DOI: http://dx.doi.org/10.18273/revsal.v49n3-2017007
Ensayos
Los
orígenes de la enfermería comunitaria en Latinoamérica
The
origins of community nursing in Latin America
Rodolfo Rodríguez-Gómez1
1Diagnóstico Ocular del Country. Bogotá, Colombia
Correspondencia: Rodolfo Rodríguez. Dirección: Calle 22a
83-10. Bogotá. Correo electrónico: fitopolux@hotmail.com . Teléfono: +7 3124288819.
La trascendencia de la
actividad enfermera directamente con la comunidad ha sido invaluable en el
desarrollo de la enfermería. Aquellas acciones en apariencia aislada de quienes
asistían a la comunidad en sus domicilios constituyen un enorme tejido que ha
dado profundo sentido a la actividad enfermera y soporte a diferentes
paradigmas de la medicina y la salud pública. De notable relevancia es el
profundo vínculo de esta rama de la enfermería con diferentes procesos sociales
de acuerdo al contexto histórico y a situaciones particulares de cada país en
Latinoamérica. La llamada enfermería comunitaria ha sido fiel reflejo de la
crisis de los sistemas sanitarios en diferentes épocas. Además, es un sólido
eje que ha aportado en la construcción social y en la formalización de la
enfermería como profesión digna y respetable, y cuyo desarrollo se ha gestado
en la búsqueda de nuevos caminos en beneficio del arte de los cuidados y de la
salud de la comunidad.
Palabras
clave: Enfermería en salud comunitaria, salud pública,
enfermeras, promoción de la salud, enfermeras visitadoras.
The importance of nursing
activity directly with the community has been invaluable in the development of
nursing. Those actions apparently isolated from who attended the community in
their homes constitute an enormous tissue that has given deep meaning to the
nurse activity and support to different paradigms of medicine and public
health. Of notable relevance is the deep link of this branch of nursing with
different social processes according to the historical context and particular
situations of each country in Latin America. The so-called community nursing
has been faithful reflection of the crisis of health systems in different
times. Besides is a solid axis that has contributed in the social construction
and the formalization of nursing as a worthy and respectable profession whose
development is based on the search for new ways to benefit the art of nursing
and health of the community.
Keywords:
Community health nursing, public health, nurses, health promotion, visiting
nurses.
Recibido: 07/03/2017
Aprobado: 4/07/2017
Publicado
online: 15/07/2017
El papel de la enfermera
que desempeña su labor de forma directa en el territorio ha sido sustancial
para la historia de la enfermería y la salud pública. Es claro que gran parte
de la atención en salud es hacia un individuo, pero los individuos no son
islas, sino que hacen parte de una familia, de un grupo social y de una
comunidad. Es allí, precisamente, donde la hoy llamada enfermería comunitaria
ha sido trascendental en la construcción social y disciplinar, pero su trasegar
histórico ha sido largo y sinuoso. El objetivo de este trabajo es desenmarañar
el ovillo histórico tras los orígenes de la enfermería comunitaria en
Latinoamérica y, al mismo tiempo, exaltar cuan relevante ha sido el contacto
directo con la comunidad fuera del entorno hospitalario y cómo ello edificó una
nueva disciplina dentro del arte de los cuidados. Hoy en día, cuando las
estrategias de control de un sinnúmero de eventos en salud apuntan a mayor
prevención y promoción de la salud, esta rama de la enfermería retoma su rol
protagónico que, como evidencia la historia, ha influido de forma notable en la
construcción social latinoamericana. El presente trabajo se basó en una extensa
revisión documental que incluyó textos físicos, bases de datos y recursos
electrónicos. La búsqueda se realizó sin restricción en el tiempo y la
información se sistematizó de acuerdo al periodo histórico correspondiente. Se
utilizó una amplia terminología de búsqueda la cual se ajustó de acuerdo al
tema y la fuente primaria a consultar.
La historia de la atención
de los enfermos en sus domicilios es remota y ligada a complejas dinámicas y
procesos sociales. Su origen más visible emerge en los primeros dos siglos de
nuestra era durante el Imperio romano, ya que tras adoptar el cristianismo como
religión oficial, la actividad de los cuidados se estableció en los diaconiums,
es decir, en hospicios construidos para asistir a pobres y enfermos(1).
De la asistencia domiciliaria de los hombres se encargaban los diáconos, pero
funciones similares para asistir a las mujeres eran llevadas a cabo por las
diaconisas, término que se acuñó para hacer referencia a mujeres, en su mayoría
viudas, que consagraban su vida al servicio de la Iglesia(1). Bajo
los principios del cristianismo, visitar a los enfermos constituía un deber y
una función esencial de diáconos y diaconisas(2). Ahora bien, antes
de la figura del diaconato femenino, es decir, hacia el siglo IV d.C., la
atención a las mujeres era realizada por viudas, cuyas funciones, entre otras,
contemplaban visitar a las enfermas a quienes atendían en los cuidados del
cuerpo y el alma(3).
Los miembros de las
órdenes mendicantes, quienes se caracterizaban por vivir de limosnas y realizar
votos de pobreza, también tenían una profunda concepción de la caridad y el
servicio al prójimo(4). De hecho, estas órdenes se fundaron para
acercar la religión y la enfermería a la comunidad(5) y,
frecuentemente, los cuidados enfermeros representaron su actividad principal(6).
También las órdenes seglares fueron esenciales en la actividad visitadora, ya
que las religiosas atendían a pobres, huérfanos y enfermos en las comunidades(7).
Asimismo, las Hermanas Agustinas del Hôtel-Dieu de París fueron grandes
protagonistas durante la Edad Media, pues no solo representan la más antigua
orden de HermanasEnfermeras dedicadas al cuidado de los enfermos(8),
sino que salían del hospital únicamente para este propósito(9). Las
Beguinas, por su lado, también se destacaron durante la Edad Media al construir
gran prestigio por la atención domiciliaria de los enfermos(10).
Caso similar al de San Vicente de Paúl, quien desde su ingreso a la vida
eclesiástica visitaba y servía a los enfermos con tan óptimo resultado que la
comunidad bautizó a aquellas mujeres que dedicaban su vida a la atención en las
cofradías como ‘hermanas de la caridad(11).
En Europa, en países como
Alemania e Inglaterra se dio el punto de inflexión para el afianzamiento de un
concepto formal de la enfermería que estaba vinculado a una profunda crisis
religiosa con la Reforma Protestante y su consecuente repercusión en la
atención de los enfermos y en la formación de quienes dedicaban su vida a los
cuidados. En este contexto, un elemento clave que iluminó la época oscura de la
enfermería, es decir, aquel periodo entre 1500 y 1860 cuando se detuvo el progreso
científico de la enfermería dado que se consideraba más una ocupación religiosa
que intelectual, fue la creación por parte de Theodor Fliedner en 1836 de una
institución llamada Diaconisas de Kaiserswerth(12). Ubicada en la
ciudad alemana de Düsseldorf, esta institución conceptualizó un tipo de
formación con altos estándares de calidad en la atención de los enfermos para
lo cual se estableció un periodo de formación de tres años. Con el tiempo, este
centro de formación construyó una reputación tan sólida que muchas mujeres
provenientes tanto de instituciones similares como de otros países se
entrenaron allí(12). Kaiserswerth se convirtió en referente de la
época e influyó de forma radical en muchas mujeres. Una de ellas, por ejemplo,
fue la británica Elizabeth Gurney Fry, quien se vio sensibilizada por las
condiciones de quienes estaban en prisión, especialmente, por las mujeres(13).
En realidad no era solo la situación de los reclusos lo que la conmovía,
también lo hacía la gente desamparada en la calle, por lo cual, hacia 1824,
fundó una organización de voluntarios para visitar a los pobres: la Brighton
District Visiting Society(13). Para 1840, motivada por la misma idea
de las visitas domiciliarias a los enfermos y, tras visitar Kaiserswerth,
Elizabeth Fry fundó su propia escuela de enfermeras llamada Protestant Sisters
of Charity, que se convertiría en la primera organización protestante en formar
enfermeras con cierto grado de entrenamiento(14). El impacto de esa
institución no tardó en dar frutos y fue tan relevante que inspiró en su labor
a Florence Nightingale, quien también se había formado en Kaiserswerth.
Fue en Inglaterra, en
1859, donde surgió el primer sistema de Enfermería de Distrito(15).
Este es considerado como la primera organización de enfermería de salud pública
y en ella se combinó la actividad enfermera, la educación sanitaria y el
trabajo social(15). La iniciativa fue liderada por el filántropo
William Rathbone quien encargó en su dirección a la enfermera Mary Robinson
para liderar un programa comunitario enfocado en la educación sanitaria y la
atención domiciliaria a los enfermos, concepto que para 1864 ya había sido
replicado en otras ciudades de Inglaterra(16). La Training School
and Home for Nurses, como se denominaba aquella institución, buscaba dotar de
enfermeras profesionales al hospicio local, proveer enfermeras para atender a
los enfermos de familias privadas del distrito y asistir a los pobres en sus
domicilios(17). Con esto, la historia del arte de los cuidados y la
salud pública fueron testigos de un punto de inflexión y su relevancia fue tan
abrumadora que el concepto cruzó el Atlántico para sembrar las semillas de la
enfermería de salud pública en el continente americano.
Para finales del siglo XIX
y principios del siglo XX la gran preocupación de las autoridades de salud eran
las enfermedades infecciosas. En Europa, la fiebre tifoidea y el cólera habían
causado gran devastación a mediados del siglo XIX al cobrar millones de
víctimas y desatar un pánico no visto desde la Edad Media con la peste negra.
En Inglaterra, el sanitary movement liderado por el abogado Edwin Chadwick fue
el movimiento de salud pública más relevante del siglo XIX y significó el punto
de partida de una nueva concepción en políticas de salud pública18 y
encumbró a Chadwick no solo como investigador social, sino también como pionero
de las ciencias sociales(19). La emergente crisis de la atención
hospitalaria, además de la precaria condición de vida de las clases
trabajadoras y su negativa repercusión en la productividad económica, dio pie a
nuevas políticas públicas, a un compromiso sanitario internacional y a un nuevo
paradigma en el área de la salud con la era higienista que influyó en los
núcleos de formación de nuevas enfermeras lo cual no solo representó cambios a
nivel conceptual y teórico, sino también cambios estructurales en la práctica
enfermera.
En EE.UU., el movimiento
de enfermeras visitadoras no inició hasta 1877 cuando la Women´s Branch of the
New York City Mission envió las primeras enfermeras a los domicilios(20).
Años después, en 1893, Lillian Wald, enfermera del New York Hospital, asistió a
una de sus estudiantes quien se desangraba en casa tras el parto. Este evento
fue trascendental para dar origen al Visiting Nurse Service of New York(21)
con el cual, Wald y su equipo de enfermeras visitadoras proveía asistencia a
los vecinos de la zona, incluso en los partos y las defunciones. La miseria en
que vivía gran parte de la población de New York de aquel entonces,
especialmente mujeres y niños inmigrantes, era el escenario propicio para que
con Lillian Wald a la cabeza, se consolidara el primer sistema público de
enfermería en EE.UU., y con ello, la Organización Nacional de Enfermería de
Salud Pública(22). Es de resaltar el enorme papel de las comunidades
religiosas en la práctica de los cuidados durante todo el siglo XIX. Sin
embargo, para finales de siglo, dadas las condiciones sociales emergentes, la
figura de la enfermera tomó distancia de lo religioso, ya que los esfuerzos en
la formación de enfermeras se concentraron en los hospitales pues los nuevos
modelos conceptuales se enfocaron en fortalecer las campañas sanitarias y la
higiene pública(23).
Una de las primeras
influencias norteamericanas en Latinoamérica recayó a finales del siglo XIX en
Cuba donde Mary O´Donnell fundó la primera escuela de enfermeras en 1899(24).
O´Donnell era graduada de la escuela del Hospital Bellevue en New York, sede en
EE.UU., de la primera escuela de enfermería. Así, en 1909, se organizó el
servicio de Enfermeras Visitadoras en Cuba, y allí fueron asignadas enfermeras
lideradas por Mary Eugenie Hibbard(24). Ese mismo año, se creó la
Escuela de Enfermeras para Tuberculosos, que contaba con enfermeras
norteamericanas entre quienes se encontraba Mary O´Donnell, quien junto a Mary
Eugenie Hibbard, representan hoy en día dos de los grandes iconos de la
enfermería cubana(25). La influencia norteamericana e inglesa fue
determinante para la enfermería de salud pública en Latinoamérica. En
Argentina, la formación de enfermeras se remonta a 1885, pero fue en 1890
cuando el Hospital Británico(26) dio inicio de manera formal a la
primera Escuela de Enfermería. Pasaron décadas hasta la creación de la Escuela
de Enfermeras de la Secretaría de Salud Pública, actividad que complementó la
Escuela de Enfermeras de la Fundación Eva Perón(27) así como el
programa de Visitadoras de Higiene en 1924(28). Esta nueva
concepción enfermera se extendió a Chile, cuando en 1927 se dio inicio al
primer curso de Enfermería Sanitaria(29), aunque tardó en ser
efectiva en programas preventivos dado que existía una brecha entre la
comunidad y los organismos que velaban por la salud pública, motivo por el cual
se creó la Escuela de Enfermería de la Beneficencia, cuyas graduadas podían
ingresar a cursos avanzados en salud pública(29).
En Ecuador, siguiendo la
tendencia de principios del siglo XX, se fundó la primera escuela de enfermería
en 1906(30). Por entonces, Panamá era el epicentro de diversas
campañas de salud pública y durante la construcción del canal se contó con gran
cantidad de enfermeras norteamericanas con tan alto nivel académico, que de
varios países latinoamericanos asistían allí para recibir formación en salud
pública(31). La Fundación Rockefeller, protagonista en todo este
proceso de desarrollo y reestructuración de la profesión en Latinoamérica,
inició acciones en Costa Rica en 1914 con un proyecto para erradicar la
anquilostomiasis y, en años siguientes, proyectos similares se establecieron en
Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Panamá(32). En ese periodo se
destacaron grandes programas en enfermería de salud pública como el de la Cruz
Roja Americana, el Childrens’s Bureau Program y el de la propia Fundación
Rockefeller(33), cuyo primer proyecto para una escuela de enfermería
fue en Brasil, en 1923, con el objetivo principal de formar enfermeras para los
servicios de salud pública(34).
En Colombia existió una
Escuela de Comadronas y Enfermeras como tal hasta 1920. Sin embargo, se habían
impartido cursos como el de la Universidad de Cartagena en 1906, los del
Hospital de La Misericordia y el Hospital San Juan de Dios en Bogotá entre 1911
y 1915, y algunos en Medellín en 1917(35). En México, la enfermería
de salud pública inició en 1922 con la Escuela de Sanidad Pública(36).
Sin embargo, para 1925, ante la necesidad de mayor cantidad de personal de
enfermería debido a la crisis sanitaria, se organizó el primer curso en salud
pública. Expedía el título de ‘enfermera visitadora’ y contó con la
participación de 31 estudiantes a quienes se instruyó en higiene personal,
enfermedades transmisibles, vacunas, legislación sanitaria, entre otros(36).
Asimismo, se establecieron centros de higiene infantil donde las enfermeras
visitadoras eran esenciales, dado que acudían a los hogares para educar en
prevención de enfermedades, supervisaban la higiene de las habitaciones,
vigilaban que mujeres embarazadas y en postparto siguieran las indicaciones
médicas y hacían seguimiento a los niños desde el nacimiento hasta los dos años(37).
Desde finales del siglo
XIX y bien entrado el siglo XX, una grave crisis de la atención hospitalaria se
hizo evidente en todo Latinoamérica, y urgía la necesidad de personal de
enfermería calificado con formación académica programada y sistemática. Por
entonces, las enfermedades infecciosas en América eran una cruel protagonista.
La fiebre amarilla, por ejemplo, que para mediados del siglo XIX había
desaparecido en Europa, representaba un grave problema de salud pública en la
región(38). En Perú, debido a las epidemias de fiebre amarilla y
malaria se promovieron campañas sanitarias para combatir dichas enfermedades y
ante la crisis en que naufragaban los sistemas de salud en la región, surgieron
cambios estructurales tanto en la organización como en la formación del
personal de enfermería. Con ello, nuevos conceptos de salud pública emergieron,
principalmente, con la Organización Panamericana de la Salud y con la Fundación
Rockefeller, la cual ejerció un papel determinante en la creación de las
primeras escuelas de enfermería que estaban adscritas a hospitales de
beneficencia donde se establecieron planes de estudios que duraban tres años(39).
Bajo los nuevos preceptos,
en Perú se organizó en 1925 una escuela de enfermeras visitadoras destinada a
formar el personal que exigían los nuevos servicios sanitarios y, desde ese
mismo año, inició la Escuela de Visitadoras de Higiene Infantil(40).
Dos años después se creó en Chile la Escuela de Enfermería Sanitaria, la cual
se fusionó posteriormente con la Escuela de Enfermeras del Estado(41)
que otorgaba el título de enfermera sanitaria(42). Por entonces, la
Octava Conferencia Sanitaria Panamericana recomendó crear Ministerios de Salud
Pública para ejecutar la nueva política sanitaria y, con ello, dar respuesta a
los factores que impactaban en la salud poblacional(43). Siguiendo
esos lineamientos, en 1930, con el apoyo de la Fundación Rockefeller, se creó
en Colombia la Escuela de Enfermeras Visitadoras de Bogotá y, en Medellín, se
creó en 1936 una escuela que otorgaba el título de ‘Enfermera visitadora’(44).
Algo a destacar de la Fundación Rockefeller es que las estudiantes de enfermería
podían viajar a EE.UU., donde además de los principios básicos de la profesión,
recibían formación en salud pública(45).
Para 1935 se creó en El
Salvador la Escuela de Enfermeras Visitadoras, la cual se fusionó con la
escuela del Hospital Rosales, la primera escuela de enfermería de ese país46.
Uruguay lo había hecho de forma más temprana, ya que la primera escuela de
enfermeras data de 1911, aunque inició labores en 1913(47). Sin
embargo, fue en 1937 cuando se inició en Uruguay la formación de Visitadoras de
Higiene, aunque ante la necesidad de contar con personal preparado en salud
pública, se enviaron enfermeras para capacitarse en Canadá, EE.UU., y otros
países de Latinoamérica que contaban con el área de salud pública en sus
programas, y no fue sino hasta 1944 que se estableció en Uruguay el Primer
Curso de Salud Pública en Enfermería el cual otorgaba el título de ‘Nurse
Sanitarista’(47). En Venezuela, el primer grupo de Enfermeras
Visitadoras Auxiliares de Puericultura inició en 1936, pero ante la falta de
personal en salud pública se creó en 1937 la Escuela de Enfermeras Polivalentes(48).
La fusión de la Escuela de Puericultura y las Higienistas Escolares, constituyó
el primer grupo de Enfermeras de Salud Pública de Venezuela, el cual tras dos
años de funcionamiento, contaba con 30 Enfermeras Visitadoras(49).
Para 1938, en Venezuela
abrió sus puertas la Escuela Nacional de Enfermería, cuyo objetivo era preparar
enfermeras para el área de salud pública y, en 1939, se creó la sección de Enfermería
de Salud Pública(50). Algo similar aconteció en Nicaragua, pues
entre 1937 y 1938 se creó una Escuela de Visitadoras donde se formaba en
atención prenatal, higiene infantil, enfermedades parasitarias, venéreas y
tuberculosis(51), y en 1943, se creó una escuela de enfermeras para
satisfacer las necesidades de la salubridad pública(51). En Bolivia,
la primera escuela de enfermería se creó en 1938(52) y su labor en
salud pública se extendió al área rural, lo que se fortaleció décadas después
en la práctica comunitaria(53). Para 1945, en Bolivia se creó la
Escuela Nacional de Enfermería y Visitadoras Sociales, y la influencia del
Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública (SCISP) fue esencial en la
formación de enfermeras en salud pública y en la Escuela de Técnicos en Salud
Pública donde se formaron auxiliares de enfermería y técnicos en educación
sanitaria(54). Paraguay vivió lo propio y, en 1943, se creó la
Escuela de Visitadoras de Higiene y Obstetricia, además del Instituto de
Enseñanza del Personal Auxiliar de Salud Pública Dr. Andrés Barbero(55).
En las primeras décadas
del siglo XX el concepto de visitadoras de higiene o enfermeras visitadoras fue
una tendencia en Latinoamérica. No obstante, existía cierto paralelo entre la
actividad visitadora y la enfermería hospitalaria. De forma progresiva, la
inclinación de la balanza hacia lo hospitalario se dio por diversos factores
como el éxito en las campañas de saneamiento, la crisis hospitalaria y los
cambios en la formación enfermera. Estos eventos no sucedieron al unísono y,
pese a que Latinoamérica vivía la misma tendencia, los escenarios locales
condicionaron un discurrir histórico diferente a lo que vivió EE.UU., o Europa
y cada país latinoamericano lo hizo según su contexto social particular. Lo que
es claro es que el rol de la enfermera visitadora fue invaluable para las
campañas de salud pública en Latinoamérica. Es de resaltar, por ejemplo, su rol
protagónico en puericultura y la lucha antituberculosa. En Guayaquil, donde en
1941 se contaba con el índice de mortalidad por tuberculosis más alto del mundo(56),
las enfermeras visitadoras fueron determinantes en el control de la enfermedad.
Lo propio sucedió en Venezuela donde, tras la creación del Ministerio de
Sanidad y Asistencia Social, se fortaleció la formación enfermera para la lucha
antimalárica y antituberculosa(57). De igual manera, en Costa Rica
se formaron visitadoras sociales para la lucha contra la tuberculosis(58)
y, en Argentina, el papel de las enfermeras-visitadoras fue sustancial en la
asistencia y educación de pacientes con poliomielitis.
Con el avance del siglo
XX, la brecha entre visitadoras de higiene –enfermeras visitadoras- y
enfermeras hospitalarias se desvaneció debido a la formación integral impartida
como parte de la enseñanza universitaria y el vacío en la actividad
higiénicoasistencial lo suplió la enfermería en salud pública. Ahora bien,
reconociendo que los hechos históricos son, por lo general, superpuestos,
complejos y difíciles de encasillar dentro de líneas divisorias, es claro que
lo que se puede llamar actividad visitadora o enfermería de salud pública, fue
crucial para el éxito, en mayor o menor grado, de las campañas sanitarias que hicieron
de Latinoamérica una región diferente. En este contexto fue determinante la
Fundación Rockefeller cuyo interés por la enfermería se enfocó en las demandas
de los programas de saneamiento, y allí, la enfermera de salud pública se
consideraba esencial para el contacto con la comunidad(59). Para
mediados del siglo XX, las reformas estructurales de los programas de formación
de enfermeras incluyeron la instrucción básica en salud pública y asistencia
social(59), y un elemento que ajustó el nuevo rumbo de la enfermería
fue la creación de asociaciones nacionales de enfermería. Con ello, muchos
países revisaron el pénsum de educación en enfermería con la conclusión de que
los conocimientos en salud pública eran deficientes, lo cual se ratificó en
1959 con la segunda encuesta a las escuelas de enfermería de América Latina(60).
En 1974, la Organización
Mundial de la Salud (OMS) publicó el informe Enfermería y salud de la comunidad(61).
En él se recomendaban cambios estructurales en la práctica y en la formación en
enfermería así como el enfoque hacia problemas básicos de la comunidad. Desde
entonces, ante la adopción de nuevos modelos conceptuales, se multiplicaron los
cursos en salud pública y con los lineamientos de la Atención Primaria en
Salud, el término Enfermería de Salud Pública fue abandonado por la OMS para
acuñar el de Enfermería Comunitaria(62). Según la OPS, la enfermería
en salud comunitaria es la síntesis y aplicación de conocimientos y técnicas
científicas a la promoción, restauración y conservación de la salud comunitaria
y le incumbe la identificación de necesidades de salud de la comunidad y la
tarea de conseguir la participación de esta en los programas relacionados con
la salud y el bienestar de la comunidad(63). Así, la actual enfermería
comunitaria es integral, ya que debe contar con profundos conocimientos sobre
el proceso salud-enfermedad en las personas, familias y grupos, así como las
interacciones entre ellos(64). En la actualidad, esta rama de la
profesión es activa protagonista y su misión trasciende el cuidado de la salud
de los individuos y las comunidades, y repercute en diversos aspectos como la
promoción de la salud, la prevención, la recuperación y la rehabilitación, todo
esto, orientado por principios humanísticos y éticos de respeto por la vida y
la dignidad humana(64).
La historia demuestra lo
trascendental que ha sido el trabajo de la actividad enfermera en los
domicilios y el territorio. Para Latinoamérica, lo que recientemente se
denomina enfermería comunitaria ha sido, independientemente del nombre acuñado
según el momento histórico, un eje esencial no solo en lo que simboliza el
cuidado al prójimo, sino en la construcción social y en la edificación de esta
rama de la enfermería dentro de la profesión. La historia evidencia que los
hechos han precedido, por mucho, a los conceptos. Sin embargo, más allá de las
precisiones conceptuales, es de resaltar que uno de los elementos de mayor
valor en este arduo y sinuoso camino en Latinoamérica de la hoy llamada
enfermería comunitaria no ha sido solo trabajar, con y para la comunidad, sino
conocerla. A todas luces, más allá de la complejidad y la riqueza histórica
tras el origen de la enfermería comunitaria en Latinoamérica, es evidente que
esta rama del arte de los cuidados ha sido trascendental para dar forma a
diversos elementos sociales, económicos e institucionales que hoy constituyen
la región y cada país en particular.
Es claro que el origen y
el desarrollo de la enfermería comunitaria en Latinoamérica no ha sido un
proceso aislado y simple. Por el contrario, ha estado embebido de un sinnúmero
de dinámicas regionales que se vinculan a contextos sociales, cambios complejos
en la concepción de los modelos de salud, la crisis de los mismos, y a
modificaciones estructurales en la visión y organización de la enfermería como
profesión. A la luz de las nuevas dinámicas sociales y el complejo engranaje
que representa el campo de salud en la región latinoamericana, un elemento
clave es, precisamente, lo que mejor sabe hacer la enfermería comunitaria desde
tiempos remotos con la actividad visitadora, esto es; conocer al individuo, su
familia, su territorio y sus necesidades. Este elemento, a simple vista dotado
de un halo de simplicidad, es sustancial, ya que de manera frecuente pasa bajo
la sombra de la rutina asistencial, pero es lo que logra verdadera interacción
y, por tanto, una óptima comunicación con la comunidad. Esto, evidentemente,
hace de la enfermería comunitaria no solo protagonista histórica, sino además,
actual y futuro eje articulador, ya que ante la complejidad de la atención en
salud no pueden estar separados; el individuo, la familia y la comunidad.
1. Bergier. Diccionario de
teología. Madrid (España): Imprenta de D. Primitivo Fuentes; 1846.
2. Parentini MR. Historia de la enfermería. Aspectos relevantes
desde sus orígenes hasta el siglo XX. Montevideo (Uruguay): Ediciones Trilce;
2002.
3. Alfaro C, Noguera A.
Actas del primer seminario de estudios sobre la mujer en la antigüedad.
Valencia (España): Universitat de Valencia; 1997.
4. Donahue P. Historia de
la enfermería. Barcelona (España): Doyma; 1987.
5. López MJ. Administrar
en enfermería, hoy. España: Universidad de Murcia; 1998.
6. Martín A. Patología
quirúrgica. Madrid (España): Elsevier España; 2005.
7. Salas PM. El reformismo
social y sanitario de Concepción Arenal, una contribución a la identidad de la
enfermería contemporánea. San Vicente (Alicante): Editorial Club Universitario;
2012.
8. Echeverri S. La
medicina como institución: entre la voracidad y el suicidio. Bogotá, (D.C.):
Academia Nacional de Medicina; 2005.
9. Bingham S, Mc Ewen Y.
Ministering Angels: A history of Nursing from the Crimea to the Blitz. Dean
Street Press; 2015.
10. Sánchez AP. La
historia de la enfermería en España y Latinoamérica. Edición Kindle; 2014.
11 Orsini. Historia de San
Vicente de Paul. Mejico: Imprenta de la calle de cordobanes; 1854.
12. Koutoukidis G,
Stainton K, Hughson J. Tabbner´s Nursing Care. Theory and practice. 6th
Edition. Churchill Livingstone: Elsevier Health Sciences; 2012.
13. Gurney E, Cresswell
RE. A memoir of Elizabeth Fry. Dublín: Piper, Stephenson & Spence; 1856.
14. Helmstadter C, Godden
J. Nursing before Nightingale, 1815-1899. New York (USA): Routlegde; 2011.
15. Rosen G. A history of
public health. Baltimore: The Johns Hopkins University Press; 1993.
16. Bernalte A, Miret MT.
Manual de enfermería comunitaria. Libros en Red; 2005.
17. Rathbone E. William
Rathbone, a memoir. London: MacMillan and Co., Limited; 1905.
18. Ramos JL. Edwin
Chadwick, el movimiento británico de salud pública y el higienismo español. Rev
Histor Industrial. 2014; 55: 11-38.
19. Porter D. The history
of public health and the modern state. Amsterdam (Netherlands): Editions Rodopi
B.V.; 1994.
20. Waters Y. Visiting
Nursing in the United States. Philadelphia (United States): Charities
Publication Commitee; 1909.
21. Groshen D. Always a
Sister: The Feminism of Lillian D. Wald. New York (EE.UU.). The Feminist Press;
1995.
22 Chiriboga PP. Lillian
Wald, la coyuntura antisegregacionista. Publicaciones Médicas. 2011; 1(1):
96-98.
23. Verderese O. Análisis
de la enfermería en la América Latina. Educ Méd Salud. 1979; 13 (4): 315-340.
24. Amaro MC. Mary
O´Donnell, la fundadora de las escuelas de enfermeras en Cuba. Rev Cuban
Enfermer. 2001; 17(1): 60-64.
25. Amaro MC. Mary Eugenie
Hibbard, una enfermera norteamericana fiel al legado de Abraham Lincoln. Rev
Cuban Enfermer. 2011; 27(2): 122-129.
26. Siles J, Fernándes de
Freitas G, Oguisso T, Souza PF. Cultura de los cuidados. Historia de la
enfermería iberoamericana. San Vicente (Alicante). Editorial Club
Universitario; 2013.
27. Ramacciotti K, Valobra
A. La profesionalización de la enfermería en Argentina: disputas políticas e
institucionales durante el peronismo. Rev Histor Med Ciencia. 2010; 62(2):
353-374.
28. Veronelli JC,
Veronelli M. Los orígenes
institucionales de la salud pública en Argentina. Tomo 2. Buenos Aires
(Argentina): Organización Panamericana de la Salud; 2004.
29. Pincheira S.
Preparación de las enfermeras en el campo de la salud pública en Chile con
especial referencia a la organización de cursos de postgraduados. Tercer
congreso regional de enfermeras. Rio de Janeiro (Brasil); 1953.
30. De la Torre P, Velasco
M. La educación de enfermería en el Ecuador. Rev Inv Educ Enfermería. 1986;
4(1): 11-51.
31. Villacrés A, Pinzón S.
Cien años de historia: la salud pública en Panamá y sus antecedentes. Organización
Panamericana de la Salud; 2003.
32. Molina I, Palmer S.
Educando a Costa Rica. Alfabetización popular, formación docente y género
(1880-1950). San José (Costa Rica): Editorial Universidad Estatal A Distancia
(EUNED); 2003.
33. Souza A. La formación
en enfermería y el desarrollo socioeconómico en América Latina 1850-1950. Rev
Adm Sanit. 2003; 1(4): 555-573.
34. Organización
Panamericana de la Salud. Antología de experiencias en servicio y docencia en
enfermería en América Latina. Organización Panamericana de la Salud; 1980.
35. Velandia AL. Historia
de la enfermería en Colombia. 2° Edición. Editorial Universidad Nacional de
Colombia; 2016.
36. Alemán M, Salcedo RA,
Ortega DV. La formación de enfermeras en la Escuela de Salud Pública de México,
1922-2009. Evolución histórica y desarrollo académico de la enfermería en salud
pública en México. Perf Educativos. 2011; 33(133): 174-196.
37. Agostoni C. Las
mensajeras de la salud. Enfermeras visitadoras en la ciudad de México durante
la década de los 1920. Est Histor Modern Contempor México. 2007; 33: 89-120.
38. Veronelli JC,
Veronelli M. Los orígenes institucionales de la Salud Pública en la Argentina.
Buenos Aires (Argentina). Grafica Laf S.R.L.; 2004.
39. Barrionuevo-Bonini B,
Fernandes-de-Freitas G, Cerna-Barba M. Historia de la enfermería en el Perú:
determinantes sociales de su construcción. Aquichan. 2014; 14(2): 261-271.
40. Lorente S. La
organización de los servicios sanitarios en el Perú. Informe de la Primera
Conferencia Panamericana de Directores de Servicios de Sanidad Pública.
Washington (EE.UU); 1926.
41. Muñoz CL, Alarcón S.
Evolución histórica y desarrollo profesional de la enfermería en Chile. Cult
Cuidados. 1999; 3(5): 45-51.
42. Stuven AM. Historia de
las mujeres en Chile. Chile: Penguin Random House Grupo Editorial Chile; 2014.
43. Barboza L. Dinámica
histórico-social y políticas de salud en Venezuela durante las décadas
centrales del siglo XX (1909-1960). 2012; 50(3).
44. Castrillón MC.
Formación universitaria de enfermeras. Colombia 1937-1980. Rev Inv Educ
Enfermería. 1986; 4(1): 53-72.
45. Bernabeu J, Gascón E.
El papel de la enfermería en el desarrollo de la salud pública española
(19231935): la visitadora sanitaria. Dynamis: Acta Hisp Med Sci Illus. 1995;
15: 151-176.
46. Organización
Panamericana de la Salud. Perfil genérico para la formación de profesionales de
enfermería en El Salvador. El Salvador: OPS; 2015.
47. Sánchez S. Historia de
la enfermería en Uruguay. Montevideo (Uruguay): Ediciones Trilce; 2002.
48. Naranjo B, Galarraga
J. Preparación de auxiliares de enfermeras de salud pública en Venezuela.
Cuarto congreso regional de enfermería. México (D.F.); 1956.
49. Clemente C. Mujeres
venezolanas. Cap. VIII. Venezuela: Centro de Investigación de la Comunicación.
Universidad Católica Andrés Bello; 1951.
50. Restrepo L. Proceso
histórico-social de la formación de enfermería en Venezuela. Salud, arte y
cuidado. 2012; 5(1): 5-12.
51.
Galiano S. Apuntes sobre historia de la enfermería en Nicaragua. Boletín de la
Oficina Panamericana; 1950.
52. Oliden B, Millan M.
Desarrollo de la educación de enfermería en Bolivia. Educ Méd Salud. 1979;
13(4): 380-388.
53. Zambrana E. La primera
escuela de enfermeras en Bolivia. Sal Pub Bol. 1989; 46(1): 32-37.
54. Mendizábal G. Historia
de la salud pública en Bolivia. La Paz (Bolivia); Organización Panamericana de
la Salud; 2002.
55. Ramírez MH. El
Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social: su historia. Paraguay:
Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social; 2013.
56.
Higgins J. La tuberculosis en el Ecuador. Conferencia ante el Capítulo de
Filadelfia de la Asociación Médica Panamericana; 1941.
57. Sánchez EJ. Las
escuelas nacionales de enfermeras en Venezuela 1940-1968. Creación de un perfil
de enfermera. Rev Voces: Tecnol Pensamiento. 2013; 7: 9-24.
58. Rodríguez E. Costa
Rica en el siglo XX. Tomo II. San José (Costa Rica): Euned; 2004.
59. Barona JL,
Guillem-Llobat X. Sanidad internacional y transferencia de conocimiento
científico. Europa, 1900-1975. Valencia (España): Universitat de Valencia;
2015.
60. Organización
Panamericana de la Salud. Análisis prospectivo de la educación en enfermería.
Educ Méd Salud. 1989; 23(2): 119-154.
61. Organización Mundial
de la Salud. Enfermería y salud de la comunidad. Serie de Informes Técnicos
558. Ginebra; 1974.
62. Alonso O. La
especialidad en enfermería familiar y comunitaria. Volver a empezar. Rev Seapa.
2013; 11: 27-30.
63. Organización
Panamericana de la Salud. Informe del comité del programa de libros de texto de
la OPS/OMS para la enseñanza de enfermería en salud comunitaria. Educación
Médica y Salud. 1976; 10(4):371-388.
64. Sánchez AP. Enfermería
comunitaria. Manuales de enfermería 2014; (9). Kindle.
Forma de citar: Rodríguez Gómez R. Los orígenes de la enfermería comunitaria
en Latinoamérica. Rev Univ Ind SantaderSalud. 2017; 48(3): 490-497.