Editorial

Abstract

Mientras escribo estas líneas, en la lejana y milenaria Palestina acontece una barbarie de
magnitudes apocalípticas. Después del inicio de las hostilidades, el 7 octubre del año 2023,
entre el Estado de Israel y el Movimiento de Resistencia Islámica Hamas, más de treinta
mil palestinos han sido asesinados por la ocupación israelita. Disfrazada de un supuesto
derecho a la defensa de la soberanía como respuesta a la incursión de este último movimiento, Israel
esconde tras bambalinas los fundamentos reales de su exagerada reacción: intereses geopolíticos, expansión
territorial y peligrosas profecías talmúdicas autocumplidas. Desde el río Jordán y el mar Mediterráneo hasta
la Franja de Gaza y la frontera sur del Líbano, la tierra que durante siglos fue morada de imperios (egipcio,
macedonio y otomano) y de pueblos semíticos como cananeos, filisteos y hebreos, se tiñe actualmente de
un rojo escarlata destilado por los cuerpos que yacen sobre el terreno sin vida. Un color sin relación alguna
con el “rojo de nuestras espadas” que rezaba aquel verso del poeta iraquí Safi al-Din al-Hilli, fuente de
inspiración de los colores de la bandera panárabe.