Publicado 2019-03-01
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Resumen
Desterrado en la isla de Patmos, el evangelista San Juan escribió en lengua griega, durante el año 94 y bajo la dominación del emperador romano Domiciano, su libro del Apocalipsis, esto es, la “revelación”. Dirigido a siete primitivas comunidades cristianas del Asia Menor (Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia, Esmirna, Éfeso y Laodicea), este libro les transmitió la revelación de Jesucristo, vocero de Dios, sobre aquello que muy pronto habría de suceder en el mundo: el fin de la pecadora nueva Babilonia (el imperio de Roma) y el advenimiento de la Nueva Jerusalén (la ciudad de Dios). Comenzó así su existencia el género literario apocalíptico, caracterizado por una narrativa simple y atractiva: las desgracias de los pueblos oprimidos por un poderoso dominio inmoral están a punto de terminar, cuando los sonidos de las trompetas de siete ángeles exterminadores anuncien la total destrucción del mundo, tras lo cual vendrá un nuevo mundo y una tierra nueva. Vendrá Dios, el Alfa y la Omega (el principio y el fin), a instalar la santa y áurea Jerusalén, en cuyo centro estará el árbol de la vida, iluminada eternamente por la luz divina. La literatura apocalíptica ha servido de consuelo, desde entonces, a quienes sufren en este mundo terrenal; ha dado esperanzas de redención a quienes
viven su vida con pesares, presenciando impotentes “las pestilencias de un mal mundo”.