tres salas de espera de las unidades de cuidado intensivo
adulto de la Fundación Oftalmológica de Santander(49) se observó que
para los familiares del paciente, que tratan de afrontar el dolor, el
sufrimiento y el duelo, es valioso que les mantengan informados de manera
detallada acerca de la condición del enfermo, sentirse atendidos por un equipo
cálido, humano y cualificado, y poder soportarse en sus creencias religiosas.
Por otro lado, las prácticas de no soporte
implican en todo sentido la evitación del doliente por parte del profesional:
distancia o desensibilización emocional, no reconocer sus necesidades, no
hacerlo partícipe de la toma de decisiones, ausencia o comunicación limitada.
Estas prácticas pueden estar relacionadas con el estrés de los profesionales
derivado del ambiente laboral, de la propia situación de fallecimiento de los
pacientes y de las características propias de la formación médica. Al respecto
el estudio de Artiaga(50), desarrollado en un país del contexto
latinoamericano, demuestra una alta correlación entre la comunicación de la
noticia de muerte y la generación de estrés en médicos y enfermeras, además,
este mismo estudio afirma que:
“…el
profesional en medicina, pasa por un proceso de desensibilización que da inicio
a partir de las primeras prácticas en el contexto hospitalario y que se
reproduce constantemente como una característica de este gremio, se considera
que esta desensibilización termina muchas veces con la despersonalización y
minimización de la muerte”(50). Aunque el estudio de Artiaga(50)
fue desarrollado en servicios no pediátricos ni de neonatología, algunos de los
estudios incluidos en la presente revisión, reportan también que los padres de
los niños fallecidos refirieron que los profesionales médicos parecen
insensibles ante la muerte de los neonatos. En contraste, el estudio de Lopes(51)
señala que las prácticas poco asertivas en el abordaje del duelo se relacionan
con la cultura y las representaciones sociales frente a la muerte, pues es un
tema para el cual no se forma al profesional de la salud, a quien se le inculca
que su misión y labor es la vida y el cuidado del ser humano vivo, por lo cual
la muerte resulta un tema fuera de su dominio técnico.
La falta de comunicación identificada
en la presente revisión como una práctica que no favorece los procesos de duelo
en los padres que experimentan la pérdida de su neonato, ha sido señalada en
otros estudios como uno de los principales aspectos a mejorar en los procesos de atención
(52),(53),(54),(55),(56),(57) y a la necesidad de preguntar
explícitamente las decisiones sobre el cuerpo muerto del neonato. En la
investigación del Hospital Universitario de la Samaritana se observó que los
padres evalúan como negativas circunstancias tales como: “cuando las enfermeras
tienen muchos neonatos a cargo, cuando no atienden oportunamente al neonato,
cuando se demoran hablando por teléfono o conversando entre ellas”(48).
Sin embargo, vale la pena mencionar la escasa existencia de estudios sobre los
impactos, representaciones y emociones de los profesionales de la salud frente
a la muerte de cualquier paciente, para así tener una mejor comprensión sobre
sus prácticas y respuestas ante la misma.
El personal en la salud que hace parte de
la UCIN desarrolla diversas prácticas en la atención de los familiares
dolientes tras la muerte del neonato o su inminencia. Dependiendo del impacto
que traen en el proceso de duelo se dividen en dos categorías generales:
prácticas de soporte, aquellas que van encaminadas a brindarle un apoyo
emocional genuino al doliente y que le facilitan el contacto y procesamiento
del dolor mental, y prácticas de no soporte, aquellas que implican la ausencia
de apoyo al doliente, la evasión del contacto con el dolor mental y la
obstaculización del proceso de duelo.
A partir de la
revisión integrativa se concluye que no es una sola práctica de soporte la que
va a servir de apoyo al doliente, sino que son todas estas las que al ser
implementadas como totalidad van a colaborar al desarrollo normativo del duelo.
En general se necesitan más investigaciones para evaluar y comprender la
relación entre familiares dolientes y personal sanitario durante la muerte del
bebé en la UCIN.
Las
fuentes de información utilizadas en los estudios fueron secundarias y se
garantizó el respeto a los Derechos de Autor de acuerdo con Ley 23 de 1982
“sobre derechos de autor”.
El presente manuscrito hace parte del
proyecto de investigación titulado: “Practicas desarrolladas por el equipo de
la unidad de cuidado neonatal con los familiares ante la muerte del Neonato
Hospitalizado”, financiado por convocatoria interna de la Fundación Universitaria
de Ciencias de la Salud.
Los
autores declaran no tener conflicto de intereses.
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¿Cómo
citar este artículo?: Toro JI, Mesa L, Quintero JF. Prácticas de atención a la familia en duelo
ante la muerte del neonato en la unidad de cuidado intensivo neonatal. MÉD.UIS.
2017; 30(3):89-100.
Anexo 1. Documentos
incluidos en la revisión
Fuente: Autores,
2015.